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Rafael Pérez Sánchez, alias el Papi, natural de El Puerto de Santa María, era vendedor ambulante. A diario recorría quince kilómetros de playa, vistiendo pantalón y camisa de un algodón blanco inmaculado. Completaba su atuendo una gorra pasada de moda --grande y abollonada como la de los vendedores de prensa de Nueva York de los años veinte--, también de color blanco. Su capacidad de comunicación personal y su empatía con los clientes eran excepcionales. (Texto: A. Núñez. Foto: Fito Carreto).

'El Papi', en la barbería. Vemos reflejado en el espejo a 'el Chigüi'.

... He soñado que las calles se llenaban de señales de prohibido circular a los coches, que las calzadas se convertían en un Peatón-Vao y las aceras para los coches (con sus papeleras, farolas, árboles, marquesinas, cubos de basura y demás tropiezos a esquivar que obligan a ir mirando al suelo en un ejercicio agotador).

La calle Fernán Caballero. Año 2010. /Foto: Eduardo Ruigomez

Los coches patinaban por las aceras de adoquines deslizantes, mientras los peatones pisaban el asfalto de la calzada central con la tracción de un elefante.

Mi sueño no es un hecho real, simplemente un u-turn de 180 grados, un grito digno de Prufrock que aspire a volver del revés en 60 segundos viejos hábitos. (Texto: Eduardo Ruigomez).

(viene de la nótula núm. 1.675)

SEDE EN LA PLAZA DE TOROS.
En agosto de 1.960, el ayuntamiento encarga a los talleres a las escuelas de la Sagrada Familia la construcción de dos puertas de las mismas características y dimensiones que las existentes en la plaza de toros por un importe de 19.800 pesetas cada una, para colocarlas en dos de los bodegones de la misma 48 y 49, y pasar el servicio contra incendios a la plaza de toros, mas concretamente a los bodegones nº 47-48 y 49, junto a las cuadras de caballos, hoy solamente queda al exterior el nº 49.

En noviembre de 1.960 el ayuntamiento aprueba de urgencia por un importe de 45.949 pesetas con 78 céntimos unas obras de adaptación de la carpintería de la plaza de toros, la cual estaba en la entrada principal a la derecha, para acondicionarla como vivienda del conserje de la misma, Francisco Vaca, y dejando las dependencias que este ocupaba, que eran en la puerta principal a la izquierda, al chofer de bomberos José Ortega y a su numerosa familia.

Camión Hispano Suiza.

A principios de 1.961 José pasa a vivir en las dependencias de la plaza de toros, pues el solar de la antigua pescadería se vende para construir las viviendas de La Pescadería --en proceso actual de derribo--, y el Parque de Bomberos pasa a instalase en los bodegones antes mencionados.

El camión Hispano Suiza que tantos servicios le hizo a la Ciudad, y en las que tantas horas de trabajo pasó José, fue sacado a subasta en 1961, siendo alcalde Luis Portillo Ruiz (ver nótula núm. 966 en GdP) y adquirido por la empresa propietaria del parador de Fuentebravía por 36.000 pesetas para el riego de sus instalaciones interiores.

VIVIENDAS EN PRECARIO.
Por aquel entonces todos los bodegones restantes de la Plaza de Toros estaban ocupados por familias sin recursos evacuados de las cuevas de la sierra de San Cristobal por unas inundaciones que hubo, donde mal vivían compartimentándolos con tablones de maderas. En la Plaza nació el popular personaje ‘Luichi’, Luis Pinto Corzo (ver nótula núm. 103 en GdP). Solamente existían 3 grifos de agua potable en la Plaza de Toros, y uno de ellos estaba en el Parque de Bomberos, por lo que siempre estaba lleno de chiquillos y personas para pedir agua para cocinar o lavarse, y José nunca se los negaba. Después, la mayoría de estas personas fueron enviadas a una barriada que se construyo en las afueras de El Puerto denominada Barriada de la Coronación, también conocida como Vietnam, por lo alejado del centro, siendo la actual Barriada de El Juncal. /En la imagen, viviendas en la Plaza de Toros. Foto Rafa.

