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Regla Manzano y Manolo Márquez, propietarios del Bar La Dorada.

Dice Regla Manzano “todo aquel que va al  Puerto y no pisa La Dorá es como el que va a la playa y no se quiere bañá”. Se lo iventó limpiando chocos, una actividad a la que no sabe cuantas horas ha dedicado de su vida. Pero está agradecida del esfuerzo y lo mismo opina su marido, Manolo Márquez, porque gracias a sus chocos al ajillo son conocidos en toda la Bahía.
Fue allá por 1980. Buscando lo mejor para su familia habían emigrado a Barcelona. El trabajaba en una fábrica y ella aprovechaba sus conocimientos de modista. No lo ganaban mal pero cada vez que podían venían a su Sanlúcar natal para oler a mar y no olvidarse de la tierra.
Les enseñaron el local, entonces una pequeña taberna dedicada a los pescados y que había abierto en 1967. De ahí su nombre, La Dorada. No se lo pensaron mucho. A pesar de que ya tenían cercanos los 40 y una hija, decidieron arriesgar y arrendaron el bar. No le cambiaron el nombre y al principio la cosa era fundamentalmente atender a los pescadores que acudían cada día al puerto pesquero a trabajar. Regla les preparaba la cena a diario: huevos fritos, un bisté, y una buena fritá de papas. Los mismos pescadores, a veces, cuando eran muchos, los ayudaban a cortar las patatas porque no daban abasto.

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No tenían experiencia en hostelería. Tan sólo Manolo había trabajado en bodegas, pero de estar detrás de un mostrador, nada. Manolo se hizo cargo de la barra y Regla se quedó en la cocina. Como buenos sanluqueños vieron que lo fundamental era seguir con el pescado. Dándole vueltas a la carta del establecimiento, Regla se acordó que en Cataluña era muy habitual comer la sepia (chocos) a la plancha con una salsa por encima hecha con ajo y perejil muy picado. La mujer sanluqueña decidió hacer “cocina de fusión” y aprovechó la buena materia prima de la zona, los chocos que se capturan por parte de la flota de Sanlúcar y de El Puerto, y la fórmula que aprendió en Cataluña: “que no tiene mucha ciencia, pero te lo voy a explicar. Hay que coger el ajo y el perejil y picarlo mucho. Yo uso la batidora para que quede casi hecho polvito. Luego se le añade aceite de oliva y se le pone por encima a los chocos. No tiene más”.

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Un suculento choco a la plancha dispuesto para ser degustado.

CHOCO A LA PLANCHA.

Pero no debe ser tan fácil el punto que logran con sus chocos a la plancha que se han convertido en un emblema del local hasta el punto de que están en las servilletas, en el toldo y en el bajo mostrador. Manolo Márquez destaca también cuales son las claves del plato. “Lo primero es comprar los chocos frescos. Nosotros los traemos de Sanlúcar o de El Puerto. Es fundamental limpiarlos bien. Nosotros tenemos una persona dedicada a eso porque sabemos que es muy importante. Hay que quitarle todo lo que tiene en el interior, pero se le deja el pellejito de fuera. Luego, para que se ablanden, hay que dejarlos, al menos, un par de días en el frigorífico y luego, a la plancha, a fuego fuerte y sólo el tiempo necesario para que se doren. Esa es la manera de que te queden tiernos”.

marrajoplancha_puertosantamariaMARRAJO A LA PLANCHA.

No cabe duda de que Regla Manzano y su personal, a los que ha enseñado, es una maestra en el manejo de la plancha, porque su marrajo a la plancha, que se presenta encima de una manta de patatas fritas de las de verdad, nada de “congelati” son otra llamada a la exquisitez de lo sencillo. El marrajo, una especia de cazón de grandes dimensiones y considerado el hermano pobre del pez espada, tiene fama de ser insípido, pero en La Dorada logran el punto perfecto gracias a que lo dejan tierno en la plancha y a la salsa de ajo y perejil que lleva por encima. (En la imagen, una tapa de Marrajo a la Plancha, sobre una manta de patatas fritas de las de verdad).

cabracho_rascacio_puertosantamariaPAPAS BRAVAS, ALIOLI Y RASCACIO.

Tanto el choco como el marrajo están en la carta desde los comienzos de La Dorada en la avenida de La Bajamar de El Puerto. El local se sigue llenando casi a diario y la clave sigue estando en los clásicos. A lo largo de los años se han hecho pocas incorporaciones más. Saben perfectamente que lo que atrae al público es la buena materia prima y las preparaciones sencillas: pescado frito y plancha. De todos modos luego han incorporado también otras tapas de éxito como sus papas alioli o bravas y su paté de cabracho (rascacio), su única concesión a la cocina más moderna pero que, sin embargo, está en la carta de varios bares de toda la vida de El Puerto y con fórmulas magistrales. (En la imagen, paté de cabracho o rascacio).

Pero la clave del éxito de La Dorada, que acaba de abrir su tercer establecimiento en la calle Carmen Valenzuela, muy cerca de la carretera de Sanlúcar y a dos esquinas de la discoteca Oh Puerto, es también “que todo queda en familia”.

CUARENTA FAMILIAS.

Manolo, que ya está jubilado aunque cada día acude a su Dorada para echar un vistacito a la cosa, señala que ya “somos cuarenta familias las que vivimos del negocio y eso te llena de orgullo pero también de responsabilidad”. Pero los Márquez Manzano no pueden estar más contentos porque han conseguido el sueño de cualquier empresa familiar, que se incorporen las nuevas generaciones. Sus cuatro hijos, tres hembras y un varón, están presentes de alguna manera en el negocio, pero es que también los cuñados y las cuñadas participan en él.

ladorada_personal_2_puertosantamariaRegla destaca “que esto es una familia y eso se nota en la atención al cliente, en el interés que ponen todos para que la cosa salga bien y eso me alegra mucho. Todavía me acuerdo cuando los reunimos a los cuatro a principios del 2000 y le dijimos que queríamos poner en marcha un nuevo negocio, La Nueva Dorada, situado a pocos metros de la primera y regentado por José Manuel, el hijo del matrimonio. Pero le dejamos bien claro que sólo lo haríamos si contabamos con su respaldo y nos lo dieron. No podemos estar más contentos porque La Nueva Dorada funciona muy bien, hasta el punto de que nos hemos atrevido a abrir una tercera y eso a pesar de que corren tiempos de crisis”. (En la imagen, parte de la familia, junto a los fundadores de La Dorada: Regla Manzano y Manolo Márquez).

TODO QUEDA EN CASA.

Para Manolo y Regla, que recuerdan que llegaron a pasar 20 horas trabajando para mantener el bar, otra de las claves de “Las Doradas” está “en nuestros precios. Tenemos tapas baratas y las medias raciones a una media de 6 euros, es un precio muy competitivo, creemos “que la calidad y el buen precio es nuestra clave y por eso mantentemos intactas las cartas y las tarifas iguales en nuestros tres locales”.

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El personal de La Dorada, la más antigua, de izquierda a derecha: José Vierira, Miguel Martínez Romo, Bernardo Rodríguez Pozo, José Antonio Pérez Martínez, Rafael Mora Martínez y Rocío Marquez Manzano, hija de los propietarios.

De los cuatro hermanos, la hija mayor, no colabora en la actualidad; José  el segundo, en La Nueva Dorada; Rocío en La Dorada y Guadalupe, la pequeña colabora los fines de semana en La Otra Dorada.

LA TERCERA Y OTRA DORADA.

La Otra Dorada, como han bautizado al nuevo local de la calle Carmen Valenzuela, tiene una decoración rústica con piedra vista en sus dos salones, uno situado junto a la barra y otro en un sótano. Con la terraza la capacidad del local está en unas 120 personas.

No han contratado a diseñadores, ni nada de nada. La decoración ha corrido a cargo de Regla Manzano, como ocurrió con la primera y la segunda Dorada y la obra la ha llevado a cabo su hermano, contratista de obras, Antonio.

