Soledad Peña Mesa, conocida como Sole, nació el 22 de febrero de 1940 en la calle San Sebastián, 36, casa en la que vivió y parió a los siete hijos que tuvo con Ramón Espinosa Rodríguez, su marido ya felizmente jubilado, hasta que hace 16 años decidieran irse a vivir al campo, por la Carretera de Sanlúcar, a Los Perales. Soledad es hija de Calixto Peña Gomez, matarife de cierto renombre en El Puerto al que le hacían encargos importantes en cuestiones de matanza de reses el cual, en su senectud cuidaba de la huerta de los Jesuitas junto a la Plaza de Toros y de Dolores Mesa Ferrari. Es la sexta de siete hermanos: Joselete. ya fallecido, trabajador incansable y muy querido por sus compañeros del Ayuntamiento, Paco, el cual trabajó durante años en la tienda y almacén de Joselito del Bar Jamón, en la calle Postigo esquina con Capillera, Calixto, Dolores, Milagros, Soledad y Juan. Su madre tenía un puesto de frutas y hortalizas en la calle Sierpes primero, luego en el Mercado de Abastos, con el número 102 y en su casa de la calle San Sebastián. Conserva una voz muy suave, la que quizás utilizara para arrullar a sus siete hijos en noches difíciles y duras vividas en el Barrio Alto de El Puerto, pero guarda un grato recuerdo del pasado. (En la fotografía, Soledad en la actualidad, el pasado verano de 2008).
La fotografía de la izquierda está tomada en la boda del mayor de los varones de Soledad. Corría el año de 1994. De pie, de izquierda a derecha: Carmen, Dolores, nuestra Soledad, los novios Ramón y María Sánchez Ponce, el marido de Soledad también Ramón, y Manuela. Agachados, Juan, Calixto y Antonio. La mayor de Soledad está casada con Antonio Carbonell López, Secretario de la Cofradía de Pescadores y la segunda, Dolores, con Antonio Mancheño, de “los caballitos del Parque”. Una descendencia, una prole lo suficientemente amplia como para homenajear a la madre que los parió, en estos tiempos de familias mínimas. Tiene 14 nietos: Vanesa, Lorena, Jesus, Jorge, Raquel, Mara, Tania, María, Beatriz, Roshan, Sheila, Ana, Irene y Alba.
Soledad recuerda que en la vecindad de las calles San Sebastián, Capillera, Postigo y en muchas casas de El Puerto se tejían mallas de seda para los brandys de las Bodegas de Fernando A. de Terry. Labor artesanal en tiempos de verdadera necesidad. Ella tejió muchísimas y las llevaba a la calle las Cruces, allí se las pesaban y tramitaban las cantidades acordadas. Recuerda nuestra protagonista que «en aquellos tiempos la convivencia era muy bonita en los patios de las casas de vecinos. Nos juntábamos grupos de muchachas y vivíamos un buen ambiente, mejor que el de ahora, donde las amigas competíamos a ver quien hacía mas en menor tiempo, sin bajar la calidad. Yo llegaba a hacer cuatro docenas diarias, y estaba deseando que llegara mi novio Ramón» -con el que lleva 49 años casada- «para que me ayudara a ensartar y a hacer los nudos de las mallas». (En la fotografía, una joven Soledad, en los tiempos en que hacía mallas para las Bodegas Fernando A. de Terry, con poco mas de 20 años).
LAS MALLAS DE TERRY.
Antiguamente existía un medio para ayudar a ganar unas pesetas en las casas humildes en El Puerto que era hacer las mallas para las botellas de Brandy de las Bodegas Fernando A. de Terry. Esta ayuda económica facilitaba que las jóvenes no tuvieran que salir a trabajar en casa ajena como servicio doméstico. Así, las mallas se elaboraban manualmente en las casas y los patios de vecinos , ganándose así un dinero extra a la semana que servía de ayuda al jornal del cabeza de familia. Dicho sea de paso, la familia Terry Merello, propietaria de la firma bodeguera, también colaboraba ede sta forma con las familias porteñas creando empleo femenino y ayudando a la precaria economía de las familias de la época. De todos es sabido la 'línea social' de esta bodega la cual era un referente en el mundo de la vid, en su apogeo del siglo pasado. Cuando los sindicatos de otras bodegas reclamaban determinadas mejoras sociales, los empleados de Terry ya gozaban de lo que otros demandaban, desde hacía tiempo. (La ilustración corresponde a un anuncio en prensa escrita, donde aparece una señora realizando la labor de las mallas).
