Anoche, en el Pago de la Caridad, en el Convento de las Capuchinas, el Jefe de Sociedad y Televisión del Grupo Joly, el porteño Francisco Andrés Gallardo (ver nótula 834 en GdP), quien ya pregonara la Semana Santa el 22 de marzo de 2010 (ver nótula 593 en GdP), se subía de nuevo a un atril cuaresmal para hacer la V Exaltación del Cristo del Amor, precedido por su presentador y maestro, Antonio Velázquez Garay. El acto estuvo organizado por un grupo de fieles del Cristo del Amor que impulsan una devoción que se ha perdido en El Puerto. Durante el acto intervinieron su profesor de guitarra, Antonio Villar Guerrero y se escucharon las saetas de Juan Antonio Rubio Gil y María Gil Jiménez. Lean y disfrútenlo.
Antonio Velázquez y Francisco Andrés Gallardo, anoche, antes de comenzar la exaltación.
PREÁMBULO ENTRE PRISAS Y RECUERDOS
El smartphone avisa de uno de esos cientos de mensajes que anuncian alguna de esas noticias tan indispensables que serán olvidadas en unos minutos. Al ritmo de ese pulgar ansioso, reflejo de nuestras aceleraciones, que va arrastrándose por el cristal, borrando el ahora mismo para vivir apresuradamente un futuro que se desintegra antes de convertirse siquiera en presente. Redes sociales que no atrapan, que apretujan si acaso un montón de minutos perdidos.
Pisadas apresuradas hacia ninguna parte, llamadas telefónicas a nadie, vídeos descargados de un asunto que no terminó de existir, malos presentimientos de cifras rojas… tan rojas que son muy negras y que nos dejan el corazón encogido y aún peor, el mañana destrozado. Y seguimos corriendo sin saber adónde, seguimos peleándonos sin saber por qué, seguimos aguardando sin saber a quién
¿Así iba a ser el futuro que veíamos por la mirilla de nuestra niñez?
Mejor mirar atrás con los ojos cerrados…
El sopor de la tarde se va desparramando por las calles entre los aromas de una primavera pasada, de las evocaciones de un tiempo sincero. Un atardecer juguetón, interminable, cuando no se cambiaban las horas.
El Cristo del Amor, en Via Crucis, por la calle Santa Clara en la década de los cuarenta del siglo pasado.
Un ligero viento bufa suave los recuerdos y levanta en polvareda las plegarias de tantos ojos que lloraron junto a Él por aquellas calles de chinos, arena y jaramagos, por las esquinas matinales de bares cerrados, olores a gallinero y vaquería y humo de tabaco de contrabando. Un dedo paterno que le señala como ejemplo para que Él nos marque de por vida. Un silencio que se descuelga de la luna, luz blanca y rotunda que viene a alumbrar las llagas que no dejan de cicatrizar por todos nosotros. Un crujido y un golpe al suelo que proclama que es Jueves Santo en El Puerto, que Barrabás ha ganado la batalla, pero que el Redentor alcanzará la victoria y que en la Aurora se levanta la cruz de un Humilde apresado que se prestará a cumplir la misión de su destino. Un destino que es muerte cierta en la noche con los ojos vencidos de la Misericordia, entre rojo y blanco. Muerto. Vencido pero triunfante. Así será. Y camino hacia el presidio, remontando las silentes calles, esa misma devoción, en otra imagen, en otro nombre, pero en una misma fe y pasión, es llevado inerte entre cuatro llamas ardientes. Tres procesiones de pentiencia y gracia, tres procesiones por las sencillas calles de El Puerto en unas imágenes en blanco y negro y en unos tiempos coloreados con la nostalgia.
Tiempos gozosos de la juventud de nuestros mayores. Jueves Santo de los años 60 en que Humildad, Misericordia y Amor eran una trinidad de la noche porteña de Pasión, mientras la pescadería se adecentaba con galas dignas de la Señora del Carmen para recibir al Nazareno y a la Señora de los Dolores, la niña surgida de la gubia del paisano José Ovando.
