| Texto: Francisco González Luque
En el primer aniversario del fallecimiento de Luis Suárez Ávila quiero colaborar desde estas páginas con un artículo que recupera un ejemplo de su faceta artística. En este caso nos referimos a la de dibujante y diseñador y, más concretamente, a los bocetos que preparó en 2008 para reformar el proyecto que el tallista Mayorga Páez realizó para el paso de Jesús Nazareno de El Puerto de Santa María.
Antes de este diseño presentado por Luis Suárez tenemos noticias de otros tres pasos en los que procesionó esta imagen a lo largo de su historia, aunque suponemos que contaría con otros primitivos de los que no han llegado a nuestro conocimiento ni testimonios documentales ni gráficos. Nos referimos a los tallados por Alonso Morales en 1687 cuando la hermandad residía en el convento de San Agustín, el decorado con pinturas de Juan Ávila tras la refundación de la hermandad en la Prioral en 1928 y el de Ovando Merino que estuvo portando a Jesús Nazareno por las calles de El Puerto entre 1942 y 2008.
Tras sucesivas reformas desde los años setenta del siglo XX, éste llega a finales de los noventa en lamentable estado de conservación. La Junta de gobierno de la hermandad decide en 2007 no acometer su restauración y adquirir un nuevo paso. Se inician las primeras gestiones, se barajan varios proyectos, se decide encargar un nuevo paso a Mayorga Páez y vender el antiguo paso de Ovando. A estos cuatro pasos conocidos habría que añadir el frustrado diseño de Suárez Avila reformando éste, del que nos ocupamos a continuación.
El proyecto de paso presentado por ese tallista sevillano a la junta de gobierno de la hermandad fue aprobado en cabildo extraordinario el 18 de abril de 2008 “con la salvedad de poder hacer las modificaciones que fueran pertinentes”. Luis Suárez, hermano destacado en la cofradía, al igual que sus antepasados, redactó una propuesta que reformaba aquél para presentarla a la comisión diocesana de arte sacro en octubre del mismo año.
Tanto en el proyecto original del paso de Mayorga como en esta modificación resultan evidentes las influencias que el retablo y la imaginería barrocas ejercieron sobre este tipo de pasos procesionales. En sus composiciones morfológicas destacan tanto elementos arquitectónicos (columnas, frontones, hornacinas, etc, de perfiles y líneas ondulantes) como multitud de motivos ornamentales que adornarán y cubrirán canastos y respiraderos, principalmente de raíz naturalista vegetal (hojas, flores, frutas, guirnaldas…). A éstos se añaden elementos iconográficos en relieve o exentos con imágenes de pequeño formato rememorando escenas pasionistas e incorporando ángeles, evangelistas y santos.
La “Memoria para la construcción de paso procesional para la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno de El Puerto de Santa María”, en la que nos hemos basado para redactar este artículo, se inicia con una síntesis histórica de la hermandad y de los pasos en que ha procesionado la imagen titular desde su refundación en 1928. Más adelante se recogen los elementos de la reforma propuesta que aquí reproducimos y se adjuntan una serie de dibujos que servirán también para ilustrar este artículo.
Comenzando por el diseño barroco de la canastilla, se reconoce la clara inspiración en el retablo mayor de la iglesia del hospital de la Caridad de Sevilla, magna obra de Simón de Pineda y Pedro Roldán. Incorpora cuatro capillas en el frontal, trasero y laterales rematadas por jarrones como los del retablo de la Prioral donde se veneran Jesús Nazareno, Ntra. Sra. de los Dolores y san Juan evangelista.
En ellas se alojarían las imágenes de pequeño formato representando a san Agustín, santa Mónica, san Nicolás de Tolentino y santo Tomás de Villanueva, en recuerdo de la procedencia de la hermandad, el convento agustino de El Puerto. Estas tallas seguirían modelos clásicos de notables artistas barrocos sevillanos como Mesa, Roldán y Murillo. Esas pequeñas hornacinas alternarían con cuatro tondos o cartelas en las que se representarían episodios del camino al Calvario del Nazareno: tomando la cruz, primera caída, ayuda del Cirineo y encuentro con las Santas Mujeres en la calle de la Amargura, quizá recordando también las pinturas que su tío Juan Ávila Gutiérrez realizara para el otro paso de esta hermandad ya citado.
