Castor Montoto de Sedas y Luis Ramón Suárez Rodríguez.
Leyendo que el Beato de Liébana, en pleno Concilio de Sevilla, el año 785, increpó a Elipando, Obispo de Toledo, influido éste por la herejía adopcionista, y le llamó "Cojón del Anticristo", me viene a la memoria un santo varón que no pronunció nunca una palabra más alta que otra. Lo más fuerte que se conoce que dijo fue "¡Pardiéz!" y hay algunos que le oyeron decir, en una ocasión, hasta "¡Cáspita!.
Se trata de Don Cástor Montoto de Sedas Raustentrauch y Vigueras, Notario que fue muchos años de esta Ciudad, gran jurista, Caballero del Santo Sepulcro, de distinguida familia sevillana e hijo del ilustre polígrafo Don Luis Montoto Raustentrauch. Don Castor, con el seudónimo de "Gustavo Luis", escribió una magnífica biografía de su padre y aun otra del predicador Padre Alfonso Torres. S.J. y dio a la imprenta algunos escritos sobre la beata Madre Rafols. (En la imagen de la izquierda, 'Un orador ascético' uno de los libros de Castor Montoto, publicado en Cádiz en 1954, prologado por José María Pemán).
Estuvo en dos etapas en nuestra Ciudad. En la primera sucedió a un particular Notario, Don Francisco Rojas, que además de cervantista fue boticario. En la rebotica, alguno de su tertulia le recomendó estudiar Derecho, lo que hizo, y opositó para Notario, lo que consiguió, aportando una fórmula de tinta indeleble, de su invención, que hacía duraderos y legibles los protocolos. En la segunda etapa, Don Cástor sucedió a Don Francisco Rodríguez Perea, Notario que, no se sabe por qué extraña razón, se sabía todas las líneas ferroviarias de España, con sus estaciones, llamaba a su mujer "la cadena perpétua" y a su yerno, militar de profesión y padre los "Murillo", unos compañeros míos del colegio, "El Gran Capitán". (En la imagen de la izquierda, la casa donde estuvo la Notaría de D. Castor Montoto, durante su segunda etapa, en Federico Rubio, esquina con Santa Lucía, frente al Estanco de Vicente Peris Tey).
RANCHO DE POLLA TIESA, HIJUELA DEL CHOCHO, LA CACHONDA, CACHONDILLA
En su vida profesional, Don Cástor se vio en serio un apuro, cuando tuvo que autorizar una escritura de compraventa en Rota: se trataba de la finca denominada "Rancho de Polla Tiesa", que lindaba con la "Hijuela del Chocho", "La Cachonda" y "La Cachondilla". Don Cástor enrojeció al leer, para sí, el instrumento. Así que invitó a cada uno de los otorgantes a leer, por sí, la escritura y, pesaroso por tener que autorizar tamaña obscenidad, luego de signar con la cruz patriarcal y las iniciales de sus padres, L (Luis) y A (Asunción) como solía, puso su firma, a continuación de la de los otorgantes, dijo: ¡Cáspita! (En la imagen de la izquierda el padre de Castor, Luis Montoto Rautenstrauch (Sevilla, enero de 1851 - ibídem, 30 de septiembre de 1929), escritor, paremiólogo y folclorista español).
Y es que los santos varones, ya sean el Beato de Liébana o Don Cástor Montoto, algunas veces no tenían más remedio que desfogar por la boca su indignación, lo que es enormemente saludable y, en modo alguno, pecaminoso. (Texto: Luis Suárez Ávila).
Por si es de utilidad, reproduzco lo que dice la enciclopedia Figuras de Hoy
(Madrid, Editorial Ciencia y Cultura, tomo I, 1950, p. 401) sobre D. Cástor Montoto:
"N. el 14-2-[18]92 en Sevilla donde se licencia en Derecho. Ha escrito: Blancas y Negras, Muñoz Pavón predicador, Crítica Literaria, Don Luis Montoto, (estudio biográfico crítico), etc. Académico de la Hispano Americana de Cádiz y Caballero profeso del Santo Sepulcro. Dirección: San Juan, 4. Lora del Río (Sevilla)".
Hola a todos, soy Juan de Dios Montoto Sarriá, nieto de Cástor Montoto de Sedas. En primer lugar muchas gracias por acordarse en esta página de mi abuelo, una persona que tanto quiso al Puerto, ciudad a la que todos mis hermanos estaremos siempre muy unidos no en vano pasamos allí casi veinte años de veraneo, y sobre todo porque mi padre nació allí.
Tal vez algunos comentarios estén fuera de lugar, pero me temo que es dificil de controlar todo cuando los programas estrella de la televisión son los de cotilleos. No obstante pienso que los últimos comentarios han reconducido el tema, por parte de Luis Suárez, quién por mi madre se que era amigo de la familia.
Muchísimas gracias a los hijos del inolvidable Pepe (Pepito para mi familia) Callealta, José Antonio, Manoli y Gloria, por esa defensa y recuerdo tan cariñosa de mi abuelo. Persona que yo acepto que fue muy "peculiar" como decís, mi padre le hablaba de usted, pero fue una persona sin doblez, gran católico (ex seminarista) y que mostró ser muy caritativa en su vida, como se ha contado en esta página.
