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4.659. La capilla de las Galeras. Un oratorio a orilla del Guadalete

| El surgidero de las galeras. Óleo de José García Parrao (2002).

El 13 de noviembre de 1657 don Antonio Juan Luis de la Cerda, señor de El Puerto de Santa María, VII duque de Medinaceli y Capitán General de la Mar Océana y Costas de Andalucía, firmó un decreto por el que mandaba edificar una capilla en la plaza de las Galeras, escrito en estos términos: “El castellano del castillo de Santa Catalina de esta ciudad dejará cortar en las canteras de aquel paraje cien carretadas de piedra para la obra de una capilla que se ha de hacer en la plaza de este puerto, en que se diga misa a la gente de las galeras de España. Y asimismo permitirá embarcar dicha piedra en los esquifes (1) de ellas, que han de ir a transportarlas.(2)  

| En primer término el Castillo de Santa Catalina y los corrales de pesca, cuya piedra ostionera o ‘piedra de la mar’ frecuentemente fue extraída durante el siglo XVII.

A comienzos de marzo de 1659 “la fábrica de la capilla que se hace en el muelle para decir misa a vista de las galeras”estaba próxima a culminarse, parcialmente sufragada -para mayor escarnio a los sufridos galeotes- con el dinero del bizcocho (3) que para su manutención les daban. (4) (Acerca de los galeotes, nótula 3.249 en Gente del Puerto)

| Escena de galeras y galeotes, película Monsieur Vincent | Año 1947 | YouTube.

La capilla se construyó a 59 varas (50 metros) de la muralla del río que se levantó en 1735, en la intersección de la calle Luna con la de la Caridad (actual Micaela Aramburu), en pleno centro de la plaza de las Galeras. El oratorio, conocido desde su fundación como capilla de las Galeras, tenía una factura modesta y pequeñas dimensiones (4,5 m de altura), situado entonces en la orilla, dando cara al río, para que el personal de las galeras y los galeotes que en ellas servían y cumplían las penas pudiesen oír misa desde los barcos, evitándose así cualquier riesgo de alteración del orden y los intentos de fuga que pudieran darse al desembarcar.

 | Figuración de la capilla de las Galeras y la basílica de San Juan de Letrán en un plano fechable entre noviembre de 1778 (derribo del oratorio) y febrero de 1779 (inauguración del puente de barcas de San Alejandro). Quien trazó el dibujo, sin duda, no conoció El Puerto. | Biblioteca Nacional de España.

Tal función cumplió la capilla durante los primeros años, hasta que en 1668, a causa del cegamiento de la embocadura del Guadalete, que dificultaba en extremo la entrada y salida de los barcos, y el consiguiente traslado del invernadero de las galeras reales al puerto de Cartagena, el inmueble perdió el cometido para el que se fundó.

Con los años experimentó un progresivo deterioro en su conservación, si bien no dejó de celebrarse en la capilla, con mayor o menor asiduidad, los preceptos religiosos, siempre vinculados a los militares de Marina.  

| Plano del proyecto del nuevo muelle de las Galeras, firmado por su constructor Bartolomé de Mendiola el 26 de octubre de 1734. | Archivo General de Simancas.

En 1735 se construyó un nuevo muelle, lindero al antiguo --probablemente el que en 1568 diseñó el capitán e ingeniero italiano Juan Mateo Florio-- (5) pero más avanzado al río, ganándose terreno a la línea de pleamar. Anejo a él se construyó la Fuente de las Galeras y para encauzar el río se levantó un muro de 103 metros de longitud que también hacía las veces de muelle, prolongándose hasta donde desaguaba el principal sumidero de aguas residuales de la ciudad, el llamado Caño de la Villa, que bajaba por la plaza de la Herrería. Ambas construcciones, muelle y muralla, actuaron de pantalla a las mareas altas y crecidas del río, aliviando las malas condi­ciones higiénicas de la plaza y su entorno, que perduraron hasta 1779, cuando se rehabilitó el lugar. Al respecto, un testimonio de unos años después recordaba que “el antiguo muelle de las Galeras era por su baja situación un lugar pantanoso y desagrada­ble a la vista de esta parte principal de la ciudad, cuyo desaseo influía inmediatamente contra la salud”. (6) 

| La capilla de las Galeras en un plano del s. XVIII (entre 1741-1778) de la traída de aguas a la ciudad desde los manantiales de La Piedad. En amarillo, trazado de la cañería de la capilla y las fuentes del río. | Archivo Municipal.

El último capellán castrense que en los días de precepto ofició misas en la capilla fue Manuel Sánchez Fresnero, quien venía ejerciendo esta función desde 1764, pagando de su propio peculio unos 100 ducados anuales para su mantenimiento.

Pese a los desvelos del sacerdote, el futuro de la capilla estaba cantado. El proyecto que a comienzos de 1778 se barajaba para rehabilitar la plaza, junto al deplorable estado que presentaba el inmueble y su pérdida de identidad, más las molestias que ocasionaba al tránsito y porque, según un testimonio de la época, “como está solo y sin arrimo a otro edificio, sirve de pantalla a las maldades”, fueron razones suficientes, una vez recibidas las oportunas licencias real y arzobispal, para que se procediese a su derribo. Tarea que se realizó en noviembre de 1778.

| El Vergel del Conde y su entorno en un plano de mediados del s. XIX. |  Archivo Municipal.