Superpuestas a esas capillas se colocarían otras de menor escala que incluyeran una inscripción con textos de Isaías: “Vere languores nostros ipse tulit, et dolores nostros ipse portavit; oblatus est quia ipse voluit; vulneratus est propter inquitates nostras” [Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba; fue oprimido, y él se humilló; herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas] (Is. 53. 4-5). En las esquinas se reproducirían elementos arquitectónicos y decorativos del citado retablo sevillano y sobre las ménsulas, los cuatro evangelistas, inspirados en los que tallara José de Arce para la cartuja de Jerez, hoy en la catedral.
Por otras superficies del canasto se distribuirían querubines reinterpretando modelos roldanescos. Ángeles mancebos portando faroles de mano rematarían las ménsulas sobre las capillas laterales, imitando los que decoran el paso del Nazareno del Silencio de Sevilla inspirados en 1os de Luisa Roldán y Ruiz Gijón para los pasos de la Exaltación de la Cruz y del Gran Poder, respectivamente. En esta propuesta de reforma del paso de Mayorga se respetan las molduras de la canastilla presentes en su proyecto con ligeras variantes en su perfil superior.
En cuanto a sus respiraderos, se sustituirían por otros consistentes en “un moldurón de talla bajo el que discurre una franja lisa que se decorará con laca reproduciendo la cenefa ornamental del canto de la cruz de salida”. Y se reutilizarían las maniguetas del paso de Ovando Merino.
También se preveía en este proyecto reformado que el conjunto del paso se dorara y estofara en las labores de talla e imaginería y se representaran en bajorrelieve elementos paisajísticos naturales y urbanos en los fondos de las cartelas y capillas para servir de ambientación a las figuras de evangelistas y santos agustinos.
Finalmente, Luis Suárez aportaba también diseños para los faldones, que deberían ser de terciopelo granate con bordados de malla manual y realce en los respiraderos. Irían decorados en su parte central del frontal y trasero con escudos de la hermandad y El Puerto de Santa María y cartelas con escenas de galeras arribando a esta ciudad inspirados en las representadas en el dibujo de Wyngaerde de 1567, así como de Jesús Nazareno entre nubes y resplandores a modo de exvoto antiguo y de san Nicolás de Tolentino liberando almas del purgaotrio.
Igualmente se contempla en esta propuesta la incorporación de los santos fundadores de los servitas. Escudos y cartelas se bordarían en sedas y oro con motivos vegetales en realce de oro. El proyecto incluye una ancha cenefa también bordada en oro, al igual que los cuatro broches. Estos faldones recordarían a los conservados en los pasos sevillanos del Gran Poder y las Penas de San Vicente. En este proyecto de reforma se adjuntaban bocetos y detalles que lo ilustraban y que nosotros incluimos en estas páginas.
Lamentablemente, esta propuesta de Suárez Ávila no fue aprobada y la junta de gobierno de la hermandad mantuvo el diseño íntegro de Mayorga Páez.
Pero gracias a la generosidad de Luis, demostrada una vez más cuando me prestó ayuda para la investigación de mi libro sobre esta hermandad, hoy conocemos otra faceta suya menos conocida, la de dibujante y pintor, de la que en otra ocasión debemos tratar. Él, como muchos miembros de su familia, fue amante de las artes en general y de la retablística e imaginería en particular, como dejó bien patente en la inspiración para este diseño. Su devoción a la imagen titular y su entrega a la cofradía portuense de Jesús Nazareno le llevó, entre otras muchas cuestiones, a proponer este proyecto de reforma del paso que aquí hemos tratado de dar a conocer.