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4.331. La Feria de El Puerto en el periódico ‘El Guadalete’

El periódico jerezano El Guadalete mantuvo siempre una muy buena relación con los asuntos de El Puerto de Santa María. En los años 50 del siglo XIX raro era el día que no apareciera alguna noticia de temas portuenses, y de vez en cuando alguna colaboración de ilustres de El Puerto. | En la imagen, caseta municipal instalada en el Paseo de la Victoria durante la Velada | Foto: Colección JMM.

Como en esta época la llamada Velada de la Virgen de Agosto transcurría en dicho mes, había un trasvase bastante abundante de jerezanos que venían en ferrocarril a los “baños de mar”, de modo que no era extraño que muchos de ellos también participaran en la Feria de El Puerto. La prueba está escrita en el periódico, con los avisos de la Compañía del Ferrocarril acerca del aumento de vagones para esos días concretos (que solían incluir también corridas de toros), del aumento de sus tarifas, y de las recomendaciones sobre la posibilidad de quedarse sin asiento por la acumulación de gente festera. Incluso parece que muchos años se llegó a prolongar la fiesta hasta el 9 de septiembre para enlazar con la celebración de la Patrona, la Virgen de los Milagros.

Se situaba la Velada en el Paseo de la Victoria, un vergel que era como la continuación de la calle Larga, de modo que la fiesta y la iluminación arrancaba ya desde esta calle hasta el mismo Paseo, ya sea con gas o con electricidad. Una hermosa descripción del Paseo la tenemos en un texto publicado el 31 de Agosto de 1860: 

| Entrada a la Velada de la Victoria. | Colección JMM.

Figúrese el lector un espacioso paseo sembrado de fuentes y rodeado de jardines y bosques de naranjos en una de esas plácidas y serenas noches que en el mes de Agosto hacen tan grata la residencia en nuestro clima, y en especial en aquel alegre Puerto; figúrese circunvalado tan ameno lugar de innumerables y elegantes bazares, cómodas y bien provistas neverías y cafés, alegres buñolerías y puestos de dulces y frutas, iluminados así los establecimientos como todas las calles del paseo, en especial las del centro, con mil y mil faroles de fantasía colocados con el mayor gusto y formando caprichosos arabescos: anime después este cuadro encantador con la presencia de más de 8.000 almas, entre las que lucían sus galas y belleza las graciosas hijas del Guadalquivir y de los pueblos comarcanos Cádiz, Jerez, Sanlúcar y otros de nuestra Andalucía; con los acordes de la música militar establecida en un tablado en el paseo y de la que acompañaba a los jóvenes en sus bailes en las espaciosas tiendas de campaña levantadas al efecto; imagínese, digo, el lector este cuadro y tendrá una idea bien escasa de lo que es la animada y célebre fiesta del Puerto de Santa María.

| Otra decoración del acceso a la Velada. Año 1905. | Foto: Colección Carlos Pumar Algaba.

Como se puede leer, aparte del marco incomparable, los elementos principales de la Feria son:

  • La decoración del parque, cada año con un motivo diferente.
  • Inauguración con fuegos artificiales.
  • La iluminación con farolas de gas o electricidad y con farolillos “a la veneciana”.
  • Las casetas para bailes y reuniones.
  • Cafeterías y neverías.
  • Bazares y tiendas de chucherías
  • Las bandas de música, una municipal y una o dos más militares.

El año 1862 debió de ser un año especial, ya que se comenta que asistieron a la Feria más de 100.000 personas y que el Ayuntamiento obtuvo una ganancia de 4 millones de reales. Tal éxito hizo que se prolongara hasta la Virgen de los Milagros, ya que en esos días se esperaba la visita de la Reina, para la que se estaba adecentando el Palacio del Marqués de Purullena. Llevado de un sano entusiasmo, el redactor del Guadalete llega a comparar la Feria portuense con los Campos Elíseos parisinos… Así nos lo contaban en el periódico:

Al desembocar por la calle Larga parece el espectador trasportado al centro de un lujoso campamento turco, pues hasta el eco marcial de los instrumentos ayuda a dar alimento a aquella fantástica idea.

Con lujosas tiendas de campaña, rojas y blancas, de estilo árabe con puntas, cordones, cojidos y golpes de oro, predominando en sus cúpulas doradas medias lunas, forman una ancha y espaciosa calle, dentro de las cuales se encierran cuantas clases de efectos puedan apetecerse, incluso elegantes joyas y efectos de plata y oro, y para que nada falte figuran en algunas en primer término el imprescindible “Ahuecador, Pollero, o Te-engañé”.(¿?)

Multitud de farolas de reverbero y farolillos venecianos de diferentes especies y colores iluminan aquel encantador recinto, en cuyos costados descuellan con profusión variedad de estatuas de tamaño natural sobre bien entendidos pedestales de figurado mármol fileteados de oro, marcando la entrada y salida de aquel espacioso salón cuatro esbeltas estatuas representando las cuatro épocas del año, colocadas sobre robustas columnas estriadas de piedra franca, labradas con arte y que les sirven de pedestal (….).

| Servicio de bar en el Paseo de la Victoria. | Foto: Colección Carlos Pumar Algaba.

No todos los años se disfrutó de tal esplendor. En el año 1876, por ejemplo, las cosas no le iban muy bien al Ayuntamiento, por lo que se recortó bastante en gastos para la Feria: sólo había iluminación de gas, no de electricidad, la fuente estaba abandonada, sólo hay farolas en la calle Larga… Además, se comenta que únicamente se ven jóvenes forasteras, porque las “autóctonas” se encierran en las casetas para bailar…

Pero en 1864 aún había lujo y despilfarro en la Feria  del Puerto de Santa María:

Más de cien localidades, formadas por la concavidad de figurados troncos y ramajes, salpicados algunos de sus follajes por caprichosas flores, se hallan ocupadas por bazares de todas clases de efectos, entre los que descuellan hermosas platerías francesas, cordobesas y de Barcelona, depósitos de magníficos relojes de plata y oro, y establecimientos de cuanto pueda apetecerse en objetos de comodidad y utilidad.(….)

No ocupan menos la atención pública las neverías, sobre todo La Jerezana, los cafés, confiterías, tiendas de barquillos, buñuelos, turrón, avellanas y otros efectos capaces de despertar el apetito al más desganado.(…)

Bajo la ilusión de la luz de centenares de venecianos farolillos, de forma chinesca y variados colores, y al través de verde follaje, arbustos y enredaderas, que forman parte de las bellezas del paseo de la Victoria, se destacan hermosas estatuas de tamaño natural sobre blancos pedestales cuyo recinto circunvalado de elegantes y sencillas verjas, marcan además una especie de galería al aire libre con butacas, mesas de tresillo y divanes para el descanso de los que huyendo del bullicio, buscan un sitio tranquilo donde refrescarse y gozar de un apacible temperamento, y cuya proximidad a la nevería Jerezana les permite disfrutar con comodidad de los exquisitos sorbetes y dulces que en ella se confeccionan.(….) | Texto: Angel Medinilla Cantera.

| Cartel de Feria de 1897 | Foto: Colección JMM.

| N.B. las fotografías provienen de diferentes autores y lugares, y no se corresponden exactamente con las fechas que estudiamos; sirven sólo para dar una idea aproximada de lo que debió ser la Feria Portuense decimonónica.

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