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Francisco de Paula Hernández. Cirujano #5.881

Imagen idealizada del cirujano Francisco de Paula Hernández, realizada con IA

| Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz.

Francisco de Pula Hernández, cirujano, aparece en la búsqueda de paisanos ilustres inéditos, que comparto con vosotros: el hallazgo de este médico militar del siglo XVIII que realizó su labor profesional en Nueva España, donde falleció.

En 1784, siendo cirujano del 2º Batallón de Infantería de la Corona, junto con Juan de Puertas, cirujano Mayor del Hospital de San Carlos y Antonio Alfaro, cirujano de la Real Armada, practicaron por primera vez en América, en Veracruz, concretamente, la “simphisis” del pubis o separación de los huesos del empeine con una embarazada a la que extrajeron una niña muerta.

Al final de sus días, como ocurre en tantas ocasiones, no tuvo el reconocimiento que su labor profesional merecía, según se relata en la biografía que hemos encontrado en México y que, para vuestro conocimiento, reproduzco:

Francisco de Paula Hernández: natural del Puerto de Santa María, diócesis de Sevilla y alumno del Real Colegio de Cádiz. Desde el 8 de octubre de 1771 se le dio asiento en la Real Armada y permaneció en ella hasta el 23 de mayo de 1781 en que por enfermedad salió de ese cuerpo de armas para cambiarse a las fuerzas armadas de tierra.

Instrumentos de cirujanos de barco

En La Habana Cuba)

A partir de enero de 1782 fue admitido como cirujano en el Primer Batallón del Regimiento de Infantería de Aragón, estacionado en La Habana. Un mes más tarde, en febrero, fue designado por el Intendente de la Isla de Cuba primer ayudante de cirujano en el hospital que llevaría la expedición al mando de Bernardo Gálvez que partiría para La Luisiana. Su desempeño durante la campaña fue considerado como notable y con muestras de gran habilidad, aplicación, dedicación y capacidad en las tareas que tuvo, no sólo al lado del cirujano mayor del hospital, Isidro Sauk, sino también como ayudante médico, función que desempeñó por seis meses debido a la falta de personal.

En Venezuela

Al regreso de las tropas a Cuba, Hernández prestó cortos servicios en varios hospitales de la región caribeña entre ellos los del Cantón de Limonada de la Colonia del Guarico en la actual Venezuela.

En Veracruz (Méjico)

En junio de ese mismo año, en ocasión de regresar el cuerpo militar al que pertenecía a España, Hernández solicitó, debido a su enfermedad y a que tenía algunos intereses, su traslado a la plaza de Veracruz. Su petición fue aprobada y su traslado se efectuó al Segundo Batallón del Regimiento de Infantería de la Corona fijo en Veracruz.

Es muy posible que desde su llegada a Veracruz haya quedado vinculado informalmente con los dos establecimientos hospitalarios principales, el Real de San Carlos y el de San Juan de Montesclaros. Hacia mediados de 1785 se trasladó a la capital novohispana con la intención de revalidar sus conocimientos ante el Real Tribunal del Protomedicato. Debió haberlo realizado en previsión de su futuro retiro del Ejército y serle indispensable contar con un título para ejercer como cirujano civil, por lo que fue examinado el 24 de octubre.

Para 1789, la enfermedad de Hernández no le permitía continuar oficialmente en su empleo militar, por lo que el Intendente de la plaza pidió darlo de baja cuando su regimiento tuviera que trasladarse a otra región. Es muy probable que esta solicitud no haya cursado los trámites necesarios, ya que no existe aceptación ni virreinal ni real de su licencia, si bien el propio Hernández hace constar en varios documentos que se hallaba como comisionado, pero sin dejar de ser miembro del ejército.

