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2.022. FELIPE LAMADRID MUÑOZ: Practicante.

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"Hay personas que nos hablan y ni las escuchamos.. hay personas que nos hieren y no dejan ni cicatriz… Pero hay personas que simplemente aparecen en nuestra vida y nos marcan para siempre " (Cecilia Benavides de Carvalho Meireles. 1901-1964, Poetisa Brasileña)

Felipe Lamadrid Muñoz nació el 6 de julio de 1920, falleciendo el 8 de diciembre de 1980. Hijo del matrimonio formado por Felipe Lamadrid Gutiérrez, maestro y periodista  represaliado por el anterior régimen político --natural de Puerto Real (ver nótula núm. 1094 en Gente del Puerto) y María Muñoz Rincón, natural de Ubrique. Ambos se conocieron mientras estudiaban en la Escuela Normal de Magisterio en Cádiz. Sus padres ejercieron como maestros en El Puerto, mientras el progenitor daba clases en el Colegio de la Plaza de El Polvorista, su madre las impartía en el Colegio El Hospitalito, esquina calle Zarza y Ganado. El resto de la familia lo conformaban sus hermanos Manolo ‘Malilo’, María de los Ángeles ‘Ayiyi’, María del Carmen ‘Mamen’ y María de los Milagros ‘Atito’, cariñosos apodos familiares. A Felipe le llamaban ‘Pipe’ sus hermanos, viviendo en la calle Cielos.

lamadrid_joven_puertosantamariaCONOCIDO PRACTICANTE.
Su profesión de practicante --como se conocía entonces a los ATS-DUE-- le hizo ser muy conocido en la Ciudad, por su trato amable hacia los demás y su actitud desprendida con muchas familias que padecían múltiples carencias de la época que les toco vivir, acompañado de un inseparable cigarro en la comisura de los labios. Sus conocimientos de medicinas y preparados específicos aprendidos como ayudante en la botica de Mejías, hoy Farmacia Viqueira, le valieron para aprender con maestría aquellas formulaciones que se elaboraban en dicha farmacia, actividad muy común en la época, pues entonces se preparaban y fabricaban los medicamentos por el propio farmacéutico y su equipo aventajado. /El joven Lamadrid, con 16 años, en el Hospital Militar de Sevilla, en 1936

Años más tarde al jubilarse el titular de la botica, un farmacéutico de Jerez, José María Viqueira Prieto se haría cargo del despacho y farmacia. El destino quiso que le presentara su hermana ‘Atito’ al nuevo farmacéutico y que, de este encuentro, naciera también el matrimonio Viqueira Lamadrid. Hoy día, sus hijos Pepe y Florencia, (ver nótula núm. 010 en Gente del Puerto) ambos farmacéuticos, regentan la misma Farmacia Viqueira y en su mismo emplazamiento (esquina calles Larga y Palacios), sucediendo así a su padre José María.

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Promoción de Bellas Artes del año 1929-1930.      En la fotografía, tomada en 1930, Juan José Bottaro Pálmer, en el centro, debajo del busto de Goya, que descansa sobre un capitel corintio. A la derecha del capitel, en la fila quinta desde el suelo, Juan Ávila. En la cuarta fila desde el suelo, el tercero por la derecha es Felipe Lamadrid. En la fila tercera desde el suelo, primero  por la derecha, el escultor José Ovando Merino. En la fila segunda desde el suelo, el segundo por la izquierda, Manuel Lojo Espinosa, a continuación, de negro, el pintor Juan Lara Izquierdo y el quinto por la izquierda, José Antonio Lojo Espinosa; en la misma fila, tercero por la derecha, Francisco Moresco Farfán. En la fila del suelo, cuarto por la izquierda, Manuel García, padre de Manolo García Campos. (Foto Colección LSA).

LA ACADEMIA DE BELLAS ARTES
Su origen en una familia con formación intelectual, poco habitual en la época le hizo estar desde muy joven, tanto el cómo sus hermanos, en contacto con las artes. Su madre María, además, tocaba el piano, y Felipe ya apuntaba como pintor y dibujante en la Academia Bellas Artes de Santa Cecilia de El Puerto, como demuestra el cuadro adjunto que fue pintado cuando tenía la edad de 13 años y que atesora su hijo menor, Pedro Pablo.

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Cuadro pintado por Felipe Lamadrid en 1933, a la edad de 13 años.

