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justinocastroverde__puertosantamariaHace unos días escuché decir "La culpa la tiene Castroverde". Y, la verdad, hacía tiempo que este dicho que se hizo proverbial en nuestra Ciudad no lo escuchaba. Pero es que hay dichos y giros que han dejado de usarse, o si se usan, la gente que los oye, no les dan el sentido, ni saben su significado.

"La culpa la tiene Castroverde". Es un dicho portuense con personaje, como aquellos dichos que Don Luis Montoto Raustentrauch estudió en su rara obra de "Personajes, personas y personillas que andan por tierras de ambas Castillas" (Sevilla, 1902): refranes, dichos y proverbios en que se cita a una persona, verbi gratia, "Eres más feo que Picio" y daba toda una papeleta erudita sobre el personaje.

Pues bien, en El Puerto siempre, al menos desde finales del XIX, se le ha echado la culpa de todo a Castroverde. ¿Pero, quién era el tal Castroverde? Pues era don Justino Castroverde y García, natural y vecino de esta Ciudad desde el 2 de febrero de 1876, en que nació, hasta el 19 de diciembre de 1956, en que falleció, después de una azarosa vida.

Fue pionero de la fotografía en nuestra Ciudad, arte que aprendió del gaditano Reymundo, magnífico fotógrafo que se había formado en Barcelona y París. Castroverde tuvo su estudio en la portuense calle Castelar, 32 (Neverías), laboratorio de donde salieron las mejores colecciones de vistas de nuestra Ciudad y donde acudían toda clase personas a quedar inmortalizados ante la cámara de Castroverde.

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Escena costumbrista tomada por Castroverde en la Playa de la Puntilla. /Foto: Centro Municipal de Patrimonio Histórico.

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Foto profesional de Castroverde: escritorio de Bodegas Osborne. 1948. /Colección J.M.M.

Era muy apreciado en los retratos de niños de poca edad, a los que colocaba, encueritos vivos, sobre un cojín de terciopelo inevitablemente. También de niños de Primera Comunión, de novios en las bodas, de bautizos... y de toda clase de actos sociales.

Pero el dicho viene de lo repetido por las madres cuando mostraban las fotos de algún hijo particularmente feo. Ya se sabe aquel otro dicho de que "A nadie le huelen sus propios peos, ni les parecen sus hijos feos". Pues bien, ante la fotografía de un niño feo, feo, pero feo, la madre, al enseñarla, se justificaba: "¡Hay que ver cómo ha sacado a mi hijo Castroverde!", a lo que el interlocutor o la interlocutora respondía sarcástico/a: "La culpa la tiene Castroverde". Y el pobre Justino Castroverde, como un nuevo Redentor, ha cargado sobre sus hombros, desde finales del XIX, con todas nuestras culpas y deslices. Porque cuando no hay a quien echarle las culpas, aquí, en El Puerto, se le echan a él, inevitablemente. /Texto: Luis Suárez Ávila

Más información de Castroverde en GdP. Nótula 705.

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Don José, en una imagen tomada el 1 de julio de 1994, seis meses antes de su óbito.

José María Rivas Rodríguez nació en Sanlúcar de Barrameda el 1 de julio de 1919. En El Puerto era alcalde Eduardo S. Piury Dagnino. Era el tercer hijo del matrimonio formado por los sanluqueños José y Carmen: Carmen, Joaquina --fallecida de niña--, José María --nuestro protagonista--, Joaquín, Rosa, Lola y Rosario (religiosa). Vivió en la Casa Trillo estudiando en La Salle para, con 11 años, marchar al Seminario de Pilas (Sevilla).

Era una persona muy campechana, amable y extrovertida, que se emocionaba fácilmente y que ayudaba a cuantos podía desde el ejercicio de su ministerio sacerdotal. Pedía a quienes tenían para distribuirlo entre los más necesitados.

jmrivas_joven_puertosantamariaDe amena conversación en torno a una copa de vino, era una persona que estaba con cuantos le necesitaban y sabía escuchar y atender a cuantos se le acercaban. Tenía un corazón de doble ancho.

Perteneció a una familia humilde que trabajaba en un campito de su propiedad. El padre murió muy joven, quedando los hijos a cargo de la madre quien, con mucho esfuerzo sacó a sus hijos adelante. Dado que José María quería estudiar para sacerdote y su madre no tenía posibilidad de costearle la carrera, por mediación de unos amigos se puso en contacto con los Marqueses del Mérito, de Jerez, quienes fueron los que le costearon los estudios en el seminario. /En la imagen, el cura en una insólita imagen con chaqueta y corbata, en la playa de Sanlúcar de Barrameda.

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Los seminaristas, un día de comida campestre. Don José aparece a la izquierda de la imagen.

ORDENACIÓN.
El 26 de mayo de 1945 se ordena sacerdote en Sevilla, celebrando su primera misa en la Colegiata de Jerez, hoy Catedral, siendo apadrinado por la marquesa del Mérito y un sobrino de ésta. Durante un año, mientras le llegaba su primer destino, estuvo de capellán en la Capilla de la Merced, que se encontraba en el palacio de unos familiares de la Duquesa de Medina Sidonia, en Sanlúcar de Barrameda.