Pretérito perfecto, fotos de un pasado, de mi gente… un Cristo sale de las Capuchinas, de la calle Larga, como exaltación penitente
Cristo Negro de mis ansias, Cristo Negro de mis quereres…
Evocación de El Puerto de mis mayores
Y recuerdo de El Puerto de mi presente
Cristo vivo en mis oraciones
Cristo aferrado en su dolor
Salvador que en las Capuchinas aguarda
Y que desde la Cruz nos abraza
Desangrándose de Amor
LA INFANCIA SE ASOMA
Excelentisímo señor alcalde, señor concejal.
Madre superiora y reverendas hermanas de las clarisas capuchinas, anfitrionas de este recoleto y bendito templo de La Caridad. Muchísimas gracias siempre por la hospitalidad y cariño que entregan a quienes llegan a esta santa casa custodiada por el arcángel San Miguel.
Miembros del grupo de fieles del Cristo del Amor, muchos ánimos por la labor que hacéis, tenéis todo un mundo por hacer y un barrio por ayudar. Que San Sebastián, nuestro copatrono, os guíe. Señoras y señores, hermanos cofrades portuenses, amigos todos…
Cuando yo recibía clase de mi predecesor en el atril, Antonio Velázquez Garay, en el colegio La Salle, el Santísimo Cristo del Amor acababa de concluir su última estación de penitencia en el penal. No intenten contar los años que ya han sido bastantes…
El Cristo del Amor en el interior del antiguo Penal, portado por presos,
Sus palabras de cariño pronunciadas hoy a los pies de este Amor compartido por Cristo y El Puerto me confirman ese privilegio de sentirme respaldado por una buena persona como él. Muchas gracias, maestro. Antonio me enseñó a hacer raíces cuadradas, a calcular la cantidad por el rédito por el tiempo (lo que le hubiera venido bien en su momento a muchos para calcular tantas hipotecas y presupuestos que ahora no se pueden pagar) o a descubrir ríos como el Eresma o el Sil o comarcas remotas como La Rioja Alta o Las Hurdes que muchos años después de ser unos nombres dictados he podido disfrutar viéndolos y descubriéndolos. Pero lo más importante que me pudo transmitir Antonio… don Antonio, fue la capacidad para el esmero, el imperativo de la integridad o el amor por las cofradías de El Puerto, incluidos sus comentarios en clase sobre el desgarrado y sorprendente Cristo Negro al que mis padres me llevaban a contemplar en el parque de la Victoria.
Qué pequeño es el mundo… también me hablaba de ese Cristo Antonio Villar a quien me presenté a sus clases de guitarra con seis años, las rodillas raídas y coloradas de chromer por alguna caída en el patio del colegio y con un trasto de madera que me compró mi hermano creyendo que podía ser una guitarra. Gracias siempre por su paciencia. Sin tener yo demasiada pasión por el flamenco, con Antonio aprendí a tocar, más bien a destrozar en mi empeño, las siguiriyas, las alegrías, las soleares o los tientos, nombres de esos palos de nuestro arte con el que pocos años después rotularon varias calles de mi barrio del Palmar de la Victoria, calles por donde me perdía jugando, cuando no había problemas para que los niños se pasaran las horas en la calle, y conviviendo, y conociendo una dura realidad, con los vecinos de las casitas bajas, las familias de la Caja de Aguas, núcleo que poco después iba a ser devorado por la miseria de la droga.
Una antigua y desaparecida imagen del Monasterio de la Victoria, con las viviendas de los funcionarios delante.
Por cercanía a ese monasterio de la Victoria, a ese recinto de reclusos de tantas dramáticas historias personales y que imponía con sus muros y sus policías en la puerta, pude contemplar en mis primeros años de vida las procesiones de la asociación piadosa de este Santísimo Cristo del Amor, una procesión que pasaba cerca del parvulario de Joaquín Corredera y al lado del instituto Pedro Muñoz Seca, los dos centros de enseñanza en los que estudié en El Puerto además de La Salle, todo a unos metros de distancia.