Regla, que trabajó como modista en su juventud, señala que le gusta la decoración: “Todavía al local le faltan algunas cositas, pero ya lo iremos terminando”, señala unos días después de la inauguración que fue el pasado 28 de junio. Pero si la decoración del local, que regenta Javier Mora, marido de una de las hijas del matrimonio fundador, es diferente a los anteriores, lo que si se mantiene intacta es la carta y las fuentes de chocos y marrajo no paran de salir. Entre los tres establecimientos pueden llegar a consumir en un día más de 75 kilos de chocos, entre a la plancha, fritos y las albóndigas que también elaboran con el mismo producto.

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A pesar de los pocos meses que llevan abiertos, Javier tiene que utilizar constantemente su cuaderno para apuntar a los clientes ya que todas las mesas están ocupadas. La fórmula ha triunfado y en 30 años han multiplicado el negocio por tres.

Javier Mora, encargado del nuevo establecimiento y marido de una de las hijas de Manuel Márquez y Regla Manzano, los fundadores de La Dorada, afirma que la carta se ha mantenido intacta “completamente igual que en los otros dos establecimientos. El mismo servicio y los precios ajustados con tapas y raciones ya que somos conscientes de que es lo que la gente espera de nosotros”.

El establecimiento nuevo tiene dos plantas. Un salón superior con una pequeña barra y una terraza con varias mesas y un sótano con otro salón. En total capacidad para unas 120 personas. La decoración rústica, con paredes de piedra y diseñada personalmente por Regla Manzano. Sobre las mesas, se repiten las fórmulas de éxito de La Dorada: tapas, medias raciones y raciones de paté de cabracho (5 euros la media ración), las papas alioli, la ensaladilla o las patatas bravas (1,60 euros la tapa) y una amplia presencia de pescados fritos y carnes.

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De todos modos las estrellas siguen siendo los dos mismos platos de la carta que se mantienen intactos desde que Manuel Márquez inaugurará en 1980 la primera Dorada en la avenida de la Bajamar: el choco a la plancha y el los filetes de marrajo, ambos en un excepcional punto de plancha.

Mora destaca que se cuida mucho la materia prima. Los chocos se compran en las lonjas de Sanlúcar y El Puerto frescos y “sucios” para garantizar su calidad. Luego se limpian en el restaurante y se congelan unos días para que así queden tiernos al hacerse en la plancha. El resto lo hace una salsa que se pone por encima con aceite de oliva, ajo y perejil muy picados. La misma que se coloca por encima de los filetes de marrajo, un pescado al que muchos tachan de ínsipido pero que en La Dorada alcanza el máximo debido a su exacto punto de cochura y lo que le aporta el ajo y el perejil.

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El concejal de Turismo, Fernando Gago, entregó un presente a Manuel Márquez, en presencia de su esposa, Regla Manzano, con motivo de la jubilación del primero, el miércoles de la Semana Santa de 2010.

Estos mismos platos son los que también están presentes en el segundo establecimiento que abrió el grupo en la avenida de la Bajamar: La Nueva Dorada, un local de diseño clásico que abrió sus puertas en el 2001, regentado por José Manuel Márquez uno de los hijos del matrimonio al que ayudan en la primera Dorada su hija Rocío y Rafael Mora, mientras que Guadalupe la cuarta hija del matrimonio también ayuda ya en el negocio. (Textos: Pepe Monforte).

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Los maestros del Colegio Sagrado Corazón, en el año 1968.  El primero de la izquierda en la fila superior es José Barrigón, en el centro, D. Rodrigo y el último a la derecha  Francisco Rodríguez Tallón (Koky) quien actuaba como sustituto o “idóneo”). También aparecen Marcial y Diego. El tercero agachado pudiera ser Juan José Hernández Gil. Rogamos a los lectores de Gente del Puerto nos ayuden a identificarlos. Podemos observar en el panel que se encuentra detrás de los docentes que con el título 'Expansión  Comercial de El Pto. Sta. María', muestra sobre un mapa mundi  unas líneas concéntricas que salen desde El Puerto a diversos lugares de el mundo, con productos de las bodegas locales, usando etiquetas de vinos y licores espirutuosos como significativos iconos. (Foto Colección F.R.T.)

El antiguo Colegio de “El Polvorista”, sería trasladado a la Rotonda de La Puntilla, tras su derribo a piqueta. Luego construirían un edificio de viviendas situando en los bajos comerciales la sede de Correos y Caja Postal; en la actualidad existe una entidad bancaria. En una nótula anterior, la 192, podemos conocer algunos datos más de este colegio, con los maestros de 1956, el comedor existente y el derribo de aquella majestuosa Casa-Palacio.

La Plaza del Polvorista, antes del derribo del Colegio del Sagrado Corazón, que aparece a la derecha de la foto, perteneciente a la colección de V.G.L. La plaza estaba recién inagurada, con las palmeras, adelfas y demás plantas sin desarrollar.

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Don Luis se jubila. El propietario de Casa Luis, uno de los establecimientos emblemáticos de la Ribera del Marisco de El Puerto se retira tras casi 60 años en la hostelería Todo el mundo lo conoce por Don Luis. El no sabe muy bien porqué, pero lo cierto es que todos le respetan. Tiene cierto aire de profesor. Tiene el don de la conversación y de la elegancia y lo cuenta todo como sin darse importancia y con una corrección exquisita hacia todos con los que ha trabajado, aunque está en la hostelería desde los ocho años cuando empezó a poner vinos y marisco en lo que es hoy el popular bar de “Los Pabellones” de Cádiz.

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Ahora, el próximo 31 de octubre cumplirá los 65 y el uno de noviembre dejará de estar al pie del cañón tras casi 60 años en la hostelería. Alto, con un bigote como de los maitres franceses de las películas y vestido siempre con una guayabera blanca, alguna  traída por su hijo que dirije una universidad en Méjico. Luis Navarro creó en 1996 el bar Casa Luis, en la Ribera del Marisco  donde ha llegado a convertirse en uno de los clásicos junto a Romerijo, Casa Paco Ceballos, Casa Flores y Los Portales. (En la imagen, en Cádiz, en el Bar El Rincón en 1959. Luis a la izquierda, junto a Manolo 'el Guardia' con salacof en la mano, Avelino que vino de chicuco desde Cantabria y Juan 'el librero').

¿SE CIERRA CASA LUIS?

El bar, probablemente, no se cerrará ya que la intención de Luis es que alguien siga y, a ser posible, sirviendo los mismos platos que han hecho famoso el establecimiento “aunque no cabe duda de que la persona que venga, además de poner los platos de nuestro recetario, le pondrá su personalidad al local”.

luisnavarromoreno_1968_puertosantamariaLo ha conocido prácticamente todo en la hostelería. Se inició en la década de los 50 en Cádiz cuando su tío puso en la plaza de San Juan de Dios una marisquería. Eran tiempos de bonanza en la ciudad y el muelle estaba en su apogeo. Eran famosos nombres como los Ortiz, Molinero, Sibón y la familia Baro, que recientemente ha recibido un premio del Ayuntamiento de Cádiz por su brillante labor en la hostelería. (En la imagen, Luis de primer barman, en 1968).

LOS COMIENZOS EN CÁDIZ.

En Cádiz pasó sus primeros años como profesional hasta que sus padres se fueron a Cáceres para poner allí una panadería. Nunca se apartó de la hostelería y comenzó a trabajar en una cafetería para luego marcharse a Madrid. Luego vuelve a Extremadura para formar parte del equipo de apertura del Hotel Zurbarán de Badajoz donde ya era primer barman y sustituto de los maitres cuando estaban ausentes.

EN EXTREMADURA PASANDO POR MADRID.

Don Luis ya ejerce por entonces casi de profesor y se especializa en formar a los equipos que van a abrir nuevos negocios. Este veterano profesional portuense señala que los equipos son muy importantes en hostelería: “Qué todo funcione no depende de uno sólo, sino de todos, desde el el jefe de cocina a la limpiadora y que se entiendan bien es muy importante. Por eso siempre he defendido, por ejemplo, que las propinas se dividieran entre todo el personal y no sólo entre los camareros”.