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El párroco con sus acólitos. A uno le picó una pulga en el momento de disparar la foto [sic], leyenda que aparece al dorso de la imagen tomada en noviembre de 1947 en Espera.

En 1947 lo destinan a Espera (Cádiz), donde ejerció de párroco algo más de tres años. Entonces, sería destinado al Seminario de Sevilla, donde ejerció de profesor durante dos cursos, llegando a seer Superior en 1952.

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Don José, profesor en el Seminario Metropolitano de Sevilla con unos seminaristas. El primer seminarista de la izquierda es Ignacio Noguer, que luego sería obispo de Huelva.

Allí tendría como alumnos a sacerdotes que luego serían conocidos: Rafael Bellido Caro, el que fuera primer Obispo de Jerez Asidonia, o los hermanos Ramón y Antonio González Montaño (ver nótulas en GdP)

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En una alocución desde un balcón en el municipio sevillano de Herrera.

Entre 1952 y 1957 estuvo destina o en un pequeño municipio sevillano: Herrera, donde, además de párroco ejerció de profesor de Religión en un colegio.

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Participando su toma de posesión en El Puerto.

LLEGADA A EL PUERTO.
Tras una oposiciones toma posesión el 3 de julio de 1957 con la plaza de Cura Propio --o plaza de párroco en propiedad-- en la Iglesia de San Joaquín, sucediendo a Manuel Salido Gutiérrez, que pasaría a la iglesia Mayor Prioral. En la casa del Cura vivirá junto a su madre y su hermana Rosa. Su otra hermana, Rosario, religiosa, estuvo destinada en Burdeos y San Sebastián, adonde aprovechaba para ir a verla en vacaciones. Además de atender la parroquia, ejercía de capellán en el Penal y en los conventos del Espíritu Santo, Esclavas y Capuchinas.

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El 21 de agosto de 1960. durante la bendición de la Peluquería Mary.

Desde las Capuchinas impulsó la Hermandad del Rocío, de la que a su vez fue capellán durante muchos años. También lo fue del colegio de las Hermanas de San Vicente de Paul o Asilo de Huérfanas, así como de los actos religiosos del colegio La Salle, tales fueron las primeras comuniones de los alumnos. En el templo también asistió a las hermandades de la Flagelación y la Veracruz.

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De izquierda a derecha, Manuel Román Ruiloba, coadjutor de la Prioral, Manuel Vargas Dodero, presidente de la Asociación de Padres de Alumnos de La Salle, el reverendo Rivas y el director de La Salle, el Hermano Salvador Juan. Comida de hermandad celebrada el 15 de mayo de 1966.

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El 5 de junio de 1970, celebró las Bodas de Plata Sacerdotales. De izquierda a derecha, el coadjutor de San Joaquín, Juan Luis Calvo, el franciscano Eugenio Gómez Carmona quien luego sería coadjutor del Carmen y San Marcos, el Dean de la Catedral de Jerez, Repeto Betes, Don José, Rafael Zambrano, desconocido y el franciscano José María Juez Ahedo.

En El Puerto coincidió con dos paisanos suyos, que también tomarían los hábitos, los presbíteros Rafael Zambrano Pulet y Juan González Lagomazzini.

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El 15 de diciembre de 1974 se fundó la primera Comunidad Neocatecumenal en San Joaquín, que aparecen en la fotografía. Esta imagen está tomada 20 años después, el 1 de julio de 1994, en el homenaje que le tributaron las comunidades, a seis meses de su fallecimiento.

CAMINO NEOCATECUMENAL.
A mediados de la década de los setenta, en diciembre de 1974 un grupo de fieles, bajo su dirección espiritual, creó en la parroquia el Camino Neocatecumenal, siendo la primera iglesia en El Puerto en adscribirse a este tipo de comunidades, luego vendrían San Marcos, la Prioral, la Milagrosa, ...

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De izquierda a derecha, Don José, el obispo José María Cirarda Lachiondo y el coadjutor, Juan Luis Calvo, en una visita pastoral el 18 de octubre de 1966.

Se preocupó y mucho de las necesidades de los vecinos del Barrio Alto, donde todavía, hoy, le recuerdan con cariño. Organizó un comedor con la ayuda de muchísimos feligreses existente en la calle de la Rosa, en un inmueble que pertenecía a la parroquia, situado a espaldas de ésta.

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De izquierda a derecha, Sabas Martín Repollet, Don José y Vicente González Bruzón, camino de Ronda a comprar 'Los Tosantos'. El rengue o 'Viacrucis' lo salpicaban de copas y tapas.

RONDA
Eran muy frecuentes sus viajes a Ronda para visitar a su hermano Joaquín y a la familia, a los que solía ver en verano. No faltaba ningún año que fuera a la ciudad malagueña por la festividad de los ‘Tosantos’ acompañado por sus amigos, los hermanos Francisco y Sebas Manuel Martín Repollet y Vicente González Bruzón.