La Barriada de la Coronación. /Foto Rasero.

UNA GRANJA EN LOS BODEGONES.
Al quedar libres los bodegones de la Plaza de Toros y vista la necesidad que se pasaba en aquel entonces, y dado que en el Ayuntamiento el salario era corto, y tenia que alimentar a su amplia familia, José decidió criar algunos pollos, conejos y cochinos en uno de los bodegones, aunque después les daba pena sacrificarlos y le encargaba ese cometido a algún conocido.

En la fotografía vemos a Pepe 'el Bombero' en la plaza de Toros, con un nutrido grupo de amistades.

Ya entonces, además de José y su hijo mayor José Ortega Valenzuela, entran a formar parte de la plantilla de bomberos su otro hijo Jesús Ortega, Juan Rizo, Juan Galán, Felipe Márquez, , los cuales los vemos es esta foto encima del camión en los bodegones de la plaza de toros, y un joven voluntario llamado Carlos Acal Salado, el cual gracias a su valor en la actuación en un incendio de una vivienda en la calle Larga esquina con Santo Domingo, se le reconoció su mérito y paso a formar parte de la plantilla poco después.

...continúa leyendo "1.676. JOSÉ ORTEGA DOMÍNGUEZ. Pepe ‘el Bombero’. (Y II)"

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Hoy se le rinde homenaje público de reconocimiento, 40 años después del accidente en el que falleció en acto de servicio, a José Ortega Domínguez. Esta es su vida y la del Servicio Municipal de Bomberos, durante más de 20 años: entre los inicios de la década de los cincuenta y setenta del siglo pasado. Esta es la historia de Pepe ‘el Bombero’.

José Ortega Domínguez nace en El Puerto de Santa Maria el 17 de Mayo de 1918 en la calle Cervantes, hijo de Diego Ortega y Manuela Domínguez, es el mayor de una familia de ocho hermanos. La vida de José esta marcada desde muy joven por las penurias de la época, naciendo cuando su padre estaba en el servicio militar, pues según consta, Diego ingresa el 3 de enero de 1.918 en el arsenal de la Carraca hasta 1.922, y los jornales de aquel entonces no daban para poder mantener a una familia por muy corta que fuera.

Cuando José apenas tuvo uso de razón comienza a trabajar cargando camiones de carbón en varias de las carbonerías que por entonces existían en El Puerto, y ya ahí dejo entrever que su mayor ilusión era ser algún día conductor de camiones. Aprendió a conducir en un taxi propiedad de Manuel Rebollo Laynez (ver nótula núm. 1.351 en GdP), que era primo de su madre, y sabiendo la ilusión que tenia José por conducir, se lo prestaba cuando este terminaba su jornada laboral.

Aquí vemos a José frente al taxi de su primo Rebollo.

En cierta ocasión, José,  al no estar muy ducho en la conducción y mientras estaba practicando con el taxi, choco de frente contra a una pared, dañando toda la parte frontal del taxi. Muy apurado y creyendo que ahí se acababan todas sus aspiraciones a ser conductor fue a contárselo a Rebollo, y este, al contrario de recriminarlo, le animó diciéndole que las cosas se aprendían a base de errores, por lo que siguió practicando con el taxi.

Cuando José cumplió los 18 años, tuvo que ingresar en el servicio militar. A los pocos meses de su reemplazo estallo la Guerra Civil y fue destinado al cuartel militar de Peñarroya en Córdoba, y ahí fue donde, y debido a la necesidad que tenia el ejercito de personas que tuviesen idea de conducir vehículos para el transporte de materiales y armamento, José se apuntó voluntario, y comenzó a conducir camiones de mayor tonelaje.

