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macarenaosborneheard_puertosantamariaMacarena Claudia Osborne Heard, única hija de Rafael Osborne Macpherson y Claudia Antonia Heard, de origen norteamericano perteneciente a una familia petrolera de Tejas (EEUU). Fueron quienes construyeron la casa palacio de la Finca ‘El Cerrillo’ edificio que, durante los años ochenta, fue la célebre discoteca ‘Joy Sherry’, gestionada por Pedro Trapote, y de la que Macarena fue propietaria hasta mediados de dicha década. Había nacido en 1951.
Su padre, un hombre de mundo con el que se modernizó y creció bodegas Osborne, amigo de Dalí --que diseñará la famosa botella del brandy Conde de Osborne y hará publicidad de la empresa vinatera-- fue el impulsor de uno de los mayores aciertos publicitarios del siglo XX: el toro de Osborne, diseñado por el publicitario, artista y medallista Manolo Prieto en 1957. Su padre, que había sido hermano mayor honorario de la Hermandad de la Misericordia,  falleció en Montreaux (Suiza) en 1985.

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paquitomorenoacosta_puertosantamariaYa ves, después de tantos años,  tu recuerdo sigue anclado, en este corazón mío, como huella indeleble de lo mucho que te hacías querer.

Y es que eras un niño adorable con muchas ilusiones y proyectos, pero a la vez con los pies en la tierra sabiendo tus limitaciones. Tu mayor logro  era poder levantarte cada día pletórico de facultades, para felicidad de los tuyos, entre los que me encuentro. No, no teníamos una sola gota de sangre en común, pero…es que acaso eso es importante?  Yo sé bien que no, porque no solo éramos dos familias amigas, de eso nada! Había lazos invisibles de sincero y fraternal cariño. /Paquito, delante de su casa de Pozos Dulces; detrás, la iglesia del Convento del Espíritu Santo.

Muchos fueron los momentos que compartimos, durante esos  veinte dos años,  y nunca un enfado, a pesar de  que ambos teníamos, nuestro poquito de genio. Y es que tenías lo que se dice ‘mano izquierda’ --símil taurino-- a la hora de  saber darle su sitio a cada uno de tus muchos amigos. Como no ibas a hacerlo, si tenias una claridad mental, envidiable.

Querido Paquito, está claro  que estabas genialmente  dotado para las artes,  pero  el caprichoso destino, hizo diana en ti y no te permitió cumplir todos tus sueños,  ni  a mi poder tener la dicha de verte realizarlos. Eras muy grande, y por tanto sé que allá en el cielo, seguro que estas deleitando a toda la corte celestial, con tu  prosa, tu  alegre y colorido trazo y con el  armonioso y sentido sonido de tu guitarra.

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De izquierda a derecha, Antonio Morión Monge, Capataz de Williams & Humbert Ltd., de Jerez;  José Lobato Peralta,  Capataz de Fernando A. de Terry, padre de Mari Carmen Lobato, casada con Javier Benjumeda; Luis Moreno Paz, Capataz de Fernando A. de Terry  padre de Juan Luis, Tatín, Mila y Paquito Moreno; y Manuel Camacho Cala, Capataz de Osborne y Cía., hermano de Milagros, la segunda mujer de Pepe Romero Zarazaga, de Romerijo. A estos capataces de la fotografía les dieron un homenaje en una Fiesta de la Vendimia de Jerez, en la década de los sesenta del siglo pasado.

¿Te acuerdas, como  me ganabas en todo? Yo, si y nada, no había nada que hacer, puñetero, que hábil eras  dejándome ganar alguna vez, para que no me sintiera mal. Y es que las cosas en su sitio, no era rival para ti, ¿ambos dos lo sabíamos verdad? No sabría por dónde empezar, si tuviera que enumerar todos los gratos momentos pasados en tu compañía,  pero si te parece,  ¿te acuerdas de cómo me invitabas a jugar con tus vecinos y amigos a la puerta de tu casa? Bien a la pelota, a las cuatro esquinas, al pañuelo etc. Tu pobre madre,  requiriéndote y  con el “¡Ay! en la boca” atenta para que no te cansaras, ni sufrieras ningún rasguño, ni caída. Escucha,  todas las madres, somos ‘un poquitín pesaditas’, ahora lo sé, pero era lógico,  tú eras su niño de su alma, y  sabía que  cualquier esfuerzo era perjudicial para ti, pero claro tú querías seguir jugando. Yo alucinaba con tu habilidad con el Mecano, los juegos de construcciones  y con esos  estupendos juguetes, que aunque nuevos siempre compartías.

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De izquierda a derecha, Milagros Moreno Acosta, Conchita, María Jesús y Kika Vela Durán, hermana y amigas de Paquito, respectivamene.

Todo te parecía poco para agradarnos. Recuerdo como  me explicabas  que vino contenía, cada uno de  tu amplia colección de botellines. A mí me gustaban los que tenían mallas, me parecían muy bonitos, además me viene a la memoria como se reunían   en la azotea de la casa de una  amiga- a la hora de la radio novela: Ama Rosa, Esmeralda, Lucecita etc. Que habilidosas eran. ¡Anda que no se lo pasaban bien, ni nada! Fíjate, que más de una vez, creo haber acompañado a  algún sitio donde se las recogían, solo que no lo pongo en claro. Así, como al Colegio de las hermanitas en la calle cielo, a por leche el polvo... La primera vez que mi amiga me  dio una cucharadita, casi me ahogo,  pero la verdad es que estaba buenísima, y más de una vez le puse la mano, y  aunque este feo decirlo,  más parecía un gato que una niña.