 En febrero de 1779, a iniciativa del Capitán General del Mar Océano Alejandro O’Reilly se inauguró un paseo desde la calle del Palacio, plaza de las Galeras -donde se dispuso, en el lugar que ocupó la capilla, una glorieta- y la perpen­dicular con la plaza de la Herrería. junto a la Fuente del Sobrante, gemela a la de las Galeras, construida en 1741. En este tramo (Galeras-Herrería) el paseo contaba a cada lado con zonas ajardinadas y parterres con variadas plantas y flores, cercadas con rejas de hierro. A lo largo del paseo, que en honor de su fundador llamaron Vergel del Conde, se intercalaban 60 naranjos y 50 canapés, también dispuestos en la prolongación que se estableció de la glorieta al muelle. (7)

| Donde está la farola, en la intersección de las calles Luna y Micaela Aramburu existió la capilla de las Galeras (1659-1778).

La venta del material de construcción de la capilla -150 carretadas de piedra de labor y 15 de ripios y piedra quebrada- dio un beneficio de 1.590 reales, cantidad que se entregó al capellán de San Juan de Letrán, don Félix Isidro de Hevia, empleándose el material en cimentaciones de casas y en la reforma de madronas. (8)

Las imágenes titulares
Las dos tallas marianas veneradas en la derribada capilla, Nuestra Señora del Rosario y la Inmaculada Concepción, así como sus retablos, las alhajas y la reja y herrajes, fueron trasladadas -la del Rosario, que fue su primera titular, en procesión sufragada por el conde O’Reilly- a la iglesia-hospital de San Juan de Letrán, calle San Juan arriba (donde mediado el siglo XX construyeron los pisos de la Marina).

| Exterior de la iglesia-hospital de San Juan de Letrán. La cerca se levantó en tiempos de Manuel Filiberto de Saboya, hacia 1614.

De la larga memoria de San Juan de Letrán, desde sus orígenes también dependiente de la jurisdicción eclesiástica de la Marina, apuntaremos que fue fundado en 1512 por el sacerdote Diego de Ojeda para atender al personal de las galeras y a los galeotes, y elevada a basílica a los dos años. La nave de la capilla, rematada con cúpula de media naranja, tenía 10,5 metros de largo, 5 m de ancho y 6 m de alto. Al paso de un siglo, en 1613, comenzó a edificarse, bajo el patrocinio del Príncipe de la Mar y Capitán General Manuel Filiberto de Saboya, otra nave aneja a la antigua de similares dimensiones, que por falta de medios económicos no se concluyó hasta 1649. Este fue el recinto religioso, inmediato al hospital Real de las Galeras y su camposanto, que acogió las dos imágenes hasta entonces expuestas en la capilla de las Galeras.

| Solar de San Juan de Letrán. Arruinada la iglesia-hospital a comienzos del XIX, el terreno era arrendado para huertos y encerrar ganados. / Foto publicada por Hipólito Sancho en 1946.   

Una vez que las galeras dejaron de invernar en el Guadalete y perdidas las funciones para las que se construyeron, la iglesia y el hospital de San Juan de Letrán paulatinamente fueron languideciendo. A comienzos del XIX -consta que ya en 1819- el hospital se encontraba en ruinas y la capilla muy deteriorada. Aquel año falleció (a causa de la epidemia de la fiebre amarilla) Manuel de la Mota, el último capellán castrense de la vieja basílica. En 1840 el Intendente de Marina mandó inventariar sus bienes muebles e inmuebles, de lo que se ocupó el cura de la Prioral y párroco castrense de la ciudad Ángel María Barrera. (9) Una vez confeccionado, se dispuso que los objetos de culto y las tres imágenes que se conservaban en la capilla se llevaran a San Fernando, a la iglesia del Arsenal de La Carraca. Del devenir de las tallas hace unos años investigó José Carlos Fernández Fernández. (10)

| La talla de Nuestra Señora del Rosario que fue venerada en la capilla de las Galeras. |  Foto publicada por José Carlos Fernández en el artículo anotado.

