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181. MEDUSA. Agrupación Cultural Portuense.

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«Por eso bajo el nombre de “MEDUSA”, unos hombres y mujeres de El Puerto de Santa María, cualesquiera, se han agrupado en la vocación de la belleza, en el amor de la sabiduría para tratar de reavivar y mantener en todo el ámbito portuense, la luz de la inquietud para las cosas que tocan el espíritu, las letras y las artes, la ciencia y, en resumen, la cultura, serán poderosísimos tentáculos con que nuestra “MEDUSA” nos mantendrá enlazados a todos bajo su traslúcida sombrilla, percibiendo a través del prisma vivo de su cuerpo, la blanca luz del sol latino, desdoblada en abanico de todos los colores.» Con estas palabras entresacadas del manifiesto fundacional de la Agrupación Cultural Portuense “MEDUSA”, se vislumbra toda una declaración de intenciones que supone el punto de no retorno hacia una aventura incierta pero a la vez atractiva y desafiante, que emprende un grupo de portuenses vadeándose entre los vericuetos de la legalidad establecida en la España de mediados del siglo XX. (Ilustración de María Fernánez Lizaso que reproduce el logotipo de la Asociación).

literatura_medusa_puertosantamaria“MEDUSA” nace desde las entrañas de la propia desidia innata de la que la sociedad portuense hace gala en distintos periodos de su historia reciente. Ya se cuestionaban en sus principios la apatía que existía –y que aún hoy perdura- entre los portuenses de a pie, y que pregonaban a modo de señuelo en sus primeras soflamas para atraer a la concurrencia a los actos que organizaban: “...hartos estamos de decirnos y escucharnos que ‘en El Puerto no podrá nunca hacerse nada’, que ‘la gente de aquí somos así’. Pues bien no seamos más ‘así’, no seamos ‘gente’, sino personas, señores de nosotros mismos, capaces de asociarnos para alzarnos, apoyados los unos en los otros, en defensa de nuestra mejor parte…” Los primeros artículos de sus Estatutos tenían como objetivo la elevación del hombre por medio de la cultura, utilizando todos los medios y recursos que ésta te permite a través de una organización eficaz, regida por un grupo director explícitamente responsable de la consagración de los intereses de la propia Agrupación. Todo socio tenía el derecho adquirido por el mero hecho de serlo a participar siempre –salvo casos espacialísimos- gratis en los actos y servicios que se organizasen. La zangamanga que validaba todo lo anterior la encontramos en el artículo 23 de sus Estatutos que decía textualmente: "MEDUSA, Agrupación Cultural Portuense, estará siempre sometida a las direcciones pontificias de la Iglesia Católica, y al margen de toda política." Como no podía ser menos. (En la ilustración, el libro 'El Puerto de Santa María en la literatura española. Ensayo de una Geografía Literaria' de Manuel Martínez Alfosno, Doctor en Filosofía y Letras, Profesor Numerario de Lengua y Literatura en el Instituto Laboral de El Puerto. Publicación de MEDUSA).

manolomartinez_medusa_puertosantamariaEl veintisiete de enero de 1961 se redacta el acta constituyente de esta Agrupación, siendo su primer presidente Manuel Martínez Alfonso que desde que llegó a nuestra ciudad diez años antes, se implicó tenazmente en elevar el nivel cultural de los portuenses, primero en el Instituto Laboral impartiendo su didáctica de la literatura; con la propia Agrupación “MEDUSA” y más tarde con la creación del bisemanario “La Voz de la Bahía”, publicación de la que nos ocuparemos en otra entrega de esta jerarquía de los tiempos. Junto al profesor Martínez Alfonso configuraron la primera Junta Directiva, José Luís Tejada, Rafael Tardío, Domingo Roa, Antonio García Amador, Francisco Muñoz, Antonio Pérez y los Rvdos. Padres Jesuitas Pascual y Montero. Ya por aquella época se encargaba de la comisión de prensa el polifacético pintor y poeta Rafael Esteban Poullet. Las iniciales cuotas de socios ascendían a la cantidad de 15 pesetas mensuales, celebrándose las primeras reuniones todos los jueves a las nueve de la noche. (En la fotografía, Manuel Martínez Alfonso, primer presidente de MEDUSA).

