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“Gruta del Paseo de la Victoria”. Atribuido a Francisco Lameyer Berenguer (1825-1877). Copia colección de Vicente González Lechuga. Original Archivo Municipal. Información facilitada por Francisco M. Arniz Sanz. La citada gruta o rocalla ha sido destruida y ha desaparecido en la actual remodelación que se está efectuando del Paseo.

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La Gruta o Rocalla del Paseo de la Victoria, con estatuas clásicas en su interior y exterior.

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“La Gruta del Paseo de la Victoria”. Acuarela. Luis Suárez Rodríguez. 1965.

No sabemos a ciencia cierta que oscuro encantamiento ha podido cernirse sobre el Paseo de la Victoria, para convertirlo de amplio y hermoso espacio dedicado al ocio y recreo que fue en su tiempo, en el escuálido resto de aquéllo que ha llegado hasta nuestros días. Amputado por la carrtera Nacional IV, usurpado en parte por el Instituto de Bachilerato 'Pedro Muñoz Seca', 'coronado' por una pasarela de uso y diseño inciertos, conserva todavía, pese a todo eso, una magnífica arboleda, hermosos vestigios de bancos y parterres presididos por la Ermita de los Caminantes. Es preciso recuperar el Paseo de la Victoria. La infrautilización de este recinto para sus usos específicos se contradice totalmente con la necesidad de espacios libres en la Ciudad histórica, tan necesitada de ellos.

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Bancos, verjas, rosaledas y emparrados, pasado de un Paseo que ya no es...

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Emparrado y zona de asientos en el Paseo.

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Cuando el paseo era efectivamente un lugar de paseo los festivos y al atardecer del verano.

Dentro de la compacta trama que históricamente ha conformado la ciudad de El Puerto, son escasos los espacios libres que, configurados como parques y/o jardines, esponjan el tejido urbano, sirviendo además para la realización de funciones de ocio y recreo fundamentalmente. La inclusión de estas áreas exentas de edificaciones dentro de la trama urbana se hace imprescindible, tanto para propiciar la estancia sosegada o lúdica de los ciudadanos, como para oxigenar el ambiente urbano, al margen de otras consideraciones más técnicas que, desde el punto de vista urbanístico, puedan aducirse, tales como actuar de filtro o bisagra entre diferentes piezas de la ciudad, configurar perspectivas proyectada, y otras que probablemente cualquier lector encuentre más alejadas de sus vivencias cotidianas.

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Puerta principal de acceso al Paseo de la Victoria. A la izquierda de la imagen.

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La Ermita de los Caminantes. Certamen de Pintura en la calle.

El Paseo de la Victoria ocupa una amplia suferficie quasi triangular, de unos diez mil metros cuadrados aproximadamente, entre la avenida de la Estación, la carretera Nacional IV y la llamada avenida de Fray Bernal Boyl, que partiendo como vía única de la Plaza de los Jamines, el punto donde confluyen las calles Larga y Cielo, ve frustrada su vocación de camino hacia Jerez por una serie de giros y obstáculos que impiden su clara trayectoria. Quedamos pues, en que nos encontramos en el mismísimo borde N-E de la Ciudad Histórica.

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Paseo de la Victoria cuando aquel parque neoclásico estaba en todo su explendor: las cuatro estátuas de terracota representan a las cuatro estaciones. A la derecha los arcos de hierro de la rosaleda y la casa del guarda y jardinero, Domínguez, cuyo escudo de piedra se puso, en tiempos de Rafael Sevilla como Hermano Mayor de la Hermandad del Rocío, en la casa de El Puerto en la aldea del Rocío.

INCLUIDO EN LA 'ZONA DE RESPETO'

Legalmente, según la delimitación vigente del Conjunto Histórico de El Puerto de Santa María --BOE 28.01.1981--, el Parque de la Victoria se encuentra incluido dentro de la 'Zona de Respeto' del mismo, y por tanto le son de aplicación todas las cautelas de protección que, en aras del manteniumiento de la imagen urbana y su valor histórico patrimonial, puedan darse. ¿Cuales serían, entonces, los elementos a tutelar en el Parque de la Victoria? Vamos a fijarnos en su trazado, en el que se distinguen dos partes bien diferenciadas, una con alineación de árboles, bancos y parterres, que constituye el Paseo, y otra más extensa que correspondería al Parque.