La antigua titular de la capilla del Guadalete era una talla sedente de Nuestra Señora del Rosario con el Niño y a sus pies tres angelotes: La Galeona, protectora de la gente del mar y Patrona de los galeones de las flotas de la Carrera de Indias y de las galeras reales. En 1854 fue trasladada al Panteón de Marinos Ilustres, entonces inaugurado, donde permaneció en un altar hasta que al proclamarse la Segunda República se depositó en el almacén de La Carraca, de donde la rescató, tras la guerra civil, el director del Museo Naval de Madrid, Julio Guillén Tato (que debió conocer la talla cuando se formó en la Escuela Naval Militar de San Fernando). En 1949 gestionó que el espléndido palacio renacentista del I marqués de Santa Cruz don Álvaro Bazán (1526-1588), en la población ciudadrealeña de Viso del Marqués, acogiera el Archivo General de la Marina y el Museo Álvaro de Bazán, de los que Guillén también fue primer director. Sería entonces cuando del Naval de Madrid se trasladó la imagen de Ntra. Sra. del Rosario al palacio del Viso, donde hoy sigue, flanqueando el féretro de Bazán, el célebre Capitán General del Mar Océano que por su cargo residió en El Puerto de Santa María (1554-1559).

| A la derecha de la imagen principal, la Virgen del Rosario en su actual ubicación en la capilla del palacio de Álvaro Bazán de Viso del Marqués (Ciudad Real). Según las imágenes, el Niño de la talla fue sustituido por otro. A la derecha, en la segunda imagen, foto de detalle. | Foto, elsayon.blogspot.com

Dado que quien esto escribe no es entendido en imaginería religiosa, puede ser que la imagen conservada no fuera la originaria de la capilla de las Galeras sino una segunda que pudo facturarse a comienzos del s. XVIII, como ya apuntó Hipólito Sancho. (11) Acaso dos investigadores muy versados en la materia como Francisco González Luque y José Manuel Moreno Arana podrían aportar su parecer acerca de las dos tallas que presidieron el pequeño oratorio.   

La otra imagen que recibió culto en la capilla de las Galeras, también con retablo propio, era el de la Inmaculada Concepción, probablemente dispuesta una vez que en 1760 fue proclamada, a instancia de Carlos III, Patrona de España y las Indias. Hoy se encuentra, desde que en 1840 se trasladó al Arsenal de La Carraca, en su iglesia, en la primera capilla de la nave de la epístola.

|  La Concepción que radicó en la capilla de las Galeras y en San Juan de Letrán. | Foto publicada por J. C. Fernández.

La de las Galeras fue una de las cinco capillas o ermitas que durante la Edad Moderna se levantaron en la ribera del Guadalete, con estas advocaciones: próximas a su desembocadura, Santa María de Guía, Santa María del Socorro (posterior de San Antón) y Santa Ana; y aguas adentro, en el solar del interminable aparcamiento de Pozos Dulces, la de Nuestra Señora de Consolación (Gente del Puerto, nótula 2.161). Pero aquellos eran otros tiempos. Cuando el río rebosaba de vida. |  Texto: Enrique Pérez Fernández.

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NOTAS
1.- Esquife: “Bajel pequeño que suelen llevar las galeras y los navíos para su servicio y para pasar de uno en otro o para llegar a tierra.” Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española, 1611.
2.- Archivo Ducal de Medinaceli: Libros del Estado de Medinaceli (1657), f. 269v. Hipólito Sancho, en su artículo “La capilla de las galeras del Puerto de Santa María”, Revista General de Marina, septiembre-octubre 1943, págs. 401-410, especula sobre el origen de la capilla y remonta su construcción al segundo tercio del siglo XVI. Sancho, que nunca investigó en el Archivo Ducal, desconocía la fuente empleada en esta nota.
3.- El bizcocho era un pan de harina grosera medio fermentado en forma de pequeña torta y, para secarlo, cocido dos veces. Se remojaba en agua para reblandecerlo. Su consumo no era exclusivo de los galeotes sino habitual para los navegantes en largas travesías. Los hornos de los bizcochos se encontraban, desde comienzos del siglo XVI, junto al Castillo de San Marcos, en el entorno de la hoy plaza de Bizcocheros. Y antes, cerca de la plaza de la Herrería: Alfonso Franco Silva, “Los pescadores de El Puerto de Santa María y sus problemas a comienzos del siglo XVI”, Revista de Historia de El Puerto nº16, 1996, págs. 37-38.
4.- Cesáreo Fernández Duro: Tradiciones infundadas. Madrid, 1888, pág. 628.
5.- Lorenzo van der Hamen: Historia de Don Juan de Austria. Madrid, 1627, Libro I, pág. 43. Durante su estancia en El Puerto en junio de 1568, el todopoderoso Juan de Austria reconoció los planos y el lugar donde se construiría el muelle.
6.- Archivo Histórico Municipal de El Puerto de Santa María: Actas Capitulares de 1786, cabildo 16 de mayo, folio 130.
7.- E. Pérez Fernández: El Vergel del Conde y el Parque Calderón. Historia de dos paseos de El Puerto de Santa María. Ayuntamiento de El Puerto, 2001.
8.- AHMPSM: Actas Capitulares 1778: cabs. 2-III, ff. 97-100; 28-III, ff. 156v y 158; 25-V, ff. 225-231; 23-VI, f. 278v. Act. Cap. 1779: cabs. 8-IV, ff. 160, 170, 177-178; 14-IV, ff. 160-181.
9.- C. Fernández Duro, obra citada, págs. 631-638.
10.- “La imagen de la Virgen que no vio Lepanto”, Revista General de Marina, vol. 262, mayo 2002, págs. 631-642.
11.- Lugar citado en nota 2, pág. 410.

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