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Curso de Ruleta Francesa en el que aparecen empleados del Casino Bahía de Cádiz, en sus comienzos en el emplazamiento definitivo. Las leyes no permiten hacer fotografías en la Sala de Juego y suelen posar empleados para imágenes promocionales.

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Croupier izquierdo: Ramón Cordero. Croupier derecho: Antonio Jiménez.. Bout de table: desconocido. Jugadores simulados de izquierda a derecha: Tito , Pedro (casado con Magdalena), Jorge Isorna, Jose Antonio Moreno Zamorano, Santi Martínez, Paco Corbeto (concejal en el Ayt. De Rota). Es curioso como casi todos se dejaron esos bigotes para dar mejor la imagen o al menos eso debieron pensar.

La ruleta francesa es la ruleta clásica. Dan el juego dos Croupiers, uno a cada lado del cilindro o ruleta que manejan el juego con sendos rastrillos y el denominado “bout de table” que se sienta al final y sirve de apoyo a los croupiers. Supervisa el juego un jefe de mesa. Los croupiers de la ruleta francesa era algo así como la élite. Eran muy habilidosos ya que el manejo del rastrillo y la forma de efectuar los pagos es bastante complicado y requiere de una especial pericia. Por otro lado el sistema de juego es el mismo que el de la ruleta americana.

 

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La hija del francés Claude Vassé y de la portuense Milagros Muñoz, lleva viniendo a El Puerto por vacaciones desde que nació en 1959 en Tetuán (Marruecos) hace… los años que hacen.

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Marie Jo hace unos días visitando Bodegas Caballero.

Su padre maestro de escuela que vivía en Mekinés (Marruecos) veraneaba desde siempre con sus padres en nuestra Ciudad y aquí conoció a Milagros, que vivía en la calle Cielos núm. 68. Y se casaron y se fueron a vivir a Marruecos hasta la independencia. Allí tuvieron cinco hijos: George, Christine, Claudine, nuestra protagonista Marie José y Michel, todos conocidos y queridos en El Puerto.

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La familia de Marie Jo al completo, en uno de los bares de la Playa de La Puntilla. Año 1960

En 1967, con la independencia del protectorado español de Marruecos –vivían en Tetuan--, la familia Vassé-Muñoz y con ellos Marie Jo, se fueron a vivir a Carcasona (Francia). Pero nuestra protagonista se siente portuense, donde tiene su anclaje sentimental: ni Tetuán, ni Carcasona; El Puerto es el centro geográfico de su vida. “—Necesito venir todos los años, si no, me muero” afirma con contundencia: “--Para mi no significa nada Tetuán, donde solo viví 7 años o luego Carcasonne: me gusta mas El Puerto”. Tiene nostalgia de sus abuelos españoles, de aquella casa de la calle Cielos: Miguelón Muñoz, cliente habitual de El Cafetín que trabajaba en la fábrica de harinas y Milagros López.

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Marie Jo, Claudine y el niño, el autor de este artículo, con apenas 10 años en aquellas fotonovelas infantiles de 1970, de Pepito Carrasco.

Recuerda su infancia en El Puerto, llegó a hacer mallas de Terry, fue al catecismo al Convento del Espíritu Santo, o las fotonovelas que hacía con su hermana Claudine y Pepito Carrasco, vecino de la calle Cielos. Marie Jo tiene la sensación, cada vez que viene, que El Puerto no ha cambiado, que permanece inalterable en una burbuja, como en los tiempos de Franco, incluso sus gentes, aunque se sorprende de los botellones y se extraña de las borracheras de los más jóvenes.

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Los hermanos George,  Claudine, Christine, nuestra protagonista Marie José y Michel. George había formado en El Puerto un grupo musical 'Los Spoilters'.

Y todos los años sus padres regresaban y regresan a El Puerto: en coche, cuando tardaban tres días en hacer 1.600 kilómetros en recorrer la distancia entre Carcasona y El Puerto, en tren, en avión… Hoy Claude tiene 83 años y Milagros 86 y tienen un apartamento en Valdelagrana. Algo que supieron inculcar en Mari Jo, que vuelve año tras año en verano, por Feria e incluso alguna Semana Santa. Atrás quedan los veranos de casi tres meses hasta la procesión de la Patrona. Ha venido soltera, casada, embarazada, divorciada y de nuevo recuperando la soltería. Tiene dos hijas y un hijo e incluso es abuela, aunque no lo parezca: Helena vive en Montpellier (Francia), Anne en Tolouse (Francia), su hijo Frank en Carcasona y ella con su pareja, Pierre, en Metz, en la frontera de Francia y Alemania: todos han venido y disfrutado de nuestra Ciudad.

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Marie Jo, sus padres y hermanos, celebrando unas Navidades

Marie Jo ha trabajado como funcionaria del Ministerio de Educación Nacional del país galo y, acogiéndose a un decreto promulgado por el presidente Sarkozy, por el número de años y ser madre de tres hijos, disfruta desde hace dos años de una jubilosa prejubilación.

