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Parada de Coches de Caballos en la Plaza de Isaac Peral, camino de la Feria.

Permitidme que me suba al pescante de un coche de punto y que me aúne y me mezcle con los Potoco, los Cuín, los Moros de Sanlúcar; con los Naterros y los  Canarios, de Chipiona; los Juan Lanas de Rota; los Benito, Amalio y El Coreano, de Jerez: con Poquito y El Sanitario, de Cádiz... que arriban con sus milords, sus manolas y sus jardineras, traídas por caminos de arena, con un jaco de reata para refresco, para terminar sentando sus reales en la rinconada de La Campana o en la Plaza de Peral, que --a pesar de los pesares--todavía guarda un olor mixto de estiércol y azahar inigualable. Allí, junto a la acera frontera de la casa de Sánchez-Cossío, la bodega de don Serafín Álvarez y la tienda de El Chico, donde, por cierto, acaban de entrar Perico Lastra, Joaquín Sancho y Luis Fernández-Sanz, que vienen de dejar el palique con Cayetano el de La Alegría , allí, están, digo, como clavados, los coches de Pacurri, del Mellizo, de Juan Ramón, de Navarro, del Sordo Gallego, o de Manolito Ariza, últimos vástagos de las míticas estirpes de caleseros portuenses que ensalzaran Richard Ford, Fernán Caballero o Federico Rubio.

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Cola de los Toros, en el edificio donde estuvo la Caja de Ahorros de Cádiz,  calle Larga esquina  con la Plaza de Isaac Peral. Foto Monclova.

Por la calle Larga, un borbotón de gente, a grupos, va andando, como en peregrinación. Otros hacen cola en la taquilla de los Toros. De balcón a balcón doña Rosalía Tinajero comenta no se sabe qué con Candelaria Leal y Clemente, el guarda, recalca su autoridad a una gitana que ha confundido los árboles de la plaza con los del huerto naranjel. Veo a la puerta de su casa, escamondados, a Enrique, a José Mari y a Consuelito con la oronda tata; y a Chonita Lassaletta con su abuela y su padre, Pepe, derrochando simpatía y gracia; el padre Iñigo, como una exhalación entra en su casa resoplándose con la canoa a modo de abanico...; se oyen los rítmicos y acompasados cascos de un grupo de caballos. Son las jacas camperas, cruzadas, que montan Chano y Diego Colón, señores de Las Manoteras, como lo fuera aquel ilustrado y dieciochesco don José Reinoso. Eustasio Torrecillas, Lolo Sánchez-Cossío y Luis Fernando Terry enfilan la calle Larga al paso franco, tranqueando con sus caballos que tiran los mosqueros de oreja a oreja; pasa el milord, tirado por dos caballos bayos, de doña Carmen Noguera Jiménez, la prima de Juan Ramón el poeta de Moguer; de la la Casa Caballero, cruzan la jardinera con las mulas Pescadera, CarboneraLa Chata y, al pescante, Agustín Margallo y el faetón guiado por Joaquín Panales con cuatro caballos del hierro del Infante de Sanlúcar: Pavón, Benito, Milenario y Macarena.
El Coreano, que estaba "en primera", ha cogido un viaje y yo corro turno a ver si me estreno y me incorporo a la caravana. A la izquierda, más allá, veo a Milagros Govantes y a Carmen Gaztelu que toman por asalto la manola de doña Victoriana y vuelven a la mula cara al Paseo de la Victoria. Gente multicolor y varia se jalea con palmas redobladas en corros peripatéticos; otros esperan , en grupos, en los escalones de las casapuertas y aun otros descorren tímida y curiosamente los visillos de los cierros para contemplar el espectáculo.

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Coche de Cabalos al llegar a la Feria de Ganado de 1960.

Por fin me estreno. Invade mi coche una señora gorda, con sus hijas vestidas de gitana que se sientan sobre los arcos de la capota, con sus trajes rebosantes. Arreo a mi jaco. "--¡Látigo atrás!", me dicen. Yo tomo mi tralla y la lanzo amenazante a quien quiere viajar de balde. Me incorporo, riendas en mano, en el pescante, giro, me asiento e inicio mi marcha hacia el ferial. Cubriendo la carrera a los transeúntes, a un lado y a otro de la calle, puestos de turrón, de almendras garrapiñadas, de fruta de Aragón, de coco de La Habana y reolinas que siempre tocan y  "--¡Al rico parisién, compre!" Ampulosa y percherona, Cruz Hernández se asoma a las persianas del balcón de su casa. Al llegar a la calle Espíritu Santo, se incorpora un cortejo de caballistas y amazonas: Fernando y José Manuel Terry, Perico Barbadillo, Cayetano Bustillo y Pepe Ñudi, Loli Caballero, Milagros y Mency Terry. Ellos, de corto, montando a la vaquera, y, ellas, con faldas, sobre monturas de corneta. En la esquina aguarda Juanito Buhigas, auriga en la vagoneta que engancha en tresillo a la calesera. Más adelante, el Tato Quijano se acerca a la casa de don Rafael Fernández de Haro para recoger a Merceditas.

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Caballistas por la Plaza de los Jazmines y el Arco de la Trinidad. Al fondo, la Ermita de los Caminantes, engalanada para la Feria.

En la Plaza de los Jazmines, el pitter de Lamarca, enganchado a la media potencia con cinco caballos del "bocado", por el cochero más fino que vieron los tiempos: Joselito Buhigas, tan menudo de cuerpo, como grande sobre la cuña del pescante, manejando pendones de riendas incontables. Al pasar por la Victoria, el paseo descansa de una recién cerrada velada de noche. Los basureros arriman basuras, papeles, botellas, hollada comida y Luis Espino Pino, riega con el coche del agua, el Hispano-Suiza, para dejar en orden el recinto nocturno. Junto a la portada de las "tías encueras", la ermita pequeña de los Caminantes y la oronda fuente de la que Eduardo Ruiz hiciera manar milagroso el vino. Quietas, de día, las carmelas valencianas, plagadas de figuras variopintas y espejos; la tómbola de las Luisas de Marillac, donde Carmen Pérez, Magdalena Domínguez, Charo Jiménez, Pepita Castro o Paquita y Catana Aquino reparten la suerte en forma de medias botellas y cachivaches inservibles.

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El Cortijo, en el Paseo de la Victoria.

Y el Cortijo, tan blanco, con sus surtidores rocosos, en el que todavía está el eco de Agustín Embuena anunciando a Juanita Reina. "Tadeo" y su caseta y Murga, con la suya y la de la "Peña de los Embusteros", tan dignamente presidida por Luis Benvenuti y en la que hay un pozo de vino que se escancia a cubetas, descansan. El carrito de los sifones y las gaseosas de Rivas, y el otro mayor, de la Cruz del Campo, presa en barriles ovoides de roble, reponen la mercancía allí donde falta. Y el tablado de la música, donde la banda de Rocafull, la más torera del mundo, junto a la del maestro Tejera de la Maestranza de Sevilla, entonó, por la noche, sonoros pasodobles.

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Atracciones en la Feria de 1961.

Al fondo, el penal, el Teatro Chino, el tren de los escobazos, los espejos de la risa, el laberinto, la zaranda, la ola y las cunitas, el carro de las patás y los cochecitos, los Cristobitas y los hermanos canarios, la vaca Paquita, aquella de las cinco patas, cuatro cuernos y tres ubres, descansan hasta el atardecer. Continuará. (Texto: Luis Suárez Ávila).

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Escaparate engalanado por Feria. Al fondo cartel de 1946, original del pintor Juan Lara. Podemos ver, entre mantoncillos y lunares, sobre la mesa tres botellas de vino de González Rico Hermanos. (Foto Colección V.G.L.)

cartelferia_1946_jli_puertosantamariaJuan Lara, el pintor de la luz, fue el “pintor de la Feria” pues nadie como él ha pintado y anunciado tantas veces y con tanta maestría el acontecimiento festivo de El Puerto por excelencia: en 1946, 1947, 1949, 1963 (reeditado en 1987), 1970, 1971, 1972, 1973 y el definitivo de 1989, con el que rompió moldes. Luego se publicaron póstumamente y como carteles de Feria, cuadros suyos pertenecientes a colecciones privadas y cedidos por sus propietarios para las distintas ocasiones en los años: 1995, 1998, 2001 y 2001. Para la Peña La Charanga -la otrora Caseta La Maruja- pintó algún cartel anunciador de la caseta.

A continuación vamos a tener la oportunidad de leer  que piensa el propio pintor, --entremezclada con su producción ferial--, el propio Juan Lara sobre la Feria, los carteles y la pintura, en una reflexión desnuda, compartiendo sus pensamientos, sus puntos de vista, como tantas de aquellas que le gustaba hacer en vida. (En la ilustración de la izquierda, el primer cartel que pintó Juan Lara para la Feria de 1946 y que aparece recogido en la fotografía superior que inicia esta nótula).

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Carteles de Feria correspondientes a los años 1947 y 1949. Juan Lara.