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Paquito, delante de su casa en Pozos Dulces. Detrás la desaparecida bodega de Pedro Domecq, derrumbada para hacer el ensanche de la entrada a El Puerto por dicha vía.

Y es que así era nuestra ciudad en aquellos años,  bulliciosa y alegre.

Bulliciosa, porque las calles  tenían vida, cierto es que  prácticamente casi todos vivíamos en el centro, y que apenas empezaban a construirse las primeras barriadas. Alegre, porque al haber tan pocos coches, por la tarde a la salida de los colegios, los niños nos adueñábamos de ellas con nuestros juegos y era  pura alegría. Ahora han cambiado mucho las cosas, apenas si se ven niños jugando, y los pocos que hay, no siempre son cívicos y respetuosos. Una pena, pero así es, a nosotros nos reñían y agachábamos la cabeza  sin chistar. Ahora es un poquito……complicado.

Muchas de las cosas que hemos perdido, sin lugar a dudas, es la familiaridad entre vecinos,  y no saben los que se pierden,  porque nosotros lo pasábamos muy bien juntos. ¿Te acuerdas  de los largos paseos --éramos muy pequeños, y todo parecía muy lejos-- los domingos  por la tarde  con nuestras tías Lalo y Tata? Cruzábamos el puente San Alejandro, y llegábamos hasta una pequeña Venta Pacorro, --creo-- y  allí descansábamos un poquito,  nos tomábamos una Mirinda y como estaba en pleno campo jugábamos  de los lindo  y de vuelta a casa, cansados pero muy contentos, y nuestras madres más, porque caímos rendidos  y no dábamos guerra. ¿Y de los guateques de nuestros hermanos mayores?  Ahora en la distancia, me parecen entrañables. Aunque a nosotros  los pequeños, no nos dejaban entrar --normal-- nos colábamos y echábamos nuestros bailecitos Tenían la música más en boga del momento como: La casa del sol naciente de The Animals, Noche de blanco satén de The Moody Blues, Desencadenando Melodías de The Righteous Brothers, Yesterday de los Beatles y tantas canciones bonitas.  La cosa se animaba con el  Twist, y  la Yenka, esperando siempre, que no viniera algún patoso y  sin querer moviera  el tocadiscos y rallara los discos de vinilo. Que agradable  era todo, ¿verdad?

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En la imagen, El Puerto anegado por las lluvias, delante de casa de nuestro protagonista. Con delantal a la derecha, María Acosta Higueas, prima de María Torres Higuera, conocida modista de La Placilla.

Como agradable y entrañable,  era el reunirnos las dos familias para hacer las tortas de Navidad. Recuerdo que mi padre  nos traía  naranja agria y si no la encontraba, se la pedíamos al guarda de la Plaza Peral. Un par de ellas, nada más, porque tampoco había que abusar. Todos disfrutábamos mucho, con los preparativos, y  tú con ese salero que tenías  nos hacías pasar una tarde inolvidable con tus chistes y  gracietas.  Y es que estabas sembrado!

Unos  estirábamos la masa con  rodillos, otros con botellas, y  los más pequeños solo nos limitábamos  a hacer la forma redondeada de las tortas con vasos. Todos echando una manita y animando el cotarro y  hasta  haciendo música con la botella de Anís del Mono, con las panderetas, matracas y zambombas, hasta con las tapaderas de las ollas si venia al caso. Cuando alborotábamos en demasía,  tanto tu tía Lalo, como mi tía Emilia, nos ponían firmes en un segundo, y todos más buenos que el pan.

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La casa donde vivía Paquito, en la actualidad (entre la entrada principal a El Cortijo y el desaparecido Economato de Terry). En la planta baja vivían los Moreno Acosta y en la superior los Ameneiro Rodríguez.

El colofón era el día de reyes, todos deseosos de ver lo que SS.MM. los Reyes  de Oriente  habían tenido a bien dejarnos a cada uno. Dudas había, porque  más de una vez nos habían dicho, que nos podían traer carbón,  pero nunca fue así. No, no es que no hubiera carbón, claro que lo hubo pues  uno de los reyes magos, debía ser un poquito guasón  y nos gastó la broma, pero. menos  mal  que era de caramelo. Nuestras caras eran unos poemas todos alucinados preguntando…. ¿a ti que te han traído? Pues a mí esto  o aquello  y claro nuestros mayores poniendo caras de circunstancias para no descubrirse.

Ves querido Paquito, ¿como tus veintidós años, han sido muy ricos en vivencias y en  bonitos recuerdos? Pasaste por este mundo, dando muchas alegrías, y lecciones de vida. Alegrías porque todo tú eras, un día  radiante y esplendoroso,   de  risas contagiosas, de calidez y cariñoso magnetismo, porque  irremediablemente,  te llevabas de calle  a cuantos te conocíamos. Y  lecciones, por la  dignidad y  entereza, al  afrontar tu enfermedad, contagiándonos de  optimismo y dándonos el alma, en cada uno de esos  benditos veintidós años,  de un ser humano maravilloso y  excepcional.

Querido Paquito, gracias, por el privilegio de  tu valiosa amistad. /Texto: María Jesús Vela Durán.

De izquierda a derecha, Joaquín 'El Soldado' y Francisco Caro, ambos carniceros de Rota; niño desconocido; Manuel Morales 'Rabioso' banderillero; desconocido, el diestro Paco Ojeda, Miguel Núñez 'Alvento', el que fuera presidente de la Plaza de Toros, Rafael Sestelo, Antonio González Sabio, Antonio Castro Sabio y Antonio Ramírez Alejo 'Peana', durante un día de campo de marcado tintes taurinos.

