Luis Pinto Corzo, “Luichi”, es conocidísimo en El Puerto: es hijo de Pinto, el cochero. Nació en 1944 y presume de una circunstancia de la que, ciertamente, poca gente de El Puerto puede hacerlo: haber nacido en las dependencias del Palco Real de la Plaza de Toros. Desde que fuera construida, el palco situado arriba del presidencial, fue denominado así ya que estaba destinado para la Familia Real. Tras varios intentos para inaugurarlo y varias las corridas regias anunciadas, no fue posible hasta el 2 de agosto de 1998, componiendo el cartel los diestro Emilio Muñoz, Miguel Báez “Litri” y Manuel Díaz “El Cordobés”, con toros de Jandilla. «Debajo, donde las oficinas, vivían los Vaca», recuerda. Y es que según afirma Luichi, su madre le pidió al alcalde de entonces, Ignacio Osborne Vázquez, un sitio donde alojarse con su familia y éste les permitió habitar lo que más adelante sería el Palco Real, construido para tal función, pero no inaugurado como tal hasta finales del siglo pasado. Rociero, cocinero, artista en ciernes, «en la actualidad busco una oportunidad -según afirma- para planchar coser y lavar» pues está en el paro.

Luichi, bailando sevillanas en el Barrio Alto, durante la celebración de la Fiesta de los Patios, en el prólogo de la Feria de Primavera. (Foto Colección Carlos Pumar Algaba).
Luis Pinto Corzo, "Luichi", is very well known in El Puerto: he’s the son of Pinto, the horse and cart driver. He was born in 1944 and can boast that he was born in the Royal Box in the Bull Ring, something few people in El Puerto can say. Ever since the box was built, located above the presidential box, it has been called the Royal Box given that it was designated for the Royal Family. There were several attempts at inaugurating it and several regal bull fights announced, however, it was not possible until the 2nd of August 1998, when the bullfighters Emilio Muñoz, Miguel Báez "Litri" and Manuel Díaz "El Cordobés" took the arena, with bulls from Jandilla. “Below, where the offices are, is where the cows lived,” he remembers. Luichi tells me that his mother asked the mayor at that time, Ignacio Osborne Vázquez, for a place for her family to stay and he let them use what would become the Royal Box, built for that purpose but not inaugurated until the end of last century. A keen Rocío pilgrim, chef, budding artist, “At the moment I’m looking for work,” he says, “ironing, sewing and washing”, since he’s currently unemployed.
Luichi es diabético y según sus propias palabras «mi hermana me tiene recogido». Y es que después de toda una vida entre fogones, está en paro y, aunque está próximo a la jubilación -tiene 64 años-, le faltan unos meses para cotizar y poder tener derecho a una jubilación digna. Ahora lo vemos mucho por las mañanas, temprano, de tertulia en Ultramarinos La Giralda. Luichi se ha buscado la vida como ha podido «Estuve hasta en Rompechapines» (calle del Jerez antiguo de cuya existencia solo vamos a dar una pista: se rompían los 'chapines' de tanto pasear arriba y abajo por la misma. No vamos a dar más pistas, las casas no existen en la actualidad, pero seguro las recuerdan varias generaciones de ciudadanos de la zona).
Luis no ha estado siempre dado de alta por lo que, afirma, le faltan esos meses necesarios para la ansiada jubilosa jubilación. Cocinero en el Cangrejo Rojo -el Club Mediterráneo- ha estado en los Club Med de Canarias y Mallorca, unas veces con mas responsabilidades que otra -desde pinche a ayudante de cocina-. En El Puerto «tenía miedo de darle de comer a la plantilla, más de cien; prefería mil veces darle de comer a los más numerosos turistas» Habría que escuchar a los exigentes y guasones compañeros de Luis en aquellos tiempos. Y habría que haber escuchado, también, a Luichi que nunca ha escondido su “aparguelamiento” con esa lengua no es, precisamente, silenciosa. (En la fotografía, Luichi con apenas 18 años).
Estuvo de aprendiz en las cocinas del afamado restaurante Resbaladero cuando funcionaba como tal y era regentado por Maximino; allí trabajó con los cocineros Luis Callealta, Arturo, Rafael, Pepito “el Pijota”, con el padre del repostero Pepe Mesa... También prestó sus servicios profesionales en el mundo de la cocina en el Hotel Balneario de Rota, o en el Bodegón de Antonio Méndez, en la carretera de Rota a Chipiona... o ayudando en un obrador, o haciendo mandados. En tantos sitios que no le respetaron un contrato en condiciones... Una cosa es ser 'de la Piompa', y otra no portarse con el trabajador como las leyes estipulan, independientemente de su orientación sexual.