UNA MISIÓN EN LA GUERRA.
Bien entrada la guerra le encomendaron el transporte de material militar a un destino que no hemos podido determinar, pero le dijeron que no fuese por carreteras convencionales, sino por caminos y veredas rurales para evitar que fuese interceptado por el enemigo y decomisado el material, además de ser fusilado al momento. Tenía que hacerlo de noche y con las luces apagadas para evitar ser descubierto por el enemigo, mientras de día tenía que buscar un lugar boscoso para ocultar el camión para no ser descubierto. Debido a lo dificultoso de la misión, José se perdió mas de una vez por los montes y tardó varios meses en llegar a su destino. Mientras tanto, sus superiores, al ver que no daba señales de vida lo dieron por capturado por el enemigo, y posiblemente fusilado en cualquier cuneta, por lo que le transmitieron esa noticia a sus familiares, y en El Puerto se hicieron eco de la desgracia de esa familia, pues José ya era bastante conocido en nuestra Ciudad. Si embargo, su madre nunca perdió la esperanza e hizo una promesa… se pondría un hábito de por vida si su hijo aparecía vivo. Como así fué, y hasta su muerte, Manuela estuvo vestida de negro, como la vemos aquí junto a su hijo en un viaje a Sevilla años después.

Isabel Valenzuela, la mujer de Pepe,junto al vehiculo de transporte del ayuntamiento un Opel Blitz.

LA BODA.
El 19 de Septiembre de 1.940,José se casa con Isabel Valenzuela Rodríguez, una guapa mujer natural de Jerez de la Frontera, con la que tendría un total de 11 hijos, a la que vemos aquí junto al vehículo de transporte del ayuntamiento Opel Blitz. Fijan la residencia familiar en una casa de vecinos en la calle Jesús Nazareno 3, hoy número 8.

CONSUMISTA.
La primera noticia que tenemos de José Ortega como trabajador del Ayuntamiento es del 25 de Septiembre de 1942 en el que se realiza un examen para una plaza de funcionario: vigilante del Servicio de Recaudación --antiguamente llamado Consumista--. José Ortega aprueba esa plaza de funcionario, seguramente estaría trabajando en alguna de las casetas de fielato como la que vemos en la foto que estaban repartidas por las diferentes entradas de El Puerto antiguo, para control recaudatorio y sanitario de la mercancía que entraba en la ciudad. El 3 de Octubre de 1.942 toma posesión del cargo sustituyendo a José Mª. Martínez Montenegro, que hasta entonces cubría dicha plaza como interino. En 1.944 es ascendido a auxiliar del servicio recaudatorio, renunciado a la plaza en el Servicio de Recaudación en 1946. /En la imagen, caseta de Consumista.

CONDUCTOR.
En Diciembre de 1.948 obtiene la plaza de conductor de camiones municipales, en propiedad,  en sustitución del anterior conductor --Barcala--, pero solicita que se le reconozca una antigüedad en el puesto desde el 10 de Junio de 1.946, a lo que el Ayuntamiento accede.  De ahí la renuncia de José a la plaza del Servicio de Recaudación, pues según la documentación existente, ya estaba trabajando como conductor del Ayuntamiento en esas fechas, pero no le fue reconocido hasta que el no lo solicitó mas de dos años después.

Camión de la marca Hispano Suiza, el cual  podemos ver en esta foto detrás de José de pie a la izquierda y Manuel navarro agachado a la izquierda, ambos con boina entre otros como su hermano Diego Ortega Domínguez, de pie segundo por la derecha

...continúa leyendo "1.675. JOSÉ ORTEGA DOMÍNGUEZ. Pepe ‘el Bombero’. (I)"

Los dibujos que presentamos son de Inma Serrano, una profesora sevillana residente en Algodonales que ya ha estado en El Puerto de Santa María  en varias ocasiones recogiendo sus impresiones de la Ciudad y convirtiéndolas en dibujos. Es una Urban Sketchers (USK).

Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, en las que obtiene las especialidades de Pintura (1996) y Grabado (2000). Actualmente trabaja como profesora de Dibujo en el Instituto de Enseñanza Secundaria Fuente Alta de Algodonales (Cádiz) en el que imparte las asignaturas de Educación Plástica, Taller Artístico y Dibujo Técnico en Secundaria y Bachillerato.

Urban Sketchers (USK) es una comunidad global de dibujantes, tanto profesionales como aficionados, que fomenta la práctica del dibujo realizado in situ, en observación directa de la vida urbana y haciendo cuadernos con ellos.

Interior del Bar Vicente. 1.

Interior del Bar Vicente 2.

