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1.625. MILAGROS MARTÍN. ‘La Macaca’ y su lechería.

Milagros Martín, 'La Macaca', con una lechera al fondo de la imagen.

Este artículo es un  pequeño homenaje a la gran matriarca de mi familia paterna, mi bisabuela Milagros apodada 'la Macaca'. Para mí, ella  fue siempre un gran ejemplo de vida, de trabajo y de dedicación a su familia, valores que hoy en día, desgraciadamente se están perdiendo.

Milagros Martín, que heredó el apodo de 'la Macaca' por su rama paterna, nació en El Puerto de Santa María en el año 1890, falleciendo en 1990, con 100 años de edad. Se casó a los 18 años de edad con Antonio Parralo, de esta unión nacieron 5 hijos: Rafaela (mi abuela), Antonio, Lola, Vicente y Ángel. Mi bisabuelo Antonio era cabrero y tratante de ganado, oficios ambos muy comunes en el siglo pasado. Poseía un rebaño de cabras que fue el sustento de su familia.

Todos los días, apenas amanecía marchaba a los campos con sus cabras para el pastoreo y ordeño de las mismas. Una vez ordeñadas enganchaba la mula al carro y cargaba las lecheras con la leche recién ordeñada y los quesos que mi bisabuela –su mujer- elaboraba con la leche de las mismas y el cuajo del chivo, para posteriormente intentar vender toda la mercancía por las calles de El Puerto.

Así, todos los días durante buena parte de su vida, hiciera aire, frío, calor, lloviera, etc. Había que alimentar y sacar adelante a su familia. Los días de invierno eran los más duros de sobrellevar debido al frío, que junto con algunos días de lluvia, llegaba a casa totalmente mojado. Días como estos, fueron  los que hicieron que la salud de mi bisabuelo se fuera minando hasta que falleció de una grave neumonía en 1936, año que comenzó la Guerra en España.

AÑO 1936. AÑO NEFASTO, COMIENZO DE LA GUERRA “INCIVIL” ESPAÑOLA.
Este año , fue un año nefasto para mi bisabuela ya que, al poco tiempo de quedarse viuda reclutaron a su hijo Antonio para que luchara en el frente de la guerra, a los pocos meses, falleció otro de sus hijo, su hijo Vicente víctima de las fiebres tifoideas. /En la imagen, monedas de dos reales (25 cts. de peseta) de ambos bandos, republicano y golpistas.

Recuerdo siempre que mi bisabuela nos contaba sus recuerdos de estos años con mucho dolor, sufrimiento y pena en su corazón de mujer, madre y amiga. Fueron años de mucho sufrimiento para muchas familias en general, sobretodo y principal por quedarse sin ingresos con el que poder alimentar a sus hijos debido a los reclutamientos obligatorios de los cabezas de familia e hijos en edad de luchar en los frentes, y, aunque mi abuela no tuvo que lamentar la pérdida de su hijo Antonio en la guerra, sí que se perdieron muchos seres queridos y conocidos.

Posteriormente vino la posguerra junto con todo lo que conlleva, bajas en las familias, pobreza, escasez de alimentos, falta de libertad e incertidumbre en la vida diaria. Pero a ella, todas  estas circunstancias y avatares la convirtieron a su vez en una mujer fuerte y luchadora, decidiendo junto con sus hijos volver a coger las riendas del negocio que había dejado su marido.

San Bartolomé esquina calle Los Moros. /Foto: Vicente González Lechuga. 2008.

LECHERIA EN SAN BARTOLOMÉ ESQUINA LOS MOROS.
Abrió una lechería en su propia casa aumentando las cabezas de ganado con la compra de varias vacas y poder así vender leche de cabra y de vaca al mismo tiempo.

A cada hijo le designó una labor diferente dentro del negocio. A mi abuela Rafaela le tocó junto  con su hermano Ángel el reparto de la leche a los domicilios particulares, bares, hostales y pensiones. De todos estos repartos que hacían, los que peor llevaba mi abuela eran estos tres últimos debido a la vergüenza que pasaba por las regañinas que recibía de los dueños, ya que estos, poseían un artilugio llamado Medidor pesa leches que servía para medir la cantidad de agua añadida a la leche y que siempre daba positivo, aunque nunca llegó a ser “agua lechosa”. Mi bisabuela siempre alegaba que lo tenía que hacer así para aumentar los litros de leche y poder abastecer y cumplir con todos sus clientes.

El densímetro o medidor pesa leches. Se atribuye su invención a Hipatia de Alejandría.