Era muy pequeño pero esas cosas no se olvidan, de los desfiles en la oscuridad de los hermanos vestidos con el hábito oscuro y capucha blanca, arrodillados con sus cruces… sorteando la desaparecida fuente del parque de la Victoria, entre árboles todavía pelados y dejando a la izquierda la cueva de los patos para cruzar la carretera y dirigirse a la puerta principal del penal junto a los recién estrenados bloques de la barriada de la Hispanidad, donde vivían numerosos amigos de La Salle. La voz de Radio Juventud de Cádiz, el altavoz por donde se narraba lo que sucedía en el interior de la prisión, venía a añadir detalles de tenebrismo a esa impresionante experiencia cofradiera de los niños que, hurtando horas al sueño, veíamos ascender al crucificado por esa puerta principal. En alguna de esas ocasiones, en una espera que para un niño se hacía tan larga, alguien me llevó a casa, bordeando el descampado que en tiempos recientes se convirtió en parque del Vino Fino, mientras el resto de la familia aguardaba la vuelta a la templo de la asociación piadosa y así hacía tiempo para ir a la Madrugá de Jerez, la madrugá de mis recuerdos.
Los funcionarios recogían al crucificado en el primer rastrillo, en el pasadizo de acceso, para dejarlo después en manos de los presos que de forma voluntaria se iban turnando en la procesión por los patios interiores del penal mientras no dejaban de sucederse las saetas de dolor y consuelo en anónimas voces desgarradas. La inspiración y fervor por un reo injustamente ajusticiado, un Cristo que clama perdón y amor en cada uno de los detalles de su anatomía.
EL CRISTO DE LOS PORTUENSES
Algunas investigaciones sobre la talla del Cristo del Amor hablan de la poderosa gubia de algún autor italiano, de uno de los genoveses que residían en el esplendoroso Cádiz colonial del siglo XVIII y que contaban con piadosos encargos incesantes en la capital y en su entorno. El profesor Paco González Luque, que admira tanto como venera a este Cristo, lo ha estudiado detenidamente y ha cotejado datos y versiones sobre este conmovedor, a todas luces estremecedor, crucificado barroco. Se habla de Joaquín María di Maggio como el creador de este serenísimo rostro, de esta Muerte de Dios, tan mansa como sobrecogedora, por el encargo del capellán Ambrosio Álvarez de Villarelo, quien quería trasladar la mística visión del Redentor que tuvo en uno de sus sueños. Un Cristo con las carnes abiertas, sacrificado como el cordero de Pascua, sin la fractura de ninguno de sus huesos, como proclamaron las profecías, y clamando piedad, paz y amor, justicia y caridad, en su dramática actitud expiatoria. Un encargo de cuando se culminaba la rica capilla de las Capuchinas en la vía de la Virgen de los Milagros, sobre 1750. Pero tal vez pudo ser un prodigioso y anónimo autor local. Como siempre, los portuenses no terminamos de valorar ni lo que tenemos ni a quienes trabajaron por este bendito rincón de Santa María. Si no de nacimiento, aunque fuera un autor italiano, seguro que fueron unas manos portuenses por implicación, manos portuenses de devoción, las que crearon esta barroquísima representación de la Pasión de Cristo. Y sin duda estamos ante el Cristo de los portuenses. Generaciones y generaciones de porteños que en sus plegarias y miradas fueron depositando su pátina, como huellas dactilares, en la desgajada piel de la imagen, una ennegrecida estampa, un Cristo Negro, que se oscureció por tantas velas en su altar de peticiones y arrepentimientos…
Un Cristo tan portuense como los esteros del Guadalete, como los cangrejillos de La Laja, como las marismas de barriletes y coquinas, tan portuense y atlántico como las rotas murallas de Santa Catalina.
Tan porteño y tan nuestro como las cemitas y los suspiros, como el parque o el carrillo Severo, como todos los velos de flores que añejan el vino fino… Como los trabalenguas del fallecido Romualdo, los pies descalzos de El Baba o el inquieto bastón del Tonino.
Un Cristo tan portuense como el café de Los Pepes, las mermeladas de las Conservas Sur, las carmelas de Los Sanluqueños… o el portentoso guión de la hermandad de la Vera-Cruz.
