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«Va por ellas». Sucedió hace 14 años, el 20 de octubre de 1995. Mujeres histéricas. Conjunciones telúricas. 16.000 féminas vibraron, con el torero Jesulín de Ubrique en la Plaza Real. Llevaba la provocación por montera mientras afirmaba que «los pitones de los toros saben a pezón de mujer» y que «el cuerpo de una mujer es la mejor prueba de que Dios existe». El torero se encerró en nuestro centenario coso taurino con seis reses de la ganadería de Núñez del Cuvillo en la segunda edición de «Va por ellas», un festejo que organizó y emitió en directo Antena 3TV, en el que se pretendía homenajear a las mujeres.  Jesulín era un singular «boy» de una despedida de soltera. Utilizaron bragas y sujetadores como peculiares pañuelos para reclamar los trofeos. Un escándalo para los académicos y puristas de la tauromaquia. También torearía, solo para mujeres, en Aranjuez y Granada.
La ciudad vivió a más revoluciones de la cuenta, a la que acudieron unas 40.000 personas. Los comerciantes estarán eternamente agradecidos a Jesulín y a Antena 3. Delante de la Oficina de Turismo que estaba situada en la calle Guadalete (frente al Bar de Aparicio), donde se entregaban las entradas --también por correo, lo que dio pábulo a la picaresca-- pernoctaban mujeres venidas desde muy lejos, ansiosas de obtener su localidad. Algunas pasaron dos noches a la intemperie.
El espectáculo causó un gran revuelo, diferentes asociaciones sociales señalaron que se fomentaron los estereotipos masculino y femenino. Ese año las protestas tuvieron calado político. Los grupos municipales del PSOE e IU en el Ayuntamiento de nuestra Ciudad manifestaron su oposición al espectáculo porque «representa una manipulación y discriminación de la mujer».

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Entrada-Invitación. Anverso.

INTERÉS TELEVISIVO EXTRAORDINARIO.
Tuvo una audiencia extraordinaria, siendo seguido por una media de 5 millones de telespectadores, obteniendo una cuota de pantalla de 43,6%, siendo el acontecimiento taurino de mayor audiencia desde el nacimiento de las cadenas privadas de televisión. El interés de la segunda edición porteña de «Va por ellas» se trasladó más allá de nuestras fronteras. Cadenas de Gran Bretaña, Francia, Países Bajos, Japón y Corea del Sur se interesaron por la corrida. Canal Plus (Francia), la primera cadena de Alemania y las autonómicas españolas TV3 y Canal Sur se han dirigido a Antena 3 para negociar la adquisición de las imágenes.
Antena 3TV realizó un amplio despliegue técnico y humano para hacer la transmisión. 51 personas trabajaron los días previos para tenerlo todo a punto. Diez cámaras y dos microcámarasfueron instaladas en la Real Plaza de Toros. Dos más para mostrar el ambiente previo a la corrida y las incidencias en los tendidos y el callejón.
La producción del espectáculo corrió  a cargo de Fernando González, y la realización fue de Mariano Martín.

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Entrada-Invitación. Reverso.

EN LA PLAZA, SOLO MUJERES.
Los comentaristas fueron de Rosa Villacastín y Matías Prats. El veterano locutor fue, junto a la cuadrilla de Jesulín, el único hombre que estuvo en la Plaza (Bueno, alguno más que auxiliaba en las tareas de hacer funcionar el espectáculo). Fueron las excepciones que confirmaron la peculiar regla.
La banda de música estuvo integrada por mujeres de diversos puntos de Andalucía. Una presidenta, dos alguacilillas, una torilera, una cartelera, tres pintoras, una ayudante de banderillas y otra de puyas acompañaron a Jesulín en la arena, que se alojó en el Hotel Santa María, a donde lo persiguieron.  (Textos: Pablo de la Calle).

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mancoguindate_puertosantamariaAbelardo González Franco, era el pequeño de los seis hijos del matrimonio formado por Antonio González  Ávila natural de Medina Sidonia y de Francisca Franco Felices natural de Morón de la Frontera, asentados en El Puerto a principios o mediados del siglo XIX. Familia de ricos agricultores antiguos de El Puerto, poseían fincas de labor en propiedad y arrendadas, casa grande con granero y cuadras en El Ejido de San Juan, negocios de transporte con carros, tanto de mulos como de bueyes, (estos heredados de la familia Felices) teniendo en exclusiva el acarreo de carbón de la serranía de Cádiz a El Puerto.

En la casa de El Ejido de San Juan siempre había alguna celebración de por medio por lo que siempre estaba llena de personas aficionadas al cante y a la buena mesa. Y aunque los progenitores siempre habían vivido de las rentas, la siguiente generación empezó a conocer la decadencia, lo que les llevó a empezar a vender patrimonio para poder seguir llevando el mismo nivel de vida al que estaban acostumbrados.

EL MANCO GUINDATE.
A Abelardo se le empezó a conocer popularmente como “El manco Guindate” debido a la pérdida de su brazo izquierdo con tan sólo 20 años de edad, ocurrido en un accidente en la finca del cortijo de Buena vista. Este cortijo no se sabe bien, si era de su propiedad o lo tenían arrendado, pero el caso es que cansados de que les entraran por las noches para robar parte del ganado y productos de la tierra, decidieron hacer guardias entre el capataz de la finca, Abelardo y algunos más. En un momento de la noche, al oír ruidos, Abelardo montó en su caballo para dar caza y detener a los ladrones, con tan mala fortuna que se cruzó con uno de los disparos efectuados por el capataz.

manola_demancoguindate_puertosantamariaMás tarde se casó con Manuela Gutiérrez, natural de El Puerto. Al igual que Abelardo, Manuela era una persona muy querida por todos los que la conocían, llegando a conocerse por “Tía Manola” sobrenombre puesto cariñosamente por sus cuñados. El matrimonio tuvo 5 hijos: María, Abelardo, Manola, Manuel y José (Pepete), siendo éste último el único descendiente directo que aún continua entre nosotros viviendo en la vecina localidad de Rota. (En la imagen, Tía Manola).

Debido al negocio del acarreo que tenían sus padres, Abelardo se aficionó desde muy joven a los enganches, siempre le gustaba llevar un carro con un buen tiro.