MEDIDOR PESA LECHES
Este artilugio servía para comprobar la cantidad de agua añadida que podía contener la leche, sobre todo en los tiempos de hambruna posteriores a la guerra civil. Los vendedores de leche y sobre todo los ganaderos se dedicaban a añadirle agua a la leche con el fin de que la misma cundiera más, sacando mayor beneficio.

Estos medidores bien podían estar en posesión de los vendedores como de los compradores. Los primeros lo utilizaban para ir regulando el agua que añadían hasta el máximo permitido por la ley y no ser denunciados tanto por los controles policiales como por los particulares; los segundos lo utilizaban para no ser engañados a la hora de comprarla.

Este medidor está realizado en cristal fino y divido en tres partes; la primera e inferior consiste en una bola de cristal tintado en negro y hueca, cuyo interior contiene unas bolitas de plomo con un peso aproximado de 35 gr., cuya función es hacer de contrapeso entre la leche y el agua; la segunda parte, es un cilindro de 8 cm de largo y hueco para poder mantenerse flotando en el líquido; la tercera parte, la superior, consiste en un tubo mucho más fino y estrecho que el anterior, de 10 cm de largo con dos leyendas informativas en su interior. Una cara nos informa con un papel reglado del 0 al 25; y por la otra cara, con las posibles cantidades de agua: ¼, ½, ¾ o bien, leche entera.

Su finalidad era introducirlo verticalmente en las lecheras, si el medidor se hundía marcando la raya del 25 al 20, significaba que la leche era entera completamente, si se hundía del 20 al 15, significaba que contenía ¼ de agua añadida; del 15 al 10, ½ de agua; del 10 al 5, ¾ de agua y finalmente, si se hundía del 5 al 0, descaradamente la leche estaba totalmente aguada. Debido a estos pillajes se crearon controles policiales llamados fiscalías que se dedicaban a revisar todas las mercancías, tanto las que salían al exterior desde el muelle del vapor, como las de las propias lecherías, en las que se presentaban sin previo aviso. (Texto: Coral Piá Oviedo).

Lecheras con las que hacían el reparto por las calles de El Puerto Ángeles Pérez Navarro, su hermana, y una prima de su padre durante los últimos años de la Lechería.
RECUERDOS Y OLORES EN MI MEMORIA
Cuando recuerdo aquellos tiempos me vienen vaivenes de aromas, olores, sabores y colores que me trasladan al cuarto donde estaba la pequeña lechería, donde tantas horas de mi niñez se quedaron dormidas oliendo la leche recién ordeñada, el queso recién hecho, el vaso de leche azucarada que me daban para beber y aquellos requesones con azúcar de los calostros de las vacas recién paridas.

Y sobre todo la sensación de sentirme arropada y querida por la gente que te quiere, sensación, que jamás volverá a repetirse porque las piezas del conjunto caídas son más que las que quedan en pie.
Gracias por todo, gracias por estar en los momentos que solo tú supiste estar, acogerme como solo tú sabias. Doy gracias a Dios por habernos unido en esta vida, fuiste maestra de hacer pan de la nada, superando todos los obstáculos que la vida te impuso, por tus enseñanzas y por tu visión madura de la vida.

Abarcaste y protegiste a tres generaciones: hijos, nietos y bisnietos, siendo la gran Matriarca de esta familia. Demostrando que el mundo no es tan absurdo como muchas veces pensamos, gracias a tu legado de amor, dignidad honradez y sobre todo, unión familiar. Enseñanzas que siempre llevaré en lo más profundo de mi corazón y de mi memoria, gracias a tu larga vida.

Nos dejaste  a los 100 años de edad.

“Sé que en el trascender de mis años, llegará el momento exacto que volveré a estar frente a ti y podré  tocar tu rostro de nuevo. / Sentiré el respirar de tu aliento sin miedo a volver a perderlo. / Más allá del cielo azul será nuestro encuentro.” (Texto: Ángeles Pérez Navarro).

Más información sobre la familia de La Macaca. Josefa Martín Lanzarote 'La Macaca'. nótula 1.455 en GdP. La belleza de una porteña en París.

6 comentarios en “1.625. MILAGROS MARTÍN. ‘La Macaca’ y su lechería.

  1. Milagros Martin Rodriguez

    Soy Milagros Martin Rodriguez ,esa gran mujer que tube la suerte de de conocer ,aunque ya estaba muy mayor ,pero todavia la recuerdo con su pelo blanco y su carita muy dulce ,ella era mi tia abuela ,era la hermana de mi abuelo por parte de mi padre. Cada vez que paso por esa esquina de la casa donde me acogian cada verano cuando venia desde Madrid con mi tia (su sobrina Pepita )y todos ellos me cuidaban y me daban mucho cariño ,jamas olvidare esos felices veranos que pasaba con todos ellos .Desde aqui les quiero agradecer esos dias felices que pase en esa casa tan añorable para mi .Precisamente me pusieron Milagros por esa gran mujer.

