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En la instantánea de Rafa, podemos observar al entonces alcalde de la Ciudad, Manuel Martínez Alfonso (ver nótula núm. 1.051 en GdP) y al ingeniero director de la Junta de Obras de El Puerto --hoy Autoridad Portuaria-- José Antonio Español Caparrós (ver nótula núm. 1.892 en GdP), en el puente de mando del buque de carga que inauguraba el transporte de mercancías entre el muelle comercial de El Puerto de Santa María, en la Otra Banda, y una ciudad italiana cuyo nombre no conseguimos averiguar. /Foto: Archivo Municipal.

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Esta preciosa cancela pertenece a una casa de calle Cielos esquina con Javier de Burgos (Descalzos), actualmente convertida en depósito-almacén. M del C. (Agradecemos a Paco Pérez Selma el retoque fotográfico).

La gente hidalga de siglos anteriores identificaba sus casas con blasones de las armas de su linaje que se colocaban en el dintel de entrada. En el siglo XIX, perdida ya esa costumbre, muchas personas dejaban constancia de si mismo en sus moradas e industrias, identificando de esta forma sus propiedades, incluyendo en la reja de la balconada, y en los medios puntos de puertas y cancelas el anagrama de sus iniciales en hierro forjado.

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Balcón de la calle Vicario; parece que las letras que figuran en el anagrama son “M” y “S”

En nuestra ciudad hay numerosas pruebas de esta costumbre, que han supervivido mas de una centuria la mayoría de ellas, especialmente en casas particulares y en las puertas de algunas bodegas.

Nosotros aquí, sintiendo no poder tratar el tema con la profundidad que se merece, damos a conocer a modo de ejemplo algunos de estos anagramas. /Texto y fotos: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía.

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Balcón de calle San Sebastián. Nosotros interpretamos el anagrama como “ABV” que debía corresponder a las siglas del nombre y los dos apellidos del propietario del inmueble.

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Medio punto de la puerta de entrada a una bodega de calle San Bartolomé (de Cuvillo) con las iniciales “JVC”, letras en este caso, caladas sobre una chapa metálica.

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Medio punto de una de las varias puertas de entrada de bodegas de calle Valdés en las que figura el anagrama con las letras “P” y “H” que creemos corresponde a Pedro Hernández Carrera.

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Medio punto de una casa de calle Larga que estaban restaurando cuando se hizo la foto, a la que faltaba la cancela y se ha deteriorado el anagrama, natural o intencionadamente, hasta hacerlo ilegible.

 

 

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En la imagen, tomada el sábado 21 de febrero de 2015 en el Bar Nuevo Juanito, aparecen, de izquierda a derecha, Rafa y Fernando Rivas Acal, Lupo y Manuel Sánchez Romate (ver nótula núm. 2.285 en GdP). Gente sabia por lo vivido, en animada tertulia en torno a una botella de Vino Fino, donde se hablaron de los temas que les sigue preocupando como ciudadanos a los que les duele de nuestra Ciudad, con el sentido del humor --que nunca falta-- que caracteriza a tan buena Gente del Puerto.

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Procesión de la Hermandad del Santo Entierro y Ntra. Sra. de la Soledad. Año 1906

En la segunda década del siglo XIX, pasada la invasión francesa, la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, con sede en el convento franciscano de la Victoria y una vez recuperada las imágenes de sus titulares que estuvieron resguardadas en el convento de San Agustín para evitar su posible profanación por las tropas francesas que ocuparon parte de las instalaciones conventuales, procesionaba cada viernes santo desde su capilla hasta la plaza pública existente frente a la iglesia Mayor Prioral, transitando detrás de la imagen de un crucificado de larga melena de pelo natural que tenía su capilla, ermita o calvario al borde del camino real, muy cerca del propio convento de la Victoria, entre éste y el comienzo de la población.