Miles de dibujantes urbanos (urban sketchers) en ciudades de los cinco continentes se identifican con los principios de la comunidad, nacida en Internet en el año 2007, que se especifican en un manifiesto de ocho puntos traducido a más de 12 lenguas.
Con el lema "Mostramos el mundo, dibujo a dibujo," éstos dibujantes urbanos comparten sus trabajos en Internet a través de blogs y redes sociales.

Plaza de la Iglesia.

...continúa leyendo "1.674. INMA SERRANO. Urban Skectchers (USK)."

Heladería histórica de El Puerto de Santa María. Enrique Soler Mira llegó en 1940 desde Jijona, la capital del turrón para establecerse en Jerez; más tarde su hijo, llamado también Enrique abrió en El Puerto un obrador donde fabricaba los afamados turrones y helados . Hoy es su sobrino nieto, Javier Barbacho el Maestro Heladero que se ocupa de elaborar los productos. Pero... ¿quien no se acuerda de los carritos de helados circulantes por las calles y las playas de El Puerto, en el fútbol, en los toros...?

Actualmente, sus especialidades más famosas son el helado de turrón y el de tutifruti, dos grandes clásicos, aunque van incorporando nuevas especialidades como un helado de tarta de San Marcos, la última incorporación.  También tienen horchata natural y tartas.

Cuentan también con un pequeño despacho en la cercana plaza de la Herrería. En diciembre elaboran también su propia versión del turrón de Jijona, que es muy afamado y buscado por los entendidos.

Si bien siempre han estado en la calle Misericordia, donde se encuentra la factoría de tan deliciosos manjares, también tuvieron durante años abierto, durante los meses de verano, un punto de venta en la calle Larga cuando ésta era la arteria principal del paseo portuense.  Abre desde principios de marzo hasta finales de octubre. Todos los días de 12 del mediodía hasta por la noche. En diciembre abre también para vender sus famosos turrones.

En los años cincuenta y sesenta, para  llegar hasta los últimos rincones, sacó  a la calle un buen número de carrillos de mano, con recipientes para helados de vainilla, horchatas, polos de varios gustos y la fresca granizada. Los trabajadores de estos carrillos y los de los kioscos eran algunos procedentes del reino de Valencia, Castellón y Alicante. Soler también estaba presente en los toros, en el fútbol y en las playas. Había valencianos que también vendían, en estos sitios, helados de Soler, los que ofrecían al público llevándolos a hombros, en unos grandes garrafones.

Actualmente las especialidades de Soler son el helado de Turrón, helado de tutifruti  y en diciembre el turrón de Jijona. 

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Nuevas imágenes de la colección de Puertoguía de seis patios porticados de los muchos que salpican la geografía urbana de El Puerto de Santa María.

Casa del Reloj, denominada así por tener un reloj de sol en su fachada, en la esquina de las calles Cruces y San Sebastián. (ver nótula núm. 468 en GdP)

Imagen reciente del abandonado Hospital Municipal, antigua sede dela Hermandaddela SantaCaridad, por cuyo inmueble han mostrado interés diferentes cadenas a nivel nacional para instalar un hotel entre sus paredes, sin éxito dado el actual momento económico.

Un desconocido patio de una casa en la calle Javier de Burgos, diferenciándose los capiteles de las columnas que generalmente en El Puerto, son de orden toscano.

Lateral del patio del Palacio de Valdivieso (ver nótula núm.462 en GdP), único de los seis recogidos en esta nótula que tiene uso oficial y está restaurado.

Patio de la calle Vicario perteneciente a la familia Monge Reinado, cuya galería cubierta sirve de exposición permanente de pinturas.

Patio dela Casade las Cadenas perteneciente a Don Juan Vizarrón (ver nótula núm. 1434 en GdP) tomada cuando era una casa de vecindad y que aún resiste los embites del tiempo y la especulación. /Fotos: Antonio Gutiérrez Ruiz.

‘Los Gondoleros de Venecia’ fueron en 1966 el Primer Premio de Chirigotas, en su modalidad de provincia, teniendo más valor si cabe dado que el jurado dejó desiertos los segundo y tercer premios.

