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1.500. MENESTEO. Fundador y adivino.

menesteo_museomunicipal_puertosantamaria«Supe de ti, primero, magnánimo ateniense,
héroe y divinidad ante los muros
sacrosantos de Troya, frente a la mar de Cádiz,
en las mismas arenas y al pie del mismo río
adonde tú, tal vez patrono y marinero
de las naves de Ulises, llegaste una mañana.»

Menesteo. Fundador y Adivino».
(Rafael Alberti. Ora Marítima)

La Historia del Mundo Antiguo está marcada por celos y venganzas, consecuencias de amores imposibles entre dioses y hombres. Así, para que Menesteo emprendiera la travesía mediterránea que le llevarse a los confines del mundo conocido, sobrepasara la bocana de la bahía de Cádiz y arribara en las benditas costas de nuestro Puerto, junto a río Criso, posteriormente Guadalete, tuvieron que suceder dos historias apasionantes: La de Teseo, rey de Atenas, y la de Paris, príncipe de Troya; ambos enamorados de una mujer marcada por la fatalidad, Helena. /En la imagen de la izquierda, imagen del rey ateniense Menesteo en la Guerra de Troya, procedente de un vaso griego de figuras rojas del 450 a.C. (LIMC VI.1, 1992, s.v. Menestheus. París, Louvre G 341). Identificación y pie de foto del Museo Municipal.

MENESTEO, REY DE ATENAS.
Tras 30 años de reinado, en el 1204 a.C, Teseo, bisnieto de Erecteo II de Atenas, tras el rapto de Helena, pierde el trono que lo usurpa su primo Menesteo, hijo de Péteo. [Greves, Robert: "Los mitos griegos", Ariel, 2007, pág 127). El fin de Teseo, ya lo sabemos, murió a manos de Licomedes. Según unas versiones, fue empujado al precipicio cuando contemplaba la ciudad desde un acantilado; según otras, la caída fue accidental. El reinado de Menesteo fue despótica y demagoga. Pensando que los dióscuros le ayudarían a obtener los favores de Helena de Troya, convenció a los atenienses para que acogieran a los dióscuros como benefactores y libertadores de la ciudad, algo que enfadó a príncipes y duques.


PROLEGÓMENOS DE LA GUERRA DE TROYA.
Nunca pudo imaginar el rey de Troya que el reclamo de Helena atrajera a lo más selecto de la Hélade. Temiendo Tindáreo que su decisión acarreara enemistades entre ellos, determinó aceptar el consejo de Ulises que, a cambio, obtuvo la ayuda de Tindáreo para casarse con Penélope. El consejo consistía en organizar pruebas que ayudasen a Helena en la elección. Antes debían aceptar la decisión de la joven y juraron sobre los restos de un caballo descuartizado que acudirían en auxilio del elegido si alguien la raptaba (algo sabría Ulises de las maquinaciones entre Paris y Afrodita).

La primera prueba consistió en una carrera de barcos de remos entre Menesteo, Sergesto, Cloanto y Gias. Al toque de trompeta, se lanzaron al mar y remaron. Gias iba el primero, pero se topó con un peñasco y no pudo continuar. Enfadado con su timonel, lo arrojó al mar. Cloanto tomó la delantera y se proclamó vencedor. Menesteo llegó después, por delante de Sergesto. En la prueba del tiro con arco, que consistía en acertar a un ave que pendía de un mastil, Menesteo cortó la cuerda, pero fue Acestes quien venció. Tras las pruebas, Helena eligió a Menelao, hermano de Agamenón que, a su vez, se casó con Clitemnestra.