Fue alumno de pintura de Juan Bottaro, que, a la sazón y para congraciarse con el régimen franquista, se erigió presuntamente como uno de los delatores que intentaron vincular a su padre con movimientos republicanos, porque como asegura su familia «…en el mundo de la enseñanza le tenían mucha envidia a Felipe Lamadrid”. Su padre fue posteriormente apresado en Julio de 1936, tal y como se relata más adelante.

LA GUERRA CIVIL
En Julio de 1936, cuando contaba con 16 años de edad, estalla la Guerra Civil, y su padre es detenido y encarcelado en el Penal de El Puerto. A es edad, Felipe hubo de alistarse e ir a la guerra para así confraternizar con el llamado bando nacional para  evitar su fusilamiento. Poco podría hacer en el frente un joven con tan pocos años. De aquella triste experiencia le quedó la secuela de un tiro en el dedo del pie y otro en la espalda a la altura del hombro. La familia no recuerda que hablara mucho de aquellas vivencias, solo de la penuria y las calamidades consustanciales a cualquier guerra y más en ésta, una guerra entre hermanos. Prestaría sus servicios en el Hospital General Militar de Sevilla.

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Felipe Lamadrid, en el centro de la foto, en el Hospital General de Sevilla, en plena Guerra Civil, Octubre de 1936.

Al finalizar la contienda, además de ejercer como ayudante de farmacia en la farmacia de Mejías, cursará los estudios de Practicante en la Facultad de Medicina de Cádiz, obteniendo la calificación de ‘con mérito’.

SU FAMILIA
El 28 de Mayo de 1942, cuando contaba 21 años se casa con Carmen Pérez, conocida familiarmente por ‘Nena’, nacida en Osuna en 1923, pero vecina en El Puerto en la calle Santa Clara. De este matrimonio nacen siete hijos, María ‘May’, María del Carmen ‘Ika’, María José ‘Pepón’, María de los Milagros ‘Laly’ y , los tres varones, Felipe que heredó las dotes artísticas de la familia (ver nótula núm. 1157 en Gente del Puerto), José María y Pedro Pablo. La familia vivía entonces en el núm. 17 de la calle Palacios, casa en la que nacen sus siete hijos hasta que, en 1975, se mudan a Valdelagrana, cuando ya solo permanecían en el hogar familiar el matrimonio y los tres hijos varones.

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En 1.942, de paseo El Puerto con su esposa “Nena”. Gustaba mucho de hacerse fotos, de hecho cuando pasaba junto a Cuellar (ver nótula núm. 339 en Gente del Puerto) le decía “Anda, haznos una foto a la familia”.

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Con sus tres hijas mayores en la Feria del Ganado de 1.951, frente al Pryca actual, a su izquierda May, y a su derecha Ika y Pepón, con el gorrito que les acababa de comprar. Carmela, estaba en casa con Laly que acababa de nacer.

EL PRACTICANTE DE EL PUERTO
En sus inicios comienza a trabajar como facultativo en el Pósito de Pescadores, en la actualidad Instituto Social de la Marina, lugar donde se sitúa en el desaparecido edificio de la Cofradía de Pescadores, frente al río hoy solar a la espera de plaza, y frente a la también desparecida Lonja del Pescado que estaba justo enfrente. A partir de entonces se hace muy popular entre las familias de pescadores que acudían al centro para su asistencia, muchas, de extracción humilde..

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Desaparecido edificio de la Cofradía de Pescadores, lugar donde se encontraba el Pósito de Pescadores.

Posteriormente oposita al Cuerpo de Practicantes en Medicina y el 10 de julio de 1965, se resuelve con carácter definitivo el concurso para provisión en propiedad de plazas de la plantilla del Cuerpo de Practicantes Titulares, siendo asignado en principio a la Casa de Socorro, en la calle Benjumea, en Cádiz. Finalmente se le asigna en propiedad por concurso de méritos la plaza en la Casa de Socorro de El Puerto de Santa María, situada en aquel entonces en el Hospital de San Juan de Dios, hoy en desuso y a la espera de mejor destino, en la calle Micaela Aramburu, donde trabajoó hasta el fin de sus días. Antes estuvo destinado como practicante en una pedanía de Cáceres, hasta conseguir la antigüedad y méritos suficientes para volver a su tierra. En el BOE el 22 de febrero de 1974, se publica definitivamente su plaza en propiedad.

