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Cortijo de la viña Santa Rosa, en la que en 1857 trabajaban 40 temporiles.

Texto y fotos: Enrique Pérez Fernández y Juan José López Amador.   

Vivimos una época en la que es costumbre deseada “ir al campo” para desahogarnos del ajetreo de la vida en las ciudades y reencontrarnos con la naturaleza perdida. Y quizás olvidamos que todas las poblaciones nacieron en plena naturaleza, siempre con los recursos acuíferos a mano y en medio de un inabarcable campo o a orilla de un río o del mar, de donde se extraían las materias primas --agrarias, ganaderas, piscícolas-- para la subsistencia y el comercio con otras comunidades, las bases del progreso humano durante milenios. El desarrollo de la revolución industrial y la diversificación de los trabajos cambiaron la interacción ciudad-campo.

Si se realizara una encuesta a los portuenses preguntándoles si conocen su término municipal, el tanto por ciento afirmativo no llegaría a las dos cifras. Este desapego al entorno inmediato habla de la pérdida del vínculo con el entorno rural en nuestros días, que se generalizó desde mediados del siglo XX, cuando las tierras habitadas comenzaron a ser deshabitadas.

...continúa leyendo "El padrón de 1857. Cuando el campo estaba habitado #6.148"

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