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 José María Godínez Calvo nace en Cádiz en 1968, hijo segundo del matrimonio formado por Antonio y Margarita, quien aunque nace y vive en Cádiz está vinculado con El Puerto desde siempre.

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De pequeño sus padres lo traían a comer a los bares de la Ribera del Marisco muchos sábados: Échate Payá, Casa Paco Ceballos, …; luego, con 17 años volvería al reclamo del ambiente nocturno y, una año mas tarde se echó novia aquí y por último acabaría encontrando trabajo en el Hotel Los Cántaros, que dirige. Es presidente del CCA, cargo que ocupará hasta el próximo miércoles 18, dado que no se presenta a la reelección: la Asamblea, pues, elige nuevo titular de la entidad. A diario, se levanta gaditano, trabaja en y por lo portuense, pero es un ciudadano del mundo, --ha visitado cerca de 60 países-- que vive en clave de Bahía de Cádiz. ‘Coquinero de día, piconero de noche’.

1968.

El año del nacimiento de nuestro protagonista era alcalde de la Ciudad, Luis Portillo Ruiz. En junio se celebraba en El Puerto un pleno de la Diputación Provincial que se pronunciaba sobre la expansión universitaria en la provincia, algo de lo que El Puerto no se vería beneficiado y que produjo, por su desacuerdo que, un año después Luis Portillo abandonara la alcaldía al no verse apoyado para tal empresa por los propios concejales de la Corporación Municipal. José Luis Tejada publica ‘El cadáver del alba’.

El_Planeta_De_Los_Simios-Se proyecta en el Teatro Principal ‘El Planeta de los Simios’. Se estrena en la Scala de Milán, un ballet basado en el poemario de Rafael Alberti ‘Sobre los ángeles’, que ese año publica ‘Roma, peligro para caminantes’.

El 16 de junio el Racing Club Portuense, campeón de la Temporada 1967/68, jugaba la promoción de ascenso de Tercera División (equivalente a la Segunda B de hoy) a Segunda contra el Alavés, perdiendo 2 a 0. Tenían un gran equipo y una gran directiva. En la Real Plaza de Toros actúan en una corrida nocturna el sábado 20 de julio, los diestros Miguel Mateo ‘Miguelín’, Palomo Linares y Ángel Teruel.  El grupo de teatro ‘Bellas Artes’ representa ‘Mentir a Tiempo’ sainete de Pedro Muñoz Seca. Nace el cantante afincado en El Puerto, Enrique Bunbury.  Se inauguraba el ambulatorio de la Seguridad Social Virgen del Carmen.

HOTEL LOS CÁNTAROS.

Volviendo a José María, empezó a trabajar en El Puerto en el hotel Los Cántaros en 1990 --con 22 años-- como aparca coches, botones y recepcionista de noche; luego, dado su dominio de los idiomas: habla inglés y alemán, paso a ser recepcionista y, en 1991, sustituye provisionalmente al director por seis meses tras la marcha de éste y ya se queda definitivamente: han pasado 22 años. Estudió Técnico de Empresas y Actividades Turísticas (TEAT) en la Escuela de Turismo de Jerez y este año 2013 se ha licenciado en Filosofía por la Universidad a Distancia. Ha dirigido también Apartamentos Casa de Los Leones y Casa Palacio Luna.

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Con directores de hotel, de izquierda a derecha, Francisco Ramírez, Ricardo Fernández, Piedad Hernández, José Manuel Anguiano, Enrique Fernández de Bobadilla, José María Godínez y Eduardo Pérez con el alcalde de la Ciudad, a la sazón, Fernando Gago. Año 2007.

CENTRO COMERCIAL ABIERTO (CCA).

En julio de 2009 se crea el Centro Comercial Abierto, que aglutinará a una nutrida mayoría de establecimientos comerciales y de hostelería de El Puerto, formando parte de la candidatura liderada por el entonces gerente de Romerijo Jacobo García Nieto. Este último se marchó de la Ciudad al mes de constituida la asociación en la que José María era el Vicepresidente, por lo que, al cesar el primero Godínez -- persona disciplinada y cumplidora con sus compromisos; aquí recuerda su formación en los Salesianos de Cádiz-- accede a la presidencia, anunciando que lo haría solo por un mandato. Este periodo finalizaba precisamente en estos días durante los cuales ha permanecido como presidente en funciones, hasta la elección de pasado mañana, miércoles 18.

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Recogiendo de manos del Consejero de Turismo y Comercio, Luciano Alonso, el documento que acreditaba al CCA su registro en el sistema de centros comerciales, en un acto celebrado en la Cátedra de Estudios Alfonsíes en enero de 2012.

Destaca como muy positivo «la gran cantidad de gentes de El Puerto con los que he tenido la oportunidad de relacionarme: gente trabajadora, desinteresada, luchadora y amable. Esta Ciudad tiene mucha suerte al tener tantos hijos que la quieran, a pesar de las barbaridades que haciéndole y a pesar de ello, presumen ‘con lágrimas en los ojos’ por como les tienen El Puerto, a todas luces deteriorado».

Durante estos cuatro años, José María, afirma que «me he dado cuenta de determinadas realidades de El Puerto, y ha sido ahí donde me he tenido que fajar con determinados políticos de la Ciudad, absolutamente ajenos a lo que ocurre a diario y narcotizados por su propio discurso», enfatiza.