cineforo_medusa_puertosantamariaSu primera sede oficial estuvo ubicada en la planta alta del edificio del Círculo de Labradores y Profesionales, pasando más tarde y provisionalmente al salón de visitas del Colegio de San Luis, del que se trasladaron en junio del 61 a la Calle Jesús de los Milagros.  Su deambular por El Puerto también les llevó al Colegio de la Pescadería, a la calle Larga, 97 y finalmente ya en la época de la incipiente democracia en las instalaciones de la extinta Organización Juvenil Española (OJE). En dieciocho años de existencia arengando a los portuenses con su ‘apostolado de la cultura’, demostraron con la sutilidad que caracteriza a las personas necesitadas de expresarse en libertad, que la mente humana es capaz de escabullirse delante de las propias narices de sus censores sin  menoscabo de la dignidad inherente al ser humano. En su primer año de existencia consiguieron tener más de doscientos socios, lo que ya es un logro para una Ciudad como El Puerto, y llegaron a organizar unos cuarenta actos repartidos entre proyecciones de películas a través del primer ‘Cine-Foro’ que hubo en la ciudad, conciertos de música grabada, representaciones teatrales de autores tan dispares como Bernard Shaw, Valle Inclán, Shakespeare, Chejov y el propio Federico García Lorca, así como conferencias, exposiciones de artes plásticas y la creación de una revista literaria y de una línea editorial.

jesusserrano_medusa_puertosantamariaA fecha de hoy, y según palabras de su último y a la vez más joven presidente, el poeta Jesús María Serrano, “MEDUSA” entró en estado de hibernación a instancias suyas cuando tomó carta de naturaleza la Constitución Española de 1978. Curiosamente y ya en periodo democrático pero con las dudas existenciales de los de siempre, en una Semana dedicada al Cine Español en las dependencias donde se ubicó la OJE, y cuando se estaba proyectando la película ‘El Alcázar no se rinde’, irrumpió la policía nacional incautando todo el material cinematográfico relativo al pequeño certamen, con la clara intención de detener a los organizadores. El motivo de la denuncia: presuntas mofas al ejército. (Fotografía: Jesús María Serrano, último presidente de MEDUSA).

Muchos fueron los portuenses que a través de “MEDUSA” aprendieron a convivir con ideas distintas a las suyas, que pudieron desarrollar sus habilidades artísticas o de cualquier otro tipo, y que en definitiva se fueron preparando para la construcción de la nueva España que llegaba no sin cierto temor a la vuelta de la esquina. Leonardo Romero, Javier Renedo, Eloy Fernández, Pepe Buhígas y tantos otros y otras que hoy recuerdan con cariño y admiración sus tertulias en aquella Agrupación Cultural Portuense. “MEDUSA” fue ante todo coloquio, diálogo vivo, entendiendo el arte y la cultura misma como algo opinable, y fue la única que se atrevió en el periodo de la Dictadura –según palabras del escritor y poeta portuense Manuel Pérez Casaux- a no doblegarse ante la mediocridad y el oscurantismo de ese Régimen.  Manolo Morillo

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Carnet de socio de Medusa, núm. 427, perteneciente a Camilo González Selma.

En Medusa había un grupo juvenil llamado 'Memphis' y cuando cumplían los 18 años o un poco antes, pasaban a Medusa. Tenían caseta en la Feria, cuando se ponía en La Puntilla que, luego, Ramón Sánchez Pina la instalaba en la Playa de La Puntilla y los lunes había tertulias por la noche, donde tomaban el 'Pescado Venial'. Después de la Tertulia los socios iban al freidor y compraban un surtido de pescado que eran degustados a continuación tras aquellas tertulias interesantísimas, por donde pasaban todos los intelectuales que veraneaban en El Puerto.

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Carnet de socio de Memphis, la rama juvenil de Medusa, núm. 022 perteneciente a Rafael Osborne Fernández.

El Padre Pascual, S.J., pertenecía a Medusa y con algunos socios hacían excavaciones en Fuerte Ciudad, preparando su tesis doctoral en esa época.

10 comentarios en “181. MEDUSA. Agrupación Cultural Portuense.

  1. ACL

    Ponderable sección de 'Memphis'. De esta manera, el sábado día 4 de enero de 1969, daba cuenta en Cruzados de que La Sección Juvenil Memphis de la Agrupación Cultural 'Medusa', hizo posible en la Navidad de 1968, tras varios días de intensa labor, preparar todo lo necesario para cristianar a dos niñas nacidas en aquellos días de invierno que se conmemoraba el nacimiento del Niño Jesús. Los jóvenes de ‘Memphis’ confeccionaron primorosamente dos canastillas completas que ofrecerían a los padres de las recién nacidas, una de ellas habitante de las viviendas, del bario marginal más renombrado por aquel entonces en El Puerto. Me refiero a ‘Las Carrales’.

