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Margarita Mateos Villegas, es una socióloga que ejerce en el campo de la psicología del aprendizaje del adulto y la comunicación desde hace 25 años. Mas técnicamente podemos decir que es Consultora y formadora de empresas e instituciones. Vive frente a Los Toruños, en Valdelagrana, trabaja por toda la geografía española impartiendo seminarios, y es una prescriptora del optimismo. En El Puerto tuve la oportunidad de acudir a uno de sus cursos: “Como liderar con éxito”. Está casada con el granadino Enrique Montero, profesor de la UCA especializado en reciclajes de equipos electrónicos. Margarita nació en Burgos, estudió la carrera en Madrid y vive en El Puerto. ¡Que triángulo más bueno, no? Afirma en esta entrevista que los optimistas ligan mas. Lo digo al principio para que no se asusten. No es una entrevista peñazo. Y el tema de ligar... como que llama mas la atención. ¿No es así? La verdad es que sus afinadas afirmaciones no tienen desperdicio; Como decía el Piyayo, “hay que comer las espinas también, que tó es alimento”. (Fotografía: José Antonio Tejero).

bocadillo1ENTREVISTA.
Dígame, ¿una sonrisa puede con todo?. --"La vida se domina sonriendo, o no se domina" dice un proverbio chino del que me apropio. La sonrisa y más aún la risa tienen el efecto de una poción mágica para el ánimo; además ésta es gratis e inagotable.
¿Piensa Vd. que su misión en la vida es enseñar a aprender, a sonreír, a ver la vida con los ojos de lo positivo?. --Si, el aprendizaje es una actividad placentera que provoca cambios muy positivos en las personas. Las hace descubrirse a si mismas y las potencia. Cuido tanto el aprendizaje como el disfrute asociado.
¿Cual es su secreto para despertar ese placer? --Parto siempre de que mis alumnos están llenos de recursos inexplorados y que yo solo tengo que ayudar a que afloren. Como en la anécdota en que un niño preguntó a Miguel Angel "¿Maestro, que hace dándole golpes con el martillo a ese trozo de mármol?". Éste le contestó: "Hay un angel ahí dentro y voy a ayudarle a salir". La experiencia te ayuda a saber donde tienes que golpear.
Vd. asesora a empresas de la talla de Iberia Líneas Aéreas, Leroy Merlín, etc., en sus necesidades de formación. ¿Un partido político, que debería plantearse para ser más eficaz con sus afiliados en el campo del aprendizaje? --Deberían enseñar a sus militantes a escuchar a la sociedad, a indagar lo que ésta necesita; a ser creativos e innovadores en sus propuestas y, sobre todo, animarles a ser ejemplos de lo que predican: prepararles para ser líderes y no simplemente dirigentes.
¿Por qué la gente tiene miedo a experimentar el placer de aprender? ¿Acaso el miedo a lo desconocido? --Si, eso existe. Pero también hay muchas víctimas que sucumbieron a la "jartibilidad" del sistema escolar tradicional. La lógica mató a la imaginación y las respuestas dadas a la pasión por preguntar.
Ser optimista es ser inteligente.¿Por qué no vende hoy el pesimismo en el mundo de la empresa, la política, las asociaciones...? --La actitud positiva genera muchos dividendos para todos. Ser optimista es buenísimo para la salud, para alcanzar cualquier logro personal o profesional, incluso para mejorar la productividad de las empresas. Aún más, tomen buen nota los interesados en la materia, se ha demostrado que los optimistas ligan más...
¿Las empresas, los gobiernos, los ayuntamientos, funcionarían mejor si en lugar de tratar a su capital humano con un látigo o con indiferencia, los trataran con buenas maneras, creando un clima emocional positivo? --Infinitamente mejor. Los Líderes tienen la misión primordial de crear un clima emocional positivo que permita movilizar lo mejor de las personas. El estilo negrero además de ser antiético y antiestético, es un anacronismo nada, nada rentable.
Mucha gente no lo sabe, incluso bastantes directivos con capacidad de decisión: ¿que es la inteligencia emocional, Margarita?. --La inteligencia emocional es saber utilizar las emociones para potenciarse personalmente y crear buenas relaciones con los demás. En el firmamento laboral los inteligentes emocionales son, hoy en día, las estrellas.
Y en El Puerto, en la Bahía de Cádiz, ¿como cree Vd. que se dan las relaciones entre empleador público o privado y sus empleados? ¿Ha servido de algo ser trimilenario y vivir en el sur?. --En general, las relaciones son, como esas fincas apenas cultivadas, manifiestamente mejorables. El hecho de tener una historia tan rica tiene un riesgo y es que se mire más al balcón del pasado que al del futuro, como sucede en las familias de rancio abolengo. Una persona, una sociedad, se vuelve decadente cuando se queda sin retos y piensa que ya no tiene nada que aprender. Todos los que nos sentimos privilegiados por vivir aquí tendríamos que contribuir a impulsar ese futuro generoso que esta tierra merece.