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En la promoción de la Ciudad realizada en Navarra, con motivo de la dedicatoria de la Feria 2008 a dicha comunidad. De izquierda a derecha, fila superior, Pepe Fernández, José Antonio Romero y su mujer Milagros, Rafael Osborne, Felix Gabay , Francisco Ramírez, Alvaro Casal y sobre él, José María Godínez; fila inferior, Lola Eguren presidenta del parlamento navarro, el consejero de presidencia Alberto Catalán, y el alcalde y concejal de fiestas, Enrique Moresco y Millán Alegre, respectivamente. 

VIAJERO.

Le gusta viajar, ser crítico con lo que ve y disfrutar de lo que tiene de bueno. Para José María «Es un privilegio vivir en la parte mejor del mundo y no de las partes mas pobres» Y se emociona, una lágrima le asoma a los ojos, cuando afirma que «Somos solidarios con la inmigración: recuerdo como una señora voluntaria le dio el pecho a un pequeño subsahariano que venía hambriento en una patera, o como un Guardia Civil, le dio calor con su cuerpo a un inmigrante que, desfallecido, había llegado a nuestras costas con hipotermia», concluye.

bola_del_mundoViaja solo, o en compañía de su pareja, con una mochila, el billete de ida y vuelta y la primera noche de hotel. De los 194 países que existen en el mundo, ha visitado algo más de la cuarta parte: casi 60 y empieza a enumerarlos, consciente de que se olvida de muchos. En Africa: Egipto, Lesoto, Marruecos, Sudáfrica, Túnez; en Oriente Medio: Siria y Jordania; en Asia: Camboya, Malasia, Sri-Lanka, Tailandia, Vietnam; en América del Sur: Argentina, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, Guatemala, Honduras, Méjico, Perú; en Europa: Austria donde trabajó de au pair, Bégica, Dinamarca, Escocia, Francia, Holanda, Irlanda, Italia, Liechtenstein, Luxemburgo, Rumanía, Portugal, ... /Texto: José María Morillo.

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 El verano de 1975 fue el primero que pasamos en la casa nueva. Casi sin darme cuenta, dejé de ser un niño del centro, pegado con harina y agua a la falda de mi madre como un cromo al álbum de fútbol, y me convertí en un pequeño salvaje en las perdidas arboledas de Crevillet.

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De las dos habitaciones con servicio compartido del número 17 de la calle San Sebastián, nos fuimos a un piso entero para nosotros solos en la barriada Francisco Dueñas, Bloque 8, 3º B. De un cierro de rejas a ras de suelo, a una ventana abierta al mar por la que se colaba el horizonte cada mañana. Del aroma a incienso de la Iglesia Mayor, al olor indómito a retama y salitre de las Dunas de San Antón. De la casapuerta nido en la que veía pasar la vida, a la plazoleta abierta a los peligros del mundo en la que era la vida la que me veía pasar a mí. Aquel traslado fue, sobre todo, una mudanza interior. En las radios George Dann nos animaba a bailar El Bimbó, que estaba causando sensación, y también sonaba Peret, que un año después de ir a Eurovisión seguía empeñado en que cantáramos y fuéramos felices.

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La antigua calle Crucero Baleares, a medio hacer, sin asfaltar y con la barriada Crevillet a la derecha, en 1970. /Foto: Rafa.

Pronto comprobé que Crevillet era lo que el libro de Naturales definía como un ecosistema: "una unidad compuesta de organismos interdependientes que compartían un mismo hábitat". Un pedazo de ecosistema, la verdad, pues de la plaza de toros para adelante todo era Crevillet, probablemente porque fue la primera barriada de la periferia sur, allá por los años 50, aunque su verdadero nombre era Marina Española, cuyas calles aún conservan las rótulas de los barcos de guerra con los que combatió el ejército franquista durante la guerra civil. Así que Fermesa, San Francisco Javier, Estrella del Mar, Francisco Dueñas y la barriada de la Playa, entre otras, formaban parte de un biotipo en el que la fauna y la flora eran muy ricas a pesar de que sus nativos eran muy pobres. En verano, la biodiversidad alcanzaba unos niveles de integración extraordinarios. La infatigable Lolilla, por ejemplo, estrenaba el día sacando a tomar el sol a miles de caracoles que vendía por las calles en un vaso de duralex siempre muy bien despachao. Los jóvenes más arriesgados formaban parte del ecosistema marino del Canal: cruzarlo sin titubear era una de esas pruebas de fuego que había que pasar para llegar a ser alguien en la pandilla.

antoniadelasflores___puertosantamariaPero el ejemplo más claro de mimetización en el ambiente era Antoñita la de las flores, la vendedora de iguales a la que, tal como su propio nombre indicaba, le prendió una mañana, una cuarta más arriba del roete, una selección de la vegetación más característica del entorno. También el ecosistema humano era un ejemplo de convivencia. Macario y Bruce Lee se hermanaron en el Cine Playa, en aquellas dobles sesiones en las que el maestro de kung fu nunca se caía de la cartelera por muchos saltos que diera. Ardían los juanillos y las penas en las fiestas de San Juan en la genuina Crevillet. A mediados de julio, los hijos pobres del mar nos recibían en su semana grande, que también encendía las noches de Los Marineros, y el día de la Virgen del Carmen la banda del músico que daba nombre a mi barrio nos despertaba a las del alba con la marcha Reina del Mar. Eran las dos grandes citas festivas de la zona, cuando existían aquellas verbenas populares en las que todavía se estilaba esa cosa tan antigua de salir a la plaza juntos, de trabajar juntos, de sufrir juntos, de celebrar juntos.

joaquinsabina-puertosantamariaComo canta Sabina, aquellos veranos duraron lo que tardó en llegar el invierno. El invierno helado y tenebroso de la droga, que asoló la vida y la esperanza de tantas familias portuenses en los primeros 80. Satanás andaba suelto, y empezó a abrir franquicias, la más importante en mi barriada, que de pronto dejó de llamarse Francisco Dueñas y pasó a ser conocida como el Distrito 21. Los chavales caían como chinches de un caballo llamado muerte que Miguel Ríos recomendaba no montar, el torbellino del tiempo, del negocio y del poder, te empujan sobre unos cascos hechos de sangre y de hiel. Nos hicimos mayores viendo como muchos jóvenes se hicieron directamente viejos antes de convertirse en cadáveres andantes con los brazos taladrados a pinchazos y la mirada ya tomada por la muerte.

