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2.737. El Puerto de luto, por la muerte de cuatro marineros.1928. (Y Parte II)

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El gran filántropo y benefactor de la Ciudad de El Puerto de Santa María, Elías Ahuja y Andria que había regresado de Cádiz, nada mas saber de la gran tragedia ocurrida, decidió suspender un acto que se iba a celebrar en su honor al día siguiente. Tras enviar los oportunos telegramas exponiendo a los organizadores del evento su suspensión, Elías Ahuja estuvo en el Hospital para interesarse por el estado de los heridos.

Así, en la Revista Portuense del día siguiente se recoge esta información:  “Nuestro distinguido convecino Ilustrísimo Sr. D. Elías Ahuja y Andria, al regresar ayer de Cádiz y tener conocimiento de la catástrofe marítima ocurrida en la barra de nuestra ria, dando una vez más prueba latente de su magnánimo sentir, lanzó la idea de que fuese aplazado el homenaje que se proyectaba rendirle hoy, significando a la vez el deseo de contribuir con su óbolo a mitigar la aflictiva situación de los familiares de las víctimas. Los organizadores del aludido homenaje, lanzaron con tal motivo el siguiente manifiesto al vecindario. PORTUENSES: Acaba de llegar de Cádiz el Ilustrísimo Sr. D. Elías Ahuja y Andria, y al saber la inmensa desgracia que sufren pobres familias marineras por las pérdidas de seres queridos, víctimas de un naufragio, dando una prueba mas de sus nobilísimos sentimientos, nos ha rogado que el acto que en su honor se iba a celebrar el domingo, quede en suspenso en señal de duelo, y que en su nombre y representación se costeen los gastos que ocasionen los funerales y entierros. Obedientes a estos deseos, hemos adoptado el acuerdo de que todo se suprima, menos el donativo de pan, que se llevará a efecto durante las horas que las papeletas repartidas indican. Puerto de Santa Maria, 10 de Marzo de 1928. La Comisión“.

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Comedor social costeado por Elías Ahuja. / Foto: Col. Manuel Martínez Cordero.

Destaca también El Noticiero Sevillano: “El acto iba a consistir en la entrega al señor Ahuja de una hermosa placa de oro que ha sido costeada por suscripción pública… El señor Ahuja sostiene aquí un comedor al que concurren cerca de cien personas, gozando de grandes simpatías y afectos por sus innumerables obras benéficas.”

Esa misma noche del sábado se circularon varios telegramas dirigidos a las numerosas personalidades y comisiones que desde distintas localidades se iban a trasladar hasta el Puerto, advirtiéndoles de la suspensión del acto. Este rasgo de Elías Ahuja fue motivo de grandes elogios y favorables comentarios.

Habíamos comentado anteriormente que Elías Ahuja tras la suspensión del acontecimiento previsto para el día siguiente, domingo, se dirigió hacia el Hospital a ver a las víctimas del desastre marítimo. Tras interesarse por su estado y lamentar lo ocurrido les hizo un donativo de 5 pesetas a cada uno de los 9 hospitalizados y les obsequió, además, con tabaco.

El resto de la jornada transcurrió con la lógica angustia de los familiares que recorrían el muelle y la playa enloquecidos de dolor, con la triste esperanza de ver si el mar les devolvía los cadáveres de sus seres queridos. Se comentaba entre la población la insólita coincidencia en las fechas con otro suceso ocurrido en el mismo día 10 de marzo y que fue muy sentido en ésta Ciudad.

La desaparición del crucero Reina Regente.

Nos referimos al 9 de marzo de 1895, cuando había zarpado de Tánger con dirección a Cádiz, el crucero Reina Regente con una dotación de 420 hombres, muchos de ellos procedentes de El Puerto de Santa María, que desapareció con toda su tripulación para no ser vistos nunca más, convirtiéndose en uno de los mayores misterios de la historia naval de nuestro país. Este naufragio había dejado honda huella en la Ciudad, que no lo había olvidado y que ahora revivía de nuevo en el dolor causado por este suceso. Algunos iban mas allá, intentando justificar la tragedia por la coincidencia de las fechas, ya se sabe, había mucha superstición en los tiempos que corrían y todos asentían tales afirmaciones.