    'Medusa', organizó el domingo 29 de diciembre de 1968, en su salón del Centro Santa María de España una reunión para festejar ambos bautizos, celebrados en la Parroquia de Nuestra Señora de los Milagros.

    Mi estimado y apreciado compañero del Instituto Laboral, Camilo González Selma, recordara este hecho, del mismo modo que la exposición de pinturas de Álvaro Rendón, cuya muestra de cincuenta y tres obras fue inaugurada el viernes día 3 de Enero de 1969, en el mismo centro de Santa María de España.

  2. Jesús María Serrano

    Dudo mucho que Sol Ruiz haya pertenecido a nuestra querida Medusa, de todos modos, gracias a esta publicación digital se lo preguntaré en tu nombre.

    Un abrazo para Eloy y también -como no- para Sol. Toda vez que se está preparando desde RAZZIA ARTIST un encuentro y ella está especialmente involucrada junto a mi buen amigo Manolo Morillo.

    Jesús María

  3. Eloy Fernández Lobo

    Muy bonito mensaje, corto, muy corto y lleno de sentimiento, pero para poder calar en su profundidad, yo me pregunto, porque no tengo ni idea, ¿Se puede saber de quien viene?. ¿Estuvo nuestro "Sol Ruiz" vinculado a Medusa?. Me encantaría, me hace ilusión saberlo.

  4. Sol Ruiz

    Tan solo quiero dejar unas palabras de agradecimiento por el empeño, la ilusión y la estela de sueños comenzados que nos habéis dejado. Una muestra más de que el tiempo pasa ineludiblemente pero la memoria persiste. Desde Razzia Artis un saludo y gracias por vuestro apoyo, aún, todavía.

  5. Jesús María Serrano

    La bondad de nuestro amigo y gran poeta José Luis Tejada era tal, que a pesar de haber sido él quien había organizado el acto, evento posiblemente de los de mayor repercusión pública que Medusa había organizadao y que mi juventud se había cargado, nunca me lo tuvo en cuenta, antes al contrario, me acogió como a un hijo más de los suyos. Me instó a que lo visitase, me permitía hurgar en su gran bibliteca, me prestaba todos sus libros, que Maruja anotaba convenientemente, ganándome también su cariño.

    Si por cualquier circunstancia, tardaba en visitarlos, se lo decía a los compañeros de Medusa y así volvía una y otra vez a su casa de Plaza del Castillo, a veces me lo encontraba jugando al ping-pong, otras dormido pero no entiendo en virtud a qué razones me defendía de todos, conocí a Aquilino Duque, Julio Mariscal, los hermanos poetas flamencos de Arcos, Barbadillo, Manuel Pérez-Casaux y tantos otros. En cierta ocasión que vinieron a entrevistarlos para la televisión, puso como condición que estuviese presente.

    Me engañaba con subterfugios, para que lo llevase a distintos sitios en mi coche de segunda mano, cuando lo que pretendía era presentarme a personas que andando el tiempo, sus obras están en los anaqueles de las mejores bibliotecas, decía cosas de mi que me ruborizaban y eso que yo era un joven anarquista y contracultural que no me creía nada.

    Una tarde, me avisó para que lo llevara a Cádiz porque tenía un recital poético en un edificio donde hoy se paga los impuestos de los coches, en la Plaza de España, frente al monumento de las Cortes. Como era tan despistado como yo se equivocó de día y lógicamente, no había nadie. Me enfadé mucho, pero no con él por supuesto. Así que llamé al Colegio de Médicos y expliqué a mis amigos lo que había pasado, les pedí que viniesen para que el poeta pudiese declarmar sus versos. Tardaron menos de 10 minutos en llegar y nos fuimos al monumento, lo sentamos en el trono del Presidente de las Cortes para que diese su recital. Al principio se negó pero yo me opuse, le dije que había buscado público y querían oirlo y su obligación como poeta era complacerlo. Me miró, se sonrió y me dijo que tenía razón, toda la razón. Y allí leyó todo lo que llevaba preparado. Mis amigos pusieron la música con sus guitarras y una flauta: fue maravilloso.

    El guarda de la plaza, por entonces las plazas tenían guardas, le decía: -Don José Luis por favor, no me haga usted esto, que ahí no se puede sentar nadie, eso es pa mirá na ma. Nosotros le decíamos: -¡Cállese y no interrumpa al poeta! El guarda casi estaba llorando y nos decía que nos fuéramos por favor que llevaba poco tiempo en el empleo, que se lo habían dado por recomendación y nosotros, más cachondeo y José Luis, más poemas y más poemas. Y de vez en cuando decía: ¡Que vengan a detenernos, que detengan también a la poesía!