LA FERIA Y EL ARTE DE LA PINTURA.
«Existe un gran paralelismo entre una y otro, el colorido, la luz, la alegría, el festejo se prestan a innumerables interpretaciones, si bien hay que cuidar mucho el acierto, pues siendo todo lo popular, el público entiende lo que se le quiere “decir” y están prestos a críticas ácidas que al artista le duelen en lo más hondo. Pero así son las cosas públicas y así es en la pintura, en el toreo y en todas las manifestaciones análogas. Por otra parte, cuando la fortuna sonríe, cuando la edición es buena y el pueblo da su visto bueno, la alegría interior nos invade así como una gran sensación de felicidad.

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Cartel de Feria de 1963. Se reprodujo 24 años más tarde en 1987. Juan Lara.

No es tarea fácil el pinar un cartel anunciador de la feria, y pese a que el encargo de efectuarlo se toma con la mayor ilusión y esperanza, pronto se inician los inconvenientes, siendo el principal el que aunque la imaginación vuele hay que decidir un solo tema. Y eso que ahora existe un sistema de reproducción muy moderno y sofisticado, pues antes se limitaban las tintas y otro dibujante técnico tenía que efectuar el trabajo.

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Carteles de las Ferias de Primavera de 1970 y 1971. Juan Lara.

Particularmente yo he tenido la ocasión de hacer unos cuantos carteles, muchos por el procedimiento antiguo y ya los últimos sobre tamaños, tintas y papel modernos. Siempre empleo el procedimiento al guache, que sobre un buen papel bien entelado y terso ofrece unas calidades extraordinarias y admite pintar con la soltura del óleo, pero más limpio y de tonos más brillantes.

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Carteles de la Feria de Primavera de los años 1972 y 1973. Juan Lara.

Empleo y predico que los temas del cartel anunciador de una feria deben ser de suma sencillez, que el pueblo, a quien va dirigido el anuncio, lo entienda rápidadmente, o sea, las estampas cotidianas: los grupos en escenas de bailes o cantes, las copas y toda esa farándula que en sí, es la feria.

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Carteles de la Feria de Primavera de 1995 y 1998. Juan Lara.

Yo no se si volveré a pintar un nuevo cartel, pero se me quedó por hacer alguno de aquellas escenas de las ferias de mi niñez y juventud, aquellas escenas de caballos, ganado en general, aquellos tenderetes del campo del Tiro de Pichón, las escenas multitudinarias de las calderetas a campo libre, donde el buen humor, la alegría y el vino daban el calor y el color a esos días portuenses en fiestas, que terminaban en las Veldadas del Paseo de la Victoria.

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Carteles de la Feria de Primavera de los años 2001 y 2002. Juan Lara.

Y de por medio las corridas de toros, la playa, y tantas y tantas cosas que alegraban el espíritu. Cada uno de los carteles que se han venido publicando, tiene en su sola escena, todo lo que esta fiesta representa y todos ellos merecen el respeto y la admiración del público, porque cada artista quiso y ofreció lo mejor que tenía para solaz y contento de su pueblo, de sus gentes.» Juan Lara Izquierdo.

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“Cartel de Feria”. Óleo de Juan Lara. 1989. Estudio cartel de Feria nº 1, grafito sobre papel 23×21 cms. Estudio cartel de Feria nº 2., carbón sobre papel continuo. 63×83 cms.

“Cuando pintó una de sus obras maestras, el cartel de la Feria de Primavera de 1989, realizó antes dos bocetos previos: las distintas versiones o puntos de vista, los cambios de composición, las detallistas anotaciones en los márgenes, sobre todo en el primero, ponen de manifiesto hasta donde llegaba el estudio de una sola obra, hasta que punto se involucraba en su trrabajo. Para rematar, la prueba de colores que realiza para conocer los materiales que va a utilizar, denota que era un artista completo, que quería dominar desde el dibujo preliminar hasta el resultado final. ¿Con una experiencia de cincuenta años era necesario tanto trabajo? Ni, si Juan no hubiera sido un perfeccionista. Sólo le interesaba, solo le entusiasmaba, la obra bien hecha”. Enrique García Máiquez. Del Catálogo de la Exposición “Juan Lara. Pintor Portuense. 1929-1995? organizada por la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia.

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En la fotografía, tomada en 1980, durante la presentación de las Carpetas «Pueblos Blancos gaditanos y Pueblos Rosas de México», que tuvo lugar en el Banco Exterior de España, actual BBVA, donde en el pasado estuvo la confitería “La Perlita”. De izquierda a derecha, Francisco Arniz, Juan Lara, el entonces concejal de UCD Victor Unzueta Gabiola, recientemente desaparecido, y Rafael Bellvis, el valenciano que, a sus 95 años,  lleva mas tiempo viviendo en El Puerto y a cuya comunidad autónoma se dedica la presente edición de la Feria de Primavera y Fiesta del Vino Fino. Además, Bellvis has ido el porteño nacido en Valencia que ha dado la luz a la Feria, alumbrando el Recinto de Las Banderas a las 22 horas en la que se inauguraba la Velada. Arniz  pintaría el cartel de Feria de 1996.

«En la pintura del maestro portuense el pasado no es destruido por el presente,
sino que sobrevive en ella como una fuerza latente. Juan sabe que ninguna fase de
la historia del arte debe tenerse por irrevocablemente conclusa, y, acertadamente
piensa que la renovación de la pintura, y del arte en general, debe hacerse partiendo
de la tradición y, por tanto, sin renunciar a los grandes pintores del pasado». Francisco Arniz Sanz. De la Carpeta “Pueblos Blancos Gaditanos y Pueblos Rosas de México”. 198o.

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isidorogalvez_puertosantamariaEn este primero de Mayo, los trabajadores, los implicados en la mejora de las condiciones sociales y laborales de todos, los que piensan que se puede conciliar el estado del bienestar con el mundo del trabajo, tienen más presente que nunca, si cabe,  a Isidoro Gálvez líder sindical en la provincia de Cádiz. “Alguien del pasado que todavía es presente”, en palabras del Secretario General de Unión General de Trabajadores (UGT) de la provincia. “Amigo y dialogante en la unidad de acción, desde otro sindicato” dice Federico Pedreño, quien fuera Secretario del Metal de las Comisiones Obreras (CCOO), cuando Isidoro Gálvez ocupaba el mismo cargo en UGT. “Un hombre íntegro, humanamente increíble, que intuía las cosas”, recuerda Elías Py, cabeza visible de UGT en El Puerto. Todos quienes nos rozamos de alguna manera con Isidoro, a lo largo de su vida, nos impregnamos de esa humanidad, de ese sentido de la justicia, de esa forma de ver la vida donde el sol tenía que salir, forzosamente, para todo el mundo.

Isidoro, pionero en el movimiento sindical de la provincia, dejó de estudiar en las Escuelas Profesionales Sagrada Familia (SAFA), desde muy joven por la muerte prematura de su padre. Así, por la mañana trabajaba como auxiliar en el mismo colegio donde estudiaba, y por la tarde/noche en la fábrica de botellas de la calle Santa Lucía, para que su hermano Manolín no tuviera que abandonar también sus estudios. Poco a poco se fue involucrando en los movimientos sociales y entra en las Juventudes Obreras Católicas (JOC), de la que llegó a ser su máximo responsable a nivel nacional, como Secretario General.

esteban_caamano_002_puertosantamariaLa relación con las Hermandades del Trabajo de Acción Católica (HOAC), le hacen conocer a Esteban Caamaño, con quien más adelante militaría en otras organizaciones progresistas, codo a codo. Como responsable de las JOC, es detenido en Madrid en 1972, junto a toda la ejecutiva, pasando más de 3 meses en la cárcel de Carabanchel, quedando en libertad provisional a la espera de juicio, gracias a los buenos oficios de quien sería su buen amigo, el ex ministro socialista Enrique Barón, quien actuó como abogado defensor. En ese tiempo nace su hijo Daniel. (En la fotografia, Esteban Caamaño Bernal, arrumbador, sindicalista y político, quien coincidiría con Caamaño en el parlamento español cuando ambos tenían responsabilidades políticas durante el primer gobierno de Felipe González).

enriquebaroncrespoDos años después, con el momento político convulso, y con las maletas casi preparadas para salir de España, pues tenían noticias de que iban a detener a los activistas políticos y sindicales clandestinos en la provincia, Isidoro se niega a marchar. Jaime San Narciso, el médico, le avisa del avanzado estado de gestación de su mujer, Mariá de los Ángeles Fernández Cortabarría --bilbaína de nacimiento pero porteña por elección--, por lo que decide acompañarla al hospital, donde efectivamente es detenido por la policía del régimen. (En la fotografía, el exministro socialista Enrique Barón, gran amigo de Isidoro y abogado defensor en algunas de sus causas como responsable de la Juventud Obrera Católica. JOC).

logos_uso_ugtAllí nace su segundo hijo, Alejandro, mientras su padre permanece en la cárcel. Ya en la Transición, con el nacimiento de su tercer vástago, José María, las bromas de los compañeros eran constantes aventurando que ese alumbramiento podría traer pareja otra temporada ‘a la sombra’.

