Hace unos días, en Misericordia, me crucé con dos señoras mayores. Septuagenarias. A mi paso, una le decía a la otra: ‘Te vas a quedar como Almendrita’. Di un respingo y le sonreí. La frase me llevó unos años atrás, cuando conocí este dicho porteño y me enfrasqué en conocer su historia. El resultado lo publiqué en Diario de Cádiz (24-11-1996), donde escribí…

En este cierro decían que se aparecía el difunto Almendrita. Foto: Fito Carreto (Diario de Cádiz).
Fue el 2 de junio de 1897, a las nueve de la noche, cuando Manuel Almendra Periáñez, a los 23 años de edad y a consecuencia de una tuberculosis pulmonar, según certificó el facultativo don Lorenzo Barrios, pasó a mejor vida. Hacía tiempo que venía arrastrando un cruel asma que apenas pudo aliviar inhalando vapor de eucalipto; dolencia que le impedía estar acostado, por lo que pasaba las horas, los días, sentado en el cierro de la casa donde vivía, el número 9 de la calle Santa Clara, en la acera izquierda, mirando desde Cielo.
Manuel no había nacido en El Puerto, sino en Alcalá de los Gazules, desde donde llegó 18 años atrás, en 1879. Huérfano de padre y madre, llegó, junto a su hermana María, de la mano de sus tíos Antonio Periáñez y Gertrudis del Manzano, y de su tío-abuelo Francisco Periáñez Salcedo. Todos de Alcalá. Desde entonces, su tío Antonio pasó la vida y sacó a la familia adelante ejerciendo en la Prioral de sochantre (quien dirige el coro y toca el órgano en los oficios divinos).
A las dos semanas de la muerte de Manuel Almendra apareció publicada en la Revista Portuense la siguiente noticia: “Un muerto que se aparece.- La fantasía popular, que abulta tanto los hechos, aglomera todos los días en la calle Santa Clara un inmenso gentío que se agolpa, para ver estampado, según dicen, en un cristal de un cierro, el rostro de un joven que hace poco tiempo dejó de existir. Las comadres del barrio comentan el hecho y entre la gente del pueblo y no del pueblo por desgracia, se da carácter de verosimilitud a tan graciosa invención.”