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El crucero protegido de la Armada "Reina Regente", del que en 1910 se construiría una segunda embarcación con el mismo nombre.

Domingo 11 de Marzo de 1928

Cuando amaneció prosiguieron las búsquedas de los desaparecidos. La prensa había recogido la noticia, aunque la información era bastante confusa. Podemos citar algunos titulares de la época: Diario de Córdoba: ”Perecen ocho hombres en un naufragio”. El Noticiero Sevillano: ”Naufragio de una lancha pesquera.10 logran llegar a la playa. Se ignora el paradero de ocho de ellos”. La Libertad: ”Seis ahogados”. Revista Portuense: ”Grave accidente marítimo. Embarcación zozobrada. 9 náufragos hospitalizados. Faltan por aparecer otros tres”

Como se puede ver, no había cifras oficiales de las víctimas y los datos eran confusos. Así mientras unas publicaciones manifestaban que en la lancha había 18 hombres embarcados, otras hablaban de 15. Tampoco se ponían de acuerdo en el número de ahogados y llegaban a decir incluso que perecieron 8 de ellos.

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Revista Portuense 11.03.1928

 Al margen de las publicaciones los únicos datos ciertos en ese momento eran la desaparición de tres personas entre las embarcadas y la muerte de otra de ellas. Además del acto aplazado para este día en homenaje a Elías Ahuja , se suspendieron otros eventos en la ciudad en señal de duelo, como  un partido de fútbol entre los equipos locales del Racing y el Atletic.

El señor Elias Ahuja recibió varios telegramas, lamentando las circunstancias que le habían llevado a la suspensión del acto.

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Revista Portuense 13.03.1928

Pronto habría novedades importantes. A primera hora de la mañana, en la playa de Levante (Valdelagrana), apareció el cuerpo del niño Jose Romero Raposo y mas tarde, hacia el mediodía, cuando estaban recuperando la lancha  y recogiendo el arte de pesca , se encontraron los otros dos desaparecidos, enganchados en la red. De ésta forma la cifra oficial de víctimas aumentó a cuatro.

Vicente de la Flor, que tenía 36 años y vivía soltero. Francisco Ponce Tomás, de 31 años que dejaba a su madre y a sus dos hijos. Juan Herrera Durán, tenía 24 años y era sobrino de la popular lotera Dolores Herrera, la Farfolla, que vivía en la calle Lechería y  era muy conocida por el público habitual que acudía a las sesiones del Teatro Principal. Estaba casado y tenía un hijo de corta edad dándose la penosa circunstancia de que su mujer estaba embarazada esperando otro hijo. José Romero Raposo tenía 15 años y vivía con sus padres, siendo casi el mayor de nueves hermanos.

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Dolores Herrera "La Farfolla".

Los cadáveres de los infortunados marineros fueron extraídos del mar y por disposición del Comandante de Marina, Carlos Pineda, que estaba en funciones de juez instructor, fueron conducidos al depósito del cementerio para que se les practicara la autopsia. Los desembarcaron en las proximidades del puente y desde allí se trasladaron al cementerio.

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El patrón Juan Martinez Gutierrez, en el centro, junto a parte de su tripulación. /Noticiero Sevillano. 13.03.1928.

A la ciudad habían llegado por la mañana para cubrir la información sobre el suceso ocurrido el día anterior, una delegación periodística de “El Noticiero Sevillano” quienes realizaron un amplio reportaje, obteniendo diversas fotografías y declaraciones de los principales protagonistas del naufragio.

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Aunque no los menciona, creemos que son José Oviedo y Juan Pizarro que estaban en la playa y que formaban parte de la tripulación. /Noticiero Sevillano 13.03. 1928.

