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4.681. Nudismo en La Puntilla en el siglo XIX

Los años de inicio de cada siglo han sido propensos a cambios del estilo de vida, a veces revolucionario y transgresor. Un hecho anecdótico poco conocido, protagonizado por decenas de damas de la mejor sociedad local cada verano, más concretamente en los meses de julio y agosto, los más calurosos de cada estío, ocurrieron a comienzos del siglo XIX, hasta la invasión francesa, confirmando nuestra afirmación inicial. | Desnudo en la playa. Lienzo de Adolphe Bouguereau (1825-1905). 70x53cm

Gentes notables, como el Infante Don Francisco de Paula Antonio y su esposa Luisa Carlota, cuñada doble del rey Fernando VII, que estaba casado con su hermana, y los hijos del matrimonio, entre los que se encontraba el que sería rey consorte al desposarse con su prima Isabel II, se bañaron en aguas locales, hecho que ocurrió en el verano de 1832, utilizando para ello una especie de piscina portátil, construida en madera, a la que denominaban “baños flotantes” instalada en la otra orilla del río, cerca de la desembocadura, aproximadamente enfrente del actual club náutico. Un cuarto de siglo antes, damas notables de la localidad, de diferentes edades, reunidas en numeroso grupo en la playa de la desembocadura del río después de la puesta del sol, gozaban de un refrescante baño de mar… ¡desnudas!

| Fotografía parteneciente a un lote de 48 imágenes estereoscópicas de desnudos reproducidas sobre cartón.

Aunque no conocemos la frecuencia de esta actividad, debemos suponer que se realizaría cuando mucho un par de veces en semana, dada la complejidad de la logística a seguir. Llegaban los miembros femeninos de estas familias concertadas, sus amigas y un amplio cuerpo de sirvientas en calesas y otros carruajes a las inmediaciones de la playa, siendo los cocheros y lacayos los encargados de controlar y evitar “intrusos” que perturbasen la intimidad de sus señoras. Descargaban cestos y baúles con viandas, toallas y sábanas con la que formaban un semicírculo dentro del cual se desnudaban.

Retozaban libres y alegres en el agua, con gran griterío, para ser recogidas amorosamente en la orilla por sus sirvientas, después de una prolongada estancia en el agua. Y, tal vez, a la luz de pequeñas fogatas que tenían doble o triple utilidad: terminar de secar, alumbrar en la obscuridad y dorar algunos manjares, finalizaban esas fiestas femeninas, tremendamente lúdicas y atrevidas para la época

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El teniente coronel inglés George Thomas Landmann se alojó durante una temporada en El Puerto junto con parte de sus soldados. Hombre inquieto y curioso, salía a la calle con su cuaderno de dibujos y tomaba apuntes de edificios y paisajes que luego terminaba en su alojamiento. Gracias a este curioso personaje que publicó en Londres en 1842 “Recollection of my Military Life” conocemos esta novedosa historia.

De vuelta de una comida en Cádiz con el General Morla y otros oficiales británicos, relata así lo que presenció: “Alquilamos un falucho por tres dólares, el precio estipulado, y pusimos rumbo a El Puerto de Santa María…al acercarnos a la ciudad estaba ya atardeciendo, cuando observamos a la izquierda, en la costa oeste, de ochenta a cien mujeres bañándose en grupo, metidas hasta la cintura en el agua, todas gritando y haciendo el mayor ruido posible. Según pasábamos como a unos diez metros de ellas nos dijeron improperios y trataron de salpicarnos con agua. Estas eran las damas de El Puerto de Santa María, quiero recalcar que eran las damas de los mejores círculos. Estaban totalmente desnudas e impúdicas en extremo. Más tarde me informaron que no les preocupa lo que dicen o hacen en estas circunstancias, porque se amparaban en lo tardío de la hora, y en el cambio de aspecto, al no llevar ropa, para que no las reconozcan. Inmediatamente reconocí a dos de estas damas, quienes estaban más cerca de nosotros que las demás, por el color de su pelo, que era de castaño claro, y las únicas mujeres de El Puerto de Santa María que había visto de ese color. Me encontré con estas damas esa misma noche en una fiesta y les insinué que las había visto en el agua; pero, naturalmente, lo negaron con frialdad, asegurándome que habían estado en Jerez esa tarde, y que acababan de volver…”.

No creemos que la liberalidad de las damas locales llegaran a ese extremo. Lo más probable es que lo contemplado por los oficiales ingleses fuera protagonizado por el séquito de cortesanas y sirvientas que acompañaron a la condesa de Chinchón, Maria Teresa de Borbón, esposa de Godoy, que en esa fecha tenía 28 años y bien pudiera haber participado en el baño/ocaso de ese verano de 2009, durante los meses de estancia en El Puerto antes de que fueran a refugiarse a Cádiz cuando los franceses ocuparon nuestra ciudad en febrero de 1810.| Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía.

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Baños en la ría. El Guadalete Festivo 1
Baños en la ría. El Guadalete Festivo 2

 

1 comentario en “4.681. Nudismo en La Puntilla en el siglo XIX

  1. Manuel Gago Fornell "Chuchy"

    Gran artículo o nótula. La gente de postín y alto copete nunca ha tenido que justificar ni penar por su comportasmiento. En cuanto a la iglesia se confesaban con sus curas y... ¿¡A pecar otra vez!

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