El periodo de tiempo en que El Puerto de Santa María estuvo ocupado por tropas francesas, de 1 de febrero de 1810 al 25 de agosto de 1812 es, sin duda, uno de los más lamentables en la historia de la Ciudad.
'El rey José I en la Bahía de Cádiz'. La vista está tomada desde la playa portuense de Santa Catalina, al fondo Cádiz. Óleo de Augusto Ferrer Dalmau Nieto.
Puede estudiarse detalle por detalle, día a día, a través del minucioso estudio, centrado en la administración local, de la profesora de la Facultad de Derecho de Jerez, Dª Carmen Muñoz Bustillos (Rev. Historia de El Puerto núm. 3). Sus trabajos resultan imprescindibles para el conocimiento de El Puerto en esa época, por lo que por nuestra parte nos limitaremos a reseñar las vicisitudes más llamativas o acusadas.
Los mariscales de las tropas francesas, Victor y Soult, que ocuparon El Puerto.
Los casi 32 meses de dominación francesa responden a las circunstancias de la guerra y de una ocupación militar. Todo va a estar supeditado a las necesidades del ejército napoleónico y de las órdenes de sus jefes: el mariscal Victor, primero, quien establecerá aquí su cuartel general para las operaciones de asedio a Cádiz; del Mariscal Soult, después, del General Durricane, por último. De aquí que no hubiese ni lucha, ni destrozos, ni represalias. Eso sí, buen número de portuenses abandonaron la ciudad refugiándose en la Isla de León y en Cádiz y cuyos bienes, cuando se trató de personas de cierta solvencia, fueron confiscados en Diciembre de 1810, como en el caso de los Duques de Medinaceli. Tal éxodo acentuó la despoblación ya iniciada tras la epidemia de 1810, contribuyendo en gran medida al cese del comercio marítimo, uno de los principales medios de vida de la Ciudad, ya muy paralizado desde 1805, con motivo de la guerra contra Inglaterra.
La presencia del ejército invasor va a llevar consigo la ocupación de edificios y casas para soldados y oficiales: la requisa de caballerías y efectos; la imposición de tributos y gravámenes para el mantenimiento de dichas tropas. Así la contribución que se realizó desde febrero a diciembre de 1810 fué de 4.602.403 reales, superior a los cálculos previstos en el Padrón General de Enero de 1812, que escendía a 4.007.009 reales. La diferencia entre presupuestos y gastos reales, su compensaban con exacciones extraordinarias. Claro está que frente a las imposiciones contributivas de la administración ‘intrusa’ --terminología de la época-- sólo cabía la ocultación de bienes y la resistencia pasiva que se hizo a pesar de las amenzas y conminaciones de los jefes franceses. / En la imagen, documento de contribuciones especiales que debían satisfacer ciudadanos de El Puerto para cubrir los gastos de aprovisionamiento del ejército imperial francés. /Archivo Municipal de El Puerto de Santa María, Actas Capitulares 1812. Legajo 73, Tomo I, pág. 639.
Hubo de recurrir, entre otros medios, a la emisión de acciones para sufragar los suministros del ejército imperial. Se conserva una curiosa lista de los que adquirieron dichas acciones, la cual nos indica los nombres de los más acaudalados que siguieron viviendo en El Puerto y como algunos de ellos desempeñaban cargos municipales. Figuran: Con 6.000 reales, el Gremio de Montañeses y Juan Porro; con 4.000, Juan Biñalet, José Pedemonte, Juan Martínez Montes y Catalina Vizarrón; con 2.000, Juan O’Neales, Joaquín Orlando, Uriarte, Pons, Sanabria y García Granados, entre otros más.
LAS PREFECTURAS.
Paralelamente a la autoridad militar se intentó establecer una administración civil a semejanza de la francesa. El 17 de abril de 1810 dictó una Real Orden José I por la que se establecían las Prefacturas de España. Una de ellas era la de Jerez, que a su vez se subdividía en tres subprefecturas: Jerez, que incluía El Puerto, Cádiz y Ronda. El Prefecto tenía atribuciones gubernativas, judiciales y hacendísticas. Los Comisarios Regios en El Puerto fueron: Joaquín María Sotelo, Joaquín Leandro de Solís y el Conde de Montarco. /En la imagen de la izquierda, José Bonaparte, José I por otro nombre 'Pepe Botella'.
JOAQUÍN MARÍA SOTELO.
De Joaquín María Sotelo, que luego sería Prefecto de Jerez, referiremos un de noticias anecdóticas relacionadas con El Puerto. Una es, la Orden por la que se abre al culto la iglesia del suprimido Convento de Santo Domingo, autorizándose a los regulares para que residan en él. Nos falta saber cuándo fue dicha exclaustración. Seguramente durante el proceso desamortizador de los últimos años del siglo XVIII.
Una vista de la entrada de la ciudad desde la Plaza de los Jazmines. /Cuadro propieda de la Academia de Bellas Artes.
