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Las gentes de El Puerto, las que forman la geografía humana de El Puerto, conocida de vista y al paso, a veces solo por el apodo, son las gentes que hacen «esa humilde enumeración de los aconteceres cotidianos que Don Miguel de Unamuno llamó intrahistoria, no albergan otra ambición que la de desplegarnos la crónica rutinaria de las gentes, los vaivenes de los personajes populares». (Luis Benvenuty. Del prólogo del libro de Antonio Muñoz Cuenca ‘Paisajes y Paisanaje’. /Fotografías: Carlos Pumar Algaba.

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Domingo Rosado Ramírez, en su puesto de La Placilla, delante del Bar Vicente.

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Antonio Rodríguez García, ‘el Bicho’, con su puesto ambulante en el Parque Calderón. Febrero 2008.

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Manuel Jarque Martínez, ‘Chicharito’, ya jubilado de su puesto de conserje del Ayuntamiento. 1998

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‘El Cote’, colaborador habitual en la Taberna de Obregón, en calle Zarza.

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Luis Pinto Corzo, ‘Luichi’, cocinero. Noviembre 2004.

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Ángela, en la calle Larga. Noviembre 2004.

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Adelina La O Lage, con su hijo Joaquín Suárez La O, ‘Manzanita’.

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Juan Vargas, ‘el Salinero’.

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‘Malahechura’ entrevistado por el ganador de Gran Hermano 1, en el año 2000, Ismael Beiro, en la calle Luna.

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Paco ‘Poa’, enterrador. Octubre 2006.

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Una oferta laboral real que cuesta dinero: consta de una jornada de 11 horas diarias, sin transporte ni comida por 350 euros al mes. Es una oportunidad, le dijo su padre, una oportunidad, insistió su madre, una oportunidad, concluyó ella misma.

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Hace seis años, Isabel trabajaba en una tienda de ropa de una gran cadena, en un centro comercial de El Puerto de Santa María. Aquel trabajo se le daba tan bien, y le gustaba tanto, que compensaba con creces los 90 kilómetros, casi dos horas en cuatro trayectos de ida y vuelta entre Rota y El Puerto, que tenía que hacer a diario. Entonces, un buen día, empezó a oír hablar de la crisis como de un animal mitológico, un país lejano, una tormenta que apenas se insinuaba en el inmaculado horizonte de un cielo azul y veraniego. ¿Qué pasó después? Todavía no es capaz de explicárselo. Todavía no ha cumplido 30 años y ya lleva cinco en el paro.

Durante cinco años, el paro ha sido para Isabel un desierto plano e infinito, sin forma y sin relieve, un paisaje absolutamente estéril donde, por no haber, ni siquiera subsiste el espinoso esqueleto de algún matorral seco. Nada por delante, nada a los lados, nada por arriba y nada por abajo, nada. Y no será porque no lo haya intentado. Todos los supermercados, todas las oficinas, todas las tiendas y hasta las farolas de su pueblo, han dispuesto muchas veces de su nombre y su teléfono. Lo demás, que está dispuesta a hacer cualquier cosa, lo que sea, se sobreentiende. Por eso, cuando la llamaron de un hotel de Costa Ballena para ofrecerle una plaza de animadora, ni siquiera se paró a pensar que nunca había hecho nada parecido, que no tenía experiencia para entretener a un montón de niños. Era una oportunidad, así que se arregló, respiró hondo, le pidió prestado el coche a su padre y se fue a hacer la entrevista. Cuando entró en aquella oficina, seguía creyendo que estaba dispuesta a todo. Aún no sabía lo que significaba exactamente esa palabra.

Isabel es joven, atractiva, tiene buena presencia, una voz agradable, así que todo fue sobre ruedas hasta que llegó el momento de pactar las condiciones económicas del trabajo. Después, durante un rato, tampoco pasó nada, porque necesitó algún tiempo para procesar lo que estaba escuchando, y sumar, y restar, y comprender al fin qué clase de oportunidad le habían puesto entre las manos.