Plaza en propiedad en el Hospital de San Juan de Montesclaros

En esa situación, el 17 de noviembre de 1789, pudo asumir en propiedad una plaza en el Hospital de San Juan de Montesclaros, cargo que había estado ejerciendo de forma interina desde 1787. Unos años más adelante, marzo de 1792, solicitó, sin éxito, la plaza vacante de cirujano en el Hospital Real de San Carlos, la cual también había servido varias ocasiones desde 1784 de manera interina durante las ausencias del cirujano propietario, Juan de Puerta Colmenero.                                                                                                                                                      

Primera operación de simphisis de pubis en América

Con éste llevó a cabo el 11 de agosto de 1784 una operación de Sinphisis del Pubis o separación de los huesos del empeine a una mujer parturienta. Si bien la madre se recuperó después de algunas semanas, la criatura nació muerta, por lo que se consideró que la operación no fue tan exitosa como se hubiera deseado. Sin embargo el mérito consiste en haber sido la primera de su tipo que se realizó en América.

Unciones para sifilíticos

En 1797 Hernández obtuvo la solicitada plaza, aunque Colmenero, cambiando los papeles, siguió colaborando con él, en especial en la sala de unciones para los sifilíticos. En busca de un mejor servicio, Hernández, junto con los dos médicos del establecimiento, recomendaron se fabricaran altos y bajos al hospital. Asimismo, solicitó reiteradamente dos cajas de aparatos para efectuar curaciones y la asistencia de dos enfermeros o practicantes menores por caja. Instrumentos y personas le eran especialmente necesarios durante la temporada en que se aplicaban las unciones de mercurio. Si bien la primera petición fue rechazada debido a la falta de recursos, la segunda tuvo éxito, pues la Junta Provincial de Real Hacienda acordó se contrataran provisionalmente a cuatro facultativos menores y un practicante mayor, quienes trabajarían durante la temporada de unciones.

Otra acción que denota el interés del cirujano por un correcto funcionamiento, no sólo de su sala de cirugía, sino del hospital en sí, fue su preocupación por que la institución contara con una dotación de repuesto de los materiales de curación para casos imprevistos. Lo cual hizo saber al contralor del hospital en 1806.

La profesionalidad de Hernández y su interés en los servicios del hospital, hicieron que el contralor del mismo lo propusiera para que se encargara de suplir a José de Ávila, médico de una de las salas. El cirujano aceptó el encargo, a pesar de lo sobrecargado de trabajo en que se encontraba y recibió por ello un pago adicional de 40 pesos mensuales.

En 1808 Hernández pidió se le liberara de la obligación de realizar visitas de sanidad a las embarcaciones surtas en las afueras del puerto, ya que su hemoptisis crónica se agravaba con motivo de la travesía. Si bien no logró eximirse de la tarea, consiguió que pudiera ser sustituido temporalmente, en especial cuando estaba enfermo.

Obtiene plaza en el Hospital Real de San Carlos

A mediados del mismo año Hernández pretendió ocupar una vacante de médico en el hospital, pero el contralor del hospital consideró que el cirujano era ya mayor y tenía problemas con la vista, por lo que no lo consideró conveniente. Meses más adelante insistió en servir como médico, ahora a causa de un ataque de demencia del facultativo Manuel de Luna. Las autoridades, a sugerencia del Contralor, le respondieron en el sentido de que lo tomarían en cuenta, siempre que su disminución visual no obstaculizara sus tareas. En efecto, en julio de 1810 logró ocupar una plaza de médico en el Hospital Real de San Carlos.

Director de la Campaña de Vacunación contra la viruela.

Durante 1811 y como consecuencia de la segunda venida a Nueva España de Francisco Xavier Balmis, director de la Expedición de la vacunación contra la viruela, Hernández fue designado director de la campaña de vacunación, sin asignación de sueldo y seguramente en reconocimiento a sus largos servicios y méritos. Estuvo al frente de dicha campaña los siguientes seis años, hasta que su colega Florencio Pérez Comoto, más influyente al momento de conformarse las Juntas de Caridad, fue designado secretario de las mismas y consiguió que el Ayuntamiento de la localidad lo designara Director de la Vacuna. Este hecho motivó un serio reclamo de Hernández, quien se sintió fuertemente agraviado en sus derechos y en su posición social. Sin embargo, las autoridades locales nunca apoyaron el insistente y prolongado alegato de Hernández, quien falleció hacia los últimos meses de 1817.

 

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