La otra es el informe que los síndicos personeros de la Ciudad, José Chacano y Antonio M. Pariente (ver nótula núm. 1.322 en GdP), sobre la conducta política durante su etapa como gobernante de El Puerto. El informe es muy desfavorable, poniendo de relieve su total vinculación a la causa de José I. El comportamiento de las autoridades municipales hubo de ser penoso dada la dependencia de la Ciduad a las autoridades militares francesas y a sus exigencias económicas. Cuando la Ciudad es ocupada por el ejército francés, la composición del Cabildo se mantiene durante algún tiempo D. Pedro Regalado de Tineo, Marqués de Casatremañez sigue como Gobernador, José Martínez Amador como Alcalde provisional; Mariano de la Vega, José Chacano; Bartolomé Marín, Joaquín Orlando, Gil de Sagredo, Pedemonte y Bartolomé Marín como regidores perpetuos; Martínez Montes, Céspedes, Pina, como electos Esteban del Castillo y Manuel Cano, como diputados del común.
El muelle de El Puerto a la altura del Resbaladero, la Aduana y el Castillo.
Curiosamente al establecerse la nueva administración de España dividida en prefecturas, de acuerdo con las disposiciones del 17 de abril de 1810 y 9 de septiembre del mismo año, resultó que la mayoría de las personas que formaron parte de esta nueva administración eran las que habían ejercido funciones en el Antiguo Régimen. Con arreglo a esas disposiciones indicadas, el gobierno de El Puerto quedó compuesto así: un corregidor, ocho regidores (competencia político-civil) y un alcalde mayor (con poder judicial).
El Puerto en la época de la ocupación, visto desde La Otra Banda.
AYUNTAMIENTO DE 1811 Y 1812.
El Ayuntamiento de 1811, fue el siguiente: Corregidor, el Marqués de Casatremañez; Regidores: Pedro Porro, Francisco Ruiz de Cortázar, Antonio Sezde, Ramón de Céspedes; Manuel Cano, José Villaverde, Juan Martínez Montes y Juan Biñalet. Como Alcalde Mayor, Ignacio Gil de Sagreso. Los cambios hasta 1812 fueron frecuentes. El 11 de abril de 1811 el Marqués de Casatremañez fue destituido y arrestado por los franceses, sospechoso de conspiración, sustituyéndolo como corregidor interino Antonio Sezde hasta el 9 de julio. Después Pedro Porro hasta el 1 de enero de 1812, Enrique O’Neale del 2 de Enero al 8 de junio y por último Esteban del Castillo hasta el 23 de agosto, en que el último Cabildo josefista acordó la entrega a las autoridades españolas de las armas, equipajes, etc. dejadas por el ejército francés.
Durante esos dos años aparecen nuevos nombres de regidores que van sustituyendo a los iniciales: Wenceslao Helm, Andrés Maza, Franco Ryan, José María Poggio, José María Vergara, José Hierro, Bartolomé Marín, Juan Gámez.
CORRIDA DE TOROS PARA JOSÉ I.
Dos hechos episódicos o curiosos registramos --para concluir-- durante la ocupación francesa. La corrida de toros celebrada en honor de José I el 18 de febrero de 1810, en la que actuó el célebre Jerónimo José Cándido, lidiando y estoqueando ocho toros. Existe un detalle del presupuesto y participantes en la corrida de toros en el Archivo Municipal, que recoge Manuel Martínez Alfonso en su libro ‘Plaza Real’ de 1968. /En la imagen de la izquierda, documento de gastos de la corrida de toros celebrada en honor a José I el 18 de febrero de 1810 durante su estancia en El Puerto de Santa María para inspeccionar la línea de asedio a Cádiz y procurar la rendición de la ciudad. Archivo Municipal de El Puerto de Santa María, Actas Capitulares 1810. Legajo 69, Tomo I, pág. 120.
SOPA ECONÓMICA.
Y el Bando en el que describe la composición de la Sopa Económica. Transcribimos dicho bando, que además de indicar la carencia general de alimentos que había en España, a causa de la guerra, nos da a conocer con detalle los elementos de dicha sopa, cuyo más conocido antecedente fue la proverbial sopa de los conventos del siglos XVII. Dice así:
«Instrucciones sobre la sopa económica. (Composición y preparación). El alimento menos caro, más agradable, sustancioso y sano que se puede usar, es la sopa económica. Libras para 50 raciones de 24 onzas. 60 de agua. 5 de cebada cortada descascarillada, 5 de judías, garbanzos, lentejas, guisantes o habas, 1/2 de manteca de puerco, vaca o aceite; 1/2 de sal, 1/2 de pimientos, 1/2 de perejil, cebollas, chirivís, perifollo, zanahorias, nabos y yerbabuena, 1 de apio y otras hortalizas, 3 de pan». Huelga todo comentario. Esta fórmula nos refleja claramente la condición de penuria en esos años de la Guerra de la Independencia. (Texto: Enrique Bartolomé López-Somoza).
Muy interesante esta notula, pero tengo una duda. Es verdad que decia mi abuela que el rio llegaba hasta el castillo de san marcos?, y otra es que siempre que veo una oleo de la plaza de los jazmines veo el arcos mas conocido como el arcos de terry, cuando fue construido?. Gracias