Isidoro fue uno de los fundadores de la Unión Sindical Obrera (USO) siendo su Secretario General en la provincia, liberándose a riesgo y ventura, y sin saber lo que iba a cobrar a fin de mes para poner en marcha los mecanismos de protección de los trabajadores, en los difíciles tiempos del cambio de régimen político. Buscó el acercamiento entre los dos sindicatos socialistas: UGT y USO, propiciando la unidad de acción en un único ente. Aquello le costó muchas incomprensiones, rompiendo amistades profundas, pero convencido que era lo mejor para el movimiento obrero organizado. Fue un momento humanamente difícil pero, afirmaba, “había que hacerlo”.

macortabarria_puertosantamariaSu gran intuición, le vino a corroborar un día, que sus convicciones de izquierdas, de lucha sindical le venían por herencia de sangre. En su familia, temerosa por lo que habían pasado durante el anterior régimen, no se hablaba del pasado político, algo por otra parte muy frecuente en las familias represaliadas durante el anterior régimen. Fue su amigo Elías Py, allá por 1992, quien le comunicó, tras investigar en la prensa local de la época: la revista ‘Trabajo’ en un número de 1935, que su padre había sido militante de Izquierda Republicana y miembro del Sindicato Sociedades Obreras Ugetisas, de Cocineros, Camareros y Similares. Trabajó como camarero en los restaurantes “La Burra” y “El Resbaladero”. (En la fotografía su mujer y compañera, María de los Ángeles Fernández Cortabarría).

izquierdarepublicana_puertosantamaria1Por su defensa a favor de la República,  el padre de Isidoro sufrió los rigores políticos del anterior régimen, siendo condenado a muerte, luego conmutada la pena, pasando más de cuatro años en la cárcel. Luego nacieron Isidoro, Manolín y Pepi. Las palabras de Isidoro  “lo sabía” era una muestra más de su intuición, sus convicciones y su contento. Y es que, Isidoro, sabía que no había mejor rama que la que al tronco sale. Nos dejó, hace unos años, siendo miembro de la Ejecutiva Provincial de la UGT, ya jubilado, pero aportando todo su saber para que el porvenir sea mejor para todos. (Autor de la ilustración: Martín. Izquierda Republicana. 1936).

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Acto de la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos. 15 de mayo de 1960. Hace 49 años. De izquierda a derecha: Rafael Carreto Martín Arroyo (tío de Fito Carreto); Manuel Martínez Mel; Alfonso Carreto Martín Arroyo (padre de Fito); Francisco de Bernardo Fernández (Concejal en tiempos del alcalde Luis Portillo Ruiz, 1960-1969); mujer desconocida; Juan Ortega Gómez --aparece en una de las fotos del Colegio de D. Juan “el Cojo”--; Cayetano Gómez López (Tani para los amigos y suegro de Eduardo Nuchera, el que trabajaba en Osborne); Luis Almansa y Manuel García Brotón.  Creemos recordar que tenía su sede en la Calle Luna. En la actualidad se ocupan de sus funciones  las Cámaras Agrarias. (Foto Colección Vicente González Lechuga).

hermandades_gEL SINDICATO DE LABRADORES Y GANADEROS.
Las Hermandades Sindicales de Labradores y Ganaderos eran organizaciones sindicales para la protección y asistencia a los agricultores y los ganaderos mediante un conjunto de organismos de rango local, comarcal, provincial y nacional. Sólo a partir de 1962 y hasta 1980 se creó la Hermandad Sindical Nacional. Como órganos inferiores estaban las Cámaras Oficiales Sindicales Agrarias (COSA, entre 1947 y 1977). Las Hermandades Sindicales Locales surgieron a partir de 1944, al igual que las Hermandades Sindicales Comarcales. Se trata de una organización resultado directo del Fuero de Trabajo y de la obligación de sindicación. Estaban por tanto encuadradas dentro de Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista.

Sus funciones eran muy diversas, como relacionarse con el Servicio Nacional de Productos Agrarios (SENPA), contratar las guarderías rurales, gestionar las básculas de pesos, preparar las cartillas del agricutor, celebrar la contratación de seguros colectivos contra fenómenos meteorológicos como el pedrisco o incendios, etc.

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Feria de Ganado celebrada frente a los terrenos enfrente del actual PRYCA. 7, 8 y 9 de mayo de 1960. Hace 49 años.

cartelferia_1960_puertosantamariaLa complejidad de las estructuras de las hermandades  dependía de la cantidad de agricultores socios de cada una. Destacan la figura del jefe de la Hermandad, la Junta Sindical (asamblea de representantes), o el secretario. Las Hermandades Sindicales Locales solían estar vinculadas a las cooperativas del campo existentes en cada localidad. La hermandades sindicales solían organizar en cada localidad la fiesta de San Isidro, patrón de los agricultores. Desaparecieron como tales entre 1977 y 1980 con su transformación en las Cámaras Agrarias. En trance de desaparición irreversible, el Patrimonio de las Hermandades pasó a depender de las actuales Cámaras Agrarias, organismos dependientes del Instituto de Relaciones Agrarias del Ministerio de Agricultura. Tras una etapa de recelo por su pasado uniformizador y no democrático, los sindicatos agrarios de clase decidieron, con posterioridad, participar en los nuevos órganos de gestión de los asuntos agrícolas.

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“Cuando paso por El Puerto,
lo primero que se ve
al parguela de Perico,
con su nueva mobylette”

(Sevillanas. Anónimo Popular).

mobylette-rural-av89-pPedro Delgado Sánchez, nace en el mismo año de la instauración de la II Republica en la Casa de Roque Aguado, colindando con la Casa-Palacio de Vizarrón o de las Cadenas en la Plaza del Polvorista. Su nombre artístico es el de Perico ‘de la Carlota’ en honor a su madre, por la que sentía un gran amor. Era tal su parecido físico que en los distintos disfraces que utilizaba en Carnaval confundía al personal.  Mucho que ayudó Perico a su madre que se dedicaba al estraperlo para echar un capote a la maltrecha situación económica de años de penurias. Recorrían las calles  para sacarse un dinero. (En la fotografía, Perico con su mobylette, frente al Bar la Ponderosa. Foto Colección AP).

Su cercanía al río Guadalete y el grupo importante de vecinos que albergaba la Casa-Palacio de Cargadores a indias: la de los López Romero, Fernández Galloso, López Tey… que formaban un gran familia hicieron más llevadero su situación de vida ya que la atracción sexual hacia personas del propio sexo le aportó injustamente más de un disgusto. Tiempos difíciles del pasado siglo, la Guerra Civil, la postguerra y prácticamente todo el franquismo con las persecuciones, humillaciones, torturas y abusos a seres indefensos por la poca conciencia en materia sexual de la que no escapó Perico que dio con sus huesos en prisión por otra injusticia.

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Casa Palacio de Roque Aguado, donde nació Perico. (Foto Archivo Municipal. 20.12.1971).

LA INJUSTICIA SOCIAL
Cuentan que iniciado los años 60, en la calle Palacios,  los serenos intervinieron ante una discusión que se armó sobre el amor de un mozo que compartían varias personas afecta a su mismo sexo. De cualquier manera, dicen que los seguimientos de estos agentes públicos eran constantes y que, siempre alertas y a cualquier hora de la madrugada intervenían y hacían redadas. Precisamente a la que me refiero detuvieron a Perico. No tuvo en esa ocasión nada que ver pero las acusaciones fueron dirigidas hacía él…

Lo que ocurrió en aquella casa de la calle Palacios, fue que robaron en la vivienda de un  oficinista del escritorio de una conocida bodega de la Ciudad, y el marrón le cayó a Perico. Resulta que ‘el oficinista’ de referencia, que tenía la misma tendencia sexual que nuestro protagonista, una noche se dio cita con un mozo del que también estaba enamorado Perico. Mientras ‘el oficinista’ actuaba, Perico rondaba su casa pero fue visto por los serenos. Pobre Perico con menos medios económicos que este oficinista de bodegas… Al día siguiente ‘el oficinista’ acudió a la Jefatura de Policía a dar cuenta de un robo en su domicilio. Los serenos informaron que vieron a Perico aquella noche, ya de madrugada, merodeando el entorno, Consiguiente detención y un año de cárcel. Pobre Perico, el mozo disputado en amores fue el ratero, pero ‘el oficinista’ no lo denunció…

Su familia, como no podía ser de otra manera, lo apoyó incondicionalmente que, gracias a la amistad de todo el vecindario, hizo posible que la estancia en la cárcel del Huelva fuera llevadera ya que José Padilla, funcionario de prisiones, emparentado con la familia de Pedro, Milagros y María Palacios, tíos de Francisco Ferrer Palacios, le proporcionó un trato especial por medio de la dirección nombrándolo, habida cuenta de la injusticia cometida, asistente para tareas domésticas.

