Por la puerta principal del edificio de la imagen -la Casa de los Sancho- se accedía, en la primera planta al Colegio de Infantil de La Divina Pastora. Allí ejercieron Doña Francisca González Sousa y Doña Lola Sancho.
A continuación, en la misma calle Luna se encontraba la Barbería de “Pichilín” y , frente a la Farmacia de Fernández-Prada, ‘El Único’ tienda de Vinos Finos, abierto entre 1920 y 1974. Luego, a finales del siglo pasado se instalaría en esa misma tienda la Cuchillería Navarro. Un poco más arriba la tienda de moda ‘Lolita y Serafina. En primer término a la izquierda, acceso a ultramarinos 'La Giralda'. /Foto: Colección de Vicente González Lechuga.
Llevaba algún tiempo, oyendo, lo bien que lo iba a pasar en el colegio. Cada día veía desfilar a mis hermanos, y la verdad, era que ellos perecían contentos, así que esa mañana cuando la cálida voz de mi madre, me decía que me levantara, que había que arreglarse para el cole, el corazón me dio un vuelco. «--Qué no mamá, que no quiero ir», «--Que sí tonta, vas a estar con muchos niños». Lo mejor de ese día era que por fin iba a estrenar ese bonito uniforme de tonos azules y camisa celeste, que desde hacía algunos días colgaba en mi armario; y ese vaso tan raro, de anillas plegables de color naranja, sin olvidar los recios zapatos Gorila, que venían con una pelota verde.
Cuando llegué al colegio, salió a recibirme, la señorita Lola Sancho, su cara dibujaba una amplia y agradable sonrisa, mi madre me acompañó hasta la clase, pero al primer descuido, desapareció. Ni Tita, protagonista de ‘Como agua para chocolate’ lloro tanto!. Para calmarme me pusieron con mis hermanas, así pasé varios días hasta que por fin, empecé a acostumbrarme, y cesaron las lágrimas.
EL AULA.
El aula era muy grande, se dividía como en tres partes: al fondo a la derecha, la señorita Lola Sancho, daba clase a los niños, el centro lo ocupaban las más pequeñas, a cargo de la señorita Milagros Prado Galán, parece que la estoy viendo, siempre tan conjuntada con su falda escocesa, tan de moda en esa época. Milagros pudo sustituir a María Luisa Fernández Sanz-Blanco. La parte izquierda, era para nuestra Directora doña Francisca González con las niñas mayores. En sus comienzos, doña. Francisca contó con la inestimable colaboración de su hermana Rosario González, --desconozco si su hermano Manuel se dedicó a la enseñanza-- La señorita Lola Sancho era ahijada de la directora, doña. Francisca González que convivían en esa casa. Años más tarde, don Joaquín Sancho –cuñado de las señoritas Lola y Milagros Sancho- al enviudar de su prima Pilar Sancho, fue muy bien acogido junto a sus hijos: Maripí y Sancho Sancho Sancho, en este mismo domicilio familiar, como la gran familia que eran.
Cada mañana, dábamos las materias correspondientes. En aquella época usábamos unas pizarras negras y, en vez de lápiz o bolígrafo teníamos tizas blancas. La verdad es que no eran muy higiénicas que digamos, pues la mayoría de las veces escupíamos sobre ellas y con una esponja, borrábamos lo escrito. Ni que decir tiene, que los puños de las camisas, terminaban negros, para disgusto de la señorita Lola, y el nuestro temiendo la regañina. Con un suave tirón de dobladillo, nos decía… «--¡Esta falda esta muy corta!». Cada día, cantábamos las tablas de multiplicar, como si de una canción cualquiera se tratara, imposible no acordarse.
El carrillo de Severo, en la Placilla.
MEDIO DÍA.
A la una, o una y media --no recuerdo bien-- de vuelta a casa para el almuerzo, el tiempo se iba volando. Apenas comíamos, bajábamos a la Placilla, para esperar a las amigas y jugar un poco y…. ¡hala al colegio, otra vez! A las tres, tocaba volver a clase, no sin antes pasar por el carrillo de Severo, o la Rubia. Las chucherías estaban prohibidas, pero en algún bolsillo, a escondidas llevaba una barrita de regaliz, o algún que otro caramelo. A la llegada al colegio, una de las niñas mayores, te fiscalizaba para que repartiera o te acusaba con la Directora. ¡Ay Dios mío que cruz! Siempre terminaba dándole lo que me pedía, pero me fastidiaba mucho. ¡Cuando creciera se iba a enterar esa! En su favor hay que decir, que cuando ella llevaba, se acercaba y te regalaba algunas de las suyas.