Una vez en la plaza, el crucificado, cuya denominación era la de “Cristo del Calvario” se instalaba sobre una especie de montículo artificial preparado al efecto, quedando solidamente plantado para que pudiera sostener dos tramos de escaleras por las que ascendían los frailes quienes, tras desclavar ambas manos, recogían sendos brazos (que eran articulados) sobre los costados, al tiempo que un tercero, desclavaba los pies y con la ayuda de otros monjes, pasando unos lienzos por debajo de las axilas procedían al descendimiento de la imagen de la cruz donde estaba originalmente, depositándolo en la urna que hacía las veces de sepulcro, mientras María, dolorosa en soledad, asistía a la ceremonia desde sus andas.

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Monasterio de la Victoria.

Como es fácil de imaginar, cada viernes santo la plaza de la iglesia, que era al mismo tiempo la plaza mayor de la ciudad puesto que en ella estaba también el ayuntamiento, se llenaba a rebosar y serian también numerosas las personas que acompañasen al cortejo procesional desde la Victoria hasta la plaza de la iglesia, con el titular en la cruz y, posteriormente, el retorno, con el cristo yacente. Hay quien apunta que esta escenificación, que anteriormente a estas fechas se celebraba en el calvario de olivar de la Victoria, tenía lugar en la mañana del viernes santo. Sea como fuese, parece que en este periodo que citamos era la única manifestación pública, aparte los Santos Oficios, que se celebraba en nuestra ciudad durante la semana santa, descendimiento que duró hasta 1835, fecha e la que marcharon los Mínimos del convento, pues aunque existía otra hermandad y con igual sede, la Humildad, restaurada en 1817, todo apunta a que durante este periodo mencionado y hasta muchos años después no realizó la misma estación de penitencia.

lasoledad_aaa_puertosantamariaTampoco hemos encontrado documentación que certifique la salida pública durante la siguiente década de esta hermandad, limitándose sus actividades a los cultos acostumbrados en época de cuaresma y la primera referencia que tenemos del reinicio de su desfile, es del año 1844, fecha en la que los jesuitas ocuparon parte de las instalaciones monacales y regentaron un hospicio allí instaurado, organizando ese año la procesión para la que solicitan permiso municipal (legajo 1020 de Fiestas de Archivo Histórico Municipal) indicando que saldría el Viernes Santo a las cuatro de la tarde de la “capilla de la iglesia del Hospicio” (Monasterio de la Victoria) haciendo estación en la iglesia Mayor y en este caso, posiblemente, lo haría solamente la Soledad y en los años siguientes se incorporaría la imagen del Cristo yacente, reconstituida nuevamente como hermandad, pues la solicitud de permiso de 1847 la realiza la “Hermandad de Nuestra Madre y Señora de la Soledad y Santo Sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo”.

Mediado el siglo, sobre 1852, se construyó una capilla anexa a a iglesia, conectada desde el interior a la que denominaron iglesia de Santa Isabel que debía albergar a los titulares de la hermandad. Parece que dicha iglesia nunca se terminó totalmente pues nunca llegó a cubrirse y, con el paso de los años el ayuntamiento decidió derribarla pues servia de refugio a maleantes y gente de mal vivir.

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Debió salir en procesión la hermandad de la Soledad de forma regular en los años que siguieron, años en los que coincidía en los desfiles de la semana de Pasión con la hermandad de la Humildad y el Vía Crucis del Señor de los Afligidos, hasta 1860 y después, según parece, no volvió a realizar estación de penitencia hasta 1866, fecha en la que salió en procesión a las 16,30 horas del viernes santo, permaneciendo los dos años siguientes en su iglesia, 1867 y 1868, año éste último en el que, al ser desalojados los jesuitas tras la revolución y por efecto de la desamortización, las imágenes titulares pasaron al domicilio particular del mayordomo de la hermandad, que las custodió hasta que, diluidos en buena parte los aires anticlericales imperantes anteriormente, en 1875 se trasladaron dichos titulares a la capilla del Rosario, en la nave de la Patrona, de la iglesia Mayor, actual Basílica menor, quedando desde entonces allí establecida esta hermandad, que es la efeméride que celebro y comento en ésta colaboración.

Años después el primitivo “Cristo del Calvario” será remodelado y adaptado de forma definitiva a su función, pero esa incidencia será objeto de una próxima nótula. /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A. C. Puertoguía.