Las mallas se realizaban con hilos de seda, una aguja lanzadera, un clavo que hacia la función de mallero y con la medida de un billete de tren de aquella epóca, ya que con él se podían tejer los nudos de los tres tamaños de botellas que entonces estaban en el mercado. El hilo se enganchaba en una anilla y ésta a su vez en el respaldo de una silla, para poder trabajarlo mas cómodamente. Una vez finalizada la faena, se llevaban a la casa familiar de las hermanas Terry, que vivían en la calle San Juan esquina con Cruces, y por una puerta de esa calle, ellas se encargaban, primero de entregarte la seda para las labores y de recibirlas después de elaboradas y probarlas en las botellas para asegurarse de que estaban realizadas correctamente. Había que entregar al peso, la misma cantidad en mallas, por una parte y cabos y pelusas, por otra, que la recibida en seda. Una vez hecha la comprobación entregaban un recibo por el importe total y, con este recibo, había que personarse las oficinas de Bodegas Terry, en la Plaza de los Jazmines, al final de la calle Cielos, a cobrarlo, siendo los días de cobro, los lunes. En la fotografía, las herramientas necesarias para la confección de las mallas: clavo mallero, aguja lanzadera y un billete de tren antiguo, con las muescas señaladas para cada tio de malla. Por cierto que es un billete de 3ª clase, núm 04253, correspondiente a un trayecto de El Puerto de Santa María a San Fernando, que costó 4,50 pesetas. (Fotografía de las herramientas: Coral Piá Oviedo. La ilustración de la derecha corresponde a un cartel publicitario de Centenario Terry).
Aparte de los tres tamaños de botellas también existían mallas de diferentes colores:
- Amarilla, para las botellas de brandy Centenario
- Verde, para las botellas de brandy Competidor
- Blancas para las botellas de brandy V.O.
- Rojas y amarillas, para las botellas de brandy Terry I
Un dato interesante a destacar es que cada color lo pagaban a un precio diferente a pesar de tener todas el mismo trabajo. El argumento era que cada brandy tenía un precio, así que si el brandy era barato, la malla también y si su precio era mayor, la malla se pagaba, igualmente, a un precio superior. Entre 1,50 y 2,50 pesetas, la docena. (Fotografía: un botellín de Centenario Terry).
Nuestro agradecimiento a Coral Piá Oviedo, por la información facilitada para confeccionar este artículo sobre las Mallas de Terry.
El año 1905 fue de una gran hambruna en nuestra Ciudad. Un buen día, doña Pepa Cuvillo, en su casa de la esquina de la calle San Juan, esquina Cruces, se dedicó por la mañana a confeccionar una malla de seda amarilla sobre una botella de coñac. Al mediodía cuando su espeso don Fernando de Terry Carreras llegó a comer, su esposa le mostró lo que había hecho.Él se entusiasmó al ver la botella y entre los dos decidieron que las botellas de coñac de su casa llevarían ese adorno y concluyeron que dándolo a confeccionar a las mujeres de El Puerto colaborarían a paliar la miseria que existía. Y así fue porque muchas familias se dedicaron a hacer mallas.
Que empresa confecciona actualmente estas mallas ????
Gracias
Es una pena que ese arte de hacer las mallas se haya dejado en el olvido
Quién las fabrica hoy en día?
Bonita estampa muy corriente en el barrio alto,la miseria digamos,hambre necesidad,asi al sol de invierno,sentada en la acera de la puerta de cada casa se veia esta estampa,y los niños sentados de contrapeso,y a la vez le pasaban un peine,quita piojos,que no vea se traia hasta el pellejo cerebral,alli se cotilleaba de las cosas de los vecinos y de aquel o aquella que por alli pasaba,no habia television,revistas de esas que hay hoy tampoco,en fin que vida aquella que de bonita no tenia nada,
Hola Sole, no tenía ni idea de que había una nótula, a tu nombre, en este preciado blog de Gente del Puerto.
Hay algo, que no ha mencionado nadie, en los comentarios sobre tu persona, y que yo recuerdo, como si fuera ayer mismo.
¿Recuerdas las inyecciones de Becepal crudo, que me pusiste para ayudarme en el desarrollo?
Me alegro muchísimo de que estés tan bien, y que tengas una familia tan extensa.