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Luis aparece a la izquierda de la imagen, durante la inauguración de la Marisquería Acuario. Año 1971.

Navarro va viviendo aperturas de establecimientos: una marisquería, un pub, una cafetería y se encarga también de formar al personal del primer self service que se abre en Madrid: Topyz. Poco a poco va ascendiendo hasta que es nombrado director del complejo hostelero Dardy, también en Extremadura.

luisnavarroromero_1988_puertosantamariaLLEGA A EL PUERTO.

En 1988 se viene para El Puerto de Santa María, en principio para hacerse cargo del proyecto hostelero de Puerto Sherry, pero la idea no le convence y [tras ocho años como maitre en el restaurante El Faro de El Puerto]  allá por 1996 decide poner en marcha, junto a su mujer Lucía Roncero, el bar Casa Luis, en la Ribera del Marisco y aprovechando un local que estaba libre. (En la imagen, Luis a su llegada a El Puerto, como maitre del Faro de El Puerto. Año 1988).

CASA LUIS.

Luis aplicó en el bar todos sus conocimientos y puso en marcha una idea innovadora por entonces, un restaurante en el que se podía comer también de tapas y de forma informal, aunque cuidando el servicio de forma excelente. En la cocina recogió “todo que había aprendido con los grandes profesionales con los que he tenido el honor de trabajar. Todos me enseñaron cosas y las pude aplicar entonces.”.

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Luis, ayer viernes --a quince días de su jubilación-- delante de dos plaqués perfectamente equipados con langostinos de Sanlúcar y bogavantes, en la barra de Casa Luis.

Navarro es de esos profesionales todo terreno. Hace la compra por la mañana. Se ocupa de la cocina y luego atiende el comedor, mientras su esposa da los últimos toques a los platos. Señala que para el, el mejor premio, es “la confianza que siempre han tenido en mí los clientes. Aunque tengo carta en el establecimiento son muy pocos los que la piden ya que suelen guiarse por las recomendaciones que les hago”. Luis señala que un buen camarero debe tener algo “de psicólogo”, de conocer al cliente y adivinar cuales son sus preferencias y sus deseos “sobre todo cuando comanda una reunión y va invitar”.

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A la izquierda Luis, en el Hotel Zurbarán (Badajoz) durante una visita del ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga. 17 de julio 1968.

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El Hotel Zurbarán en la actualidad. Fachada.

Partidario de la máxima honradez señala que es muy importante cuidar al cliente y lograr que se vaya satisfecho: “la comida de hoy es ya pasado, y lo que importa es que el cliente vuelva. Ahí está la clave”. Considera, en este sentido, fundamental reforzar la formación del personal “porque hoy en día ocurre muchas veces que más que camareros son transportadores de platos y esto no puede ser así. Es necesario que se sepa lo que se ofrece”.

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Miembro del Comité de Catas de Marqués de Arienzo, perteneciente al Grupo Domecq, en Logroño durante una visita a las instalaciones de dichas bodegas. Año 1991.

LA FORMACIÓN EN HOSTELERÍA.

Destaca la labor de las escuelas de hostelería pero destaca que aquí se está formando muy bien a los jefes, pero que es necesario formar al personal de base y ahí es donde encuentra la principal carencia del sector. Precisamente ahora, tras su jubilación, quiere centrarse ahí, en la docencia “porque no me puedo quedar quieto. Me gusta esto y quiero seguir, de alguna manera, relacionado con el sector”.

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Luis, a la derecha detrás de la barra, haciendo una demostración de coctelería. Año 1968.

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Recibiendo el Premio Nacional de Coctelería. Año 1969.

Especialista en los vinos, siempre ha tratado de tener presente en su negocio a Extremadura, donde ha trabajado muchos años. En su establecimiento trajo innovaciones como la de poner los postres en platos grandes. Su carta de dulces es de las más famosas de El Puerto y uno de sus platos, los pimientos del piquillo rellenos de marisco fue el ganador de uno de las primeras rutas de la tapa que se realizaron en la ciudad.

boletus_casaluis_puertosantamariaAsí se trajo para Cádiz el torta del Casar y setas como las criadillas de tierra o los boletus, además de la Técula Mécula, un postre típico de Badajoz realizado con almendras y huevos. (En la imagen, boletus con gambas y jamón ibérico).

Para el último día no tiene previsto nada especial, señala. Tratará de marcharse con discreción, otra de sus características. “lo que estoy haciendo es invitar a mis clientes y así despedirme de ellos, nada más”.

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Recibiendo el premio de Hospitalidad Turística otorgado por la Asociación Provincial de Mandos Intermedios, de manos del entonces Delegado Provincial de Turismo, Domingo Sanchez Rizo. En la presidencia, el Diputado Francisco Menacho y el presidente de la Asociación, Pascual Castilla, con notula num. 117 en Gente del Puerto, en el Salón Regio de la Diputación Provincial.

LA RECETA DE CASA LUIS: PIMIENTOS DEL PIQUILLO RELLENOS DE MARISCOS.
Ingredientes: Para 4 personas.

•    8 pimientos del piquillo de lata.
•    200 gramos de gambas peladas.
•    3 huevos batidos.
•    Una cuarta parte de un diente de ajo.
•    3 cucharadas de pan rallado.
•    Media cucharadita de pimentón de la Vera dulce
•    Aceite de oliva.
•    Mayonesa.
•    Nata.
•    Queso parmesano rallado.

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Primero se hace el relleno de los pimientos. A fuego lento se ponen las gambas, el pan rallado, el ajo picado, un poco de aceite de oliva y los tres huevos batidos. Se va calentando sin dejar de mover y cuando tenga textura de crema se le agregan dos cucharadas de nata líquida y se aparta del fuego, dejando enfriar el conjunto. Cuando la farsa esté fría se rellenan los pimientos. Poco antes de servir se colocan en una bandeja de horno y se cubre cada uno con un poco de mayonesa rebajada con nata. Por encima se coloca queso parmesano rallado y se introducen en el horno hasta que el queso se funda. Se sirven calientes. (Textos: Pepe Monforte).

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José Robles Romero nació en la calle Cruces, 57, en el año de 1944, el 12 de agosto, hijo de Manuel Robles Barba y Luisa Romero Delgado. De pequeño, estudió en los Jesuitas --recuerda a D. Justo, uno de sus profesores-- pero hubo de abandonar pronto los estudios, con apenas 12 años.

El año del nacimiento de José, en plena posguerra, el Gobierno anunciaba restricciones en el suministro de energía eléctrica, mientras en España se empezaba a administrar la penicilina. Ese año nacen también la actriz Concha Cuetos, el cineasta José Luis Garci,  el contovertido Manuel Ruiz de Lopera, el cantante Nino Bravo,  y  el director y actor de cine estadounidenses George Lucas y Dani de Vito. En 1944, el Nobel de la Paz es concedido al Comité Internacional de la Cruz Roja.

canon_puertosantamariaEL LAZARILLO Y EL CAÑÓN.
Pronto dejaría de jugar en los alrededores de la Plaza de Toros y la del Ave María. Se colocó de Lazarillo, con Vicente Jiménez Salmerón, propietario del Almacén “El Cañón”, situado en la esquina de las calles Ganado y Cielos, donde mas tarde se ubicaría Zapatos Mauricio León y hoy se encuentra una perfumería. Tomó el nombre de “El Cañón”, por el que allí existió  que hacía las veces de guardacantón. Vecinos de la zona afirman que dicho cañón se enterró, cuando se quitó, en el mismo sitio, empero, no tenemos noticias de que, con las últimas obras de peatonalización de Ganado,  e incluso con la promoción de viviendas efectuada en dicho inmueble, hubiese aparecido. Esta tienda había sido en el siglo XIX un despacho de vinos, en la que además se despachaban anisados, anisetes y cañetes (un tipo de ron). (En la imagen cañón similar al que se encontraba en 'Ultramarinos 'El Cañón'; el de la imagen se encuentra todavía a salvo, en la esquina de la calle Valdés con San Bartolomé).