–Pero… Si entro a las nueve y media, y salgo a las nueve y media –recapituló en voz alta–, no puedo venir en autobús porque no me encajan los horarios. –Ya, pero me has dicho que conduces y tienes coche. –Sí, eso sí, pero… Claro, son doce horas… –Once –su interlocutor seguía impertérrito, una sonrisa tan firme como si se la hubieran tatuado encima de los labios–, porque tienes una para comer. –Claro –volvió a repetir ella–, pero en una hora, entre ir y volver… No me merece la pena comer en Rota, así que tendría que tomarme aquí un bocadillo. –Claro –el hombre sentado al otro lado de la mesa pronunció aquella palabra por tercera vez–, o lo que quieras. Podrías traértelo de casa, porque el empleo no incluye la comida. –Claro –y nada estuvo nunca tan oscuro–. Pero entre lo que me gasto en gasolina, en comida… –antes de llegar a una conclusión definitiva pensó que todavía le quedaba un clavo al que agarrarse–. ¿Y la Seguridad Social? –Una hora. –Una hora… ¿Qué? –Te aseguramos una hora por cada día trabajado.

Isabel recapituló para sí misma. La oportunidad que le estaban ofreciendo consistía en trabajar 11 horas diarias, sin transporte y sin comida, por 350 euros al mes y una cotización 10 veces inferior a la que le correspondería. No se lo podía creer, pero todavía le quedaba una pregunta.

–Perdone, pero… ¿Esto es legal? Su interlocutor se recostó en la butaca y se echó a reír. –Por supuesto que sí. ¿Qué te creías?

(Esta es una historia real. Isabel existe, y la oferta de empleo que no aceptó, porque trabajar 11 horas diarias casi le habría costado dinero, existe también. Costa Ballena está en la provincia de Cádiz, a un paso de Sanlúcar de Barrameda, que mira a Doñana desde la otra orilla del río Guadalquivir. Para llegar a la ermita del Rocío desde allí, sólo hay que atravesar el Coto, y por eso tengo el gusto de dedicarle este artículo a doña Fátima Báñez, devota rociera, autora de la reforma laboral en vigor y ministra de Trabajo del Gobierno de España). /Texto: Almudena Grandes.

fcamacho_foto_adrian_morillo_puertosantamariaFernando Camacho Moreno es natural de Sevilla. Nació en 1950 y pertenece a la etnia gitana. Llegó a El Puerto con 18 años con su familia, y aquí permanece cuando está a punto de cumplir 63 años. Casado con Carmen Navarro Torres, tienen cuatro hijos.

Fernando, que ha trabajado también en la construcción, es un recolector/vendedor de frutos de la tierra, cuando la tierra los da: en temporada. Lleva mas de 25 años en la Placilla, vendiendo varias clases de productos perecederos, empezando la temporada en primavera con los caracoles, para luego vender higos --chumbos y malagueños o mal llamados ‘moscatel’ que no tienen espinas-- en verano, a continuación en otoño vendrán las castañas, y después echan el invierno con las tagarninas y los espárragos. Y vuelta a empezar. /Foto: Adrián Morillo.

1950

En 1950 era alcalde de la Ciudad, Eduardo Ciria Pérez.  La población de hecho era de 28.300 habitantes, la de derecho 28.368 con un número de 5.595 de hogares censados. El poeta José Luis Tejada refunda junto a otros escritores la revista gaditana de poesía ‘Platero’. Rafael Tardío expone en el Círculo de Labradores de El Puerto. El anterior Jefe de Estado, el dictador Francisco Franco visitaba El Puerto. Nacía María del Carmen Asensio, nadadora profesional y ganador de los pesos pluma de boxeo amateur en 1972, Paco García Serrano. El músico de carnaval Manuel Albaiceta Revuelta.

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En primavera, con los caracoles y las cabrillas. Año 2007, con el inicio de la crisis. /Foto: Fito Carreto.