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De izquierda a derecha, Marie Jo en una imagen de su flamante 50 aniversario, flanqueada por sus hermanas Christine y Claudine.

Este año ha gozado viendo la procesión Magna Mariana del pasado día 10 de agosto y todavía permanecerá por unos días con nosotros, ya pensando en el próximo viaje de regreso a su casa en España./Texto: José María Morillo.

 

 

 

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El Toreo de José Cañas Bejarano, 'Cañita'.

Si ignoras lo que es el arte,
asómate a la ventana
de mi toreo a enterarte:

Un hombre descalzo y solo,
un mar inmenso y pastueño
y un giro muy lento… un sueño,
eso sólo.

Coger al toro del tiempo
por un cuerno
y hacer un instante eterno.

Serio, muy serio, sin prisa,
que el arte no se improvisa,
que se suda y se rezuma,
orilla dorada y lisa
con su sonrisa de espuma.

La soledad, suficiente…
El sosiego, necesario
y un beso de sal a diario…
coronándote la frente.

Si ignoras lo que es el arte,
ven aparte:

El arte es… comprometerte,
sobre un pedestal de oro,
con la mar o con el toro,
con la Gloria o con la Muerte.

José Luis Tejada Peluffo.

elpajarito_traje_puertosantamariaAntonio Flores Morera, 'el Pajarito' nació el 2 de abril de 1954 en la calle de la Rosa esquina con Lechería (hoy Cervantes), cuarto de los ocho hijos que tuvo el matrimonio formado por José Luis Flores Zarzuela --de profesión albañil-- y María Antonia Morera de los Reyes. Con dos años la familia se fue a vivir a la barriada José Antonio y, en la actualidad vive en la Barriada de los Romanos, así llamada por pasar por allí la Vía Augusta o ‘Camino de los Romanos’. /La fotografía de la izquierda es de Miguel Sánchez Ivars (Si Quiero Bodas).

1954.

Ese año de 1954,  caía el 3 de febrero una gran nevada en la Bahía de Cádiz y en El Puerto, propiciando el espectáculo de ver las playas cubiertas de blanco. Era alcalde de la Ciudad, Luis Caballero Noguera. Se inaugura la Base Naval de Rota, construida parcialmente sobre suelo de El Puerto. La población reclusa en la Prisión Central portuense era de 1050 penados. Mientras volvían a España los prisioneros de la División Azul.

Rafael Alberti publicaba el año del nacimiento de nuestro protagonista ‘Baladas y Canciones del Paraná’. Se constituye el Grupo de Empresas Luis Caballero, S.A. Llegan a la provincia de Cádiz los ‘chicucos’ Domingo Marcos Cuevas, Eladio Gutiérrez Quevedo y José María Ruiz Mantilla, fundadores de Eco del Puerto. José Luis González Obregón abría la  taberna en la calle Zarza, en el bodegón de una antigua carbonería. Un grupo de trabajadores de Fernando A. de Terry inician gestiones con la Orden Tercera, para que les sea cedida la imagen de los Afligidos, constituyéndose en cofradía al año siguiente. El 8 de diciembre de ese año procesionó en El Puerto la única Procesión Magna Mariana que se había celebrado, hasta la fecha, en nuestra ciudad.

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La Virgen de Fátima que se custodia en la parroquia de San Joaquín procesionó en la Magna Mariana de hace 59 años, en 1954, el año del nacimiento de 'El Pajarito'.

EL PAJARITO.

El mote de ‘El Pajarito’ viene dado a la familia por su padre, quien, trabajando en una bodega, al hacer los encargos los hacía con mucha rapidez: "--Eres más rápido que un pajarito" y Pajarito se le quedó a él y a su hijo.

De pequeño estudió en el colegio de La Salle y en Cristóbal Colón, cuando era conoció como el  ‘Palenque del Mercado’, allí recuerda a los profesores Heliodoro del Campo Sánchez, José María García Pichel, Manuel Pacheco Albalate, Jorge Ostenero Rivas y otros como D. Victor, D. Jaime, D. Ángel, D. Pedro…

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Patio del colegio de La Salle.

Empezó a trabajar muy joven, su padre tuvo que sacarlo para ayudar a la familia y porque no podía pagar la ‘permanencia’ (un sobrecoste que se le pagaba al profesor por quedarse mas tiempo en el colegio) de tantos hijos. Así, empieza a trabajar en la chatarrería de José Vila Segrellés, en la esquina de la cale San Francisco de Paula con la calle de la Rosa; en la construcción; en el cartón, recogiendo cartones con su padre entre 1963 y 1972; en la fábrica de piensos que existía en La Otra Banda; en Cementos El Carmen; en el campo: cogiendo algodón, castrando la remolacha, en la vendimia y otras labores de viña y con Francisco Peinado Vila en el desguace y chatarra y palés de la Avda. de Valencia. Como podemos comprobar, ‘actividades diversas’ como a él le gusta definir a su dilatada trayectoria profesional.

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Una imagen actual de Antonio Flores Morera 'el Pajarito'.