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5trofeociudaddelpuerto_puertosantamariaEl V Trofeo Ciudad de El Puerto había iniciado su andadura en 1971, con el patrocinio del Ayuntamiento y la organización del desaparecido Racing Club Portuense, siendo uno de los torneos de verano más destacados entre los que se disputaban en España. Se celebraban en el estadio José del Cuvillo. Esta edición se celebró durante las noches del 13, 14 y 15 de agosto de 1976. Reinaba un gran ambiente de optimismo deportivo, tanto en El Puerto como en las ciudades del entorno que participaban con su primer equipo en la quinta edición del Trofeo: Cádiz, Jerez y San Fernando. En el primer encuentro, Cádiz-Portuense, resultaron ganadores los visitantes con una clara victoria de 4-1.

Debajo en la imagen de Rafa, entrega del Trofeo Catavino de Plata, por el alcalde de la Ciudad, Manuel Martínez Alfonso y el presidente del R.C. Portuense, Francisco Ferrer, al que acompañan directivos como Gandulla, Martínez de Murga o Felipe Bononato. Vemos con casco en el campo a los policías municipales que conducían las primeras motocicletas con las que patrulló el cuerpo local, de la marca ‘Sangla’:Torres Higuera y Murga.

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La fotografía es de Rafa, Rafael Pérez González (ver nótula núm. 1.781 en Gente del Puerto). /Colección Archivo Municipal.

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En la imagen de los años setenta del siglo pasado, fotografía de la desaparecida relativamente de forma reciente, Archicofradía del Santísimo Sacrramente, a la que solo tenían acceso apellidos ilustres de la Ciudad. En primer término, los presbíteros Carlos Roman Ruiloba y José María Rivas Rodríguez (ver nótula núm. 1.741 en Gente del Puerto). Foto: Laurá. Colección JMM.

Retrocediendo décadas y siglos atrás, intentaremos citar de manera informal algunas de las hermandades y cofradías religiosas que por algún tiempo existieron en nuestra localidad en épocas pasadas, de las cuales, en su gran mayoría no quedan rastro ni apenas recuerdo. Una excepción sería la Archicofradía del Santísimo Sacramento, disuelta hace relativamente poco tiempo y por supuesto, las que siendo de esa remota época a que nos referimos, han sobrevivido y, con altibajos y penurias en diversos momentos, llegado hasta nuestros días, como son: Veracruz, Soledad, Humildad, Nazareno, El Carmen y la Esclavitud de N.S.. de los Milagros.

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La Dolorosa que realiza el Vía Crucis desde la parroquia de San Francisco, a su paso por delante de Bodegas Caballero. /Foto. pasionygloria.net

La Dolorosa con la que se organiza el Vía Crucis de la parroquia de San Francisco el Viernes de Dolores posiblemente fuese la imagen Titular de la desaparecida hermandad “Corona de Nuestra Madre y Señora de los Dolores” que tenía su sede en la iglesia de San Agustín y los antecedentes de la actual Adoración Nocturna bien pudiera ser la “Real Hermandad del Velado y Alumbrado del Santísimo Sacramento”, igualmente extinguida.

capilla-de-nuestra-senora-del-rosario-de-la-aurora_7765143La gran mayoría de estas hermandades antiguas no procesionaban, aunque si conocemos que lo hacía la “Hermandad del Dulce Nombre de Jesús” que tenía su sede en el convento de la Victoria, que parece fue una asociación distinta de la “Cofradía del Santísimo Nombre de Jesús” que existía en el siglo XVI con sede en la iglesia Mayor o de la denominada “Cofradía del Nombre de Jesús” con sede en el siglo siguiente en el convento de Santo Domingo, que si parecen sean la misma. La primera citada procesionaba el Domingo de Ramos. /En la imagen de la izquierda, techo de la Capilla de la Aurora.