Su mujer, Carmen, que permanece junto a él en puesto que tiene frente a una de las puertas del Mercado Municipal, la de la Placilla, está deseando intervenir: «--El alcalde tenía que dar más licencias para que se pudieran poner, como antes, más puestos como los nuestros. Hay familias que pueden subsistir con este trabajo, duro pero digno». Y tercia Fernando: «--Pero es que los fruteros se quejan, porque pagan mas impuestos que nosotros». Y continúa su mujer: «--Aquí pagamos 50 euros por un metro de ocupación de la calle, mientras que en Jerez se ponen a vender en la vía pública lo mismo que nosotros, sin costarle una moneda. Que diferencia --o que injusticia-- en tan pocos kilómetros de distancia», sentencia. /Texto: José María Morillo.

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En la actualidad, Fernando y Carmen, delante del puesto de higos chumbos y malagueños (que no 'moscatel' como le gusta afirmar al recolector), en su puesto de la calle de la Placilla, frente a la puerta del Mercado Municipal.

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Fachadas del palacio de Uriarte y Borja, en Fernán Caballero (portada) y calle Comedias.

Palacio del Capitán General Francisco Javier de Uriarte y Borja (ver nótula núm. 169 en GdP), nacido en El Puerto de Santa María en 1753, hijo de un vasco de Azpeitia y de una riojana. Fue marino, llegando a la mayor dignidad de su carrera, es decir Capitán General de la Real Armada Española en 1836. Asistió a la famosa batalla naval de Trafalgar, al mando del navío Trinidad, que fue el que puso fuera de combate al buque almirante inglés en el que Lord Nelson halló la muerte.

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Patio interior del Palacio, cuando era escritorio de Bodegas Osborne.

En 1822 Uriarte y Borja se retiró a vivir en nuestra Ciudad, donde falleció en noviembre de 1842, sin dejar descendencia. En 1983, sus restos mortales, como Capitán General, fueron trasladados desde el Cementerio de El Puerto hasta el Panteón de Marinos Ilustres de  la vecina localidad de San Fernando, en un acto organizado por el colaborador de estas páginas, Luis Suárez Ávila (ver nótula núm. 128 en GdP).

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Planta alta de escritorios de Osborne.

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Otra imagen del Palacio de Uriarte y Borja.

En dicho palacio, donde estuvieron los escritorios de Bodegas Osborne (entre las calles Comedias y Fernán Caballero), se encuentran en la actualidad, tras su destrucción, la sede central de Bodegas Osborne, un edificio moderno para su época, hoy sobredimensionado para el personal que trabaja en las mismas.

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Solar del desaparecido palacio tras el derribo, sobre el que se construirían las actuales oficinas de Osborne.

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Actual sede del Grupo Osborne. /Foto Mata. Año 2002.

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Hotel Doña María, en la calle Don Remondo. Sevilla.

La portada del Palacio Uriarte y Borja, tras el derrumbe, se encuentra en Sevilla, sirviendo de puerta de acceso al Hotel Doña María, en la calle Don Remondo.

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Patio porticado del Colegio de las Esclavas, antiguo Hospital de la Santa Misericordia

Soy portuense nacido en la calle Misericordia, hermano de "Los  Afligidos" con sede en la capilla del Hospital de San Juan de Dios y desde 1981 vivo en Granada, vinculado a la Orden Hospitalaria. ¡Qué cantidad de coincidencias! Estas coincidencias, mi curiosidad y ser médico, me han llevado a indagar el paso de la Orden Hospitalaria por el Puerto.