Incluso según recoge la Revista Portuense fue el primer local de El Puerto en instalar alumbrado de gas acetileno suministrado por la Fábrica de Gas Lebón, en julio de 1899. «Anoche hemos visto el nuevo alumbrado, por medio del gas acetileno. El primer aparato de este sistema de alumbrado se ha establecido en el almacén conocido por El Cañón, situado en la plaza de Abastos y Ganado». El dato ha sido recogido por Enrique Pérez Fernández.

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El Bar Santa María, en los años en que se incorpora al mismo José Robles.

CAMARERO PARA SIEMPRE.
Con 14 años se introdujo en el mundo de la hostelería, sector que ya no abandonaría. Estuvo con Francisco Rábago de Celis, --Pancho-- a la sazón concejal del Ayuntamiento, tanto en el bar que regentaba en La Placilla, como en La Marea --hoy conocido como “Los Cristalitos--. Y con 18 años entra a trabajar con Angel Lozano García, en el Bar Santa María allá por el año 1962, donde permanecería por espacio de 44 años hasta su jubilación. El bar lo dirigiría, tras el fallecimiento de Ángel, su mujer Luisa Sordo Díaz junto con su hijo Pedro hasta que éste se independiza y monta el “Mini Bar” en 1976, continuando desde entonces y en la actualidad, el hijo de ésta, Ángel Lozano Sordo, quien afirma de nuestro protagonista: «--José, que trabajaba para mi padre, me llevaba al colegio de las monjas en una bici cuando yo tenía siete u ocho años. Luego, cuando yo heredé el bar, empezamos a trabajar juntos. Hasta el día su jubilación, el pasado 9 de septiembre. José es una excelente persona con la que he pasado muchísimo tiempo, diez horas diarias».

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Otra imagen del Santa María, a la izquierda, realizada desde la azotea del Bar Liba por el fotógrafo gaditano Juman.

LA FAMILIA DE JOSÉ.
José está casado con Consuelo López Fernández, cántabra del municipio de Molleda, un precioso lugar situado en el puente que hace de linde entre Asturias y Cantabria. Vino de pequeña a El Puerto tras la guerra civil, y aquí se quedó, aquí se casó y aquí ha tenido a los cinco hijos del matrimonio. Pero la pareja está muy vinculada con la tierra natal de Consuelo a donde viajan casi todos los años.

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¡Cuantas veces vió tomar 'fotos al minuto' José Robles al fotógrafo Cuellar! Estaba instalado frente al Bar Santa María y, por cierto, no se llamaba Cuellar. Tiene nótula núm. 399  en Gente del Puerto. La instantánea es del 10 de abril de 1983. (Fotografía Colección Miguel Sánchez Lobato).

Nuestro protagonista ha vivido varias crisis económicas y ha conocido periodos más y menos espléndidos en los que, vecinos de El Puerto y turistas han desfilado por el emblemático Bar Santa María. Ha conocido diferentes modas. Ha conocido tres remodelaciones del Parque Calderón. Y ha conocido a cantantes como Camarón o Caracol, por citar algunos de los que han pasado por aquella casa. Otros ilustres parroquianos fueron el poeta Rafael Alberti o el pintor Juan Lara, cuando la Comandancia de Marina estaba situada en la calle Luna frente a La Mezquita. (Juan Lara fue durante muchos años empleado civil de la Armada Española).

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En la imagen tomada delante del Bar Santa María, en el Parque Calderón y de izquierda a derecha, Leopoldo Jiménez Ruiz “Polo”, Jaimen Gutiérrez Perea, Miguel Roselló Tarrio, Vicente Gutiérrez de la Rosa, Toto Zaragoza y su hermano Pepín Zaragoza. Década de los sesenta del siglo pasado. (Foto Cuellar. Colección VGR)

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La calle Luna y la Ribera del Marisco, a la derecha el Parque Calderón sin el Kiosko del Bar Santa María. (Foto Colección Mata)

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El mismo sitio, en 2002, con la instalación del Kiosko. (Foto Mata).

"En noviembre de 1948, Angel Lozano García, una vez que finalizó el contrato de arrendamiento que tenía suscrito con Guillero Rivas, propietario del Bar Buenavista, solicitó al Ayuntamiento construir en un terreno de 68 metros cuadrados situado dentro del Parque Calderón y esquina a la Plaza de las Galeras, un nuevo bar. Y así fue. Con un bello y acertado diseño de Francisco Ameneiro, el arquitecto Fernando de la Cuadra concluyó la obra a mediados de 1949" Enrique Pérez Fernández. Bares y Tabernas con Solera.

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munozcuenca__puertosantamariaRamón Vinagre, El Gordo Aguilar, Güelfo el del Teatro, Manolo Puerto, El Maestro Pinto, el Mamarrosca, El Gamba, El Maestro Dueñas, Paco Problema, Joselito Verde, Los Bolleros, El Tani Gómez, El Tarro, El Tapia, El Talega, El Natarlo, Macario y Nuchera:

¡Macario, enciende la luz
que me mareo, eo, eo!
-- -- --
¡Nuchera estafaó
dame los seis reales
que en Macario se está mejor!

El Lupo, El Peloti, El Betove, El Chicharito, El Raci. ¡Raci Club, Raci Club, Portuense! El Zepelín, Él Vitoria, La Exportación C.F.,  El Santo Tomás, El S. Javier, Ojito el  portero. ¡Juga al furbo a 22 pejetas! El Pedrusco, El Barquío, El Cabeza, El Colorao, El Nene, El Poniqui, El Mati, El Carlos, El Laine y el Chiquete. Los Luises, Los Estanislaos, Los Berchmans, Las Congregantas Hijas de Santa Margarita, Los Javieres, Los Javierines, La Acción Católica, Los Novicios.

Tres torditos vienen ahí,
la caldera está jirviendo
y la tordita sin vení.

El cura Bicicleta, El padre Torre, D. Antonio Cía, D. Manuel Salido, El padre Urmeneta, el padre Simonet, Antoñito el Sacristán.

¡Monaguillo toca las campanas
¡Padre cura, no me da la gana!
¡Padre cura mi marido,
Me quiere pisar el pie.
Déjalo que te lo pise
si te da bien de comé.

El ‘frente-uventudes’, La ‘Falage’, El Cabo Penita, El Partecrisma, El Comandante los Guardias. ¡Agua, agua! Y Dolores la estraperlista, “Dos cigarritos den ca Dolore”. La Venta de Pichiriqui. La calle Postigo la de las niñas. Y la calle de la Victoria de Idem, y Sevillita el barbero, el bizco, el barbero, La Barbería de Natera y el Bar Cádiz, El Pobre Pepe, Los Tres Reyes. Y Don Puyazo, Radio Juventud de Cádiz, La Valenciana Sanlúcar-Cádiz, El ferrobús, el tren de Rota.

Cuesta arriba
cuesta abajo
¡Que fatiga!
¡Que trabajo!
-- -- --
El campo de mi tío Andrao
entras por la puerta
y sales por el vallao.

elhabladeelpuerto __puertosantamaria

Y la carne de toro, la cola de carne ¡A gorda el vagón piñone! ¡Cuatro a la peseta curruco! El pan de arró, el carbón de coq, las papas al escándalo, los higos de Lepe, el arroz con gambas, las arcatufas, la jarampa, el ‘anguao’, la carná, el Pulpurruquero, El Cositagüena, el Güevo Gordo, El Cota,

¡El Cota, el Cota
tiene la picha rota!