Mis recuerdos del Puerto son, casi todos, parte agradable mi vida, la casa de Federico Rubio,67, con la inolvidable Catalina (la casera) y su hijo Ramón, la tienda de enfrente de Vicente, las misas en la Prioral (nuestra casa de Lora del Río tiene abundante iconografía de la Virgen de los MIlagros), los desencajonamientos en la Plaza de Toros (tenemos fotos dedicadas por Galloso, qué artista, a mi abuelo y hermanas), las visitas a las bodegas de Terry o Caballero, las visitas con mi abuela a casa de las Martínez, al chalet de Micateco, El Buzo, la Puntilla o Valdelagrana (con las carreras de caballo), el antiguo campo del Rácing o la inauguración del José del Cuvillo con el Real Madrid, los trofeos Carranza en casa de Ramoncito Bayo (con sus colecciones), las visitas al Penal a comprar cestos, el camaleón que siempre cogíamos a principio de verano y poníamos en la lámpara del comedor (hoy políticamente muy incorrecto), el cine de La Macaria donde ver a Ursus o Fumanchú, las excursiones a la indómitas canteras de Puerto Real, mis primeras cervezas (Skol por supuesto) para acompañar el marisco, las visitas a la lonja con mi padre para oir la subasta del pescado, y tantas otras cosas más. Pero sobre todo hay algo que no olvido y que aun disfruto, las japonesas de La Perla, recuerdo cuando Pepito Callealta mandaba a mi abuelo esas cajas de madera llenas de japonesas, y aun hoy yo cuando visito esa zona , tengo familiares directos en Chiclana y San Fernando (yo mismo soy cañaílla como otros dos de mis hermanos) me paro para ir a cualquiera de las tiendas de La Perla y comprar las japonesas por docenas, la última vez llamé desde Moguer, donde vivo, y encargué tres docenas.
Lo dejaremos aquí mandando un abrazo para todos los Callealta, recuerdo a Pepito la última vez que lo vi, que me entregó la legislación que usaba mi abuelo, y como vuestra madre Gloria al ver a mi esposa dijo "tú eres de comunidades verdad".
Hasta luego, tal vez me anime a escrbir algo de mi padre, portuense con sus pequeños piques con mi madre cañaílla, y periodista depotivo en un periódico de Tetuán.
Querido José Antonio: Como has visto la personalidad inmarcesible de don Cástor ha quedado incólume, pese a una serie de comentarios jocosos que han hecho y que no apruebo. Yo lo conocí y lo traté, como que era muy buen amigo de mi padre y mi padre de él. Por sus dotes como jurista, como persona, religiosa, educada y sabia no cabe sino admirarlo y tenerlo como ejemplo de hombre de bien. La relación de tu padre con don Cástor fue la de casi un hijo con un padre. Tanto Don Cástor, como tu padre fueron para mí personas entrañables.
La pequeña semblanza anecdótica de don Cástor que hice en una de mis columnas de Diario de Cádiz, hace mucho tiempo, y que José María Morillo ha reproducdido en esta págima, creo que es sumamente respetuosa y resalta su aversión ante cualquier palabra malsonante, fruto de su esmerada educación. Por eso, como cosa curiosa reproduje la anécdota de la escritura de esa finca en Rota, precisamente porque me la contó tu querido padre, de quien no tengo que decir más que cosas buenas.
Que se hayan ido de las manos los comentarios seudojocosos de ciertos comentaristas, no quita para que don Cástor haya quedado como un gran jurista, un gran cristiano, como una persona caritativa, como un hombre respetable. Don Cástor fue un notario irrepetible, fiel consejero, sabio, firme en sus convicciones, al que nunca se le oyo una palabra más alta que otra.
Por tanto, cada vez que he hecho algún comentario en esta página sobre don Cástor ha sido para alabarlo, porque no tengo motivos para otra cosa.
Como complemento de la columna sobre don Cástor, le mandé a José María, la que escribí sobre su hermano Don Santiago.
Cuando tu hermana escribió su comentario acertadísimo, le mandé en otro mío la columna que escribí sobre tu padre. Puedo decirte que mientras la escribía, con motivo de su muerte, se me saltaron las lágrimas de dolor, por cuantos buenos recuerdos se me venían a la cabeza.
Asi que, querido José Antonio, no nos cabe sino agradecer que hemos tenido la suerte de haber conocido y tratado a personas de tanto calibre como don Cástor o tu padre.
Un fuerte abrazo, Luis
Personaje curioso este Montoto. El autor del artículo principal sobre él, siguiendo la estela de Muñoz Seca como ya se ha dicho aquí, hace una caricatura de un hombre público que, como tal, está sujeto a ella. Las caricaturas suelen exagerar los rasgos del sujeto y en este caso Luis lo hace con una elegancia que si el propio Montoto levantare la cabeza, sonreiría y se sonrojaría, no se por qué orden, porque el personaje, como decimos por aquí "no era de mas carne". Como ha escrito Gloria Callealta refiriéndose a Montoto, "quizás un poco místico", es decir poco. Era un hombre de una época, "materia cachondeable" para los impíos y hasta para los píos, dado lo exagerado de esa forma de ser, respetable, opinable. Pero no percibo maldad en la redacción de 'este Juguete Cómico' com llamaría Muñoz Seca a una de sus piezas, a una de sus obras, solo pinceladas de un personaje que incitan la búsqueda de una sonrisa, cómplice, entre paisanos.