MENESTEO, COMANDANTE ATENIENSE.
Heinrich Schliemann, Ilíada en mano, exploró la costa de los Dardanelos buscando el emplazamiento de la ciudad de Troya. Tras un tiempo analizando diversas colinas, dedujo que sólo podía hallarse en la de Hissarlik. El rico alemán la compró, e inmediatamente comenzó a excavar. No descubrió una Troya, sino nueve, una encima de otra. La duda sobre cuál de ellas había sido la destruida por los griegos surgió entre Troya 6 y 7. La sexta, fue destruida por un terremoto y la séptima por un incendio hacia 1200 a.C., después de diez años de sitio, aunque en el relato homérico el sitio sólo había durado cincuenta y un días. Los combates se produjeron a pie, cuerpo a cuerpo, y utilizando lanzas, picas, arcos y espadas. Uno de los comandantes de la vanguardia fue Menesteo.

Sobre el caudillaje de Menesteo algunos investigadores [Malcolm M. Willcock: "Iliada"; Hardcover, Nelson Thornes Limited) lo dudan, por tratarse de un personaje desconocido. El que debía figurar como caudillo de los atenienses es Demofonte, al que Homero desconoce.  Para Quinto de Esmirna, en cambio, en el sitio de Troya participaron ambos: Demofonte y Menesteo ["Posthoméricas", editorial Gredos, Madrid, 2004). No obstante, Menesteo aparece en diversos pasajes de la obra de Homero: «Después de oír sus palabras, el Atrida, muy complacido, siguió revistando a sus caudillos y encontró al egregio caballero Menesteo, hijo de Peteo, erguido entre los atenienses, duchos en el arte de la guerra, y cerca del prudente Ulises y los aguerridos cefalenios, que no habían oído los gritos del combate ni podían adivinar que hubieran sido rotos los juramentos.» [“Ilíada”, Edaf, 2001; pág. 97)


«Menesteos Peteida, que era un hombre que no tenía igual entre todos los hombre, y a su mando tenía cincuenta navíos oscuros.» (canto II, hexámetros 546-556) "«Y encontró (Agamenón) a Menesteos el jinete, hijo del rey Peteo, de pie hablando con los atenienses, experto en guerras.» (IV, 327-364) «Cuando los vio llegar (a los licios) se asustó Menesteos Peteida, que a su torre acudían llevando la muerte consigo. Desde lo alto del muro miró a los aqueos en torno por ver si algún caudillo podía ayudar a su gente; y vio a entrambos Ayax, insaciables de lucha, y a Teucro al salir de la tienda y de él todos estaban muy cerca.» (XII, 331-333) «Allí a los atenienses selectos mandaba primero Menesteos Peteida y seguíanle luego en el mando Fides y luego Eusiquio y el bravo Biante.» (XIII, 689-690)

«Áyax, arrastrado como por un impulso de fatuidad, entra en la lid con la cabeza descubierta y sin armadura, empuñando sólo una espada, como privado de toda protección. Los demás caudillos griegos –Diomedes, Menesteo, Menelao, Ulises y Agamenón– con sus huestes perfectamente alineadas, ocupan sus puestos frente a los troyanos. El rey Príamo, después de ordenar estratégicamente sus escuadrones y sus secciones, mandó y dio la orden de cargar contra los griegos (pág. 293).»

«Entonces Menesteo, duque de Atenas, entró en combate junto con tres mil guerreros, y avanzando con toda aquella hueste desde el ala izquierda llegó hasta el cuerpo del ejército de Frigia, en el que estaba Troilo, y que presionaba sobre el contingente griego. (pág. 218)» «Así puso Aquiles fin a su parlamento. Pero el rey Toante y Menesteo, duque de Atenas, se oponen a Aquiles con un torrente de palabras de desaprobación (273).» Por otro lado, en su novela “Menesteos. Marinero de Abril” [edit. Alacea, México, 1965, 1ª edic.] María Teresa León nos narra una de las intervenciones de Menesteo: «Los caballos ciñeron el anillo del vegetal. Algo perseguían tenaces y violentos. Pateaban la tierra del naranjal sin importarles las sagradas flres que nevaban su asombro. Aullaban. ¡Ah, que los hombres conocieron las artes de perseguir antes que las de comer! Menesteos buscó refugio con las vista. ¿Donde guarecerse? ¿Hacia dónde huir de la guerra, ese traje escarlata de los hombres? Y otra vez se sintió dentro del estruendo olvidado, otra vez la sangre tomó el puesto del vino de las jarras, otra vez enmudeció de alegría (pág. 98).»