PUBLICACIONES

· Colaboraciones en obras colectivas

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Interés personal y social del desarrollo de la creatividad
Aprender para la sociedad de la innovación: actas de las I Jornadas Internacionales del Proyecto Europeo CReA, 21-23 mayo 2003 / coord. por Joaquín Moreno Marchal, María de los Angeles Castro Hidalgo, 2004.

· Libros
Técnicas de dirección
Manuel Sánchez Alonso, Margarita Mateos Villegas
Madrid: Fundación para el Desarrollo del Cooperativismo y la Economía Social, D.L. 1994.

Los recursos humanos en la empresa
Manuel Sánchez Alonso, Margarita Mateos Villegas
Madrid: (FUNDESCOOP), D.L. 1988.

Teoría General de la Empresa
Manuel Sánchez Alonso, Margarita Mateos Villegas.
Madrid: (FUNDESCOOP), D.L. 1988.

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José Gómez Barrera -Joselete- y su hijo José Luis continúan al frente de “La Lucha”, o lo que queda de ella. Como si en la batalla del tiempo el duelo hubiera quedado en tablas, la mitad de este legendario establecimiento local permanece abierto desde 1897 -el Estanco-, mientras que el Bar cerró hace ahora 10 años. Carmen Barrera Terrada, la madre de José y Manolín carmenbarreratejada_puertosantamaria-jugador del Rácing- dejó dispuesto antes de su fallecimiento que cada hermano se haría cargo de uno de los negocios instalado en los bajos de lo que fue, primero, el edificio de la Real Fábrica de Aguardientes y Licores, y luego Casa de la Aduana. Manolín no supo continuar con el Bar La Lucha y ahí está el espacio vacío y desaparecido su interior (dos intentos de manos extrañas no han conseguido reflotarlo como negocio de hostelería). En la fotografía, Carmen Barrera Tejada.

José, en activo desde el Estanco, no quiere hablar de aquello, pero por su cabeza pasan tantas historias vividas en La Lucha... Recordaba que D. Juan Botaro, el humanista que vivió en El Puerto tantos años, era cliente diario de la casa. E incluso oyó contar un suceso del que se hicieron eco la Revista Portuense y Diario de Cádiz, allá por 1929. (Ilustración: antigua propaganda de cigarrillos 'Ideales').

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EL CRIMEN DEL SABONÉS.
Estamos en 1929. Francisco García Rico, Paco “el Sabonés”, era armador de una flota de 23 barcos. Era un hombre que tenía un concepto bastante peculiar de la vida. Acaso pudiera gastar mas de lo que tuviera y viviera de forma extravagante, aunque -en 1888- se le recuerda en los periódicos por haber salvado a una mujer que quiso ahogarse, tirándose al Guadalete o incluso que en una reyerta hirió a un paisano, según los datos que nos facilita el investigador Antonio Gutiérrez Ruiz. El caso es que el Sabonés creía que donde le arranchaban los barcos le estaban engañando -era en el Resbaladero-. Ya le habían quitado cinco barcos por no atender sus deudas, y el siguiente embargo por una trampa de 48.000 pesetas de la época, venía de camino. (Fotografía: El edificio de la Casa de la Aduana, donde se encontraba 'La Lucha', antes de construirse las viviendas de La Pescadería'. Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

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Pero Francisco García Rico, en un momento de enajenación mental, citó al dueño de «La Lucha», José Tomeu y al dueño del Resbaladero, Primo Díaz, en el despacho que tenía junto a “La Lucha”, con la promesa del pago. Cuando éstos entraron, primero vieron dos sobres -presumirían que era el pago a sus deudas- , llegaron hasta el fondo y see llevaron dos tiros a la barriga que les produjo el Sabonés con una escopeta, y éstos salieron a la calle, moribundos, aguantándose las tripas con las manos. El armador fue condenado a la cárcel por sendos asesinatos, pero las influencias de la época -su amistad con León de Carranza- consiguió que, con el tiempo, fuera al Penal solo a dormir. Acabada la condena murió en su casa, por un mal cuidado de las uñas de los pies -era diabético- que derivó en gangrena y su posterior fallecimiento. "(Fotografía: Muelle existente delante del edificio de la Casa de la Aduana, donde se encontraba 'La Lucha'. Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