  2. Mariló

    Me he emocionado mucho al leer tus letras. Los has descrito con un cariño que me ha llegado al alma.
    Yo también recuerdo muchos detalles de la bisabuela, que los más pequeños de la famlia recordamos como la abuela del cuarto, por estar siempre trabajando en ese cuarto que hacía de despacho de leche.
    Como bien sabes, sus últimos años los paso en mi casa, cuidada por su nieta Nena y muchas tardes, en su cuarto, nos contaba su vida, su larga y cargada vida.
    Ya no existen matriarcas como ella, con todos sus pollitos alrededor. Hijos, nietos y bisnietos en una misma casa.
    Gracias, gracias Angeles, por traernos de nuevo a la abuela del cuarto, a nuestra mente y a nuestro corazón.

  3. María Jesús

    Enhorabuena a ambas autoras de este precioso articulo.No tengo conciencia de haber conocido, a esta entrañable matriarca, mis recuerdos no van más allá, de una Lecheria frente al Teatro Principal, a la que acudia a menudo portando mi lehera de aluminio y que atendia una señora morena, impecablemente vestida y peinada en un recogido.Tambien iba a otra en la calle Vicario, y que atendia un señor más risueño, creo que se llamaba Buhigas.Lo que si recuerdo es oir alguna vez, que la lehe estaba aguada, sobre todo a mi padre, pues se crio en una granja y supongo que sabia de lo que hablaba. A menudo nos ponian con el soplador a esperar que hirviera la leche, la verdad es que era bastante pesado, pero valia la pena pues la nata nos la daban con azúcar, y si no la guardabamos y haciamos unos rosquitos buenisimos. En fin, que me ha encantado conocer un poco de la historia de esta entrañable heroina a la que las siguientes generaciones le devemos tanto, pues han sido un ejemplo de vida y el mejor espejo donde mirarnos

  4. ANGELES

    Muchas gracias Francis, por tus palabras me alegro que te haya gustado y que lo hayas leido..gracias por tu amistad y por ser asi de especial...

    "Gelen"

  5. Coral

    Hombre Francis; cuánto tiempo sin saber de ti y qué alegría más grande me has dado!
    Las gracias se las tengo que dar yo a Gelen por éste articulo ya que, gracias a ella, por fin he podido sacar a colación la historia-función del famoso densímetro o comunmente "Medidor pesa leches" propiedad de mi familia y que ahora por ser una enamorada de todas las cosas antiguas, está en mis manos el cual conservo y guardo como una relíquia.
    Me alegro de encontrarte por aquí y por supuesto, como no, de haberte podido leer.
    Saludos.

  6. Francis

    Aunque ya apenas queda rastro alguno de aquel pequeño diablo que un día fui, conservo como un gran tesoro, aquellos infantiles recuerdos de unos tiempos en los que: la curiosidad, las pillerías, las travesuras sin picardías, y en general la calle, eran mi auténtica escuela, en la que aprendí más que mis aniñados años en la escuelita. Y en esa indomesticada infancia que viví aparece en uno de sus episodios, vivencias relacionadas con algunos de estos familiares que mencionas, con esa casa-lechería, con esa esquina y sobre todo, con ese cañón. Aquella arma de artillería –vestigio de un pasado lejano- que haciendo de guarda esquina, era parada obligatoria de juegos de cualquier chiquillería. Recuerdo, que cariñosamente a tu familia se le llamaba la de los macacos, y ahora comprendo por tu relato de dónde os venía ese apodo.

    Nunca traspasé los primeros metros del soportal de aquella finca, aunque me perduró en el tiempo la intriga de conocer lo que hubiese más allá de esa primera estancia. Seguramente, cosas de niños. Estas ocasionales visitas se debían a mi acompañamiento de algún adulto, o bien, de alguna otra chavalería, pues no recuerdo haber ido nunca a solas. Pero lo que si te puedo asegurar y decir es: que tu familia y que tu pasado entorno, aparecen y figuran como fragmentos de ese rompecabezas que es la historia de mi vida, y que sin estas piezas el puzle de mi pasado estaría incompleto.

    Quiero agradecer a Coral la ilustre aportación que ha realizado para la elaboración de esta nótala, y a ti Ángeles decirte: que cuando se escribe con sensibilidad y sentimiento, se provoca que el lector en la historia se meta dentro. Me congratulo, de que por tus venas fluya sangre de la protagonista. Un saludo y un abrazo.

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