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En casa de los Marqueses de la Cañada (y 8) #6.319

La familia Tirry y su patrimonio cultural

| Texto: Enrique Pérez Fernández | Imágenes generadas con IA
Aquí termina la serie que en los últimos meses hemos presentado en Gente del Puerto acerca de las vidas de los marqueses de la Cañada y el patrimonio cultural que acumularon durante gran parte del siglo XVIII en su casa-palacio del portuense Campo de Guía; un adelanto de la monografía que actualmente escribo sobre la historia de la familia Tirry. En este último texto resumo los hechos que marcaron las personalidades de los marqueses y las huellas de un legado perdido que hemos evocado.

Guillermo Tirry Ronan (1663-1745), I marqués de la Cañada, fue un tenaz emprendedor que supo aprovechar su talento natural en los negocios para alcanzar una posición económica y social relevantes. En su vejez recordaría que tuvo una infancia y juventud duras, azotada su Irlanda natal por la interminable guerra contra los ingleses, y que fue en 1689 cuando decidió, con 26 años, comenzar una nueva vida en El Puerto de Santa María al abrigo del auge comercial que vivía la bahía de Cádiz.

Dedicado al comercio de tejidos que traía de Europa, vivió en una casa de alquiler de la calle Larga hasta que en 1705 se mudó a otra de la calle Palacios, donde convivió un tiempo con su sobrino Juan, llegado de París, quien al paso de los años se convertiría en su yerno y sucesor.

Ya curtido en los negocios, en 1707 se trasladó a Cádiz donde se afianzó como un próspero comerciante con saneada economía que le permitió invertir en bienes inmuebles, adquirir tierras en las campiñas de Sanlúcar, Rota y El Puerto y embarcar los frutos -vino y aceite- en sus navíos rumbo a América: el cosechero y cargador a Indias.

Su gran explotación agrícola fue la del cortijo sanluqueño de la Cañada del Trillo, de donde tomó nombre el marquesado, concedido por Felipe V en 1729. Se conserva tal como refleja la imagen creada con IA a partir de una fotografía.

 

Recién llegado Guillermo a Cádiz casó con la joven Isabel Sánchez de Silveira, que falleció en 1709 en el posparto de su única hija. En 1714 Guillermo se reencontró con su sobrino Juan, que de París vino para trabajar con él, y lo preparó para que fuera su heredero. Intención que cuajó en 1723, cuando Juan contrajo matrimonio con su prima Francisca Patricia.

Revelaré un secreto que Guillermo guardó durante medio siglo. Al fallecer su esposa, una tía materna de la niña, Nicolasa Brito, se encargó de criarla. Hacia 1714, cuando Juan se asentó en Cádiz, Guillermo y Nicolasa se casaron, pero ambos lo mantuvieron oculto hasta la tumba. Solo viejos documentos de archivo dan fe de una boda y una convivencia que nunca trascendió fuera de su casa.

Al fallecer Guillermo en 1745 dejó a su hija y yerno un sólido patrimonio que con los años fue menguando. Aquel año el hijo de Juan, Guillermo Tirry y Tirry (1726-1779) casó en Madrid con María Francisca Lacy de Albeville, camarista de la infanta María Antonia Fernanda. Muy joven se puso Guillermo al frente de los negocios familiares siguiendo las pautas marcadas por su padre; fue la cara visible y ejecutora de la empresa comercial y de la actividad pública.

Ante la antiquísima Posada del Toro y el Castillo de San Marcos, imagen recreada de una vieja fotografía.

Al fallecer su abuelo, Guillermo heredó el alferazgo mayor de El Puerto de Santa María. Con voz y voto en los cabildos y asiento preeminente, era el encargado de alzar el Pendón Real en las proclamaciones de los reyes y en otras ceremonias importantes. Pronto se estrenó en esta función, al subir al trono Fernando VI en octubre de 1746. Con tal fin su padre mandó bordar y sufragó un pendón en damasco carmesí -el de la imagen-, que se perdió en 1958 durante un incendio en una casa madrileña de los sucesores de los marqueses.

Al margen de sus actividades comerciales, Juan Tirry tuvo un temprano afán coleccionista que transmitió a su hijo. Variadas colecciones que comenzó a formar en la casa familiar gaditana de la calle San Francisco y que luego trasladaron y ampliaron en la residencia portuense del entonces poco poblado Campo de Guía.