Sin noticia o información de que hiciesen un recorrido por las calles de la población, aunque no lo descartamos, se encuentran la “Hermandad del Cristo de las Penas”, la de “Nuestra Señora de la Aurora” con sede en dicha iglesia-capilla, la de “Nuestra Señora de la Cabeza” patrona del Gremio de Montañeses, con sede en la ermita denominada de Santa Clara y también la “Cofradía de Nuestra Señora de la Encarnación”, con sede en San Agustín. . Otro tanto ocurre con la “Hermandad de la Invención de la Santa Cruz”, origen de la Cruz de Mayo actual, que desconocemos si tiene alguna relación con el actual paso de “la escalerita” que procesiona con la Soledad. En la iglesia de Santo Domingo tenía su sede la “Hermandad del Rosario de Santo Domingo”, conocida popularmente como de “los Negritos” por ser sus hermanos gente de color, que anteriormente fuese la “Cofradía de Madre de Dios del Rosario y San Benito de Palermo” con sede en una ermita-capilla existente en la esquina de las calles Pozuelo y Pagador, en la que existe una hornacina con una pintura de esa advocación.

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El Hospital de la Divina Providencia, vulgo Hospitalito.

También existieron dos hermandades de cuyas sedes tampoco tenemos referencia: “Hermandad de Nuestra Señora de Regla” y “Hermandad de Santa Rosa de Santa María” De esta última, apuntamos la posibilidad, y esto es una opinión personal sin demasiado fundamento, de que la imagen Titular se transformase en la actual Virgen de la Piedad. En varias ermitas había otras tantas hermandades y cofradías que daban nombre a las mismas. Entre otras estaban la “Hermandad de Santa Lucía”, la “Cofradía de Santa Catalina”, la “Cofradía de San Sebastián y San Roque” y la “Cofradía de Nuestra Señora de Consolación” advocación que tiene la imagen que ocupa el palio de la Veracruz y es Titular de la misma, talla nueva que no parece guarde relación con la mencionada salvo la corta distancia existente entre su sede, la parroquia de San Joaquín y el lugar donde se ubicaba la Ermita de Consolación, en el inicio de la Ribera, cuyos muros han sido puestos al descubierto recientemente en las obras previas al aparcamiento que se quiere construir en aquella zona. También figuraba en el siglo XVI, con sede en el convento de San Francisco, una “Cofradía de Santa María de Consolación” que no conocemos si se trata de la misma o de otra diferente. La “Cofradía de Nuestra Señora de la Merced” se ubicaba en la ermita de San Antón y la “Hermandad de San Antonio Abad” en el Hospitalito

sanagustinb_puertosantamariaEn la iglesia Mayor tenían su sede la “Hermandad del Santo Patriarca San José”, “San Miguel y Ánimas Benditas”, también denominada “Cofradía de Ánimas del Purgatorio”, la “Cofradía del Santo Ángel de la Guarda” y la “Cofradía de Nuestra Señora de Gracia y San José”, fundada en 1601 según Hipólito Sancho, cuya imagen Titular bien pudiera ser la que actualmente procesiona con la hermandad de la Oración en el Huerto bajo la advocación de “Gracia y Esperanza”. En la iglesia de San Francisco tenían su sede la “Cofradía de San Antonio de Padua” y la “Cofradía de San Diego de Alcalá”, y en la iglesia de San Agustín estuvo la “Cofradía de San Nicolás de Tolentino” que se fundiría en el siglo XVII con la del Nazareno.

A esta treintena de hermandades y cofradías citadas y alguna más que se nos haya escapado habría que añadirle una veintena más de congregaciones, cofradías hospitalarias, gremiales y seculares que también se extinguieron y que no citamos para no hacer excesivamente extensa esta nótula. /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía.

El pub Milord, ha cumplido 40 años de existencia. Ha marcado muchas pautas en la hostelería local, destacando en la elaboración de cócteles, adaptándose a los tiempos, organizando exposiciones, tertulias y conciertos.

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En la imagen, a la izquierda Jesús Castilla y su esposa a la derecha, flanquean a Pepe Esteban Poullet, Juan Franco disfrazado de vaquero, y a Charo, del bazar del mismo nombre. Agachado, Antonio Márquez Mateos.

José Ramón Perles Giner--un innovador de la hostelería local-- junto con Antonio Márquez Mateo, Juan Franco del Valle y Antonio Villar Garay fueron llamados el 20 de enero de 1975 para llevar adelante el proyecto de Milord, en la esquina de las calles Larga y Santo Domingo, que con el tiempo pasaría a manos de sus empleados como copropietarios del negocio.