Los que sobrevivimos supongo que hemos seguido cantando e intentado ser felices, tal como recomendaba el rey de la rumba en el verano de 1975, el primero que pasé en aquel pedazo de ecosistema con casi todo incluido que olía a retama y salitre. Si cierro los ojos, aún puedo ver aquella antigua luz reverberando sobre una pandilla de pequeños salvajes que corretean, libres y despreocupados, por las arboledas perdidas de Crevillet. /Texto: Pepe Mendoza.

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botones1_puertosantamariaCuando recuerdo algunos de los juegos de mí niñez en El Puerto de Santa María, me río para mis adentros pensando  a quien  le puede interesar en estos tiempos los juegos simples de cuando éramos pequeños, más o menos sesenta años atrás; pero bueno,  era lo que había y si lo analizamos, podemos comprobar que tenía bastante mérito nuestra forma de divertirnos; cualquier material servía para poder desarrollar nuestra inventiva y distraer el tiempo que teníamos libre.

Por ejemplo, con la cáscara de media nuez, un trozo de hilo de coser y un mondadiente, se podía fabricar un artilugio, que con la habilidad de nuestros dedos podía servir como acompañamiento musical. Con las pinzas de madera de tender la ropa, con dos de ellas se podían fabricar pistolistas, la munición empleada eran  las semillas de algarrobas. Los huesos de damasco se guardaban para jugar con ellos, también se podía utilizar las semillas de nísperos, el juego del aro, el mocho y la billarda; pero bueno podemos dejar estos juegos para desarrollarlos en otra ocasión y centrarnos en el botón, que es el protagonista de esta nótula.

El botón en sus comienzos no era utilizado, para abrochar los vestidos de hombres y mujeres;  sino que fue utilizado como elemento decorativo cosido a los vestidos.  Si pensamos la trascendencia que el botón ha tenido en la evolución del vestido tanto en hombres como en mujeres, ha sido increíble; el botón se ha fabricado en cantidad de materiales, como maderas de ébano, marfil, hueso, bronce, metales nobles, con incrustaciones de piedras preciosas, etc.;  eran trabajos de orfebres y plateros muy cotizados cuyas piezas eran muy solicitadas por los coleccionistas.

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Bien, a partir de mil novecientos treinta, los botones empezaron a fabricarme de forma generalizada  de resina sintética,  de dos y cuatro agujeros, en cualquier hogar las señoras en sus “avíos de costura”, tenían y tienen en una caja metálica bellamente litografiada que antes había contenido azafrán  “El Aeroplano”, galletas, caramelos, o carne de membrillo  llena de botones de todas clases; corchetes, imperdibles, hebillas, broches y cachivaches que casi no tenían utilidad; pero que estaban ahí.  Podíamos decir que esta caja era una gran hucha que se guardaban todos los botones que sobraban de  arreglos de ropa, casi no se tiraba nada y cualquier botón de la caja podía ser utilizado en cualquier momento, las ropas demasiado usada, se troceaban y  le quitaban los botones para poderlos utilizar cuando fuera menester, el botón era un artículo de gran rotación en el costurero de la mujer.

botones3_puertoantamariaY ahí empezábamos los niños a escoger los botones para hacer nuestro equipo de fútbol. La condición indispensable del botón para jugar bien,  es que se deslizara perfectamente por la mesa, por eso había que escoger el adecuado, algunas veces al poner el botón sobre la mesa no quedaba suficientemente plano, por lo que había que lijarlo,  hasta dejarlo a nuestro gusto, El botón que se utilizaba de defensa central debía ser un buen botón con peralte, un tanque,  vamos de esos que estuvieron cosidos a un abrigo o una buena pelliza de esas que vendían Julio Cristóbal o Muro. El equipo se componía sobre una mesa lisa, primero se delimitaba la portería que servían dos botones a una distancia uno de otro de veinte o veinticinco centímetros, de portero se utilizaba el tapón de un tintero, a continuación se colocaba la defensa que eran tres botones en línea, a continuación la media compuesto por dos botones y al final la delantera compuesta de cinco botones, el balón utilizado era un botón de nácar chiquitito de camisa. El equipo contrario disponía sus botones igual. Para impulsar los botones utilizábamos otro más fino, con el cual presionamos en borde del mismo que queremos desplazar hacia delante y dándole al botón pequeño que utilizamos como balón.

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'El campo de juego'

Empezaba el encuentro, sacando el delantero centro de cualquiera de los equipos,  impulsando el balón hacía delante de forma que éste ya estaba introducido en campo contrario, a continuación le tocaba al equipo oponente, según estaba situado el balón (recuerden el botón de nácar pequeñito), disparaba con el botón más cercano al balón y que tuviera en dirección a la portería contraria. Cuando uno de los equipos estimaba que el balón estaba en dirección a la portería, y podía marcar un gol,  tenía que decir “marca”, entonces el contrario tenía que utilizar el portero (tapón de tintero) y ponerlo frente al balón para intentar pararlo, algunos expertos conseguían picar el balón y colar un gol. El partido  de fútbol con botones era bastante fácil  de jugar y divertido, había una liguilla  muy  competitiva que todos se esforzaban en ganar. /Texto: Francisco Bollullo Estepa.

