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David regenta la Frutería Virtudes de la calle San Bartolomé, un pequeño establecimiento cercano al Mercado de Abastos de la Concepción. Lleva 15 años con el establecimiento abierto y dice conservar clientes desde su apertura. En el rótulo se anuncia como productos de Conil. Y es que él es de allí. Ahora vive en El Colorao.

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Este es otro ejemplo de esas pequeñas cosas que hacen que vuelvas. Un gesto tan cotidiano como hacer la compra en una tienda como ésta se puede convertir en otra extraordinaria experiencia cuyos protagonistas son las gentes de esta tierra.

David tiene frutas y verduras de buena calidad, de la tierra cuando estamos en época, y yo muero por estos productos, me los llevaría todos. Se me iluminan los ojos con los colores de frutas y verduras, con sus aromas. A mí me ha ganado con dos cosas: avisándome de que no lleve esto o aquello porque ya no está en su mejor momento y no “colándome” nunca una pieza en mal estado, como me ha ocurrido en otros establecimientos, ocultándola entre el resto.

Ahora viene el plus. Aquí no sólo se compra, aquí se respira un poquito de vida portuense auténtica. David tiene charla para todo el mundo. Destila un sano e insuperable humor mientras atiende a sus clientas (en su mayoría), de estar contento con lo que hace. Allí se habla un poco de todo: de la compra, de lo que se va a poner hoy de comer, de la salud, de los hijos, de los novios, del tiempo. En el año y poco que llevo yendo puedo decir que he vivido situaciones puramente surrealistas. Pero da igual; por muy rocambolesca que sea la situación, David sale al paso con una naturalidad pasmosa. Yo me pregunto que cómo lo hace. Las atiende, las escucha, las invita a sentarse en el taburete si ellas no lo han hecho ya por su cuenta, y hasta creo que ellas están encantadas por el ratito que han echado. David no pierde la sonrisa, las anima, las pica para que sigan hablando y se crea un ambiente tan particular que, al rato de estar allí, he olvidado lo que iba a comprar.

Por cierto, la Virtudes que da nombre a la frutería es su mujer, o como él dice con orgullo, la patrona. /Texto y foto: Alberto Reina Blanca

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