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4.452. El palacio del rey, la residencia de Alfonso X. En el Libro del Repartimiento (6)

Comenzaron de partir de parte de Xerez, cerca el palacio del rey, como van a Santa María, a la iglesia.” “Copo el primer par de casas, cerca el palacio del rey, la calleja en medio, a Domingo de Oriño, un par de casas.” Así dicen las dos primeras partidas (entregas) de los 79 inmuebles y 271 solares que tras la conquista de al-Qanatir fueron entregados en 1268 a los 294 repobladores cristianos que entonces se asentaron en la nueva villa. 

Ahí está citado el palacio que se construyó ex profeso para ser la residencia de Alfonso X durante sus estancias en la población, siendo el Libro del Repartimiento, y de forma tan escueta, la única fuente documental que menciona su existencia. Que se levantó en la principal vía de la aldea andalusí y cristiana --la actual calle Misericordia-- que desde el camino de Jerez llevaba a la antigua mezquita reconvertida en la iglesia fortificada que el rey puso bajo la advocación de Santa María del Puerto, de la que tomó nombre la población.  [Más abajo señalamos en un croquis su ubicación aproximada]. 

| “Aparición de la Patrona a Alfonso X”, lienzo de José Delgado Palou, 1897. Auditorio Municipal San Miguel.

Lugar que Alfonso X conoció por primera vez en el verano de 1260, cuando a orilla del Guadalete ultimó la formación y avituallamiento de la flota que en septiembre iba a zarpar rumbo a la plaza norteafricana de Salé con el propósito de tomarla. 

La expedición a Salé (1260)
Dos premisas, basadas en la estrategia militar y la religión, movieron a Alfonso X para embarcarse en el proyecto -frustrado proyecto- de conquistar el norte de África: el control del Estrecho de Gibraltar para cortar el paso de tropas musulmanas a la Península (la mejor defensa es un buen ataque) y, en consecuencia, facilitar la conquista, territorial y religiosa, de las antiguas tierras cristianizadas del Magreb. Con este fin, desde la bahía de Cádiz se iba a preparar la toma de Salé (junto a Rabat). 

La flota alfonsí, comandada por los almirantes Pedro Martínez de Fe y Juan García de Villamayor, se había formado en las atarazanas de Sevilla y la integraban 37 naves (doce carracas, dos naos y un número indeterminado de galeras y barcos menores de carga). Organizar tal escuadra -una galera podía llevar de media 150 hombres entre remeros, tropa y oficiales- conllevaría un despliegue humano y material considerable, y en ello al-Qanatir -aún no conquistada pero bajo el control cristiano- desempeñó un destacado papel como base y lugar de abastecimiento de la flota. 

Los recursos no faltaban. La cantiga de Santa María 328, la que recoge el episodio de la expedición a Salé, decía de Alcanate (al-Qanatir): “Este lugar está en una tierra / muy buena y abundante / en pan, en vino, en carne / y en fruta muy sabrosa; / y en pescado y en caza; / por lo que es tan deliciosa / que muy raro sería / en un largo día poder contarlo.  

| A la izquierda la plaza de Salé. En la otra orilla del río Bu Regreg, Rabat. 

La flota partió de la bahía hacia el 4 de septiembre de 1260, llegando a su destino el 8. Y comenzó el saqueo de la mal fortificada plaza de Salé. Al paso de unos días, el sultán meriní Abu Yusuf Yaqub acudió a defenderla, la cercó y el día 22, después de algunas escaramuzas, los cristianos embarcaron con numerosos cautivos, un cuantioso botín y regresaron a la bahía gaditana. Aquel fue un golpe de mano certero, acaso un modo de calibrar las posibilidades de materializar la vieja idea de Fernando III de llevar la Cruzada a tierras norteafricanas, ahora pretendida por su hijo. Pero el proyecto no cuajó: urgía continuar con la conquista de al-Andalus. 

El campamento alfonsí
 La citada cantiga 328 ofrece una información preciosa sobre la presencia del rey en al-Qanatir mientras preparaba la expedición: “Por lo que en este lugar / tan bueno fue a posar una vez / el Rey Don Alfonso, / cuando su flota se hizo a la mar, / la que destruyó toda Salé, / una gran muy noble villa/ y cuyo botín sería / difícil de imaginar. // Acampando en aquel lugar / y estando preparando aquella su flota, / yendo muchas veces / a Cádiz, y tornando de ella, / abasteciéndola de cuanto / le era necesario / para que aquel cometido / se realizase lo más pronto”.  

| Busto de Alfonso X ante la muralla del Castillo de San Marcos que mira al río. Obra de Javier Tejada, 1983.

La estancia del rey en al-Qanatir y Cádiz puede fijarse con cierta precisión. Consta que al menos entre el 17 de julio y el 25 de agosto de 1260 se encontraba en Sevilla, por lo que debió ser por estas fechas, días antes de que la flota zarpara en torno al 4 de septiembre, cuando Alfonso estuvo, por vez primera, en la aún llamada, por poco tiempo, al-Qanatir. 