El Cavete, el Tronqui, El Bobo, los vallaos, los higos coloraos ‘omá estoy atascao’. ‘Hoy he comido poleás’. El Tagarnina, El Morrito, El Tero, El Melo, Y Don Justino Castroverde, las señoritas Puente, D. Servando, D. Felipe Lamadrid, el practicante y los comedores de Auxilio Social y “Haga frío o calor la Venta El Corneta es la siempre la mejor” y sopa de fideíto con culata y ‘el pescado en sobreúsa’.

Y el juego de ‘serío sincerra, parió mi perra’ y ‘el salto a la pared’ y ‘el puazo’ y ‘el mocho y la biyarda’ y ‘nicle, nacle y colate’ y el juego de ‘Juanillo el mismo’ y ‘Mariquilla está mala’. Y me he tomado dos Oka y media botellita de rebujao y ‘niño, tómate un candié’ y ‘un ortavo de manteca con azientos’.

Y ni coca-colas, ni hamburguesas, ni whisky, ni pelotazos, ni chupitos, ni donuts, ni bolycaos, ni pizzas, ni sándwiches, ni mayonesas, ni cubatas, ni bimbos, ni comidas-basura, ni pubs, ni puñetas. Y mi generación, que sostiene a tanto joven que come y bebe estas cosas, es parte sustancial y dignísima de la Antropología Portuense por ser más austera, ingerir lo auténtico aunque fuera escaso y ser más responsable. Estos jóvenes de ahora, en una mayoría importante, no sabemos que serían bebiendo y comiendo esas porquerías que les hacen ser tan violentos, vocingleros, enguarradores  y maleducados. (Textos: Antonio Muñoz Cuenca).

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María Merello Álvarez-Campana nació hace 85 años en la calle Luna40,  el 26 de julio de 1924, casa en la que viviría hasta los 26 años. Fueron 14 hermanos y entre el mayor y ella, que era la mas pequeña, existía más de una generación de diferencia, con lo que, curiosamente tiene sobrinos de más de 70 años. Por cierto que el desaparecido periodista Agustín Merello (nótula núm. 262) era su sobrino favorito y a su hermano Faly (nótula núm. 306), lo recuerda también con afecto pues ella fue su confidente.

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La familia Merello Álvarez-Campana, en 1930. De pie, Carmen, Pepa María, Agustín, Rafael, José Ignacio, Jesús e Isabel Merello  - con el tiempo, Vda. de Terry- con abanico. Sentados: Luis Merello, la madre Mari Pepa Álvarez Campana Rivera; los tres vestidos de marineros: Francisco, Estanislao y Serafín, Mila, nuestra protagonista, la mas pequeña María y el padre, Jesús Merello Gómez.

Vivían junto al Teatro Principal por lo que padecían las colas e incluso, los niños, a hurtadillas veían algunos espectáculos, sorteando la prohibición de los mayores, desde una ventana que, en la azotea, daba al Teatro.  Estudió interna en un buen colegio en Sevilla, como premio a su actitud con los estudios: el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús del Valle. Allí, curiosamente, se da otra paradoja, pues conoce -de verdad- a su hermana la segunda, monja de aquella congregación, con la que se llevaba algo más de 20 años de diferencia. Lejos de tener facilidades, la monja apretaba a María para que, sin tener privilegios, destacase. Eran muy estrictos. «--Allí trataron de educarme; no se si lo consiguieron. Creo que sí», afirma con una sonrisa que casi siempre permanece en su cara.

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El Teatro Principal y, a continuación, la casa donde nació y vivió María Merello, hoy destruida y sede de un banco.

JUGANDO A FINALES DE LOS AÑOS VEINTE.
De pequeña jugaba a todo, con la particularidad de que la estricta educación de la época impedía que niños y niñas jugaran juntos. Si alguna vez jugaban juntos en el jardín de la casa de la calle Luna,  (aquel jardín donde el sobrino de María, Faly Merello plantó una perra chica, a ver si crecía dinero y para sorpresa suya, con el tiempo se instaló allí un banco: El Banesto)  la voz de la madre organizaba a los niños con los niños y las niñas con las niñas, aunque sus hermanos inmediatamente anteriores eran varones. Bailar el trompo con la guita, montar en bicicleta, juegos de bolindres de barro, jugar con zancos hechos de madera, ...

ignaciovaldessancho_puertosantamariaMaría se casa en 1950 con Ignacio Valdés Sancho, hermano de Joaquín, fundador y director de la Revista 'Diez Minutos'. Aunque nacido en Sevilla, su familia materna y su propia madre era de El Puerto, emparentado con el bodeguero Hipólito Sancho García, padre del historiador Hipólito Sancho de Sopranis. Vivieron, a partir de entonces, en la planta baja de una casa de la calle Pagador, 16., donde tendrían de vecino a alguien que, con el tiempo, alcanzaría justa fama de escritor. Tuvieron siete hijos: Francisco de Paula (+), María, Berta (+), Ignacio (Director de Arte de Diario de Cádiz), Fernando, Berta y Jesús.  (En la imagen Ignacio Valdés Sancho).

EDUARDO MENDICUTTI
En aquella casa vivían en la planta baja y en el primero tuvieron a un vecino que hoy es un prestigioso escritor y columnista: Eduardo Mendicutti, con nótula propia en Gente del Puerto núm. 065; a su padre lo habían destinado a El Puerto como químico de la Fábrica de Botellas. Ya iniciada la década de los cincuenta del siglo pasado, María entretenía a sus hijos mayores: Francisco y María, a sus sobrinos Ignacio y Carlos Merello del Cuvillo y a Eduardo Medicutti con cuentos, rimas y juegos. Eduardo pedía permiso y bajaba a escuchar las narraciones de “Tía María” como la llamaba.

eduardo_mendicutti_puertosantamaria¿Acaso fue ese el origen literario del escritor? Veamos que dice propio Mendicutti: «Siempre cuento que mis precoces, bochornosos y --en su momento-- celebradísimos inicios literarios tuvieron que ver con Rafael Alberti, aunque es verdad que de un modo tan indirecto que a lo mejor más de uno piensa que eso es coger el rábano por las hojas.  El caso es que, cuando yo tenía 6 o 7 años y vivía en El Puerto, una vecina nuestra, María Merello, prima hermana de Alberti, nos contaba a sus hijos y a mí y mis hermanos, sobro todo en las tardes de lluvia, unos cuentos fascinantes que no he vuelto a leer o a oír en ninguna parte: al cabo de muchos años, María Merello me reveló que eran cuentos que ella había oído en su casa y que seguramente acabarán perdiéndose porque nadie los ha escrito nunca. Bueno, yo una vez escribí uno. Quiero decir que, un buen día, arranqué unas páginas de un cuaderno escolar, las doblé por la mitad y las cosí por el canto con un hilo, para fabricar un libro, y allí escribí una historia cuyo encanto al parecer no conseguí estropear del todo con mi, por lo demás, comprensible torpeza. Cuando los mayores de la casa leyeron el cuentecito cayeron todos en trance: «--Este niño va a ser un Pemá», repetían una y otra vez, arrebatados de admiración. Pero María Merello, en un momento en el que estábamos los dos a solas, con una sonrisa entre cómplice y pícara, me dijo: «--Al principio, todos los escritores se inspiran en otros, ¿verdad?». Porque ella sabía que aquel cuentecito estaba calcado de uno de los que ella nos contaba, pero no me delató. De haberlo hecho, y por culpa de la vergüenza, seguro que yo no habría vuelto a escribir jamás una sola palabra. No lo hizo, María Merello no le contó la verdad a nadie, y  eso me ayudó, como ninguna otra cosa en la vida, entonces y en el discurrir del tiempo, a descubrir el encanto, el desafío, el dolor, la alegría y el compromiso de la escritura. Solo puedo decir que siempre que se me ocurre preguntarme por qué demonios escribo, recuerdo aquellas tardes lluviosas de El Puerto, la voz levemente afónica y el acento delicado de María Merello, aquellos cuentos fascinantes que nos contaba, y hay en todo eso un eco misterioso y seductor de los versos de Alberti, un parentesco raro y enigmático que me permite evocar el feliz descubrimiento de la escritura y llena de sentido y necesidad el sinuoso empeño de escribir».

vespa_1955_puertosantamariaUNA MUJER EN VESPA.
En los cincuenta del siglo pasado, María también era popular porque era la primera mujer que viajaba en una moto Vespa, expresamente traída de Italia, de color verde claro. A finales de la década, en 1959 se van a vivir a Cádiz, ya que la profesión de marino mercante de su esposo lo requería, por su vinculación con CAMPSA, donde fue una persona muy querida. A su jubilación vuelven a El Puerto, a Las Viñas, a la calle Lagar, y con la desaparición de Ignacio Valdés, en abril de 2002,  cambia de nuevo de casa a su vivienda actual en la Costa Noroeste de El Puerto, donde recibe visitas de sobrinos y sobrinos nietos, además de las de sus hijos.

