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4.296. A propósito de Pozos Dulces

Se viene hablando recientemente mucho acerca de Pozos Dulces, de la obra de los parkings y su agujero, más financiero que constructivo, y su parece que afortunada continuación de obras esperemos que hasta buen término lo antes posible. Pero yo no vengo a hablar de parkings, vengo a hablar de Pozos Dulces y de lo que significa o mejor ha significado durante mucho tiempo, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, o mejor dicho que el Guadalete pasa por Pozos Dulces, quiero plantear una reflexión acerca de este enclave tan especial y significativo para El Puerto. | Una imagen antigua de la Ribera del Río, con sus tradicionales soportales.

| Una imagen antigua de los soportales. Al fondo, la plaza de las Galeras Reales.

Pozos Dulces ha sido y sigue siendo la entrada principal de la ciudad, más concretamente a la ciudad histórica hasta bien entrado el siglo XX. Y si bien de un tiempo a esta parte la entrada se viene haciendo por una rotonda junto al Espíritu Santo, lo cierto es que durante más de 700 años la entrada a la ciudad se hacía de manera directa y perpendicular al río a través de los diversos puentes desaparecidos por distintas causas, que desembocaban en el otro extremo de Pozos Dulces donde termina o empieza el Parque Calderón.

| Dibujo de Antón Van der Wyngaerde. 1567. Detalle de los soportales.

Aunque no la he conocido me la puedo imaginar (el dibujo de Van der Wyngaerde de 1560 ayuda a ello), los viajeros viniendo de Cádiz y contemplando la villa marinera desde las salinas en su aproximación y cruzando el Guadalete lleno de barcos, por el puente de San Alejandro desde un promontorio elevado y conforme se desciende observando la silueta de la ciudad (skyline para los modernos) donde resaltaban los monasterios de la Victoria, Espíritu Santo, San Miguel, San Agustín, San Francisco y por supuesto la Prioral y el castillo donde Alfonso X el Sabio declaró la carta-puebla. Una vez llegada a la orilla urbana encontrábase una secuencia continua de soportales que venían desde Espíritu Santo hasta la plaza de la Herrería y quien sabe si hasta el mismísimo Resbaladero, punto neurálgico de la ciudad por aquel entonces, pues hay quien sostiene (con muy buenos fundamentos) que dichos soportales suponían un espacio de comunicación directo y seguro frente a lluvias o levanteras de los atavíos propios de las embarcaciones y Galeras Reales que hibernaron durante tantos años en todo ese frente marítimo que va desde Resbaladero hasta Pozos Dulces.

| Imagen antigua con el edificio desaparecido en la esquina de calle Luja.

Con el paso del tiempo, y más concretamente en el último siglo (de 1900 a esta parte) fueron desapareciendo algunos edificios de la Ribera del Río sustituyéndose por otros de diversos estilos y con ello la continuidad de los soportales fue menguando, algunas casas se construían retranqueadas de la alineación de los soportales, el último caso por ser más reciente y llamativo sería del de la esquina de la calle Luja, de estilo moderno y totalmente descontextualizado del entorno. Afortunadamente no ha habido muchos más casos de este tipo y a día de hoy todavía se puede leer e imaginar como sería la trama de esta primitiva fachada de la ciudad, ya que posteriormente con la Ribera del Marisco, la del Río pasaría a un segundo plano en buena parte de ella.

Los soportales por regla general se concibieron con una finalidad social, pues mediante el retranqueo de la planta baja de los edificios se conseguía un espacio semi-público que tenía múltiples ventajas ante las inclemencias del tiempo (sombra en verano, protección de lluvia en invierno) a la vez que servía como galerías comerciales perimetrales a un espacio de reunión mucho mayor, normalmente las plazas mayores.

| Imagen antigua de la Ribera del Río con los soportales característicos.