Acampando en aquel lugar, dice la cantiga. Campamento que se organizaría al modo que marcaba la Segunda Partida alfonsí, en la que (actualizada la grafía) se lee: “Aposentada debe ser la hueste según la facción del lugar fuere, luenga o cuadrada o redonda, y poner las tiendas del señor [el rey] en medio, y las de los oficiales que le han de servir en derredor de ellas, que estén como en manera de alcázar: y todas las puertas de las tiendas deben estar hacia las del señor, y deben dejar en derredor de esta plaza en que descabalguen los que vinieren a ver al rey […] y después de estas tiendas deben posar todos los otros de la hueste, que es así como la puebla de la villa; y en derredor de esto deben poner las tiendas de los caudillos y de los otros hombres honrados que cerquen la hueste, como en manera de muro con torres”.  

| Situación del campamento del rey y su hueste, al exterior del recinto murado de al-Qanatir. 

Aún se mantenían los pactos con el señor de Saris (Jerez) y al-Qanatir, Ibn Abi Jalid, por lo que la acampada, en señal de respeto a los acuerdos, se levantaría fuera de la población. 

Según la disposición del recinto murado de al-Qanatir y su espacio exterior, el campamento alfonsí debió establecerse en el sector norte, en el entorno del camino de Jerez y el prado andalusí e inmediato al curso de agua dulce de la cárcava o Caño de la Villa (espacio del que escribimos en la anterior entrega). 

El histórico encuentro
Tras el regreso de la flota de Salé, todo cambió. De nuevo es la cantiga 328 la que narra, de forma un tanto enrevesada, el encuentro que entonces mantuvieron en al-Qanatir el wazir (alguacil) de Jerez Ibn Abi Jalid y Alfonso X. Cantiga que debe considerarse, por el trasfondo histórico que encierra, la más destacada de cuantas forman el ciclo del cancionero (24 cantigas) de Santa María del Puerto y que viene a ser la primera carta fundacional de la nueva población. Por motivo de espacio, nos limitamos a reproducir un fragmento, el que recoge el cambio de nombre de la población: 

“…no se dio cuenta [el rey] de cosa alguna; / hasta que el alguacil de Jerez,/ un sesudo moro muy rico / vino a él muy airado, / y le dijo: ‘Señor,/ ¿cómo es posible que cualquier hombre / pueda cambiarle el nombre / a Alcanate, donde acampáis, // y nombrarlo por otro, / por el que andan disgustados / los moros, ya que lo llaman / Santa María del Puerto,/ de lo que se nos sigue un gran agravio / y a Vos os causan gran daño?’ / Tal hecho como éste /debe ser castigado.”  

| Cantiga de Santa María 328. Códice de los Músicos, Biblioteca del Escorial. 

Este encuentro en al-Qanatir entre el rey y el sesudo alguacil de Jerez --en verdad un inevitable desencuentro--, fechable a fines del verano de 1260, marcó el fin de la aldea y la población andalusí. Se rompieron entonces los antiguos acuerdos por los que los musulmanes podían mantener cierta independencia a cambio del pago de tributos a las autoridades castellanas. 

Según el historiador marroquí Ibn Idari, el 6 de noviembre de 1260 cien jinetes cristianos, reunidos en las cercanías de Jerez, recibieron la orden de expulsar a los musulmanes de al-Qanatir. Fecha y hecho que marcan el tiempo que al-Qanatir dejó de vivir bajo el protectorado castellano y pasó, de facto, a manos cristianas. Pronto Jerez correría la misma suerte. Y pasaron los años…   

| Blanco seisén de Alfonso X (1277-1284) hallado en el casco histórico. Museo Municipal. 

De Jerez al Puerto: las visitas de 1267-68
La siguiente estancia de Alfonso X en Santa María del Puerto debió efectuarse en fecha imprecisa entre los momentos previos a la conquista de Jerez --fechada por el arabista jerezano Miguel Ángel Borrego en octubre de 1267-- y marzo de 1268, cuando comenzó el reparto a los repobladores de las casas y solares de Santa María y el monarca concedió a Jerez, el 22 de marzo, los mismos fueros y franquezas de Sevilla. Ahora es la cantiga 371 la que menciona aquella presencia real: 

 Cuando el Rey Don Alfonso poblaba aquel lugar / del Puerto de la Santa Virgen y había hecho construir / la iglesia, y había venido allí desde Sevilla por mar / para ver como lo poblaban y complacerse de como // entonces venían muchas gentes a aquel lugar: / los unos, en romería, por la gran devoción que tenían, / los otros para poblar y obtener su parte / en las heredades que se repartían, según les tocase. 