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Plano de El Puerto de 1730. La letra M (+) es el Convento del Espíritu Santo. La Letra Ñ (+) es el Monasterio de la Victoria. Las letras (p) y (q) son registros de agua. (Poster Plano editado por la Delegación Municipal de Turismo).

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Copia de un supuesto plano de El Puerto de 1787. Si bien en dicho plano, en su conjunto, aparecen inexactitudes para la fecha, mostramos aquí la zona del  Paseo de la Victoria ya con arbolado, paseos y fuente, todo ello junto al Monasterio de la Victoria, antes de que la carretera Nacional IV amputara parte de su recorrido. (Copia propiedad de F.G.G.)

En esta segunda zona es posible apreciar, a simple vista, como ha habido un recorte importante y traumático de su superficie por el trazado de la Nacional IV. En efecto, si estudiamos planos antiguos de El Puerto como el de 1730, o los de 1812, 1835, e incluso posteriores a la implatanción del ferrocarril, como el de 1940, pero con la característica común de no existir la actual CN-IV, nos damos cuenta de la extensión del Parque y su trazado.

Sus orígenes parecen estar en los antiguos parque y huerta del Monasterio de la Victoria, sirviendo de filtro y antesala entre éste y la ciudad, y que habiéndose conservado en su probable trazado primitivo durante varios siglos, ha llegado a nuestros días totalmente cercenado y degradado en su uso. El actual corte rectilíneo con una pequeña inflexión responde, por supuesto, a criterios de rapidez, fluidez del tráfico y economía (claro, el camino más corto entre dos puntos es la línea recta), la calidad ambiental, y demás zarandajas poco prácticas, fueron obviadas.

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Una de las fuentes del Paseo de la Victoria, la del Cortijo, en una fiesta de verano.

SE AMPUTÓ UNA PARTE IMPORTANTE DE NUESTRA HISTORIA.
En aras de un mal entendido progreso, se amputó una parte importante de nuestra historia, cuya motivación, por ende, se ha revelado en el transcurso del tiempo totalmente ineficaz, como cualquier sufrido conductor habrá podido, sin duda, comprobar frecuentemente. Eran otros tiempos. Se cambiaba caoba por formica, se sustituía la madera por aluminio, y en aras de la modernidad se cometieron algunos desastres, de los cuales el trazado de nuestro parque bien puede ser una muestra.

Pero no acaban ahí las desdichas del otrora magnífico trazado, según podemos imaginarnos por los planos que han llegado a nuestros días. En un claro ejemplo de... ¿improvisación?, ¿falta de visión?, se vuelve a amputar un trozo del Parque y se sitúea en él un edificio 'en serie', ajeno por completo a su entorno (el actual Instituto de Bachillerato Pedro Muñoz Seca), con nulo tratamiento para relacionarlo de alguna forma en el Parque y que crea además unos espacios residuales, sumamente difíciles de recuperar.

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El Monasterio de la Victoria, visto desde el Paseo. Certamen de  Pintura en la Calle.

Tal parece que la historia reciente del Parque contará con voraces enemigos que se lanzarán sobre su superficie con intención de no dejar rastro alguno del mismo. Con las mismas aviesas intenciones, debió de construirse la pasarela peatonal que 'remata', en sentido literal, el Parque, degradando el último resquicio posible. Para mayor escarnio, la proximidad durante lustros del antiguo Penal hizo del Parque una zona marginal, cuyas connotaciones parece que van remitiendo.

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Paseo de la Victoria, cuadro de Juan Lara. (Original de la colección de Francisco M. Arniz Sanz)

HAY QUE RECUPERAR EL PASEO DE LA VICTORIA.
Es preciso recupear el Parque. Debiera ser un objetivo claro de esta Ciudad, y su consecución no es imposible. La CN-IV va a ser sustituida por su variante, el antiguo Penal no existe, la potenciación del Monasterio d ela Victoria y su rehabilitación están próximas; todo parece que confluye para conjeturar que pueden avecinarse buenos tiempos para la recuperación del Parque. Pese a todo, los restos que tantos años de mala fortuna han legado no dejan de ser hermosos, con ese aire decadente que da el abandono de los jardines. Su arbolado es todavía magnífico y de un volúmen importante. Su situación es privilegiada como pulmón del Conjunto Histórico y transición entre los nuevos barrios y la antigua ciudad.