Tan mío con un despertar en la Placilla, una tarde de feria gozosa, como un crepúsculo en La Puntilla o un Miércoles Santo de pétalos a mi Esperanza hermosa.
El Amor de El Puerto, tan de aquí como el Levante, como las cigüeñas de la Iglesia Mayor, los camaleones de las dunas… como el Castillo, el Castillito y el espigón,
Tan portuense como la Virgen de los Milagros, este Hijo que muere por nosotros en La Caridad… el Cristo de los portuenses, de la Madre Santa, Madre de los Milagros, Santa María que protege a mi ciudad.
MUJERES DESBORDADAS POR EL AMOR
Cristo nos llama y hasta aquí hemos llegado, a su apartado lugar de La Caridad, entre recovecos de cañadas que parecen dibujar en el mapa un bordado de palio. ¿No es una muestra de su Amor, el que nos llama, y por eso estamos aquí? Un pequeño milagro de este Viernes de Cuaresma. Gracias a su grupo de devotos, a Pedro Pérez, a Alejandro Sánchez, a Iván Gallardo, a Javier Neva… hoy nos hemos reunido para recordar y reclamar. Que no sea flor de un día, de una noche en vísperas del renacer de la primavera. Acompañemos en su oración a ellos y a Christian, a Enrique y a Carlos, y a la comunidad de las capuchinas, con la superiora, María José, velando por este Cristo y este convento, reliquia de nuestras devociones…
Ahora entiendo que todo está conectado y unido. Que en esta vida nada es casualidad. Que el Cristo del Amor nos une y reúne. Cuántas veces, en broma y en serio, he lanzado una plegaria a Santa Clara de Asís, fundadora de las clarisas y patrona de la Televisión en mis páginas del periódico para todos los andaluces. Qué buena reprimenda seguro que daba la hermana de San Francisco de Asís en el plató de Sálvame. Jorge Javier tendría que rezar a Santa Clara para que lo tuviera más claro. Ella seguro que sabe cómo termina Arrayán, Bandolera y Amar en tiempos revueltos.
La piadosa fundadora de las clarisas, la primera mujer en redactar una regla monástica en la Iglesia, fue siempre servicial y sanaba cuerpos y almas. Se nos presenta con una custodia porque su fe hizo frente a los piratas sarracenos que saqueaban Italia en su época. Se cumplen ahora 800 años de la creación de su orden. Y es la patrona de la Televisión porque su última misa del Gallo, en 1252, la siguió postrada en la cama cuando la comunidad franciscana la celebraba en su templo a varios kilómetros de las celdas de las clarisas. /Via Crucis del Cristo del Amor, por la calle Santa Clara, el Viernes Santo a mediodía. 1943.
Toda mi veneración para Santa Clara… a la que pido, de verdad, en una oración, que vele por los que se dedican a la televisión y por todos los periodistas, en este momento de grandes dificultades, en medio de una aguda crisis para esta profesión. Y hoy le puedo pedir ante todos vosotros al Cristo del Amor y a Santa Clara por la salud de un buen amigo, profesional de la televisión andaluza, que en unos días tendrá que ser operado de gravedad. Nada es casualidad y esta noche tengo la oportunidad de rezar por él a la vera de Jesús.
Una catalana, una lleidatana, la venerable Lorenza Longo, de la corte del aragonés Fernando el Católico, fue la impulsora de una regla de clausura más ascética para las clarisas, de la orden de las clarisas capuchinas que se instaló en El Puerto y con ellas este Cristo. Lorenza Longo, que ojalá algún día la podamos ver canonizada, bien que lo merecen ella y sus seguidoras, quedó postrada sin movilidad y sanó de forma milagrosa en el apartado santuario de Loreto. Siempre Loreto, la Virgen que da nombre al gaditano barrio de mi mujer. La fundadora de las capuchinas entregada por entero a los demás erigió en Nápoles el Hospital de los Incurables. Y desde allí, ese faro de solidaridad sin límites hacia los incurables, hacia los despreciados por todos, con un amor exagerado como el Cristo que hoy nos reúne, la labor de Lorenza Longo fue extendiéndose por Italia y España.