Los Gondoleros de Venecia. /Foto Fariñas publicada en La Voz de la Bahía.

En aquellas ‘Fiestas Típicas Gaditanas’ (no se les podía llamar Carnaval, estaba prohibido’, tras cuatro meses de ensayos, los porteños consiguieron revalidar, con la letra de ‘La inundación de Chiclana’ original de Federico Rodríguez García ‘el Cote’.Para escuchar el audio de la copla, pulsar aquí. (Desde dicha página se pueden escuchar otras coplas antiguas de carnavaleros de El Puerto.

En años anteriores, en 1963 es cuando, ‘el Cote’ en colaboración con José Camacho Francés ‘Chusco’ obtiene el primer premio por la autoría de ‘El lazo del matrimonio’ interpretado por la agrupación ‘Los Maridos Modelos’. Y en 1965 con la agrupación ‘Los Amigos de la Capa’ obtendrá otro primer premio por la letra ‘Un recuerdo’

Ver más información de ‘El Chusco’, nótula núm. 933 en GdP
Ver más información de ‘El Cote’, nótula núm. 950 en GdP

1966
Ese año era alcalde de El Puerto Luis Portillo Ruiz. En España se votaba el 14 de diciembre el Referendum de aprobación de la Ley Orgánica del Estado, que era un referéndum a Franco, el dictador y anterior Jefe del Estado.
En 1966 el poeta José Luis Tejada será Lector de español y profesor de Literatura Española Contemporánea en la Universidad de Nantes (Francia).

Regreso al Parque Calderón como es habitual cuando acudo a la ciudad. Lo he conocido como un oasis de palmeras canarias. Todas ellas perfectamente alineadas. Y también configurando frondoso vergel, como otrora lo fue el del Conde. Del que nació como prolongación.

Fue un personaje importante, aunque discutido, aquel conde. No sólo en la historia de El Puerto, sino en la del conjunto de la España carolina. Irlandés de origen humilde, pero creso por matrimonio, don Alejandro O’Reilly sirvió con inusitada eficacia a la España ilustrada, aunque sus enemigos no le perdonaron cierto desastre militar en Argel y la devoción que por él sentía el rey alarife. Mariscal de campo en Puerto Rico, gobernador de Luisiana y capitán general de Andalucía, o de la Mar Óceana, fortificó Cádiz. Y re-urbanizó algunos lugares de El Puerto, levantando un puente de barcas que se hundió el día de su inauguración y tintó el Guadalete de tragedia. /En la imagen de la izquierda, Alejandro O'Reillly, en 1722.

Pero después vinieron otros puentes, de madera, colgante y de hierro. Todos con el nombre de San Alejandro, en honor del irlandés, hasta que en los años sesenta se empezó a construir el carreteril de la actualidad que va emparejado a la vía férrea, quitándonos con el tiempo a los que viajábamos en automóvil desde Cádiz el privilegio de ser recibidos por El Corribolo.

El desaparecido puente de hierro de San Alejandro, en honor del conde irlandés.

Despertar ante el reclamo del brandy Centenario. Y sentir tan de cerca la cálida copla de amor que Pilar Paz Pasamar le regaló a la ciudad.

Yo supe que te quería,
cuando atravesé el silencio,
caliente de la Herrería.

Contemplo ahora un segundo puente luminoso de color azul para peatones que parece extraído del estante de un bazar chino. Es como replicar hasta la otra banda del río el blanco poder luminoso de Romerijo, laboriosa familia esta, pero adobado de reluciente y fresca pintura de barco.

Las viejas pilas del último puente de hierro conforman simetría con los estípetes talados de las palmeras dañadas por el picudo rojo. Unos y otros, en la imaginación, conforman el estilóbato de un templo griego, recién iniciada su construcción. O destruido por la historia. Dejemos a cada cual su interpretación. Aunque la tragedia helénica ya había llegado a El Puerto antes con Menesteo, hijo de Peteo y undécimo rey de Atenas. General de las tropas atenienses en la guerra de Troya, y uno de los guerreros que se ocultaron en el caballo burlón, éste monarca se estableció tras su huida, y al perder el trono, en estos márgenes del Guadalete, entonces llamado Criso. Fenicios de Cádiz y griegos de El Puerto guerrearon entre sí. Y siglos después cruzaban amistosamente sus barcos por la bahía repletos de mercaderías.