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Junto al cantil del muelle pesquero de 'esta banda', lindando con la Lonja de Pescados, ayudando a los pescadores, se le puede ver con una buena ‘pieza’ en la mano, parece una breca. (Foto Colección AP).

Trabajó durante una época realizando funciones de carga en la ‘Otra Banda’, margen izquierda del río Guadalete, como empleado portuario y también hubo un tiempo que colaboraba con la gente de la mar en la descarga de los productos pesqueros.

perico_carnaval_puertosantamariaEn su panorama artístico sus actuaciones con los pensionistas del mar y en la Caseta de Chicharito en Real de la Feria, de lo más sobresaliente. Colaborador y muy querido en la Peña ‘La Marea’, donde encontró su segunda casa, su primer presidente Joselito Dandy le ofreció amistad y su comportamiento fue exquisito. Cabe destacar que después de su injusta detención e ingreso en prisión le hizo ser muy reservado y actuaba por libre. Dos excepciones, Sebastian Ganaza Cañas, ‘Ojito’ y su vecino ‘el Pino’. No se fiaba de nadie ni en tiempos de la democracia… Se nos fue a mediados de esta década, pero todavía recordamos su impronta paseando en su Mobylette. Muy enamorado de la playa de la Puntilla y de de las dunas, a donde solía acudir y meditar… La guasa del pueblo en muchas ocasiones buscaba el disparate y Perico, sin pelos en la lengua, decía: «--Soy Perico, 'el de la Carlota. Yo soy maricón, pero tu... Calla, calla mariquita, porque si los pinos hablaran…» (En la fotografía, disfrazado en Carnaval a finales de los años 80 del siglo pasado, maquillado y preparado, muestra un gran parecido con su madre. Foto Colección AP). (Texto: Antonio Carbonell López).

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Primera Comunión en el Colegio La Salle “Santa Natalia”. Foto realizada después de la ceremonia y antes del tradicional desayuno con chocolate que se tomaba en el Salón de Actos, preparado al efecto. La fotografía está tomada en el pequeño patio, ante las escaleras de acceso a los despacho de dirección y secretaría del centro. Año 1965.
Fila superior, de izquierda a derecha: Manolo Morillo, Velarde, Julián Lozano, desconocido, Graván, Selma (hermano de D. Vicente), desconocido, desconocido, Gatica, Barcala, Juan Luis Pérez Sánchez, Juan Carlos Neva, Manolo Benítez, Rafael García Zarazaga, Cañadilla y Pepe Blanca.
Fila de enmedio, de izquierda a derecha: desconocido, desconocido, Arenas (camarero de Romerijo), Luis García Rodríguez (hoy vende cupones de la ONCE en Ubrique), Ángel Acosta Gutiérrez, desconocido, Miguel A. León Aguilar, Enrique, Lechuga, Jarque, Caamaño, Camacho Barba, Ramón Leal Camacho, Ramos, desconocido.
Fila de abajo: desconocido, Posa, desconocido, desconocido, Paco Aguilar Sánchez, Augusto Pacheco, Manolo Selma, Romo, Pepe Ordóñez, los gemelos Luis y Carlos Sánchez (de Ultramarinos la Argentina), Antonio Galvéz Quirós, desconocido, Fernando, desconocido, desconocido, desconocido.
Fila sentados en el suelo: Ramos, Javier Dandy, Alfonso Sevilla, Couso. 7 de mayo de 1964. (Foto Colección JMM).

A continuación reproducimos la misma foto, dividida en dos partes para su mejor visualización.

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Colegio La Salle. 7 de Mayo de 1964. (1)

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Colegio La Salle. 7 de mayo de 1964. (2)

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Colegio de las Carmelitas. Patio de las Palmeras. Fotografía del grupo de niños que realizaban la Primera Comunión, (las niñas estaban a la izquierda, a continuación). De izquierda a derecha, Marco, un inglés que estaba por aquí, José Miguel Romero, hijo del Comandante de los Guardias de entonces, Juan Carlos López Bravo, Vicente Ferrer, Enrique Bartolomé, hijo de D. Enrique, Joaquín Galvez Renedo, hermano mayor de la Hermandad de los Afligidos, José Antonio Español, hijo del que fuera Ingeniero de Obras del Puerto y Javier Beuzón, que trabaja en Osborne de relaciones públicas. Mediados de la década de los sesenta del siglo pasado.(Foto Colección EBL).

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Después de la Comunión, a las puertas de la Parroquia de San Joaquín. Podemos identificar en la fotografía, el segundo por la izquierda, a Juan Poquet. (Esperamos que los lectores nos faciliten información del resto de los protagonistas de la fotografía). Finales de la década de los sesenta del siglo pasado.

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Después de la Comunión, a las puertas de la Iglesia del Convento de las Capuchinas, hoy Auditorio Municipal San Miguel. En la fotografía, podemos identificar el segundo por la derecha sentado, a Camilo González Selma. (Esperamos que los lectores nos faciliten información del resto de los protagonistas de la fotografía). Finales de la década de los cincuenta del siglo pasado.

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agustinmerellodelcuvillo_puertosantamariaAgustín Merello nace en El Puerto el día de los Santos Inocentes de 1942, el 28 de diciembre, en la calle Luna, 40, en el edificio donde hoy se encuentra el Banco Español de Crédito.  Hijo de Agustín y Dolores, nuestro protagonista Agustín, fue el primero de seis hermanos: Rafael, Dolores, Álvaro, Carlos e Ignacio. La familia se fue a vivir mas tarde a la Hijuela del Tío Prieto, en el campo de la Hermanas Rioja. Entre 1949 y 1951 se fueron a vivir al Caserón de los Lasaletta, donde hoy está “Oh Puerto». Era sobrino del poeta universal Rafael Alberti. Estuvo en el Seminario de San Telmo de Sevilla, durante dos años.

Con apenas quince años, en 1958, ya escribía en el desaparecido bisemanario “Cruzados, que editaba la Acción Católica y colaboraba con Pepe Morillo y Hortensia Renedo en la Emisora de Radio del Instituto Laboral, Radio Puerto. Junto a Fernando Gago creando una especie de sociedad juvenil denominada PRAF (Producciones Radiofónicas Agustín y Fernando) que era la que “producía” los programas; aunque, todo hay que decirlo, hasta que Agustín no descubre la magia de la radio por dentro, tenía aversión a la misma. Allí colabora, también, junto con Mari Pepa Nogués, Juanita Salas y María Teresa Renedo. Y sería además, a través de la radio, como conocería a la que sería su mujer, Kitty Pastor.

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Agustín, al micrófono, en la elección de Miss Veraneante, conduciendo el acto en el Club Náutico. A su izquierda, Manolo Pico y a su derecha, Ricardo Carrero.

También, de pequeño, Agustín maquetaba, escribía, dibujaba, un periódico para sus amigos más íntimos, actividad precursora de cual sería su vocación. Además, a sus íntimos amigos, les leía su producción poética -sus poemarios juveniles- y éstos habían de adivinarle si la poesía estaba escrita de día o con la calma del conticinio, con la calma del silencio de la noche.

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Producciones Radiofónicas Agustín y Fernando (PRAF) un a modo de sociedad formada para las presentaciones, para Radio Puerto y hasta para las fiestas del Club Náutico de la que Gago era el Delegado Festejos en los años sesenta del siglo pasado.

agustinmerello_victoria_puertosantamariaCONCURSO REDYGOL
Agustín Merello, organizó y presentó el concurso Red y Gol (REDYGOL)  partiendo de la misma  filosofía del por entonces popular programa televisivo Cesta y Puntos que presentaba Daniel Vindel a mediados de los años sesenta del siglo pasado. Participaron alumnos y alumnas de bachillerato de los distintos colegios de la ciudad. Los partidos se celebraban los fines de semana en el Salón de Actos del Instituto Laboral y las hinchadas respectivas de los centros intervinientes daban colorido al concurso que se mantuvo durante los años 1967 y 68. Cruzados, por aquel entonces, daba buena cuenta de las eliminatorias,  resultados y ganadores. Los campeones y subcampeones de las dos  ediciones fueron agasajados por firmas comerciales y con una una excursión a Ceuta. (El pequeño Agustín Merello, en la desaparecida fuente del Paseo de la Victoria, con seis años, con el bastón y la gorra que de pequeños pedíamos a nuestros padres para sentirnos integrados en la Feria, cuya Velada entonces se celebraba en los Jardines del mencionado Paseo de la Victoria).

agustinmerello_ruidonueces_puertosantamariaDIARIO DE CÁDIZ.
Nuestro protagonista cursó estudios de periodismo y filosofía, empezando su actividad profesional en Radio Jerez y en ABC de Sevilla. Ya en 1972, con el Diario en plena expansión en la provincia, publica en Diario de Cádiz la columna titulada “El verano en su rincón”, con el seudónimo de Damasceno. Dicha columna se transformaría en “El Ruido y las Nueces”, firmada con el mismo seudónimo, primero en las páginas de El Puerto y más adelante en Cádiz, ya luego con su nombre, o más adelante cuando ocupara el puesto de primer Delegado del Diario en el Puerto con “La Fuente de las Galeras».