MENESTEO Y EL CABALLO DE MADERA.
El asedio ya duraba demasiado. Griegos y troyanos habían combatido duro frente a las murallas de Troya sin que ninguna de las facciones lograra ventaja sobre la otra. En vista de lo cual, los griegos, conocedores del culto troyano hacia el caballo (el juramento de fidelidad se hizo sobre los restos de uno de ellos), construyeron en secreto un enorme caballo de madera. Medía once metros de altura y tenía el aspecto de un ídolo. Lo acercaron a la muralla y lo abandonaron. Después, tomaron rumbo a altamar y desaparecieron. Libre de los griegos y pensando que el caballo era un regalo, lo arrastraron hasta el patio de la fortaleza. Tras la fiesta en honor de los dioses, los griegos apostados en el interior del Caballo bajaron con sigilo y asolaron la ciudad. Mataron a sus habitantes e incendiaron los edificios. Para lograr una victoria así, ¿cuántos irían escondidos en el caballo de madera? La Odisea cuenta que iba Aquiles y sus noventa y nueve hombres. Para Apolodoro sólo iban 50 combatientes. Quinto de Esmirna cita sólo a 30 personas y Tzetzes rebajó ese número a 23, entre los que estaba Menesteo. [Historia de la destrucción de Troya, Guido delle Colonne; Ediciones Akal]

COMERCIO EN EL MEDITERRÁNEO.
Mientras esto ocurría en los Dardanelos, frente a la actual costa de Turquía, el mundo seguía comerciando; pues, desde la más remota antigüedad el Mediterráneo registró rutas comerciales entre Oriente y Occidente, incluso más allá de las temibles "Columnas de Hércules" y el mítico reino de Tartessos (la Tarsis bíblica) que comerciaba con casi todo lo que en aquella época tenía valor: El oro de los ríos Genil, Darro o Segura, la plata del sur y sudeste, el cobre de Almería, Riotinto o El Algarve; así como, el plomo y estaño de Galicia. Así, a cambio, los tartessios y otros pueblos obtenían productos manufacturados como vino, aceite o productos artísticos y, con ello, una clara influencia oriental. Para los fenicios, los hombres de la Bética eran raros, con treinta y dos dientes, según Plínio ("Nuestras gentes y lugares en la antigüedad", de Francisco García Romero.)
Por eso, después de la carrera de las armas, para los príncipes y reyes destronados el comercio era la actividad con más futuro.


MENESTEO, FUNDADOR DE CIUDADES: EL PUERTO.
Después de la caída de Troya, en 1181 a.C., el rastro de Menesteo se enturbia. Según parece, falleció diez años antes en la Guerra de Troya. Otras creen que desapareció después de un reinado de 23 años, sucediéndole su sobrino Demofón, hijo de Teseo.
La versión aceptada es que fue a Melos, donde reinó a la muerte del rey Polianacte. Navegó hasta el fin del mundo, fundando la ciudade de Escilecio, entre Crotona y Cautonia, en la costa del Brutio; y, después, sobrepasó las columnas de Hércules hasta la desembocadura del río Criso, actual Guadalete. Embelesado por el encanto del paisaje estableció una colonia que llamó Puerto de Menesteo, en la Bética.