¿Que querrá decir el comentarista José Antonio, cuando escribe "yo, puedo si quiero dar muchas fechas de actos". Es bueno que se sepan, si existen archivos, esos honores y distinciones.
Voy a preguntar a la vista de algunos comentarios: ¿Son la familia Callealta los guardianes de las esencias notarísticas y de protocolo de la M.N. y M.L. Ciudad del Puerto de Santa María?
Increible historia de este ser tan peculiar, querido y amado por mi y mi familia y a tal vez envidiado por muchos y a la vez adorados por otros. No era otro, sino su persona. Don Castor Montoto de Sedas, Notario muy Ilustre de esta Ciudad, Rota y Puerto Real, personaje distinguido y con gran conocimiento, "si se puede decir santificado". No fue clérico pero casi, casi, su humildad y su voluntad, para mí que lo conocí desde que nacía hasta que murió y para todos los que los pudieron conocer y estar a su lado, fue muy elogiable y constructiva vuelvo a repetir, casi santificada, y en ningun momento superflua.
No puedo comentar mucho de él tan sólo lo que viví con él. Para mí, y además para lo que creo que fue para mi padre, Don José Callealta Martínez (para todos "Pepito Callealta") fue el gran ejemplo de la realidad de la vida con todos los malos y buenos momentos vividos, (pensando siempre en el pasado de ambos - guerra civil, hambre, penas - etc..,-), fue maestro de mi padre y casi a la vez de la gran educación que adquirió, quien a la vez nos la trasmitió. Elogiable para mí y creo que para toda mi familia. Hoy, yo, al menos, vivo con todos los valores que mi padre me transmitió y que a la vez fueron adquiridos por él, por sus padres y por su gran jefe, en ese momento, Don Castor Montoto de Sedas,
Sin embargo, y respecto a las anecdotas contadas anteriormente, para mí, son todas gratificantes, ya que esta persona era y fue de alguna manera casi, "santificada", su religión y su honestidad le dificultaba muchas cosas de la vida cotidiana y eso no le permitió en ningún momento vacilar. No obstante pienso que lo escrito de su noche de bodas tiene un poco de simpantía siempre que el que lo lea entienda de que la persona sobre la que se habla era graciosa, (cosa que en ningún momento fue así),. Por ello, las burlas son de los que las hacen, así que buuu ..... burlas para ellos,
Entiende, amigo, L.S.A., que burlarse de alquien que ya no está no es respetable. Así que yo, ....... ........`
Sabes querido amigo que, yo, puedo si quiero dar muchas fechas de actos, y de honores respectos de esta persona, no lo hago, creo que ya fue extremamente honorificado, no solo en esta Ciudad, sino también el Puerto Real y en Rota, cosas, que tal vez tu no sepas.
Todo esto es con el mayor respecto y cariño hacia la persona de DON CASTOR MONTO DE SADAS, q,e.p.d.
Necrológica publicada en ABC de Sevilla el 3 de junio de 1981.
Menos mal que al final se ha enmendado la plana y por fin aparece el verdadero Don Cástor, aunque es cierto que es un personaje muy peculiar, eso si, un hombre bueno, el caso es que Luis Suárez Ávila, ingenioso, culto y un talento prodigioso, sin duda alguna, si se lo propusiera, con poquísimo esfuerzo, sería continuador de la Obra de Don Pedro Muñoz Seca. Nada más que hay que hilar fino y ver que las anécdotas, vida y milagros de los personajes que nos trae sin parar a Gente del Puerto, reúnen condiciones para continuar con las astracanadas de Pedro Muñoz Seca y Pedro Pérez Fernández. Con otra particularidad que todo es real. La habilidad de Luis es que tiene arte para salir airoso de los envites. Fíjate tú, como se inicio la nótula de Don Cástor y como la ha terminado. Si bien, tuvimos nuestro fondo, es justo reconocer que después de llegar hasta la entrañas de la nótula, la ha finalizado, casi también, con una padre nuestro. Lo dicho, es un personaje con un sabiduría de muchos quilates. Además, es muy bueno: siempre una brisa de aire fresco y más en los tiempos que corren.
Mi recuerdo de D. Cástor es de un caballero, un señor muy culto, muy religioso, quizás un poco místico, pero era la educación de la época, era una persona muy cariñosa, con unos valores humanos fantásticos y de una exquisita eduación.
Como dice mi hermana se le concedió tras su jubilación la cruz de oro de San Raimun do de Peñafort, honor que no se le concede a cualquera sino a personas eruditas y con una gran labor en el sector de las leyes.
Tenemos el gran orgullo de que a nuestro querido padre Pepe Callealta también se le concedió esta cruz por su labor maravillosa en cuestiones de leyes en El Puerto de Santa María.
Estando un día D. Cástor en mi casa tomando un refesco con mis padres, aparecí yo con la cruz puesta y él sin parar de reir me cogió en brazos y me sentó en sus faldas ante los ojos perplejos de mi padre que la guardaba para la ceremonia de jubiliación en Sevilla.