En el Puerto en el siglo XV existían entre siete y diez Hospitales, uno de ellos era "La Santa Misericordia" dependiente de la "Hermandad de la Misericordia", encargada -al menos desde 1492- de enterrar a los cadáveres abandonados. Un poco después, en Granada en 1539 Juan Ciudad (San Juan de Dios) crea la Orden Hospitalaria al abrir su primer Hospital en la calle Lucena, separando en distintas salas, por primera vez, a los enfermos según la patología. Dicha Orden llega al Puerto, en distintas fechas -entre 1587 y 1605- para llevar tres de los Hospitales portuenses (Santa Lucia, Real de las Galeras -militar- y Santa Misericordia). A finales del siglo XVI de todos los Hospitales que habían en el Puerto quedaron sólo estos dos últimos. A mediados del siglo XVII la Hermandad pasa a llamarse "De la Misericorida y San Carlos Borromeo" situándose -el Hospital y la Ermita- en la calle Juan Canela, entre las actuales Luna y Misericordia.

Cuando el Duque de Medinaceli en 1660 adecentó la Santa Misericordia, lo cede a la Orden Hospitalaria. Tras unos años de convivencia, entre la Orden y la Hermandad, esta última decide marcharse y cambiar de nombre por "la Santa Caridad", con el fin de crear un nuevo Hospital situado en la ribera del río con donaciones de algunos cargadores de indias (Vizarron, Eguiarreta, Valdivieso y Winthuissen). La Orden continuó su labor en el Hospital de la Santa Misericordia en graves momentos para el Puerto, como la Peste de 1819 y fueron el consuelo y el amparo de los portuenses, dentro y fuera del Hospital. Con el gobierno de Mendizabal se ven obligados a abandonarlo en 1835.

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Hospital de San Juan de Dios en desuso. En primer término la Capilla de los Afligidos.

Después de la desarmotización de Mendizabal, el primer Hospital de la Santa Misericordia será Biblioteca y Escuela, hasta que en 1923 fue donado a la Congregación de Esclavas del Sagrado Corazón para crear un colegio, está rehabilitación la costeó el Conde de Osborne y en su capilla yo hice la primera comunión. ¡Otra coincidencia! Y el Hospital de la Caridad, pasó a la Junta Municipal de Beneficiencia, llamándolo "Hospital General de San Juan de Dios" estando al cuidado de la enfermería las Hijas de la Caridad desde 1874. El Dr Federico Rubio lo dotó de material quirúrgico, y años más tarde en 1914 fue rehabilitado por doña Micaela Aramburu. Este Hospital se clausuró hace unos años por el mal estado del edificio. Esperemos que dicho Hospital vuelva a ser una realidad no muy lejana.   /Texto: Pascual Vicente Crespo Ferrer

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A la izquierda de la imagen aparece Celestino de Serdio, el que fuera propietario del Bar Las Cadenas, (hoy lo regenta su hijo), situado en la calle perpendicular al río que parte desde la plaza del Polvorista. En su flanco izquierdo se encuentra el Palacio de Vizarrón o Casa de las Cadenas que da nombre a la calle, donde existen dos accesos secundarios al citado Palacio (hoy semiruinoso y con la parte trasera destruida por la piqueta, la incuria y el abandono secular porteño) una portada sencilla con arco rebajado sin elementos decorativos y otra, más importante, adintelada, con pilastras de sillares de orden rústico sobre esbeltos pedestales, dintel con dovelas en derrame y escultura en la clave. En el flanco de la derecha se encuentra la Casa de Roque Aguado, donde se ubicaba hasta primeros de este año el Bar Playa ‘El Rempujo, regentado por Antonio Sánchez López. Vemos en la imagen también a Cuevas, Sánchez Alonso y Oviedo, entre otros.

elpajarito_traje_puertosantamariaAntonio Flores Morera, 'el Pajarito' nació el 2 de abril de 1954 en la calle de la Rosa esquina con Lechería (hoy Cervantes), cuarto de los ocho hijos que tuvo el matrimonio formado por José Luis Flores Zarzuela --de profesión albañil-- y María Antonia Morera de los Reyes. Con dos años la familia se fue a vivir a la barriada José Antonio y, en la actualidad vive en la Barriada de los Romanos, así llamada por pasar por allí la Vía Augusta o ‘Camino de los Romanos’. /La fotografía de la izquierda es de Miguel Sánchez Ivars (Si Quiero Bodas).