Le encantaban –como buen portuense- las ferias del ganado que se celebraban por aquel entonces, a las cuáles siempre iba acompañado de sus mujer y de sus hijas.

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E incluso durante algunos años realizó a caballo junto a su hermano Antonio el encierro de las reses bravas, desde las haciendas hasta la plaza de toros recorriendo las calles de El Puerto, vistiendo para tal ocasión de corto y negro.

retratodelgeneralqueipodellano_oleolienzoEL MANCO CUATRO MIL REALES.

Abelardo González empezó también a ser muy conocido con éste sobrenombre, puesto por su amigo el general Queipo de Llano quien vivió una temporada en la calle de las Cruces de nuestra Ciudad, desterrado por el gobierno monárquico, por su condición de republicano, en la actual casa de Roberto Romero Laffite, entonces propiedad de los Pineda. El manco frecuentaba mucho el tabernón de Juan de Dios Sánchez, en la calle Luna, lugar donde el general y varios señores más, incluido Abelardo, realizaban sus tertulias. Abelardo era una persona tan espléndida que cuando se encontraba a gusto entre sus contertulios siempre lo manifestaba exclamando: “¡Vamos a cortarle el dobladillo a este billete de cuatro mil reales!” (En la imagen, Gonzalo Queipo de Llano, en un retrato óleo sobre lienzo).

Este grupo de “tertulianos” mantuvo una estrecha relación de amistad e incluso durante el periodo de la Guerra Incivil ya que, a pesar del traslado a Sevilla de Queipo de Llano para su incorporación a la Capitanía General, siguió manteniéndose en contacto con ellos, a través de  consignas  emitidas por este último en los partes de guerra radiados a las 10 de la noche, o bien por correspondencia.

En relación a la correspondencia, aún se recuerda una anécdota  muy celebrada,  hacia la persona de Abelardo. Un día llegó a las oficinas de correos un sobre con remite de Capitanía general de Sevilla y en la dirección una nota que ponía:

«Aunque la carta no lleve remite ni destinatario,
sus señas son bien cabales
¿Quién no conoce en El Puerto
al manco cuatro mil reales?»

El cartero llevó la carta al domicilio de Abelardo González Franco.

pepeguindate_rotaPERCANCE CON LA JUSTICIA.
Abelardo González siempre llevó buenos cortijos a rentas, siendo los hijos quiénes trabajaban los campos y cuidaban del ganado. En cierta ocasión pusieron a la venta uno de los cortijos que tenían arrendados, llamado “Las Gesillas” y situado en el término de Rota. Este cortijo era propiedad de los hermanos García Lagos de las Herranz, vecinos de El Puerto. Abelardo conocedor de la buena calidad de las tierras decidió comprarlo, llegando a un acuerdo con los dueños y entregándoles cuatro mil reales a cuenta. Días más tarde, estando Abelardo en el Casino de Labradores, se enteró por terceras personas que una labradora muy rica les había hecho a los hermanos García Lagos de las Herranz una oferta superior a la suya por el susodicho cortijo, cerrando éstos, definitivamente, el trato con ella. (En la imagen, Pepe González 'Guindate', en una fotografía reciente tomada en Rota, localidad donde reside a sus más de 90 años). Ver nótula núm. 535 en GdP.

Ofuscado Abelardo por este comentario, ni corto ni perezoso se personó en la casa de los dueños y al primero que le abrió la puerta, sin mediar palabra alguna le arreó una gran bofetada y se marchó. Ofendidos los hermanos y dueños ante esta actitud, decidieron ponerle una denuncia ante el juez de guardia, resultando el juez ser amigo de ambos: denunciante y denunciado. El juez para no quedar mal con ninguno de los dos, decidió desterrar permanente a Abelardo a la Villa de Rota donde labraban los campos arrendados, pero a su vez hacia la vista gorda ya que Abelardo acudía todas las noches a pernoctar en El Puerto, en su casa de el Ejido de San Juan.

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Casa del Manco de los Cuatro Mil Reales, en el Ejido de San Juan. En tiempos del manco era una preciosa casa del siglo XVIII con sus corrales, sus graneros y sobre todo con un hermoso patio de columnas. Hoy la casa ha perdido todo su carácter. Alberga la Iglesia Evangélica 'Miel de la Peña' a un lado de su fachada y al otro la Peña El Timbrado Español 'Monteburra.

10realesdefrancoLA ÚLTIMA DÉCADA.
En los últimos años de su vida, ya retirado del campo, viudo y con todos sus hijos casados, vivió hasta su muerte con su hija Manola en la antigua casa de la “Sevillana”, rodeado de sus hijos, nietos y biznietos. Los que lo conocieron, siempre lo recordarán como el típico señorito andaluz. Impecable traje negro, chaleco, camisa blanca, corbata y sombrero negro de ala ancha. Predispuesto siempre a meterse los dedos en el bolsillo de su chaleco y obsequiar así a la chiquillería familiar y no familiar con una monedita. La última generación conocida por él, recuerda que empezó con 10 reales y acabó con 20 duros. (En la imagen, 2,50 pesetas, o dicho coloquialmente, "los 10 reales de Franco").

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En la imagen, de izquierda a derecha, el escritor Paco Candel, desconocido, Eleuterio Sánchez “el Lute” y Paco Arniz. La fotografía está tomada en la Terraza Martini, la coctelería de moda en la Barcelona de los años sesenta y setenta, situada en la confluencia del Paseo de Gracia, 16 con la Gran Vía, hoy desaparecida.

Allí vivió Paco Arníz una curiosa anécdota con Eleuterio Sánchez “el Lute”, ex presidiario del Penal de El Puerto. Cuando los presentaron, Paco Candel a Eleuterio que Arniz venía de El Puerto, a lo que éste le preguntó --pensando en clave carcelaria-- que «en que galería has estado». El entuerto se deshizo enseguida cuando le explicaron que Paco Arniz era nacido en nuestra Ciudad.