Tenemos mjil anécdotas con él, ya que mi padre siempre estaba a su lado.
Cada vez que mi padre visitaba a D. Cástor en Sevilla en su casa mis hermanos y yo lo acompañabamos. La unión que tení mi padre con él era verdaderamente extraordinaria, cambiaban impresions y mi padre decía que siempre aprendía algo nuevo e interesante de su gran sabiduría. Mi padre lo consideraba igual que un padre.
Mi casa tiene una gran unión a D. Cástor y lo recordamos con gran cariño no solo a él sino a toda su familia.
Nos hubiera gustado que se recordara por su gran labor jurista.
A otra persona a la que Don Castor protegió y benefició mucho fue a la madre de Don Ramón J. Bayo Valdés a la que ayudó mucho para sacar a su hijo adelante, como muchas veces decía ´Don Ramón J. Bayo.
No cabe duda, que tal como dice la nótula, Don Castor fué una persona que además de ser notario fué peculiar, un hombre predestinado para la abogacía, tal como San Castor Abad y Obispo, no sé si celebraba su onomástica este día, pero encuentro cierto paralelismo en su vida y en la de este santo.
Desde los años 1.961 a 1970, entre otras cosas estuve de apoderado en una empresa constructora, y todas las obras que mi empresa contrataba con la Administracción, se escrituraban y un servidor de Vdes., solía ir a la notaria de Don Castor a cumplir con el requisito de que nos leyeran el compromiso que adquirian administracción y contrata.
Algunas veces, tuve que firmar con el Director de la Junta de Obras del Puerto de Cádiz Don Manuel Alvarez Aguirre y cuando el incansable y eficaz Pepe Callealta, nos hacía pasar al despacho de Don Castor, para proceder a la lectura de la escritura en cuestión, éste se levantaba de su sillón, y educada y efusivamente nos saludaba, una vez terminado el trámite correspondiente, nos despedíamos, con las mismas muestras de afecto que a la entrada y siempre me repetía lo mismo, "señor su cara me es conocida, de todas formas encantado de conocerle". Cuando Don Manuel y yó regresabámos, casi siempre me dejaba en mi oficina y en el camino le comentaba, la corrección de Don Castor y su educación tan exquisita, Don Manuel me decía: "LLevo no se cuantos años viniendo a esta notaría a mí me dice lo mismo" que a Vd.
Don Castor, tuvo un cocinera, que murió hace algún tiempo en la Residencia de Ancianos de las Banderas, creo recordar que se llamaba Caridad, y decía que Don Castor era tan ordenado y rutinario que terminaba las comidas diariamente con una cucharada de bicarbonato en un vaso de agua, e igual que los niños pequeños, mientras no echaba el "flatito", no se levantaba de la mesa.
Quiero aprovechar la ocasión, para felicitar a Manuela Callealta por su agudeza, estilo y tacto al analizar a un señor que ha formado parte de la historia de nuestra querida ciudad.
El Puerto, 24 de Julio de 2.010
Don Cástor era muy caritativo. A Mercedes la de Guarigua, que tenía catorce hijos, la bautizó y fue su padrino. A esta pobre mujer, tan cargada de hijos y con el marido enfermo, la socorría Don Cástor, aquí y en Sevilla. Don Cástor era de las Conferencias de San Vicente de Paul, entidad religiosa encargada de vistar a los enfermos y personas necesitadas. Don Cástor acudía, siempre con otro miembro de las conferencias --iban dos-- a atender a los enfermos y a socorrerlos en sus necesidades.
Don Cástor no era un pusilánime, como han querido retrartarlo algunos comentaristas de esta nótula. Don Cástor era un jurista de muchos quilates y una persona cultísima. Sí es cierto que ni pronunciaba una palabra malsonante u obscena, ni lo consentía en su presencia. Pero era cuestión de la esmerada educación que tenía. Yo lo recuerdo en El Puerto y, luego en Sevilla, ya jubilado. Con mi padre tenía una gran amistad, correspondida por él. Recuerdo el día en que le impusieron la Cruz de San Raimundo de Peñafort en Sevilla, en el Colegio Notarial y tengo las fotografías de ese día en que estaban Don Cástor con Pepe Callealta y mi padre.
Don Cástor fue una excelentísima persona, muy religioso y, como he dicho un jurista al que todo el mundo acudía en sus dudas.
Así que su figura debe recordarse así y no con otro perfil que no obedece a la realidad.
Me satisface que hayas publicado la columna de ABC que mi padre dedicó a Don Castor, con motivo de la imposición de la Cruz de San Raimundo de Peñafort.