De joven tuvo el pelo largo, la melena le llegaba a media espalda, pero tuvo que cortarse al hacer el Servicio Militar en Córdoba. Vive solo, aunque ha tenido dos relaciones sentimentales largas, una de ellas con una muchacha marroquí, pero como él afirma «no congeniábamos y para eso es mejor vivir solo», por lo que permanece soltero, y eso que han querido llevarlo al programa de Canal Sur de Juan y Medio.

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Accidente de helicóptero de la calle San Juan, el 18 de septiembre de 2011, en el que intervino nuestro protagonista auxiliando a los heridos y, posteriormente, en un programa de la televisión alemana, concretamente el canal ZDF

En la actualidad se busca la vida como mandadero, recadero o chicuco, que de las tres formas lo llaman: ayuda a las amas de casa a llevar la compra, hace recados o de ‘criado desinteresado’ como le tilda el letrado Serafín Álvarez Campana y Gaztelu.

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Aún recuerda muy ufano su útil colaboración rescatando a los pasajeros del helicóptero siniestrado el 18 de septiembre de 2011 en la calle San Juan --entre ellos a Hugo Müller--, que vio caer. Lo entrevistaron en la televisión alemana ZDF a los pocos días y se presentó enchaquetado en el lugar donde sucedió el accidente, por lo que tuvo ser advertido por los periodistas que se presentara con otro atuendo más informal. /Jocoso cartel que se colocó en una de las ventanas siniestradas tras el accidente de helicóptero de la calle San Juan, a los pocos días del accidente.

Se le puede ver por el Bar Aurora, donde aparca su bicicleta --instrumento de trabajo-- enjaezada con dos banderines de España, y desde allí ejerce sus colaboraciones: cuida la terraza del dicho bar a medio día, entre café y refresco que le ofrece la propiedad; allí come atendido por Carmen Fernández, la mujer del anterior regente del bar, Juan Izquierdo, la cual le trae a diario la comida, menos los domingos cuando nuestro protagonista hace el cuerpo de casa en su vivienda de la calle Habana, en la barriada de Los Romanos. Un hombre feliz entre sus actividades diversas.

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Dos vistas, diurna y nocturna de la Prioral, desde el Bar Aurora.

Otros porteños nacidos el mismo año que ‘El Pajarito’ son Juan Gómez Benítez, Doctor en Ciencias Químicas que ha sido presidente de los Enólogos de España; el ecologista Juan Clavero Salvador; el futbolista internacional Enrique Montero Rodríguez; José Enrique Paloma García, diácono adscrito a la parroquia de San José Obrero; el torero Curro Luque.

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Un árbol es considerado singular cuando destaca del resto de los ejemplares de su misma especie, bien sea por adoptar una forma poco habitual, tener una avanzada edad, poseer dimensiones excepcionales, adquirir un alto valor paisajístico, localizarse en lugares poco habituales para su especie, por su historia o tradiciones populares, o sencillamente por su rareza.

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Pinar de Coig. Vista aérea. Google Map.

La Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, ha realizado una catalogación de estos árboles y arboledas singulares y ha editado un libro donde se recoge el Inventario de árboles y arboledas singulares de la provincia de Cádiz.

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El Pinar de Coig, visto desde la carretera de El Puerto a El Portal, antes del Yacimiento Arqueológico de Doña Blanca.

En El Puerto de Santa María se han localizado tres lentiscos singulares en el denominado Pinar de Coig. La influencia humana en el Pinar de Coig es grande, al estar estos pinares rodeados por edificaciones. Presentan un sotobosque variado, que junto a los caminos existentes y los claros hacen que la variedad cromática sea  elevada.  La calidad paisajística del conjunto puede considerarse como alta.

Se pueden localizar en Google Maps.

LENTISCO DEL PINAR DE COIG I

lentiscopinardedcoig1_puertosantamariaLa singularidad de este ejemplar se halla en su porte arbóreo, superando los 5 metros de altura y llegando casi al metro de perímetro de tronco. El fuste, aparentemente único, se bifurca a 1,8 metros de altura, dando lugar a dos ramas maestras que sostienen una copa arriñonada y semiaparasolada. Esto último se debe a que en realidad este individuo estaba compuesto por dos brotes de cepa y uno de ellos ha caído al suelo y, aunque sigue vivo, ha dejado a la parte arbórea sin la antigua copa.

El Lentisco del Pinar de Coig I se encuentra en una zona de pinos piñoneros (Pinus pinea), cerca de la entrada al recinto de un área recreativa que pertenece al Ayuntamiento de El Puerto de Santa María. Está rodeado de una masa de lentiscos de portes arbustivos, pero de alturas nada desdeñables, y retamas (Retama sphaerocarpa). A los pies del árbol singular descrito existe una mata de zarzaparrilla (Smilax aspera).