Hoy, un miembro de la Banda de Música 'Maestro Dueñas' ha comunicado a un miembro de la corporación municipal que han aparecido, entre los fondos documentales de la misma, una partitura de cuya música es autor el jerezano Rafael Márquez Galindo, de un pasodoble llamado 'Centenario Terry', dedicado a Fernando T. de Terry Galarza.
Decirle a Javier que esa señorita,por soltera ,también lo era por su formación y educación. . .No era Carmen Navarro , era Carmen Hernández Navarro . Vivia en la C/ Santo Domingo esquina con San Bartolomé en la casa de los Tullihers ? Era hermana de los exportadores de pescado Juan y Paco Hernández
Voy a alargar un poco más la explicación.
Desde el prinicpio de la elaboración de las mallas hasta 1954(más o menos) se entregaban las malllas en el primer piso de la calle San Juan esquina con la calle Cruces.
Y desde 1954, hasta su cese , debido a la cantidad de personal que tenian elaborando las mallas, decidieron abrir un local en la primera puerta de la c/ Cruces, expresamente para eso nada más.
En mi casa vivía una señorita (por lo de soltera); Carmen Navarro que hacia mallas para Terry, yo mismo cuando pequeño llevaba a un almacén las mallas que ella tenia lista para entregar, le hacia de correo por alguna pesetilla que otra, pero en mi memoria recuerdo un lugar de grandes vitrinas de madera y eso si, montones y montones de mallas, de igual manera que se entregaba el trabajo realizado se recogía los ovillos de seda para poder seguir trabajando en casa.
Desearía si alguien se acuerda me refrescara la memoria y me dijera donde se entraban las mallas realizadas y a su vez se recogían los ovillos de seda.
agradecido de antemano
Sl, Pepa, Pepita Robles Carrasco, me lo ha confirmado Soledad, las que cogía las carretillas de las medias, vivió muchos años en la Casa de Calixto y Lola, los padres de Soledad, en San Sebastuan, numero 36. Después, por los años 70, heredo una casa de sus primas en la calle Durango, efectivamente frente de la casa de merengue el guardia, donde tu la recuerdas.
efectivamente,despues recordé que la madre se llamaba teresa,y para morgan, creo recordar que pepita la que cogia las carretillas de las medias vivia en durango enfrente de merengue el guardia, que por eso es conocida la casa,como la casa de merengue.
Para Pepa:
Por una parte, comentarte que la madre de Fernando Alonso, el electricista, que vivía en San Sebastián, 36, se llamaba, Josefa y no Ángeles. Sus hermanas, Lalo y la citada Ángeles, ciertamente tías de Fernando Alonso, tenían su domicilio en la calle San Juan, colindante a la casa donde moraba la familia de José Lucas Morillo León.
Por otra parte, creo recordar que los del Huerto Durango se llamaban, Ignacio y Teresa y el apellido de Ignacio, si que era Martín Arroyo. Uno de sus hijos, Juan Martín Arroyo, casado con Ana Aguilocho, vive en una de las viviendas que se construyeron a finales de los años 60, en el terreno que ocupaba la huerta, conocidas como viviendas del Grupo Durango. Juan tiene un hijo que se llama también Ignacio, como su abuelo.
los del huerto durango no recuerdo sus nombres porque yo era muy pequeña pero si sé los apellidos que es martin-arroyo,y me parece, no estoy segura que la madre se llamaba ana, buena gente.
Hola Pepa:
Te acuerdas de cómo se llamaban los del Huerto Durango?
Pepa, la madre de Fernando Alonso, el electricista, se llamaba Ángeles, su otro hijo, Antoñito y efectivamente residió en la casa propiedad de los padres de Soledad. A la izquierda, entrando, como bien dices, vivía el hermano de Soledad, Paco y su prole, entre ellos su hijo, mi compañero Calixto en las Escuelas Profesionales de los Padres Jesuitas por aquel entonces “Escuelitas”, finales de los años 50 y principios de los 60.
También residía en aquella casa, entrando a la derecha, el matrimonio de Paterna formado por Manuel Benítez Gómez y Pepa Diosdado, y sus tres hijos, Manolo, José y Chano. En otro de los cuartos vivía también Pepita Robles Carrasco que se dedicaba a zurcir las carretillas de las medias.
La de la tienda de frente de la casa de Soledad, era Carmen Cressi, madre de los Báez Cressi, entre ellos Juana Baez Cressi.
