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José Joaquín Sánchez Sena, es la cara amable que asoma entre tantos y tantos productos otrora “de Ultramar” que se despachan a diario en “La Diana”, en la confluencia de las calles Palacios esquina y vuelta con San Bartolomé. El lugar ha sido reproducido profusamente en cuadros y fotografías. Y sobre todo es reconocida una placa colocada por el Ayuntamiento de 1965 como recuerdo de la residencia en el inmueble del autor de “Los Cuentos de la Alhambra”, Washington Irving, en 1868. En diciembre de 2007 “La Diana” fue distinguida por el Ayuntamiento en el Día Local del Patrimonio Histórico, reconociéndola en el apartado de “comercio tradicional”. (Foto: La Diana en 2008).

José Joaquín Sánchez Sena, is the kind face who peeks through the many former “Ultramar” products sold daily in "La Diana", at the meeting point between calles Palacios and San Bartolomé. This location has been used many times in pictures and photographs although is probably better recognised by the plaque placed by the 1965 Town Council in memory of Washington Irving, the author of Tales of the Alhambra, who lived in the property in 1868. In December 2007 "La Diana" was singled out by the Town Council on Local Historical Patrimony Day, given recognition in the “traditional business” section.

José Joaquín entró a trabajar con catorce años en el Ultramarinos que Isidro Gómez Recalde tenía en la esquina de la Calle San Juan con Vicario, frente a la Plaza de Juan Gavala (luego sería el bar Puerta del Sol, donde hoy existe una tienda de charcutería gestionada por un matrimonio: Toñi y Paco). La Diana era también propiedad de Isidro Gómez y, al enfermar uno de los dependientes, José  Cárdenas Gilbau, destinan a José Joaquín a trabajar allí como sustituto; y así, hasta el día hoy. (Foto: La Diana en 1969)

Sánchez Sena lleva prestando sus servicios es esto de los comestibles desde los catorce años y ahora tiene sesenta y seis: hagan ustedes la cuenta con los dedos... Luego, a los poco mas de veinte años de trabajar con Isidro, el local pasa a ser regentado ya por nuestro amigo José Joaquín, mediante una renta, siendo “La Diana”, en la actualidad, de su propiedad. Conozcamos algo más de los orígenes del veterano almacén: «En 1804 existía un despacho de vinos de Manuel Pacheco, negocio que perduró hasta los años en lo llevó Emilio Vázquez Gálvez, entre finales de 1880 y 1920, denominado entonces Diana. En junio de 1925 lo adquirió Antonio Camacho Caballero para convertirlo en una tienda de comestibles y bebidas que ha llegado a nuestros días conservando su nombre» (Del libro de Enrique Pérez, “Tabernas y Bares con Solera”). (Ilustración: Detalle de cuadro de La Diana, obra de Coro López-Izquierdo).

En la época de Camacho Caballero, por la Calle San Bartolomé, su propietario tenía, además, una bar, donde además de vino, servía café y chocolate, --cuyos bombones molían sus hijos--, una tienda de bicicletas y un alquiler de coches de pedales. En la Revista Portuense, en septiembre de 1933, aparece esta noticia curiosa: «En la tarde del viernes se presentó en el almacén de la calle Palacios titulado “La Diana”, propiedad de Antonio Camacho Caballero, un gitano de unos veinte años, quien con engaño logró alquilar una bicicleta, a pesar de ser totalmente desconocido para el dueño, dando el nombre de José Fernández Heredia y el domicilio de Rosa, num. 17, resultando falsos, porque ni la máquina ni el gitano han aparecido. La bicicleta seminueva, marca “Regina” núm. 22.732, está pintada de guinda mate, fileteada con manillar de carrera y un solo freno, valorándola en 120 pesetas y dando su dueño cuenta de la sustracción a la Policía de esta localidad que practica gestiones». (Ilustración: Esquina de Palacios con San Bartolomé. Cuadro de Rafael Tardío Alonso).
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WASHINGTON IRVING EN EL PUERTO

Los jóvenes románticos europeos, los universitarios americanos, empujados por deseos de aventuras, de conocer lugares exóticos, descubrieron en la España del siglo XIX un lugar privilegiado para sus viajes. Un claro exponente es el escritor estadounidense, Washington Irving (1763-1859), autor de “Cuentos de la Alhambra” (1832).   Sus vínculos diplomáticos y su amor a los libros hizo que durante una de sus estancias en Andalucía fuera invitado en El Puerto (1828) de la familia Bölh de Faber, por el padre de la escritora Fernán Caballero, emparentado con los Osborne y metidos de lleno en el negocio de la vinatería. En su diario inconcluso, cuenta las actividades que realizaba en nuestra Ciudad, a la que llegó el 24 de agosto.  Así, el joven Irving se estableció en nuestra Ciudad durante un tiempo, encontrando la paz suficiente y la inspiración para terminar algunas de sus creaciones literarias. Según reza en la placa situada en la casa de la esquina de la calle Palacios con San Bartolomé:  «Washington Irving, ilustre escritor norteamericano, autor de “Los Cuentos de la Alhambra”, vivió en esta casa en el otoño de 1828 y en ella terminó de escribir sus libros “La Conquista de Granada” y “Colón» (*). La Ciudad y su Ayuntamiento rinden este homenaje a su memoria. Octubre de 1865».