En la población serrana compartía con los hijos y los nietos de su hermano Joaquín y de Francisca las horas de la tarde en una mesa de ping pong que servía para el juego y que se adaptaba como mesa de lectura. Ahí “el Tate Cura”, así le llamaban en la casa familiar, leía las vísperas mientras los más pequeños garabateaban entretenidos o alguno estudiaba las pendientes del verano. Y es que, aquellos veranos debían pertenecer a su ideario sentimental y parecerle algo entrañable porque los tres últimos meses de su vida decidió pasarlos en Ronda

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De izquierda a derecha, Domingo Prieto Cressi, Rafael González Bruzón, Francisco González Rivera, Sabas Manuel Martín Repollet, Francisco Martín Repollet, Don José, José González Narváez y Vicente González Lechuga. Imagen tomada con motivo de las Bodas de Plata Sacerdotales de nuestro protagonista.

AMIGOS.
Se contaban por docenas y es imposible acertar dada la cantidad de amigos con los que contaba, entre ellos Jacinto Cossi Ochoa, Miguel Castro Merello, Rafael y José González Bruzón, Antonio Ruiz de Cortazar, José González Narváez, los hermanos Antonio y Francisco Sánchez Ruiz, Domingo Prieto Cressi, los hermanos Francisco, Vicente y Fernando González Rivera, etc., casi todos asiduos clientes la Bodeguilla de González, del Bar La Perdiz, del Puerto Bar, entre otros, donde le gustaba mucho alternar con los amigos y donde de vez en cuando aprovechaba para “pegar algunos sablazos” para sus pobres de la Parroquia. Sevillista, era muy aficionado al fútbol desde pequeño.

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En 1966, en Sanlúcar, con su madre, Carmen, su hermana religiosa Rosario y su otra hermana, Rosa, que lo asistió en su casa de El Puerto, hasta el fallecimiento de ésta.

E1 de julio de 1994, próximo a su retiro y ya enfermo, las comunidades neocatecumenales le ofrecieron un homenaje con motivo de su 75 cumpleaños.

...continúa leyendo "1.741. JOSÉ MARÍA RIVAS RODRÍGUEZ. El cura de San Joaquín."

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“Negro, negro, negro, como aquel cantaor de viejos romances del Puerto al que El Negro llamaban, y completamente vestido de blanco, de primera comunión. A la verita de la mar, dos canastos de papas fritas al brazo y un pregón, qué jaleo junto a los toritos de las olas que derrotan en tablas de la arena. Una gorra blanca. Una blanca guayabera. Playa de Vistahermosa,...” Así comenzaba su artículo de ‘El Recuadro’ el maestro Antonio Burgos el pasado miércoles en la prensa regional, bajo el título ‘Las Papas del Papi’. Y claro, una necrológica tan bonita, escrita, además por Burgos, no hizo sino dar carta de naturaleza al bulo que se ha venido corriendo desde hace 45 días en el que se afirma que el famoso vendedor de papas fritas había pasado a mejor vida.  Hace un mes y medio, el treinta de marzo, publicábamos en la web Gente del Puerto un extracto del libro de Antonio Núñez ‘La Estrategia del Pingüino’ (influir con mensajes que se contagian de persona en persona) en el que, su autor, ponía de ejemplo a nuestro popular Rafael Pérez Sánchez, alias ‘el Papi’, como hombre de marketing: “En la playa había un segundo sistema de comunicación que superaba en eficacia, credibilidad y confianza a la megafonía. Se trataba del pregón playero —a voz en grito— del “Papi”, cuyo timbre podía distinguirse entre la algarabía retozona de la playa. No creo que el Papi ganara mucho, pero es cierto que su capacidad de comunicación personal y empatía con los clientes eran excepcionales. Además de pregonar sin descanso su mercancía, el Papi proporcionaba decenas de consejos útiles al día y opinaba sobre temas relacionados con su especialidad, la playa y el verano. El Papi además comunicaba de manera constante e incesante. Saludaba a todo el mundo mirando siempre a los ojos del veraneante con sus ojos achicharrados. Y recordaba y se interesaba por cada uno de los achaques de los ancianos o hipocondríacos del lugar, que no eran pocos ya que en Cádiz la enfermedad es una profesión. El Papi carecía del presupuesto de comunicación y de la fuerza intrusiva y la cobertura del sistema de megafonía del ayuntamiento, pero lograba superarlo con su estrategia de comunicación, de generar confianza, de individuo en individuo”. El supuesto óbito de nuestro protagonista vino fue  a raíz del artículo en Gente del Puerto, escrito en pasado, pues su autor recordaba sus vivencias de hace mas de 30 años. Y hubo quien no supo entender que no se había preteritado físicamente a nuestro Papi, sino que se le recordaba como ejemplo de comunicador. Y de ahí al bulo, que hemos desmentido hasta la saciedad y que hoy desmentimos, rotundamente. Rafael vive, está pasando una temporada con su familia en Málaga y está deseando volver a El Puerto, donde estuvo el pasado fin de semana en visita relámpago. ¡Que alegría de verano, y del afecto que te profesan, Papi!. /Texto: José María Morillo.