Pepa, quien es Vicente?
fe de errata,donde puse Carrillo Peña quise decir Caxlillo Peña que era como se le conocía,muchas gracias
Recuerdo a Sole y a su hermana Lola y a su madre Lola la de Carrillo Peña yo iba a comprar a su casa,la recuerdo perfectamente con un improvisado mostrador enfrente de la casapuerta, su hermano Paco vivía entrando a mano izquierda, y a mano derecha vivía una señora que ahora no recuerdo su nombre que tenía dos hijos varones uno de ellos es Fernando Alonso que tiene una tienda de electricidad en la rotonda Magisterio, yo era muy pequeñita pero me acuerdo muy bien, que buena gente eran todas las que yo conocía a través de ver a mi madre y a mi abuela hablar con ellas en el Barrio Alto, que buena gente de verdad había, yo también hice mallas en el patio de mi casa junto a Manolita Benitez que es madre del dueño del bar Nuevo Portuense, que tiempos aquellos, también me acuerdo de Juana la del puesto que estaba justo enfrente de Sole, la madre creo recordar se llamaba Carmen era sorda y una gran señora como todas las de la época,los del Huerto Durango, a Leonor y Anelo que tenían una droguería en su casa allí jugaba yo con sus hijos, que recuerdos dios mio, gracias Vicente por hacernos recordar a tanta gente buena y a mis seres queridos aunque no los olvidos ni un solo día de mi vida, y sigue así
LA CHICA QUE VÍVÍA AL LADO DE LOS QUIJANO ERA HIJA DE CURRO VACA. SE CASÓ CON EL ALEMÁN ERHARD HÜHNE, EMPLEADO EN EL DEPARTAMENTO EXTRANJERO DE TERRY
A mí me ha devuelto a los años 60, cuando iba a pasar temporadas al Puerto a casa de mis abuelos en la calle Larga y por todos los cierros que me asomaba (porque siempre he sido muy curiosa) había una muchacha o varios haciendo las mallas y en especial, recuerdo a una familia que vivía cerca de los Quijano y que tenían una hija que emigró a Alemania y cuando regresaba en vacaciones con su pequeña Margaretta, se ponía con las mallas mientras nos relataba veinte mil historias.
Desgraciadamente no recuerdo el apellido, pero sí que han debido vender la casa porque la última vez que pasé por allí, había un cartel de una promotora pues iban a construir pisos.
MI FELICITACIÓN POR LAS MALLAS DE TERRY. TODO ES ESCRUPULOSAMENTE CIERTO. ENHORABUENA.
Hola Manzanlucas, te comento:
Los datos que yo he aportado, es de hace 50 años o más, por eso me imagino, que conforme iban pasando los años se pagarian más caras.
Y si, en la nótula hay un error, donde pone la unidad debería poner la docena.
Referente a la marca de coñac, puede se perfectamente un desliz. Ten en cuenta que han pasado muchos años y es fácil confundir nombres y más en una tierra tan bodeguera. Un saludo
Recuerdo que a finales de los años 50 y principios de los 60, en la calle Palacios, en la casa donde vivía don Emilio Rasero, maestro en el Colegio “El Hospitalito” y gran aficionado a la fotografía, habitaba también en la planta baja una familia marinera y sanluqueña, la formada por Gregorio Vélez y Mercedes Hidalgo Luque, abuelos del excelente banderillero Gregorio Cruz Velez y bisabuelos del futbolista Abrahán Paz Cruz. Aquel patio de la planta baja de Palacios, 43 era un hervidero de muchachas que tejían las mallas de Terry. Eran primas, amigas y conocidas de la familia, que por cierto de prole muy amplia también como la de Soledad. Las más jóvenes de las hermanas de este matrimonio, Rosi y Felisa acaparaban la atención de sus amigas y debido a la familiaridad y el trato dispensado por los padres de ellas allí se congregaban todas las amigas a confeccionar las mallas.
Por aquellas Navidades Terry obsequiaba a las muchachas que trabajaban en el tejido de las mallas con una botella de Brandy y el jolgorio que se formaba en la vecindad era de categoría. Felisa también era costurera y cosía para el sastre Vera, el de la calle Cielos.
La docena de mallas de Centenario Litro (amarillas) se pagaban a 6 pesetas, cuando eran de premio o sea una cantidad mímima diaria. (No recuerdo cuanto)
La Malla del gorro amarillo y rojo (la Bandera de España) era para Terry 1º y no Carlos I (que siempre fue de Domecq y no de Terry)
Recuerdo que mi abuela me decía:¡¡¡poca hambre nos quitaron las mallas!!!