Aunque, todo hay que decirlo, el norteamericano se quedó más tiempo del previsto debido a un brote de epidemia que cortó las comunicaciones entre Cádiz y Sevilla, lo que hizo que prolongara su estancia en El Puerto hasta el 3 de noviembre, fecha en la que regresó a Sevilla, de donde provenía. Allí conoció a Cecilia Bölh de Faber (Fernán Caballero) durante la representación de una ópera, para luego visitarla en su finca sevillana, fraguándose una fuerte amistad literaria. Las andanzas de Irving por nuestro país fueron estudiadas por Charles G. Bowers en su libro, “Las aventuras españolas de Washington Irving”. A la vuelta a Estados unidos, el escritor se convirtió en un entusiasta promotor de nuestros vinos, de los vinos de Osborne. Entre su correspondencia figura una carta por la que solicita se le envíe el vino de El Puerto “el mejor Brown Sherry [...] desearía que fuese un vino del cual yo pudiera enorgullecerme. Me propongo, con un poco de este vino, conseguirles muchos pedidos de Boston”.

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(*) Puede tratarse de la “Historia de la Vida y Viajes de Cristóbal Colón, escrita en inglés por el caballero Washington Irving y traducida al castellano por Don José García de Villalta”. Madrid. Diciembre de 1833. Imprenta de D. José Palacios, calle del Factor.

Mechu, saharaui apátrida.

«Los saharauis son apátridas y lo seguirán siendo hasta que puedan dotarse de nacionalidad propia mediante la creación de un nuevo Estado en el territorio, lo que sólo será posible tras la realización de un referéndum de autodeterminación». Juan Soroeta.

La RASD (República Árabe Saharaui Democrática, en árabe ????????? ??????? ????????? ???????????) es un estado formado por la antigua colonia española del Sahara Español (1880-1976), anexado en 1976 por Marruecos y Mauritania y anexado totalmente en agosto de 1979 por Marruecos, al renunciar Mauritania a la zona que ocupaba. La nación saharaui (ahl al-sahel, gentes de la costa) es reconocida como Estado por la Unión Africana y por más de ochenta Estados -la mayor parte de ellos africanos y latinoamericanos-, que aceptan la nacionalidad saharaui de sus ciudadanos. La historia reciente del Sahara hace sonrojar a las gentes de buena voluntad: tras la guerra de África en 1860, España logró el reconocimiento de la línea costera saharaui. En la Conferencia de Berlín acerca de África, se le reconoció a España una extensión de desierto adyacente a su zona costera de Río de Oro. En 1920, la colonia se constituyó en el Protectorado del Río de Oro; en 1934 integró con Ifni en el África Occidental Española, y en 1957 se convirtió en una provincia de España. Su independencia fue planteada por la ONU a España en 1967, pero la disputa entre Mauritania, Marruecos y Argelia por el territorio supuso un serio obstáculo. Tras la Marcha Verde de miles de marroquíes hacia el Sahara -planificada por el rey Hasan II aprovechando la enfermedad terminal al final de la dictadura del anterior Jefe de Estado, Francisco Franco-, se firmaron los Acuerdos de Madrid en 1975, por los que España cedió el Sahara a Marruecos y a Mauritania, los cuales tuvieron que enfrentarse luego con el saharaui Frente Polisario, apoyado por Argelia. La mayor riqueza del Sahara son las abundantes minas de azufre con las que cuenta el territorio. Durante el periodo final en que España controló el Sahara, se convirtió en una de los primeros productores de fosfatos. En España, el 20 de noviembre de 2007 el Tribunal Supremo dictó una sentencia en virtud de la cual se reconocía a una demandante, nacida en 1968 en Smara (territorio del entonces denominado Sahara Español), la condición de apátrida, por no poseer nacionalidad alguna (ni española, ni argelina, ni marroquí).
Mechu, en la fotografía, es una saharaui apátrida que para poder tener estatus de reconocimiento, para ser una ciudadana con un mínimo de derechos, tuvo que nacionalizarse en Argelia y así poder moverse por el mundo, aunque los saharauis ni son argelinos ni pretenden serlo. Trabaja en el sector de la hostelería en nuestra Ciudad, en un establecimiento situado en –fíjense que nombre más paradójico- la Plaza de la Cárcel: en la cafetería del Hotel Los Cántaros.

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