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De izquierda a derecha, Antonio Villar, Antonio Márquez, Pepe Esteban y Juan Franco, piratas por unos días en la Noche de Carnaval.

Negocio que dejaría más adelante Antonio Villar para dedicarse a un trabajo menos pensionado que la hostelería. Juntos, los tres, innovaron manteniendo la esencia de Milord, abriendo una sucursal durante un tiempo en Valdelagrana y colaborando y asesorando con y para la hostelería local. Hoy el pub cafetería coctelería lo gestiona en solitario Juan Franco. Ofrecemos unas imágenes de aquellas fiestas de Carnaval --fueron famosas-- que se organizaban en sus instalaciones.

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Estos cajeros antiguos --Villar, Franco y Márquez--, posan en la zona de escenario durante el Carnaval de 1993.

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El cantautor José María Amosa Muriel ha editado un doble CD, donde se recogen 20 canciones con las que ha deleitado a sus numerosos seguidores a lo largo de 50 años. El recopilatorio abarca desde 1965 hasta el presente año 2015.

El escritor y poeta Paco del Castillo, en el prólogo al libro ‘Canticorum Iubilo’ (Alegría de los Cantores) que publicara en su día Amosa, se refería a él de la siguiente manera: “José María Amosa no es un iluminado cuya osadía le empuje a la creación de un libro. Es sencillamente, un veterano cantautor, lo que equivale a decir que José María es un músico y un poeta. Lo descubro a través de un álbum personal, entrañable, en donde las fotografías de la juventud se unen entre recuerdos añorantes, a recortes de periódicos con noticias de prensa, que hablan de sus variables y múltiples actuaciones a lo largo y ancho de la española geografía. Alhama de Granada le otorga el primer premio de su VI Festival de la Canción de Andalucía, el de más antigüedad en la historia de todos los festivales de la canción en cualquiera de sus modalidades y que aún perdura, equiparable hoy día con cualquiera de los grandes certámenes musicales, en los que en ocasiones, se grita más que se canta, y las letras de las canciones son un atentado imperdonable a la poesía y al buen gusto. Son los tiempos de Jaime Morey, de Juan Pardo, de Karina y de tantos otros que llegaron a donde este asidonense no llegó, sin duda por las zancadillas de los hombres o, quién sabe si por aquello de los renglones torcidos del Señor. Pero si los hombres consiguieron negarle la gloria de la fama, no pudieron arrebatarle su desmedido amor por la música, por la canción, por la poesía. le negarían el aplauso, más quedaría el artista. Le negarían el pan y la sal, más quedaría el cantautor, el músico, el poeta”.

 

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Los temas musicales que aparecen en ambos CD's.

manuelbejarano_armario_puertosantamariaManolo Bejarano era verdaderamente un personaje. Todos somos personas y algunos hay que incluso llegan a ser “personas humanas” --como dicen los cursis redundantes--, pero para llegar a la categoría de personaje es necesario, tal como dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, ser una “persona de distinción, calidad o representación en la vida pública”. Manolo era una persona con los requisitos mencionados y exigidos para disfrutar de tal condición, es decir, la de un personaje.

Manolo no tenía nunca prisa, pues al estar jubilado, podía permitirse el lujo de pararse y charlar con quien quisiera y el tiempo que quisiera. Una mañana me lo encontré por el centro de El Puerto. Me saluda y me pregunta, recreándose en la suerte, siempre tan torero y flamenco:

--“¡Uf, uf, uf! ¿A que no sabes lo que me ha pasado esta mañana?”. Yo le pregunté: “--Qué te ha pasado, Manolo?”. “--¡Uf, uf,uf!”, me respondió, haciéndose rogar. “--¡Pero hombre, arranca!”, le dije. “--¡Uf, uf, uf, uf!, ¿a que no sabes qué me ha pasado?”, me dijo de nuevo. “--Pues fíjate, con el día tan bueno que hace hoy, estaba yo afeitándome con la ventana del cuarto de baño abierta de par en par y cantando por Caracol... ¡¡Y fíjate lo que le dice una vecina a mi mujer!!”. “--¿Y qué le dijo a tu mujer , Manolo?”. “--Pues va y le dice: ‘¡María, baja un poquito la radio, hija!’ “

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En otra ocasión, aunque sabía que pintaba sus originales cuadros con témpera, le pregunté: “--Manolo ¿qué tipo de pintura utilizas para pintar tus cuadros?”. Haciéndose el interesante hizo una pausa y me contesta: “--Mira, las pinturas que yo utilizo están hechas con una fórmula que me dio mi madre y ¡fíjate, que me han venido de la casa Titanlux, de Barcelona, a comprármela y no se la he dado!”.