Ya que Manuela Callealta ha citado a su padre, el entrañable Pepe Callealta, te envío lo que escribí sobre Pepe en Diario de Cádiz con motivo de su muerte. Pepe también tuvo la Cruz de San Raimundo de Peñafort y muy merecidamente:
PEPE
A Pepe yo lo comparaba con Le Corbusier, el genial arquitecto francés, sin título y admirado por todos . Porque Pepe era un eminente jurista, consejero eficiente y certero, capaz, laborioso hasta su entrega total al trabajo, sabio intérprete en el arte de interpretar el Derecho, sin haber pasado por ninguna Facultad. .Y siempre al día, rigurosamente. Yo conocí a Pepe cuando él tenía 15 años y yo 2 años .Estuvo desde esa edad en el bufete de mi padre , cuando el ejercicio del Derecho exigía dedicación casi monacal. Así que cuando yo le recriminaba que trabajaba desde las claras del día hasta madrugada, me contestaba que eso lo aprendió en la calle San Juan. Y es cierto. En aquella época hallar en los repertorios de jurisprudencia la sentencia que se buscaba, suponía bajar toda la biblioteca, llenar de libros las mesas y sumergirse en un maremagnum de sentencias y de autos, hasta trabajosamente poder dar con lo preciso. O a lo peor, no. Eran épocas de las máquinas manuales de escribir, del papel carbón ,de los calcos. En el bufete de mi padre estaban prohibidos los formularios. Había que crear Derecho con un papel en blanco,.a golpe de codos, de estudio. Y Pepe no solo daba la talla, sino que tenía una clarividencia fuera de lo común y fue, con toda propiedad, un maestro del Derecho.
Cuando se hizo novio de su después mujer, Gloria, simultaneó el bufete de mi padre con la notaría de Don Francisco Rodríguez Perea, en la calle Santo Domingo, donde tuvo que bregar con el oficial Don Ramón Diaz Errea, a quien llamaban “Diarrea”. Pero se fue curtiendo. Cuando Don Castor Montoto es Notario –por segunda vez –de El Puerto halla la horma de sus zapatos. En lo personal y en lo profesional. Pepe es ya el Oficial de la Notaría y brilla con luz propia. Su relación con Don Cástor es entrañable. Don Cástor fue su maestro en muchos órdenes de la vida y del Derecho. Fue casi como un padre para Pepe, que había perdido al suyo siendo un niño. Jubilado Don Cástor, Pepe lo siguió tratando con piedad casi filial. Iba a Sevilla a la calle Mateos Gago, 19 a visitarlo. Estuvo a su lado cuando le impusieron a Don Cástor la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort y lo asistió en sus últimos días...Luego Don Bartolomé Gil Socii, Don Vicente Piñero Carrión, Don Rafael Valverde Lergo, Don Inocencio Zalba Elizalde, Don Eduardo Manuel Martínez Gahete, Don Antonio Manuel Torres Domínguez, Don Andrés Tallafigo Vidal, Don José Ramón Salamero Sánchez-Gabriel...Pero la Notaría de El Puerto siempre fue “Cá Callealta”, porque le imprimió carácter, porque estuvo pendiente de todo, porque auxilió a todo el mundo, porque aconsejó certeramente y fue paño de lágrimas de notarios, de letrados, de cualquier clase de personas que se le acercaba a pedirle opinión. Y ha dejado escuela jurídica, como los grandes maestros: un excelente plantel de oficiales y auxiliares formados a su imagen y semejanza, con los hábitos del rigor y de la laboriosidad, entre quienes se encuentran su propio hijo José Antonio y su sobrino Paquito Terrada.
Pepe fue, además, un buen hijo, un buen esposo un buen padre, un buen abuelo, un creyente que fue probado con la muerte y la enfermedad de los más cercanos y se confortó en su Fe.
Pero a Pepe, a José Callealta Martínez, trabajador, me malicio que la jubilación le sentó mal. Nuevos hábitos, nuevas horas, todo nuevo, a estrenar, le han hecho perder el equilibrio vital. O a lo mejor, --¿quién sabe lo que en su corazón barruntaba?-- ha echado de menos a su nieto y se ha marchado a ver cómo le iba.
Luis Suárez Ávila
Yo conocí a D. Castor Montoto y a su mujer Doña Pepa y a su familia, lo visité durante muchos años cuando ya estaba jubilado en su casa de Mateos Gago, del barrio de Santa Cruz de Sevilla. Me parecía un señor, ella un poquillo estiradilla, pero el recuerdo que tengo de él era el gran cariño que le tenía a mi padre, como éste le consultaba muchas coasa y con que sosiego y cariño le ayudaba en sus dudas, yo lo veía desde luego desde mis ojos de niña y tal vez, no sea real lo que escriba, pero me parecía un hombre muy culto, religioso y un señor.
Le fue concedida en su jubilación la cruz de Oro de la Orden de San Raimundo de Peñafort, con la que se honra a los Notarios que se jubilan con excelencia. Tengo algunas bonitas fotografías de él con mi padre, tal vez, a mi me lo parecen. Me da pena, que se le recuerde por otras cosas.
D. Castor y su señora, me llevaron a la pila de bautismo, mi padre, como ya podéis imaginar los que conociáis a D. Castor ,era Pepe Callealta, Pepito para D. Castor, que le trataba así cariñosamente y al que me enorgullece decir, que a titulo póstumo también le renocieron de algún modo su labor, como no era Notario, le otorgaron la medalla de Plata de la Orden de San Raimundo de Peñafort, ya que como sabési no tenía nada que ver con el anterior oficial de Notaría que tuvo D. Castor y al que recordáis en vuestros comentarios.
Manuela Callealta
Llevo dándole vueltas a la cabeza desde la noche que salió publicada esta nótula como homenaje a la figura del prestigioso erudito Don Cástor Montoto de Sedas, sobre un hecho que me ocurrió a finales de los años 50. Ahora, sin ninguna duda, voy a exponerlo porque tengo toda la certeza que el hombre que me socorrió fue Don Cástor.