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En El Puerto se celebraban en verano los Cursos de Estudios Sociales y Pedagógicos para universitarios, dependientes de la Universidad de Sevilla, circunscripción educativa a la que pertenecía El Puerto antes de la creación de la UCA, conocidos como ‘Cursos de Verano del Instituto’. No era de extrañar que, por nuestro clima y playas, las autoridades académicas ‘extendieran’ la actividad docente con estos cursos que, a la par que formaban al alumnado, les permitía a alumnos y profesores el solaz y esparcimiento con tan benigno clima, huyendo de la canícula sevillana y, simultáneamente dotaban al verano de El Puerto del barniz cultural que todavía permanece en la temporada estival.

 

Francisco Sánchez-Apellaniz Valderrama, catedrático de la Universidad de Sevilla y director del Curso de Verano para Universitarios, el ministro de Educación y Ciencia, el jerezano Manuel Lora Tamayo,  que visitó el Instituto Laboral con motivo de la clausura de los citados cursos, Joaquín Calero Muñoz, a la sazón director del Instituto y el concejal José Puente. 01.09.1967.

La fotografía corresponde con la clausura de los II Cursos, iniciados el 13 de agosto y que finalizaron con la visita del ministro de Educación y Ciencia, Manuel Lora Tamayo. A la misma asistieron el rector de la Universidad de Sevilla, José Antonio Calderón Quijano, el rector del Instituto de Estudios Sociales, Francisco Sánchez-Apellániz Valderrama, el primer Teniente de Alcalde, Juan Melgarejo Osborne, el comandante de Marina, Cayetano Román Andrade, ingeniero director del Puerto Comercial, José Antonio Español Caparrós, director del Curso de Magisterio, Francisco Guil Blanes y el erector del Santo Domingo, entonces Instituto Laboral, Joaquin Calero Muñoz.

El 8 de diciembre de 1955, El Puerto vivió un día religioso propio del nacional catolicismo que imperaba en la época: la procesión de la reliquia de San Ignacio de Loyola, que fue exhibida entre el Ayuntamiento, la Iglesia Mayor y el Colegio de los Jesuitas.

Puerta del Ayuntamiento de la Plaza de Isaac Peral. De izquierda a derecha, el Rector del Colegio Noviciado de los Jesuitas, José Gómez Crespo, S.J., el Diácono Salvador Loring, S.J., la reliquia de San Ignacio de Loyola portada por el Cura Párroco de San Joaquín y Arcipreste del Partido, Manuel Salido Gutiérrrez, el Subdiácono Eduardo Fernández Figares, S.J. Detrás el sacerdote Mayor Superior de los Padres Agustinos y otro que le acompaña. A la lado de la columna, en la escalera, el conserje del Ayuntamiento José Valiente Moreno. Abajo, entre el clero, Antonio Castillo Güelfo. 8 de diciembre de 1955. /Foto: Emilio Rasero. Colección Manuel Girón Ceballos. Proceso electrónico: V.G.L.

A las 13 horas de aquel día de diciembre era recibida en la plaza de Isaac Peral la reliquia, con asistencia del Ayuntamiento bajo mazas, autoridades, colegios oficiales y particulares, siendo trasladada en procesión --en coche de Caballos de la Vda. de Terry portada por el arcipreste Manuel Salido y el cochero José Buhigas-- a la Iglesia Mayor donde fue expuesta


Llegada de la Reliquia de San Ignacio de Loyola a la Plaza de la Iglesia en coche de caballos. Al lado del niño con gafas está José Caamaño Camacho, trabajador de Bodegas Terry; fue Hermano Mayor de la Flagelación, muy relacionado con la parroquia de San Joaquín. Revestidos de dalmáticas a los lados del coche de caballos cedido por Isabel Merello, Vda. de Terry, parte derecha, Salvador Loring, S.J., portando la reliquia de San Ignacio de Loyola, Manuel Salido Gutiérrez, parte izquierda, Eduardo Fernández Figares, S.J. El cochero es el célebre José Buhigas Simeón, conductor de las calesas de Terry tiradas por caballos carrujados del Hierro del Bocado.  /Foto: Emilio Rasero. Colección Manuel Girón Ceballos. Proceso electrónico: V.G.L.

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La fecha es el jueves 16 de mayo de 2013, --hoy--  a partir de las once y media de la mañana, cuando aparecerán las máquinas para llevar a cabo el desahucio del chiringuito de La Calita.

Necesitamos detener el desahucio para poder mantener las negociaciones e intentar salvar un enclave que no sólo pertenece a la familia de Pedrito García, también es patrimonio espiritual y sentimental de todos y cada uno de los portuenses.

 En la imagen de la izquierda, Pedro García Garrido, el hostelero del Chiringuito de La Calita, el Carnavalero de la Barriada de la Playa, el hombre de la sonrisa permanente, afirma: «--Tendrán que derribar La Calita conmigo dentro».