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Agustín Merello, con su tío Rafael Alberti Merello, el 24 de mayo de 1977, en el Talgo procedende de Madrid en el que acompañó y entrevistó al poeta Rafael Alberti en su regreso a El Puerto, tras 46 años de ausencia.

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Con el Conde de Barcelona, en el yate Giralda.

Es en 1975 cuando entra definitivamente a trabajar en el Diario, donde pasó por todas las secciones, de forma especial por las de ámbito local, siendo responsable de diferentes áreas informativas. Fue informador político, actividad que desarrolló durante los años de la transición política española.

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De izquierda a derecha y de arriba abajo, Pedro Ríos, María José Sánchez, Agustín Merello, Diego Mora, Fito Carreto, José Joly Martínez de Salazar, Manuel de la Peña y Enrique Alcina.

LA DELEGACIÓN DE EL PUERTO.
En 1988 el Diario abre la primera de las Delegaciones en la provincia y la de El Puerto, de la que hizo veinte años de su inauguración el pasado 2008, fue dirigida magistralmente por Agustín hasta que, en 1990 pasó a desempeñar el puesto de Redactor-Jefe. Agustín supo insuflarle a la Delegación de El Puerto el espíritu del periodismo clásico que no desaparece, con certeros comentarios a la actualidad esu columna ya citada de “El Ruido y las Nueces”. Así como información veraz, y crítica cuando era necesario, a la par que entusiasmo en los proyectos de futuro de El Puerto. Casualidades de los números, el 91 es el de la calle Larga donde se encuentra la Delegación, y el del año que se lo llevó la Parca a escribir crónicas de la actualidad del Más Allá.

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Compañeros del Diario, en Cádiz, Emilio López Mompell, José Antonio Pérez Sauci, Agustín y Paco Perea.

Agustín nos dejaba hace ahora justamente 18 años, en la madrugada del 25 de abril de 1991, joven, con 48 años, en el Hospital Naval de San Carlos, después de sufrir una cruel enfermedad --previamente pude hablar con él en una clínica de Pamplona--. Estaba en posesión de la Cruz del Mérito Naval. Sus restos fueron incinerados y sus cenizas fueron esparcidas, por su expreso deseo, en aguas de la Bahía de Cádiz.

Las cenizas tienen alas
y las de Agustín Merello,
vuelan sobre el mar y cantan.

(Francisco Montero Galvache).

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De izquierda a derecha, Rafael Alberti, José Ignacio Buhigas, Agustín Merello y desconocido. En segundo término a la izquierda, Rafael Gómez Ojeda y al fondo, Mario Peluffo, en el Salón de Plenos del Ayuntamient.

JOSÉ IGNACIO BUHIGAS
Recuerda José Ignacio Buhigas, Archivero Municipal y colaborador de siempre del Diario que «Desde el primer día de la Delegación en El Puerto, Agustín Merello nos cautivó con su recuadro  “La Fuente de las Galeras”. Volvía a tener a su ciudad como universo donde desarrollar su pasión por comunicar y en El Puerto quedó decantada la plenitud de su ejemplar trayectoria de integridad intachable. Asumió el compromiso de plantarse con su voz cada mañana en el foro diario de la ciudad y proponer una mirada sobre la actualidad que iba más allá del impersonal lenguaje periodístico y la acercaba, no limitándose a “mostrar la noticia” sino demostrando por qué era importante. Hacía entonces 14 años que se había separado de su personaje “Damasceno”, al trasladar a Cádiz el ámbito inicial de su recuadro protuense “El Ruido y las Nueces”, y muchos mas que lo había hecho de otros como “Alfa Mi” de su entrañable “Cruzados”. Pero esta vuelta a sus orígenes iba a permitirle retomar aquellas divagaciones que tan hondo calaban a fuerza de sencillez. Cambió el título por el de “La Fuente de las Galeras» y, con su nombre por delante, mantuvo en el fondo el credo que lo inspiraba. [...] Aquellas palabras de Agustín, bandera de una información valiente, sin remilgos ni dobleces, que fueron la mejor veta que alimentaba su fuente y aliento de la delegación, siguen ahora --”lejanas” y “vivas” como los retornos albertianos-- ofreciéndose ilusionantes frente a la bochornosa y decepcionante tristeza de una tan extendida prensa lacayo de los poderes.»

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Con Felipe González, Secretario General del PSOE, a su izquierda Germán Álvarez y a la derecha, Agustín.

ASOCIACIONES Y DISTINCIONES.
Vicepresidente  de la Asociación de la Prensa de Cádiz, fue uno de los fundadores de la Agrupación Cultural Portuense “Medusa” y perteneció a la Academia de Bellas Artes “Santa Cecilia”; también a la gaditana Cátedra Municipal “Adolfo de Castro”, a la Asamblea Amistoso Literaria de “Jorge Juan” y al Instituto Español Sanmartiniano. Estaba en posesión del Premio Nacional de Periodismo con motivo del Díade las Fuerzas Armadas 1981 y entre otras distinciones ciudadanas y de diversas entidades e instituciones, poseía la Cruz al Mérito Naval, concedida en 1983.

Cuando ingresó en la plantilla del Diario se trasladó a Cádiz capital junto con su mujer Kitty Pastor Ávila, en cuyo domicilio nacerían sus hijos Agustín y Kitty que es también periodista. Fue miembro del Comité de Empresa del Diario en alguna etapa de su vida profesional.

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Agustín, entrevistando al que fuera obispo de Cádiz, Monseñor Dorado Soto.

PERIODISTA CRISTIANO
Su faceta de cristiano y periodista la ejerció pregonando entre otras a la patrona, la Virgen de los Milagros, en 1988 y ese mismo año el Centenario de los Marianistas en Jerez. El año anterior, en Cádiz, pregonaría a la patrona de la capital, la Virgen del Rosario. También anunció la Semana Santa en nuestra Ciudad en 1990 y, un año antes en Algeciras. Pronunció, igualmente, el pregón a la Virgen de la Esperanza de la cofradía gaditana de Nazareno del Amor en 1990. La hermandad gaditana de “La Borriquita” le entregó a su familia el galardón “Emilio L. Bartús”, que no pudo recoger por su trágica desaparición.

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Con Santiago Carrillo, Secretario General del PCE.

Leer un artículo retrospectivo de Agustín es, como afirma su compañero y amigo Emilio López Mompell: “retroceder treinta años en la realidad cotidiana de aquel Puerto de Santa María, desde la limpia óptica del portuense, periodista y cristiano, con la verdad por delante, ese valor moral en el que decía que había que insistir, ‘porque la demagogia y la dictadura están en permanente estado de amenaza y, de hecho, nos castigan con la mentira, la calumnia y el engaño’”.

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Con Manuel Chaves, Ministro de Trabajo socialista.

NADA NUEVO BAJO EL SOL
Siempre nos ha gustado guardar todo aquello que, en el momento determinado de su aparición, hemos creído de possible interés algún día. Eso nos ha supuesto rellenar estanterías y más estanterías de papeles manuscritos o impresos, de nuestra un poquitín ya larga vida de aprendiz de periodista. La verdad, muy pocas veces hemos hecho uso de ese ingente archivoque tiene algo de ‘vanidoso’, muy poco de práctico y una barbaridad de polvo.
Pero llega un día en que es necesario exhumarlo, porque poderosísimas circunstancias nos obligan a dejar libre los estantes ocupados, y empezamos a resolverlo todo, a reencontrarnos viejas historias que nos llenan de alegría, a veces; otras, nos ponen de un tristón subido; algunas más, nos sumen en la indiferencia más cruel. De cualquier forma, pasan los recuerdos como en una película rancia que tiene defectuosos el dentado y se atasca.
No hemos podido resistir la tentación de realizar el cambio sin asomarnos a aquello con olor a humedad, los bordes ocres y, en los manuscritos, la tinta desvaída, como si nos dijera adios sin possible hasta luego. En un pedazo de papel, una hoja mal arrancada de un cuaderno de rayas, pudimos leer un poema, que tuvimos hasta la osadía de estamparle al pie una ostentosa firma, y la fecha: 1956. Nos pareció algo de ayer mismo y, a la vez, algo de siglos atrás. El verso contenía una correctísima métrica –seguramente estábamos entonces con lo de la preceptiva literaria-, que impidió un desarrollo de la idea con toda probabilidad, ya que apenas si llegábamos a esbozarla, al menos a nuestras entendederas actuales.
También descubrimos nuestros programas de radio, los que con illusion rayana en lo imposible hacíamos en Radio Puerto, sin medios apenas; pero que lograron, entre otras cosas, fuertes sumas de dinero en favor de los damnificados cuando las inundaciones de Sevilla, por ejemplo. ¡Que tiempos! Parece que estamos, en todo lo alto del entonces Instituto Laboral, microfono en mano, con Pepe, Fernando, Hortensia, Javier… Y el teléfono que se ponía ronco y la emisora que nos reventaría de un momento a otro.
Y abrimos las revistas ‘Cruz de Guía’ y los ‘Cruzados’. Con la colección del bisemanario local nos hemos llevado horas y horas, releyendo, sonriendo, alegrándonos, entristenciéndonos al fin.
Nos van a perdonar tanta evocación. En realidad no lo queríamos. Nos hemos dejado llevar estúpidamente por los recuerdos, cuando nuestra pretension era la de sacar a relucir cuantas coincidencias hemos hallado entre los que por entonces escribíamos y lo que ahora, aquí, escribimos día a día. Domo el cupo ha quedado cubierto, les prometemos en próximas ‘nueces’ traer algunos ejemplos. Nada hay nuevo bajo el sol…”
Damasceno
" (Agustín Merello). Diario de Cádiz. 10 de marzo de 1974.