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Una oferta laboral real que cuesta dinero: consta de una jornada de 11 horas diarias, sin transporte ni comida por 350 euros al mes. Es una oportunidad, le dijo su padre, una oportunidad, insistió su madre, una oportunidad, concluyó ella misma.

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Hace seis años, Isabel trabajaba en una tienda de ropa de una gran cadena, en un centro comercial de El Puerto de Santa María. Aquel trabajo se le daba tan bien, y le gustaba tanto, que compensaba con creces los 90 kilómetros, casi dos horas en cuatro trayectos de ida y vuelta entre Rota y El Puerto, que tenía que hacer a diario. Entonces, un buen día, empezó a oír hablar de la crisis como de un animal mitológico, un país lejano, una tormenta que apenas se insinuaba en el inmaculado horizonte de un cielo azul y veraniego. ¿Qué pasó después? Todavía no es capaz de explicárselo. Todavía no ha cumplido 30 años y ya lleva cinco en el paro.

Durante cinco años, el paro ha sido para Isabel un desierto plano e infinito, sin forma y sin relieve, un paisaje absolutamente estéril donde, por no haber, ni siquiera subsiste el espinoso esqueleto de algún matorral seco. Nada por delante, nada a los lados, nada por arriba y nada por abajo, nada. Y no será porque no lo haya intentado. Todos los supermercados, todas las oficinas, todas las tiendas y hasta las farolas de su pueblo, han dispuesto muchas veces de su nombre y su teléfono. Lo demás, que está dispuesta a hacer cualquier cosa, lo que sea, se sobreentiende. Por eso, cuando la llamaron de un hotel de Costa Ballena para ofrecerle una plaza de animadora, ni siquiera se paró a pensar que nunca había hecho nada parecido, que no tenía experiencia para entretener a un montón de niños. Era una oportunidad, así que se arregló, respiró hondo, le pidió prestado el coche a su padre y se fue a hacer la entrevista. Cuando entró en aquella oficina, seguía creyendo que estaba dispuesta a todo. Aún no sabía lo que significaba exactamente esa palabra.

Isabel es joven, atractiva, tiene buena presencia, una voz agradable, así que todo fue sobre ruedas hasta que llegó el momento de pactar las condiciones económicas del trabajo. Después, durante un rato, tampoco pasó nada, porque necesitó algún tiempo para procesar lo que estaba escuchando, y sumar, y restar, y comprender al fin qué clase de oportunidad le habían puesto entre las manos.

–Pero… Si entro a las nueve y media, y salgo a las nueve y media –recapituló en voz alta–, no puedo venir en autobús porque no me encajan los horarios. –Ya, pero me has dicho que conduces y tienes coche. –Sí, eso sí, pero… Claro, son doce horas… –Once –su interlocutor seguía impertérrito, una sonrisa tan firme como si se la hubieran tatuado encima de los labios–, porque tienes una para comer. –Claro –volvió a repetir ella–, pero en una hora, entre ir y volver… No me merece la pena comer en Rota, así que tendría que tomarme aquí un bocadillo. –Claro –el hombre sentado al otro lado de la mesa pronunció aquella palabra por tercera vez–, o lo que quieras. Podrías traértelo de casa, porque el empleo no incluye la comida. –Claro –y nada estuvo nunca tan oscuro–. Pero entre lo que me gasto en gasolina, en comida… –antes de llegar a una conclusión definitiva pensó que todavía le quedaba un clavo al que agarrarse–. ¿Y la Seguridad Social? –Una hora. –Una hora… ¿Qué? –Te aseguramos una hora por cada día trabajado.

Isabel recapituló para sí misma. La oportunidad que le estaban ofreciendo consistía en trabajar 11 horas diarias, sin transporte y sin comida, por 350 euros al mes y una cotización 10 veces inferior a la que le correspondería. No se lo podía creer, pero todavía le quedaba una pregunta.

–Perdone, pero… ¿Esto es legal? Su interlocutor se recostó en la butaca y se echó a reír. –Por supuesto que sí. ¿Qué te creías?

(Esta es una historia real. Isabel existe, y la oferta de empleo que no aceptó, porque trabajar 11 horas diarias casi le habría costado dinero, existe también. Costa Ballena está en la provincia de Cádiz, a un paso de Sanlúcar de Barrameda, que mira a Doñana desde la otra orilla del río Guadalquivir. Para llegar a la ermita del Rocío desde allí, sólo hay que atravesar el Coto, y por eso tengo el gusto de dedicarle este artículo a doña Fátima Báñez, devota rociera, autora de la reforma laboral en vigor y ministra de Trabajo del Gobierno de España). /Texto: Almudena Grandes.

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gegoriomaranon_por_sorolla_puertosantamariaEn la revista local “Cruz de Guía”, que edita la Hermandad del Dolor y Sacrificio, correspondiente a la Semana Santa de 1968 –hace 45 años- se publicaba la reproducción de una cariñosa carta remitida por Gregorio Marañón Moya, en aquella fecha director del Instituto de Cultura Hispánica, hijo del insigne médico, escritor e historiador, Don Gregorio Marañón Posadillo, uno de cuyos párrafos transcribimos: “… Cuando cumplí la mayoría de edad, mi padre me llevó a El Puerto y allí, en sus aguas azules de sol y sal –de cielo y tierra- mi padre, con una gran concha de sus antepasados me volvió a bautizar. Es ello para mí un recuerdo emocionante y siempre vivo.” /En la imagen, Gregorio Marañón Posadillo, visto por el pintor Povedano.