La intención es organizar una trinchera humana, lo más grande posible, para detener la acción de desahucio. Reclutar un ejército de corazones sin más armas que la palabra, la protesta y la canción. La voz del pueblo, este será nuestro mayor armamento para luchar contra la injusticia, injusticia contra un hombre y una familia que no piden otra cosa que dignidad y el hecho de que le permitan seguir trabajando.

En la imagen, un grupo de amigos en La Calita apoyando a Pedrito.

La Calita es patrimonio de El Puerto de Santa María, y por lo tanto, pertenece sólo y exclusivamente a los portuenses.


Modesto Barragán, director de Andalucía Directo con Pedrito, cuando el primero prreparaba su Pregón de Carnaval hace unos años en El Puerto.

Necesitamos tu ayuda para hacerle frente al opresor, por eso contamos contigo para formar nuestra trinchera humana. El jueves día 16 de mayo, a partir de las once y media de la mañana, en la puerta del chiringuito de La Calita… /Texto: Jose Luis Zampaña

Más información de Pedrito García en Gente del Puerto.

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Eran los primeros años de la década de los 90 cuando conocí a Enrique Atalaya. En el castillo de San Marcos de El Puerto de Santa María se preparaba una exposición antológica del pintor Pepe Belmonte. A nosotros nos cabía el honor de comisariar la muestra y él era el encargado del montaje. Se iniciaba, entonces, en aquellas tareas. Desde aquellos momentos han pasado muchas cosas. Este que esto les cuenta sigue escribiendo de lo artístico y, dicen que por culpa de la crisis, cada vez, comisaría menos exposiciones. Quique Atalaya, poco a poco, se fue haciendo con un equipo grande, profesional y comprometido; se fue abriendo un importante camino en el montaje de exposiciones y de todo tipo de eventos; lo sigue haciendo, a pesar de la crisis, de los problemas, de la falta de seriedad de muchas instituciones, del dinero que se le debe por su trabajo… con la misma inquietud y apasionamiento del primer día y con la misma perfección y maestría. En esto quiero detenerme porque el Grupo 956 que, así se llama el equipo de trabajo que el portuense encabeza, es una auténtica referencia en el mundo del arte. Les explico.

Un joven Quique Atalaya en el desaparecido 'Baobab' del Parque Calderón, propiedad de Juan Ruiz-Herrera.

Hace unos días, viendo la exposición de Nacho Criado en el centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla, me entusiasmó la magnífica instalación museográfica de la muestra en algunos de los patios y espacios interiores del antiguo recinto de la Cartuja de Santa María de las Cuevas, después fábrica de cerámica Pitman y muchas más cosas, hasta recalar como espacio museístico. No era fácil el montaje de unas obras complejas, con muchos matices, infinitos encuadres, piezas de colgar, de suelo, de gran formato, cuadros diminutos, etc. La exposición gozaba de una rigurosidad y de un sentido museológico digno de ser destacado. No pude por menos que preguntar cuál era la empresa de montaje. 956, un equipo de Cádiz, me dijo Juan Antonio Álvarez Reyes, el director del CAAC. Debo confesar que me sentí orgulloso. Con ellos había trabajado, ellos habían montado alguna exposición comisariada por mí y, además, era una empresa de El Puerto de Santa María.

Con Antonio Casimiro y Rafa Tardío, en VISCON, Madrid.

956 ha destacado en muchas grandes acciones. La Diputación de Cádiz, cuando patrocinaba aquellas grandes acciones en forma de importantes muestras de lo mejor del Arte Contemporáneo, muchas veces contó con el espléndido y profesional grupo de Quique Atalaya. El Gobierno de Ceuta también sabe mucho de la rigurosidad del trabajo de la gente de El Puerto. Las obras de Dámaso Ruano, las de Juan Manuel Brazam, las varias exposiciones comisariazas por Manolo Alés tuvieron detrás la maestría y profesionalidad del Grupo 956. Mi paso por la Consejería de Educación, en aquel apasionante trabajo organizando exposiciones, se encontró de primera mano con los montadores de 956, llevando a cabo muchos montajes llenos de entusiasmo creativo. Sin ellos, las muestras habrían sido simples exhibiciones de cuadros. José Lebrero Stals, cuando estuvo al frente del CAAC contó sistemáticamente con el Grupo 956 para sus más importantes proyectos. Cuando la BIACS - Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Sevilla - centró el interés artístico nacional e internacional en una ciudad que se apuntó con ellas a una parte de la modernidad artística, los fabulosos montajes de la Cartuja y en los de las Reales Atarazanas fueron producidos y llevados a cabo por el equipo técnico que capitaneaba Quique Atalaya - todavía duele y mucho el descaro y la poca seriedad de los muchos que gestionaron aquellos acontecimientos y que se marcharon sin pagar a los que tanto y tan bien trabajaron-.

Fachada del Museo Picasso de Málaga.