Resulta que con apenas nueve años, siendo alumno de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familias, conocida como “Colegito” o “Escuelita”, finalizadas las tareas escolares de la mañana, regresaba a casa, haciendo el trayecto por la calle Santa Lucía, hasta Luna, 52, donde vivía por aquel entonces. Pasado el Bodegón de los Merello, estando a la altura del cierro donde se encontraba el despacho de Don Cástor, tuve un traspiés, cayendo de bruces sobre el suelo golpeándome la frente que me originó un chichón de gran tamaño que provocó la rápida asistencia de unos clientes que se encontraban en la puerta del Bodegón. Pero fue una persona impecablemente vestida que con gran cariño me levantaba del suelo, preguntándome como me encontraba. Viendo el tremendo chichón me llevó dentro de su casa, esquina con Pozuelo, y pidió a su ama de llaves agua fría, después me presiono con una moneda sobre el chichón, sujetándolo con un pañuelo. Al ver que me había tranquilizado se retiró, dándome unas suaves palmaditas en la espalda. Poco tiempo después, la ama de llaves, por cierto una mujer llena de cariño y bondad, creo recordar que era viuda y madre de un compañero de las “Escuelitas”, apellidado Vargas, me acercaba a la puerta, despidiéndome con una sonrisa.
Con el pañuelo de Don Cástor en la frente entré por mi casa, creando tanto revuelo que atraje a los vecinos, preocupados por el percance. Cuando mi madre me quitó el pañuelo para ver el alcance de la lesión y vi que la moneda que me había puesto Don Cástor en el chichón era de 25 pesetas se me pasó todo el susto de inmediato. Ni que decir tiene que las 25 pesetas fueron empleadas tanto en el Carrillo de Severo como el Teatro Principal junto a entrañables amigos de mi infancia, los recordados Vicente Sánchez Arenas, Vicentito, el ‘policía’ de la calle San Juan y Jaime el “colillita”, sobrino de Luis del Pino Robles, Luis el de los huevos, que emigró, poco tiempo después, con su familia a Francia.
No volví más a ver a Don Castor Montoto de Sedas, pero considero recordarlo hoy, como lo que fue, un hombre bueno.
Testigo ocular, se te ha olvidado decir si Don Castor en su noche de bodas adoptó la postura del misionero ( como era tan religioso) u otra.
A Ramón Díaz Erréa, el oficial de la notaría de Don Cástor, un buen día a la hora de salir, por la tarde, le dijo el Notario: Mire usted, Ramón, aquí tiene unas cartas urgentes que quiero que hoy mismo queden en el correo. Muy bien, Don Castor, así se hará. Y Ramón se metió las cartas en un bolsillo de su gabardina ( porque siempre usaba gabardina). Salió Ramón a la calle con lascartas, se entretuvo en el freidor de Apolo comprando un papelón de toritillitas de camarones, pero sin camarones, porque en el año del hambre se hacían en los freidores unas tortillas de haria de grbanzo, con cebolla, peregil y sal, pero sin camarones y Ramónse metió el paquete en el bolsillo de la gabardina. De Apolo se fue a la calle Cielos, a la taberna de "La Burra", donde estuvio bebiedo en demasía, porque era un buen mollatoso. Y, acordándose del encargo de don Cástor se pasó por la calle Javier de Burgos donde estaba Correos. En el buzón del cabeza de león, dejó su encago y se volvió a la notaría a dormir. Al día siguiente, Don Castor le preguntó que si había echado las cartas y Ramón, metiéndose las manos en el bolsillo de la gabardina comprobó que no, que las cartas estaban allí, pero llenas de aceite. Ramón, apurado,le dijo a don Cástor, que se ausentaba de la notaría para hacer una reclamación al Administrador de Correos. Y lo que Ramon fue a reclamar fue el paquete de tortilas, que era lo que había echado al buzón la noche antes con la borrachera.
Cuando don Cástor estaba en la Notaría de la calle Pozuelo, esquina a Santa Lucía, y ante él se otorgaba algún testamento echaba mano de dos testigos: Martín Peris Felices y Antonio Ruiz Alcón, el de “Se acabó el carbón”, muy próximos a la notaría. Antonio Ruiz Alcón todavía recuerda el texto de los testamentos que redactaba Don Cástor: En la ciudad de El Puerto de Santa María, a tantos de tantos de mil novecientos tantos, ante mí , Castor Montoto de Sedas, Abogado, Notario del Ilustre Colegio de Sevilla con residencia en esta Ciudad, comparece Don fulano de tal y tal, mayor de edad, casado, de estos vecinos en calle tal número cual, provisto de documento Nacional de Identidad número, a quien, a mi juicio encuentro con capacidad para otorgar testamento y Don Martín Peris Felices…. Don Antonio Ruiz Alcón, testigos instrumentales que lo ven, oyen y entienden, expresa su voluntad de otorgar testamento y: Primero. Declara profesar la Religión Católica, Apostólica. Romana, en cuyo señor ha vivido y desea morir. Pide a Dios Nuestro Señor, cuyo Santo nombre invoca, el don de la perseverancia final, a la Santísima Virgen María y a San ……, el santo de su nombre, su protección. Ordena al albacea que más adelante nombrará que cuerpo sea amortajado con el hábito de Nuestro Padre Seráfico San Francisco y que su entierro y funeral se lleven a cabo sin ninguna pompa ni boato, con cruz alzada y siete posas con sus responsos respectivos.. En todos los aniversarios de su muerte ordena igualmente a su albacea que se digan, por el eterno descanso de su alma, las treinta misas de San Gregorio en la Iglesia del Convento de la Concepción Franciscana ….” Y, después de mucho escribir, a lo mejor no dejaba nada porque el testador estaba tieso.