Estrabón (III, I, 9) confirma el comandato de la galera "Priste", que libró una batalla en sus orillas por el control de la bahía y fundó un puerto no lejos de Gades “que hemos de situar en las proximidades del castillo de Doña Blanca ("Historia de Cádiz", de Francisco Javier Lomas Salmonte, Silex ediciones, 2005, pág.18). Filóstrato (Vida de Apolonio de Tiana V,4) afirma que en Gadira (Cádiz) celebraban sacrificios en honor de Menesteo; confirmado por Estrabón, al asegurar que en la bahía de Cádiz existía un santuario oracular de Menestheo, ¿referencia al dios egipcio Menes (Theo-Menes)?»


CUANDO EL RÍO FUE OLVIDO.
Gadir es una palabra fenicia que significa "rodeado de agua"; es decir, isla. Fue así como la llamaron los fenicios de Sidon y Tiro cuando arribaron, allá por el 800 a.C. [así lo atestigua el investigador Luis Suárez Fernández: "De la protohistoria a la conquista romana", edic. Rialp, 1995: «la fecha de fundacional de Gadir, tan debatida en cuanto se contrastan los testimonios literarios y la documentación arqueológica, que debió de ocurrir tal vez muy poco antes del 800 a.C. por los antiguos historiadores.»]

La fundación de El Puerto por Menesteo, en las inmediaciones del Castillo de Doña Blanca tal vez ocurriera a finales de la Guerra de Troya (alrededor de 1.100 a.C.); aunque será a finales del s.IV a.C. cuando servirá de infraestructura económica al comercio fenicio que se desarrollaba en Cádiz, necesario para facilitar el doble tránsito, de ida y vuelta, de productos manufacturados provenientes del Mediterráneo y las materias primas que ofrecían los nativos del interior, predominantemente tartesos. Esta relación necesaria y conveniente permitió la vida en solitario de los habitantes fenicios de Cádiz y los griegos del Puerto de Menesteo. Esto es, al menos, lo que «suguieren las magníficas estructuras de su urbanismo y los materiales arqueológicos excavados, así como la existencia de una necrópolis amplia de túmulos, todavía no excavada.» (pág.53 del libro de Suárez, ob.cit.)

En aquella remota no existían tantos puertos con la capacidad del este Puerto de Menesteo [«Los puertos que menciona Estrabón son el de Carteia "estación naval de los iberos" (3, 1, 7); Belo, puerto de embarque (…) al venir de África, posiblemente desde Tingis (Plut Sert. 12) en el año 80 a.C; el puerto llamado Menesteo» (José María Blázquez: "Urbanismo y sociedad en Hispania", edic. Istmo, 1991, pág.31)]

Las relaciones entre Gadir y el Puerto de Menesteo pasaron, como ha venido ocurriendo siempre, del terreno comercial al sentimental. Los lazos de amistad entre familias fenicias y griegas fortalecieron el entendimiento en el terreno económico. Así, cuando los cartagineses, comandados por Amilcar Barca llegaron a las murallas de Cádiz con la intención de derribarlas, se encontraron con una feroz resistencia. Merced a un invento de Pefameno, un carpintero fenicio, natural de Tiro, que andaba con el ejército cartaginés, «los muros de la ciudad de Cádiz quedaron esta vez asolados como los del castillo» (Manuel Ortiz de la Vega "Las glorias Nacionales" Impr. de L.Tasso, 1852, pág.120)

Este ataque no gustó a los de El Puerto (me supongo que en aquella época como no vivían ni José María Morillo ni Luis Suárez -o tal vez, sí– no cabría, por ello, el debate entre si eran porteños o portuenses) que guardaron durante años rencor a los fenicios de Cartago [«A nadie pudo bien parecer la demasía que los cartagineses hicieron en Cádiz, tan sin razón y tan presto; mas entre todos los que principalmente lo miraron y sintieron, fueron los del Puerto de Santa María, que llamaban en aquellos tiempos de Menesteo» (Manuel Ortíz de la Vega, ob.cit. p.120)