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“Tras el trágico suceso” -escribe el historiador Enrique Pérez Fernández en su libro “Bares y Tabernas con Solera"- “reabrió el negocio Ezequiel Cortínez García, nacido en la aldea cántabra de Celis en 1896 y residente en El Puerto desde 1926. Debió de seguir los pasos de un familiar, Eusebio  Rubín Cortínez, afincado aquí en 1878. en 1952 comenzó a trabajar con Ezequiel, Gonzalo Camacho, quien hoy sigue al frente de La Lucha”. Ezequiel se casaría con Carmen Barrera Tejada, quien aportaría dos hijos al matrimonio: José y Manuel. En la fotografía, de izquierda a derecha, niño desconocido, Eduardo, detrás del mostrador Carmen Barrera Terrada, Ezequiel Cortínez García y Jesús Nimo Real. Ignacio Pérez Garcés. Delante los niños José y Manuel Gómez Barrera.  Detrás de Carmen, en una pizarra sobre las botas y a la vista de todos, aparece escrito a tiza una 'trampa', 'perrillo' o deuda de 'La Abuelita':  8490 y 1680 ¿pesetas de la época?. (Foto: Colección Vicente González Lechuga).

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Veleros y redes en el Guadalete. (Foto Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

Francisco Andrés Gallardo, escribió un interesante artículo para Diario de Cádiz el 22 de octubre de 1995; nadie sabía que el establecimiento cerraría tan solo tres años después: "Abierta desde 1897, “La Lucha” es una reliquia de la ciudad marinera que El Puerto fue. Castiza taberna que nos evoca “El Tatuaje” de Concha Piquer, siguen tomando su primer café de cada día, jugando a las cartas o bebiendo en su copa, los marineros en tierra y muchos jubilados que recuerdan sus travesías. Gonzalo Camacho, como desde hace 43 años, sigue despachando en la barra. En el saloncito lateral Manolo el Gallego se ha retirado a zafar con sus hombres; es el momento de ajustar cuentas de la última travesía.
El barco ha llegado lleno de carga en un puerto lleno de barcos. En la mesa, dos copas de fino C y tres de vino tinto de Nicanor de Cádiz, los billetes de mil con la efigie de Sorolla se reparten, a un lado se han dejado las colchonetas, preparadas para embarcar pronto. Eran otros tiempos para El Puerto y sus marineros.
celtas_puertosantamariaPero con el mismo sabor añejo permanece en la calle Pintor Veneroni (Pescadería, Plaza del Carmen) número 2, en el marco de la casa de la Aduana, el bar “La Lucha.
El grifo de cerveza, la inmensa nevera, la máquina tragaperras y el televisor en color han sido las únicas incorporaciones en los últimos años.
Carmen Barrera, viuda de Ezequiel Cortínez, sigue sentada, junto a una de las mesas, regentando el estanco que siempre ha estado en la taberna. Ya no hay “Peninsulares”, ni “Celtas” con estacas, de todas formas el sabor americano en la mayoría de los cartones palidece entre los estantes que rezuman marinería.
amontilladobasilio_puertosantamariaUna desnuda bombilla sigue iluminando la cocina que, aunque hace décadas que no sirve tapas, siempre estuvo presta para freír el pescado que algunos traían para compartir con los amigos. En sus tiempos, se ofrecían suculentos guisos.
Un desvencijado farol custodia la entrada, en el oscuro almacén reposan mercancías, los clásicos anaqueles exhiben, casi como museo arqueológico, botellas de amontillado “Basilio”, cream “Descarado” o quina “Cicerón”. Es el anteayer perviviendo hoy.

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Detrás del mostrador, José Gómez Barrera, 'Joselete'  y Gonzalo Camacho Bolaños, a quien todo el mundo llamaba Pepito y nadie Gonzalo. Quien aparece por fuera del mostrador,era Manuel de la Cruz Santilario, Jefe maitre del Restaurante "El Resbaladero". (Foto: Colección Vicente González Lechuga).