LENTISCO DEL PINAR DE COIG II

lentiscopinardecoig2_puertosantamariaEl Lentisco del Pinar de Coig II sobresale por el grosor de su tronco y la altura. Es llamativo el porte arbóreo que ha adquirido, con más de un metro de perímetro de tronco medido a 1,30 m. y una altura total de 5,50 m., altura de fuste 1,95 m. y perímetro de la b ase de 1,80 m. Desde la cruz emergen dos ramas gruesas que conforman una copa poco poblada de hojas, con una proyección e 34,7 metros cuadrados, pero que permiten apreciar la belleza de las ramificaciones secundarias.

Está emplazado en el límite oeste de la zona acotada como área recreativa, próximo al carril de acceso y rodeado de otros lentiscos y zarzaparrillas (Smilax aspera). El matorral circundante lo compone la retama (Retama sphaerocarpa), jaras (Cistus salviifolius, Cistus crispus) y alguna chumbera (Opuntia ficus- indica). El suelo es arenoso aunque la pinocha que lo recubre casi no deja verlo.

LENTISCO DEL PINAR DE COIG III

lentiscopinardecoig_3_puertosantamariaDe nuevo, junto al cercado existente en el Pinar de Coig, se hace notable la presencia de otro formidable ejemplar de lentisco. Es el Lentisco del Pinar de Coig III, que cuenta con un tamaño excepcional, superando los 6 metros de altura. El fuste se encuentra inclinado y se ramifica a 1,85 metros del suelo. Exhibe una gran copa aparasolada y densa.

Es el más alejado de la zona recreativa y se encuentra en un talud rodeado de acacias (Gleditsia triacanthos) que constituyen un seto espinoso casi inaccesible. En el estrato arbustivo se describen coscojas (Quercus coccifera), retamas (Retama sphaerocarpa), palmitos (Chamaerops humilis) y otros lentiscos. Enfrente se vislumbra la costa tras una zona de cultivos y a las espaldas está el pinar de pino piñonero (Pinus pinea).

MÁS INFORMACIÓN:

Lentiscos y setas en el Pinar de Coig. Por Paco Vera en su blog Ch’usay. Pulsar aquí.

Pinar de Coig, historia de delación y permisividad. Artículo de Emilio M. Cañas en Diario de Cádiz. Año 2008. Pulsar aquí.

 

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A los postres de una perezosa  primavera que se resistía a irse sin ser testigo del venturoso advenimiento. Como si de un delicado dulce de arrope moscatel se tratara, el día 5 de Junio  de 1925, en la humilde familia que vivía en el número 10 de la  calle Cemento,  de la vecina villa gaditana de Chipiona. Miientras Leonardo Naval, --su padre--, apuraba un cigarro y ya liaba otro, entretanto aguardaba en la calle, aplacando como podía los nervios del momento del parto de su esposa, Pastora Blanco. Ésta daba a luz a María Antonia Naval Blanco que venía a ocupar el tercer lugar entre los cinco nacidos del matrimonio. Las campanas de la parroquia de la Ntra. Sra. de la O, tañeron a gloria por el nacimiento de aquella niña, como era costumbre por aquellos días en esa villa marinera, vinatera y campera... La niña María Antonia, vivió su infancia como el resto de su vida hasta nuestros días, con un espíritu  lleno de abundancia en dones afectivos, que rebosan una bondad natural, que la hace especial para todo el que la conoce. 

marianaval_nina_puertosantamariaLA INFANCIA.

De aquella primera vivienda en la casa de vecinos de la calle Cemento, se muda la familia a otra que adquieren sus padres en el Barrero, por aquel entonces en las afueras del pueblo, aunque más cercana al Santuario de Ntra. Sra. de Regla que tanto marcaría su vida. Leonardo, la llevaba al campo desde muy pequeña, --habla de su padre como si de un santo se tratara--. Él le inculcó el amor por las cosas de Dios descubriéndolo en cada golpe de azada o en cada esquimo de vid y en su Bendita Madre de Regla a la que solía visitar asiduamente. Tenía un primo hermano del mismo nombre que él en el Santuario: Fray Leonardo, que en los difíciles años de la posguerra, amparaba a su primo, proveyéndole en más de una ocasión, las necesarias viandas para paliar las penurias alimenticias de su casa. Todas estas cosas, aquella chiquilla las meditaba en su corazón amasando un carisma que la marcaría por siempre, haciendo de ella la gran mujer que es.

Entre sus  juegos de niña estaban ayudar en su casa a atender las labores propias de ella con sus hermanos, Eduardo, Mª Regla, Rafaelito y la pequeña Charo. Aprendió corte y confección, sacándole el máximo provecho a este oficio, para el beneficio de su casa.

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Nuestra protagonista, la primera por la izquierda, con la familia y algunas amigas.

En más de una ocasión, con su amiga Pepita, hija del Farero por aquellos tiempos, limpiaba y barría las escaleras del Faro de Chipiona, del que dice que no recuerda cuantos escalones tenía, aunque los contó mas del mil veces. Atendiendo a la llamada de su corazón, se vincula a la Comunidad Franciscana del convento de  Regla, participando primero como catequista y más tarde a la llamada  de la vocación religiosa, siendo postulante de la Orden, con la proposito de profesar como monja; pero los tiempos eran difíciles y su dote era escasa, por lo que tuvo que desatender la idea.