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La Terraza Martini fue noticia el pasado año 2008 cuando fue vendida por 10,8 millones de euros, el precio más alto pagado por un piso en la capital catalana. El torreón, con 806 metros cuadrados de superficie y 185 metros cuadrados de terraza fue adquirido por una familia catalana que ha trasladado allí, tras la reforma, su residencia.

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"El Cangrejo Rojo era el nombre del restaurante, la zona de ocupación era Hotel Playa de Andalucía. La sociedad que lo fundó era Playas del Sur S.A., cuyos propietarios de los terrenos eran Don Enrique Osborne y Don Felipe Osborne, tios de Don Juan Melgarejo. El Motivo de fundar esa sociedad era para promocionar los terrenos y venderlos después como lo que hoy se denomina Vistahermosa. Allí en el año 1964, empezó lo que hoy día es Vistahermosa y todo su entorno. El primer director del Cangrejo Rojo, Hotel Playa Andalucía era Don Juan Manuel Ramos y Velasco, que ya en el año 1962 fue también director del Caballo Blanco, con Meliá. Esto es historia y se puede seguir contado muchas cosas más, tantas como para escribir un libro". (Antonio, el del Economato).

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El Hotel "Cangrejo Rojo", posteriormente llamado "Club Mediterranee" e incluso “Club Aquarius” fue un privilegiado espacio situado al pie de la Playa de Santa Catalina (al final de Vistahermosa, en el lugar conocido como Pinar de Mochicle) que hoy permanece, tristemente, cerrado. Entre los fundadores había capital belga.La clientela estaba compuesta por ingleses, belgas y franceses, quienes eran los clientes habituales. El conjunto musical, Los Radar's a mediados de la década de los sesenta del siglo pasado, actuaba diariamente durante el verano.

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En la fotografía, como era habitual, Koky Ramírez Tallón o Lele Cárave, dejaban la guitarra para cantar bailando con alguna turista solitaria.

cangrejorojo4_puertosantamariaMis primeros "pinitos" en el piano fueron en el año 1.965 en el Hotel "El Cangrejo Rojo", cuando antes de la actuación o en un descanso de "Los Radar's, interpretaba alguna canción tocando el piano solo. "El Cangrejo Rojo" era para los españoles de hace 45 años una especie de paraiso: los únicos españoles eramos nosotros y algún camarero o cocinero que trabajaban allí.

"Los Radar´s éramos trabajadores privilegiados, podíamos entrar y salir a cualquier hora; si queríamos nos podíamos quedar a dormir. La hora de actuación era desde las 9 a las 12 de la noche, aproximadamente, a no ser que se hiciera una fiesta especial y entonces estábamos hasta mas tarde.

"El Candil Verde", un lugar perteneciente al mismo hotel donde se hacían fiestas especiales todos los martes y algunos sábados. Era un espacio al aire libre, tenía pista de baile y escenario donde hacíamos las actuaciones, estaba decorado al estilo tropical, se servían cócteles especiales e incluso algunas veces se asaba un puerco. (Textos: Francisco Ramírez Tallón).

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Organizado por un grupo de antiguos socios del R.C. Portuense, liderados por Victor Martínez Guerra, nótula 419 en Gente del Puerto, se le ofreció el 1 de marzo del 2000, un homenaje de respeto al artista porteño Manuel Bejarano, “Canta por Caracol, pinta, torea (y recita) de salón”, según reza en sus afiches promocionales. La sensibilidad y el pago de una deuda contraída por la afición racinguista para alguien con el corazón más grande que el coso taurino portuense, reinó en todo momento. El Puerto dijo sí.

manolobejarano_2_puertosantamariaEl acto, celebrado en Casa Paco Ceballos, nótula 408 en Gente del Puerto, fue presentado por el también artista local “El Gran Caco”, nótula núm. 004 en Gente del Puerto, quien entre pasodobles y músicas toreras ofrecidas para la ocasión por los ingenios musicales de José Caílla, nótula 454 en Gente del Puerto, dió paso a las distintas intervenciones de la tarde. (En la imagen de la izquierda, tarjeta de visita de Bejarano, que usaba en Sevilla).

El lugar del homenaje estaba profusamente decorado con diversas obras de estilo naif, fruto de los pinceles de Bejarano. Los motivos: Rincones Portuenses y la Fiesta de los Toros. El también artista local Francisco M. Arniz, nótula num. 478 en Gente del Puerto, hizo lo que se acostumbra entre los virtuosos de la pintura: propuso el habitual intercambio entre pintores, de los cual fueron testigos los numerosos asistentes a tan entrañable acto, entre los que se encontraba el ex jugador del Racing Lolo Soriano; el ex presidente rojiblanco Manuel Lara “el Pili”; el director de Radio Puerto FM, Manuel Borne; el vicepatrón de la Cofradía de Pescadores, José Devesa; Francisco Soto, Delegado Comercial de Diario de Cádiz y Francisco Zalba, de CPR, entre otros empresarios y representaciones que acompañaron al Vate Bejarano, quien agradeció al público cantando por Caracol, toreando con el capote por Paula (de salón) y recitando como los mejores poetas de la lengua castellana.

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Manuel Bejarano, durante una exposición de sus cuadros naif, en la Casa de la Cultura, en Avda. Menesteo, siendo concejal de Cultura Luis Suárez Ávila. Fue en 1986. Todo un éxito.

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Un 'bejarano' de temática taurina, en el más puro estilo naif. 1988.

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Este otro 'bejarano, usa colores más atrevidos. 1983.

Fernando Gago, concejal y presidente a la sazón de la Real Plaza de Toros, entregó al artista una simbólica oreja encarnada en el Vapor de El Puerto, como reconocimiento, dijo, «del arte, saber y simpatía de un portuense que ha calado hondo en la forma de ser de esta Ciudad». Manolo Bejarano no tuvo sino palabras de agradecimiento a sus paisanos que compartieron con él, como se sabe hacer en este rincón de la Bahía, una ceremonia de toma y daca de afectos encontrados en torno a una copa de fino y la amistad compartida a lo largo de muchos años. El Puerto dijo sí.