Y esa entrega por entero de las mujeres tiene de nuevo en mi vida un nombre catalán. Santa Joaquina de Vedruna, fundadora de la orden de las carmelitas de la Caridad. “La lliurada germana de Vic” que, en la Cataluña profunda en los conflictos posteriores a la Guerra de la Independencia de nuestros bicentenarios, contempló la inevitable necesidad de atender a tantos enfermos y a educar a tantas niñas olvidadas. El afán por la pulcritud física como mejor representación de la limpieza del alma marcó la labor de esta barcelonesa de carácter y templanza. Santa Joaquina guía los pasos de mi familia, como más de una vez he comentado a mi mujer, Paqui, profesora en ese colegio de las Carmelitas de El Puerto donde estudia mi hija y también mi sobrina nieta Rocío, a la que desde el cielo vela su abuela María, mi hermana, que también fue alumna de allí. Un colegio que reúne las esperanzas en los hijos de buenos amigos como María Jesús y Manolo, como Rocío y Vicente. El amor de unos padres. /El Cristo del Amor, procedente de la calle Cielos, encarando la calle Santa Clara.
El Amor, con una mayúscula así de grande, era la principal consigna de su vida. Un fragmento del epistolario de Santa Joaquina de Vedruna, como si lo hubiera sido escrito directamente hacia nuestro Cristo del Amor, dice así:
“Procuremos tener nuestros corazones muy bien dispuestos: que nuestra voluntad sea toda para Jesús, todas nuestras potencias y sentidos sean para el Señor.
No ha de haber en nuestro corazón apego alguno, sino amor y más amor, porque el amor nunca dice basta ni sosiega hasta abrasar, y abrasando nuestro corazón el puro amor de Jesús arrojará de él cuanto se opone lo que no sea amor.
No durmamos; amemos a Dios sin cesar. Solamente el Señor, creador de cielos y tierra, ha de ser nuestro descanso y nuestro consuelo. Solo el amor de Dios se encuentra siempre; lo demás, todo pasa. En fin, amor, amor y más amor, que nunca dice basta. Cuanto más amemos a Dios, mas quisiéramos amarlo. Busquemos a Jesús, porque si lo tenemos en nuestro corazón, lo tendremos todo”.
Sí. Busquemos a Jesús como nos invita Santa Joaquina de Vedruna. En esta Cuaresma busquemos la Vida y la Resurrección que laten tras los ojos reconfortados del sufriente Cristo del Amor. Un Jesús Liberador como el que da nombre al templo de Paco, vuestro capellán. Amor y Liberación, como la que prodigaba esta venerada imagen a los reclusos del penal y como ya pronuncié en el pregón de la Semana Santa de El Puerto de hace dos años y deseaba repetirlo hoy ante la imagen…
Cristo de las Tinieblas,
de los páramos de vinagreras,
de las calles flanqueadas por jaramagos y romazas
Cristo Negro de arrabales
Amor y Silencio en las Oscuridades
añorado Señor de las Capuchinas
Jesús Liberador en los penales
Resuena y araña la saeta de un preso,
con su lastimero quejío,
atraviesa aguda el aire frío
y en las rotas carnes deja un beso
Prisioneros del penal de El Puerto
hombres vivos que en su tormento
deseaban estar muertos
¿Qué estremecimiento no sentirían
cuando ante sus ojos aparecía
Dios en su inmenso dolor expuesto?
Ladrones y asesinos
asaltantes y proscritos
rebeldes sindicalistas
y disidentes políticos
menuda tropa de desheredados
velaban a Cristo Muerto en su Sacrificio
Una colmena de olvidados
una legión de sobrecogidos cautivos
que en la Noche del Jueves Santo
lloraban al compartir con Jesús su injusto suplicio.
Se cumplía lo que aquel Nazareno
siempre desea
estar al lado de quienes sufren
y otorgar su perdón a los que le rodea
Lacerado Salvador que redime
Cristo del Amor de las Capuchinas
Jesús Negro de las condenas.
