Empresas Antiguas #5.682

| Texto: Antonio Muñoz Cuenca [*]

Empresas de El Puerto como Conservas Sur, Cementos El Carmen, Vidrierías del Guadalete o de la Palma, La Metalúrgica Portuense, Productos Químicos Haupold, Bodegas Cuvillo, Bodegas Sancho, Quijano, Jiménez Varela, Aserradora J.M. Pastor, Destilerías del Guadalete, Morphi, Merello Hermanos, etc., etc., desaparecieron con otras de menor importancia por el paso de los tiempos o por ser algunas de ellas empresas familiares, o también por mala gestión. Y entre ellas, multitud de negocios pesqueros o derivados de la mar, por causas que todos conocemos.

Hay empresas en El Puerto que a pesar de los tiempos se mantienen, se adaptan y dan honra y fama a la ciudad, aunque algunas de ellas han tenido que hacer un esfuerzo enorme de inversión para readaptarse y pasar por la reducción de personal. Y así, Osborne, Caballero, es sangrante el tema de Terry, empresa que con una marca y en plena producción dejó de ser portuense en sus decisiones, y ahora no sabemos qué intereses foráneos la manejan. Empresas de hostelería como Romerijo; empresas de la construcción. Mención aparte merecen algunas multinacionales como Oetiker --ojalá sus ampliaciones llegaran aquí y pronto--, Carrefour, y el caso especial del Casino Bahía de Cádiz, que ha tenido reducciones dolorosas de personal y ahí está, luchando por mantenerse con el esfuerzo especial de todos sus trabajadores.

Espero que pronto, por el bien de nuestra Ciudad y el futuro de sus jóvenes, la mejora de los enlaces traiga a El Puerto nuevas inversiones, pues las empresas de una ciudad son las que dan riqueza. Deseo suerte y ánimo desde aquí al pequeño y mediano empresario en su lucha del día a día. En medio de todo esto, debemos saber que dada la variedad de flujo de la población portuense a lo largo de su historia, este hecho le dio un carácter emprendedor, ya que El Puerto de Santa María se ha buscado siempre sus medios de subsistencia sin depender de subvenciones oficiales ni de empresas del Estado.

[*] Este artículo se publicó el 30 de enero de 1996 en Diario de Cádiz.