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Don Tomás Martín-Barbadillo, Paúl, Fernández-Herrera-Dávila y Arozarena, Vizconde de Casa González (Sevilla 1897-1983), fue un asiduo visitante y veraneante en El Puerto. Paraba en casa de Margara Almansa, en la calle Larga, porque, según él decía, era el único sitio donde le ponían orinal en la mesita de noche. Licenciado en Derecho, aviador deportivo, fundador del Aeroclub de Sevilla, Alférez Provisional, tripulador del Zeppelín,... Fue autor de un gigantesco libro titulado "Sevilla, Aeropuerto terminal de Europa" y de otro sobre el Autogiro de La Cierva y era muy diestro en conocer, por muy lejos que estuviera, qué clase de avión surcaba los cielos: Un "Rata", un HeiEnkel...

Así que, presentado voluntario fuera de edad, en la gloriosa Cruzada, lo primero que hizo fue requisarse su propio Fiat "Balilla", con el que iba visitando las torres y prominencias de los pueblos, en donde instalaba vigías y emisoras de radio. Ocurrió en una de ellas que, preguntado Don Tomás, cuyo nombre de guerra era "Rego Ronco", por su teniente "¿Qué ve el vigía?", respondió: "Unos aviones que, por lo majestuoso de su vuelo pertenecen, sin duda, a la gloriosa aviación nacional". Al punto, esos aviones comenzaron a bombardear las posiciones nacionales, por lo que "Rego Ronco" hubo de rectificar: "No, no, no, pese a lo majestuoso de su vuelo, son unos hijos de la....,Corto y cambio".

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Cámara de cine aficionado, rodó, desde el Zeppelín, el año 29, una película sobre Andalucía a vista de pájaro que, sus herederos han entregado, en comodato, a la Filmoteca de Andalucía, como una reliquia.

Don Tomás fue asesor jurídico de muchas entidades y Jefe de Protocolo del Ayuntamiento de Sevilla. Conocedor, por tanto, del nivel intelectual necesario para ser edil, un día me vio con el burrito moruno que me había regalado José de los Reyes "El Negro", me paró y, dándole al burro una palmada en la tabla del cuello, le dijo al semoviente: "A crecer y a ser un buen concejal". Tomen nota. (Texto: Luis Suárez Ávila).

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Vamos a recordar algunos retazos de la historia de una de las más hermosas tabernas que en El Puerto han sido, La Burra, ubicada a escasos metros de la Plaza de Abastos, en la acera derecha de la calle Cielos.

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En 1994 entramos en el local acompañados de Ramón Sordo de la Borbolla, quien estuvo al frente de la taberna, hasta su cierre en Octubre de 1990, durante las últimas cinco décadas. Salvo el polvo acumulado en estos años, que no dejaba de proporcionarle cierto encanto, el local continuaba intacto, igual que hace más de un siglo, con el lógico deterioro que el paso del tiempo conlleva, que más que restarle valor, le añade sabor de lo añejo, de lo que tiene solera y tradición.

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Paseando y parando en cada recoveco de la taberna, por cada recuerdo, tuvimos la ocasión de comprobar que todo continuaba igual que siempre: el típico suelo de losas de Tarifa; los zócalos de azulejos multicolores “de plantilla”; el pequeño hierro junto a la pared para que los parroquianos se limpiaran las suelas del calzado al entrar, cuando las calles apenas estaban empedradas; los gastados mostradores de caoba; los vistosos anaqueles repletos de botellas; la pizarra, el antiguo escritorio y la vieja caja registradora, marca National, americana; las nueve botas de roble; el reloj de pared, por el que no parecía haber pasado el tiempo; y a la izquierda del mostrador, enfilados a un largo pasillo, los once reservados o camarotes, auténticas reliquias de otros tiempos, sin las puertas de vaivén desde que se mandaron quitar cuando vino el Movimiento, aunque Ramón siempre las conservó en su casa. Todo como siempre, si pero ¿desde cuando?.

laburra4_puertosantamariaEL ORIGEN DE LA TABERNA.
Al menos, desde 1863, documentalmente, tenemos constancia de la existencia de este lugar, en la calle Cielos, actual número 104, de una tienda de vinos, aunque no podríamos asegurar que su aspecto fuese semejante al que aún ofrece hoy. Más bien nos inclinamos a considerar que su fisonomía actual se debe a su segundo propietario, Miguel Felices, transformación que se realizaría hacia el año 1880 [...] A principios de la década de los 80 del siglo XIX, Juan de la Portilla dejó la propiedad de la taberna y destilería de la calle Cielos, ocupado en otros menesteres y prestando las funciones de vicecónsul de la República Argentina. El nuevo dueño de la taberna fue Miguel Felices Camino, otro montañés, este de Santillana del Mar, llegado a nuestra ciudad en 1856, cuanto tenía 27 años. Debió ser Miguel un tipo espabilado y de “buenas luces” pues en 1883, cuando ya explotaba la tienda y la destilería era regidor del Ayuntamiento, desempeñando una fecunda labor municipal. [Al fallecimiento de éste la familia se encargaría de la gestión de la taberna, pasando luego a la propiedad del hijo de un dependiente, Norberto, hijo de Benigno Sordo en el año 1910, etapa que siguió hasta nuestros días].

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LA FAMILIA SORDO DE LA BORBOLLA.
Norberto, nacido en la Montaña, en prio, cerca del límite con Asturias y la costa cántabra, tuvo el acierto de llamar a la taberna La Andaluza, el nombre más bonito en consonancia con el local, que podía llevar. En 1910, su especialidad era la manzanilla Argüeso. Dos años después abrió una fábrica de arguardientes, anisados y licores con el mismo nombre, en la calle Ganado núm. 26 (lindera a la pafinicadora La Divina Pastora, ya existente entonces). De aquí salieron los anises Las Tres Perlas y La Andaluza, y años después La Cigüeña, seca o dulce, muy afamada.

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La taberna, a pesar de no ocupar una de las esquinas comerciales del centro, a las que los montañeses, como avispados comerciantes, tenían especial inclinación, si se encontraban en un emplazamiento estratégico. A escasos 30 metros de la calle Ganado y de la Plaza de Abastos, siempre populares y bulliciosas, era un lugar idóneo para que los parroquianos parasen a tomar unos vasos de vino o de aguardiente, al tiempo que, sentados en los reservados, hablaran de negocios y cerraran tratos comerciales.

