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lecciondelosseises_puertosantamariaLa primera noción de su existencia la tuve al desembarcar del "Comes" en la estación de autobuses de Sevilla. En los frescos que hay en el vestíbulo de esa estación, Juan Miguel Sánchez  Fernández (El Puerto de Santa María, 1899-Sevilla, 1973), pintó una serie de escenas costumbristas, pero dotadas de una singular modernidad que me llamaron la atención. Sería allá por 1960, o acaso antes. Su nombre me resultó más familiar cuando supe que era de El Puerto y que su padre tuvo del Café de "El Navío", en la calle Luna, esquina a Misericordia. [Hasta ahora había una tienda de chucherías, “La Esquinita”] El Niño del Navío", como era  conocido en El Puerto, para entretener a mi padre, muy pequeño, que vivía en la casa de mis abuelos, en calle Misericordia 11, le dibujaba cualquier cosa, en un velador de los de mármol del café, me contaba mi padre. Supe, luego, que su familia marchó a Sevilla; que su hermano puso el "Bar Plata" (decorado todo en plata por Juan Miguel), en la calle Laraña, al que mi padre siempre nos llevaba cuando íbamos a Sevilla. Allí, pude conocer a Juan Miguel. Estábamos, mis hermanos y yo, con mi padre, que nos hizo la presentación de este portuense rompedor de todos los cánones sevillanos. Tan rompedor, que el paso de palio de Nuestra Señora de los Ángeles, vulgo "Los Negritos", es el más original de todos, precisamente porque no se parece a ninguno. Y su diseño es obra de Juan Miguel. El oro, la plata, el marfil, tienen otro són en ese paso. Su estilo es "africano", "tropical", "negroide", modernísimo, conciliadoramente atronador en la Sevilla de la barroca Semana Santa juanmanuelina-cayetanogonazaliana.  (En la imagen, 'Lección de los Seises',  donde vemos  vemos una escena de aire costumbrista del ensayo de los niños Seises dirigidos por un canónigo. En esta época eran los propios niños los que cantaban y no como en la actualidad que corre a cargo del coro de niñas).

Juan Miguel se formó, primero, en la Academia de Bellas Artes portuense y, luego, a partir de 1918, en Sevilla, en la Escuela de Artes y Oficios y en la sección de Bellas Artes del Ateneo. Como cartelista, como decorador, como pintor abrazado al modernismo, es una figura señera de la Andalucía de vanguardia de aquellos años. Fue catedrático en la Escuela de Bellas Artes y Académico en la de Santa Isabel de Hungría. En 1948, se le concedió la 1ª Medalla de las Artes Decorativas de la Exposición Nacional, por su "Lección de los seises", en que se tutea con el regeneracionismo regionalista.    Yo lo traté, en su casa de la calle Virgen del Valle, hasta casi su muerte y siempre fue, a pesar de su edad, un moderno que manejó el color y la línea de forma tan personal, que le dio un sentido propio, diferente al de cualquier otro pintor, reconocible a lo lejos. Con su amistad me honré y su recuerdo me transporta a la nostalgia.  (Texto:  Luis Suárez Ávila).

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A la derecha, el Bar Navío I, vemos el arranque del anuncio del Amontillado de Celis. Todavía no se había derribado, ni el edificio que luego albergaría al Banco Hispano Americano (hoy Banco Santander Central Hispano) que formaba un tacón en la calle, ni la torrecilla mirador de la calle Luna que vemos al fondo a la derecha.

BAR EL NAVÍO I y II
«Subiendo por Luna, el establecimiento El Navío, esquina a la calle Misericordia, junto al [desaparecido Cine Macario, hoy sala Mucho Teatro] y enfrente del viejo ultramarinos que fue de Luis Suárez Cofiño [hoy el bar La Trastienda de Concha]. Vivió su apogeo en la década de los 10 y 20 [del siglo pasado] bajo la dirección de Miguel Sánchez Cías, padre de Juan Miguel Sánchez Fernández. Aquí se servían --según rezaba un anuncio de la época-- vinos, licores y aguardientes de las más acreditadas marcas, siendo sus especialidades el café de torrefacción diaria, con carbón, como era menester, la manzanilla La Palma y el amontillado de Celis. De atractivo complementario, el locl contaba con mesas de billar.

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A la izquierda, el Bar Navío II, junto a éste, la Biblioteca Popular y al lado la Iglesia de San Juan de Dios. A partir de 1922 desaparecerían y pasarían a formar parte del Colegio de Las Esclavas.

Hacia 1912, Miguel Sánchez Cías amplió el negocio, abriendo frente a El Navío otro local del mismo nombre, en la actual sala de visitas de Las Esclavas y entonces lindero a la Biblioteca Popular [cuyo letrero podemos leer en la foto superior]. Contaba con un café-cantante, con servicio de cervecería llamado Salón La Amistad, en donde, sobre todo en las noches de verano, actuaban renombrados artistas de varietés y se exhibían diariamente proyuecciones cinematrográficas, mudas, por supuesto, así como actuaciones de agrupaciones carnavalescas. Desapareció en 1922, cuando se construyó el colegio de Las Esclavas. Entonces, el primer Navío estaba en manos de Enrique Martínez de Murga, pasando a fines de los 30 a ser explotado por Antonio Jiménez Pérez “el Chico” --dueño también, entre otras, de la taberna Milindres, en la calle Sierpes-- y en sus últimos años por Manuel Rábago, desapareciendo hacia 1980». Enrique Pérez Fernández. “Tabernas y Bares con Solera”.

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