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3.009. Eduardo Aguilocho Rodríguez. Pescador y Lotero.

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Eduardo Aguilocho Rodríguez, pescador y lotero, residió con su familia en una de las viviendas de la desaparecida Barriada 18 de Julio, situada en las proximidades de la Real Plaza de Toros, calle Valdés y Hospital Santa María, estando también próxima al Colegio de la SAFA.

Amigo y cliente de Antonio Escobar, “Escobalito”, de la Taberna conocida por la de Perchiu, situada por aquel entonces en la calle Palacios frente a Ultramarinos La Diana (ver nótula núm. 090 en GdP), donde durante las décadas de años cincuenta y sesenta del siglo pasado se daban cita toda la marinería sanluqueña que aprovechando la bonanza que proporcionaba la pesca se trasladaron a vivir a El Puerto.

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Frente a La Diana se encontraba la popular taberna Perchiu, regentada por el sanluqueño Antonio Escobar “Escobalito”.

A Eduardo le ocurrió lo mismo que a muchos pescadores, que las necesidades familiares le obligaron, desde muy joven, a zarpar para faenar en alta mar y emprender una trayectoria que no abandonaría hasta su jubilación. Los más viejos del lugar recuerdan una frase que identificaba al bueno de Eduardo cada vez que ocurría algo importante a su alrededor y quería compartir con su amigos, como cuando consiguió el título de patrón: “--Hijo de mi alma guárdame el secreto”. Frase de la que hizo gala tanto en la Bajamar, cuando estuvo faenando en la mar, como en la Ribera del Marisco, cuando ejercía como vendedor de Loterías del Estado.

Era una persona prudente que participaba del sentir de sus compañeros y comentaba a clientes y conocidos las dificultades que azotaban a la actividad pesquera y que tenía que vender lotería porque su pensión era bajita y había que completar el jornal para la casa.

2 comentarios en “3.009. Eduardo Aguilocho Rodríguez. Pescador y Lotero.

  1. Escalerita Alta

    Allá por los años setenta, la Cervecería Marítima de José Álvarez, yerno de Fernando Pasage propietario de Bar “La Mezquita”, situada en la Plaza de las Galeras y calle Luna, fue centro de reunión de la marinería portuense. Entre una de las muchas anécdotas vividas recuerdo que Jaime Roselló Castell, pescador y armador, conocido por el “Gordo de la Perla” y Francisco Perles Martínez, conocido por la marinería como “Paquito del Marichea”, eran muy amigos y se echaban una mano en la búsqueda de tripulantes para sus embarcaciones. Como consecuencia del desenrolamiento de los patrones de costa y de pesca del pesquero “Danubio Azul”, propiedad de Francisco Perles, tuvieron que ponerse manos a la obra a la búsqueda de nuevos patrones. Ante las prisas ya que el barco tenía que salir para la mar, Jaime Roselló, sugirió y apadrinó como patrón de pesca a su buen amigo José Antonio Carrasco Bernal, a quién llamaban “el rey”. Y Francisco Perles, enroló como patrón de costa a Eduardo Aguilocho Rodríguez. Los contratos se llevaron a cabo en la barra de la Cervecería Marítima y de testigos la clientela y el dueño del establecimiento José Álvarez. Ante el acontecimiento la señora de José Antonio Carrasco Bernal, “el rey”, flamante patrón de pesca, recibía un su casa un ramo de rosas que enseñó al vecindario del Bloque del Grupo Estrella del Mar donde vivían. Y llegó la hora de partir para la mar. Cuentan que el entusiasmado patrón de pesca, “el rey”, una vez que salieron de El Puerto rumbo a los caladeros del sur de Marruecos, a la altura de Cádiz, le indicó al patrón de costa, Eduardo Aguilocho, el rumbo a seguir. Tal fue la sorpresa de Eduardo que le soltó al “rey” la frase: “- Hijo de mi alma que bonito rumbo me marca”. Lo cierto es ese momento fue muy comentado durante años por la marinería y clientes de la Cervecería Marítima, como que también tan bonito fue el rumbo, como disciplinado Eduardo Aguilocho, que después de un par de días de navegación aparecieron por Casablanca, ante la sorpresa de la tripulación que no daban crédito a lo que veían. Ya de lotero, cuando le referían lo de “arribada” a Casablanca, decía Eduardo Aguilocho que tuvieron mucha suerte ya que por aquel entonces las patrulleras marroquíes estaban si hacer daño a la flota pesquera española, que si llega a ocurrir después de la Marcha Verde, se veían todos en la cárcel de Marruecos, manifestando que todo fue por hacer caso al “rey”. Genio y figura. Escalerita Alta.

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