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LA BURRA
Afuera, en la entrada, los vendedores ambulantes de leche de burra apuraban las ubres, mientras que los más asiduos clientes de la taberna, los arrieros, ataban sus bestias de carga en las argollas dispuestas para tal fin en la fachada. Pensábamos que estas estampas --reales-- podían ser el origen del nombre popular de La Burra, o, quizá, que hiciera referencia al madero utilizado en las bodegas para almacenar las botas, pero no. Resulta que un día, hace mucho tiempo, con plena seguridad antes de 1920, en uno de los camarotes, dos arrieros gitanos se enzarzaron en una agria discusión a cuenta de la propiedad de una burra; que si tuya, que si mía, la disputa concluyó cuando uno de los arrieros apuñaló de muerte al otro. Desde entonces, en recuerdo de aquel suceso, el pueblo comenzó a llamar a La Andaluza, La Burra, y Burra se le quedó para siempre.

moroncillo_puertosantamariaFue habitual parada de célebres personajes populares como Juanillo Paterna; Belita, Luis Agacha, Saldiguera; Alemania, «gran paletón con la picha de papel y los huevos de cartón»; El Chumi; El Camión; Gabriel Guarigua, «Ya se murió Guarigua/ Dios le perdone/ ya se lo llevan volando/ los cigarrones», que decía la copla. En uno de los reservados, nos apuntó Luis Suárez --colaborador de Gente del Puerto--, solían reunirse a cantar romances José de los Reyes “el Negro”, Chamarit, El Caneco y José Morón “Moroncillo”. Cada uno entonaba cuatro hemisquistos, y quien no sabía continuarlo o se equivocaba, tenía que pagar una botella de vino para los demás. (En el centro de la imagen, José Morón 'Moroncillo', con una guitarrra. Fotografía Archivo de LSA).

Como en otros establecimientos, La Burra fue escenario, como no, de algunos robos, como éste que recogió la Revista Portuense el 7 de agosto de 1924, cuyo autor fue el propio encargado del local: «Por el guarda Francisco Díaz Toro fue detenido ayer José Puente García, encargado del establecimiento de bebidas La Andaluza, conocida actualmente por La Burra, el que había sustraído del cajón 125 pesetas. De éstas fueron ocupadas 62 que conservaba en un calcetín, habiendo distraído las restantes. Fue ingresado en la cárcel a disposición del señor Juez de Primera Instancia».

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Norberto Sordo contaba parra el almacenado de vinos propios con dos bodegas. La mayor, con dos lagares, se encontraba arriba de la calle Lechería [hoy  Santa Clara], en donde se criaba el fino Tambor. Y la pequeña, dos números más abajo de La Burra, en Cielos núm. 100, especialmente dedicada a manzanillas, que todavía conserva algunas botas.  Ramón Sordo entró a trabajar con su padre en 1941, cuando tenía 17 años. Tras la muerte de Norberto en 1957 continuó llevando el negocio, ya sin la destilería, hasta que a fines de 1990 cerró el local. Falleció en los años finales del siglo pasado. Con Dios debe estar porque fue un buen hombre.

antonio_ordonez_puertosantamariaDurante años el establecimiento fue sede de la Peña Taurina La Burra, promovida, entre otros, por Juan Marchán, padre e hijo, siendo su titular el maestro Antonio Ordóñez, quien en alguna que otra ocasión, nos dio Ramón, asistió a las tertulias. Cuando escribíamos estas líneas, La Burra, con la finca completa, acababa de venderse. Que será de ella, lo ignoramos. Sólo podemos esperar --y acaso rogar-- que el nuevo dueño no la desmantele y sepa valorar y respetar la fisonomía y los elementos que configuran esta peculiar e histórica taberna, porque a la vez de ser una propiedad privada, también es un patrimonio etnológico --Título VII de la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía-- que El Puerto debe conservar, remozado y revitalizado. No vaya a ser que en un futuro próximo lamentemos su pérdida. (En la ilustración, el diestro Antonio Ordóñez). (Textos: Enrique Pérez Fernández). (Fotografías: Fito Carreto).

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El primer y único Festival de la Canción Juvenil se celebro en los jardines de  “La Ponderosa”, donde hoy se encuentra la cafetería del gallego --Pepe Basteiro, con nótula núm. xxx en Gente del Puerto--, frente a la Comisaría de la Policía Nacional. En esos tiempos lo habitual era organizar bailes y guateques para la juventud. Fue un sábado del mes de Agosto del año 1.968 y estuvo organizado por la Agrupación Cultural Juvenil Memphis, perteneciente a la Vocalía Juvenil de Medusa, siendo en esa época el vocal de música Álvaro Rendón Gómez.

Álvaro, persona emprendedora desde su juventud, perteneció a un grupo de música folk que creó el mismo junto con unos amigos. También por esa época cuando el Cine Macario terminaba la temporada de verano, organizaba bailes en la parte techada donde obtuvo un éxito importante de afluencia de jóvenes, llevando a actuar varios grupos de la provincia.

Este fue el orden de actuaciones:

  1. “Pueblos”, autor: J.A. Zambrano, interpreta: Los Radar’s
  2. “Amor eterno”, autor: José Martín, interpreta: Francisco Calles
  3. “Nora” autor: M. Ruiz Herrera, interpreta: M. Ruiz Herrera
  4. “Súplicas”, autor: A. Gómez Benítez, interpreta: A. Gómez Benítez
  5. “Dímelo”, autor: J. L. Zaragoza, interpreta: J. L. Zaragoza
  6. “Soy vagabundo”, autor: J. C. Rodríguez Rendón, interpreta: Dúo Amisk
  7. “Atardecer”, autor: Inés Monguió, interpreta: Inés Monguió
  8. “Unos que vienen”, autor: Los Radar’s, interpreta Los Radar’s
  9. “Quiero enseñarte a vivir”, autor: J. L. Zaragoza, interpreta J. L. Zaragoza
  10. “Renunciar”, autor: M. Ruiz Herrera, interpreta M. Ruiz Herrera
  11. “Pastorcillo”, autor: J. E. Poullet, interpreta: Los Radar´s
  12. “Vieja balada”, autor: Inés Monguió, interpreta: Inés Monguió

Este Festival fue presentado por Isabel Mata, de El Puerto, recién elegida “Maja de Andalucía” en aquel mismo año y José Antonio Guerrero Torres.