LA TARDE.
La tarde la dedicábamos a las labores de costura, especialmente al punto de cruz. Las clases las impartía la señorita Lola Sancho, aunque creo recordar a la señorita Matiola, en la última etapa. Que paciencia la de la señorita pues, a menudo nos acercábamos un poco apuradas, a pedirle que nos desatara el inoportuno nudo, o a qué nos apuntara, pues el hilo se nos había acabado. De vez en cuando, obligada visita a la cocina, para que la señora Carmen nos diera agua fresca de la tinaja, o para otras necesidades fisiológicas. Al ser un colegio tan disciplinado, todo estaba estudiado, y supervisado por nuestra Directora, así en la puerta de baño, ponían un carrete de hilo con una cinta de color, significaba que si seguía en su sitio, el baño lo podíamos usar, si no estaba en su lugar tocaba aguantarse y esperar.
Primera Comunión en la Prioral. De izquierda a derecha, fila superior : Juani Garcia Caraballo, Ana Martinez, Merchi Cañas Bejarano, desconocida, Ana Sosa, Antonia Yuste. Segunda fila: Milagros Pérez, Tere Gallardo, Paqui Revuelta? Inma Díaz. En el centro, Mari Carmen Herrera y desconocida. Primera fila: Conchi Yuste, Maria Jesús Vela, Nieves, desconocida, Carmen Gago. Nuestros Ángelitos: Ángelita-el apellido creo que es Rodriguez o Gómez- y Marta Cárave Ruiz.
La señora Carmen, era una mujer enjuta, de pelo cano y con el cabello recogido en la nuca en un moño bajo. Ella todo lo amable que podía, sacaba un jarrito de aluminio y nos lo vertía en esos vasos ‘mírame y no me toques’ que duraban tan poco. A menudo recibíamos la visita de los hermanos don Carlos y don Manuel Román Ruiloba, sacerdotes coadjutores de la Iglesia Mayor Prioral. El alto era muy agradable, pero el más bajito nos gustaba más, era parlanchín y dicharachero --dicho sea con respeto-- Cuando venían la tarde se nos hacia muy distraída, y se quedaban para el Rosario diario.
MES DE MAYO.
Mayo era el mes más bonito del año con diferencia, se levantaba un pequeño altar dedicado a la Virgen María. Los alumnos cada día hacíamos nuestra pequeña ofrenda de flores- generalmente Gladiolos- las niñas mayores además, tenían el privilegio de dedicarle la lectura diaria de una oración --le llamábamos ‘el Versito’-- a nuestra madre celestial. Decía así:
“No tengo nada que ofrecerte,
tengo mis manos vacías;
pero te ofrezco mi corazón…”
Bendita sea tu pureza,
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea,
en tan graciosa belleza.
A ti, Celestial princesa,
Virgen Sagrada María,
te ofrezco desde este día,
alma vida y corazón;
mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía.
Sin olvidar, a medio día, a toque de campanilla, el rezo diario del Ángelus.
EL MAESTRO DUEÑAS.
Una tarde, la señorita Lola y me informó que la mañana siguiente leería el Versito; fue grande mi ilusión, pero más grade el apuro que sentía. Afortunadamente al acabar la señorita Lola me felicitó, según ella, tenía una bonita voz y le iba a pedir al maestro Dueñas, que me pusiera a cantar en solitario.Desde hacia años, las niñas del colegio, formábamos parte del coro de la Iglesia Mayor, nuestra solista era Maribel Ruíz, una niña encantadora y simpática, con la que estaba muy unida. Maribel tenía una voz preciosa, a demás de desparpajo. Cuando llegó el domingo, nuestro entrañable maestro Dueñas comenzó a tocar el piano, y me pidió que cantara, ‘Pange Lingua’, ay Dios mio! Lo único que acerté a decir fue… «--No me la sé!». Y volví a mi sitio. En ocasiones especiales, como el día de nuestra Patrona, o la Navidad, era todo un privilegio oír y acompañar a Merche Valimaña, ‘la Macaria’ y a Felices. Precisamente por Pascua, se hacia una función en el Teatro Principal: ‘Navidad con Amor’. Cada curso presentaba su canción, o su baile. En cierta manera era algo similar a los bailes de fin de curso actuales, salvo que se celebraba en las fiestas más bonitas y entrañables del año: las Navidades. Esta era una cancioncilla, que se cantó y bailó en ese nuestro precioso y destruido teatro Principal 'Para mariscar cangrejos',
Para mariscar cangrejos,
Coge el cangrejo, que se te va
Cogelo pronto que se te va.