El río Guadalete 'río del Olvido', antes de su desembocadura, a su paso por El Puerto.

El nombre árabe de Guadalete casa hoy con el mal endémico que sufre desde hace tiempo la ciudad por mor de quienes no la sienten suya. Pues, no en vano, lete procede del griego clásico. Y significa olvido.

Del olvido escribió Cernuda:
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas,
sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Pero también Pablo Neruda:
¡Ay gran amor, pequeña amada!

El picudo rojo llegó hasta aquí por la ruta del té. Originario de Asia, caminó y voló hacia Egipto. Hizo allí estragos. Y la España del pelotazo lo trasladó a esta tierra de cante recio, vinos, toros y caballos, volantes y trajes de luces, dunas y pinos piñoneros, estacas y pesqueros abarbolados, como polizón troyano oculto en baratas palmeras destinadas a disimular con su estampado verde el impacto del ladrillo. Los científicos estiman que el ciclo reproductor de este coleóptero se completa hasta tres veces en un año. Y es tan dañino que cada larva neonata se zampa un metro de palmera. Comparado con lo que se están zampando otros en este país, el picudo rojo es sólo un insecto, aunque acorazado.

La voracidad del corrupto en España no tiene límites porque es mastodóntica. Y ahora, cuando el país se desnuda en los juzgados, comprobamos con rabia (y tristeza) la enorme suciedad que algunas conductas poco ejemplares llevaban dentro.

Muñoz Seca fue asesinado por la envidia y por recordar que España es también comedia. Y Alberti labró su mejor poesía en el exilio argentino, cuando sintió la nostalgia de su arboleda tras el trágico drama de la guerra civil.

En los años 70 conocí al mejor periodista que ha dado El Puerto en los últimos tiempos. Fue en el escritorio de Antonio Cologan. Entre albaranes de Ilsa Frigo, y una vieja velosolex Orbea allí aparcada, Agustín Merello, viejo cruzado e inolvidable amigo, escribía ruidos y nueces magistrales. Eran crónicas sanas que ayudaron a cambiar mentalidades. Y motivaron espacios para que entre todos nos entendiéramos mejor.

Entonces yo disfrutaba de una licencia de ocio que nos había otorgado un ministro de Educación de Franco que se llamaba Julio Rodríguez. Y que nos retrasó el inicio del curso universitario hasta después de Reyes. Me preparaba para empezar la carrera de Derecho en Jerez con mi amigo Eduardo Terry, hoy procurador de los Tribunales. Y desde un teléfono de pared de la casa familiar, la de la plaza de los Jazmines, mandaba yo crónicas deportivas a Radio Popular de Sevilla. Ante la irónica mirada de su hermano Nicolás, después cronista de la causa náutica, y la perplejidad de sus padres al escuchar la entonación que yo hacía de las alineaciones de los equipos de la bahía.

Manolín y Lolo, por el Racing. Baena y Carvallo, por el Cádiz. Galleguito, por el San Fernando. Cuarenta años ya. Eran tiempos hermosos. De felicidad y templanza, pese al dolor que en muchos causaba el régimen. Y su falta de libertades.

Etiqueta de Fernando A. de Terry. Imperio. Cognac (brandy) Español. (Exportado a Montevideo, Uruguay. Importador: Pesquera y Cía.).

Las etiquetas de los brandys del marco llevaban nombres suntuosos. De la regia historia. Y de la empresa colombina. Pero también de la mejor condición humana. Insuperable. Magno. Galante. Oxigenado. Soberano. Y Príncipe. Hoy son palabras en desuso, pero no porque estén vencidas. Si no porque son difíciles de aplicar. O de acompañar. Y es que este país no sólo padece tristeza sino que siente desconfianza.

Juan Ramón, viajero imaginario desde la ventana de un colegio de El Puerto, hace suyos estos latidos:
Han sonado las horas dormidas,
está sólo el inmenso paisaje,
ya se han ido los lentos rebaños,
Flota el humo en los pobres hogares.