    Le encantó el happening que le organicé.

    Terminó tan contento, que de vuelta de Cádiz, me dijo que pasara por Puerto Real que tenía que ver a alguien: me presentó a Juan Antonio Campuzano y a su novia eterna, la bellísima Lola García-Páez, pianista y que había sido novia de Rubén Darío. Juan Antonio, había sido además de diputado durante la República, traductor de inglés, francés, alemán y ruso en la Sociedad de Naciones, donde conoció a Lola y se la robó a Rubén Darío.

    Campuzano cuando los rebeldes franquistas dieron su golpe de estado, sufrió persecución y fue mandado forzoso como oficial de la División Azul a luchar contra el comunismo, algo que a él le repugnaba pero eso o la muerte. Tuvo la suerte, de quedar su unidad aislada durante uno de los muy crudos inviernos rusos y la guerra se paralizó. Nos contaba Juan Antonio que allí escribió sus Cuadernos de Yvan Yvanovich, que nos leía ya muy viejos, advirtiéndome que no se publicasen hasta que él no muriese, porque temía represalias contra tres hermanas monjas que vivían con él, monjas vestidas de monjas, que nunca comprendí qué hacían allí y que no estaban en un convento, muy amables todas.

    Para hablar con Juan Antonio Campuzano se ponía una trompetilla porque estaba sordo de un obús que le había reventado un oído en la Segunda Guerra Mundial. Lola y él eran dos personas angelicales, libres, nunca se casaron, afirmaban que con Franco nunca se casarían, ella mantenía una casa pequeña muy cerca que era la tapadera. Nos hablaban de la II República, los errores y los aciertos, nos daban pelos y señales por haber sido testigos de primera línea y conocido a los mandatarios y figuras políticas, del arte y la cultura de toda Europa y también de España.

    Se lo conté a mi buen amigo el poeta Ignacio Rosso y desde que se enteró ya no se perdía ni un viaje, a veces íbamos ya solos a escucharlos, pero ellos, lo que querían realmente es que leyésemos nuestras obras.

    En otra ocasión, como me engañaba tanto José Luis, aunque no me importaba, me dijo que teníamos que ir a Cádiz al mismo sitio donde se equivocó de día y me negué en redondo porque me temía que aquello conllevaba cachondeo, pero no tuve más remedio que aceptar. En esta ocasión el salón de actos estaba atestado. Había más poetas en la mesa, un encuentro poetico o algo parecido. Fueron leyendo cada uno, las intervenciones de gran altura y dejaron a José Luis en último lugar. Mi sorpresa llegó cuando tras un par de poemas cortos, interrumpió su participación y dijo que se encontraba muy a gusto, pero que tenía una muy grata sorpresa para todos. Me interesó lo que decía y estuve muy atento, lo que nunca pude imaginarme, es que dijese que había asistido para presentar un joven poeta de El Puerto de Santa María que recogía en sus versos la esencia de la mejor tradición y seguidamente, me nombró. Después me pidió que subiese a la mesa, yo me quedé paralizado, no podía ni balbucear, dijo que estaba entre el público, me señaló y aunque me negaba fui forzado a subir. Agradecí sus palabras y lógicamente comenté que eran muy exageradas, fruto de la amistad pero que nadie las tuviese en cuenta. El moderador me pidió que leyese algunas obras y tuve que decir -aclaro que el aforo del salón estaba completo- que no llevaba nada y, además, nunca me aprendo mis poemas de memoria y que lo sentía mucho. Entonces, José Luis Tejada abrió su maleta, sacó un montón de poemas míos que había ido guardando, me imagino que en las tertulias o alguien se los había dado y me los puso en la mesa. Me dijo ahora no tienes escapatoria y ya sabes donde las dan las toman. Así fue mi primer recital en Cádiz.

    José Luis siempre en la memoria y por él transcribo el último párrafo de mi ELEGÍA AL MAESTRO DESAPARECIDO -A José Luis Tejada-. Escrito la misma tarde en que lo enterramos de un tirón, estando conmigo mi buen amigo Ignacio Rosso que se temía me suicidara y reconozco haberlo pensado. Permanecimos ambos sin pronunciar palabra en mi biblioteca escribiendo y mirando al balcón.

    "...Luego volví a inundar de algas mis bolsillos y soñé con subirme a los cañizos y esterones de La Puntilla, arrebatado de impotencia, para allí desafiar al viento de Levante. Tembloroso y triste me refugio en el oscuro reducto de mi casa, y la altanera araucaria de mi balcón va susurrándome sus quejíos vegetales circundada también por cuatro muros. Me pareció por un momento oir el ulular del viejo molino de viento de la calle Valdés, girando alocadamente, desesperado, por perder al mejor de sus amantes, allá, no muy lejos, concretamente en un patio flanqueado por cipreses, en un solar ruinoso y ventilado por signos y claveles."