Qué grandiosa esta sombra sublime,
Dios que arrancaba los barrotes y cadenas
El Cristo del Amor saliendo de la parroquia de San Joaquín. Año 1941.
LA DEVOCIÓN POPULAR
El capellán jerónimo Francisco Duque sintió esa necesidad de convertir al Santísimo Cristo del Amor en estandarte de la fe y mensaje de reconciliación entre los presos del sufrido penal portuense. De ahí que el Arzobispado de Sevilla concediera con celeridad en 1958 la creación de la asociación piadosa que asisitió durante un cuarto de siglo a los reclusos. Durante décadas el Cristo Negro formaba parte de la devoción popular portuense aunque no fuera una imagen procesional. Como sucedió durante mucho tiempo con la bellísima Virgen del Carmen de San Nicolás, con el afligido Jesús de las Misericordias del Espíritu Santo, la Virgen de Dolores, antigua titular de Afligidos, en San Francisco o el también impresionante, y por fin recuperado, Cristo del Perdón de la Prioral. Mi fe fue alimentada con rezos en silencio ante ese crucificado y ante la beata Rafaela, hoy santa, acompañando a mi madre en la iglesia de las Esclavas.
En estos tiempos que imponen grandes sacrificios es necesaria la fe íntima y la convicción individual, fortalecer nuestro compromiso cristiano directamente con nuestra alma y Dios… pero también es conveniente sentirnos orgullosos de ser creyentes. Se recrudecen de vez en cuando los comentarios y las burlas hacia el cristianismo mientras además otras religiones, otras culturas, van tomando músculo en nuestro país. Es ineludible que los católicos y los valores del Evangelio sigan siendo cimiento y esperanza de nuestra sociedad.
El Cristo del Amor, camino de una estación de penitencia, de día, en la Prioral.
La indentificación con lo que somos y ese reflejo dela devoción popular tiene un sustento de primer orden en las hermandades de penitencia y en sus manifestaciones procesionales como la intensa Semana Santa. La Iglesia no puede dar de lado este vivero, pero les corresponde también a los propios cofrades, con su actitud y ejemplo diario, que subrayen el importante papel actual de las cofradías, el valor espiritual y social de las asociaciones cofrades. Todo eso mucho más que estar pendientes en estas semanas de primavera de los recorridos procesionales. Tan festivos como penitenciales, pero que adquieren su mayor significado cuando se sostienen el resto del año con fe y con caridad. Con ser modelo para los demás. Con ser cristianos de una pieza.
El grupo de fieles del Cristo del Amor tiene trabajo de sobra en este lugar, para apoyar a las hermanas capuchinas, que bien que necesitan ayuda material y personal. Por eso os decía que este pequeño milagro de reunirnos esta noche no puede ser flor de un día… Las Capuchinas y la gente necesitada de la Zona Norte, de la nueva feligresía del copatrono San Sebastián, necesita un apoyo constante. Ya les digo, por ejemplo, que si necesitan un trabajo de plancha y rizado con el esmero de otro tiempo, en toda Andalucía no hay manos como las de las capuchinas de El Puerto.
… ... ... ... ... ...
Capuchinos en el convento, con una de las cruces que portaban. Con la capucha puesta, el ex alcalde Fernando Gago García.
La primera vez que este Cristo de las devociones salió a la calle fue con motivo de una procesión en acción de gracias en 1941. Cuando decimos que vivimos un año complicado, sólo nuestros mayores muy mayores pueden hablarnos de la hambruna y de la cartilla de racionamiento, de las privaciones y las desesperaciones de una posguerra donde en cada alborada sonaban trágicos disparos, cada día, en ese penal de El Puerto, Puerto de Santa María. En 1943 los jóvenes de Acción Católica instituyeron ese vía crucis del Cristo del Perdón del que se conservan muchas imágenes fotográficas porque se celebraba el Viernes Santo al mediodía. Discurría desde la iglesia de San Joaquín, con recogida en el templo capuchino sobre las tres de la tarde, recorriendo las calles de ese Barrio Alto, de gitanos saeteros y patios tan floridos como humildes, siempre necesitado y latiendo como corazón de la esencia de El Puerto.