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Rafael Moreno Porto, una conocida y María Antonia Naval Blanco.

Ya por entonces la rondaba, aunque se conocían desde niños, un atractivo mozo de catorce años que siempre andaba de capeas en las vecinas ganaderías portuenses; pero que cada vez que podía darle esquinazo a sus padres en El Puerto, se olvidaba de los toros y de todo lo demás y se plantaba en Chipiona, de donde también era natural, en bicicleta en tren o como fuera con tal de estar un rato junto a Mari. ¡Como le entró el amor a Rafael Moreno, que le cambió hasta el nombre, para sentirla más cercana con menos palabras! Mari, desde entonces bebió, ha bebido y aún después de su muerte sigue bebiendo los vientos por su esposo del alma, a quién recuerda cada instante de su existencia.

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Una costumbrista imagen de la pareja.

EL MATRIMONIO.

Otra vez la primavera tardía, lleva de la mano a un par de  enamorados al altar de la Parroquia de la O donde se  juran amor eterno, el 2 de Junio de 1949. El repique de los bronces de su campanario, doblaron a gloria en la villa, para regocijo y alegría compartida de sus moradores. Mari y Rafael eran marido y mujer bendecidos desde aquel día, con los Sagrados Vínculos Sacramentales del Matrimonio. El mismo día se trasladaron al Puerto, fijando su domicilio en la calle Sierpes, 5 de esta localidad. Allí nacieron su extensa prole; Eduardo, Juan Rafael, José Antonio, Leonardo, Rafael Ángel, Rosa María, Salvador, María Regla, María Antonia fallecida al nacer y la benjamín del mismo nombre; Mari Toni.

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De izquierda a derecha, Eduardo, Juan Rafael, José Antonio, Regli en los brazos de su padre, Leonardo y Salvador. Sentados, Rafaelín autor de esta nótula, nuestra protagonista, Mari Toni y Rosa.

La austeridad de los tiempos y las muchas ocupaciones que le daban el cuidado de los hijos; recuerda, que tenía que hacer hasta las marineras del uniforme escolar, que lucían sus hijos tiesas de almidón como el bigote de D. Nicanor, en el  colegio del Asilo de Huérfanas, a quienes le unía una especial estima, considerando a  Sor Bonifacia, Sor Aguilar y a toda su comunidad, como de la familia que no tenía en El Puerto. Fueron sus confidentes, su apoyo moral  y su socorro  en más de una difícil situación, quedándoles eternamente agradecida.

EL OBRADOR DE LA CARNICERÍA DEL LENGUE.

El trabajo en el obrador de matanzas que tenía en la azotea de la casa de la calle Sierpes, donde se elaboraban las exquisitas mantecas, longanizas, butifarras, morcillas  y salazones que dieron fama a la carnicería del ‘Lengue’, también llenaba sus días, que aunque siempre tenía quién le ayudara como: la tata Loli, la Loli chica, la tata Rubia y la Can con el padrino el Guardia que fueron también su familia cercana, la Cándida, fue en casa como una segunda madre para todos especialmente para el que suscribe, pues en su casa viví mientras papá se recuperaba de un gravísimo accidente que relato más adelante; todas ellas, amigas y paisanas que vinieron a esta tierra a casa de Mari casi por nada y aquí se quedaron, e hicieron sus vidas; fueron su apoyo diario, aunque Mari siempre fue la vela de aquel barco cargado de chiquillos, labores e ilusiones.

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‘PRACTICANTA’.

Era la ‘practicanta’ del barrio, siempre había un enfermo al que ‘pinchar’, a la que ella generosamente acudía. Aprendió  a poner inyecciones,  prestando el cuidado y la atención de enfermería a su querido y recordado suegro, José Moreno Serrano ‘el Lengue’, enfermo diabético desde la juventud por lo que tuvo que dejar su carrera de torero, para dedicarse al noble arte del tablajero o carnicero. Ella lo recuerda cariñosamente;  pues dejaría una huella especial en su corazón,  por su talante optimista, desprendido y afectivo, estando muy al quite de cualquier cosa que pudiera necesitar Mari. /Su suegro, Rafael Moreno Serrano, 'el Lengue'.

Su azarosa vida llena de ocupaciones, no impidieron que disfrutara en su nuevo estado de los privilegios de vivir en la gran ciudad de El Puerto, afamada por aquellos días por su ambiente señorial, sus espectáculos teatrales donde acudían gentes de toda la provincia a deleitarse con las mejores compañías de teatro y revistas en el  recordado Teatro Principal y como no a esa mas que singular Plaza Real, por donde siempre pasaron las mejores cuadrillas del momento taurino. A todos estos espectáculos gustaban de ir cada vez que se lo podían permitir.