1954.

Ese año de 1954,  caía el 3 de febrero una gran nevada en la Bahía de Cádiz y en El Puerto, propiciando el espectáculo de ver las playas cubiertas de blanco. Era alcalde de la Ciudad, Luis Caballero Noguera. Se inaugura la Base Naval de Rota, construida parcialmente sobre suelo de El Puerto. La población reclusa en la Prisión Central portuense era de 1050 penados. Mientras volvían a España los prisioneros de la División Azul.

Rafael Alberti publicaba el año del nacimiento de nuestro protagonista ‘Baladas y Canciones del Paraná’. Se constituye el Grupo de Empresas Luis Caballero, S.A. Llegan a la provincia de Cádiz los ‘chicucos’ Domingo Marcos Cuevas, Eladio Gutiérrez Quevedo y José María Ruiz Mantilla, fundadores de Eco del Puerto. José Luis González Obregón abría la  taberna en la calle Zarza, en el bodegón de una antigua carbonería. Un grupo de trabajadores de Fernando A. de Terry inician gestiones con la Orden Tercera, para que les sea cedida la imagen de los Afligidos, constituyéndose en cofradía al año siguiente. El 8 de diciembre de ese año procesionó en El Puerto la única Procesión Magna Mariana que se había celebrado, hasta la fecha, en nuestra ciudad.

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La Virgen de Fátima que se custodia en la parroquia de San Joaquín procesionó en la Magna Mariana de hace 59 años, en 1954, el año del nacimiento de 'El Pajarito'.

EL PAJARITO.

El mote de ‘El Pajarito’ viene dado a la familia por su padre, quien, trabajando en una bodega, al hacer los encargos los hacía con mucha rapidez: "--Eres más rápido que un pajarito" y Pajarito se le quedó a él y a su hijo.

De pequeño estudió en el colegio de La Salle y en Cristóbal Colón, cuando era conoció como el  ‘Palenque del Mercado’, allí recuerda a los profesores Heliodoro del Campo Sánchez, José María García Pichel, Manuel Pacheco Albalate, Jorge Ostenero Rivas y otros como D. Victor, D. Jaime, D. Ángel, D. Pedro…

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Patio del colegio de La Salle.

Empezó a trabajar muy joven, su padre tuvo que sacarlo para ayudar a la familia y porque no podía pagar la ‘permanencia’ (un sobrecoste que se le pagaba al profesor por quedarse mas tiempo en el colegio) de tantos hijos. Así, empieza a trabajar en la chatarrería de José Vila Segrellés, en la esquina de la cale San Francisco de Paula con la calle de la Rosa; en la construcción; en el cartón, recogiendo cartones con su padre entre 1963 y 1972; en la fábrica de piensos que existía en La Otra Banda; en Cementos El Carmen; en el campo: cogiendo algodón, castrando la remolacha, en la vendimia y otras labores de viña y con Francisco Peinado Vila en el desguace y chatarra y palés de la Avda. de Valencia. Como podemos comprobar, ‘actividades diversas’ como a él le gusta definir a su dilatada trayectoria profesional.

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Una imagen actual de Antonio Flores Morera 'el Pajarito'.

De joven tuvo el pelo largo, la melena le llegaba a media espalda, pero tuvo que cortarse al hacer el Servicio Militar en Córdoba. Vive solo, aunque ha tenido dos relaciones sentimentales largas, una de ellas con una muchacha marroquí, pero como él afirma «no congeniábamos y para eso es mejor vivir solo», por lo que permanece soltero, y eso que han querido llevarlo al programa de Canal Sur de Juan y Medio.

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Accidente de helicóptero de la calle San Juan, el 18 de septiembre de 2011, en el que intervino nuestro protagonista auxiliando a los heridos y, posteriormente, en un programa de la televisión alemana, concretamente el canal ZDF

En la actualidad se busca la vida como mandadero, recadero o chicuco, que de las tres formas lo llaman: ayuda a las amas de casa a llevar la compra, hace recados o de ‘criado desinteresado’ como le tilda el letrado Serafín Álvarez Campana y Gaztelu.

