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El pasado mes de abril nos ha dejado un conocido servidor de las barras y los bares de El Puerto, Manuel García Gómez ‘el Tabique’. Dicho apodo familiar lo  heredó de su padre, también de nombre Manuel, una persona muy conocida, corredor, rey del trueque, gañán y mil oficios mas en un El Puerto en el que había que buscarse la vida.

A nuestro protagonista, a Manolo, le hemos visto recorrer, dirigir y llevar barras y bares de El Puerto. Y donde comenzó con apenas 12 años en la hostelería, el Bar Vicente, con nótula núm. 014 en Gente del Puerto, acabó sus días profesionales, hasta su jubilación.

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El primero por la izquierda es Er Beti, seguido de Vicente Sordo (Hermano de Maximino) y que le da el nombre actual al establecimiento, a su lado está Antonio Valimaña Lavilla; el más pequeño de todos es Manolo García Gómez, Manolín 'el Tabique'  que trabajaba allí desde los 12 años. A la derecha, al otro lado de la barra, se encuentra Manuel Osborne Vázquez y por último, Campuzano, el camarero que está tras la barra a la derecha. (Foto: Colección V.G.L.).

tabique5_puertosantamariaEmpezó como hemos señalado en el Bar Vicente y allí continuó por espacio de bastantes años hasta que decide dedicarse a los servicios externos --lo que hoy se entiende por un cátering--. Luego vendrían el Bar El Faro, en la esquina de la calle Nevería con Palacios (donde hoy se encuentra una óptica, y que con anterioridad a El Faro albergó una tienda de montañés, de nombre ‘Tienda de la Sangre’ y más tarde el despacho de bebidas ‘La Viña’), el Bar Las Columnas, y es reclamado por Maximino Sordo para el remodelado Bar Central (obra del arquitecto Rafael de los Santos), donde sería Jefe de Barra, permaneciendo en dicho establecimiento hasta su cierre. (En la imagen, Tabique, durante el Servicio Militar en el Cuartel de San Fernando).

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Años antes de su remodelación, el Bar Central a finales de la década de 1950... con la lámpara de carburo, el armatoste de la radio, la máquina de café, el molinillo, el teléfono y el cartel anunciador de una corrida de toros, una que lidiaron 'Cardeño', Aparicio y 'Litri'. (Foto: C.M.P.H. Texto del pie de foto: Enrique Pérez Fernández.

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El Resbalón o Resbaladero, en una imagen reciente.

Maximino se lo llevó al Restaurante ‘El Resbalón’ o ‘Resbaladero’, la antigua lonja del pescado, donde sería uno de sus hombres de confianza y donde permanecería hasta el cese del negocio. Pío Baroja recrea una escena de su novela ‘El mundo es ansí’ en dicho establecimiento: «Estuvimos en la tienda del Resbalón. Figúrese usted, una especie de camarote pintado de amarillo, una mesa redonda, grande, en medio, y alrededor sillones de paja con el asiento inclinado, y de cuando en cuando unos gatos, que entraban por debajo de un tabique y se llevaban lo que podían. --¿Y que cenaron ustedes? --Unos platos de pescado frito y un caldillo de perro. --¿Pero como? ¿De perro? --Un guiso que aquí llamamos así.«

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En la imagen, podemos ver, entre otros, a Tabique con Martínez Alfonso, y el periodista Manuel Sosa.

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Otra imagen de aficionados taurinos, Tabique, Martínez Alfonso, Ullén, y los hermanos Mulero, que regentaban la Peña Taurina 'El Tropezón', en la calle Cruces.

Luego veríamos  a ‘Tabique’ en el Ermitaño, para montar con posterioridad un pequeño bar que regentó en solitario, donde hoy está el Bar 'el Corruquero', en la Avda. Micaela Aramburu, frente al bar de ‘Los Cristalitos’.

Vicente Sordo, que guarda un grato recuerdo de él ya que lo conoció de niño, y del que aprendió tanto en el plano de la vida como en el profesional, lo reclamó allá por el año 2002, permaneciendo en el Bar Vicente hasta su jubilación en el año 2008.

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Durante su úlitma etapa en el Bar Vicente. De izquierda a derecha, Vicente Sordo, Pedro Barba, Tabique, Antonio Ventura, Antonio Selma e Inmaculada González.

Falleció este discreto maestro de la hostelería hace apenas dos meses, víctima de una enfermedad que otrora se prodigó en una ciudad como El Puerto, de vinos y bodegas. Del color del melocotón se presentó una mañana por el Bar Vicente, le acompañaron al médico y al Hospital y, efectivamente, los tristes presagios se cumplieron cuando no le dieron a ‘Tabique’ más de un mes de vida.

Muchas historias de camareros, de la hostelería, de las noches porteñas, de confidencias detrás de un mostrador, de ser discreto ante conversaciones de nivel que se daban en su presencia, se han ido con este hombre  --diferente a la hora de entender su sexualidad-- pero respetado y querido por quienes le conocieron y trataron. (Fotos: Colección Bar Vicente).

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