La Doctora Oriente, que tiene un apellido exótico, como de quiromántica o adivinadora del futuro, es Licenciada en Medicina y Cirugía, y su especialidad es la Oftalmología. Vive entre nosotros desde hace 29 años: 1979.
Doctor Oriente (in English, East, as in Middle East), who has an exotic surname, worthy of a palmist or fortune teller, has a degree in Medicine and Surgery, and her specialisation is Ophthalmology. She has lived here in El Puerto for 29 years, since 1979.
Natural de Algeciras, estudió la licenciatura en Madrid, allí se casó y allí nacieron sus hijos, pero necesitaba el mar como referencia -todos los años se involucra muchos días seguidos navegando- cuando deja a un lado sus obligaciones como oculista. Lourdes Oriente Guarido, persona de profundas convicciones: en lo que cree, cree y lo manifiesta con seguridad. Es una profesional de la vista. De la vista de uno. Es un privilegio que sea imputual en una cita en la consulta: siempre dedicará el tiempo necesario -el que haga falta- con el paciente de turno. Usará técnicas de siempre y medios electrónicos e informáticos de ahora. Pero sobre todo una larga experiencia de formación continua y de ver a muchos, muchísimos pacientes a diario, en jornadas interminables: la que los pacientes necesitan, dándoles a cada uno tiempo, mucho tiempo, sabios consejos y profesional prescripción.
«La vista es el sentido más ávido. La pupila del ojo se dilata o se contrae in-vo-lun-ta-ria-men-te por lo que gusta o disgusta. El hombre tiene cerebro óptico. Los gestos, los ademanes, la mímica, las expresiones de lo movible y de lo fijo, el contorno, los relieves, las contexturas, las formas, las líneas son de la visualidad. El sueño es óptico. Dormidos soñamos sucederes ópticos, soñamos imágenes. Ansioso de ver el hombre amplió la capacidad de sus ojos, hizo visible lo invisible, con el telescopio acercó lejanías, con el microscopio agrandó lo pequeñísimo. El sentido de los viajeros es la mirada. Tal vez sea el único sentido viajero. Se viaja con máquinas fotográficas para duplicar la mirada, fijar el tiempo y mostrar o vivificar lo que se ha visto.
Se “habla” con los ojos. La mirada es entregadora: declara el secreto de los demás sentidos, de los sentimientos, de las emociones, de las intenciones. Por la mirada y no por el oído escuchador sabemos del agrado o del tedio de quien escucha. El alma se refleja en los ojos, decimos. De ningún otro órgano somos capaces de afirmar que refleja el alma.» (P. Turina).