Eran tiempos de mucha precariedad y con una familia tan grande, Felipe hubo de trabajar a destajo, compatibilizando y ejerciendo la profesión de Practicante en la Casa del Mar (perteneciente al Instituto Social de la Marina) en la Casa de Socorro, que estaba en el Hospital de San Juan de Dios. Además, atiende por la tardes en su casa de la calle Palacios, las curas y los pacientes que venían a inyectarse, ya que por aquel entonces las curas se hacían en casa o a domicilio, no en los hospitales, como hoy día.

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Homenaje que le tributaron por su labor altruista en el R.C. Portuense en 1975. De izquierda a derecha, José del Cuvillo, Pepe Ortega Infante, Torres, el Capellán de la Ciudad Anastasio Pérez de Andrés, Juan Perea Gandulla, Felipe Lamadrid Muñoz, Alfonso Carreto Martín-Arroyo y Bernardo Sancho.  

DE LOS TOROS AL FÚTBOL.
Por si fuera poco, también llevaba la enfermería de la Plaza de Toros de El Puerto, lugar que le hizo conocer las figuras del toreo del momento. Y como no, también fue el practicante del Racing Club Portuense, labor que desarrollaba de forma altruista y que le valió un merecido homenaje en 1975, donde le impusieron la insignia de oro del club. Su familia le recuerda “Siempre haciendo guardias, hacia las suyas y cubría las que le ofrecían sus compañeros. Todo el trabajo era poco para una familia tan grande. El hospital estaba cerca de casa y se le llevaba muchos días la cena desde casa.”  

Su vida transcurre entonces en todos los ámbitos de la ciudad, al ser una persona muy conocida ya que trataba a familias enteras de todos los sectores sociales, pero mucho más las vinculadas al mar. Su bonhomía, además de su buen hacer profesional, le hicieron ser una persona célebre y estaba presente en un sinfín de familias portuenses, amén del trato afable que tenía con la gente. Después de tantas horas de trabajo, siempre tenía una sonrisa en la cara, cuando iba a atender avisos a una hora intempestiva.

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Patio del antiguo Hospital Municipal.

ANÉCDOTAS.
Recuerdan sus hijos que era muy frecuente avisos de madrugada por que algún chiquillo le había dado un ataque de asma, y llegaban a casa pidiendo ayuda urgente   «--¡Don  Felipe mi niña !» . Sus hijos recuerdan, como aun hoy día, les para gente por la calle diciéndoles:  «--Mi hija se me puso mu malita una noche que llovía a cántaros, con una tos de pecho que no sabía que hacer… y tu padre me la salvó….» Otro que decía «--Creía que se asfixiaba de un ataque y no sé lo que le puso, pero mira lo bien que está. Me ha dado ya tres nietos».  O aquel jardinero que necesitaba sus manos porque eran su “herramienta” y le dijo una vez a su hijo Pedro Pablo  «--Estos dedos me lo querían cortar, y tu padre me dijo que eso lo último. Me los salvó Don Felipe, y doy gracias a él de que todavía los tengo».

felipelamadrid_galloso_puertosantamariaLOS AMERICANOS.
También cuenta la familia como un matrimonio americano entró con la mujer desvanecida y herida en el Hospital de San Juan de Dios, el medico no lograba entender lo que quería decir el americano en cuestión, y el hombre gritaba con desesperación . El medico entonces dijo: «--¡Llama a Felipe!». Felipe atendió a la mujer, calmó al marido y le hizo ver que lo entendía: La mujer era alérgica a los antibióticos y el marido estaba aterrorizado con que la trataran con el medicamento. Felipe, trató a la mujer y salió del hospital al día siguiente. Al mes siguiente recibió una carta desde California, agradeciendo los servicios prestados, en una carta traducida al castellano, recibiendo como regalo un estetoscopio de última generación, no comparable a los existentes en España por aquella época. La persona era alguien  relevante en aquel país. Como curiosidad, se dirigió a Felipe como Doctor Lamadrid y, en su carta también agradecía a su “ayudante” … ¡que era el médico! En definitiva, la celeridad y buen hacer de su actuación, le hizo creer que el medico era Felipe y el verdadero médico, su ayudante, ya que ambos llevaban puesta la misma bata blanca. /En la imagen de la izquierda, Felipe en el patio de cuadrillas con un jovencísimo José Luis Galloso,  su nieto Tino, primogénito de su hija Ika, que marcho a vivir a Canarias tras su boda con el jugador de futbol del mismo nombre, que vino al Racing Club Portuense en los años 60. Año 1973.