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Aún recuerda muy ufano su útil colaboración rescatando a los pasajeros del helicóptero siniestrado el 18 de septiembre de 2011 en la calle San Juan --entre ellos a Hugo Müller--, que vio caer. Lo entrevistaron en la televisión alemana ZDF a los pocos días y se presentó enchaquetado en el lugar donde sucedió el accidente, por lo que tuvo ser advertido por los periodistas que se presentara con otro atuendo más informal. /Jocoso cartel que se colocó en una de las ventanas siniestradas tras el accidente de helicóptero de la calle San Juan, a los pocos días del accidente.

Se le puede ver por el Bar Aurora, donde aparca su bicicleta --instrumento de trabajo-- enjaezada con dos banderines de España, y desde allí ejerce sus colaboraciones: cuida la terraza del dicho bar a medio día, entre café y refresco que le ofrece la propiedad; allí come atendido por Carmen Fernández, la mujer del anterior regente del bar, Juan Izquierdo, la cual le trae a diario la comida, menos los domingos cuando nuestro protagonista hace el cuerpo de casa en su vivienda de la calle Habana, en la barriada de Los Romanos. Un hombre feliz entre sus actividades diversas.

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Dos vistas, diurna y nocturna de la Prioral, desde el Bar Aurora.

Otros porteños nacidos el mismo año que ‘El Pajarito’ son Juan Gómez Benítez, Doctor en Ciencias Químicas que ha sido presidente de los Enólogos de España; el ecologista Juan Clavero Salvador; el futbolista internacional Enrique Montero Rodríguez; José Enrique Paloma García, diácono adscrito a la parroquia de San José Obrero; el torero Curro Luque.

Con motivo del centenario de la proclamación por su santidad el papa Pío IX del Dogma de la Inmaculada, el 8 de diciembre de 1854, a través de la Bula ‘Ineffabilis Deus’, se celebraron en nuestra Ciudad las solemnidades del Año Mariano.

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El paso de la Patrona, con su templete, a su paso por el Ayuntamiento.

En la fecha en que se culminaba dicha conmemoración religiosa, el 8 de diciembre de 1954 , hace 59 años, El Puerto asistió a un acontecimiento único que hoy dejará de serlo: una procesión magna mariana con la presencia además de numerosos estandartes y una nutrida representación de fieles y cofrades.

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La imagen de la Purísima de las Congregaciones Marianas, de la Iglesia de San Francisco.

La hasta hoy única magna mariana en El Puerto partió en la tarde de la festividad de la Inmaculada desde la plaza de España, donde se reunieron los ocho pasos integrantes del cortejo, procedentes a su vez desde sendos templos de la localidad.

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La Virgen que se conserva en ela capilla del Colegio de las Carmelitas.

La representación de aquella magna  se iniciaba con la Virgen Inmaculada que se encuentra en la capilla del colegio de las Carmelitas; seguida por la Virgen del Carmen, titular de su cofradía, desde la iglesia de la Concepción; el Sagrado Corazón de María, que se venera en San Francisco y cotitular del Apostolado de la Oración; la Virgen de Fátima, de la iglesia de San Joaquín, y que se encuentra en una capilla lateral de este templo; la talla de los Milagros del Asilo de Huérfanas, hoy colegio de Luisa Marillac, en otra ubicación; la imagen de Nuestra Señora del Pilar que se hallaba en la iglesia del antiguo convento de las Capuchinas de la calle Larga (hoy Hotel Monasterio); la Purísima de las Congregaciones Marianas , también de la iglesia de San Francisco; y cerrando, como presidencia del cortejo, la Patrona de la ciudad, la Virgen de los Milagros, en su templete y que durante la mañana había presidido desde el altar mayor las funciones religiosas de la festividad del día 8 con la llamada "misa del trabajador" a la que asistían cientos de operarios de las bodegas y comercios del centro.