Yo creía que lo del Rancho de Polla Tiesa y sus linderos ( la Hijuela del Chocho, la Cachonda y la Cachondilla), era una broma, pero Ramón Anaya (q.e.p.d.), Oficial del Registro de la Propiedad me enseñó los Libros en que aparecen las sucesivas inscripciones de esa finca con los linderos. Hoy está dentro de la Base de Rota.
A Don Cástor lo recuerdo diariamnete salir de la Notaría,en la calle Santo Domingo, por la tarde y ir rezando el rosario por la plaza de la Iglesia, Vicario, Cielos, hasta el monumento del Corazón de Jesús, en la Plaza de los Jazmines y volver por la calle Larga hasta Santo Domingo. Era muy devoto. Iba a los jubileos, al manifiesto de las Esclavas y a muchas misas.
A Ramón Díaz Errea, le decía la gente Ramón Diarrea, y él se cabreaba: Soy Díaz Erréa. Cuando entró en la Notaría de don Cástor, este le regaló a Ramón un jabón y cuando se murió Ramón tenía el mismo jabón, pero apolillado. No se lavaba.
Don Cástor, cuando tenía la notaría el palacio del Marqués de las Atalayas Bermejas, en la calle Santo Domingo, tenía un oficial que se llamaba Ramón Díaz Errea, soltero, que vivía en la propia notaría. Ramón siempre llevaba una gabardina,en invierno y en verano que desechaba, cuando ya no podía más de manchas. A Ramón le regalaba todo el mundo gabardinas de segunda mano. Y él se las ponía. Una vez un primo suyo, oficial de Marina, le regaló un uniforme de camuflage de Infantería de Marina. Y Ramón se lo puso. Un día por la calle Larga, mientras Ramón iba por una acera vestido de camuflage, desde la otra lo vió un amigo suyo y le preguntó: ¿Ramón, han mobilizado a tu quinta?
Debo corregir a Don Luis. El Notario anterior a Don Cástor, no se llamaba Don Francisco Rojas, sino Don Francisco Herrera Rojas, farmacéutico que estudió Derecho y opositó a Notarias. En la oposición le preguntaron sobre el protocolo y él respondió perfectamente, añadiendo que para la conservación de los protocolos, lo mejor era una tinta indeleble y que no se oxidara, proponiendo al Tribunal la siguiente: 1 gramo de anilina; dos gramos de tanino, medio litro de agua destilada.... El presidente del Tribunal, cuando terminó, preguntó a los demás miembros si tenían que preguntar algo más al opositor y uno cachondo dijo: Yo le añadiría unos gramos más de tanino a la tinta.
Don Francisco Herrera Rojas fue amigo del gran cervantista don Francisco Rodríguez Marín, Presidente de la Real Academia Española.
Don Francisco Rodríguez Marín estuvo en numerosas ocasiones en El Puerto investigando en el Aerchivo de Protocolos sobre Cervantes.
La leyenda urbana que corre sobre Don Cástor Montoto se refiere al día de su boda y a la noche de ese día.
Ocurrió que Don Cástor puso sus ojos sobre Doña Josefa Pacheco Quintanilla, rica heredera natural de Lora del Río, hija de Don Ildefonso Pacheco, Maestrante de Sevilla.. Se casaron en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla, ante la Virgen de los Reyes y ofició la ceremonia el Cardenal Marcelo Spínola ( hoy Beato) Fueron los padrinos Don Luis Montoto Raustentrauch y Doña Asunción de Sedas y Vigueras. Vestía la novia traje nupcial de seda con velo y manto de encaje de Chantillí y llevaba ramitos de azahar en las ligas. El novio ostentaba el uniforme y manto hábito de la Orden Militar del Santo Sepulcro. Terminada la ceremonia y leído el telegrama de S.S. dando la bendición especial a los contrayentes, salieron por la Puerta de Palos al son de la marcha nupcial entonada en el órgano grande de la Catedral. Todos se dirigieron a la casa del novio, en la calle Mateos Gago, 19, donde se celebró el ágape, transcurrido el cual, salieron los nuevos esposos de viaje de luna de miel. Visitaron diversas capitales y ciudades españolas. Se dice que en Córdoba, aunque no hay unanimidad sobre ello, pues tomaron el tren expreso en dirección a Madrid, pasaron la primera noche.
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Después de noche tan santa, ella quedó encinta y al cabo de los nueve meses, asistida por el doctor don Francisco Muñoz Seca, dio a luz al a su primogénito y unigénito
Ahí te mando la columna que hace muchos años publiqué en Diario de Cádiz sobre Don Santiago Montoto, hermano de don Cástor.