Un gran personaje portuense este Manolo. ¡Manolo, te recordamos!. /Texto: J.S.A.

Más de Manolo Bejarano en Gente del Puerto.
492. El Puerto dijo sí.
795. Un artista para el pueblo.

Tal día como ayer, hace 236 años, un nutrido grupo de personas de ambos sexos, niños, jóvenes, adultos y ancianos de todas las clases sociales se dieron cita esa mañana, curiosos y expectantes, concentrándose sobre la plataforma central –dos compuertas abatibles de madera- para presenciar de cerca el acto y ser los primeros en cruzar a la otra orilla, el día de la inauguración oficial de un puente de barcas sobre el río Guadalete que conectaba el camino real con el arrecife de Puerto Real y permitía el acceso por tierra a San Fernando y Cádiz.

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El puente de barcas que se hundió, ya restaurado. "Vista del Puerto de Santa María", óleo sobre lienzo, 70 x 95 cm, 1781-1785 (propiedad del Museo del Prado, en depósito en el Museo Naval de Madrid) [P1151]. Autor: Sánchez, Mariano Ramón (Valencia, 1740-1822).

No pudo siquiera iniciarse la ceremonia religiosa de inauguración porque, fatalmente, se precipitaron a las aguas del rio junto con clérigos, autoridades civiles y militares, invitados y los numerosos curiosos que, imprudentemente al parecer, ocupaban la tablazón del puente, rindiéndola. En el maremágnum consiguiente, considerando los pesados vestidos de la época y el escaso, por no decir nulo, conocimiento de natación de la mayoría de los accidentados, estando a 50 metros de la orilla, solo pudieron ser salvados aquellos que tuvieron la suerte de encontrar un asidero y esperar el rescate desde los botes que, una vez repuesto del susto inicial, bogaron hacia allí.

cuzparroquialcristalderoca_puertosantamariaAlgunos otros, muy pocos, agarraron las pértigas y los cabos que se le pudieran lanzar desde el tramo que se mantuvo firme del propio puente. Tal vez el largo varal de la cruz parroquial, rematado por un artístico relicario o “Lignum crucis” de plata, al que habrían podido asirse con cierta comodidad los accidentados más cercanos, sirviera para salvar a algunos de ellos. /En la imagen de la izquierda, la Cruz Parroquial, de cristal de roca, que se cita en el texto

El balance de víctimas reconocidas, es decir, los cuerpos recuperados y enterrados al día siguiente, fue de 102 personas, sin que tengamos conocimiento de los que hoy en día calificaríamos como desaparecidos. Esta cifra indicada resulta de la suma de las actas de funerales celebrados en la iglesia Mayor al siguiente día de la catástrofe. Según el archivero Cárdenas, autor de una reseña histórica inserta en una Guía Comercial publicada en 1902 “las victimas ascendieron a la aterradora suma de 413, según información hecha algún tiempo después del suceso… aunque la Gaceta de Madrid publicó una lista de 115 víctimas a raíz de la catástrofe” No cabe duda de que el número exacto de víctimas resulta imposible de determinar, pues serian numerosas las personas arrastradas por la corriente, cuyos restos, como los de otros muchos náufragos, serian arrojados a las playas del litoral.

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"El Puerto desde la Otra Banda", con la imagen del posterior puente colgante sobre el Guadalete. Litografía utilizada como cubierta del libro de Santiago Montoto 'El Puerto de Santa María en la liberación de Fernando VII'. 1959. Edición Limitada de 500 ejemplares.