El Museo Picasso de Málaga, con Pepe Lebrero, ha seguido contando con 956 para sus magistrales montajes. Allí hemos podido ver extraordinarios proyectos museográficos llevados acabo por esta empresa. Las exposiciones de Alberto Giacometti, los juguetes de las vanguardias o la que todavía llena los espacios del antiguo palacio de Buenavista de la capital malagueña, titulada El Factor Grotesco, tienen el sello de la gente de Quique Atalaya -Pedrolo, el Inglés, Sacaluga, Rafalito, el Gitano, Lolo, David, Pedro…y, por supuesto, ese Pepe, moviendo los hilos-.

Por todo esto y por mucho que me dejo atrás, por tanto tiempo vistiendo artísticamente a lo más estacado del arte nacional e internacional, el Grupo 956 merece un reconocimiento en un espacio como este dedicado a comentar los más especiales acontecimientos artísticos. Y, además, porque me sentí tremendamente orgulloso cuando, el otro día, el Director del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de mi Sevilla, a mi alabanza sobre el espléndido montaje de la exposición de Nacho Criado, me dijo satisfecho: lo ha llevado a cabo el Grupo 956.

Entre el público asistente al Monkey Week Festival 2012.

Y si ustedes quieren constatar todo cuanto escribo no se pierdan la muestra del famoso artista chino Ai Weiwei que acaba de inaugurarse en los espacios de la que fue Cartuja de Sevilla. El Grupo 956 es, otra vez, protagonista. El esplendor artístico de las piezas tendrá su riguroso sentido museográfico.  /Texto: Bernardo Palomo.

Más información de Enrique Atalaya/956.

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El clero de la Diócesis Asidonia-Jerez, a la que pertenece El Puerto, celebró el pasado domingo a San Juan de Ávila, patrón de los sacerdotes, en una jornada presidida por el titular Monseñor José Mazuelos en la que fue homenajeado el párroco de San José Obrero, Francisco González García, así como los sacerdotes sanluqueño y jerezano, Juan Mateos Padilla y Francisco Fuego Luza, respectivamente.

El clero diocesano, reunido en la Casa de Ejercicios de La Inmaculada.

La práctica totalidad de los sacerdotes diocesanos de Asidonia-Jerez participaron en la celebración anual de San Juan de Ávila, patrón del clero español, a quien se honró coincidiendo además en esta ocasión con el año jubilar que se mantiene durante todo 2013 y que ya trajo su reliquia a la Diócesis hace unos meses.

Un oración inicial, la acogida de los participantes y el rezo de la Hora Intermedia antecedieron en la Casa de Ejercicios de la Inmaculada, sede en El Puerto de Santa María de este encuentro, la ponencia que sobre el Maestro Ávila ofreció el sacerdote Ángel Pérez Pueyo, secretario de la Comisión de Seminarios de la Conferencia Episcopal Española.

Posteriormente recibirían el homenaje de sus compañeros sacerdotes al celebrar este año el cincuenta aniversario de su ordenación presbiteral los siguientes: Francisco Fuego Luza, párroco de Ntra. Sra. de las Nieves en Jerez. Francisco González García, párroco de San José Obrero en El Puerto de Santa María. Juan Mateos Padilla, que ha sido párroco de Sto. Domingo en Sanlúcar de Barrameda.

Todos ellos fueron ordenados el 16 de junio de 1963 junto al también sacerdote diocesano, hoy en día residente en Murcia, Manuel Rodríguez Pérez, finalizando con una ágape en comunidad. /En la imagen, el párroco de San josé Obrero, Paco González.

Francisco González García, también es Arcipreste de El Puerto de Santa María-Rota, siendo uno de los cuatro sacerdotes fundadores de San José Obrero, junto al Cura Manolo y Ernesto Bellido Romero, un hito de la nueva iglesia que se desmebró en 1970 de la parroquia de San Joaquín, con los nuevos aires que trajo el Concilio Vaticano II, al final del anterior régimen político, para atender la parte Nordeste de la Ciudad, en torno a la barriada del Palmar de la Victoria. /Fotos: Inma Ortega.

Imágenes de una época, de los músicos 'modernos' de los conjuntos, o grupos musicovocales de la década de los sesenta del siglo pasado. En la primera imagen, Los precursores de la música pop en El Puerto de Santa María, Quijano al saxo, Isidoro Nogués a la batería y Pepichi a la guitarra... Año 1.960.

Conjunto Los Starfis, el primer grupo de música moderna de El Puerto: José Luis Perez al piano, Manolo y Diego Garcia, Isidoro Nogués a la bateria y Lele a la guitarra... en la Sala de Fiestas ‘el Oásis’ hoy restaurante ‘El Faro de El Puerto’ que acaba de cumplir 25 años. Año 1.960

Grupo ‘Los Simbroni’, de izquierda a derecha Jose Ramon Perles, Carmelo Ciria del Pino, Lele Carave y Peli Parra. Año 1965.

Los Simbroni actuando en Altea (Alicante) en el Cine Costa Blanca. Año 1965.

Conjunto Los Radar's:  Jose Troncoso (Pete), Bajo, Jose Enrique Cárave (Lele), guitarra y voz, Francisco Ramirez (Koky) Guitarra y voz, Juan de Dios Nogués (Juande), batería y voz. Año 1967.