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La Virgen del Carmen del Convento de las Concepcionistas.

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El Corazón de María, también de la parroquia de San Francisco.

La Corporación municipal, que entonces tenía como alcalde a Luis Caballero, desfilaba bajo mazas y por supuesto, en tal cita festiva, clausuraba el cortejo la histórica Agrupación Musical Portuense.

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La Virgen de Fátima de la parroquia de San Joaquín.

La procesión  recorrió Palacios, Larga y al llegar a Peral el primer edil procedió a leer desde el balcón del consistorio la oración oficial del Año Mariano , prosiguiendo el cortejo por Nevería, Luna, Vicario y regreso a la plaza de España. Un momento emotivo fue la llegada a su templo de la Virgen de los Milagros mientras el resto de pasos la flanqueaban en la plaza mientras ascendía la Patrona por la rampa.

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El párroco de la Prioral, Antonio Cías Leiva, a su izquierda con bonete el padre Lobo, Ignacio Osborne Vázquez y el alcalde, Luis Caballero Noguera, colocando la primera piedra. 8 de diciembre de 1954.

Con motivo de la festividad de la Inmaculada de ese año también se colocó la primera piedra del monumento de la plaza de España, que a muchos le recuerda el existente en las proximidades de la Catedral de Sevilla, erigido en la Plaza de España a “Nuestra Señora en el misterio de la Asunción”, según  indica  la publicación local “Cruzados”.

Más información en Gente del Puerto.
221. Bendición del Monumento a la Inmaculada

 

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fatimaruizlassaleta_puertosantamariaFátima Ruiz de Lassaletta nació en Jerez de la Frontera en 1948. Sus primeros veinte años de vida profesional los dedicó a la comunicación y promoción internacional en el sector del vino de Jerez y su brandy. Más tarde, dirigió durante un cuarto de siglo la Fundación del Antiguo Hospital de la Resurrección de Utrera. En ambas etapas se ocupó de restaurar y decorar edificios antiguos: iglesias y capillas, bodegas y casas señoriales. Es desde 2009 miembro de número de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras de Jerez de la Frontera.

Antes de La Ciudad de los Cien Palacios, de cargadores a Indias del XVII a bodegueros del XX, había publicado los libros Casa de abuela (1988), Fogón y bodega (2000), Casas señoriales, bodegas y sabores de Jerez (2006), así como unos cuatrocientos cincuenta artículos publicados bajo el epígrafe "Costumbrista y gastronómico" en el Diario de Jerez.

Viajera, ha recorrido Europa, América y parte de Asia y África, estando especialmente interesada en la gastronomía provincial y del norte de España y de Francia, país este último donde recibe cursos de alta cocina en las diferentes regiones vitivinícolas desde hace una década.

libro_ciudad_100_palacios_puertosantamariaLa Ciudad de los Cien Palacios, de cargadores a Indias del XVII a bodegueros del XX no es un libro de Historia. Más bien es un libro con historias. No es tampoco un libro sobre Arte. Más bien es un libro con arte. En compañía de su autora, Fátima Ruiz Lasaletta recorremos los palacios, las casas señoriales y los recreos de El Puerto de Santa María, "la ciudad de los cien palacios", desde la época de los Cargadores a Indias, en el siglo XVII, a la de los Bodegueros del siglo XX.

Libro de evocaciones y recuerdos, de tiempos idos y de  juventud revivida que servirá al lector para evocar un mundo de sedas y bordados de las  Colonias, de maderas nobles y con olor a  especias, a café de las Indias y a vino Fino. Un libro que da gusto y regusto leer y releer despacio por ser ameno, por recordar el pasado e invitar a los más jóvenes a esforzarse por un presente y un futuro digno de nuestra historia.

