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4.887. Micer Bonavía de Vivaldo. El genovés que llegó a alcaide de El Puerto

Micer Bonavía de Vivaldo es una de esas figuras preclaras y a la vez desconocida de los primeros tiempos de El Puerto de Santa María como ciudad castellana a partir de su población en la segunda mitad del siglo XIII. La escasa documentación existente al respecto nos confirma al menos su faceta de gran propietario de tierras y casas y su posición como alcaide de la urbe hasta principios del XIV. Se le menciona en ciertos documentos de 1293, 1302 y 1305, en los que procede a la compra de tierras en diversos emplazamientos del término portuense, entre los que destacan Las Salinas y Grañina. | Escudo de la casa de Vivaldo

Su patrimonio hacendístico debió alcanzar tales proporciones que podríamos tenerlo como protagonista de uno de los casos más paradigmáticos de latifundismo en la Andalucía Occidental de finales del siglo XIII. Qué duda cabe que esta circunstancia, que todo su vasto patrimonio le granjearon una elevada situación entre la élite de poder de El Puerto de Santa María.

| El desaparecido cortijo Castillo de las Ánimas, en el pago de Grañina | Foto: Juan José López Amador.

Merece la pena señalar que micer [‘Micer’, tratamiento italiano que significa ‘Mi señor’] Bonavía de Vivaldo se aprovechó en su favor del abandono de tierras a los que muchos de los pobladores hubieron de recurrir ante la insistente situación de peligro suscitada en la Frontera frente al reino de Granada y previamente a su regreso a sus lugares de origen. Esta necesidad –a veces una verdadera urgencia– hizo que las tierras del término se malvendiesen por un ínfimo precio. En efecto, convertido micer Bonavía en un auténtico terrateniente, supo sacar partido de las zonas cultivables, fértiles, con arroyos y otras aguas, que fue adquiriendo en este contexto.

| Antiguo grabado pirata de Génova (Italia)

Pero ¿quién era en realidad micer Bonavía de Vilvado? ¿Cuál es su procedencia? Hablamos de un comerciante italiano, más concretamente de origen genovés, que junto probablemente a sus hermanos y otros paisanos llegaron en un primer momento a Sevilla, al calor de los beneficios ofrecidos por la Corona de Castilla en la repoblación de la región. Más tarde, recalaría en El Puerto de Santa María, en busca de mayores riquezas que estas zonas le pudiesen aportar. Esos hermanos suyos, micer Pagan y micer Jácomo, asentados en Sevilla, también irán consiguiendo aumentar su patrimonio exponencialmente. Desde luego, no debe extrañarnos la presencia de genoveses en Sevilla, debido a la unión comercial que con esta ciudad y otras del entorno de la Baja Andalucía tenían.

| El Castillo de San Marcos, sede del Alcaide, en el grabado de Wyngaerde

Parece que la relación de micer Bonavía de Vivaldo con El Puerto de Santa María comienza con su matrimonio con Marina Díaz, que era originaria del lugar. Muy pronto haría fortuna aquí, no solo económica, sino también social y política, pues los documentos de la época denominan a micer Bonavía “alcayde del Puerto de Santa María e guardador que sodes de donna Leonor, fixa de don Alfonso Pérez de Guzmán”. Con esto se demuestra su gran importancia en el devenir de El Puerto como ciudad medieval, pero, quizá lo más importante, la estrecha relación que mantuvo con la familia de los Guzmanes, señores de Sanlúcar de Barrameda y, en un principio, también de El Puerto de Santa María, quienes le confiaron la tenencia de la fortaleza de la ciudad de la desembocadura del Guadalete.

Al final de su vida, las tierras que hasta entonces habían sido de su propiedad comenzaron a caer en el olvido, adquiriéndolas otros vecinos portuenses, como el propio Luis de la Cerda, señor de El Puerto. Todo apunta a que ello tiene que ver con que la descendencia de nuestro protagonista se trasladó de nuevo a Sevilla. Allí se conoce, por ejemplo, a su hija Beatriz Bonavía.

En definitiva, los Vivaldo dejaron de aparecer en los documentos portuenses repentinamente, perdiendo toda su relevancia y dando lugar al fin de una época de extraordinaria bonanza para la familia. | Texto: Javier E. Jiménez López de Eguileta

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