Ya en 1959 se instituye la primera salida de la asociación piadosa hasta el penal y al año siguiente TVE filmó el primer documento que tiene sobre El Puerto en su archivo, el de la estación de penitencia de 1960. /El Cristo del Amor a su paso por la plaza de Isaac Peral, delante del antiguo (y próximo) Ayuntamiento.
Sin los recuerdos de Fernando Gago, ex alcalde portuense y portuense de primer orden desde la cuna, no podría terminar el relato de esta noche sobre las historias que conserva el aura de devociones de nuestro Cristo. La convalecencia que sufre le impide a Fernando estar hoy aquí, pero su fe y esperanza en el Amor le permite encarar el trance con todo el optimismo y entusiasmo. No nos debe faltar hoy una plegaria al crucificado en recuerdo de Fernando, hermano del Dolor y Sacrificio y miembro de aquella asociación piadosa.
Bien recuerda quien fuera durante tantos años concejal que Esteban Fernández Rosado y Joaquín Gaztelu eran los dos nombres fundamentales de los desvelos del capellán para llevar adelante la asociación. Con una riada de cruces exaltadas formada por Pepe Calvario, Enrique García Máiquez, Eduardo Ballesteros, Enrique Esteban Poullet, Vicente González Lechuga, Vicente Zuasti, Benito Gago, Luis Ramos, Luis Puentes o Juan Macías Figuereo. Algunos de los hermanos que con su estampa impresionaban en el Jueves Santo, mientras 16 personas conducían el recoleto paso que entre cuatro hachones dibujaba sombras de dolor en las fachadas de la calle Cielo y que en silencio transcurría como una estrella fugaz por la noche de la primavera temprana porteña…
Y en la capilla, en su hornacina, rodeada por la comunidad, quedaba la sufriente Madre del Silencio, aguardando la espera de las horas de la Muerte. Dolorosa con la voz al cielo, con la mirada dirigida a la cruz del Calvario, esperando el regreso de su Hijo. Un Hijo que moría en la noche del Jueves, en un dolor infinito aun vislumbrando la certeza de la Resurrección en la mañana del Domingo. Ahora la Madre Dolorosa del Silencio es la Señora de los Dolores del Nazareno y su morado palio encuentra en la madrugada del viernes los destellos del sol de El Puerto, ese nacimiento diario que nos enseña a creer que siempre habrá un mañana, que siempre hay un mañana en el que creer…
No sé cómo aliviarte Señora de los Dolores
Cartel Anunciador de la V Exaltación del Cristo del Amor.
En ese pesar sin consuelo que late en tu corazón traspasado
Consuelo que fue Silencio, Silencio de un Amor ultrajado
Madre del Jueves y Dueña de la Madrugá
Guardiana de los amanaceres
a la espera de otra buena nueva,
esa que tu llanto espera a que se haga realidad
Madre de Dios del Silencio
Niña capuchina, servita y dolorosa
Devoción de los cofrades del Nazareno
La reina napolitana garbosa.
Señora del conforte de San Juan
Que por El Puerto llora
Y al Cielo implora
Que el Amor venza una vez más
La mañana te iluminará el rostro
Y después de recogerte
Quedará de nuevo el silencio inerte
de tus pesares y tus lloros
Y visitaremos entonces en un apartado lugar
El silencio negro y compungido
De un hijo muerto, destrozado por la maldad
Destrozado pero entero
Derrotado pero victorioso
Para testimoniar leal y sincero
Que el Amor siempre es lo más poderoso
Vendré a verte Cristo mío
Hijo del Dolor y del Silencio
Esperanza, Entrega y quejío
De perdones cubierto
Siempre tú… El Amor…
El Amor de los amores del Puerto
He dicho
El Puerto de Santa María
8 de marzo de 2012
También yo, en los últimos años de los sesenta he salido cada Semana Santa y vestido de capuchino en esta procesión de recogimiento y fervor. Y es que en mi casa, la de mi padre Esteban Fernández Rosado, ese Día de la salida de la procesión del Cristo del Amor al Penal de El Puerto era un día muy importante. Mi padre, "alma mater" de esta procesión, era muy religioso, y se desvelaba para que todo estuviera bien, aun desde la parquedad de la procesión que como es sabido no llevaba música ni nada salvo el paso silente desde la calle larga, atravesar la Victoria y derechito al Penal donde era subido el Cristo con unas cuerdas por una ventana de la entrada y dentro, a donde pude entrar en un par de ocasiones de la mano del cura de la prisión Don Anastasio, dentro, digo, todo era conmovedor: las saetas de los presos, la noche sobre el patio Central, las exclamaciones desde las celdas. Todo eso queda en mi memoria y seguro, en la de muchos portuenses que tengan una cierta edad. Ojalá Este Cristo barroco, este doliente y desgarrado Cristo no se olvide en nuestro Puerto
Saludos: Enrique Fernández Lópiz
Gracias a todos y a mi hermano José María en especial. Un abrazo
Maravilloso amigo, mis mas sincera enhorabuena.