Luis Suárez, explica en el prólogo. «Que el Gran Puerto de Santa María fue ‘la Ciudad de los Cien Palacios’ es lugar común y dicho que corría de boca en boa, que utilizaron como título para dos artículos, por los años 1950, en ABC de Sevilla, Pepe de las Cuevas y mi padre, Luis Suárez Rodríguez.»

«Esta obra de cariño --afirma la autora-- a El Puerto de Santa María no ha pretendido ser exhaustiva. Es el fruto de tres veranos de paseos matutinos por el centro histórico de la ciudad fotografiando y estudiando cada uno del medio centenar de palacios y casas-palacios o señoriales aquí recogidos. También es el fruto de horas de lectura frente al mar, en las que me iba empapando de las obras y artículos publicados por historiadores recopilados pacientemente. Y es el resultado, como no, de reflexionar sobre cada fotografía, sopesar mi criterio y mis conocimientos y recordar las pequeñas historias de cuando los habitaron los bodegueros a mitad del siglo pasado, toda vez que mi padre fue bodeguero jerezano --su marca principal fue el Ponche Español-- y decidir que no podía contar y que sí, sin caer en la indiscreción.»

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Luis Suárez, Fatima Ruiz-Lassaleta, el Conde de Osborne y José Mateos de la editorial, durante la presentación anoche en el Salon San Miguel, de la bodega de Mora..

«Para todas las casas y palacios --abunda Luis Suárez-- Fátima tiene palabras halagüeñas y alguna censura por el estado lamentable en que están en la actualidad. Porque Fátima no es sólo una diletante de nuestros nobles edificios y paisajes rústicos y urbanos, sino una activista cabal en su defensa y conservación. Y, en esta ocasión, yo le he prestado mi hombro para llorar juntos nuestra desolación, como los judíos, super fluminem Babiloniae.»

Pedidos a la Editorial Libros de Canto y Cuento, pulsando aquí.

 

 

David regenta la Frutería Virtudes de la calle San Bartolomé, un pequeño establecimiento cercano al Mercado de Abastos de la Concepción. Lleva 15 años con el establecimiento abierto y dice conservar clientes desde su apertura. En el rótulo se anuncia como productos de Conil. Y es que él es de allí. Ahora vive en El Colorao.

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Este es otro ejemplo de esas pequeñas cosas que hacen que vuelvas. Un gesto tan cotidiano como hacer la compra en una tienda como ésta se puede convertir en otra extraordinaria experiencia cuyos protagonistas son las gentes de esta tierra.

David tiene frutas y verduras de buena calidad, de la tierra cuando estamos en época, y yo muero por estos productos, me los llevaría todos. Se me iluminan los ojos con los colores de frutas y verduras, con sus aromas. A mí me ha ganado con dos cosas: avisándome de que no lleve esto o aquello porque ya no está en su mejor momento y no “colándome” nunca una pieza en mal estado, como me ha ocurrido en otros establecimientos, ocultándola entre el resto.

Ahora viene el plus. Aquí no sólo se compra, aquí se respira un poquito de vida portuense auténtica. David tiene charla para todo el mundo. Destila un sano e insuperable humor mientras atiende a sus clientas (en su mayoría), de estar contento con lo que hace. Allí se habla un poco de todo: de la compra, de lo que se va a poner hoy de comer, de la salud, de los hijos, de los novios, del tiempo. En el año y poco que llevo yendo puedo decir que he vivido situaciones puramente surrealistas. Pero da igual; por muy rocambolesca que sea la situación, David sale al paso con una naturalidad pasmosa. Yo me pregunto que cómo lo hace. Las atiende, las escucha, las invita a sentarse en el taburete si ellas no lo han hecho ya por su cuenta, y hasta creo que ellas están encantadas por el ratito que han echado. David no pierde la sonrisa, las anima, las pica para que sigan hablando y se crea un ambiente tan particular que, al rato de estar allí, he olvidado lo que iba a comprar.

Por cierto, la Virtudes que da nombre a la frutería es su mujer, o como él dice con orgullo, la patrona. /Texto y foto: Alberto Reina Blanca

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