agustinmerello_libro_puertosantamariaLIBROS DE ARTÍCULOS DE AGUSTÍN
Agustín Merello trazó la vida de El Puerto y Cádiz a través de sus artículos, como el de más arriba. Reclamó a los políticos una mayor concienciación de los problemas de la ciudad, que pisaran sus calles para que aprendieran a través de sus baches lo que ocurría dentro de los barrios. Defendió la lucha por la autonomía andaluza y se paró a escuchar a aquellos a los que, durante la dictadura, nadie dio la voz. La Academia de Bellas Artes Santa Cecilia editó una selección de artículos en el año 2004 y la Quorum Editores en el año 2006, una nueva selección efectuada por Ana Rodríguez-Tenorio, Jesús Collantes, Emilio López Mompell y Carmen Morillo, ambos con el título de 'El Ruido y las Nueces", libro que aparece en la ilustración de la izquierda.
Agustín era un ser inmensamente bueno. Su humanidad traspasaba limites insospechados, haciéndonos participativos e importantes ante una sociedad mucha más preocupada por las apariencias que lo que realmente atesorábamos en nuestro interior…

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Con el desaparecido escritor Fernando Quiñones y el mar de Cádiz al fondo.

logo_apcPREMIO DE COMUNICACIÓN «AGUSTÍN MERELLO»
La Asociación de la Prensa de Cádiz y UNICAJA, con el ánimo de hacer honor a la memoria y los valores del periodista porteño Agustín Merello, han convocado ya la XVIII edición del Premio de Comunicación que lleva su nombre para distinguir a profesionales de la información, entidades e instituciones que destaquen por sus valores periodísticos y humanos en el desempeño de su labor. El Premio Agustín Merello de la Comunicación está dotado con 12.000 euros y un diploma acreditativo diseñado por Rafael Alberti y entre otros lo han obtenido la Casa de los Periodistas de París, los periodistas Fernando Orgambides, Antonio Burgos, Colectivo de Periodistas del País Vasco, Francisco Lobatón, Matías Prats, Iñaki Gabilondo, Juan Luis Cebrián, Salima Ghezali, José Saramago, Lorenzo Milá y Fran Lorente, Carmen Sarmiento, Manuel Rivas, Raul Rivero y Ali L’Mrabet, Luis del Olmo, César Antonio Molina y Augusto Delkáder han sido los anteriores ganadores del Agustín Merello.

pumar_reyesEn 1864 llegaron a El Puerto los Jesuitas y fundaron el Colegio que lleva su  nombre. En él, como era habitual en los últimos decenios del siglo XIX, tanto en institutos como en colegios religiosos, existió un gabinete de física, química y de historia natural. El que sirve de base al libro escrito por Juan Carlos Pumar Reyes, fue especialmente rico en especies exóticas, pues El Puerto era punto de desembarco de misioneros que traían ejemplares de América. Además de una brevísima historia del museo, el grueso del libro –que está agotado y espera una reedición- está dedicado a estudiar la colección de peces del mismo. Se trata del volumen  titulado  ‘Museo de Ciencias Naturales del Colegio San Luis Gonzaga. Catálogo de Peces’. Biblioteca de Temas Portuenses nº 17. Año 2002. Ofrecemos un artículo resumen realizado por el autor de la publicación para Gente del Puerto.

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Fachada del Colegio de la Compañía de Jesús a finales del siglo XIX.

Las primeras piezas del museo no llegaron a manos de la Comunidad de Jesuitas hasta los años 1865-67, cuando estos se asentaron en el antiguo Hospicio de Misiones de la calle Los Moros, consolidándose entre los años 1875 y 1924. Muchas de sus piezas proceden de familias adineradas cuyos hijos estudiaron en este colegio; otras fueron compradas a principios de este siglo y otras tantas deben su presencia a las antiguas misiones Jesuitas que transcurrieron por América. Paralelamente al devenir de la Comunidad de Jesuitas, la colección de piezas del museo ha sufrido muchos traslados y movimientos que consecuentemente llevaron al deterioro y pérdida de buena parte de sus “reliquias”.

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Alumnos y profesores del Centro, con piezas del Museo de Ciencias de los Jesuitas, posando en el patio del Colegio.

La fundación del actual colegio tiene lugar en 1867. En septiembre de 1868, acababan de llegar desde París grandes cajas y embalajes con algunas máquinas e instrumentos para el Gabinete de Física del Colegio. El museo siempre estuvo ligado a la Sala de Física del Colegio, muy importante debido a la alta innovación y tecnología de sus instrumentos con fines pedagógicos.
Durante la Revolución de 1868, los Jesuitas se vieron forzados a abandonar el Colegio. En este momento, fueron acogidos en casas particulares y en nombre del Estado, se incautaron muchos de los bienes pertenecientes a la comunidad de religiosos de la Compañía de Jesús. No hay nada escrito sobre las piezas de este museo hasta su regreso del exilio en 1875. Existe un inventario de los bienes y pertenencias del Colegio del año 1868 que podemos encontrar en el Archivo Histórico Municipal de El Puerto Sta. María (Actas de la Junta Revolucionaria de 1869 R.B.137).

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Sala del Museo de Ciencias, con mamíferos disecados, incluso de gran formato.

Durante la Guerra Civil, el Colegio fue utilizado como hospital de sangre, ocasión que aprovecharon antiguos alumnos y Jesuitas para trasladar muchas piezas a domicilios particulares. Al finalizar la Guerra Civil Española, se reunieron todas las piezas, volviendo a ocupar su sitio en las antiguas vitrinas, dentro de una gran sala de la segunda planta del edificio y junto a la antigua capilla del noviciado.

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En 1961, las reparaciones del edifico y el traslado del noviciado a Córdoba, propiciaron la sustracción y extravío de algunas piezas singulares de la colección. Diez años después, en 1971 y por readaptación del espacio para el alumnado, se decidió el traslado del museo a cuartos situados en la crujía de la fachada principal. Para ello, se seleccionaron aquellas mejor conservadas desechando muchas otras por su mal estado de conservación, mutilaciones o roturas. Al parecer, se tuvo que prescindir de hasta un 50% del total de las piezas hasta entonces conservadas, incluyendo algunas de gran tamaño e inestimable valor.

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Gabinete de Física del Colegio San Luis Gonzaga.

En 1975, el Padre Luis Conradi S.J. con la ayuda de Fernando Terry Merello, consiguió financiación privada para llevar a cabo una restauración taxidérmica de aves, peces y mamíferos, realizada por el conocido taxidermista sevillano Vicente Gamarra. Desde 1985, esta “Sala de los Bichos”, como denominaban antiguamente y aún citan los maravillados alumnos, se ubica en su sala actual.

En su amplia y diversa colección, se incluyen animales disecados de todo tipo: aves, peces y mamíferos, invertebrados y hasta restos fósiles. Dado que muchas de las piezas son originarias de América, es obvio que muchas proceden de las misiones jesuitas en el nuevo mundo. Éste es el caso de las 214 aves tropicales disecadas que conforman la colección, datadas en el año 1901. Estas aves, que incluye rapaces y aves insectívoras proceden de Centroamérica y han sido determinadas al nivel de especie y catalogadas por el veterinario y antiguo alumno D. José Gutiérrez. Curiosamente, bajo la peana de un pequeño roedor aparece la etiqueta del taxidermista que trabajó el ejemplar en Puebla (México), lo que demuestra tal procedencia de la mayoría de las piezas.

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Laboratorio de Química del Colegio de los Jesuitas.

Los moluscos constituyen una parte muy importante del museo tanto por su número como por la variedad de especies. Esta colección está formada por 1264 gasterópodos marinos, 552 terrestres y 686 bivalvos entre un total de 2502 conchas, fósiles y fueron determinados, clasificados por el Jesuita Luis Conradi según el sistema A.P.H. Oliver (Shell of the World) De todas ellas, 1000 piezas fueron compradas al naturalista francés A. Loffe en el año 1902.
En lo que a mamíferos se refiere, también hay una atractiva colección, precisamente una de las últimas piezas incorporadas fue un leopardo cedido por la familia Terry el día 3 de julio de 1997.