Concurso de "conjuntos modernos" celebrado en el chiclanero Cine Arroyuelo. Ganaron "Los Radars"  --en la foto-- con el tema "Pretty Woman" de Roy Orbison. Año 1967.

En la fotografía de Pielfort, el Grupo Blend. José Luis Parra (Pely, guitarra acústica), Juan de Dios Nogués (Juande, batería), Francisco Ramírez Tallón (Koky, guitarra) y Juan Carlos Dueñas Redondo (teclados). Año 1974.  /Texto y Fotos de la Colección Antonio Ensenada.

MÁS INFORMACIÓN EN GdP.

Los Starfis

Los Simbroni

Los Radar's

Blend

Koky Ramírez Tallón

José Luis Parra, 'Peli'

Pepichi Nogués

 

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José López Ruiz, profesor de matemáticas en el Instituto Santo Domingo,  catedrático en la Universidad de Cádiz,  ha sido responsable de Investigaciones del Centro Andaluz Superior de Estudios Marinos. Es profesor tutor de la Universidad Nacional de Educación a Distancia en Cádiz desde su fundación, donde ha impartido además varios cursos de Doctorado y de Química Oceanográfica. Es autor de numerosos trabajos de investigación y también es fundador de los Seminarios Ibéricos de Química Marina. Reproducimos algunos fragmentos de su discurso de ingreso como académico en la de Bellas Artes ‘Santa Cecilia’ el 5 de octubre de 2012. /Foto: Marcos León.

"Recuerdos y vinculaciones con la Casa Caballero, tan cercana y participativa en mi juvenil ámbito familiar, con un recuerdo emocionado a mis progenitores,  en el marco de una dependencia de lo que, figuradamente, fue “su” Bodega, a la que tantos afanes, claridades y afectos dedicó. Continúan los recuerdos por ejemplo a Carmen Navas –Carmela Navas-,  hija de D. Plácido,  a Teresa, entrañable cuidadora, retornándoles emocionadamente el mucho cariño que me dedicaron, al Instituto Laboral, cuna de amigos –Profesores y alumnos-, al Prof. Martínez Moreno, etc, etc.

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Con sus padres, Francisco López Camacho y Luisa Ruiz Magaña, y sus hermanos --mas pequeños-- Francisco y Luis, en el Campo de Rioja, en 1933.

Quiero también recordar y atender efusivamente, a quienes guiaron mis primeros pasos en mis estudios y posibilitaron los posteriores. Por eso me voy a referir al muy portuense Colegio de las HH Carmelitas, de la Calle Nevería, en donde sigue y por muchos años,  que a través de las HH Ana María Rey, Petra, Julia, etc., que con el cariño y admirable estilo monjil de aquellos lejanos años, me llevaron a superar el ingreso en el Instituto de Jerez. Ellas estarán viendo desde su Cielo, el cariño en el que las sostengo.

Luego mi recuerdo se hace afecto también grande, al tener presente a la querida Academia Poullet, que en las figuras de D. Luis y de Dª Anita hicieron posible mi otro salto académico, como fue ingresar en la Universidad de Sevilla, todavía en tiempos muy lejanos a la creación de la de Cádiz.

Profesores del Instituto Laboral. De izquierda a derecha y de arriba abajo:  Policarpo Deusto Canal, a continuación, el madrileño Ventura Lozano Moreno, profesor de Mecánica, José López Ruíz, Catedrático de Matemáticas, el portuense Luis Macías Rubio, el valenciano Manuel Martínez Alfonso, Catedrático de Lengua y Literatura Española, el malagueño Enrique Bartolomé López-Somoza, Catedrático de Geografía e Historia; debajo, el primero es David Almorza Salas, José Jacinto Cossi Mora al segundo; el tercero es Pepe Morillo León, locutor de Radio Puerto, Emisora del Instituto Laboral, Antonio Verdugo Chaves, y de portero, José María Quignón Selvático, gaditano, profesor de Formación del Espíritu Nacional (FEN) y de Gimnasia.

Gracias, a los Profesores que participaron en las enseñanzas de dicha Academia, como fueron, entre otros, D. Luis Suarez Rodríguez, D. Eligio Pastor Nimo,  a quien debo mi ilusión por la química, D. Hipólito Sancho, D. Guillermo Beltrán,D. Julio Balao, etc. A dicha Academia Poullet le debe El Puerto, especialmente, una impagable deuda de gratitud. En aquellos dificilísimos años de los 30 y los 40 -hay que haberlos pasado para saber de qué hablo-,  la Academia Poullet fue el único Centro de enseñanza, aislado,  en el que se impartían clases de Bachillerato, tan ignotas entonces. Gracias a ellas pudimos  ingresar en la Universidad, en una sola tacada, el trío de compañeros y permanentes amigos luego, que formamos Agustín Merello Reynolds –que fue abogado en ejercicio-, José Luis Tejada Peluffo –al que cualquier referencia es obvia- , y yo. Hay que situar a la Historia en su momento para juzgar la importancia de lo que estoy recordando.