Incrédulo, el periodista acudió la tarde del 16 de junio al lugar de la supuesta aparición, y al día siguiente publicó una crónica de lo sucedido con los datos que pudo recabar in situ. Al parecer, fue una niña vecina de la calle quien, acostumbrada a ver sentado en el cierro a Almendra, se percibió que continuaba viendo su rostro una vez muerto. La noticia corrió por toda la ciudad, y no pasó el tiempo para que muchos portuenses comenzaran a desfilar ante el misterioso cierro. Así lo contó el periodista: “…Corrió velozmente la noticia, aglomeráronse los vecinos del barrio y todos hacían idéntica afirmación. Al poco, medio Puerto se detenía frente a la casa y desfilaba por frente al cierro origen del escándalo, hasta el extremo que acudió la guardia municipal, teniendo que despejar a viva fuerza. Para evitar que la gente continuara detenida en aquel sitio se quitó la puerta de cristales, donde afirmaban que se veía estampado el rostro del cadáver. Pero apenas terminada la operación, por arte de magia o encantamiento según decían unas cuantas comadres allí agrupadas, apareció en otro cristal de distinta puerta del mismo cierro. Ya entonces no estuvieron conforme las opiniones, pues mientras unos decían que se veía en el cierro, otros afirmaban que hallábase en uno de los cristales de una farola de gas próxima, y entonces se adoptó el partido de apagar la farola. Ni esto fue bastante para que la gente estacionada allí se retirara, pues hasta bien entrada la madrugada permanecieron próximos a la casa numerosos grupos. El señor Periáñez –continuaba relatando el cronista- quejose amargamente de lo que ocurre, deplorándolo mucho más porque tiene gravemente enferma a su esposa, y a la pena que les ha producido el fallecimiento de su sobrino, tienen que unir ahora la que les causa que las gentes promuevan tal escándalo frente a su casa a todas horas. Insistió el señor Periáñez y nos rogó que encareciéramos al señor alcalde el envío de una pareja de la Guardia Civil para que no permitiera por más tiempo lo que está ocurriendo.”
Otra versión del suceso, prácticamente idéntica, tuve ocasión de conocerla por Luis Suárez Ávila, que conoció los hechos por boca de su abuela materna y de doña Candelaria Leal, quienes siendo muy niñas acudieron, como tantos portuenses, a contemplar al presunto aparecido. A comienzos de los años 60, Luis relató la historia en la revista Cruzados inaugurando una sección que tituló ‘Personajes que van de boca en boca’. Aquí recogió el dicho popular, nacido a raíz de los hechos contados, Te vas a quedar como Almendrita, frase que usted, si ya cumplió los 60 o los 70, habrá escuchado y dicho de toda la vida en referencia a alguien, generalmente un pesado o pejiguera, que se apalanca en algún sitio y no hay manera de que se mueva.
En verdad, no podemos saber qué fue lo que ocurrió en aquel cierro de Santa Clara en la primavera de 1897; si realmente se manifestó el espíritu de Manuel Almendra, o sólo fue una impresión óptica convertida luego en sugestión colectiva.
No obstante de este caso en particular y más allá de lo dictado por todas las religiones que en el mundo han sido, la creencia en otros planos de existencia es un hecho atávico y consustancial a la propia naturaleza humana. Y no sabemos por qué extraños mecanismos, espíritus de personas desencarnadas, de vez en cuando y de un modo u otro, hacen acto de presencia en el mundo de los vivos. Pero así ha ocurrido in illo tempore. (Texto: Enrique Pérez Fernández)
Almendrita (Te vas a quedar como). Dícese de alguien que se pasa mucho tiempo quieto y esperando. Está basado en el siguiente hecho: Almedrita era un asmático que tomaba vapores en abundancia y pasaba mucho tiempo detrás del cristal del cierro de su casa de la calle Santa Clara, frente a la calle de la Rosa. Al morir quedó grabada su efigie en el cristal. Fue tanta gente a verlo que la familia sustituyó el cristal por otro. Se ha publicado este suceso en la Revista Cruzados y en Diario de Cádiz.

Fue un personaje importante, aunque discutido, aquel conde. No sólo en la historia de El Puerto, sino en la del conjunto de la España carolina. Irlandés de origen humilde, pero creso por matrimonio, don Alejandro O’Reilly sirvió con inusitada eficacia a la España ilustrada, aunque sus enemigos no le perdonaron cierto desastre militar en Argel y la devoción que por él sentía el rey alarife. Mariscal de campo en Puerto Rico, gobernador de Luisiana y capitán general de Andalucía, o de la Mar Óceana, fortificó Cádiz. Y re-urbanizó algunos lugares de El Puerto, levantando un puente de barcas que se hundió el día de su inauguración y tintó el Guadalete de tragedia. /En la imagen de la izquierda, Alejandro O'Reillly, en 1722.