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En la imagen celebración de las Bodas de Oro de María Merello e Ignacio Valdés, celebradas en el año 2000. La fotografía está tomada en las escaleras del altar mayor de la Iglesia Mayor Prioral. Fila superior, de izquierda a derecha: Fernández, Raul, María, Jesús e Ignacio Valdés Merello; nuestra protagonista María Merello Álvarez Campana y su esposo Ignacio Valdés Sancho; Berta Valdés Merello, Maite Delgado Roig. El grupo de chicas jóvenes está compuesto por Berta Castro Valdés, Marta Valdés Delgado, Pía Muñoz Valdés, Lucía Valdés Delgado, Ana Muñoz Valdés y María Valdés Delgado. Volvemos a la izquierda de la imagen y, con el traje estampado, Ana María Osborne Gordon; en el primer escalón, de izquierda a derecha, Pepa Martín Salvador, José Muñoz Marrero, Margarita Parra Reguera,  y les siguen los niños Blanca e Ignacio Valdés Parra, Ana María Valdés Osborne, Teresa Valdés Delgado, Fernando Castro Abellan, y en el suelo Ricardo Castro Valdés y Fernando Valdés Osborne.

mariamerello_ac_manos_puertosantamariaCUENTOS, POESÍAS Y JUEGOS.
Como ya hemos señalado, María siempre destacó por su capacidad narrativa y de escenificación de cuentos y tradiciones populares y juegos de otra época. Y aún hoy sigue, con una memoria envidiable, cautivando a sus nietos y sobrinos nietos que se acercan a saludarla e incluso al autor de esta nótula, al que ha hecho una impagable representación de como dar vida a un ratón confeccionado con un pañuelo y un imperdible, como podemos ver en la fotografía adjunta. Practica la papiroflexia y, en general tiene habilidad para construir cosas con las manos. Independientemente de que Gente del Puerto tiene previsto recoger de su boca cuentos y poesías, hemos querido traer a esta página un par de poesías donde números y rimas, van de la mano. (En la imagen inferior, jugando a la 'gallinita ciega').

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Cuanto descansan...
Una hora duerme el gallo,
dos el caballo,
tres el santo,
cuatro el que no es tanto,
cinco el peregrino,
seis el teatino,
(clérigo regular de San Cayetano)
siete el estudiante,
ocho el caminante,
nueve el caballero,
diez el majadero,
once el muchacho y
doce el borracho.

Al carnero quieto.
Si bien María nos lo relata como poesía, en algunas partes se jugaban como una variante del “Salto del Múa”.

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Una es la rueda de la fortuna,
Tu y yo somos dos,
dos gorriones y un cipres, tres,
tres cuchillos y un planto, cuatro,
cuatro curas descalzos y un San Francisco, cinco,
cinco príncipes y un rey, seis,
seis sotanas y un bonete, siete,
siete carneros y uno mocho, ocho,
ocho borrachos y uno que no bebe, nueve,
nueve cántaros y  uno de miel, diez,
diez cántaros y uno de bronce, once,
once batatas y una berenjena, la docena.


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De izquierda a derecha en la fila superior, Fernando Arjona González, Rafael Gómez Giménez, Manuel Jesús Merchante Gutiérrez, Gaspar Aranda y Antón, Antonio Arredondo del Río, José María Gutiérrez Colosía, Desconocido, Juan Luis Perles Giner, Juan Palomino; Segunda fila: Enrique Rodríguez, Javier Renedo Varela, Juan de Dios Sánchez González, José Luis Moresco Suarez,  Manuel Serrano García, Rafael de los Santos Márquez, Enrique García Máiquez, José Miguel Merchante Gutiérrez; Fila del suelo:  Antonio Ortega Rojas, Desconocido, Fernando León García, Adolfo Ortega García, Antonio Sánchez Pece Gutiérrez. Foto tomada en el Colegio de las Carmelitas, con motivo de una fiesta de disfraces; iban de betuneros. Instantánea del 29 de marzo de 1949, hace 60 años. (Foto Pantoja. Colección e identificación de Vicente González Lechuga).

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fernandoleongarcia_puertosantamariaNació en Córdoba el 15 de mayo de 1943. Hijo de Antonio León Amo, quien fuera director del Banco Hispano Americano y de Josefa García González, procedente de Montilla (Córdoba) llegó a El Puerto con 5 años, donde estuvo viviendo hasta 1966, es decir que se marchó con 23 años, aunque ha vuelto muchas veces y por muchas razones como leerán a lo largo de esta nótula. El olor de los vinos de Montilla y los de El Puerto influirían, de alguna manera, en la forma de entender la vida de este porteño afincado en Córdoba. Estudió en el Colegio de las Carmelitas párvulos y preescolar con la Señorita Paquita hasta pasar al Colegio de La Pescadería. Al finalizar el bachillerato y, muy influido por la amistad con aquel conocido médico de El Puerto, Miguel Duro del Moral, le entró la vocación y estudió Medicina en la Facultad de Cádiz, entre 1960 hasta 1963. En 1966 finaliza la carrera con sobresalinete en la Reválida de la Licenciatura. Fue Delegado de Facultad en los años 1965 y 1966, y miembro por elección del Consejo Nacional de Estudiantes. Hizo las Milicias Universitarias, licenciándose como Alférez de Complemento.  Pero Sus raices con El Puerto se habrían afianzar más aún. (Fernando León, impartiendo una conferencia).

El 6 Diciembre del año 1969, --ya había llegado el hombre a la luna-- se casó con la porteña Maria de la Encarnación Gil de Reboleño Insúa, en la Iglesia Mayor Prioral, celebrando la ceremonia el párroco de San Joaquín, José María Rivas Rodríguez, ya que en esa fecha estaba en San Joaquín de obras y es donde les correspondía casarse. Establecieron su residencia  en la capital cordobesa y, fruto del matrimonio han  tenido seis hijos: Fernando, Encarna, Marta, José Antonio, Javier Jesús y Miguel Angel.

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El día de la Boda, durante la celebración del banquete en el Club El Buzo. De izquierda a derecha, Loty Benjumeda Abreu, Fernando León García, Encarnita Gil de Reboleño Insúa y el colaborador de esta web, Vicente González Lechuga, a cuya colección pertenecen las fotografáis que ilustran esta nótula.

Toda la familia se siente porteña, de ahí la vinculaciòn que sigue conservando con nuestra Ciudad, donde viene siempre que puede a ver la familia y a veranear en su  apartamento. Sus hijos, también han heredado ese amor por El Puerto.  Así,  no se le borran los recuerdos del Parque, la Plaza Peral, La Victoria --tan maltratadas éstas dos últimas--, la Plaza del Polvorista, los partidos de fútbol en los Jesuitas, Gimnástica, etc. También de pequeño era un habitual del coche de Bootello para ir a La Puntilla, con 'El Gallo', gran conductor que hacía andar aquel ingenio mecánico no sabemos como.

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En el Parque Calderón, junto al Bar Santa María, Ramón Lizaso Solinis, Francisco Javier Moresco Suárez y Fernando León García. Década de los 50 del siglo pasado.