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Esturión del Guadalquivir disecado que se encuentra en los fondos del museo.

Destaca el hecho de que en estos comienzos ya hubiera más de 70 especies de peces “raras” desconociéndose sus nombres (actualmente quedan 49 ejemplares). Un fragmento de esta exposición ha permanecido sin dar a conocer los nombres “propios y comunes” de una parte singular de su colección: los peces, que ha llevado a dedicar tiempo en la determinación y catalogación de estas especies y situarlas en el lugar que se merecen dentro de este histórico museo. Existen 49 ejemplares de las tres grandes clases en las que se agrupan los peces, formando actualmente la colección. Los Ciclóstomos (Mixinos y Lampreas), los Condríctios (Quimeras, Rayas y Tiburones, con esqueleto cartilaginoso) y los Osteíctios (verdaderos peces, con esqueleto óseo).

En lo que se refiere a los peces, al final de este catálogo inventario se cita la sierra de este mismo pez que aún perdura, de la que se comprueba que nunca tuvo el resto del animal en el museo: “Como curiosidades poseen una colección de más de 60 objetos pertenecientes a los indígenas de Fernando Poo... y entre otras cosas una sierra del pez sierra de 0.99 m”. (Texto Juan Carlos Pumar Reyes)

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merengue_puertosantamariaHace unos días en Diario de Cádiz se publicaba la noticia de que se impondría la multa de noventa euros (14.975 pesetas, dicho en cristiano, o 15.000, redondeando), a quienes jugaran a la pelota en la playa e incluso se les incautarían las pelotas. Tamaña medida coercitiva no es nueva, sino bien antigua, aunque, dicha sea la verdad, nunca se ha respetado, ni espero que se respete. No es que yo esté llamando a la desobediencia civil, que a lo mejor lo estoy, pero es que ésto de jugar a la pelota en la playa es beneficioso para la salud del alma y del cuerpo y cantera de gentes que así empezaron, como el mundialista portuense Joaquín. Y, fíjense, adonde ha llegado.

La cosa es que  --se argumenta-- fastidia a los bañistas. Y este hipotético fastidio es bucólico y hasta poético y ha sido inspirador incluso de canciones. Así el cantautor catalán Joan Manuel Serrat, exclama en uno de sus más exquisitos logros: «--Niño, deja de joder con la pelota...», que es todo un tierno "verso-escena". Yo no es que  esté llamando, repito, a la desobediencia civil; es que voy a dar la receta para que  quede totalmente impune la supuesta falta de jugar a la pelota en la playa.

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Merengue, a la derecha, con los hijos de Isabel Merello y Fernando Terry del Cuvillo, en la boda de Milagros Terry, en la Puerta del Sol de la Prioral. El pequeño que aparece a la izquierda es Tomás Terry Merello y el que está a la derecha es Fernando Terry Merello. Década de los cincuenta del siglo pasado. (Foto: Juan Bottaro Palmer. Colección: José Antonio Castro Cortegana).

Si yo le hablo a Vd. de don Jesús Navarrete Cordón, Vd., aunque no sea un "paracaidista", tampoco sabrá de quién estoy hablando. Pero si le digo que me estoy refiriendo a "Merengue", el provecto, ínclito y preclaro guardia de la porra de nuestra ya lejana niñez, junto con Pacuqui, Saborido, Salas, Rafael Camacho, el cabo Penita..., todos bajo el mando del comandante don Tomás Peral, ya barruntará de quién se trata o preguntará Vd. por la persona a la que me estoy refiriendo y le darán detallada y exacta cuenta y razón. Pues bien, "Merengue", el guardia, tenía, además de frenillo, media lengua.

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Niños jugando en la Playa de La Colorá y  a continuación 'El Aculadero', sin construir aún el Paseo Marítimo ni Puerto Sherry.

Cuando nos poníamos a jugar a la pelota, en la orilla de la playa, enseguida aparecía "Merengue", lo dejábamos acercar y, cuando estaba a tiro de piedra, nos tirábamos todos al agua, con la pelota. Desde el agua lo instábamos inmisericordemente a que nos cogiera y el buen "Merengue", uniformado de blanco, con correaje, porra y casco, en la orilla, haciendo como que escribía en una libreta, espetaba, amenazante, en su media lengua: «-- Utede orré, que ontra má orrái, má orre el lapi; e lo onosco a too utede y a zuz [p]adre».
Y, al final, nada, que no se metía "Merengue" en el agua a cogernos; que no nos conocía; que todo era un farol.

granjalamisericordia_puertosantamariaCuando yo era chico, más abajo de “Las Columnas” y más arriba de la Farmacia de Manolo Hörh, en la calle Luna, hubo una lechería, propiedad de Doña Amparo Osborne  Vázquez, Duquesa Viuda de San Fernando de Quiroga, donde se vendían los productos de la Granja de la Misericordia, finca de la Duquesa, en el camino de Fuenterrabía, camino de Mazantini, que se llamaba y, luego carretera de Fuentebravía, a la salida de Vista Hermosa. Dos veces al día, el vaquero, que era vasco, aprovisionaba la tienda de leche y huevos, así que no era raro ver el carro de la Granja, tirado por un caballo, estacionado junto a la acera, en la calle Luna.  A mí me impresionaba la gran cabeza de gallo que estaba pintada en la fachada de la lechería, que se repetía dentro, en la pared del fondo.  Y recuerdo al vaquero trasegando jarras de leche a unos enormes depósitos de donde, en medidas, se sacaba para su venta al por menor. Recuerdo al vaquero bajando del carro  unos enormes canastos, con paja y virutas en que transportaba los huevos.  Recuerdo al caballo, enganchado al carro, parado, quieto, inmóvil, atado  por el ramal de la marteguilla a la argolla que había en el alisar de la acera.

Lo cierto es que el caballo, como todo ser viviente, no era espíritu glorioso y tenía sus necesidades perentorias. Es decir que estercolaba y  orinaba. Todo eso estaba prohibido por un bando de la Alcaldía, pero más que nada, lo que estaba sancionado era dejar los excrementos, sin recoger, en la calle. Para los transgresores desconocidos, los basureros disponían en sus carritos de una espuerta con dos mediopuntos de lata e, inmediatamente, hacían desaparecer lo que las entrañas de los semovientes producían.

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Un borrico de reparto, con su conductor, en una vivienda de la calle Nevería. A mitad de la calle, a la izquierda, el Bar Apolo.

Estoy divagando, pero debo recordar que Don Jesús Navarrete Cordón, o sea el guardia de la porra “Merengue”, tenía media lengua, además de frenillo, era duro de oído y sucintamente versado en  escritura. Ocurrió que el caballo del carro del vaquero de la Duquesa estercoló en plena calle Luna y  “Merengue”, que lo venía observando desde hacía algún tiempo, lo cogió in fraganti.  “Merengue”, de verdad, le tenía ganas al vaquero, porque todos los días, dos veces,  dejaba el “presente” del caballo y se largaba.

Así es que, diligente y altivo, libreta en mano, se dirigió al vaquero para sancionarle: «-- ¡Oia, oia,  oia!  ¿U ombre?», dijo en su media lengua. Y el vaquero le dijo el nombre de corrido, como que se lo conocía de toda la vida: «--Cecilio Procopio Zunzunegui Aguirreberricoechea». «--¿Omo?» , requirió “Merengue”. «–Cecilio Procopio Zunzunegui  Aguirreberricoechea», volvió a responder el vaquero. «–Ma epacio, e no oy ua máguina»,  apostilló “Merengue”.
«--Ce-ci-li-o-pro-co-pi-o-zun-zu-ne-gui-a-gui-rre-be-rri-co-e-che-a», recalcó el vaquero». «--Ueno, e no uelva a ourrí»», resolvió de plano “Merengue”, como quien acababa de conceder un gracioso indulto. Y, metiéndose en el bolsillo de la guerrera la libreta, bien a su pesar, “fuese y no hubo nada». (Texto: Luis Suárez Ávila).

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Fila de arriba, de izquierda a derecha: Francisco Domínguez Ramos, Enrique Gago García, del Bar Pescaíto; Francisco Ramírez Bermúdez, apodado ‘Mosqui’; Benítez, José Contreras López, ‘Ochele el de la Recova’ y Contreras, el taxista. Fila del centro: José Molina Benítez, José Zerola, Sánchez, Benjamin Lora Atalaya, de Muebles Pedregal, Guerrero, Rafael Sevilla López, trabajador de Bodegas Terry y concejal en los gobiernos predemocráticos, José Buhigas Guilloto, empleado de Osborne y actor aficionado. Fila de abajo: Cobo, Chaparro, Antonio Domínguez Ramos, Antonio Gallardo Carvia, conocido por ‘Castañero’; Esteban Caamaño Bernal, arrumbador,  sindicalista y  político; José Camacho Velázquez, Manuel Lora Atalaya, Cordero, Francisco Gutiérrez de Celis y Manuel Fernández. (Foto Rafa. Colección de Isa Lora Pedregal).