El picudo ha sorteado la fuente de las Galeras Reales dejando al descubierto el azulejo de Los Afligidos en su feroz incursión hacia La Puntilla, pero confío en que será derrotado en retaguardia desde los matacanes y saeteras del Castillo de San Marcos por su guarnición de ballesteros sin que haya que emplear la caballería acuartelada en El Polvorista.

Palmeras desmochadas del Parque Calderón.

Hay lugares en El Puerto que sobreviven milagrosamente. Y otros que han traído a nuestros días (y pese a los tiempos) nombres hermosos. Echo de menos el vaporcito amarrado en el cantil del muelle. Y el murmullo, entre chiquitas, de La Burra después de una buena tarde de toros o la difícil captura aérea del pollo fuera de concurso que Manuel Moreno, siempre bajo bóveda, nos ofrecía entre sus apretadas paredes de recortes taurinos. El Ruedo. O Dígame. Ricardo Chibanga. Curro Girón. Bienvenida. Ordóñez. Y el conde de San Remy.

Pero me siento protegido al descubrir que el Liba sigue cobrando el café a un euro. Como protegida está la historia de El Puerto mientras otro cruzado de excelente pluma, mi querido José Ignacio Buhigas Cabrera, siga siendo el archivero de la ciudad desde la métrica soledad del vetusto casco de la bodega Cuvillo.

No hace mucho estuve aquí con un buen amigo: Jaime Paz Zamora, ex presidente de Bolivia. Convinimos tomar unos vinos finos mientras le explicaba los lugares que recorrió José Bonaparte en la ciudad durante el asedio de Cádiz. Quedó impresionado por la tala del palmeral urbano. Y se mostró interesado por esta ruta portuense a la que yo le añadía imaginación. Y escenarios posteriores. Paseamos por el Campo de Guía, antiguo ejido recordado en sus vinos por Gutiérrez Colosía. Y por la calle de los Moros, sede secular de las criaderas y solerajes de las Bodegas Osborne. Hasta alcanzar la Real plaza de toros, el colegio y contemplar tras la verja, cuan estricta observancia, el viejo drago de Caballero. San Francisco, Ordo fratrum minorum.

El Puerto es una ciudad en familia. Que no de familias. Aunque aquí la empresa familiar tiene dimensiones institucionales desde el siglo XVIII, cuando la ciudad se incorporó a la jurisdicción real. Y dejó de pertenecer al duque de Medinaceli. La familia es de lo poco que no se ha oxidado aún en España. También es el socorro de la mayor parte de los que se han quedado sin trabajo. Seis millones ya, acaudillados por el viejo emporio gaditano.

La poesía sosiega. Pero emerge con fuerza cuando tras ella se encuentra un gran poeta. El Puerto es tierra de excelentes poetas. Y este corto paseo sufriría también los efectos de la tala sin la emoción que supone el vivo recuerdo del lírico ingenio de un proel como Tejada:

Una fragata en la ría
y yo con diez bucaneros,
amor, de piratería.

Llegar a tu puerto un día.
Robarte, y hacerte mía...
 ¡Levad anclas, compañeros!

 Que suenan por la Caleta
 voces de carabineros.

Y en el lomo de una duna,
tu padre con la escopeta,
solo ya, frente a la luna.

(Texto original de Fernando Orgambides, leído por su autor en la presentación de su libro Viento de Palabras el 1 de febrero en la Galería Milagros Delicado de El Puerto de Santa María)

Imagen tomada en la actual plaza de las Galeras, entonces Vergel del Conde, en la década de los cincuenta del siglo pasado.

De izquierda a derecha, fila superior: Juan Carlos Benjumeda Abreu, Carlos Casado González, Ángel Ferrer Zamacola, Manuel Pico Ruiz-Calderón, Manuel Pacheco Luque y José Jiménez.

Agachados, de izquierda a derecha, Antonio Gil Ortega, José Luis Pacheco Luque 'Ben Barak' y Victoriano Gil Jiménez. /Foto Colección Vicente González Lechuga.

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