UNA INTENSA VIDA EN LA MEDICINA
La especialidad en Aparato Digestivo la estudió en el Hospital Universitario de Sevilla en la cátedra del Prof. Antonio Aznar Reig, primero como alumno, y posteriormente como Profesor Ayudante de Clases practicas y Adjunto  clínico. Con posterioridad aprobó las oposiciones como médico de la Seguridad Social a nivel de todo el estado, escogiendo Córdoba y siéndole concedida, por prelación. Obtuvo, igualmente por oposición autonómica, la plaza de Especialista de Aparato Digestivo, del Servicio Andaluz de Salud. Fue Director del Centro de Oncología de Córdoba, hasta su desaparición. Es especialista en Medicina Interna. Fundador en Córdoba del Sindicato Médico, totalmente profesional y libre de cualquier vinculación política.

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El Hospital Reina Sofía de Córdoba capital.

Ha sido Médico Especialista de Aparato digestivo como jefe clínico, adscrito al Hospital Reina Sofía de Córdoba, hasta su jubilación en 2008 por imperativo de la edad, continuando en su consulta privada. Igualmente ha sido Vicesecretario, Vicepresidente y Presidente del Colegio Oficial de Médicos de Córdoba y Vicepresidente del Colegio Andaluz de Médicos. Con motivo de su jubilación de la medicina pública, dimitió de todos sus cargos honoríficos, salvo de la Fundación del Colegio de Médicos de Córdoba, de la que ha sido presidente, para quedar como patrono, donde continuará impulsando los planes de investigación y las líneas a favor de la buena alimentación y salud, y continuarán las actividades culturales, como el premio de novela y los de investigación.

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En el Bar Central. En la mesa situada en primer término: Carlos Mata, Tomás Marcos, Juan Bonilla, Enrique García Máiquez, Fernando León, Francisco Javier Moresco Suárez y Ramón Lizaso Solinís. En la segunda mesa, Rafael de los Santos Rodríguez e Ignacio Sordo de la Torre. Año 1958 (Foto Rasero).

PUBLICACIONES, CONGRESOS, CONFERENCIAS
Es asistente habitual a congresos nacionales e internacionales, dentro y fuera de la Comunidad Europea, para asuntos de su especialidad médica. Ha ejercido las funciones de profesor en cursos y seminarios desde su época de la Facultad de Medicina de Sevilla, así como ha ejercido dichas funciones con compañeros médicos estudiantes. Cuando dicha experiencia ha servido para que se ame mas la medicina; cuando  ha ayudado a algún compañero médico rural; cuando ha colaborado con médicos que ejercen  la autentica medicina, ejemplo de humanidad, es cuando Fernando se ha sentido especialmente satisfecho y guarda muy buenos recuerdos de ello. Ha participado erosos tribunales de la especialidad, para elegir distinciones de trabajos, aptitudes, plazas en la SS, etc

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Feria de Ganado de 1962, el domingo 22 de mayo. Fila superior, de izquierda a derecha: José Luis Moresco Suárez; Neni Caveda Pérez, José Miguel Merchante Gutiérrrez, Encarnita Gil y Fernando León; fila del suelo, Ignacio Benjumeda Osborne, María del Carmen León Gutiérrez, Eloísa Martínez Govantes, Cristina León Gutiérrez, Fernando Merchante Gutiérrez, Aurora Muñoz Ávila, Julia González Padilla y Jesús Jiménez Alcázar.

ANÉCDOTAS DE LA REALIDAD.
Cuando tomó posesión de su primera plaza en la Seguridad Social, en el año 1969, y dada la apariencia juvenil que tenía con 26 años, vivió situaciones muy divertidas. En cierta ocasión, al  llegar a la consulta asignada el  primer día, abrió la puerta y la enfermera que estaba arreglado los documentos que le tenía que firmar, le dijo con gesto agrio al verlo entrar:  “--Que quiere Vd?". Nuestro Fernando puso cara  de niño bueno y le contestó: “--Si a Vd no le importa y no tiene inconveniente, ver a mis enfermos", fue la elegante respuesta. La cara de ella era un poema, poniéndose roja como una amapola. Algo que siempre recordaría y que se recordarían entre ellos. Fernando siempre afirmó que era una gran persona y magnífica ATS.

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De izquierda a derecha, Juan Osborne Tosar, Vicente González Lechuga y Fernando León García, en la pasada Feria de Primavera y Fiesta del Vino Fino del año 2008.

fernandoleon_feria2_puertosantamariaEn otro momento, en la consulta privada, una señora muy 'desenvuelta',  al entrar al despacho, le dice: "--¿No está su padre, que es a quien yo quiero ver?". A lo que Fernando le respondié: "--Lo siento. pero mi padre es Director de Banca y el Médico soy yo, que es a quien Vd quiere ver". Aquel fue el principio de una buena amistad. (En la fotografía de la izquierda, otra instantánea en la Feria de 2008: Fernando León, María Benjumeda Abreu, y la mujer de Fernando, Encarnita Gil de Reboleño).

Pero la anécdota definitiva fue aquella en la que, pasando consulta en la Seguridad Social, estudió un test de gestación positivo. Con la idea de dar la noticia con suavidad, le dijo a la paciente: "--No se preocupe, que está Vd muy sana y es mas, la felicito porque va a ser madre". En ese momento nuestro médico notó una patadita en la pierna que venía de su enfermera. Al ver que la paciente se entristecía, intentó ayudarla y volvió a la carga, preguntándole: "--¿Qué prefiere niño o niña?" Otra patadita de su asitente y así hasta en tres ocasiones, cada vez que el médico le hacía una pregunta para levantarle el ánimo. Al final, cuando sale la paciente, le dijo la enfermera: «--¡Don Fernando, que es el tercero y es soltera!»

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Hoy celebra su onomástica una de nuestras paisanas más conocidas y queridas: Milagros Govantes Pico. Y con ella, todas las porteñas de nombre Milagros, a las que deseamos un feliz día, lejos de las cocinas y las oficinas, de las despensas y de los despachos, de las labores y las labranzas. Nuestra Milagros de hoy, nació hace poco mas de 81 años, el 23 de agosto de 1928,  en la calle La Palma 21, siendo asistidas, madre e hija, por el Dr. Muñoz Seca, como era habitual en la familia Pico.

teresapicoferrer_puertosantamariaHija de Javier  Govantes de Soto, natural de Osuna (Sevilla)  y de la porteña Teresa Pico Ferrer, vino a nacer a El Puerto, como la mitad de sus 10 hermanos con ella, y bautizada en la Prioral para, a los pocos días regresar al Osuna paterno donde se crió y vivió su primera juventud.

Estamos en 1950. Al fallecimiento de sus padres, ocurrido en un corto periodo de tiempo entre ambos óbitos y con 22 años, las cuatro hermanas que quedaban solteras se trasladaban a vivir a El Puerto con sus tías maternas. Luego vivirían en Santo Domingo, 10, hasta las bodas de las 3 hermanas, quedando nuestra protagonista soltera –señorita prolongada-, empero, no nos parece elegante que, a nuestra Milagros, le cuelguen la coletilla eclesial de ‘virgen y mártir’. (En la imagen, la madre de Milagros, Teresa Pico Ferrer, en un óleo pintado por Guillermo Siloniz).

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La familia de Milagros, algunos componentes: Arriba, Lorenza Reinoso del Valle, la chacha que era de El Puerto y la Tata. Sentados, de izquierda a derecha: su tío Federico, su madre Teresa Pico,  su padre Javier Govantes con Cristobal, el hermano mayor en el regazo y su tía. (Foto Justino Castroverde).

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De izquierda a derecha: Carmen, Ramón, Milagros y Teresa (su madre) Pico Ferrer, en una fotografía tomada en El Puerto. (Foto: Justino Castroverde).