La gran mayoría de las víctimas, concretamente 66 de ellas, según nuestros cálculos fueron enterradas en una fosa común habilitada al efecto en el patio del Postigo de la iglesia Mayor Prioral, que era un lugar empleado para enterramientos de menor solemnidad. El cronista y archivero Cárdenas Burguetto, antes mencionado, indica en su “Reseña Histórica” la existencia de una lápida en el que denomina “patio de los Naranjos” con la siguiente inscripción: “AQUÍ YACEN CIENTO ONCE PERSONAS DE LAS QUE SE AHOGARON EN EL PUENTE DE SAN ALEJANDRO EL DIA 14 DE FEBRERO DE 1779. Existe otra creencia que apunta lo fueron bajo las gradas del atrio de la Puerta del Sol de dicho templo. No podemos descartar que, considerando el elevado número de inhumaciones, se utilizaran ambos espacios. Una veintena de este centenar de victimas contrastadas y a las que se les celebró funerales, recibieron sepultura en el interior del recinto sagrado, generalmente hermanos de diversas cofradías y hermandades que contemplaban esta oferta en sus reglas y estatutos. Así nueve de ellos se enterraron en el cañón de la capilla de San José, ocho en el cañón de la capilla de los Milagros, entre los cuales figuraban Nicolás Cañas Trujillo y su hija María Dolores y dos en el cañón de la capilla del Niño Jesús. Mención aparte merece el vigésimo enterramiento, bajo solado, pues debía tratarse de un personaje notable: Dionisio Capaz Reyes, Promotor Fiscal de la Real Justicia, Defensor de las Temporalidades y Procurador de número de la Audiencia local. Tenía 54 años. Era hijo de Andrés Federico Capaz y María de los Reyes Cruzado. Estaba casado con Flor Ochaita y su único hijo, Dionisio Capaz Ochaita se había licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla recientemente.

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"Embarque de Botas". Óleo de Juan Lara Izquierdo. Propiedad de Bodegas Osborne y Cía., depositado en la Casa del vino del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Jerez-Xérès-Sherry, de Jerez.

El resto repartieron sus sepulturas por capillas y conventos: Tres, en la iglesia de la Caridad, actual capilla del antiguo Hospital, dos en la capilla de la hermandad de Santa Rosalía, que estaba en el monasterio de la Victoria, otros dos en la iglesia de San Juan de Dios, actual iglesia de las MM. Esclavas, dos más en la iglesia ya desaparecida de los franciscanos Descalzos, en la actual Plaza de Isaac Peral que fueron Nicolasa Gandulfo y Domingo de la Barrera. Este último tenía viñas, casas y bodega, en la que almacenaba doscientas botas de aguardiente catalán para exportar a las Indias muy cerca de dicho convento, en la calle Larga. Era soltero y había nacido en Écija, y en las iglesias de las Capuchinas Antonio Orlando. Vivía cerca de este convento, en una casa de calle Larga, entre Caldevilla y Chanca. Era navegante en la Carrera del comercio de Indias, tenía 49 años y estaba casado con Josefa Ordoño y padre de seis hijos, con edades comprendidas entre 5 y 18 años. El, tenía 49 años. En San Agustín se enterró Gregorio Felices de Molina, Capitán de Milicias y Regidor Perpetuo. Estaba casado con Gertrudis de Ceballos Fernández de Castro. Tenía 53 años y dejó cinco huérfanos. Vivía en el Muelle. Y otros tantos se enterraron en San Francisco, Santo Domingo, Concepción, la capilla de la Virgen de Candelaria, situada en la nave del Evangelio de la iglesia Mayor, así como un enterramiento que se indica “sepultura” sin especificar el lugar donde se encontraba,

Cerramos esta reseña del que creemos ha sido el mayor accidente con victimas de la historia local, indicando que la totalidad de las autoridades de poblaciones vecinas que fueron invitadas a la “reinauguración” del puente, una vez reparadas y repuestas las compuertas que fallaron, meses después, rehusaron su asistencia con diversas excusas, algo totalmente comprensible, aunque no fuesen supersticiosos. /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz - A.C. Puertoguía.

Años mas tarde, el 1 de de diciembre de 1839, el puente colgante San Alejandro, se hundió. Ver nótula núm. 2.322 en GdP.

 

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