"Gonzalo Camacho sigue abriendo a las seis y media de la mañana. Con ponche o brandy y café -en la despensa todavía se guarda un rudimentario moledor-, en invierno el cuerpo lo agradece. Aunque cada vez haya menos marinenos, los incondicionales siguen acudiendo a un lugar que les devuelve la vida pasada y permite a todos evocar la ciudad marinera que El Puerto fue.
cartasveteranoosborne_puertosantamariaLas partidas de cartas siguen celebrándose desde muy temparao, al mus, la brisca o la ronda. Abarquilladas barajas de don Heraclio, con propaganda de Osborne, que pueden contar mil veladas ociosas de jubilados o marineros a la espera de zarpar.
En rincones de la barra todavía se vislumbra la presencia de “Morriño”, el tío Agustín, “el Manga” o Jaime Roselló. La casa de la Aduana sigue guardando secretos de vecinos mirando de perfil al Resbaladero. Un hostal, donde sobre todo se alojan marinos forasteros, fue la más emprendedora innovación al edificio. En el patio interior de la casa, el aroma de las cocinas del “Guadalete” de los Espinosa, sigue inundado de sabor el aire.

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(En la imagen, la antigua Plaza de la Pescadería, con los bloques de viviendas y la Cofradía de Pescadores, que aún no había sido demolida. Foto: Mata. 2002).

"El barrizal que se formaba en la plaza fue sustituido, a principios de los sesenta, por bloques de pisos y la sede la Cofradía. Hasta hace poco, en la esquina se encontraba uno de los quioscos de la Bajamar para tomar una en tertulia de pie.
«La Lucha» continúa cerrando sobre las once y media de la noche, cuando se retiran los últimos hombres para su casa. El único cambio de horario se produjo hace algunos años, con el cierre los domingos al mediodía.
cognac_osborne_anuncio_puertosantamariaPocas mujeres han entrado, y mucho menos tomarse un vino. Forma parte del estilo masculino y machista que dominaba la hostelería en un tiempo. Perder este carácter sería deshacer el aire original. Todavía hoy, algunas esposas llaman desde la puerta o entran tímidadmente, franqueando una “sala prohibida”.
Gonzalo Camacho está seguro que cuando él se jubile, los hijos y nietos de Carmen y Ezequiel mantedrán el negocio hasta que la clientela siga siendo fiel o los impuestos lo puedan permitir.
“La Burra”, “La Colmena” fueron los últimos del gremio en cerrar. Resistiendo, como el propio sector pesquero local, El Puerto añejo sigue palpitando en “La Lucha”, como testimonio, rememorando el pueblo que siempre fuimos.» Y cerró tan solo tres años después de escribirse este artículo, en 1998.

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Personal del Bar La Lucha, a finales de la década de 1930. Ezequiel Cortínez es el segundo por la derecha.

ZAFAR.
Zafar, aquí en El Puerto, ha consistido, de toda la vida en deducir de las ventas totales efectuadas en la Lonja, conocido como monte mayor, los gastos propios de la actividad pesquera, consumos de combustible, de aceite, hielo, víveres, cuotas de la seguridad social y los gastos de lonja, tales como los del concesionario, etc., etc. El resto, conocido como monte menor, se divide en dos partes, una para la tripulación y otra para el armador. De la parte de la tripulación se hacen tantas partes como tripulantes hay embarcados y eso es lo que gana cada marinero, conocido con la parte.

barlalucha_14_puertosantamariaEn Calpe, nuestros hermanos de la mar lo llaman “contar”. Es de cualquiera de las maneras, el Régimen Económico por el que se rigen o Sistema a la Parte en los demás puertos, incluidos los de EE.UU, Canadá y los de América del Sur. En los puertos según las modalidades de pesca, sean de  arrastre, cerco o palangre existen algunas diferencias en el sistema de reparto de las tripulaciones. Esas diferencias estriban en el pago de las partes técnicas que incluyen las partes del redero de tierra, de los motoristas y de los patrones, tanto de pesca como de costa. En algunos puertos, las partes técnicas salen de la mitad del armador, es decir de su parte de beneficio, en otros de la tripulación y en otros del monte mayor. Todo de acuerdo con los usos y costumbres de cada puerto.

Por extensión,  en El Puerto se conoce como zafar, descansar, librar, no ir a trabajar, palabra muy introducida en el habla porteña. (En la fotografía, el antiguo Bar La Lucha, en la actualidad, con las dependencias en barbecho, y a continuación la Expendeduría de Tabaco que continúa regentado Joselete Gómez Barrera).

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