    Jesús María Serrano

  6. Eloy Fernández Lobo

    Para aquellas fechas, una intervención como la que tuvo Jesús era totalmente impensable; se respiraba que muchísima gente había quedado totalmente desencantada, desilusionada, frustrada, pero nadie piaba en contra del buen hombre. En esa época había una gran inquietud por cosas como la “parapsicología”, nos resultaba tan exótica y atractiva como las artes y prácticas de los antiguos alquimistas, eran tiempos de búsqueda insaciable de lo que fuera, sed que nos llamaba a leer libros y libros incomprensibles, que no te llevaban a ninguna parte. Ese ambiente trató de explotar, arrimando el ascua a su sardina, el célebre jesuita que aún anda por ahí (lo vi una noche en la tele), de lo qué me alegro. Nos tomó el pelo, como no podía ser menos, ¿A quien se le ocurre ir a oír una conferencia, sobre “el arte de la brujería”, pronunciada por un sacerdote y jesuita por añadidura?.

    No sé si se merecía lo que se llevó, pero como le dijo, atrevidamente, Jesús, su desfachatez no tuvo límites, admitió que no tenía ni puñetera idea de parapsicología, pero “dejando firmemente sentado” que lo de Lázaro era ¡ Milaaaaaaaaaaaaagrooooooo ! y “otras cosas”, que la gente decía que había visto, grabado, u oído, pero de las qué no había prueba alguna y que, desde luego, no se daban en la naturaleza , “eso” era parapsicología. No recuerdo haberlo pasado tan bien en ninguna otra conferencia organizada por Medusa, el cierre fue apoteósico, un verdadero broche de oro ¡Como nos divertimos ! el cachondeo fue mayúsculo.

  7. Jesús María Serrano

    ¡Eloy me has provocado la risa, como haces siempre!

    ¡Por supuesto que lo cuento ya que fue otra de las muchas situaciones surrealistas que me persiguen!

    Ese mismo día sobre la una de la tarde, me habían dado alta en la Clínica del Dr. Frontela, hoy Santa María del Mar. Me sentía muy dolorido de una enfermedad crónica que padezco, llevaba colocado una sonda uretral dilatadora rígida muy dolorosa con una bolsa y, me habían dado permiso de fin de semana, para tratar de evitar que pudiese atacarme un virus hospitalario.

    Había leído en la clínica en el Diario de Cádiz, la convocatoria de la conferencia en el Salón de Actos del Instituto Laboral, que hoy sigue siendo institución docente.

    Desplazarme me costaba muchísimo y me sentía muy mareado, por entoces convivía sin casarme con mi novia, que andando el tiempo se converitiría en mi primera esposa, en la vieja y preciosa casa familiar de mi abuelo, en el número 33 -antes 29- de la calle San Bartolomé, esquina a Federico Rubio.

    Consideré que era mi obligación asistir a un acto de mi asociación a pesar de todo. Sacando fuerzas de la flaqueza, ese día llovía mucho, pude andar el escaso espacio que me separaba del que también había sido mi instituto, y lo hice por dos motivos: enterarme de lo que allí se dijera y estar presente, por si asistían pocas personas que no fuese considerado un fracaso de público. Me equivoqué absolutamente.

    El conferenciante invitado era el sacerdote jesuita P. Loring, supuesto experto famoso en parapsicología.

    Como me encontraba tan mal, tardé muchísimo en andar la calle, subir las escaleras y acceder al salón de actos que estaba lleno, incluso con bastantes personas de pie por los pasillos e incluso el piso superior. Alguien advirtió que a pesar de mi juventud, calculo unos 22 ó 23 años, me encontraba muy mal, alguien se levantó para ofrecerme su asiento en la antepenúltima fila, hecho que agradecí.

    El conferenciante dominaba la palabra y el escenario, mantuvo encandilados a los asistentes, procedentes no solo de El Puerto sino desplazados para la ocasión desde Málaga, Sevilla y Córdoba.

    Loring nos habló diciendo que efectivamente los extraterrestres existían, apoyándose siempre en tres pequeños libros que mostraba con su mano derecha sobre ellos y, cuyos títulos citaba arrebolado y entusiasmado. Atribuyó también una existencia divina a los extraterrestres, llegando incluso a decir, que posiblemente fuesen ángeles, pero que para no asustarnos se revestían de esos ropajes y formas. Al público le encantó la exposición de cura jesuita pero, sinceramente, me sentí defraudado y avergonzado, por su falta de rigor científico.