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De izquierda a derecha, Lele, Juande, Julio, Koky y Pete, componentes de Los Radar's, posando para una publicidad del año 1967.

El grupo Los Radar’s interpretó “Pueblos” de Zambrano, “Pastorcillo” de Poullet, el tema “Unos que vienen” compuesta por ellos, fue cambiada por otra que se llamaba “Vivo el amor” también del propio grupo, otorgándose a está canción un premio especial fuera de concurso ya que el jurado consideró a Los Radar’s como profesionales de aquella época y el Festival estaba enfocado a jóvenes noveles de la música.

lavidasigueigual_puertosantamariaEn aquella época el autor de esta nótula tenía una grabadora "Philips" de esas de bobina grande, comprada en "Quicar" y pagada en pequeños plazos. Como estaba casi siempre escuchando la radio que es lo que había en esa época, hablamos de 1.968, aparte de una sola cadena en TVE, emitieron como primicia en una emisora las canciones que se presentarian en el Festival de Benidorm y las grabé. Unos días después estuve con Alvaro Rendón en mi casa preparando el Festival de la Ponderosa, cogí la guitarra y le dije: "--Esta es la canción que vamos a interpretar Los Radar's" y se la canté. Él dijo: "--No esta mal, ¿como se llama?», a lo que le respondí que no le habíamos puesto nombre todavía. Inmediatamente le puso "Unos que vienen". Momentos antes del Festival le dije que iba a cambiar la canción por la otra que era "Vivo el amor" compuesta por "Los Radar's" para el Festival. A Alvaro le pareció estupendo porque la verdad es que no le gustaba mucho "Unos que vienen" así que interpretamos "Vivo el amor". La sorpresa se la llevó cuando unos meses después se escuchó la canción de Julio Iglesias que ganó el VII Festival de la Canción de Benidorm en 1.968 con "La vida sigue igual". Era la misma que yo le canté aquel día en mi casa con la guitarra, desestimándola después para el Festival Juvenil. Yo creo que esa broma no me la perdonará nunca.

No se volvió a celebrar ningún festival de este tipo en El Puerto a pesar de que tuvo una gran aceptación, Alvaro Rendón se marchó a estudiar Bellas Artes en 1.970 dejando esta pequeña historia de la música en el Puerto de Santa María. Gracias Álvaro. (Textos: Francisco Ramírez Tallón).

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Vista aérea de la Playa de La Puntilla.

Para alguien que ha nacido en este rinconcito del sur, oír playa de La Puntilla es abrir la ventana de los recuerdos. Para muchos, entre los que me encuentro, La Puntilla es algo más que una playa, es un tiempo pasado cargado de anécdotas, venturas y desventuras. Allí fue donde mis ojos vieron por primera vez el mar. Soy jerezana y aunque estábamos tan cerca del mar, 15km, a la vez estábamos lejos. En los años 50 y 60 la vida no era ni mucho menos como en la actualidad.

Por el Carmen empezaban los baños, qué nervios con los preparativos, la ilusión se desbordaba. Los domingos por la mañana, ¡venga niñas a levantarse no vayamos a perder el tren!, con los cestos llenos de comida, toalla para tirarnos en la arena y la sombrilla, la cultura de saber estar al sol era importantísima para no acabar rojos como salmonetes. Los que no tenían cuidado con aquel sol traicionero pagaban las consecuencias, días después cambiaban la piel como si de serpientes se tratara, luego quedaban como dálmatas, me sonrío recordando todo aquello, y puedo verme, en una mano el cubo y la pala, bajo el brazo la pelota y sobre la cabeza un gorro para no coger una insolación. Yo de niña era rubia , cuando acavaba el verano, con el sol y el agua del mar, mi pelo se había vuelto tan dorado que a menudo me confundían con una nórdica, cuando llegábamos a El Puerto venga, un coche de caballos. Me gustaba sentarme en el pescante para ver el mar la primera y qué maravilla, yo no podía resistirme, en cuánto llegábamos a La Puntilla salía corriendo a meterme en el agua, qué buena estaba, cuanta feliciad sentía.

En La Puntilla nos conocíamos casi todos. Pasear por la orilla significaba ir saludando, por aquí y por allí salían conocidos. Fulanita se ha casado, menganita también y, ¿te acuerdas de aquella niña de Sevilla?, pues menudo bombo tiene, no se ve los pies, ¡ohi! que gorda y que guapa te has puesto chiquilla, le decían a la embarazada. A mí me decían que los niños venian de Paris y que los traía la cigüeña en el pico, pero de eso nada me dijo una niña mayor que yo, esa lo ha hecho, ¿hacer qué? me preguntaba yo , y así entre juego y veras me enteré cómo y de dónde venian los niños. Y es que mientras hacíamos la digestión y nuestras madres dormitaban allí en los pinares, a la sombra de aquellos árboles (si no estoy mal informada creo que no hay un lugar igual en la provincia de Cádiz, los pinares de La Puntilla eran únicos) las niñas de los años 50 y 60 teníamos unas conversaciones muy instructivas, a escondidas nos pasábamos todo tipo de información que la moral de la época censuraba.

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Pinares de la Puntilla (foto Jorge Roa).

Conforme crecíamos cambiaban los juegos de hacer castillos de arena en la orilla o hacer el submarino, eso era muy divertido, cogíamos un palo con ambas manos, los brazos estirados, antes de que llegara la ola nos tirábamos al agua boca abajo, el agua nos arrastraba unos metros hasta la orilla y así una y otra vez. Éramos incansables, ojito con los flotadores y con las colchonetas, alguna vez decían: a fulanito lo tubieron que recoger cuando pasaba el vaporcito si no lo cogen la corriente lo lleva a America. Recuerdo aquellos veraneantes que venían de Arcos, Medina Sidonia. etc., y el roneo de los jóvenes de la época que cuanto arte y cuanta gracia había que tener para ronear como Dios manda. ¡qué cosas pasaban!

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El Vapor de El Puerto a su paso por el Canal.