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En el Hospital estaban dando el alta a los marineros hospitalizados desde el día anterior y  estos estaban regresando a sus domicilios donde seguirían atendiéndolos sus familiares. Hasta allí, se acercaron los periodistas y obtuvieron la foto de Francisco Castellanos padre del niño Jose Romero, convaleciente en la cama del hospital, siendo el único que permanecía en la Casa de Socorro. También se obtuvieron otras fotos, tomadas por el señor Gelan del Noticiero Sevillano, de los marineros víctimas del naufragio y también de los rescatadores. El redactor jefe, señor Flor se encargó de entrevistar al patrón de la lancha siniestrada que dio muchos detalles de lo ocurrido, y en el que nos hemos basado principalmente para la redacción de éste artículo. Juan Martinez Gutierrez, aparece en las fotos con un aparatoso vendaje en la cabeza junto a cuatro de los tripulantes de su embarcación.

Marineros que formaban parte del rescate a los náufragos. /Noticiero Sevillano. 13.03. 1928.

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Los marineros que rescataron a los tripulantes de la lancha naufragada. /Noticiero Sevillano. 13.03. 1928.

17-naufragio-1928-puertosntamariaEn el cementerio estaban practicando la autopsia a los tres cadáveres, cuando pronto llegó una multitud de personas que acudían al sepelio de Vicente de la Flor. Este momento, también fue inmortalizado por las cámaras de El Noticiero Sevillano que captó el dolor de las familias agarradas a las rejas de la cancela del cementerio, rotas y extenuadas por el llanto interminable de los que han perdido a sus familiares y de la tristeza infinita de los que ya no tienen el consuelo de ver nunca mas a los seres queridos que se han ido para siempre.

Sigue a continuación, explicando lo ocurrido ese día. Revista Portuense: "…llegó al Cementerio el clero e inmenso gentío que acudían al sepelio de aquellos. Figuraban en aquel, el clero de ambas parroquias, yendo de preste el cura párroco de San Joaquin Salvador Martin Rodriguez, de caperos Rodrigo Sánchez Láinez y Antonio Iñigo Preen, y de presbíteros acompañantes Manuel Fontadez, Pedro Montoya, Angel López, Antonio Benitez y Juan Fuentes. Asistió un acompañamiento numerosísimo, constituyendo la presidencia del duelo el arcipreste Francisco Núñez Galván junto al alcalde Alfonso Sánchez Mateos, Ayudante de Marina Carlos Pineda Soto, comandante militar de la plaza teniente coronel Mariano Alvarez Mayor y el juez de primera instancia Francisco Arias Rodriguez Barba. Cantado en la capilla del Cementerio el oficio de sepultura, dirigió su elocuente palabra el señor Arcipreste, a la muchedumbre que allí se hallaba congregada, expresando el amor que tienen las parroquias del Puerto a todos sus hijos y como en estos casos se unen a sus feligreses para derramar consuelo sobre sus corazones atribulados. Excitó a los  concurrentes para que hicieran una oración por aquellos desgraciados, víctimas del mar, y terminó rezando un padrenuestro que fue contestado fervorosamente por cuantos asistían. Fue este un momento de intensa y profunda emoción, viéndose nublados por las lagrimas los ojos de los más de los concurrentes. Luego se rezó solemne responso ante cada una de las sepulturas que habían de ocupar las víctimas de ésta tragedia del mar, haciéndose inmediatamente el sepelio.”

En ese día se enterraron Vicente de la Flor y probablemente el niño José Romero Raposo, quedando los otros dos para el día siguiente. Recibió el Ayudante de Marina un telegrama del Comandante de Marina de la Provincia, Eduardo Pasquín solicitándole que les transmite su mas sentido pésame a las familias afectadas por la tragedia

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Revista Portuense 13.03.1928

El Ayudante de Marina Carlos Pineda Soto, preocupado por la situación en que quedaban las familias, había proclamado un manifiesto en el que abanderaba una suscripción popular donde los donativos serían destinados en ayudas a los que habian quedado mas desprotegidos.

