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La vida y la muerte de mi amigo Diego. Mis vivencias #5.548

| Texto: Antonio Cristo Ruiz.

Me crié durante una parte de mi vida en la calle Capillera, y en esta zona conocí a gente de mi edad, como Antonio Iñigo, su primo el Boli, y sus hermanos Luis el Teniente y Desiderio. También había otra familia que eran de los Vichera, con tres hermanos , el mayor Miguel, Manolo y el mas pequeño que era mi amigo Diego. Fue un gran amigo desde que tuvimos uso de razón hasta que se marchó con los que no vuelven a la edad de diecisiete años, dejándome su amistad y unos recuerdos para toda mi vida. Yo creo que el primer apellido de Diego, era Garrucho. | En la Feria de Ganado, de izquierda a derecha, Manuel Cristo y su primo Antonio Cristo, autor de esta nótula, en la Feria de Ganado, con 17 años.

Recuerdo a Diego, siempre con unos jerséis grises, que daban en los Jesuitas a los niños cuyas familias estaban mal económicamente. Era un niño que pisó poco el colegio, por los motivos de aquellos años de la posguerra, que había que ayudar a la familia para sacarla adelante.

 Jugábamos a la pelota en las paredes de la bodega de Luis Caballero, en los años cuarenta y cincuenta. Era un chiquillo alegre y muy aficionado a los  toros y al fútbol. Era una persona que se dejaba querer, y su habla era una expresión de aquellos años de la posguerra. Recuerdo a su madre Lola Vichera, como se la conocía en la calle. Esta mujer adoraba a su hijo Diego, y este a su madre. 

Están en mi memoria unos momento que pasé con Diego, en una finca que le llamaban La Belleza, donde había muchos almendros, durante la recogida de las almendras. Te dejaban rebuscar en dicha finca las almendras que quedaban ocultas y no se veían.  Cogimos una bolsa, no muy grande, de almendras y, saliendo de la finca nos paró un Guarda de Campo, y nos dijo donde las habíamos cogido y le dijimos en La Belleza,  y no las quiso quitar, y le comentamos que había mucha gente como nosotros cogiendo almendras. Tuvimos que volver a la finca. Cuando el guarda, vio a la gente rebuscando almendras, nos dejo marchar, pero nos hizo pasar un mal rato.

Los boquerones, Diego y el gato

Tengo de él varias anécdotas, y recuerdo una en la que estaba su madre friendo boquerones, y Diego entra en la cocina comunitaria de vecinos, y cogía cuatro boquerones fritos, me daba dos y el se comía otro dos, y al ratito entraba en la cocina y hacia la misma operación con los boquerones. Al rato vemos a Lola Vichera corriendo detrás del gato echándole la culpa al pobre felino, por los boquerones que faltaban. Hasta que descubrió quienes se los habían comido … Recuerdo lo que le decía su madre a Diego: “—No hagas mas eso, que no tengo comida para tu padre… ¿ahora que le pongo de comer a tu padre, pan con manteca colora y café? Creo que su padre, el Nono, trabajaba de albañil en el Ayuntamiento, me parece que lo estoy viendo, con su boina muy calada en la cabeza. | En la imagen, Antonio Cristo y Manolo 'el Chumi'.

En la tapia de bodegas Caballero: fuegos fatuos

Hay otra anécdota en las tapias de la bodega de Caballeros, muy cerca de la calle Durango. En esta zona por lo visto había en tiempos un antiguo cementerio. Pegado a la pared de bodega, salían fuegos fatuos fluorescente y lo cogía Diego, y se lo refregaba por las manos y la cara, no vea la que lió. Cuando lo vió su madre y los vecinos, cómo tenia la cara y las manos, lo metió su madre en un lebrillo grande de lavar la ropa y con jabón y estropajo le quito el fuego fatuo. Estaba muy asustada su madre y los vecinos, porque podía haber cogido un contagio.

La Primera Comunión

Hice mi Primera Comunión a los siete años en los Jesuitas, recuerdo que que fue el día Corpus Christi. Cuando terminamos la misa de la primera comunión, desayunamos en el comedor del colegio. Recuerdo para aquellos tiempos estaba muy bien el desayuno, nos pusieron bollos de leche y con chocolate. Diego, estaba esperándome en puerta del Colegio, porque en el desayuno no podía entrar. 

Me llevó mi madre para que me viera la familia y los vecinos. Cuando terminamos el recorrido que se hacía habitualmente, me puse la ropa de calle y nos fuimos a jugar, y se me ocurrió decirle a Diego, “—Vamos al molino Platero”, y nos fuimos. Cuando aparecimos eran la seis de la tarde. Mi madre muy enfadada me dijo: “Te van a echar del colegio, por faltar al recorrido del paso del Corpus Christi”. La cantidad de cañazos que me dio mi madre con la escoba de caña de aquellos años, y me castigó sin salir durante dos semana. Diego llegaba a mi casa y le decia a mi madre: “—Carmeluchi, deja usted salir a Antoño un ratito, que él ya va a ser bueno.” A la semana por el intervención de mi amigo Diego, me dejo salir a la calle mi madre. 

El campo de los perillos

Hay otra anécdota en un campo que tenían cuatro o cinco arboles de perillos, por la carretera de Fuentebravía, entramos y cogimos cinco perillos cada uno, con la mala suerte que nos cogió el dueño y nos puso de castigo regar unas plantas que tenía y estuvimos regando durante media hora.  Como quiera que le llama al campero su mujer, y nos deja solos, le digo a Diego, “—Vámonos”, el me decía “—Antoño, que este hombre nos coge”, —“Que no Diego, que no”. Salimos corriendo y no paramos hasta la calle Capillera.