Esta tradición familiar de bautismo simbólico con agua de mar de la bahía de Cádiz,  desconocemos si se realizó  con sus otros hermanos y generaciones posteriores, aunque damos por hecho que también la experimentó su padre y, presumiblemente, sus ascendientes maternos, los Vernacci, vinculados nada menos que en cinco generaciones con Cádiz y El Puerto, de entre los que destacaré a Juan Vicente Vernacci, significado miembro de la Armada, comandante de la nao “Magallanes”, responsable, entre otras misiones y acciones de mérito, del levantamiento de los planos del puerto mejicano de Acapulco, en 1808. En la genealogía de la rama materna de Marañón sería el abuelo de su bisabuelo.

Al ser tan evidente la comunión del eminente y prestigioso personaje con El Puerto de Santa María cobró fuerza popular la creencia de que su madre, Carmen Posadillo Vernacci era portuense. No parece que sea así, o mejor dicho, exactamente así, puesto que no figura incluida en el listado de nacidos del Registro Civil que se conserva en el Archivo Histórico Municipal de El Puerto. Doña Carmen, “gaditana de gran belleza” como refiere Marino Gómez Santos en su obra “Vida de Gregorio Marañón” nació en 1859 en Cádiz capital.

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Gregorio Marañón en una imagen de 1908. / Foto: Archivo Belén Marañón Moya.

 Era hija de Manuel José Posadillo Bonelli, también gaditano de nacimiento, al que podemos definir de ascendencia cántabro-andaluza pues su padre, Francisco Posadillo Helguera, había nacido en Castro Urdiales y pertenecía a la cuarta generación de ese mismo apellido y procedencia, y la madre, Josefa Bonelli Caballeri, era natural de Cádiz pero con evidente ascendencia italiana.  Manuel José Posadillo había emigrado en su juventud a Filipinas. Posteriormente se licenció en derecho, alcanzando un merecido prestigio como abogado, ejerciendo diversos cargos en la Magistratura de la isla de Cuba durante quince años. Militante destacado del partido Conservador, en su dilatada carrera profesional ejerció como Magistrado del Supremo, ocupando plaza de Ministro en el Supremo Tribunal de Justicia, siendo uno de la treintena de magistrados cesados entre 1837 y 1866 por motivaciones políticas, aunque poco después, volvería a Cuba, nombrado presidente de la Audiencia de La Habana. Encargado de pronunciar el discurso de apertura del curso 1868, en su redacción se observa la facilidad de expresión y la elocuente exposición de datos y temas, virtudes que heredará su nieto Don Gregorio, al que profeso una singular devoción y gran admiración por la pulcritud de sus trabajos históricos.

Gregorio_Marañón_MoyaLa esposa de Posadillo y abuela materna de Don Gregorio Marañón sí nació en El Puerto de Santa María, alrededor de 1830. Se llamaba Guadalupe Vernacci Sedze y fue la única hija habida en el primer matrimonio de Joaquín Vernacci Aguado, subteniente de Infantería y propietario, con María Antonia Sedze Bosarco. Joaquín Vernacci, nacido en Cádiz, era hijo, a su vez, de José Vernacci Retamar, también gaditano, teniente de Fragata, capitán del puerto de esta ciudad y de una de las nietas de Roque Aguado, el que labró la casa palacio de la plaza del Polvorista, llamada María del Carmen Aguado Mejias. /Gregorio Marañón Moya, primer marqués de Marañón.

Es probable que la abuela de Marañón naciese en la casa de calle Cielo, frente a Caldevilla, que es en la actualidad la casa del párroco de San Joaquín. Allí he localizado a Joaquín Vernacci en los padrones de 1836. En esa fecha había enviudado y figura censado junto con su segunda esposa, María Dolores Moreau Meleros y dos de los diez hijos que, pasando los años, procrearía en este segundo enlace. Años después se trasladaron a la casona de calle Larga número 19, conocida como “De Torrejón” donde arrendaron el piso principal. Y esta nueva consorte, nacida en El Puerto, era hija de un francés de Sant Marie de Olorón llamado Domingo Moreau y de la jerezana Maria Angustias Melero.

De la amplia prole Vernacci Moreau vamos a referir aquí solamente a dos de ellos: Joaquina, que entroncaría con los Sancho al casar con Juan de Mata Sancho de Sopranis y, de forma especial, a Dolores Vernacci Moreau, media hermana de Guadalupe, que contrajo matrimonio con su cuñado, un hermano de Manuel Posadillo llamado Joaquín Posadillo Bonillo, que había nacido en Cádiz en 1818 y, por tanto, superaba en 24 años a su cónyuge, que nació en El Puerto en 1842. Joaquín era funcionario adscrito a la Dirección General de Contribuciones. Suponemos que al ser destinado a nuestra ciudad como auxiliar de la contribución territorial, visto el parentesco existente con la hija mayor de Vernacci y el consiguiente trato social, nacería la relación que terminó en boda y, al casarse dos hermanos con dos hermanas, los hijos de ambos matrimonios llevaban el mismo apellido: Posadillo Vernacci, posible origen de la confusión apuntada anteriormente.