    Al término de la conferencia "Parapsicología y Milagro", abrió turno de palabra y se inició el coloquio: todas las intervenciones eran para felicitarlo, aplaudirlo y jalearlo.

    Mi enfado iba "in crescendo", no me lo podía creer. En un momento dado, temí que acabase allí y saliese por la puerta del fondo del escenario y desapareciese en olor a multitud, de modo que intervine pidiendo la palabra que fue la penúltima. Así que como pude y con muy poca voz -me encontraba muy mal-, lo felicité pero no me oyó bien, me encontraba muy lejos del escenario. Así que dijo que lo repitiera más alto porque no se me escuchaba en la sala, de modo que gritando le dije algo así como que lo felicitaba por la cara tan dura que tenía, que me parecía una tomadura de pelo a tantas personas que lo habían escuchado en silencio, desplazados de distintos puntos de Andalucía para escuhar tonterías y mentiras. La sala entera se volvió contra mí, pensé que mataban allí, sin embargo, advertí ciertas muestras de aprobación respecto a lo que le había dicho. Loring, muy enfadado, me dijo que si yo me consideraba tan inteligente que la próxima conferencia la impartiese yo. Le contesté que no se preocupase por eso, y que cuando hablase en público en una conferencia, jamás me basaría en la lectura de sólo tres libros y además, tener la desfachatez de reconocerlo.

    Afortunadamente, un señor mayor con barbas que había venido desde Córdoba, un profesor de la Facultad de Psicología, me echó un capote y estuvo de acuerdo conmigo. Lo que son las cosas, tras nuestras intervenciones se produjo en el acto una división de opiniones completa y ahí terminó el acto multitudinario de Medusa.

    Para salir, me levanté con mucho esfuerzo de la butaca y poco a poco conseguí llegar hasta la antesala del teatro, al llegar allí, no sabía lo que me esperaba: un enjambre de señoras me golpearon con sus paraguas y me insultaron, por difamar a la Santa Madre Iglesia y boicotear el acto de un hombre santo. Afortunadamente, amigos y compañeros de Medusa, -posiblemente también Eloy-, me sacaron del Salón de Actos mientras nos reíamos.

    Me llevaron casi en brazos hasta uno de los bancos frailunos del antiguo convento (que por cierto nadie sabe donde están), me sentaron y esperamos a que las hordas de los ángeles volasen a los cielos con el Padre Loring.

    La cultura es muy divertida: la recomiendo a todos.

    Agradezco a Eloy que me haya recordado esta anécdota que ya tenía casi olvidada y también, que me salvase de las fans del Padre Loring. Una más de las muchas que nos han pasado, pero que efectivamente, han servido -espero-, para que hoy todos podamos expresarnos con toda libertad sobre lo que pensamos y anhelamos.

    Jesús María Serrano

  8. Eloy Fernández Lobo

    A mis entrañables amigos Faelo y Jesús:

    Con respecto a los últimos “tiestos” de Medusa, quise decir, que aquello que no era realizable, de lo qué nadie quería hacerse cargo, porque sitio en su casa casi nadie tenía, le “toco cargárselo” a Faelo, no creo, no quiero, que nadie piense, ni haya podido pensar, que la honorabilidad y el buen hacer de Faelo sea materia cuestionable, con respecto a Faelo, daría mi mano derecha a que no hay una sola persona en el Puerto, de los qué lo hayan conocido, que no lo quiera, estime o aprecie, ¡un abrzo Faelo!. Por cierto, Faelo era la persona más constante en Medusa, de todas cuantas pudieron pasar por allí, y el alma misma del cine-club.

    Estimado Jesús:

    Tu llegaste a Medusa en su etapa más tardía; por supuesto es muy cierto lo que pasó con aquel ciclo de cine militar español, a la censura policial aquello le sonó a cachondeo contra el Régimen, no era para menos; fue risible y cachondeable. Pero no es menos cierto que Medusa fue una tribuna libre; en aquellas fechas, no solo hubo "filocomunistas", que no había ninguna necesidad de estigmatizarlos o estigmatizarnos, porque la inmensa mayoría de los jóvenes y menos jóvenes de Medusa de aquella época, respirábamos entonces por esas costuras. Allí tuvieron cabida hombres de toda la gama de la izquierda, desde la más tolerante hasta la mas extrema, juntos o rebujados con las personas de derechas o más de derechas (aunque dicho sea de paso, éstos últimos eran muy poquitos y creo que respetables también), sin problemas, ideas aparte (que las debatíamos abiertamente y sin que hubiera situaciones agrias de ningún tipo), éramos una familia, nos interesaba principalmente la libertad, luchábamos por ella, cada uno a su manera, ese era el común denominador. Recuerdo perfectamente, que en una de las últimas tertulias, en la calle Cielos, un destacado comunista, dijo: "Si Medusa tiene que ser roja, será roja". Era el tiempo de las consignas comunistas de asalto, desde dentro, a todas las organizaciones.