De izquierda a derecha, Merchi Cañas Bejarano, María Jesús Vela, Maribel Ruiz, Teri Baena, Ani Cuevas Magrañal y Carmen Ruiz, hermana de Maribel.
De regreso al cole tras las fiestas, tuvimos la inesperada visita de la señorita Milagros Sancho, hermana de la señorita. Lola. Era una gran profesora, exigente pero amable y cercana. A menudo nos llamaba de dos en dos y nos hacía pruebas de calculo, o de otras materias.
PRIMERA COMUNIÓN.
Ella se encargaba de prepararnos para la Primera Comunión, nos decía que no fuéramos presumidas y nos olvidáramos de los vestidos, que lo importante era recibir a Dios, pero… ¿como íbamos a olvidarnos de esos vestidos tan bonitos? El mío después de cinco ‘paseíllos consecutivos, iba solo’, pero nadie lo diría. Supongo que se lavaría a la antigua usanza: con cenizas y coladas en las canastas de mimbres, aunque quizás, fuera demasiado para algo tan delicado. Como había que recibir a Jesús en ayunas, de vuelta a casa, el chocolate caliente nos esperaba, y la verdad nos supo a gloria.
Paquita González, hija de Andrés del Bar de la calle San Juan, y Kika Vela Durán. La señora, la directora del centro, doña Francisca González y el sacerdote, el coadjutor de la Prioral, Carlos Román Ruiloba.
En esa época, los desayunos eran familiares, nada de restaurantes ni nada por el estilo, solo los más allegados. Terminado el espléndido desayuno, salíamos a visitar al resto de la familia y amigos. En la limosnera, no cabía una peseta. Afortunadamente, hay cosas que no han cambiado. Cada año, nos invitaban a hacernos la consabida foto escolar al ser tantos en casa, solo se hacia una de cada uno, y ‘sanseacabó’.
LA VACUNA.
Uno de tantos días, al entrar en clase, vimos a unos sanitarios, con sus batas blancas, todas nos quedamos mudas. ¿Y esto que es? Pues era, que venían a ponernos las vacunas de la Viruela; nos llamaban de una en una y hubo de todo, llantos, miedo y alguna que otra huída. No recuerdo, si primero nos pusieron una inyección, lo que si recuerdo era aquel artilugio parecido a una estilográfica, con el que te hacían una rayas en el brazo, que nos dejaban doloridas y marcadas de por vida.
EJERCICIOS ESPIRITUALES.
Cada año hacíamos nuestros ejercicios espirituales, en la Iglesia Mayor, aquel año iba a ser distinto. La llegada de los misioneros, hizo, que todos los colegios de la época, nos reuniéramos en un recinto --yo diría que el la calle Chanca-- fueron unos días de recogimiento, pero de alegría, por la novedad. Con el paso de los años, mi amistad con la señorita Milagros Sancho, creció hasta convertirse en cariño sincero y recíproco. Era una gran maestra y una maravillosa persona. A destacar, no sólo la enseñanza y los valores religiosos y morales, también las normas de urbanidad y buenas costumbres que todas respetábamos. Nuestra directora, hacia mucho hincapié y nos decía que nuestra conducta diría mucho de nosotras el día de mañana.
La autora de la nótula, María Jesús Vela, en una fotografía 'oficial' del Colegio.
Todos los gratos momentos vividos en nuestra infancia, nos van forjando, no solo nuestro carácter, sino nuestros afectos. Con el paso de los años al recordarlos y poder compartir estos mis recuerdos, es como rendirles un pequeño homenaje a estas personas sencillas, que con su sapiencia, educación y honradez, forjaron a muchos niñas, como mujeres de bien. (Texto: María Jesús Vela Durán).
Agradecemos a Milagros Prado Galán la información complementaria que ha servido para la elaboración de esta nótula.