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Tres generaciones en el Cigarral de Menores de Toledo: Gregorio Marañon Posadillo, Gregorio Marañon Moya y el entonces niño Gregorio Marañon Bertrán de Lis, actual marqués de Marañón. /Fotografía de Juan Gyenes en 1954.

A esta última familia solamente la he localizado en los padrones de 1866 censada en calle Larga, en el Palacio Oneto. Figuran el matrimonio y dos de los cinco hijos que nos consta tuvieron, en este caso Dolores y Milagros, primas hermanas de Carmen, la futura madre de Marañón, a la que les unía una buena amistad, además del parentesco, con las que pasaba temporadas y que serian el nexo de unión con Marañón que las consideraba sus “titas de El Puerto”.

Resumiendo, los parientes portuenses de la madre de Marañón, y por extensión de él mismo, fueron nada menos que diez tíos y tías, los Vernacci Moreau, hermanos de padre de Guadalupe Vernacci Sedze; Josefa, José María, Dolores y María del Carmen Sancho Vernacci, primos hermanos de Doña Carmen Posadillo al igual que Francisco, Joaquín, Dolores, Angela y Milagros Posadillo Vernacci, los hijos de Joaquín Posadillo y Dolores Vernacci y también su abuelos Antonio Sedze Verges y Josefa Bosarco. Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz.- A.C. PUERTOGUÍA

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En la sección de pinturas de Gente de El Puerto no aparece el Adriano II ni tampoco el Adriano I, tan pintureros los dos. El Adriano II lo vimos desaparecer, lentamente, en la otra banda, a la vera del puente de hierro desde donde se tiraba ‘el Niño del Marinero’ de José Luís Tejada. Nadie lo lloró. El Adriano I corrió igual suerte, éste en esta banda a la sombra de la Fuente de las Galeras. Tampoco hubo lágrimas. Nadie los recuerda, murieron en el Río del  Olvido. Hago mi aportación con este original, del  Adriano II. /Texto y pintura de Fernando Sánchez.

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Adriano II. Óleo sobre tabla original de Fernando Sánchez.

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duquesamedinaceli_puertosantamaria_Victoria Eugenia Fernández de Córdoba y Fernández de Henestrosa, quien pudo haber tenido –caso de haber sido renovado ante el registro correspondiente—el título de Condesa de El Puerto de Santa María, ha fallecido en la tarde del domingo en su domicilio familiar de la Casa de Pilatos de Sevilla a los 96 años de edad. /En la imagen de la izquierda, Victoria Eugenia Fernández de Córdoba.

El Condado de El Puerto de Santa María es el título nobiliario español que Isabel I de Castilla concedió el 31 de octubre de 1479 a Luis de la Cerda, VII Señor de El Puerto, por los servicios de guerra prestados en la de Sucesión Castellana y en las Guerras de Granada. También le concedió la dignidad de Duque de Medinaceli, título posterior. Los herederos no renovaron el título que, actualmente, no está en vigor.

Cualquiera persona con derechos sobre el mismo puede solicitar ante el Ministerio de Justicia para sí o sus herederos la activación del Condado de El Puerto de Santa María, un título de prestigio, que no dinerario ni de posesiones. En 2009 existían en el Reino de España 2.874 títulos nobiliarios, en posesión de 2.205 personas. Cerca de 400 son Grandes de España. Entre las diez mayores casas ducales, suman 199 títulos.

escudo_monasterio_duques_medinaceliEsta aristócrata era nueve veces duquesa, diecinueve veces marquesa, diecinueve veces condesa y cuatro veces vizcondesa y once veces grande de España. El título más destacado y por el que era conocida era el de duquesa de Medinaceli. Victoria Eugenia era la mujer con más títulos de España después de la Duquesa de Alba, y era la cabeza de una de las ramas aristocráticas más importantes de nuestro país, rivalizando tan solo con la Casa de Alba y la Casa de Medina Sidonia. Victoria Eugenia sucedió en 1956 a su padre, tras la muerte de éste, en el ducado de Medinaceli. Heredó su nombre de la Reina Victoria Eugenia, a quien su madre servía como Dama de la corte. /En la imagen de la izquierda, escudo de la Casa de Medinaceli, en el claustro del Monasterio de la Victoria, en un lamentable estado de conservación.

duquesa-medinaceli_jovenEsta Casa tiene en propiedad y gestiona a través de su fundación monumentos como el Hospital Tavera de Toledo (en el que se exponen cuadros de autores como El Greco, Zurbarán y Luca Gordano) y la Sacra Capilla de El Salvador de Úbeda (Jaén), entre otros.

Victoria Eugenia nació en Madrid el 16 de abril de 1917. Contrajo matrimonio en el 12 de octubre de 1938 en Sevilla con Rafael de Medina y Vilallonga, alcalde de Sevilla entre 1943 y 1947con quien tuvo cuatro hijos: Ana, Condesa de Ofalia, fallecida en 2012, Luis, Marqués de Cogolludo, muerto en 2011, Rafael, Duque de Feria, que perdió la vida en 2001, y el único superviviente, Ignacio, Duque de Segorbe. También conoció a 9 nietos y 9 bisnietos. /Una imagen de Victoria Eugenia, de joven, en la Casa de Pilatos (Sevilla).

Ayer lunes se ha celebrado una misa por su eterno descanso en la capilla de la Casa de Pilatos , los cuales recibieron, posteriormente,  sepultura en la cripta del Hospital San Juan Bautista de Toledo, panteón de la Casa de Medinaceli.

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En la fotografía, amigos de la Duquesa de Medinaceli, asistiendo ayer lunes a su sepelio en la Casa de Pilatos. 

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