 

| La cabeza es la única parte que ha llegado a nuestros días de la alfonsí imagen de Santa María del Puerto, por otro nombre Virgen de los Milagros. Foto, cortesía de la Archicofradía y Esclavitud de Ntra. Sra. de los Milagros.

El rey permaneció en Jerez de forma continuada desde octubre de 1267 a junio de 1268, salvo en algunas jornadas de diciembre, cuando marchó a Sevilla para frenar los ataques meriníes que sufrió la ciudad. La mención en la cantiga a que Alfonso llegó a Santa María por mar desde Sevilla, sugiere que la visita pudo ser en diciembre de 1267, cuando los partidores organizaban la entrega de los inmuebles y solares a los repobladores. Y ya se construía o culminaba, sobre la mezquita de al-Qanatir, la iglesia fortificada de Santa María del Puerto.  

| Recinto amurallado de Jerez desde el sur. A la izquierda, el camino del Puerto. Grabado de J. Hoefnagel, hacia 1563-67. Civitatis Orbis Terrarum. 

Sospechamos que durante los ocho o nueve meses que el monarca permaneció en Jerez -en la primavera de 1268 se celebró las Cortes de Jerez, de relevante importancia para la administración del reino-, las visitas de Alfonso X a Santa María del Puerto debieron de ser habituales para asistir a la iglesia y controlar la organización del reparto. Y acaso también estuvo presente en la segunda partición de las alquerías de la campiña de Campix, Grañina, Finojera, Poblanina y Fontanina que se efectuó el 15 de enero de 1268. La mención en el Libro del Repartimiento a que dentro del recinto murado de la población se emplazaba el palacio del rey indicaría que las estancias de Alfonso X en Santa María del Puerto durante el periodo indicado, yendo y viniendo de Jerez, debieron ser frecuentes. Y las últimas.  

El palacio del rey
Decíamos que el palacio, en nuestra lectura del Libro, se construyó hacia 1267 junto a la puerta del recinto murado almohade que daba al camino de Jerez, en el margen izquierdo de la actual boca de la calle Misericordia, cubriendo el inmueble, sus estancias anejas y el área de seguridad un amplio solar exento de edificaciones que se extendería hasta el paso de ronda del lienzo del muro de la ribera en la calle Jesús de los Milagros.

| Ubicación del palacio del rey en el recinto murado de la población. Enfrente, el punto de embarque que utilizaría Alfonso X, del que nació el muelle de la plaza de las Galeras.

Conociéndose que al otro lado de Misericordia, hasta la mezquita, existieron inmuebles andalusíes que fueron repartidos en 1268, es más que probable que también se levantaran en el espacio que ocupó la residencia real y que fueran derribados y despejada la zona al construirse el palacio, pues el trazado de Misericordia fue el tramo de la aldea andalusí más poblado, donde también se encontraban -en el solar del hoy Edificio San Agustín- las casas del alguacil Ibn Abi Jalid (inmueble del que escribimos en otra entrega de esta serie).  

| Entorno del palacio del rey tras la repoblación de 1268. Los números corresponden a las tablas repartidas. En azul, las casas; en amarillo, los solares; en rojo, las tiendas. 

Se desconoce hasta cuándo perduró la residencia portuense de Alfonso X, pero los acontecimientos que vivió Santa María del Puerto al poco tiempo de repoblarse apuntan a que tuvo una vida efímera. Dando por hecho que bajo ninguna circunstancia el histórico inmueble fue derribado por las autoridades locales, su pérdida debe atribuirse a uno de los dos ataques meriníes que sufrió la villa en 1277 y 1285.  

| Monumento funerario en la catedral de Murcia con parte de los restos mortales de Alfonso X (1221-1284).

Con más probabilidad, en la primera ocasión, en septiembre de 1277, cuando, tras arrasar Jerez y su inmediato alfoz, Santa María del Puerto fue atacada (decía el siempre exagerado Ibn Abi Zar) por 3000 soldados al mando del sultán meriní Abu Yusuf Yaqub; aquél que en septiembre de 1260 repelió a la hueste alfonsí tras la toma y saqueo de Salé. Y es que, ya saben, la mejor defensa era un buen ataque. Y donde las dan, las toman. |  Texto: Enrique Pérez Fernández y Juan José López Amador.


Serie 'En el libro del Repartimiento
4.267. Juan de Mar, las huellas de una calle de al-Qanatir | En el libro del Repartimiento (1)
4.317. Las casas del alguacil de Jerez, el motor de al-Qanatir | En el Libro del Repartimiento (2)
4.352.  Juan de Cádiz, el primer gaditano. En el Libro del Repartimiento (3)
4.387. La plaza de Malcocinado y el corral del Concejo. En el Libro del Repartimiento (4)
4.388. La cárcava del cerro de la Belleza. En el Libro del Repartimiento (5)
4.362. El palacio del rey, la residencia de Alfonso X. En el Libro del Repartimiento (6)

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