Pronto surgió la chispa que desató una revuelta. El asunto fue por la adoración  que sentían los cartagineses conquistadores hacia Melkharte y la devoción de los griegos hacia Menestheo. Después de serias prohibicones, disputas y actos violentos, acordando que todos jurasen olvidar las diferencias y lo hicieron desfilando con ramas de olivo hasta llegar a la ribera «de cierto rio que viene por allí, para se mete en el mar Océano, junto con el mesmo puerto, hicieron sus plegarias y sacrificios, y se perdonaron y pusieron en concordia, jurando que jamás alguno de ellos, así cartaginés como griego, ni menos español de los que por allí residían, tendrían memoria de las injurias pasadas, para que por ello se dañasen o hiciesen algún mal, en recordación de lo cual, los del puerto levantaron un mármol o pedrón sobre la ribera del mesmo río, que permaneció muchos años con letras griegas antiguas, esculpidas en él, que declaraban este negocio con toda su memoria. Poco después hicieron también allí cierta población arrabal del mesmo puerto, por el otro lado del agua que llamaron Amasia (actual ubicación de El Puerto de Santa María), según escribe Maestro Esteban Arnalte Barcelonés, en el prólogo del volúmen o libro, que trasladó de arábico en latín, de los relojes de sol, que en este mesmo lugar de Amasia.» «El río también donde se juraron aquellos conciertos fue llamado el río Lethes, que quiere decir en griego agua del olvido, hasta nuestros días, en que los naturales de la tierra por donde pasa le dicen Guadalete, conformándose con el habla de los alábares y moros africanos (…), porque Guidil en su habla o Guadal, según nosotros los españoles lo pronunciamos corruptamente, quiere decir río; así que Guadalete es tanto en aquella lengua, como el río de Lete o del olvido.» (p.122) (Texto: Álvaro Rendón Gómez).

6 comentarios en “1.500. MENESTEO. Fundador y adivino.

  1. Miguel Rosello

    Estupendo relato. Solo añadir, por si alguien quiere disfrutar de una lectura mas amplia, que los juegos a los que hace referencia el autor, no se corresponden con los prolegomenos de la guerra de troya, sino con los juegos en honor de Anquises, Libro quinto de la Eneida.

  2. A Menesteo

    El "articulo" recoge una opinión que, para usted puede que sean obsoletas, olvidadas, irrelevantes e, incluso, imprecisas. Los errores son los mismos que hallamos en la mayoría de los estudios, sean de expertos y eruditos, como simples historiadores; porque, como se sabe, las excavaciones aún no han dicho la última palabra. Y en cuanto a que El Puerto nunca fue colonia griega, le recuerdo que su fundador sí lo fue. Todo apunta a que el yacimiento del Castillo de Doña Blanca debió ser el antiguo enclave de Gadir (recinto amurallado y no isla) y la actual, una necrópolis, junto al templo-oráculo dedicado a Hércules-Melckart, en San Fernando.

  3. Mmar

    Sobre si este articulo está lleno de imprecisiones como dice Menesteo, no puedo opinar porque no soy especialista en historia antigua, pero lo que sí quiero comentar es que siempre he tenido entendido ( y lo apoyan las muchas fuentes consultadas ) que GADIR significa "Recinto amurrallado o fortificado", y no "isla"

  4. Menesteo

    Bueno, no quiero crear ofensas, menos cuando el autor ha hecho un trabajo considerable de investigación pero, este texto no hay por dónde cogerlo. Está lleno de errores e imprecisiones. A partir del capítulo "MENESTEO, FUNDADOR DE CIUDADES: EL PUERTO", hay contradicciones, errores, se basa en fuentes obsoletas... Uff, uff, hay que revisar antes de publicar!!!

    El Puerto colonia griega? Sencillamente, no.

  5. Gerión

    Vaya, vaya historia, para hablar de Doña Blanca, que poco sabemos, y encima nos creeremos que lo hacemos bien. Con los años que le ha dedicado su excavador.

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