Son numerosos los ejemplos de plazas porticadas con soportales por toda la geografía española, me vienen a la mente dos de los más significativos: las plazas mayores de Trujillo y Salamanca, que tanta admiración como reclamo suponen hoy en día. Hay menos ejemplos de espacios porticados junto a un río, algunos por Galicia o Asturias pero ninguno con una fachada porticada fluvial o marítima histórica de la envergadura de la de El Puerto, con más de un kilometro de longitud, pues en los siglos XV y XVI había pocos puertos más boyantes y con más actividad que los de Cádiz, El Puerto, Sanlúcar y Sevilla. Por algo Cristobal Colón preparó su viaje a las Indias durante dos años en El Puerto junto a Juan de la Cosa, aunque finalmente tuviera que salir desde un puerto de realengo. También es significativo que su segundo viaje lo iniciara, esta vez sí, desde El Puerto de Santa María.

| El edificio que estaba en el lugar que hoy ocupa Mariscos Romerijo. 

| Detalle del derribo del edificio que hoy ocupa la marisquería citada. (1)

| Detalle del derribo del edificio que hoy ocupa la marisquería citada. (2)

| Otra vista del esplendor del edificio de la marisquería, durante años mal identificada como sede de la Capitanía General de la Mar Océana.

Sirva esta reseña histórica para ubicar el entorno de Pozos Dulces, con sus soportales, con su Guadalete y su puente de acceso a la villa en el contexto histórico y paisajístico que le rodea. A continuación toca volver al situarnos en el presente.

Una oportunidad con el Peprichye
Cambio de tercio. Peprichye (Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Conjunto Histórico y Entorno). Otro tema polémico de ciudad, bastante más longevo que el de los parkings, pero no pretendo entrar en polémicas sino en propuestas, en aportaciones de mejora a la ciudad, y para ello el Peprichye supone una oportunidad tanto de preservar, de innovar y cómo no de recuperar.

| Los soportales, en una imagen antigua desde el Parque Calderón.

Recuperar aquello que se ha perdido dentro de las posibilidades, y es por ello que en las bondades del sistema de participación y exposición pública me tomé la ‘licencia’ de presentar una alegación al respecto del entorno de Pozos Dulces y más concretamente de la Ribera del Río, que consiste básicamente en recuperar la trama histórica con la continuidad de los soportales desde Pozos Dulces hasta la Herrería, ya que actualmente es una calle ‘fallida’ mezcla de distintas cosas, una paella de episodios mal cocinados con un resultado muy mejorable.

| Detalle. Soportales en la Ribera del Río, en la actualidad.

El planteamiento no es utópico ni conflictivo, se trataría de añadir una crujía en los cinco tramos actuales sin continuidad, con soportales en planta baja y nuevas crujías en las plantas altas adosadas a los edificios actuales que lo único que harían es ganar espacio en las viviendas existentes, por lo que no les perjudica sino al contrario salen ganando. Todo ello gestionado a través de una nueva Área de Revitalización con sus pliegos y convenios correspondientes, y por qué no financiado a través de ayudas europeas (que las hay)de fondos para la regeneración y rehabilitación urbana, ya que además el entorno lo está pidiendo a gritos.

Siendo utópico y excesivamente optimista me imagino en unos pocos años con las obras del parking acabado, el parque Calderón prolongado hasta Pozos Dulces, la pequeña playa fluvial del Guadalete y todas las fachadas rehabilitadas y pintadas desde Espíritu Santo hasta la Herrería, proporcionando una entrada digna para la ciudad y única en España, para disfrute de propios y ajenos a la par que homenaje a nuestros pasados y legado para nuestros hijos, nietos...Sueño con ello. | Texto: Pablo Sánchez Guía | Arquitecto.

2 comentarios en “4.296. A propósito de Pozos Dulces

  1. ANTONIO

    Ojalá ese sueño se pueda convertir en realidad algún día. El Puerto ganaría como ciudad y aumentaria su Patrimonio Histórico

  2. Miguel Ángel Díaz Carlier

    Interesantísimo el artículo.
    Por otra parte, quisiera hacer una puntualización a raíz de la foto del edificio que precede al actual Romerijo ya que comúnmente suele decirse que ahí se hallaba la sede de la Capitanía General cuando, en realidad, no fue más que la residencia particular de D. Claudio Macé, por lo que me consta, en sus últimos años de vida.
    La sede se hallaba en la Plaza del Polvorista, donde hoy se encuentra el BBVA

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