
| Texto: Jesús María Serrano
Parece mentira Paqui, cada vez que nos vemos me repites que tu señorita tiene más joyas que la mía. Me gustaba más El Puerto [de Santa María] que comenzaba en las calles Albareda, Larga, Cielo, Cruces y Rosa, para terminar en Santa Fe y Santa Clara por el norte, San Francisco y el Campo de Guía al sur, porque acercarse a la estación era toda una aventura, por no hablar que adentrarse por el Camino de los Enamorados o subir a La Belleza o La Angelita. Tuvieron que ser los norteamericanos de la base, quienes construyeran la única carretera digna que actualmente todavía no se ha transformado en avenida de doble sentido.
Los paseos lo determinaban los cines. Del Teatro Principal al Cine Colón y Central Cinema y en ocasiones al Salón Moderno en el barrio alto, donde las señoritas no se aventuraban a ir sin compañía debido a las cosas que podían pasar y, a las lenguas que siempre van a hablar.
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