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Con la familia y algunos más, en la Feria de Ganado de 1958,

Una de las fiestas que mas disfrutaban con sus hijos, era la feria del ganado, a la que en más de una ocasión acudía su esposo como ganadero que fue, presentando ejemplares de toros o de vacas, participando en el concurso de producción lechera en los que se medía la cantidad de leche que cada vaca producía en dos mareas de ordeño, venciendo la que mas litros daba. Recuerda el coche de caballos que tenían, cargado de chiquillos y de patatas con tomates, para la Feria o para la playa de La Puntilla en el Bar Murga, para darles los quince baños perceptivos a los chiquillos, siempre por supuesto,  después que la Virgen del Carmen hubiera bendecido las aguas.

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En la imagen, el padre de los Hermanos Moreno, Rafael Moreno Porto, ‘Lenguito’, en una foto en el puesto de la Plaza, en los años sesenta. La familia vivía a escasos metros, en la calle Sierpes.

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En los últimos tiempos se vienen produciendo en El Puerto derrumbes a causa del mal estado de conservación de muchos edificios del casco histórico. Numerosos inmuebles del casco histórico se encuentran en una situación arquitectónica muy precaria, con desperfectos en sus fachadas y graves daños en sus forjados y cubiertas, de manera que durante este pasado invierno, en el que ha habido intensas lluvias, se han desplomado parcialmente tres edificios sobre la vía pública y varias calles permanecen aún cortadas al tráfico por riesgo de desprendimiento.

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El mal estado de conservación y mantenimiento inadecuado de edificios del patrimonio histórico es también destacable. Precisamente, uno de los derrumbes que mayor impacto causó se produjo en el histórico Palacio de Vizarrón, declarado Bien de Interés Cultural con categoría de monumento, uno de los más destacados ejemplo de casas de cargadores a Indias de la provincia, también conocido con el nombre de Casa de las Cadenas.

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Fue el pasado 22 de marzo y se produjo en la zona principal de la casa-palacio, donde residen aún algunas familias de renta antigua. Los techos se cayeron sobre uno de los partiditos del monumental edificio, arrastrando tejas, ladrillos viejos y vigas podridas, que se desplomaron sobre la planta primera, justo encima del almacén de ultramarinos Las Cadenas, cuyo propietario se ha visto obligado a cerrar el negocio después de más de treinta años de actividad. La empresa propietaria de este edificio del siglo XVII, Hato Verde Golf, se ha limitado a apuntalar el caserón.

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Otro edificio perteneciente al patrimonio histórico local y que presenta un lamentable abandono es el antiguo Hospital de San Juan de Dios, de propiedad municipal, construido en el siglo XVIII, y dependencia del SAS hasta 2001. Hace escasas fechas fue reparado el balcón principal de su portada, que se desprendió parcialmente. El hermoso edificio tiene fachada a la avenida Micaela Aramburu y al río Guadalete (paseo de la Bajamar), y alberga en su interior un patio porticado y la bóveda de una escalera señorial decorada con yeserías.

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La Iglesia Mayor Prioral, gran muestra del “gótico catedralicio” y también BIC, ha sido objeto de  mayor atención por parte de las administraciones y otros organismos. Ha visto cómo se le hacían bastantes reparaciones y recuperaciones de su gran contenido artístico, pero preocupa el estado de sus sillares de piedra. Muchos están muy desgastados y amenazan con desplomarse sobre la vía pública, con riesgo para los viandantes, algo que ya ocurrió a finales de septiembre de 2012, cuando se desprendieron unos cascotes de piedra de la Puerta de Las Campanas. /Texto: José Antonio Hidalgo / Carlos Benjumeda.

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«La vida es áspera, difícil. Están muertos los negocios, y de aquella antañona riqueza del Puerto de Santa María apenas queda nada. Algo da la pesca, algo da el vino. Pero no es ya aquella vida floreciente de otro tiempo. Ahora, las bodegas vacías, en inactividad, llegan a veces a comprarse por el importe de las vigas en ellas empleadas».

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«Se vive en El Puerto paladeando amarguras, se sale de él con los desengaños agobiadores sobre los hombros; pero se le sigue amando, aunque los corazones destilen gota a gota la desilusión. Cada cual camina a su paso y con su opinión… o sin ninguna. Vaga melancolía sustituye en nosotros la conciencia ¡País de sol, en el que no sabremos nunca si los vuelos de las gaviotas representan una bella ilusión o una triste fatalidad a la entrada de la ría. El Puerto campesino y marinero, señorito y gitano, soñador a ratos, creyente pocas veces, escéptico y frío casi siempre… El Puerto cuyas riquezas llegan y se deshacen, como la espuma del oleaje en la playa, mientras los gatos del Resbalón van entrando con cautela y se llevan lo que pueden…» El primero de los textos es de José Montero Alonso, describiendo El Puerto de 1881, año del nacimiento de Muñoz Seca. El segundo es de Mariano López Muñoz, fundador del racing, periodista y poeta, escrito en 1926 y publicado en un librito: ‘Las Trovas del Guadalete’. Como ven esto no es nuevo. Es una parte del espíritu del portuense. Hoy si damos un vistazo a Facebook u otra red social en Internet, son descripciones y sentimientos parecidos los que podemos leer, cuando nuestros paisanos se lamentan por El Puerto. El ayuntamiento se suele llevar el primer repaso y luego, cualquier iniciativa ciudadana que se haga o se deje de hacer. Se pierden oportunidades y, salvo sonadas actuaciones que vemos a diario ante las pérdidas de empleo, hemos dejado perder Casas Palacios, espacios naturales, la plaza de Peral, aquella de la Pescadería, empresas, …