De nuevo citamos a la Revista Portuense: "¡Portuenses!. Nuevamente la mano despiadada de la Fatalidad y del Destino ha descargado un golpe rudo y fiero sobre la honrada clase pescadora de esta ciudad. Un puñado de bravos marineros, vio lentamente impulsados por la necesidad y la miseria que reina en sus hogares, lanzáronse a la mar, desafiando con salvaje valor, sus iras e inclemencias. Las olas no tardaron en hacer zozobrar su embarcación. Gracias a la gran presteza y a la heroica abnegación con que otros compañeros volaron en su auxilio, exponiendo también sus propias vidas, se logró arrebatar al mar bravío ocho desventurados pescadores, que hubieran perecido fatalmente sin este pronto auxilio. Por desgracia otros cuatro pagaron con la vida la osadía. Sus infelices hogares, sus padres , sus esposas y sus hijos, por quienes los sin ventura arrostraron las iras de los mares y de la tempestad, han quedado sumidos en el mayor dolor y desamparo. Yo que, aunque la suerte quiso que fuese su jefe nato, los he considerado siempre como a hijos y como a hermanos queridos de una misma y terrible profesión, cual es la de la mar, me dirijo. Afectado hasta el fondo de mi alma por esta horrible catástrofe, que a todos nos apena, a todos nuestros conciudadanos, sin distinción de clases, y les pido con encarecimiento una oración por las almas de estos cuatro infelices pescadores, y un socorro que alivie la tenebrosa miseria y el espantoso dolor en que han quedado sumidos sus hogares y sus deudos. A todos se os presenta la ocasión de poder ejercer la bendita virtud de la caridad, pues mi deseo sería que el pueblo entero, dando una gallarda muestra de sus buenos sentimientos contribuyese, cada cual a medida de sus fuerzas a socorrer a estos desventurados y a este fin y desde este día, se recibirán todos los donativos, hasta de 5 céntimos, en las oficinas de esta Capitanía de Puerto, en la inteligencia de que a nadie se le pedirá nada directamente, pues esta limosna entiendo que debe ser espontánea. Que Dios premie a los donantes, a quienes anticipo el testimonio de la mas sincera e imperecedera gratitud de los favorecidos y mía. Puerto de Santa Maria, 12 de marzo de 1928. El Ayudante de Marina y Comandante de trozo Carlos de Pineda”.

A esta iniciativa se sumó también el Ayuntamiento, quien en el Pleno del día 14 de marzo acordó contribuir con una cantidad todavía por determinar  al socorro de las familias.

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Revista Portuense. 18.03.1928.

Sesión del 14/03/1928… Punto Séptimo  Por la presidencia se da cuenta de la desgracia marítima ocurrida el sábado pasado en la desembocadura del rio Guadalete y pide que conste en acta el sentimiento de la Corporación y conceda una cantidad para la suscripción mencionada por el señor Ayudante Militar de Marina de este asunto. Por unanimidad se acuerda de conformidad con lo propuesto y faculta a la presidencia para que fije la cantidad con que se ha de contribuir al socorro de las familias de los marineros fallecidos y que, la cantidad que se fije se abone un cargo de capítulo de imprevistos. Firmado. Alfonso Sancho Mateos. Alcalde“. Archivo Histórico del PSM.  Legajo 126 - Acta de Comisión Municipal Permanente.

Nueve días después se celebraba un funeral en la Iglesia Mayor Prioral, costeado por la Juventud Católica Parroquial

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Revista Portuense 18.03.1928

Ser marinero es una labor bastante arriesgada y sacrificada, que nunca estuvo pagada y reconocida como se merece. Estas personas, por llevar un pequeño jornal a su casa tuvieron que lidiar con la terrible situación económica del momento y se cruzaron con la muerte en forma de ola y tempestad. /Texto: Javier Serén Perdigones y Mario Fleming Cumbreras.

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