La dehesa está patas arriba
¿Quién la enmienda?
Da igual la bestia que sea,
no hay una que no mienta.
No tiene la dehesa ganadero,
encina, cerdo o matorral
que haga a este
vasto y paradisiaco terreno, brillar.
...||...
Nos hemos enterado
que una encina ha querido
tener sus bellotas y sus flores
sin ser plantada.
Hay que tener la corteza dura
y las ramas raspadas.
Esta encina que comenzó
al arropo de la jara y la levantera
se ha quedado sola
de cara a la nueva primavera.
Dijo la encina que la levantera
no convenía y la echó de primeras;
Ahora es la jara la que da ejemplo
y deja a la encina por mentirosa y usurera.
La encina asume todo el sol,
Y suda la gota gorda para
no dar lástima ni pena;
cada vez tiene menos ramas,
raquíticas y secas.
Mientras la piara piensa,
mirando desde abajo,
«Qué poca vergüenza,
Y nosotros sudando,
camina que camina,
para ganarnos las bellotas
a base de trabajo».
Pero está la cosa concurrida
porque en esta dehesa
el que no pasta, vuela.
Los charranes están enfrentados,
Unos acusan a uno
de coger bellotas de la campaña
y habérselas quedado.
Habla también el de raza bética,
sangre andaluza y morisco de estirpe,
Diciendo que curra más que nadie,
Por ser animal con cargo
de confianza y libre.
Está el campo que da pena,
Y para colmo quiere entrar
un borrico con voto y vox
Para en vex de opinar, dar más de una coz.
Disculpen el despiste que
me hizo confundir la x con la z,
pero con tanto follón
me estoy volviendo majareta.
Sea como sea, aquí los de la piara
estamos cansados de estupideces,
de que quienes llevan la voz cantante
hagan mucho ruido y nos den pocas nueces.
Que todo el mundo anuncia flores
para las próximas cuatro primaveras,
Pero --con todo mi cariño--
no seamos más cabrones,
que tenemos el campo que da pena.
Una dehesa que fue la envidia
en época pasada
de flores y aromas,
de colores y habitantes colmada.
Por favor, vamos a trabajar unidos,
con criterio y fundamento
para que, el cerdo que tenga
intereses personales en esta dehesa,
no llegue nunca, gobernando,
a buen puerto.
| Texto e ilustración: Alberto Castrelo.
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La Encina y el Guindo
De David de la Encina, alcalde de El Puerto de Santa María, se alaba en la Bahía la templanza con la que ha gobernado toda la legislatura pese a la incomodidad de tener que hacerlo aliado con esa gente tan picajosa de la zurdera extremada, Podemos e IU en sus diferentes franquicias locales. Le cabe a su apellido el chiste facilón de considerarlo un político bellotero, juego de palabras injusto para quien ha deparado un cuatrienio sin sobresaltos en la villa alfonsí, donde tan sencillo es caer en la tentación del urbanismo vampírico y donde una boyante comunidad empresarial merece ser mimada con exenciones antes que esquilmada con exacciones. Con semejantes socios, es de imaginar que no habrá sido sencillo... En vísperas de otra campaña, sin embargo, ha quedado acreditada la gravedad de su pecado original y, sobre todo, el escaso respeto por las instituciones que cunde en un partido, el PSOE-A, cuya apropiación de lo público alcanzó niveles paroxísticos de inconsciencia: ni siquiera se daban cuenta de que estaban actuando mal. Colocado en un chiringuito juntero desde la post-adolescencia, el hombre aceptó la cándida túnica de aspirante a la alcaldía portuense con la condición de que le fuese mantenido el salario de la Administración durante el proceso electoral, pese a que debía consagrar sus jornadas a la propaganda partidista. Pillado en falta, se pregunta qué hay de extraño en ello. ¿De la Encina caído de un guindo? Imagine que se le plante en el despacho un agente de la Policía Local para solicitarle un alivio en las guardias, sin restarle un céntimo de sueldo, porque el Partido Popular lo ha metido en su lista para el 26 de mayo y le apetece más mitinear que dirigir el tráfico. Pues exactamente eso es lo que hizo él hace cuatro años. ¡Y lo pidió por escrito