Hola Diego, eres hermano de Luisa y Pepi? Te prometo que lo que cuentas, del acto de Desagravio, no lo recordaba.Nos llevaban a menudo a la Iglesia, recuerdo por ejemplo, los miercoles de Ceniza,los dias previos a la Semana Santa, a nuestra Patrona. Si es cierto que alguna vez, fui a la Victoria, por la visita de Franco, pero lo recordaba en mi siguiente colegio,- Nuestra Señora de la Merced-.
Me imagino que el susto de tu madre fue mayusculo, pero en aquel tiempo, apenas habia coches y a demas nos conociamos todos.Las calles practicamentelas las invadiamos los niños a la hora de los juegos.
A la señorita Rosario, creo que no la conoci, pero coincido contigo, cuando venia,- en este caso- la señorita Milagros nos daba "mucha caña".Es cierto que le temiamos, sobre todo por su seriedad, nos ponia" firmes", en en segundo. De la señorita Lola, lo que más recuerdo es "el repaso "diario. Nos decia:¡enseñame las manos! si las veia sucias, nos mandaba a lavarnosla, hacia mucho hincapié en las uñas. Luego le seguia el dobladillo de la falda, si ella veia que tenia para echarle de largo, y eras reincidente, en no alargarlo, te tiraba de el, y te decia:¡veras como mañana lo traes más largo! Te dejaba acharada, pero tenia razón. Las normas, son las normas y estan para cumplirlas.
Enhorabuena por el reportaje, que me invade de recuerdos. Yo vivía en la misma calle Luna, y, según mi madre, el primer dia de colegio, a los tres años, me escapé. El susto de mi madre cuando me vió entrar por la puerta fué enorme. Ahí estuve hasta que me examiné de Ingreso en el Instituto Coloma de Jerez, junto con Matilde Gómez, que me dijo que llevaba una estampita en el dobladillo del traje.
La señorita Rosario que citas venía en verano, y la temíamos porque estaba más preparada que la señorita Lola y nos exigía más.
Tuve de compañeros a José Ignacio y Agustín Fernández Varela, Javier Díaz, Pepe Vaca.
Has olvidado dos cosas importantes. Una, tras el Carnaval de Cádiz, ibamos una tarde a la Iglesia Mayor para realizar un acto de desagravio. Dos, cuando Franco venía de cacería (solía ir al Pedroso), nos llevaban al parque de la Victoria para verlo pasar en su funesto coche negro (regalo de Hitler), pues solía hacer una parada en la casa de la viuda de Terry.
Soy hija de Maria Luisa Fernandez-Sánz Blanco. Efectivamente mi madre trabajó en Divina Pastora como maestra de Infantil. Solíamos hablar de aquella época y cuando paseábamos por el Puerto y veía a algún alumno o alumna suyo, se saludaban y mi madre nos contaba anécdotas de cuando sus alumnos eran pequeños.
Mi padre nacido en Córdoba se casó con mi madre y se vino a vivir al Puerto, me cuenta lo bonito que era el Puerto de entonces, lo acogedor, el bullicio de sus calles, el parque Calderón, la calle Larga, la Puntilla, el Teatro Principal, la Estación. Tantos recuerdos que los portuenses de nacimiento y de adopción conservan en su memoria.
COMO SE NOTA CUANDO SE DICEN LAS COSAS DE CORAZON-¡¡¡ENHORABUENA MARIA JESUS¡¡¡, BONITO TEXTO
José María, no se que ha sucedido con los primeros comentarios, al articulo. Creo,que dí, las gracias a Pepe Prado? pero tampoco lo vi publicado. si de alguna manera se han perdido, quiero darles las gracias a Milagros Prado y a Francisco Bollullo, por su valiosa información y a todos los que han tenido el detalle de poner un comentario. muchas gracias.
Maria Jesús ha contado a la perfección todo tal y como sucedia en este colegio. Yo también lo recuerdo tal como ella lo ha expuesto: la señorita Lola, la directora, Carmen, la tinaja que había en aquella antigua cocina, el carrillo de Severo y el de Carmela, el mes de Mayo ( con flores a María ), aquellas canciones que nos enseñaba el maestro Dueñas............ ¡ Qué recuerdos tan bonitos!