El domingo 29 de abril de 1984, el próximo miércoles va a hacer 25 años, un grupo de porteños que durante la Segunda Republica y Guerra Civil aprendieron a leer y escribir en el colegio conocido como de la Academia de Bellas Artes, --en el antiguo Convento de Santo Domingo y luego Instituto de enseñanzas con diferentes denominaciones-- se reunieron y tributaron un más que merecido homenaje a los educadores y enseñantes de aquellos tiempos difíciles de penurias y estrecheces. Los pocos supervivientes, octogenarios en la actualidad, pero con maravillosa lucidez recuerdan a doña Josefa, doña Inés,  don Guillermo, don Sebastian, don Juan Wenceslao, don Antonio de la Torre, pero es la figura del maestro de escuela,  don Salvador Adame Castro a quién encumbran cuando se refieren a sus peculiaridades y añoran sus enseñazas. Las edades de los supervivientes pasan de los ochenta: 85 años, caso de Enrique Gago García, 84 años Rafael Sevilla López,. 82 años, José Contreras López, Ochele el de la Recova y Antonio Domínguez Ramos. Los organizadores  del acto fueron Benjamín Lora Atalaya,  Rafael Sevilla López y José Contreras López.

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Fotografía en el colegio de Bellas Artes, antiguo Convento de Santo Domingo, poco antes de la Guerra Civil, en la etapa final de la Segunda Republica. El maestro de escuela don Salvador Adame Castro en el centro de la fotografía con todos sus alumnos: Salmerón, los hermanos Arniz, Gabriel Cuevas Flores, Carrasco de la Bandera, los hermanos Villarrubia, Luis Gago García, los hermanos Valiente… y los 23 seleccionados por el destino: Francisco Domínguez Ramos, Enrique Gago García, Francisco Ramírez Bermúdez, Benítez, José Contreras López, Contreras, José Molina Benítez, José Zerola, Sánchez, Benjamin Lora Atalaya, Guerrero, Rafael Sevilla López, José Buhigas Guilloto, Cobo, Chaparro, Antonio Domínguez Ramos, Antonio Gallardo Carvia, Esteban Caamaño Bernal, José Camacho Velazquez, Manuel Lora Atalaya, Cordero, Francisco Gutiérrez de Celis y Manuel Fernández.
En la fila cuarta, de izquierda derecha, el niño cuarto con boina es Atienza, quien falleciera en la División Azul. En la fila de abajo, de izquierda a derecha, el penúltimo, flanqueado por Chaparro y Enrique Gago García, es Manuel Carrillo Lucero, con nótula propia en Gente del Puerto.
(Foto Rafa de la Colección de Enrique Gago García).

Comentan que cuando D. Salvador Adame paseaba y transitaba las calles porteñas siempre se le veía leyendo algún periódico ó algún libro percatándose de todo cuanto ocurría a su alrededor, especialmente las travesuras de sus alumnos a quienes al día siguiente, en presencia de sus compañeros, corregía afectuosamente. Cordial, simpático y de extraordinaria calidad humana. Don  Salvador  Adame Castro hizo mas llevadero aquellos años calamitosos, siendo la razón que a estas alturas todavía añoren y viertan más de una lagrima cuando pasan por el Edificio de Santo Domingo.

virginiahernandez_col_puertosantamariaTodos también recuerdan a doña Virginia Hernández López, quien además fue profesora de piano en la Academia de Bellas Artes entre 1923 y 1962… “… me acicalaron y condujeron a la Academia, en la calle Santo Domingo y entré por primera vez y para muchos años por su bonito patio, que mi retina conservó para siempre su forma, su escalera de madera, su salón de actos, sus clases, sus luces y mis oídos escucharon como una magia la campanita de llamada, acordes musicales unas voces de do, re, mi, fa, sol, inexplicables…”  Juan Lara. “Mis Recuerdos”

En el mismo colegio se daba de comer diariamente a más de 100 niños. Un comedor inmenso y muchas necesidades por aquel entonces. Acudían  niños de distintos lugares de El Puerto, además de los más necesitados que estaban en el colegio.

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Recuerdan los últimos años de la Segunda Republica, pero con más claridad, es obvio, la Guerra Civil y conservan en su retina cuando los italianos llegaron a El Puerto durante la Guerra Civil. En la fotografía, las tropas italianas desfilando en la Plaza de Isaac Peral el 1 de octubre de 1938… (Foto: Colección Ramón Bayo).

Algunos de los alumnos del colegio de la Academia de Bellas Artes pudieron continuar aprendiendo en el Centro Católico, más tarde, Colegio de San José y San Estanislao, vulgo La Pescadería.

rafaelsevilla_col_puertosantamariaFRASES Y CITAS.

Rafael Sevilla López: “Gran Profesor, Gran Persona” en alusión a la figura de don Salvador Adame Castro”. “Niño que me está oliendo a pestiño” era la frase que  en ocasiones decía don Salvador cuando no prestaban sus alumnos la debida atención en clase. Rafael recuerda que don Salvador “Era profundamente creyente”.  “Vivía en la calle San Sebastian”

antoniodomingue_col_puertosantamariaAntonio Domínguez Ramos: “Risa, penas, muchas calamidades y con nuestras chiquillerías  contagiábamos e inyectábamos alegría. Era una manera de olvidar el hambre. Incluso nos quitábamos las alpargatas  cuando jugábamos para que no se rompieran… “Me parto el pecho por vosotros para nada…” decía don Salvador cuando se enfadaba.  “Nadie hacia nada, nadie se metía con nadie” cuando veían la imponente figura de don Salvador paseando, leyendo por la calle.

benjaminlora_col_puertosantamariaEl bueno de Benjamin Lora Atalaya siempre preocupado por sus compañeros que nos daba todas las facilidades para comprar los muebles para casa ¡Cuánto lo recuerdo! ¡Que gran persona!”. Benjamín tiene nótula propia en Gente del Puerto, junto a su hija Isa Lora, con el número 105, en el Indice de Gentes de este Portal de Internet.

José Contreras López, ‘Ochele’
: “Todos  buenos maestros, pero don Salvador fue muy especial para nosotros”  “Que pena los compañeros que se fueron prematuramente, uno de ellos cuando la División Azul, creo recordar que era Atienza, otros, ochele_col_puertosantamariamas reciente, nos han ido abandonando…”  “Aquí estamos algunos de nosotros para agradecer desde el recuerdo todo cuanto hicieron por nosotros”

Enrique Gago García, el veterano del Grupo, 85 años, memoria  prodigiosa: “Mi padre  era de Benaocaz, mi madre jerezana, se conocieron en la Playa de la Puntilla y nacimos los ocho hermanos en El Puerto ‘el pueblo más bonito de España’.  Nunca me gustó la política, pero tuve un compañero político, desde entonces, escucho… “Que recuerdos, mi amigo Benjamin, mis enriquegago_col_puertosantamariahermanos…  a Don Salvador todos debemos gratitud, nos enseñó a caminar por la vida, leer, escribir y ser honestos”. Y añade “Antes de dedicarme a la hostelería fui pescadero y las cuatro reglas que me enseñaron en el Colegio de la Academia de Bellas Artes me sirvieron para trabajar por mi familia”  concluyendo que “sería una alegría si me viera ahora don Salvador aquí, en el Bar El Pescaíto, con mi mujer, hijos y nietos que contento se pondría, pero seguro que lo está viendo… ”

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Fotografía en una de las clases del Instituto Santo Domingo el domingo 29 de abril de 1984: Todos unidos, los 23 seleccionados por el destino con la hija de su maestro, don Salvador Adame Castro, Ana que aparece en el centro de la fotografía con el ramo de flores de bienvenida, acompañada de su esposo, Arana que trabajaba en la fabrica de Harina de la calle Postigo, entre ellos,  el sacerdote Anastasio Pérez de Andrés. (Foto Rafa. Colección Enrique Gago García).

El homenaje y la convivencia de tan grata memoria se inició con una misa en el citado centro, celebrada por el sacerdote Anastasio Pérez de Andrés y continuó en el restaurante ‘La Goleta’ donde almorzaron y degustaron las exquisiteces ofrecidas por Juan García, el cocinero que vino de Soria, con nótula propia en Gente del Puerto. A los postres,  Ana Adame, hija de don Salvador, recibió un ramo de flores, agradeciendo emocionada el reconocimiento a los maestros en general, y a su padre en particular.

La amistad forjada en la infancia fue el denominador común para que este grupo de arrumbadores, oficinistas, dependientes, marineros, agricultores, pescaderos, autónomos y pequeños empresarios, curiosamente, 23 alumnos seleccionados por el destino, como si se tratara de una maravillosa Selección, hizo posible llevar a su máxima expresión la frase: “Es de bien nacidos ser agradecidos”. (Texto: Antonio Carbonell López).

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