LA SECCIÓN FEMENINA Y EL SERVICIO SOCIAL
Se inició en el mundo laboral trabajando en la boutique existente en la calle Ricardo Alcón, de Joaquín Gaztelu, donde permaneció por espacio de cinco años. Allí es buscada por Juan Ignacio Varela Gilabert para encargarle la gestión de Delegada Local de la Sección Femenina.

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Durante una visita de Carmen Polo, la esposa del dictador Franco, a SAFA. Milagros es la tercera por la izquierda, de la fila superior, destacando por su altura.

Allí hicimos una buena labor. Enseñamos a cocinar, a coser, a bailar, a hacer gimnasia a muchas jóvenes de El Puerto”. Se trataba de la prestación obligatoria del Servicio Social. Aquella organización, donde además se impartía doctrina del régimen político, duraba entre tres y seis meses, en función de que la cooperante tuviera o no bachillerato. Muchas prestaron sus servicios en el comedor de San Agustín, el Asilo de Huérfanas, las Hermanitas de los Pobres, posteriormente Afanas, etc. Recuerda Milagros los Cursos de Socorrismo que, cada tres meses, se impartían a los distintos ‘reemplazos’ femeninos por el Dr. José Joaquín Muñoz Bela, padre de nuestro paisano Joaquín Muñoz Manzanera.

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En una Fiesta de Disfraces en el Club Náutico, el 18 de agosto de 1962. Milagros, arriba en el centro, iba disfrazada de Srta. Rotenmeyer. Sus alumnas, su pandilla de siempre, de izquierda a derecha empezando por arriba eran: Teresa Martínez Govantes, Chica Pico, Milagros Govantes, Elisa Govantes y Choni Lassaletta. Debajo, Pilar Nuchera, Pilar Martínez Govantes, Charo Villar (+) y Marina Rábago. (Foto Rafa).

Finiquitado con la transición política el Servicio Social, fue transferida, al depender del Ministerio de Cultura, a Deportes. Y allí estuvo destinada en lo que fue la OJE (Organización Juvenil Española) y hoy es sede de la Delegación Municipal de Deportes, en la calle Valdés. Concluido ese periodo finalizó su actividad en el mundo laboral en la Biblioteca Pública, hasta que se jubiló a los 63 años –hace ya 18- en las dependencias de dicha biblioteca situada en la Casa de la Cultura, donde tuvo como compañeras a Pilar Alcina, directora y Ana María.

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Toda una maestra en el baile 'por lo fino' o 'agarrado' la vemos en la Sala de Fiestas 'El Oasis' haciendo de pareja, a la izquierda, de su cuñado Pepe Alonso y a la derecha con un norteamericano bastante más alto que ella, como se puede apreciar en la fotografía.

CRUZ ROJA ESPAÑOLA.
Milagros ha sido voluntaria, durante más de 30 años de la Cruz Roja Española. Cuando se jubiló, acostumbrada a una febril actividad, estuvo colaborando con la vivienda asistida para ancianos que dicha entidad benéfica mantuvo en la calle Nevería. Allí les alegraban la vida, les buscaban novios, los casaban, les cantaban, le arreglaba las uñas a las señoras, … Les hacía feliz, en definitiva, sus últimos años de existencia. Considera que fue un error encerrarlos en un piso ya que los ancianos necesitaban el jardín del que disfrutaban en aquella casa.

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SM. el rey D. Juan Carlos, Milagros Govantes, desconocidos, SM la reina Doña Sofía y Joaquín Calero Muñoz, al fondo a la derecha, Antonio Caraballo Crespo. La fotografía está tomada en 1976, en la Plaza de los Jazmines, cuando los reyes recorrieron España visitando los distintos pueblos. Por cierto se comentó que, en un apretón de manos SM el rey, perdió el anillo del dedo izquierdo.

LA FERIA DE PRIMAVERA.

milagrosgovantes_ferrera_puertosantamariaEra y es una gran aficionada a la Feria, ¡ojú! donde cantaba flamenco –no existían aparatos de megafonía en aquellas Ferias de Ganado- y bailaba y enseñó a bailar a muchos. Recuerda que con el locutor de Radio Puerto, Fernando Durán, con nótula propia en Gente del Puerto núm. 227, se hartó a bailar sevillanas. Aunque también enseñó a bailar ‘agarrados’ o ‘por lo fino’ a otros tantos, entre ellos a Fernando Gago. (En la imagen de la izquierda, bailando con Eleuterio Ferrero, quien sería Químico de Volpa y de Bodegas Terry). En las ferias llegó a bailar con el famoso Pepe ‘El Escocés’, también con nótula propia en Gente del Puerto num. 119. La verdad es que siempre bailó con gente peculiar: si era más alto que ella, si era de fuera, si no sabía, ese seguro que bailaba con Milagros. Bastaba escuchar “-¿A que no eres capaz de sacar a bailar a ese?”, para que nuestra protagonista se dirigiera al interfecto y lo pusiera en la tesitura del baile. Y bailaba ¡of course! En cierta ocasión, en la Feria llegó a bailar con nuestro querido amigo Manolo Lojo y les corearon las sevillanas “Me casé con un enano, salerito, pa jartarme de reir”, dada la desproporción de las estaturas. Eso si, nunca necesitó una copa para cantar o bailar. Con una bastaba ya que el sentido del humor, de pasarlo bien, de animar y animarse, lo llevaba dentro.

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En la Feria de Primavera, Choni Lassaletta, Marina Rábago, Pepe Alonso, y desconocida. Abajo, Carmen Gaztelu, Milagros, desconocido y Monchi Merello. 5 de Mayo de 1964. La fotografía está realizada por un fotógrafo ambulante: F.S. Gordon.

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Milagros, en pleno baile de Sevillanas con Jesús Ruiz Aragón. Feria de Primavera de 1964. 5 de mayo. (Foto: F.S. Gordon)

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En el pescante, llevando las riendas, Milagros Govantes, a su lado su cuñado, José Alonso Martín; dentro de carruaje; Choni Lasaletta del Salto, Eloisa Govantes Pico,  Marina Rábago Vega y  Monchi Merello. En esta instantánea conduce una manola alquilada.

Como conocía el mundo del caballo, a la Feria solía ir con sus amigas conduciendo la ‘manola’ de Victoriana Díaz Molleda,  tirada por un mulo. Y en cierta ocasión –recuerda- fueron rodeadas por un grupo de jóvenes motoristas con ganas de requiebros, con tal mala fortuna que espantaron al semoviente.

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En la Feria, Milagros Govantes, esposa de Gómez de Ramón y Eloisa Govantes.

DE VIAJE, POR ESPAÑA Y EL MUNDO.
Milagros se ha divertido, sanamente, cuanto ha podido y más: “--me apuntaba a un bombardeo”. Se ha reído de su físico –su estatura- y ha hecho sonreír de buen grado a las reuniones con sus amigos, con quienes ha compartido momentos  inolvidables, en Ferias, fiestas privadas, de viaje… Ha recorrido medio mundo: toda España, Europa, Norteamérica y Sudamérica, y hasta Japón, donde en una plaza empezó a cantar ‘Y Viva España’ siendo rodeada por los nipones que allí se encontraban y corearon con ella la canción, dada la afición japonesa por la cultura y el folklore español. En Viena, cantó y gustó tanto que le salió un contrato –que rechazó- para actuar en la capital austríaca.

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Milagros, en una instantánea reciente, en el salón de su domicilio.

Sostenemos que el sentido del humor alarga, entre otras cosas, la vida y Milagros lo conserva impecablemente. A sus 81 años no ha perdido un ápice de esa actitud , aunque se lamenta –en privado- de algunos achaques que no vamos a reproducir aquí. Milagros ‘tiene de todo’ pero sobre todo tiene unas ganas de seguir siendo esa persona abierta que ha ayudado a todos y que, como todos los tímidos y creánme que en el fondo lo es, supera, dando pasos por delante de los demás. Los buenos pasos de baile de la porteña criada en Osuna, Milagros Govantes Pico.

La ciudad la ha despedido en la Prioral. Descanse en paz.

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