En la imagen aparecen dos diteros, uno de ellos se llamaba Antonio García Abadía, por la calle de la Arena o Arenas, hoy Arzobispo Vizarrón, en honor del hijo de El Puerto que fue virrey de Méjico. 17 de mayo de 1957. /Foto: Col. Vicente González Lechuga.
«En casa, pues, vivíamos con lo justo. Si mi madre juntaba algún ahorrillo, un tipo sonriente aparecía con un paquete bajo el brazo. Una vez, por Navidad, era una caja surtida de mantecados. Otra, una plancha eléctrica. Por fin, otro día, se encendió el primer transistor a pilas y el hogar se fue llenando algo, aunque sólo fuera de voces fantasmas. Le llamábamos “el ditero” y era habitual en las tardes de radionovela, merienda de cuenco de pan con aceite y chocolate rancio, que apareciera a cobrar una pequeña parte de lo que se le debía», con una libreta de tapas duras, en la que se llevaban las cuentas de cada vecino, cogido con unas palomillas. «Los pagos se eternizaban y, cada poco tiempo, me hacían sumarlos para saber si quedaba mucho. Cuando se liquidaba una cuenta, ya se podía pensar en abrir otra. Nunca noté que perdiera la sonrisa ante la imposibilidad de un pago y no creo que se cobrara intereses, pero para todos era que tenía dinero». (Texto: Mateo Bellido Rojas).
Ditero: Persona que cobra la dita (|| pago a plazos). Dita: Deuda. Pago a plazos, en pequeñas cantidades, fijadas por el comerciante o por el cliente. Etimológicamente la palabra ‘dita’ procede del italiano antiguo: ‘ditta’ ‘detta’, que significa: cosas dichas, debidas.
En la actualidad, los modernos diteros son Bancos y Cajas de Ahorros entidades que, mediante tarjetas de crédito, --al 15 o 18 por ciento de interés-- posibilitan la adquisición de bienes y servicios.
En la iamgen de la izquierda, documento en el que los Diteros iban apuntando lo que le pagaban. Esta hoja, hecha por encargo en una imprenta.
Paola, menos mal que se te ve por algún sitio. Saludos a la familia.
Soy la hija de Antonio Garcia Abadia y mi padre fue ditero y muchas cosas mas porque sin comer no nos quedabamos y vendia cuadros en las plazas y sobre todo fue un buen padre y un buen marido.
El nombre del ditero es Antonio García Abadía y no Hernández, este es el apellido de sus señora María.
Creo recordar que sumaban al precio del establecimiento una peseta por cada "duro" o sea un 20% , mas el descuento que la tienda solía hacerle al ditero. Este sería el beneficio, sin contar los zapatos que gastaba, por que cada cuadrito se valoraba en una pesetas y mas según el acuerdo a que se llegara.-
Este impreso, fué el primer trabajo de imprenta que hizo Imprenta Bollullo a final de los años 1.959, el importe de un millar de estos impresos costaba Ochenta Pesetas. El ejemplar que se exhibe en esta nótula, la cuadricula es un cliché de zinc. Nosotros hacíamos la cuadricula con piezas descanteradas de bronce, cada cuadricula mide dos cíceros. El ditero llevaba un taco de estos impresos, aproximadamente quinientos, cogidos en una especie de carpeta con una tapa de cuero flexible encima y de soporte era una tapa rígida, los impresos iban apretados con dos tornillos de palomillas, estas impresos estaban ordenados por domicilios.
Recuerdo a Antonio Hernández, Teleforo Castro, Sebastián (suegro de Teleforo) y otros como clientes de entonces.