El bonito salado

Tenía un vecino que era patrón de barcos y este hombre le regaló a Diego un bonito salado, y Diego cogía un trozo de bonito, le quitaba la sal y se lo comía, hasta acabar con el pescado. Al día  siguiente, quedamos en que íbamos a cazar pajaritos con trampas. Me llegué a su casa para llamarle y salió su madre y me comentó que se había llevado toda la noche devolviendo y con la barriga suelta. Cuando me quería meter un poco con él, le decía “Vamos a comer bonito salado, Diego”, y el me contestaba, “No me hables del bonito salado que me pongo malo Antoño, porfavó…”

En 1957, nos trasladamos a vivir a la calle Cervantes y aquí no separamos un poco, pero Diego, cuando podía, me buscaba para verme y me preguntaba que como me iba la vida. En aquellos años de los finales de los cincuenta Diego trabajando en la bodega Terry, y se puso malo con el hígado, y estaban en tratamiento médico.

En aquellos años empece yo a jugar a fútbol en equipos locales como el Troncho, Casamata, el Imperio Portuense, Volpa, … entre otros equipos. Diego iba todos los fines de semana a verme jugar al fútbol, al campo de la Gimnástica. Si me enfadaba con algunos jugando al fútbol, saltaba al campo a defenderme.

Amores en la calle San Sebastián

Estuvo enamorado de una niña de la calle San Sebastián, cuando tenía unos diecisiete años y me decía “—¿Que hago para que esta niña me quiera Antoño?”, yo le aconseje: “—Diego, tienes que ir bien lavado y muy bien vestido y mucha colonia y brillantina para que huelas bien, y zapatos de cuero, y que te pele bien el Natera de calle de las Cruces, por la mañana porque por la tarde no pela bien”. 

El cogió el aviso y se lo comentó a su madre y ésta le cogió al ditero de aquellos años, lo que yo le aconsejé poco más o menos. Cuando yo vi a migo Diego, no parecía el mismo con un jersey azul marino, un pantalón de color café con leche, y zapatos de cuero, colonia y brillantina. “—Antoño, no le digas a mi madre, na del ditero, que me ha dicho que no se lo cuente a nadie·. “—No te preocupes Diego, que yo no lo cuento”.

No fuimos a a ver esta niña de la calle San Sebastián, de nombre María, y cuando nos vio y se acerco le dijo a Diego, “—Que guapo estás, ¿te ha tocado lotería?”, y respondió, “—A mi no, a mi madre sí”. Los dejé a los dos y a los cuatro días fui a verle, para ver cómo había quedado la cosa y me respondió: “—Antoño esta niña no me gusta mucho” y le digo “¿por qué? A lo que me respondió: “—A ella le gustas tú”, “—Pues a mí no me gusta ella”.

| El autor de esta nótula, a la izquierda, con sus padres y hermanos en la Feria de la Victoria año 1954. El primero por la izquierda el padre, Antonio, su madre, su hermana Lina, su hermana María del Carmen y su hermano Juan.

Mala cara y la ostionada

Yo le veía la cara de color amarillenta y la barriga  muy pronunciada, y no era el Diego de siempre, y le pregunté “—¿Como te encuentras?, “Estoy bien Antoño, no te preocupes, ya te llamaré para ir a coger ostiones, con las mareas bajas dentro de quince días”.

Esta ostionada, eran célebres, en los años cuarenta y cincuenta, que yo conocí, con la bajamar de las mareas. Iban grupos de personas a la playa de La Puntilla a coger ostiones, con una garrafa de vino y pan, solían hacer una fogata para abrí los ostiones, y solían hacerlo por hambre la gran mayoría: es la pura verdad. Decían que muchos eran toneleros y gente de la bodegas. Yo recuerdo a vecinos que iban a la ostionada, que tenían un estatus social elevado para aquellos tiempos. Según me han contado, le costó la vida algunos en aquellos años.   

El domingo Diego no fue a verme al campo de la Gimnástica, y por la tarde fui de visita a su casa y estuvimos un buen rato paseando por la calle Larga y el Parque, y nos despedimos.  Mi madre se encontró con la de Diego, en la plaza de Abastos y le comentó que Diego estaba muy mal. Cuando mi madre me lo dijo me puse muy triste y a los pocos días fui a verle.

Dejo escrito en esta narrativa cuando le vi: un día de verano caluroso y húmedo gaditano. Postrado entre lienzos blancos, mi querido amigo Diego. Lola Vichera, su querida madre, lo tenia acunado entre sus brazos, y Lola al verme, exclama: “—Mira quien ha venido”. Diego me mira con sonrisa forzada de espera. Sus ojos eran ascuas de candela. Yo sin saber qué hacer, ni que decir, salí de la habitación con dolor y pena. Cuando un grito impactó en el patio, de aromas a dama de noche y blancas azucenas.

3 comentarios en “La vida y la muerte de mi amigo Diego. Mis vivencias #5.548

  1. Miguel Villar Guerrero

    Antonio, que historia tan bonita y llena de vivencias de aquellos tiempos.
    Gracias de como cuenta la historia tan hermosa.
    Enhorabuena.
    M. Villar

  2. Antonio Cristo Ruiz

    Hay que aclara que la fechas de nacimiento mía no es la correcta que tiene la ficha del VOLPA. Mi ficha de nacimiento: 30/06/1943.

  3. Lucía Garrucho Cortés

    Podrías o tendrías más información de la familia Garrucho? Yo soy Lucía Garrucho me gustaría saber más cosas estoy haciendo mi árbol genealógico, muchas gracias y gracias por ésta historia tan bonita tu amigo estaría orgulloso de tí, por si fuera un familiar mío,te agradezco las palabras que le has dedicado.

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