    Lo importante es que hicimos una labor, hubo un foro abierto, y muchas personas conseguimos allí, el objetivo por el qué luchaba nuestro queridísimo y añorado amigo y mejor poeta J. Luís Tejada, que Medusa fuera, plataforma, escuela y cátedra de diálogo.

    Me olvidé de las actividades lúdicas a las que aludí de pasada; allí, los aficionados al inglés (Enrique, hermano de Faelo, y yo) jugábamos con los expertos (El difunto Antonio Pérez y otros) al “scrabble”, lo que era todo un lujo "baratísimo" de aprendizaje; a las damas, al ajedrez, al ping-pong; alguien llegó a hacer hasta ensayos de hipnotismo; lo pasábamos, muy sanamente, ¡en grande!.

    No sé si Jesús se acordará de una intervención pública suya, quizá la primera, seguro de las primeras, muy atrevida para la época, en el salón de actos del Instituto Laboral (a rebosar aquel día), cuando interpeló a un sacerdote jesuita que disertaba, en una conferencia organizada por Medusa, bajo el sugestivo título de “Parasicología y Milagro”. Si Jesús se acuerda y quiere que la cuente, fue muy divertido.

  9. Jesús María Serrano

    Eloy tiene toda la razón cuando afirma que Medusa jamás tuvo sede la O.J.E. y quiene pertenecíamos a la asociación estábamos estigmatizadod como "filocomunistas". Se usó ese local de forma temporal, simplemente para las proyecciones.

    Sin embargo, se olvida que cuando realizábamos EL CICLO SEMANA DE CINE ESPAÑOL, en los locales de la O.J.E., con un "cameraman de Claret Films Sevilla", que venía diariamente, desde Jerez de la Frontera, a proyectarnos las películas, no acierto a recordar ahora si fue el miércoles, tercera sesión de cine o el jueves, me inclino más por el jueves y sí aseguro, que la película que se proyectaba en 16mm era EL ALCÁZAR NO SE RINDE.

    A estas proyecciones, asistía siempre uno muy bien trajeado, que se sentaba recién iniciada la proyección y no pronunciaba palabra. Algo muy raro porque al ser tan pocos siempre estábamos charlando, aunque en voz baja, participando incluso el camarógrafo, persona muy agradable por cierto.

    En cierto momento de la película, el alcázar, donde se habían refugiado o acantonados, los rebeldes (franquistas), estaba siendo bombardeado por los republicanos, parece que en los sótanos se comienza a editar EL ALCÁZAR y luego una escena en superficie donde una mujer, se pone de rodillas a rezar. Este comportamiento ilógico a todas luces, ya que el sentido común dicta que ante un bombardeo lo que hay que hacer es guarecerse, provocó las risas de los pocos que que asístiamos que dudo llegásemos a la docena contando al cámara y al individuo que no hablaba, -que resultó ser policía de la Secreta- como todos intuíamos.

    Podría aportar los nombres de la mayoría de los presentes, que no cito ya desconozo si les agradará aparecer en una publicación y mucho menos sin su permiso. Si hace falta, me pongo en contacto con ellos y lo cuento también.

    Me llamó aparte, se identificó para inmediatamente después encender la luz de la pequeña sala, que recuerdo perfectamente. Conforme se entra por el chaflán actual de la Piscina Municipal, la puerta de la izquierda. Luego ordenó al cámara suspender la proyección cinematográfica, confiscó el materíal y ordenó a los presentes que no salieran de allí. Ante ello, le dije al policía que los presentes no eran culpables de nada y que yo asumía la responsabilidad del acto por ser presidente y organizador. Salimos él y yo la la calle, mi sorpresa fue tal al ver entre las calles Valdés y Manuel Pérez Fernández, calle creo Menesteo, en la acera de izquierda un autobús marca SAVA y 2 ó 3 lecheras con policías. Ante ello, le dije que me parecía un despropósito todo ese dispositivo policial, ante personas que estaban viendo por una película que era legal y comercial, que se había proyectado en todo el territorio español desde que terminó la Guerra Civil y, caso que me fuese a detener, pues que yo mismo andando, sin bajarme de mi acera iría a la Comisaría, que para ese cometido no necesitaba movilizar a tanto cuerpo policial. Conforme le iba diciendo esto, no pude refrenar mis deseos de reírme, me parecía tan surrealista aquella situación. Tanto es así, que el propio policía no pudo reprimirse y se echó a reír también.

