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2.599. Antonio Cortés Sabariego. Médico.

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Con motivo de la propuesta como Académico de la de Santa Cecilia del Puerto, del gran pintor-retratista Hernán Cortés, nos ha parecido oportuno reivindicar la figura del Dr. Antonio Cortés Sabariego, padre del citado, que durante muchos años, en los cincuenta, fue ilustre convecino nuestro en Puerto de Santa María.

Antonio llega al Puerto gracias a la vinculación que con nuestra Ciudad tuvo su padre, abuelo de Hernán, que comercializaba pescados, especialmente mariscos, en los tiempos esplendorosos del auge marítimo pesquero de la misma. Estudió Medicina en la Complutense de Madrid, realizando doctorado bajo el padrinazgo del Prof. Doctor Gregorio Marañón Posadillo, con quien sostuvo fructífera amistad durante toda su vida. Posteriormente, dicha amistad estuvo consolidada e incrementada con la de su hijo Gregorio Marañón Moya, que visitó Cádiz en numerosas ocasiones, gracias a la citada.

La casa familiar del Doctor Cortés, casado con Elisa Moreno, y su Consulta profesional de Pediatría, estuvo en la Calle Luna, en el tramo comprendido entre Misericordia y Jesús de los Milagros, en la vecindad con la de los Jiménez González-Nandín, frente al Almacén de Suárez. Aquel tramo comenzaba en la Sombrerería de Chamorro y terminaba en la Capilla de la citada Calle Jesús, en donde se construyó luego la vivienda de José González Bruzón y Milagros Gómez.

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En la esquina de las calles Luna y Misericordia, donde hoy se encuentra la Cervecería El Puerto, se encontraba una sombrerería gestionada por Chamorro --hermano del practicante del mismo apellido, cuya hija Clarita se casaría con Felipe Sanz, Comisario de Policía que fue de El Puerto y sobrino a su vez de otro Comisario Local, Aureo Sanz Hernán Gil, profesor además del Colegio de la Pescadería--. Ambos hermanos, el sombrero y el practicante, tuvieron muchos hijos. El lema de la sombrerería era: «Para gorras y gorros, Casa Chamorro». Chamorro el sombrerero, marchó a la Argentina y allí vivió hasta su muerte.

A pesar de su vida en El Puerto, el Dr. Cortés nunca perdió su vinculación con Cádiz, a donde se trasladaba con frecuencia. No le conocí automóvil y siempre viajaba en el Vapor, cuando todavía, ni soñarlo, no se le había bautizado como el Vapor-cito. En eso, Antonio como en otras cosas, fue maestro en el descubrimiento placentero y útil, de los viajes bahíeros del Adriano. Nos enseñó, a José Luis Tejada y a mí, entre otros, la fecunda utilización de las pausas no perdidas durante los viajes, en los que se podía leer -como profusamente hacía Antonio con su voluminoso bagaje de Revistas y Libros-, pensar, estudiar y gozar de los encantos del paisaje.

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De izquierda a derecha: Tomás Osborne Mcpherson, bodeguero y aficionado a la caza y pesca; Antonio León Amo, director del Banco Hispano Americano (hoy Santader Central Hispano); Vicente Lizaso Sampelayo, dentista; Luis del Cuvillo Sancho, bodeguero; Eligio Pastor Nimo, químico de las bodegas Osborne; Antonio Cortés, médico; de pié Fernando Portillo Sharfhausen, consignatario de buques y promotor de las urbanizaciones El Manantial y Urbaluz, también fue presidente de la Diputación de Cádiz, diputado de UCD y en sus tiempos de presidente de la Caja de Ahorros de Cádiz, fundó la obra social y cultural de dicha entidad financiera, hoy integrada en Unicaja; y desconocido. Paseo por la Bahía de Cádiz a bordo del Adriano II.

Y el citar a Tejada se debe obligadamente, a la gran amistad social e intelectual que le unió con nuestro protagonista y que me sirvió de nexo para el mantenimiento de la que mantuvimos. Es momento de decir, siempre lo es, que el gran poeta, está vivo en el recuerdo y en sus obras, que ahí están para un próximo futuro florecimiento, debiendo recordar que a José Luís lo conocí en la Academia Poullet, cuando llegó procedente de los Marianistas de Cádiz. Dicha Academia fue, también hay que decirlo, durante los difíciles años cincuenta, bastión de la enseñanza portuense, con lo más florido profesoralmente de la portuensidad: Luis Suárez Rodríguez, Hipólito Sancho, Eligio Pastor, los Rdos. Pardo y Hurtado, Guillermo Beltrán, etc.

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El segundo por la izquierda es el Dr. Cortés Sabariego, en su condición de concejal de Cultura del Ayuntamiento gaditano, en una recepción a un Congreso de Publicistas.

Posteriormente, el Doctor. Cortés se trasladó a Cádiz para atender a sus obligaciones profesionales y sociales, en donde seguí disfrutando de su amistad con el regalo de su sincera, amplia y voluminosa sonrisa. En Cádiz fue Teniente de Alcalde Delegado de Cultura, durante las Alcaldías del Marqués de Villapesadilla y de Jerónimo Almagro. En ese periodo fomentó considerablemente la celebración de Actos Culturales, entre los que contó con la colaboración de su citado amigo Marañón Moya.

Ahora, repito, que el filo del éxito y prestigio que para la Academia de Santa Cecilia significa contar entre sus miembros con la personalidad de Hernán Cortés, lleno de merecimientos y portuensidad, me ha parecido oportuno reivindicar la figura de aquel gran convecino nuestro y humanista de pro que fue el Dr. Antonio Cortés Sabariego. /Texto: José López Ruiz.

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