La casa-palacio la compró el I marqués de la Cañada en 1733 por 25.000 ducados. Con fachada principal a la hoy calle Aurora (Edificio Diplomático, junto al Hotel Santa María), además de las estancias privadas contaba con cuatro accesorias, torre-mirador, almacenes, graneros, bodegas y a orilla del Guadalete un embarcadero propio. El III marqués Guillermo comenzó a habitarla de forma permanente en 1762 con su esposa María Francisca Lacy y sus siete hijos, y con ellos un fraile que gestionaba los asuntos de la casa y catorce sirvientes. Una residencia lo suficientemente amplia para acoger en su planta noble las colecciones de Juan y Guillermo Tirry.

En dos entregas presentamos y seguimos las huellas de cuatro de los objetos arqueológicos más destacados del gabinete: las estatuillas de bronce de Hércules y Neptuno que una resaca del mar en 1731 exhumó en el islote de Sancti Petri; el sarcófago romano de Medina Sidonia que hoy está reconstruido y expuesto en el Museo Arqueológico de Jerez; y una urna funeraria romana de Cádiz. Y entre otras muchas piezas, tuvieron los marqueses una Venus con Cupido procedente de Madrid, un Príapo de bronce de Roma, un busto de mármol de un filósofo traído de El Cairo, numerosas inscripciones romanas, vasos e ídolos del Perú, etc. En las 13 láminas que en 1764 envió Guillermo al anticuario francés conde Caylus describió 57 objetos.

Formaron los marqueses durante medio siglo una importante y abundante colección numismática que sobrepasó las 5000 monedas -muchas de ellas romanas- y medallas. Con el fin de aliviar las deudas que tenía contraídas, a fines de la década de 1760 Guillermo decidió desprenderse del monetario, que vendió a la Real Academia de la Historia.

También estuvieron muy interesados por los avances técnicos y científicos del tiempo que les tocó vivir (los microscopios que tuvieron, por ejemplo), destacando la instalación, seguramente en la torre-mirador, de una cámara oscura.

Probablemente la biblioteca fue la gran joya de los marqueses. Interesados por todas las disciplinas del saber humano, estaba especializada en Historia, Geografía, Literatura y Bellas Artes, superando su fondo los 8000 volúmenes.  Tras la muerte del III marqués en 1779, la adquirió el jerezano marqués de Villapanés, desapareciendo en 1828 en aguas del Mediterráneo cuando era trasladada a Génova. No obstante, hay indicios claros de que muchos libros -entre 3500 y 4500- fueron a parar a otras manos antes de la venta a Villapanés y muchos aún pueden existir en diversas bibliotecas públicas y privadas.

Finalmente y como ayer apuntamos, interesante pero no muy copiosa debió de ser la colección pictórica, en la que sobresalían lienzos y bocetos de Murillo. Sospecho que la investigación que realizo deparará el hallazgo de otros cuadros aún no localizados. En la monografía que preparo daré cuenta de ello y detalladamente de las apasionantes vidas de los marqueses de la Cañada y su desaparecido ‘gabinete de curiosidades’ que atesoraron en su casa, a orilla del río del Olvido. (FIN)

Anteriormente:
En casa de los Marqueses de la Cañada (1) #6.236
Evocación de un rico patrimonio atesorado a orilla del Guadalete
En casa de los Marqueses de la Cañada (2) #6.250
Guillermo Tirry y Tirry, del esplendor a la quiebra
En casa de los Marqueses de la Cañada (3) #6.264
Las estatuillas de Hércules y Neptuno de Sancti Petri
En casa de los Marqueses de la Cañada (4) #6.276
El sarcófago romano de Medina Sidonia
En casa de los Marqueses de la Cañada (5) #6.290
La colección numismática y los objetos etnográficos y científicos.
En casa de los Marqueses de la Cañada (6) #6.303
La biblioteca, el inquisidor Pedro Sánchez y el naufragio (I)
En casa de los Marqueses de la Cañada (6) #6.304
La biblioteca, el inquisidor Pedro Sánchez y el naufragio (y II)
En casa de los Marqueses de la Cañada (7) #6.318
La colección de pinturas. Murillos a la orilla del Guadalete
En casa de los Marqueses de la Cañada (y 8) #6.319
La familia Tirry y su patrimonio cultural.

1 comentario en “En casa de los Marqueses de la Cañada (y 8) #6.319

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