    Terminando la cosa, suspendiéndose el Ciclo de la Semana de Cine Español por presuntas mojas al Ejército sin que nada nos sucediera aparte del disgusto, la suspensión y el cabreo de todos.

    En cuanto a la "hibernación", no dudo que mi querido José Luis lo comentase pero por entonces estaba muy en el candelero la hibernación de Watl Disney, así que no me atrevería ni a confirmar ni a negar lo que nuestro apreciado Eloy escribe.

    Un abrazo,

    Jesús María Serrano

  10. Eloy Fernández Lobo

    He leído este artículo con entusiasmo inusitado, nostalgia y mucho cariño, no sólo por aquella institución y sus logros, sino por las personas que la crearon y por todas aquellas con las qué compartí y pude departir, desde 1.963 hasta su final, ilusiones, proyectos, pensamientos y actividades de todo tipo, incluidas las lúdicas. El cine club, las charlas y conferencias, las exposiciones y las maravillosas tertulias. Los jueves en verano, se celebraban en la caseta bar de la Agrupación en La Puntilla, bautizadas por José Luís Tejada como “del pescado venial”, por las viandas de pescado frito que engullíamos durante esas veladas.

    El alma mater de todo aquello fue ese gran Hombre, nuestro querido y gran poeta porteño José Luís Tejada Pelufo, humano y cristiano hasta los tuétanos, católico practicante, creyente y ferviente que, no sólo era capaz de admitir mi ateismo, sino que su grado de tolerancia supino le hizo, en una de sus muchas dedicatorias, escribirme “a mi buen amigo y objetor de conciencia ...........”.

    En aquella Institución, plataforma, escuela y cátedra de diálogo, como le gustaba definirla a José Luís Tejada, porque ese era su objetivo; con sus estatutos y articulado: “.......estará siempre sometida a las direcciones pontificias de la Iglesia Católica, y al margen de toda política.”, tuvo cabida, sin traba alguna, todo tipo de ideas y pensamientos, y sus portadores, que pudieron expresarlos con absoluta y total libertad, en una atmósfera de fraternidad y tolerancia, que más quisiéramos poder disfrutar hoy día (anécdotas aparte).

    No recuerdo, sin embargo, por inexistente ningún local de Medusa en la O.J.E., al que se refiere, posiblemente por error, mi buen amigo Jesús Mª Serrano, ya que el último local estuvo en la calle Cielos, junto a la casa de “Rafa” el fotógrafo; precisamente nos correspondió a Jesús y a mí liquidar los pocos enseres que Medusa tenía, como consecuencia de la decisión tomada por la Junta Directiva en “Un Alto en el Camino”, reunión a la qué asistieron, Jesús Mª, Esteban Poullet, Alfredo Bootello, J. Luís Tejada, yo y posiblemente otros, barajándose la baja definitiva de Medusa, pero fue J. Luís Tejada quien, argumentando que no sabíamos qué nos podía deparar el futuro en materia de libertades, aconsejó “la hibernación”. Resulta anecdótico referir, que yo como Tesorero, dije que no tenía sentido mantener saldos ni cuentas y propuse donar el saldo existente (74.000 Ptas. depositadas en el Banco de Vizcaya, después de haberse ya vendido los enseres) a las HH. De los PP, pero Alfredo Bootello, reaccionó diciendo que él se hacía cargo de la Tesorería, y se lo hizo; al día siguiente me llamaron de “Un Alto en el Camino” puesto que habían ido a cobrar el cheque de 230,-- Ptas. de la consumición y allí le habían dicho “que no había fondos”, nadie quiso saber nada del asunto, por lo qué yo tuve que hacer frente al pago. El archivo documental resultaría, mucho más tarde, quemado en un incendio en casa de Alfredo Bootello, y unos cuadros, libros y algún que otro objeto (todo de escaso valor material) fueron entregados, en depósito, a Esteban Poullet.

    Así terminó Medusa;

    REDACCION ha escrito: Una última noticia que ha llegado a esta redacción es que los objetos entregados a Esteban Poullet fueron depositados, por él mismo, en el Archivo Municipal, donde en la actualidad se custodian.

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