Para L.S.A-
Lastimosamente, después de preguntar a quienes en su día bailaron en el teatro Principal esta canción, solo recuerdan esta parte:
Para mariscar cangrejos,
Para mariscar cangrejos,
Coge el cangrejo que se te va,
Coge lo pronto que se te va,
Si lo cojo o no lo cojo,
Si lo cojo o no lo cojo,
A ti no te importa ná,
Coge el cangrejo que se te va,
Coge lo pronto que se te va.
Si viviera nuestra entrañable Milagros Govantes, quizás nos hubiera aportado algún dato.
Que artículo tan bonito, y que recuerdos tan agradables, esa niñez tan pura, tan linda, unas fotos preciosas y un escrito realizado con gran cariño y esmero, que bonito era cuando salía la procesión del Corpus Criti, con todos los niños que comulgaban en ese año, precioso y entrañable, me a encantado ver esas fotos tan bonitas
A Pepe Prado
Muchas gracias, sobre los zopapos de la señorita Lola, me acuerdo perfectamente, prefiero eso a la falta de autoridad y de respeto que sufren muchos profesores actualmente. Sobre si nos habremos visto en alguna que otra pandilla, me imagino que sí, pero más por los 70.
saludos.
Para L.S.A.
Muchas gracias por sus cariñosas palabras,como le digo siempre a Morillo, soy cortita en mi animo solo intento describir con sencillez la cosas que he vivido.
En cuanto a la canción del cangrejo, estoy intentando encontrar la letra, sé que es dificil, pero si algunas compañeras vieran el articulo, estoy segura que algo podrian aportar.
Muchas gracias.Saludos.
Por Dios! ni me habia enterado que la nótula habia salido.
Quiero dar la gracias, a Francisco Bollullo y a Milagros su esposa, por su valiosa información.
Cuando me puse a escribir eran tantos los recuerdos, que tuve que serenarme y dejar que fluyeran poco a poco.Sin dudas muchos de los momentos mas felices de mi infancia, lo pase en mi querido colegio.Tuve la suerte, de tener unas profesoras ejemplares y unas compañeras y amigas entrañablemente buenas y cariñosas. Espero que algunas de ellas se sientan identificadas, y aporten algunas de sus vivencias. Saludos y gracias.
Me has recordado mi colegio, La divina Pastora, recuerdo a la directora, a la señorita Lola, a la tabla de multiplicar cantada, a los rezos en el mes de Mayo, a la señal, a mi amiga Milagrito, ahí comenzó nuestra amistad que aun perdura, sin olvidar a Maripi y Sancho, también fui su vecina, nunca olvidare los momentos felices vividos en esa casa, un saludo para todos los compañeros del colegio.Tere.
María Jesús, preciosa descripción de tu colegio. Te sigo en tus escritos y tienes una prosa deliciosa. Por cierto que "El cangrejo en la cueva" es una canción erótica de los Siglos de Oro, muy tradicional que ha llegqado hasta nuestros días, que tiene una versión más culta en la canción escrita por Don Diego Hurtado de Mendoza. Si la supieras entera, me encantaría que pudieras transcribirla.
Gracias.
Este fue mi primer colegio, hasta que a los 7 años, después de hacer la Primera Comunión, me fui a la SAFA.
A doña Francisca, la recuerdo tal como se vé en la foto, siempre de negro. Lástima que no salga la señorita Lola, que fue la que me dió clase. Lo recuerdo todo perfectamente. Recuerdo, cuando la señorita Lola, nos cogia y nos ponia en su falda boca abajo y nos daba tres o cuatro azotes por hablar. Así, ya teníamos la mañana o la tarde con el trasero calentito. También recuerdo mucho los olores de la casa y de la zona donde se bebía el agua de la tinaja. Pero lo que mas recuerdo, es la salida, cuado subia por la calle Luna, acompañado de mi hermana, (cuando era alumna, señorita Milagros mas tarde), mis primos Matilde y Paco Gómez, Merchi y Maribel Puyana, que eran hijas del dependiente de la farmacia Fernández-Prada y de mi amigo Mariano Romeral Riquel (q.e.p.d.). Todo el trayecto nos lo pasábamos cantando detrás de las niñas.
A la autora de esta nótula, no la conocí en el colegio por ser ella, mas joven que yo. Creo que en los años sesenta, nos veíamos en diferentes pandillas de jóvenes en El Puerto. Por cierto, no se puede estar mas guapa, en una foto "oficial" del Colegio. Felicidades.