También trabajó de cocinero en los campamentos de la OJE (la antigua Organización Juvenil Española, brazo juvenil del antiguo régimen político). Luichi, que tiene alma de artista, trabajaba de jovencito, -en la foto que ilustra este párrafo con 17 años-, en el Motel Bahía del Sol, (actual Hotel Dunas Puerto), en las Dunas de San Antón frente a “El Berrenchín». Allí actuaba, cantaba y bailaba, -se descocaba- una forma muy de la época de sacar afuera su verdadera personalidad, transgrediendo lo impuesto en busca de su personalidad. Rociero de pro, no falta a su cita y tiene anécdotas para contar que harían enrojecer al más templado. La prudencia aconseja poner un recuerdo liviano: haciendo el servicio militar -el campamento en Ovejo y el destino en Algeciras- se fue de permiso con un amigo a Toledo y, comiendo castañas en una carretera -a saber que pasó-, lo atropelló un coche, con el consiguiente revuelo en el Destacamento, que anuló los permisos a todo el acuartelamiento. Luichi, que ha vivido lo suyo, insiste: «pido una oportunidad trabajando en lo que sea: se hacer todas las labores domésticas». Necesita llegar a la jubilación con el número de jornales ajustados. (En la fotografía, Luichi durante la Semana Santa de 2008, en la Plaza del Castillo. Foto Colección C.P.A.)
Campamento de 'los Flechas' en el Camino de los Enamorados, donde Luichi trabajó como pinche de cocina; eran sus primeros escarceos con el mundo de la restauración para grandes colectividades. (Foto Archivo Municipal).






Antonio Arenas Aniceto, conocido por el mote de “El Ratón” es un personaje que forma parte del paisaje de El Puerto. Tal es así que una pintura sobre él, de cuerpo entero, se encontraba expuesta en una de las galerías de la Casa de la Cultura (Al día de hoy, cuando hemos ido a tomar una fotografía, nadie ha sabido darnos norte de donde se encuentra o si desapareció en uno de los actos vandálicos que sufrió el edificio cuando se trasladó la Biblioteca). El Ratón es un hombre que derrocha el mejor humor, el sentido del humor portuense. Que habla con cualquiera de buen grado. Que tiene un saludo para todo el que se acerca a él. Estudió en el Colegio del Hospitalito. Fue cabrero y guardapavos, pero un curso de soldador le propició el trabajo de su vida: trabajar en Astilleros hasta su prejubilación. (El Ratón, haciendo el camino del Rocío. Foto Colección Carlos Pumar Algaba).
Pero si algo define a El Ratón es su vestimenta. En la mano, debajo del reloj, una mata de romero y yerbabuena. «Tiene un ropero, un vestidor en su casa de La Angelita Alta, en plena campiña portuense, de lo más variado. Nuestro amigo es muy coqueto y tiene un estilo al vestirse, un “dandismo sui géneris” que le hace inconfundible. Se ducha, se peina los caracolillos, se afeita teniendo cuidado con tres puntos fundamentales de su colorada y sana cara: su perillita que es como la antena de su inspiración, sus patillas largas a lo “Tempranillo” y su finísimo bigote. El acto de vestirse con su estilo inconfundible que lo hace único es un acto de creación y como de liturgia torera. Pausada, lentamente se va colocando sus prendas. Una camisa blanca que es como el alba de un canónigo; un largo y estrecho pañuelo perfectamente acoplado al cuello; un chaleco a la “torera” que hace resaltar su torso bien formado; un pantalón estrecho, largo, ajustado y perfectamente planchado y un manojito de flores silvestres en un ojal o en el bolsillo superior de su chaleco que como su señal de identificación con la naturaleza, porque El Ratón es un ecologista por cuanto ama y respeta la naturaleza y su bastón que no le sirve para apoyarse porque es un atleta, sino para enseñorearse y afirmarse. Va sobre las doce del mediodía a beberse el mundo, a Ratonear. [...] Ni un general con sus entorchados en la época prusiana andaba y se pavoneaba como El Ratón. Ya está el paisaje de El Puerto al completo. ¡Cuidado, calle Ganado, Santa Clara, San Juan que baja El Ratón! Y comienza su retahíla de aludos, de cortesía, de sonrisas, de educación exquisita. Para todo el mundo tiene su pequeña inclinación de cabeza, su letanía de saludos, su forma peculiarísima de entablar un corto diálogo.» Antonio Muñoz Cuenca. De su libro, “Paisajes y Paisanajes”. (El Ratón, con un compañero, trabajando en Astilleros de Puerto Real. Foto Colección C.P.A.)




