 Me satisface cuando siento que soy del Puerto, que mi mujer indisoluble, participativa y palanca indispensable  en todas mis acciones, también es nacida en El Puerto, que siempre hemos vivido en él, que seguimos en él……y que me siguen llenando el alma sus rumores, entre ellos el del portuense viento de Levante. Me cae encima toda la España que no he vivido -como sí lo han hecho mis familiares, todos “exilados” desde mi punto de vista-,  con sus diferentes nacionales sentires y   virtudes: la morriña y la saudade gallega, el seny catalán, la austeridad blasonada de las Castillas, el orgullo extremeño, la explosiva luminosidad mediterránea, etc., y como necesidad compensadora, me invade entonces, satisfactoriamente, lo que podría llamarse retóricamente, -perdón- la filosofía florida de la luz de este fondo con el mar,  en el que está El Puerto. De este cercano mar mío y nuestro que nos permite, por ejemplo, -y es lo que primero definitoriamente se me ocurre- la experiencia ontológica de poder sumergirnos en él, física y mentalmente, en una acción verdaderamente integradora. Un baño en el mar que tenemos tan a mano, es diluirnos en nuestra propia naturaleza, sintiéndonos participado plenamente en ella. La Puntilla –¡oh aires de juventud¡- Valdelagrana, Fuenterrabía, la moderna Vistahermosa, etc.,  son hechos cercanos,  a nuestro alcance, que forman parte de las mejores esencias del Puerto. /Cuadro de María José Gómez Villar, en la UNED.

Chauvinista intenso, perdónenme el galicismo, me apasiono cuando hablo del Puerto, que tanto ha vivido en mi, y me cuesta no manifestarlo, aunque en un Acto como el que nos ocupa, el academicismo debe imperar sobre las emociones.  Pero me siento más rendido que nunca hoy, y ya es difícil la superación, por incluirme en la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia, que se encuentra en las entretelas de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad del Gran Puerto de Santa María. Así figura en su Carta Puebla y así figuraba, no hace tantos años como para que yo no pueda acordarme de ello, en unos mosaicos adheridos en la pared de una antigua Bodega en el Camino de Urdax. A modo de tarjeta de presentación, así rezaba frente a la Victoria y a la Estación de Ferrocarril. Escrito que recibía a los viajeros y que no debió desaparecer nunca, no como petulante o vanidosa presentación, sino como indicación de nuestras honrosas, justas y verdaderas señas de identidad.

29 de mayo de 1999. Inauguración de la calle Instituto Laboral, con otros profesores de dicho Instituto, tras el homenaje al Centro. De pie: Manuel Martínez Alfonso, José López Ruiz, Paco Viseras Alcolea, Tomás Quiles, José Cepero Peralta, Luis Gutiérrez, Joaquín Calero Muñoz, Ventura Lozano Moreno. Agachados: Ramón González Montaño, Ángel Angulo Fernández, Leonardo Romero Maure, Ignacio Pérez Blanquer.

Y sigo en lo mismo: siempre he estado en El Puerto, excepto aquellos cinco Cursos de Licenciatura en la Universidad de Sevilla, años a los que debo agradecer mi acendrado sevillanismo y hasta sevillismo.  Los posibles mayores logros profesionales que hubiera podido alcanzar en otras latitudes, los cambié obligada y afortunadamente,  por mi continuismo portuense.

 El Puerto, desde que en los años 40 comencé a “verlo” y sentirlo,,  me trae permanentemente muchos recuerdos luminosos de sus detalles domésticos, desde mi inefable atalaya del Parque en donde viví muchos años. Permítanme que me detenga , mínimamente, en algunos de aquel tiempo: la majestuosa Iglesia Mayor –eje entonces de nuestra Ciudad-, la serenidad de la Calle Palacios, los silencios de la de Santo Domingo, la Plaza Peral, el pilón de San Juan, el “lejío” –qué lejos- la grandeza somnolienta de la Calle Larga arriba, la Victoria, la Placilla, las cuatro Esquinas, y las Siete con inefables olores de bodegas, el Parque, la Calle Vicario, etc. etc., cuya memoria de tiempos pasados distintos a los de hora, dedico  a aquellas personas de mi generación –qué pocas- que aún puedan estar escuchándome, y comprendiéndome. Ni la Placilla, ni la Plaza Peral, ni mucho menos la Calle Vicario –con aquel tremendo empedrado sobre el que milagrosamente saltaban y rodaban  a prueba de amortiguadores, los coches de Paco Díaz, el Capataz- nada tienen que ver con la de ahora -¿mejor o peor?-.  Ahora, hoy, el lustre de mi estirpe portuense –con abuelos y bisabuelos nacidos aquí- y la constancia de mi anclaje, reverdece ante la distinción que me regala la ilustre ancianidad de la Academia, recordando los versos de los portuénfilos Hermanos Álvarez Quintero: “¿Por qué se llama Larga, calle preciosa, si mirándote siempre pareces corta?”.

...continúa leyendo "1.733. JOSÉ LÓPEZ RUIZ. Catedrático y experto en estudios marinos"

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