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4.478. Recuerdos de una foto. Por Juan Rincón

Hace apenas dos semanas, falleció mi tía Pepa, Josefa Ares Sánchez según constaba en el Registro Civil. Con ella se finiquita una generación de mujeres, las mujeres Ares --Catalina, Paca, Pepa, Carmela, María, Soledad, Lalo, Loli… no he conseguido un acuerdo total sobre el orden entre ellas con mis hermanos-- que protagonizaron el siglo XX y se colaron, algunas, hasta los principios del XXI. Catalina, desbordante de alegría siempre pero que, ¡casualidades de la vida!, no está en la foto; Paca, que llegamos a creer inmortal porque no había enfermedad que pudiera con ella y sus ganas de calle; la dulce Lalo, la temperamental Loli; María, para mi la menos conocida entre los tiestos del patio de su casa en la calle Albareda; Pepa, la última superviviente, terca en su autonomía personal que sólo cedió muy, muy al final…. 

En la foto están todas en una boda de tantas, con la única imagen que conservo de su hermano Tadeo, islas masculinas con Juandi, el otro hermano del que no tengo ni una foto siquiera, entre un mar de mujeres de hierro. 

Por ahí nos veréis asomar los flequillos, las rubias cabelleras o los rizos endemoniados a toda una caterva de primos y primos: mi hermano Luís intentando salirse de la sombra de su hermana mayor, Ángeles, que a su vez guardaba las espaldas de mi madre, que llevaba entre los brazos a Sole, calculo yo; mi primo Juan, muerto poco después en un atropello, en un tiempo en el que “los americanos”, así creo recordarlo, arreglaban con dinero sus desmanes; mis primas Mari, Loli, Marme… con las que tanto reñí de niño pero que fueron mis primeros amores imposibles; mis primos mayores como el otro Juan, redero, que se escaparía de su propio naufragio y ayudaría a mil personas a salir del alcohol y otras adicciones, y tantos otros y otras. 

No están los fundadores, no Mama Manuela ni Papa Juan, quien sabe qué pasó para que se lo perdieran porque aún vivían, creo yo. Tampoco me encuentro yo. Quizás sean míos los ojillos que se cuelan por un hueco al fondo o quizás ande por alguna parte tras mi padre, que tampoco está entre los fotografiados o quizás sea alguna de las sombras de la penumbra final. Claro, parece que era una fiesta más de Ares, de Gutiérrez y de Gallardos. O quizás ya estaba por ahí en esas reuniones en casa de Jaime y Tina o… 

Siempre he pensado que esta celebración fue en el Bar que hay en las esquinas de Luna y Nevería, en el salón de un bar que hoy se llama El Rejoneo y que antaño fue la cafetería Trevi, aunque en las fechas de la foto, calculo que a principios de los 60, quizás se llamara de otra manera. [En ese local se encontraba el Edificios de Teléfonos, que paso luego a ser Billares Santa María, de Manuel Caballero Bazo que mas tarde puso la "Cafetería La Liga" que a los cinco años de tenerla, se la traspaso al "Pobre Pepe" como le llamaban, dueño del Bar Cadiz que estaba en la calle Luna frente a la Joyería. Y posterior mente paso a ser la Cafetería Trevi y hoy El Rejoneo]

Las mujeres Ares murieron todas agostadas por la vida. Lucharon muchísimo para sacar adelante sus proles, con frecuencia numerosas. Fueron matriarcas por necesidad y en ocasiones eligieron la soledad a la sumisión, como el caso de Pepa y alguna más. Hicieron canastas, limpiaron y sacaron adelante las casas de gente con mas poder económico que ellas pero nunca perdieron el sentido de familia. Cuando te besaban, sabías que te estaba besando toda una enorme tribu solidaria.

Ellas nos dejan en primera línea. Ya no hay nadie que nos preceda en la lista de futuros emigrantes al “patio de los callaos”. Pero nos dejan el legado de su amor y de su historia. Debemos trasmitir a quienes vienen detrás de nosotros su lucha, su tesón, sus risas, sus canciones, su amor, todo lo que nos dieron. Debemos darles a nuestras hija, hijos, nietas y nietos, mil fotos como esta, mil historias de las que sentirse orgulloso como yo me siento hoy de cada una de aquellas tías mías.

Cuenta mi padre en sus memorias: "En casa de mi amigo Pepe Jiménez, nos reuníamos casi a diario un grupo de amigos de ambos sexos. Cuando Pepe se hizo novio de Loli, la llevó al grupo. Con ella fueron sus hermanas Milagros Y Soledad. Eran tres chicas miembros de una familia de diez hermanos, ocho hembras y dos varones. Su padre, “Papá Juan”, era patrón de barcos de pesca y su madre, Manuela, se dedicaba a cuidar de toda esa “patulea”. Salíamos juntos y yo me hice novio de Soledad. Mas tarde el noviazgo de Pepe y Loli terminó. El mío y de Soledad continuó y nos casamos en 1952." | Texto: Juan Rincón

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