El picudo rojo llegó hasta aquí por la ruta del té. Originario de Asia, caminó y voló hacia Egipto. Hizo allí estragos. Y la España del pelotazo lo trasladó a esta tierra de cante recio, vinos, toros y caballos, volantes y trajes de luces, dunas y pinos piñoneros, estacas y pesqueros abarbolados, como polizón troyano oculto en baratas palmeras destinadas a disimular con su estampado verde el impacto del ladrillo. Los científicos estiman que el ciclo reproductor de este coleóptero se completa hasta tres veces en un año. Y es tan dañino que cada larva neonata se zampa un metro de palmera. Comparado con lo que se están zampando otros en este país, el picudo rojo es sólo un insecto, aunque acorazado.
En los años 70 conocí al mejor periodista que ha dado El Puerto en los últimos tiempos. Fue en el escritorio de Antonio Cologan. Entre albaranes de Ilsa Frigo, y una vieja velosolex Orbea allí aparcada, Agustín Merello, viejo cruzado e inolvidable amigo, escribía ruidos y nueces magistrales. Eran crónicas sanas que ayudaron a cambiar mentalidades. Y motivaron espacios para que entre todos nos entendiéramos mejor.
Etiqueta de Fernando A. de Terry. Imperio. Cognac (brandy) Español. (Exportado a Montevideo, Uruguay. Importador: Pesquera y Cía.).
No hace mucho estuve aquí con un buen amigo: Jaime Paz Zamora, ex presidente de Bolivia. Convinimos tomar unos vinos finos mientras le explicaba los lugares que recorrió José Bonaparte en la ciudad durante el asedio de Cádiz. Quedó impresionado por la tala del palmeral urbano. Y se mostró interesado por esta ruta portuense a la que yo le añadía imaginación. Y escenarios posteriores. Paseamos por el Campo de Guía, antiguo ejido recordado en sus vinos por Gutiérrez Colosía. Y por la calle de los Moros, sede secular de las criaderas y solerajes de las Bodegas Osborne. Hasta alcanzar la Real plaza de toros, el colegio y contemplar tras la verja, cuan estricta observancia, el viejo drago de Caballero. San Francisco, Ordo fratrum minorum.
(Texto original de Fernando Orgambides, leído por su autor en la presentación de su libro Viento de Palabras el 1 de febrero en la Galería Milagros Delicado de El Puerto de Santa María)














«Existe en nuestro pueblo una herencia espiritual, pero no un patrimonio de raza. El Puerto no es la estirpe, no es la raíz o tronco de una familia. La ciudad tiene más de alambique y de molde, que de cuna. En cuanto corre por la sangre un miligramo de sal marina de la que satura el ambiente o una gota del vino sutil de estas soleras que sin embriagar adormece, El Puerto ha realizado su conquista. Un hijo de castellanos-cántabros, nacido aquí, dirá siempre que es portuense. Dirá lo mismo que el nieto del inglés o de otros extranjeros. El ambiente penetra, domina y caracteriza cuanto se le entrega.»
Lo que este portuense del siglo pasado vio en El Puerto es lo que cualquiera puede comprobar hoy, sigue vigente. Las procedencias de todavía más lejos y más variados rincones del mundo, como se comprueba en el padrón de habitantes. Las preferencias para escoger, amar y vivir El Puerto, de diversa índole. Y el que viene obligado por circunstancias, o por casualidades de la vida, acaba en un idilio de por vida con esta Ciudad. Idilio que se traduce en irregulares resultados para con este Puerto de arribada, de abrigo, de arrebatacapas, de claridad, franco y de Santa María.
El periodista gaditano, primer premio Agustín Merello, ha elegido la Galería Milagros Delicado para reunirse con sus amigos portuenses hoy viernes 1 de febrero, en su inicio en literatura tras 40 años de profesión. Fernando Orgambides ha elegido dos únicas presentaciones para Viento de Palabra, la celebrada el pasado 10 de enero en la Librería +Bernat de Barcelona y ésta de El Puerto de Santa María, lo que nos enorgullece.
EL EX PRESIDENTE DE BOLIVIA, EN EL PUERTO.
PRIMER PREMIO AGUSTÍN MERELLO.

Por eso, ante un panorama que en otros momentos resultaba desolador, contamos con la preocupación de Bellas Artes, la Academia y las autoridades; pero también con el ejemplo de un particular que, a su costa, porque lo creyó un deber de ciudadanía y buen gusto, ante un inminente derrumbio, adquirió la fachada que piensa reconstruir en otro lugar del Puerto.