Además, su vida en el Hospital transcurría también tratando a los internos, que ingresaban en salas enormes o pabellones, con 20 o 30 camas en hilera, que atendían monjas de la beneficencia.

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Felipe, en los pasillos de la Plaza, junto a dos toreros de aquellos tiempos.

TRUEQUE.
Su actitud desprendida y afabilidad siempre le caracterizaron. Eran tiempos de estrechez económica, pero aun así, siempre ayudaba al que menos tenía, si estaba en su mano. Entonces, o no se podía cobrar o la gente pagaba como podía, al trueque. Si era de campo, pues pagaba con productos de la huerta y si era del mar, con pescado. Recuerdan sus hijos como, alguna vez que otra, recibía una bolsa con pescado de la jarampa --retribución en especie que recibían las familias de los marineros cuando descargaban los barcos-- y, dejaba la mitad de lo que le habían dado en otra casa de alguna familia humilde que visitaba: «--He ido a atender al chiquillo de fulanita que está en cama y el pobre tenía muy malita cara, así que le he dicho: toma estas pescadillas y se las haces en blanco que le van a sentar muy bien….». Así era Don Felipe el Practicante, como le recuerdan.

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En la enfermería de la Plaza Real, preparando el material los días de toros. Como curiosidad, un día llego a casa y nos dijo “voy a salir en el cine”, los que allí estábamos no le hicimos mucho caso. Años después, recuerda su hijo Pedro Pablo “ Después de fallecido, pudimos comprobar atónitos y con lágrimas en los ojos, como salía en su inseparable enfermería de la plaza de toros como figurante en la película “Un torero para la historia” (José María Zabalza.1974) que protagonizara un entonces pujante José Luis Galloso y Dolores Vargas “La Terremoto”. La fotografía es del libro Playa Real, de Manuel Martínez Alfonso. pag. 218.

JEFE DEL SERVICIO DE ENFERMERIA DE LA PLAZA REAL
Felipe atendía la enfermería de la Plaza Real de El Puerto, donde montaba la sala de cirugía con el instrumental que se trasladaba desde el mismo Hospital de San Juan de Dios. Posteriormente, allí en la plaza se esterilizaba el material de nuevo y se disponía de la sala de operaciones ante cualquier eventualidad que surgiera. Tal es así que,  incluso, en los festejos que se organizaban en la placita de toros del Mesón El Jerezano --donde con el tiempo se instalarían la “Discoteca 05” y “Pachá”-- ,  contaban con sus servicios montando también el correspondiente botiquín de urgencias, cuando se toreaba alguna vaquilla.

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En Agosto de 2005, se le dedicó un azulejo en la Plaza de Toros de El Puerto, fruto de un homenaje que le brindo una Peña Taurina de Jerez. No asistió ningún representante del Gobierno Municipal de El Puerto, salvo el ex alcalde Fernando Gago y el entonces concejal de IU, José Manuel Vela, que lo conoció personalmente. Nunca se es profeta en su tierra, pero suena más extraño aun cuando los homenajes vienen de fuera y nunca de la ciudad donde entregó su vida al trabajo.

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Su hijo Pedro Pablo recuerda «--Tendría unos seis o siete años como mucho, mi padre me llevaba al Hospital con él los días de corrida de toros, íbamos andando desde casa que estaba a unos 150 metros del hospital. Yo esperaba entonces en el patio mientras preparaban el instrumental en unos recipientes metálicos que iban apilando hasta formar una torre. Cuando llegaba la hora me montaba en la ambulancia que conducía un señor de tez rosada, era un Dodge-Dart enorme de color blanco. Una vez que se introducía en la ambulancia todo el instrumental, yo me montaba detrás y ¡ponían la sirena!  Cuando llegaba a la plaza de toros se abrían esas puertas tan grandes. Desde dentro de la ambulancia era toda una sensación». 

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Instantánea de la época, junto a dos guardias municipales, en la Playa de La Puntilla. El de la izquierda es Manuel García de Quirós (ver nótula núm. 207 en GdP).