Y del Canal cuantas cosas podríamos decir, mi abuela decía que antes desembocaba en otro sitio y que cambiaron el cauce después de unas terribles inundaciones, el rio Cartuja se desbordó, murió mucha gente ahogada y los daños materiales fueron cuantiosos. Mi familia pertenecía al mundo del toro, mi abuela materna era Maria Chica sobrina carnal del ganadero jerezano Curro Chica, yo me eduqué en las Esclavas en Jerez y tuve la suerte de, siendo mi familia quien era, nadie me dijera no te juntes con éste o con el otro, al contrario mi abuela siempre estaba dispuesta a ayudar a quien lo necesitara y así nos educó, nadie es mejor que nadie por pertenecer a una clase social o a otra.

Los taurinos decían algo así como que «Quien no ha visto toros en El Puerto no sabe lo que es un día de toros» y yo digo que quien no ha estado en La Puntilla no sabe lo que era un día de playa de los de antes. El recuerdo de aquel tiempo me lleva a los ahogados del canal. ¡Cuanta gente jóven falleció de manera absurda!, era impactante ver el cuerpo sin vida del ahogado alli sobre la arena esperando la llegada de la Guardia Civil. Algún alma piadosa lo tapaba, espontáneamente se oía una oración por aquella persona que tan sólo un rato antes estaba llena de vida y ahora por una imprudencia yacía en la arena muerta, curiosamente siempre eran hombres jóvenes. Cuanto dolor y cuantas lágrimas se derramaron, pero la tragedia se repetía una y otra vez cada verano.

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Playa de Valdelagrana, vista aerea, finales de los sesenta del siglo pasado.

Recuerdo que en el verano de 1960, no se me olvida la fecha porque tengo una pulsera que me regalaron el día de mi santo con la fecha grabada, pues bién, como tantas veces cruzamos a Valdelagrana en barca, entre las personas iba una mujer enlutada con un ramo de flores en las manos, cuando estábamos en medio del canal lanzó las flores al agua, nadie dijo nada pero se acabaron las risas. No se quien era aquella mujer pero nunca olvidaré su cara.

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Atravesando desde La Puntilla a Valdelagrana en bote. (Foto Colección V.G.L.)

Yo vivo muy lejos, de mi familia directa no queda casi nadie en aquel rinconcito del sur, estamos repartidos entre Europa y América, pero por muy lejos que se esté, la bandera y la Patria se llevan en el corazón y el mío está repleto de aquellos veranos, de aquellas tertulias a la sombra de los pinares de La Puntilla. Fue un tiempo tan felíz que recordar aquella época y además poder compartir la experiencia es sencillamente maravilloso. (Textos: Carmen Freidías).

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Ramón Sánchez Pina nació en la Ribera núm. 41 entonces, en la Casa de la Escalerita el 3 de marzo de 1921. Cuando Ramón contaba apenas un año, su padre Manuel Sánchez Atalaya, se colocó de Sacristán en la Parroquia de San Joaquín a donde se fue a vivir toda la familia, y donde fue bautizado nuestro protagonista, hace ahora 88 años. Con cuatro años cursaría sus primeros estudios -con una amiga- en el Asilo de Huérfanas, con entrada por la calle Diego Niño. Allí estaría poco tiempo, luego pasaría a otra amiga en la calle Melero -con Paca la mujer de Juan Pinto, aunque lo llevaba la hija- cuando la familia tenía dinero para destinar 1 “perra chica” diaria a tal menester.

sanchezpina_monaguillo_puertosantamariaAllí aprendería las primeras reglas y, con seis años se vería de monaguillo, a las órdenes de su padre, el Sacristán, en San Joaquín. Luego estudiaría en el Pósito de Pescadores, en Puerto Escondido, aunque por poco tiempo: hacía falta arrimar algún dinero para la familia y dejó pronto la escuela. (En la imagen, Ramón de monaguillo, en 1926).

PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA.
La proclamación de la II República le cogió el 14 de abril con 10 años. Vendrían malos tiempos para la familia porque al padre lo echan de Sacristán de la Parroquia, debido a que su hijo era presidente de la Sociedad de Camareros, una especie de sindicato gremial progresista y porque también otros hermanos de Ramón militaban en partidos de izquierda que no se llevaban precisamente bien, con la Iglesia. Y así empieza un largo peregrinar por diversas viviendas de aquel Sacristán venido a menos y su larga prole -6 hijos- por diversos domicilios: Larga 72 -hoy 74-, Pozuelo, Durango, ...

El padre coloca a Ramón de monaguillo en  la Iglesia Mayor Prioral, donde estará dos meses y luego con el mismo oficio además de mozo, en el antiguo Hospital San Juan de Dios.  También ejercería en el Convento del Espíritu Santo, el Asilo de Huérfanas y las Capuchinas. Un par de años más tarde, en 1933, se va a trabajar en la Papelería Cortés, con Emilia y Elisa, como repartidor y vendedor de periódicos, llegando a ganar 1 peseta diaria, compatibilizándolo con la venta del periódico comunista Mundo Obrero, donde se ganaba otra peseta al día.

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Ramón es el primero de la derecha, con sus padres y hermanos. La fotografía es de 1932.

LA REBELIÓN DE 1936.
En 1936 ya no vendía periódicos. Entra a trabajar como aprendiz, con 15 años, con Pepe Lora en la Carpintería La Palma y de chiquillo en las casetas de playa. El día que se produjo el Desembarco de los Moros en los muelles de El Puerto, el 18 de julio, lo mandaron para su casa.

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Los moros de Franco, camino de Madrid.

Los moros eran seguidos por la chiquillería, alborotadora, que contemplaron como sacaban a los falangistas que estaban presos en la Prevención. En el Ayuntamiento se cambiaron las tornas y organizaron el nuevo régimen; luego fueron a la Casa del Pueblo. Hubo tiros, algunos heridos y los niños desaparecieron, se cerraron comercios y en España y en El Puerto empezaría una nueva etapa que duraría 40 años.

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La Taberna 'La Burra', en una instantánea tomada después de su cierre. (Foto Fito Carreto).