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Hemos dejado entre todos que se nos pudra el casco histórico, unas veces ensuciándolo, rompiéndolo, pintándolo, otras no aseándolo adecuadamente. Surgen iniciativas ciudadanas en estos días: la plataforma cultural ‘Soy de El Puerto’ o la de ‘Voluntarios por El Puerto’, y las criticamos. Entre la desidia y la falta de autoestima, andamos. A ver si nos damos una vuelta no muy lejos, por municipios de la Bahía, y aprendemos. El otro día nos lo vino a decir un señor que ha sido alcalde de Conil y hoy es Viceconsejero de Turismo de la Junta de Andalucía, Antonio Roldán: «Aquí parece que, en El Puerto, tenéis un problema de autoestima». /Texto: José María Morillo.

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El reencuentro facebookero, con Javier un amigo de la infancia, ha sido el detonante perfecto, para que vinieran a mi memoria, aquellos estupendos veranos de finales de los 60.   Ciertamente,  para mi fueron  veranos,  distintos a los vividos anteriormente,  entre otras cosas, porque estaba, en esos años en los que era un poco rebelde sin causa, picajosa y protestona. Vamos, en la edad del pavo! También fueron   los que propiciaron, aquellos primeros vuelos libres, compartidos  solo con mis intimas amigas, aunque controlados por mis hermanos mayores, no se crean, pero…… por fin  con alguna autonomía.

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La playa de La Puntilla, antes de construirse el espigón.

Y es que tener trece años, ya era  mucho,  porque como digo, ya nos dejaban ir a  la playa  solas, no sin antes decirte por enésima vez: no te bañes en el Canal, guarda las dos horas de digestión, no te vayas muy dentro, no lleves, ni te montes en colchonetas, no os gastéis bromas en el  agua y nada de niños eh! Pero que dices, qué vergüenza!  Nosotras éramos muy formalitas  y lo único que queríamos, era  pasar un agradable día de playa, sin más pretensiones, que divertirnos  Se imaginan las sensación de  libertad  de tres chiquillas, ante la contemplación de nuestro precioso mar azul?  Pues si no son capaces, ya se los digo yo,  fue como si lo viéramos con ojos nuevos,  más  inmenso, más azul y más nuestro.

Y…. allá que nos fuimos, en autobús eh?  Con el calor que hacía, no era cosa de derretirnos ni pegarnos esa caminata, bajo ese sol de justicia. Por aquel entonces, creo recordar  que la parada estaba junto al Canal --actual paseo marítimo-- muy cerquita de nuestra caseta., de la que por cierto, ese día fuimos sus dueñas y señoras.  Abrimos a la primera, y  tuvimos  el privilegio de disfrutar de ese pequeño y entrañable  “apartamentito de verano” de color rojo intenso listado en blanco,   y además en primera línea de playa.

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Me consta, que somos muchos los que sentimos verdadera morriña  por ellas, y es que con el paso del tiempo se valora  mucho más lo que significaron para todos los portuenses y foráneos. Como cada año, la ubicábamos en el mismo sitio, era muy agradable, volver a coincidir con los mismos vecinos de siempre. Con algunos lógicamente se tenía más amistad, que con el resto pero,  había buena vecindad, eso era fundamental. Imagino que cuando nos vieran  aparecer, la mayoría se echaría a temblar. No, no exagero,  si digo que a veces parecía el camarote de los hermanos Marx. Pero… qué caramba, y lo bien que nos lo pasábamos! Era  como si del Échate  Paya, se tratara. Muchos sí, pero con orden, buena voluntad y lo principal, bien avenidos. No sé como lo hacíamos, pero como había que guardar las dos horas, pasábamos el rato  jugando a la lotería, al cinquillo, al parchís, o  a lo que se encartara .Les confieso,  a pesar de estar distraídos, nunca aguardábamos el tiempo requerido, pero cierto es que nunca nos  pasó nada.

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Pero  volviendo, a esas primeras incursiones en solitario, es bien cierto, que el hombre propone y Dios dispone. Me explico,  éramos tres chiquillas, monísimas,  paseando por la playa tranquilamente, y de un momento a otro  nos encontramos con algunos amigos  de esos de toda la vida… a ver, que iban a hacer ustedes? Pues como eran de confianza, no tuvimos problemas, y así se podría decir que fue nuestra primera pandilla.Tengo que decir que a veces en los juegos dentro del agua eran un  poquito brutos,  y más de una vez salí algo enfadada, pero se me pasaba pronto.

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La playa de La Muralla y Fuerte Ciudad, en una imagen de la época.

UNA PEQUEÑA AVENTURA: EL DORADO!