EN VERANO, TODOS A LA PUNTILLA
Cuando llegaba la época estival, se trasladaba el servicio de la Casa de Socorro a la Playa de la Puntilla, instalándose allí la familia en pleno. Por las mañanas el coche grande de Bootello, llevaba a La familia a la playa y allí pasaban el día. Felipe, trabajaba durante el día en la Caseta de Socorro que se instalaba en la entrada de la playa, donde hoy día está el paseo marítimo, frente al antiguo Bar Piriñaca. Desde el Puesto de Socorro hasta la caseta de playa donde estaba su familia, solo distaba unos 100 metros, así que trabajaba y veía a los suyos disfrutar desde la mañana hasta el anochecer, cuando todos desfilaban hacia la calle Palacios, en el centro de la ciudad.

ÚLTIMOS DIAS
El 8 de Diciembre de 1980, fallece tras una penosa enfermedad que lo tuvo apartado de su profesión durante casi un año. Se repuso en el verano de 1980, pero recayó a primeros de Diciembre. Fue tratado en la Clínica del entonces Dr. Frontela por muchos de sus compañeros, pero nada se pudo hacer. Por aquel entonces sus hijos se habían ya independizado del hogar familiar, excepto el menor, Pedro Pablo, que contaba con 17 años cuando su padre nos dejó

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De izquierda a derecha, José María Lamadrid, Curro Romero y Felipe Lamadrid en los callejones de la Plaza de Toros.

UNA CALLE PARA EL PRACTICANTE.
Muchos de los amigos que lo conocieron y personas que lo trataron o recibieron sus servicios profesionales lamentan que, después toda una vida de entrega y generosidad que dio a la Ciudad que lo vio nacer, no tenga ni siquiera una calle que le recuerde. Fueron muchos años de entrega y labor que prodigó en favor de muchas familias humildes, donde no primaba el dinero, sino el afán de servicio y los valores humanos. “Hay muchos nombres de calles en El Puerto que se han dedicado a personas que apenas se conocen. Es probable que también se lo merezcan, pero en este caso Felipe Lamadrid ya debería de tener una desde hace muchos años… ”

7 comentarios en “2.022. FELIPE LAMADRID MUÑOZ: Practicante.

  1. rosa carmen selma romero

    Que gran hombre todavía lo recuerdo con cariño, yo vivía en la plaza de Colón y de niños jugábamos en la plazoleta, siempre había algún herido... corriendo para el Hospital y allí esta Don Felipe, dispuesto a todo. En verano un día de levante que no fuimos a la playa jugando en casa me golpeé con los pies de la cama de mis padres... los de madera repujados de flores y con tan mala suerte que me mordí la lengua y me la corté por la mitad... corriendo para el Hospital en los brazos de mi madre que rezaba porque estuviese Don Felipe, chorreando sangre y muerta de miedo...allí estaba Don Felipe con su calma y paciencia, tan guapo con el pelo blanco y el cigarrillo en la boca...me coció la lengua sin anestesia ni nada, yo era pequeña unos 8 años.(me quedó perfecta).
    Y a mis hermanos unas cuantas "chocauras" y cortes con las piedras ostioneras de la playa, el verano era un peligro entonces.
    Que valiente era con los medios que tenía a su alcance. Se merece una avenida.

  2. ACL

    Dentro del seno de las Cofradías de Pescadores (Pósitos de Pescadores), se crea la Caja de Crédito Marítimo y Pesquero en 1919, que sirvió de base para la constitución del actual Instituto Social de la Marina, de ahí que las delegaciones locales y provinciales de Instituto Social de la Marina, estuvieran bastantes años dentro de los edificios de las Cofradías de Pescadores, extendidos a lo largo y ancho de toda la geografía española.

    Precisamente, el eficiente y afectivo don Felipe, durante toda su vida, prestó sus servicios como practicante en el Instituto Social de la Marina, primero en el antiguo edificio del Sindicato, en el que en su planta baja estaba ubicada la Cofradía de Pescadores y consultorios médicos, situado en la calle Micaela Aramburu donde hoy se encuentra el edificio “Vista alegre”. Posteriormente, iniciados los años sesenta, inaugurado el Edificio de la Cofradía de Pescadores, por aquel entonces en la Avenida Enrique Martínez, actualmente Avenida de la Bajamar, donde se sitúa también los consultorios médicos, continúa su labor sanitaria en la planta baja y, por último, a partir de 1976, en la Casa de Mar, en la misma Avenida de la Bajamar, hasta su fallecimiento en diciembre de 1980.

    Excelente profesional que trabajó y realizó una labor muy importante para el gremio de la mar, codo con codo, con los médicos don Antonio García Sánchez, don Agustín Fernández Rodríguez, don José Joaquín Muñoz Bela, don Manuel Pérez- Blanco Muñoz y don Mario García Sánchez.