Ramón siempre fue un buscavidas y buscando trabajo llegó a ejercer de freganchín en la Taberna “La Burra” en la calle Cielos, en “La Antigua de Cabo”, en las corridas de toros y en fiestas privadas. Como aprendiz de carpintería ayudaba a su padre, que en aquellos tiempos se ganaba la vida como fotógrafo de comunión, tomando instantáneas a los marineros o a los niños del Batallón Infantil, junto a otros conocidos retratistas de la época de El Puerto como Quico Sánchez o Justino Castroverde.

sasnchezpina_esposa1_puertosantamariaLA GUERRA Y SU NOVIA.
Debido a su papel como repartidor de Mundo Obrero, los Requetés lo quisieron llevar al frente de batalla y para ello lo pusieron a hacer instrucción militar. Pero un amigo le presentó a Juan Ignacio Varela Gilabert que lo introdujo en la organización juvenil de la Falange -los flechas- y se salvó de ir a la guerra. Eso si, todos los domingos y fiestas de guardar, tenía que ir a misa. (En la imagen, Ramón y su mujer, Catalina, el día de su boda celebrada en el año 1946).

Fue precisamente con los flechas que fueron a Rota a escoltar la procesión de la Virgen del Rosario cuando conoció a la que habría de ser su mujer, Catalina Santos Lucero. Estamos en 1938. Y a partir de entonces, domingo si domingo no, se desplazaba a la vecina población a ver a su novia. En 1939, con la mayoría de edad, lo mandan a Utrera a hacer la instrucción para ir, esta vez si, al frente de batalla. Allí conoce Manuel Delgado Almisas, que era practicante, y con él estuvo en el botiquín y haciendo la instrucción durante 21 días, con tan buena fortuna que se acabó la guerra y no conoció la confrontación en primera persona. Vuelta a El Puerto y se coloca de eventual en Bodegas Caballero, primero y luego en Bodegas Terry como arrumbador.

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De izquierda a derecha, Pepe Morillo León, Ramón Sánchez Pina y un desconocido. Foto de los años 40 del siglo pasado.

LA DIVISIÓN AZUL.
En 1941 se incorpora de nuevo al Servicio Militar. Viendo el hambre que había en Cádiz decide enrolarse en la División Azul -al menos comería- ganando 7,50 pesetas al mes. La División Azul --Blaue Division, para el ejército alemán, o la 250 Einheit spanischer Freisilliger de la Wehrmacht--, fue una unidad de voluntarios españoles que sirvió a partir de 1941, y oficialmente hasta 1943, en el bando alemán durante la II Guerra Mundial, principalmente en el frente oriental contra la Unión Soviética.

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En el frente ruso, a la derecha, llevando un carro de artillería.

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En Hoff (Alemania) 1943, poco antes de su repatriación a la derecha del grupo.

Allí estaría con otros porteños, entre otros Pepe Benjumeda, el Neno, con nótula 115 en Gente del Puerto,  pasando dos inviernos de auténtico frío. Fue artillero conductor del 4º de Carros del 2º Escuadrón, llevando también un armón de artillería. Recuerda aún el ametrallamiento aéreo de la columna en la que iba en el frente de Nogolor y también su paso por el Frente de Leningrado (San Petesburgo). De El Puerto fueron unos 25, --en Sevilla se bajaron 4-- regresando los de Artillería, no así los de Infantería que volvieron pocos. Recuerda a Pepe Barragán, Francisco Camacho Ullén, Ramón Ortiz, José Navarro Guerra, Quirós Vergara, Manolo Morillo (de infantería, que no regresó, muerto en Voljow). Ramón hizo amistad con el Cabo Carmelo Gómez Corella, con el que todavía se habla por teléfono.

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En las bodegas Terry, a la derecha con algunos compañeros, entre otros Alex R. Eady, con nótula núm. 391 en Gente del Puerto y Manuel Delgado Almisas, con el que compartió instrucción durante el Servicio Militar.

REGRESO A EL PUERTO.
En 1943 se incorpora de nuevo en Bodegas Terry donde haría de todo: arrumbador, embotellador, pintor, ayudante de carpintero, camarero, ... jubilándose como conserje en 1981, con 60 años. Lleva pues 28 años de jubilado jubiloso, con una memoria impecable, una conversación amenísima y nada pesada ni aburrida, y muchas cosas que contar y compartir que, en una segunda parte esperamos ofrecerles a los lectores de Gente del Puerto.

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Ramón y Catalina, con sus once hijos, en una reunión de aniversario.

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Ramón con sus nietos, no están, todos, en la misma reunión de aniversario.

LA FAMILIA Y EL TRABAJO.
Ramón se casaría en el año 1946 con Catalina Santos Lucero -recientemente desaparecida- con quien tuvo 11 hijos: los nietos y los biznietos siguen de camino. La ceremonia la celebró en la Iglesia Mayor Prioral, fijando su residencia en la calle Luna, 47. En la actualidad vive en un piso en una barriada que no podía tener un nombre más apropiado con su relación profesional: la Barriada de la Vid.

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Con un grupo de compañeros, de camarero.

Ramón, con tanta familia, tenía que seguir haciendo lo que hizo toda su vida: trabajar y compatibilizó sus ocupaciones en Terry con las de camarero -algo que también ejerció en la Bodega- en Los Tres Reyes, el Bar Vicente, el Resbaladero, en la Feria llevando la Caseta de Helo-Libo. Además, participó en la construcción del Depósito de Gasoil en “La Otra Banda”, o cuando estaba parado, acarreando tablillas en el Muelle, e incluso descargando maletas en la Estación. También fue conserje y cobrador de la Asociación Cultural 'Medusa' con nótula núm. 181 en Gente del Puerto, ayudando a sus hijos y  cobrador de la Hermandad del Olivo.

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Catalina y Ramón, el matrimonio duró más de sesenta años.

Su larga prole se tiene que sentir orgullosa de un hombre trabajador, sensible, culto e inquieto que al enterarse de que Gente del Puerto se lee por Internet, no ha dudado en pedirle a sus hijos que le instalasen en su casa un ordenador para conocer -tiene muchas ansias de conocer- que se cuenta de sus paisanos, de las Gente y Habitantes de El Puerto.

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