Muchas gracias a Gente del Puerto por transcribir la bellísima exaltación del Cristo del Amor,proclamada por D. Francisco Andrés Gallardo. Los que no estamos en nuestra querida ciudad podemos así disfrutar de esta sentida alocución y recordar con cariño y nostalgia a nuestro Sto. Cristo
Francisco Andrés Gallardo, como siempre, entregándose a El Puerto en esos trabajos de investigación que luego sabe impostar también en forma de pregón, donde mezcla las tradiciones centenarias de nuestra Ciudad con el rigor histórico de su formación como Licenciado en Historia. Y buen comunicador. Un privilegio que El Puerto tenga un hijo así que continúa regalándonos 'cositas güenas'. Un fuerte abrazo, Francis.
Muy íntimo y precioso acto la V Exaltación al Stmo. Cristo del Amor, como siempre tan cercano y entrañable D. Antonio Velázquez en su presentación y sobretodo felicitar a D. Francisco A. Gallardo por la magnífica exaltación realizada, así como la fabulosa intervención de D. Antonio Villar, así como las dos impresionantes saetas, tanto la de D. Juan Antonio Rubio como la de su madre María Gil, mis más sinceras felicitaciones a todos.
Desde el Grupo de Fieles del Amor agradecer a Francis su entrega y atención que nos ha dado, fue un acto verdaderamente intimo y acogedor sus palabras nos encandilo y fue un orgullo tenerlo como exaltador también agradecer a gente del puerto por la publicación de la nótula, hay fotos antiguas que nunca las he visto
http://fielesdelamor.bligoo.es/
Y un abrazo para Valery y su familia. Sí, Santa Joaquina de Vedruna vela por nuestras familias. Lo siento así y te lo digo de corazón. Gracias por tus comentarios
Aprovecho esta ocasión para agradecer a Gentedelpuerto.com la gentileza de haber incluido en una nótula la exaltación que pronuncié este viernes, agradeciendo el respaldo de esta web y también al grupo de fieles del Santísimo Cristo del Amor.
Pero por otro lado tengo que lamentar en favor de ese grupo de fieles que este año no estuviera presente ningún representante del gobierno local, a diferencia de la edición anterior, en vísperas de elecciones municipales, cuando hubo un derroche de asistentes oficiales. Los jóvenes devotos estaban bien decepcionados con esa ausencia municipal. Me reservo mi comentario personal ante esa ausencia, pero es un buen ejemplo de cómo el apego cofrade de nuestros munícipes va en función de la proximidad o no del calendario electoral local. Ya os veremos en 2015 ¿verdad?
precioso francis , me ha gustado mucho, tengo un vago recuerdo de esta procesion , mi padre nos llevaba a verla , creo recordar salir o recogerse en lo que hoy es e hotel monasterio, puede ser? recuerdo me daba un poco de miedo los que iban con el habito de monge y con las cruces al hombro, me parece toda una obra de arte esta talla.
Gracias por esa reseña a nuestra santa joquina de vedruna, tan familiar para mi y mi familia y tan desconocida para la gran mayoria...
Que el espiritu vedruna nos acompañe siempre y sobre todo a nuestro hijos , un abrazo