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Camino de Urdax, o de la Estación. A la derecha, el Paseo de la Victoria, hoy Instituto.

Su estado de abandono es consecuencia de las causas antes citadas, y no será posible recuperarlo sin eliminar éstas. El nivel de utilización es asimismo bajo, animándose puntualmente en las horas de entrada y salida del Instituto. En este sentido, las recientes iniciativas de organización de festejos en el Parque se revelan como positivas, con el fin de ir difuminando la mala imagen que con respecto a los usos sustenta, así como para acercar el parque al ciudadano, motivando a los más jóvenes a frecuentarlo, y sug¡riendo a los mayores antiguas escenas de paseos y festejos indudablemente nostálgicos, que propicien la reflexión acerca de lo que estamos haciendo a nuestra Ciudad.

Si el ejemplo de la evolución urbanística de El Puerto, fuera el Paseo de la Victoria, no tendríamos ninguna duda en afirmar que no vamos por el buen camino. (Textos: María Jesús Rodríguez-Tourón Escudero. Arquitecta).

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Kiosko de Bebidas en el Paseo de la Victoria. A la izquierda una reunión de vuelta de caza, con los perros. (Foto Colección Carlos Pumar Algaba).

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El Kiosko de bebidas debió tener muchas mesas y funcionar bien, a la vista de los numerosos camareros que posan en la fotografía: cinco. A la derecha de la imagen podemos observar un piano que amenizaría las veladas de las tardes noches de verano. (Foto Colección Carlos Pumar Algaba).

"Hacia 1865 ya debía existir el tercer local, una caseta de madera con tejas propia de Andrés García Villa y lamada Ventorrillo Las Delicias. Su hijo Andrés G. Aguayo en los primero años 70 lo transformó, hasta fines del siglo, en El Tren. Al parecer lo carácterístico de estos establecimientos fue la venta --como en la famosa zarzuela-- de agua, panales (azucarillos) y aguardiente" Enrique Pérez Fernández, de su libro: 'Taberna y Bares con Solera'.

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“Ermita de los Caminantes”. Óleo sobre tabla. 50×70 cms. Anónimo. Donado por Valerio Marín a la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia.

PASEO INTEMPORAL POR LA VICTORIA.
«El paseo de la Victoria de esta ciudad era citado a principios del presente siglo como modelo por su acertada disposición, emplazamiento, frondosidad y hermosura. Ahora, de tan renombrada belleza nada le queda a este paseo como no sean estos lozanos y celebrados plantíos de naranjos, estas dos calles formadas por hileras de frondosos chopos y este emparrado de hierro, recientemente' colocado en una de ellas, que ostenta en todas las estaciones su descardado y duro esqueleto por la destrucción de las vides que antes lo cubrían con sus verdes pámpanos y dorados frutos. Como ve, los jardines que antes embellecían han desaparecido totalmente por incuria de los vecinos, que antes lo cultivaban de manera espontánea. En su lugar lo que queda ahora son estos extensos eriales cubiertos de maleza y, entre ella, algunas acacias de tres espinas lánguidas y enfermizas, poco apropiadas para dar sombra ni para formar bosque. En mi silencio, me entristece esta lamentación por la Victoria.

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Pero Juan de la Vega tiene múltiples proyectos para el futuro del parque: construir una verja, asientos, un ancho paseo en el salón de Cristina con pedestales, estatuas y jarrones, un paseo para carruajes, una fuente y una glorieta; disponer espacio para colocar en las temporadas de feria juegos de caballos, cunas, balancines y teatros portátiles, así como formar sinuosos bosquecillos a la inglesa... Su voz ha cambiado de tono: ahora es entusiasta, y sus ojos brillan al imaginar tantos proyectos. En sus manos sostiene un bello plano, de colores brillantes, en el que se adivinan ya los contornos de lo hecho realidad. También muestra un bellísimo dibujo de la fuente que planea construir sobre el risco. ¡Qué hombre admirable el arquitecto!» (Texto: Juan José Iglesias Rodríguez. Doctor en Historia).

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