Las panarrias vuelan a media asta y las coquinas están de luto. Macandé y Anzonini celebran en el tablao del Mas Allá su reencuentro con el maestro. En el cementerio de los Vapores, el Adriano III endereza sus maltrechas tablas al verlo pasar. ¡Mía que tré, Carota, Maquica y Lelé! En la Placilla ha dejado de oler, por un momento, a calentitos. El salitre de la playa de Santa Catalina se ha arremolinado buscando sus huellas, esas que ha dejado impresas en libros y pregones de portuensismo. Los escaramujos y las mojarras se visten de negro. Las palmichas han perdido su color.
Los niños de la Escolanía entonan con voz triste un romance de tradición oral recuperado de José de los Reyes ‘el Negro’, que acaso escuchara cuando junto a otros aficionados fundaba la Tertulia Flamenca ‘Tomás el Nitri’. En la calle Santa Clara no se elaboran pestiños en señal de duelo. Una morterá de catarronas se esconden asustadas. Nadie quiere ir a la Cochinchina a buscar un vino sobre tablas. Nadie quiere volver a montar en las Cunitas del Parque de los recuerdos. Nadie prueba siquiera una media chica de Amontillado Fino Jardín, despreciando también los cundis, las tajaítas ‘el pollo’ o de ‘garfín’, los ‘chochitos de vieja’... Se me hace imposible recordar un pregón de arropías, largas y retorcías, ni de ‘acemitas’, ni del aceitunero que ya no regresan al Mercado del hambre que tanto rememoró con su buena versación nuestro Muñoli. (ver nótula núm. 069 en Gente del Puerto).
En las Escuelitas de SAFA, en el Colegio Menesteo, en el Orfeón Portuense, en la Asociación Alcanatif, en tantos y tantos lugares donde el Maestro dejó su cariño por El Puerto no saben como explicar que Almendrita, Carrurra, Manolo el de las Ánimas, la Pichirica, el Partecrisma, Tonino, el Cagalitri, el Peste, el Mijita, el Telera, el Cohete, el Capacha, el Cagalástima, María la del Churrete, el Gurrino, el Poleá, el Cortapicha, el Tajaíta, … no volverán a resucitar de la memoria prodigiosa de aquel hombre que nació en la posguerra y que todavía conservaba un ápice de ingenuidad en sus ojos, porque así veía el mundo, con los ojos de un niño del Barrio Alto. ¡Que de recuerdos de aquel concejal de Cultura, andalucista! Hoy todos –porteños y portuenses-- estamos con el comejé de su ausencia súbita. /Texto: José María Morillo.
En el programa cultural de Radio Puerto ‘Pensión Triana’ interpretando un romance de tradición oral recuperado de José de los Reyes ‘el Negro’.
Soneto a Muñoli.
Gonzalo de Berceo en Santa Clara
Zurriago del pedante y el panoli
Antonio Muñoz Cuenca, alias Muñoli
Tañedor de campanas de habla clara.
Testaferro del verbo que disparas
Popular contra el léxico más finolis
No lanzará: ¡Jamás!; dirá: “¡Por lolis!”
“Entenguerengue”, “agilao” pues no paras.
El Marqués, el Pedrusco y el Veneno
el Bimbo, el Huevo Gordo, y el Tonino
te deben la memoria y mis recuerdos.
Maestro, hombre bueno entre los buenos.
Hablándole o cantando a tus vecinos
Te veo temblar las manos, nunca el verso!!!
Juan Rincón
Enorme Muñoli, que pocos van quedando como tu, y gracias a Jose Maria Morillo y Juan Rincon por las dos antológicas despedidas que han escrito sobre él. ( A estas dos personas las incluyo entre esos pocos ).
Te has ido cabalgando sobre las olas de nuestra playa de Santa Catalina cuya orilla recorrimos una y mil veces hablando de lo humano y lo divino. Seguiremos hablando, no lo dudes, y el viento de levante nos traerà ti voz.
Los que hemos sido alumnos tuyos del Colegio de los Jesuitas siempre te recordaremos, y esperaremos impacientes, con la ilusión de un niño, recibir, una vez más, una clase magistral y enormemente entretenida de nuestro querido D. Antonio Muñoz Cuenca " Muñoli ". Gracias siempre.
En dos palabras, im presionante
Entrañables las despedidas de José María Morillo y Juan Rincón. ¡¡Grande, Muñoli, paea siempre!!