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 Jaime MacPherson Grosso. A su buena memoria #5.412

La vida es mejor con el recuerdo de Jaime

| Texto: Jesús de Sobrino Grosso | Periodista. 

Estos días me recordaban una frase que suscriben sus amigos más allegados: “Con Jaime, la vida es mejor”. Ninguno de ellos se resiste ahora a ponerla en pasado. [Tenía su residencia en El Puerto de Santa María]. | Foto: Diario de Cádiz.

Jaime MacPherson Grosso nos ha dejado este miércoles, después de una semana de lucha en un hospital de la Costa del Sol. Un accidente fortuito en Gibraltar, del todo impensable el pasado miércoles, nos iba a arrebatar a una persona buena, bondadosa, tranquila, reflexiva, con un carácter único, extraordinario, que hacía que la vida fuera mejor con su sola presencia. Casado con el amor de su vida, María, muy jóvenes fueron padres de Guillermo, desde hoy convertido en pater familiae. Al hijo mayor le siguieron Gonzalo y María. Hace unos meses nació Casilda, la primera nieta, fruto del matrimonio de Guillermo y Miriam Artigas, que trajo inmensas dosis de ilusión a la familia.

Apenas salido de la adolescencia y seguramente a bordo del “Dulcinea”, Jaime se interesó por el mundo de la empresa, siendo muy consciente del rol familiar que le depararía el futuro. La firma gaditana “J & G MacPherson S.L.” tendría con él garantizada la continuidad después de seis generaciones. Fundada a principios del siglo XIX, la empresa está ineludiblemente unida al devenir marítimo y portuario de Cádiz, su Bahía, y también la provincia y Gibraltar, desde hace más de dos siglos.

| El Chairman del Lloyd’s of London y el jefe de Departmento de Agencias, entregando una placa a Guillermo MacPherson Bonmatti y a su hijo Guillermo MacPherson Vidal, en 1964, con motivo del centenario como agente del Lloyd’s de la casa MacPherson en la provincia de Cádiz. | Reproducción: Ignacio Casas

Con valentía, Jaime ha sabido administrar el legado familiar, su historia, garantizando una trayectoria que ahora deberán mantener sus hijos desde la misma oficina de hace dos siglos, en la gaditana calle Fermín Salvochea. Allí, entre las paredes forradas de madera del despacho centenario, compartió innumerables momentos -gratos y difíciles- con su padre Guillermo (Mito).

Desde su casa de Cádiz, y más tarde en El Puerto de Santa María, Jaime forjó una vida sencilla, ayudando a quien se lo pedía; y también de manera discreta si se enteraba de que a alguien cercano no le iban bien las cosas.

| Anuario de Comercio. 1884.

Sus consejos sobre la vida, las relaciones humanas y sobre cualquier asunto profesional o empresarial, han sido de enorme valía para muchos. Jaime era un gran administrador de la información que le rodeaba, que sabía gestionar con un juicio maduro y acertado. Un estratega dotado de una gran inteligencia innata.

Bondadoso, “Jim” no sabía disfrutar si no era acompañado de su familia o su fiel pandilla, en Cádiz, El Puerto, de ruta por los alrededores de Higuera de la Sierra, viajando por el mundo, o navegando a vela en el “Alice” por el golfo de Cádiz. Con amigos de la infancia, del colegio de San Felipe Neri, con los que ha mantenido una estrecha relación, o con sus primos. Es el caso de Juan Grosso Venero, amigo, primo, compañero, y hasta vecino de la casa de Bahía Blanca. Ambos, inseparables, desde niños hasta el último momento.

Gaditano hasta la médula, haciendo honor al apellido de su madre, Mari Lalo, hija del naviero Antonio Grosso. Cosmopolita y liberal, creció bajo el ejemplo de sus hermanos, Susana, Miriam, María José, Guillermo y Cristina.

Implicado en el desarrollo y promoción del Puerto de la Bahía de Cádiz, Jaime deja también una amplia estela de amigos, compañeros al frente de negocios marítimos y socios leales durante décadas.

Su legado es ése: la admiración y cariño de quien ha compartido con él espacios de tiempo únicos, conversaciones cultas, y también la guasa con un sentido del humor entre escocés y gadita.

La familia al completo ha demostrado una entereza y calidad humana digna de admiración en esta semana. Su hijo Guillermo lo ejemplificaba así cuando nos trasladó que el final estaba pronto:

No hay nada que pueda decir de mi padre que muchos de vosotros no sepáis o hayáis oído, pero quiero que todos, más cercanos o más lejanos, os quedéis con un recuerdo de él, y os aferréis a ese recuerdo con la más absoluta tranquilidad de que ha disfrutado enormemente todos los años de su vida y ese momento concreto con vosotros. Es y será irremplazable, pero mientras quede en nuestra memoria nunca se irá. Se va dejando un enorme legado, que somos su familia y amigos”.

Descanse en paz un hombre excepcional, cuyo recuerdo hará de la nuestra una vida mejor.

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