No recuerdo exactamente de quien partió a idea, pero decidimos,  que ya era hora de una pequeña aventura, y aunque no era nada del otro mundo,  para nosotras, no os quepan dudas que lo fue. Pues bien, aprovechando que la marea  baja nos daba tregua, llegamos hasta La  Muralla --Fuerte de Santa Catalina-- y trepamos por las rocas hasta llegar a la cima. La subida fue sin complicaciones, pero he de decir que la bajada  me imponía respeto, aunque contara con alguna caballerosa ayuda. Ya se imaginan a lo que íbamos no? Hombre, era casi una tradición. Caminamos durante un ratito, y de pronto….  helo ahí, cual El Dorado!. Efectivamente era el hermoso árbol de moras de El Buzo Qué bonito por Dios! Nos había costado,  llegar hasta él, pero mereció la pena. Y es que por tener  tuvimos hasta un pequeño herido, por  la picadura de una mal encarada avispa, pero no importaba,  el guarda, amablemente nos dio permiso, pero eso sí sin alborotar y de prisita, que no era cosa de molestar.

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Aquello fue una locura, las comimos por supuesto, pero… una mano traidora, comenzó a  tirárnosla, y  lógicamente, nos vimos en la obligación de defendernos, así que terminamos “pipando”  o lo que es lo mismo, como  un gran cuadro surrealista. Cuando de regreso llegamos a la playa, la gente nos miraba, pero  como algunos ya sabían de qué iba la historia, pasaron olímpicamente de nosotros, pero eso sí, alguna que otra risita se echaron a nuestra costa, claro que quien nos quitaba lo bailao?

En fin todo muy inocente, porque no olviden que éramos unas chiquillas,  y  aunque el paso de tiempo, se empeñaba  en definir nuestros cuerpos, nuestra mentalidad era la de la edad real que teníamos.   /Texto: María Jesús Vela Durán.

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Ha sido noticia reciente en toda España este empleado de bodegas Caballero, en El Puerto de Santa María, al conocerse que lleva 70 años ininterrumpidos cotizados a la Seguridad Social. Desde los 14 años no ha parado de trabajar, y tiene ya 84.

Francisco Parra García es el hombre que más trabaja de España. A sus 84 años ha cotizado sin interrupción 70 años a la Seguridad Social. 25.529 días. Y no piensa parar. «Mientras mental y físicamente pueda, no pienso dejar de trabajar», explica. «¿Qué hago yo por la calle sin nada que hacer?»

Nació en 1930, con la Dictadura de Primo de Rivera, conoció la II República en su infancia y empezó a trabajar con 14 años, en los primeros años de la dictadura franquista. En la posguerra Francisco Parra se colocó «como meritorio» -aprendiz- en una pastelería de El Puerto de Santa María, ‘Los dos Pepes’.

En la España de la posguerra, Parra recuerda que cobraba 5 pesetas al día. «Trabajaba 12 horas al día. Era peligroso, pero te aseguraban. Antes en los obradores, que es donde yo estaba, los hornos había que calentarlos con leña, así que te podías quemar. Tenía su peligro». Aguantó allí tres años y a los 17 años hizo su primer cambio de trabajo. Primero y último.

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«En mi calle vivía el capataz general de las Bodegas Caballero, Primitivo Roso Camacho. Un familiar mío le conocía y me dijo que hablara con él. Así entré en la bodega, de peón de embotellado, ganando 11 pesetas al día». Sería su última entrevista de trabajo, porque en esta empresa ha visto pasar la historia reciente de España: vio la caída del franquismo, que le pilló ya en las oficinas, trabajando en el departamento de compras de la bodega. Vivió la Transición y la llegada de la Democracia, cuando ya estaba en contabilidad. Son 70 años de la historia del país que le han pillado trabajado todos y cada uno de ellos.

La vida de este trabajador incansable también ha dado un vuelco desde que consiguió este empleo. «Entonces vivía con mi abuela y un primo. Ella cosía remendando ropa para ganar algo de dinero y con eso y lo que yo ganaba tirábamos. Hoy vivo con mi mujer y mi nieto».

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José Breval, desconocido, Ricardo ‘el de las Gomas’, Francisco Parra García ‘Parrita’, Tadeo Sánchez, José Trujillo y Vicente González Rivera,  en el desaparecido Campo del Racing, Eduardo Dato.

En Caballero, Francisco ha visto cómo España cambiaba al mismo ritmo que la bodega. «Antes todo era manual, ahora está todo mecanizado». Aunque no echa de menos esos años, sí que habla con cariño de esa época. La misma con la que, dice, hablan de él en su trabajo. «Me quieren mucho y me respetan. Me gusta lo que hago y tengo unos compañeros estupendos».

Francisco reconoce que sus hijos le dicen que descanse, pero él se niega. Después de 67 años en su empresa y 70 trabajando, no se ve sin nada que hacer. «Ahora voy solo el 15% de una jornada laboral, pero sigo ahí, cotizando y trabajando». ¿Hasta cuándo? «Hasta que el cuerpo aguante». /Texto: M.Moguer.

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