    Don Felipe, un hombre bueno, atento y servicial, me atendió en mi infancia en bastantes ocasiones. Era muy querido y apreciado en mi casa, como en la práctica totalidad de los hogares de la gente de la mar. Es digno de resaltar sus atenciones con los enfermos terminales de cáncer, prestándole su apoyo y aliviando sus dolores, tanto de día como de noche en sus casas y en aquel consultorio del desaparecido edificio de la Cofradía de Pescadores.

    Don Felipe Lamadrid Muñoz, merece el reconocimiento de esta ciudad desde hace muchos años…

  3. ACL

    Dentro del seno de las Cofradías de Pescadores (Pósitos de Pescadores), se crea la Caja de Crédito Marítimo y Pesquero en 1919, que sirvió de base para la constitución del actual Instituto Social de la Marina, de ahí que las delegaciones locales y provinciales de Instituto Social de la Marina, estuvieran bastantes años dentro de los edificios de las Cofradías de Pescadores, extendidos a lo largo y ancho de toda la geografía española.

    Precisamente, el eficiente y afectivo don Felipe, durante toda su vida, prestó sus servicios como practicante en el Instituto Social de la Marina, primero en el antiguo edificio del Sindicato, en el que en su planta baja estaba ubicada la Cofradía de Pescadores y consultorios médicos, situado en la calle Micaela Aramburu donde hoy se encuentra el edificio “Vista alegre”. Posteriormente, iniciados los años sesenta, inaugurado el Edificio de la Cofradía de Pescadores, por aquel entonces en la Avenida Enrique Martínez, actualmente Avenida de la Bajamar, donde se sitúa también los consultorios médicos, continúa su labor sanitaria en la planta baja y, por último, a partir de 1976, en la Casa de Mar, en la misma Avenida de la Bajamar, hasta su fallecimiento en diciembre de 1980.

    Excelente profesional que trabajó y realizó una labor muy importante para el gremio de la mar, codo con codo, con los médicos don Antonio García Sánchez, don Agustín Fernández Rodríguez, don José Joaquín Muñoz Bela, don Manuel Pérez- Blanco Muñoz y don Mario García Sánchez.

    Don Felipe, un hombre bueno, atento y servicial, me atendió en mi infancia en bastantes ocasiones. Era muy querido y apreciado en mi casa, como en la práctica totalidad de los hogares de la gente de la mar. Es digno de resaltar sus atenciones con los enfermos terminales de cáncer, prestándole su apoyo y aliviando sus dolores, tanto de día como de noche en sus casas y en aquel consultorio del desaparecido edificio de la Cofradía de Pescadores.

    Don Felipe Lamadrid Muñoz, merece el reconocimiento de esta ciudad desde hace muchos años…

  4. Cristina

    Ole mi abuelo!!! El mejor sin duda..... Yo soy la hija menor de Laly uno llegue a conocerlo pero estoy orgullosa de el.... Me hubiera encantado conocerlo pero así es la vida. Gracias por este documento gráfico, sin duda a mi madre le va a traer muchos recuerdos

  5. Francisco AlcántaraBarba

    Un gran tipo y mejor persona.En nuestra casa era como de la familia.
    Recuerdo que incluso despues de la preceptiva inyección,se sentaba con mis hermanos y conmigo mismo a leer los tebeos.
    Con mi madre y mi abuela siempre hablaba de su mujer Nena.
    Lo de una calle en mi Puerto me parece totalmente merecida.
    Despues de muchos años fuera de mi ciudad natal,y como consecuencia de un accidente de trafico,Felipe me estuvo tratando en el Hospital y no dejo de acordarme de su gran profesionalidad.
    Un cordiual saludo a toda su familia.

  6. Anyelino

    Totalmente de acuerdo,yo recuerdo en muchas ocasiones a Felipe, y creo, que es merecedor de que se le de a una calle su nombre.Aun recuerdo, cuando nos ponia las inyecciones a mis hermanos y a mi, todo el mundo lo queriamos en casa...No se me olvida la palabra que le decia a mi padre "Pariente" seguro que esta entre los elegidos,fue una gran persona.

  7. lucas

    Efectivamente, este señor es más que merecedor para que se rotule una calle o una plaza con su nombre.
    Desde aqui, podriamos recoger firmas o hacer algo.
    Estoy convencido, que las autoridades serian receptivas, a una petición tan justa.

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