SANTIAGO MONTOTO
Ayer, buscando otros papeles, me he encontrado una carta que me dirigió Don Santiago Montoto de Sedas Raustentrauch y Vigueras (Sevilla 1890-1973), fechada en 4 de marzo de 1962, en la que me decía que me había dedicado su espacio de Radio Sevilla --"Sevilla, entre la historia y la leyenda"-- porque habló de El Puerto y de Alfonso X.
Don Santiago, que estudió Derecho y Filosofía y Letras, ejerció la abogacía y la alternó con la poesía, la novela y, sobre todo con su labor de historiador, erudito y editor de clásicos, en la que es un imprescindible para conocer, no sólo lo referente a Sevilla, sino la historia y la crítica literaria en general. Fue hijo del ilustre polígrafo Don Luis Montoto, de quien conservó su magnífica biblioteca. Amigo de los Machado; de los Quintero; de...
Don Santiago mantenía una tertulia en "La Punta del Diamante", bar acristalado en la esquina de la Avenida con calle Alemanes de Sevilla. Por ella recalaban infinidad de jóvenes ávidos de escuchar las enseñanzas de los maestros que allí concurrían, entre ellos Claudio Guillén, el Conde de Colombí, José Guerrero Lobillo... En aquella época recuerdo que la frecuentábamos jóvenes como Antonio Burgos o yo y, en los últimos tiempos, Daniel Pineda Novo.
En la Sevilla de esos tiempos había tertulias por casi todas partes: entre El Bar "Pinto", "Los Corales", "La Punta del Diamante", la casa de Eva Cervantes, poetisa que daba té con pastas a cambio de oír versos malísimos, lo mismo que Florencio Quintero en "Las Noches del Baratillo"; en "The Sport", en el "Gran Britz", en las Librerías de Lorenzo Blanco, en la de la Viuda de Carlos García, en "Los Tres Reyes"... había reuniones taurinas, culturales, poéticas, flamencas, filosóficas, mercantiles, deportivas y hasta benéficas.
Don Santiago Montoto fue Caballero del Santo Sepulcro, Académico Correspondiente de la Real de la Lengua, de la de la Historia, de la de Buenas Letras de Sevilla, de la Hispanoamericana de Cádiz y de la Nobles Artes de Córdoba, etc. etc. En sus años mozos, jugó en el Real Bétis Balompié; fue Concejal del Ayuntamiento sevillano y Cronista Oficial de la Provincia. Su obra, en poesía, en novela, en historia, en crítica literaria... es extensísima y muy buscada hoy. Colaboró con muchas revistas españolas y extranjeras y, durante muchos años, dedicó su tiempo a Fernán Caballero con lo que permanecía bastantes temporadas en El Puerto. Llegó al punto de decir que él era el cuarto marido de Fernán, porque todo el día estaba con ella y por las noches se acostaba con ella. Por un quítale allá esas pajas, Sevilla se portó mal, muy mal, con Don Santiago y éste repetía, despechado: "Sevilla, Ciudad famosa,/ la tierra donde nací;/ para todos fuiste madre/ y madrastra para mí".
Luis Suárez Ávila
Y de Don Castor se contaban eso sí, leyendas urbanas. Pero mi recordado y querido Alfredo Bootello Reyes, mientras degustaba unas huevas en la Taberna la Galera Real que Lucky le había preparado para la ocasión, refería que de leyenda urbana nada. Contaba que a veces no podía conciliar el sueño, especialmente durante el estío y salía desde su casa, por aquel entonces en la calle Palacios y se dirigía hacia la Prioral, Santa Lucía y Plaza de Toros y vuelta de nuevo a su casa. En algunas ocasiones cuando se encontraba próximo al Estanco de Martín Peris Felices, en Federico Rubio, esquina con Santa Lucía. en el silencio de la noche oía una voz que salía de la Casa de la Notaria y que identificaba con la de Don Castor Montoto, enfatizando palabras que aun resuenan en mis oídos, .... Finalizando, Alfredo, mencionando que lo referente a una voz, como "voz de ultratumba" que se escuchaba, cuando finalizada su retahíla Don Castor y que indicaba posiciones, eso si, era leyenda urbana.
Ahora, me pegunto si realmente Alfredo Bootello Reyes oyó a Don Castor o había soñado ser testigo de la leyenda urbana, o coplilla, como dice Lector empedernido, ya que deduzco, después de leer la interesante nótula de Don Luis Suárez Avila, que además de santo varón, Don Castor Montoto era célibe.
Si es posible, admirado Luis, si pudieras decirnos si Don Castor permaneció beatíficamente soltero durante toda su vida y los años que estuvo ejerciendo como Notario en nuestra ciudad, podría por mi parte confrontar algunas notas que aún conservo y dar por bueno el relato de una de las tantas anécdotas del bueno de Alfredo que junto a Lucky compartimos también con Javier Romero Díaz, “Marrajito”, durante la década de los años 80 del siglo pasado.
Me dijeron que existen unas coplillas sediciosas sobre Don Castor y su pulcra forma de entender la vida... y otras cosas.
¿Hay por aquí algún lector de Gente del Puerto que se acuerde, por lo menos, de como empezaban? Gracias.