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Tres ex trabajadores de la extinta empresa Delphi:  Manuel Comino, Cristóbal Pérez y José M. Quetal, --dos de la planta de producción y unos de la planta de cogeneración de Abengoa-- son los creadores de la cerveza artesanal ‘Volaera’, su primera cerveza gourmet, a la que seguirá otra 'más rubia'. Los tres decidieron darle una vuelta a sus vidas y reinventarse creando una sociedad, MCJ Cerveceros Portuenses, S.L., que comercializa la bebida. Tienen intención de instalar la fábrica para el próximo noviembre en uno de los polígonos industriales de El Puerto, en el Vivero de Empresas municipal. Tecnología andaluza.

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Manuel Comino, Cristóbal Pérez y José M. Quetal, en el despacho del alcalde, Alfonso Candón, presentándoles el producto local, de fabricación totalmente artesana.

La cerveza, que salió al mercado a principios de julio, se puede encontrar distribuida en más de 40 puntos diseminados en el arco de la Bahía de Cádiz. Nuestros protagonistas comenzaron a finales de 2011 con la elaboración totalmente artesanal de la cerveza y tras probar, ensayar y afinar con 40 recetas diferentes, buscando una que se diferenciara de las demás existentes en el mercado, dieron con una bebida que ellos califican de «un producto distinto». La primera remesa ha sido de 3.000 litros que esperan ir multiplicando exponencialmente según se produzca la demanda de su público.

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Una carta náutica con las costas de El Puerto, en la etiqueta de 'Volaera'.

 

baldemerohermoso_mere_puertosantamariaAprendió a jugar al fútbol cuando aún no se estilaban por aquí las escuelas de fútbol. O puede que sí: cuando la única escuela era una calle sin apenas circulación en la que se improvisaban porterías con pelotes –también llamados piedras- y partes de arriba de chándals hechas un gurruño. Partidos infinitos con el bocadillo bien agarrado en una mano mientras con la otra se hacía visera hasta que el sol se volvía un balón fofo, derrotado y oscurecido por el  ancho cielo nocturno de las barriadas obreras. Algún destello de aquél niño de los ochenta prende todavía en la mirada perspicaz de Baldomero Hermoso, Mere, futbolista de larga trayectoria, entrenador profesional desde hace varias temporadas y portuense de ese año en el que al Generalísimo se lo llevo por delante una flebitis y El Puerto era una joya turística por descubrir en la que nunca más veranearía el almirante Carrero Blanco.

--Acabas de afrontar una nueva etapa como entrenador del Algeciras C.F., nada menos, planteando sin tapujos “el ascenso como exigencia”. ¿No asusta empezar con una meta tan ambiciosa?
--Supone la máxima responsabilidad, pero en ningún caso miedo. El Algeciras C.F, en el momento actual sólo puede afrontar su participación en Tercera con el objetivo del ascenso. Sabemos lo que hay y lo que conlleva. Aun así, tengo la certeza de que la recompensa a ese trabajo es aún mayor que la exigencia, por lo que lo enfrentamos con entusiasmo.

--No es desde luego cualquier equipo. Quienes tenemos memoria y cierta edad lo recordamos como fijo en la División de Plata del fútbol español de hace ya unas cuantas décadas, y uno de los clubes señeros de Andalucía. 
--Soy consciente de que el Algeciras C.F es un club con una historia detrás importante. Es una entidad centenaria que cuenta con muy buenas instalaciones, una afición numerosa y en una ciudad grande. Además, viví aquí hace quince años mi experiencia como jugador y eso es algo que me viene bien para entender con mayor facilidad el contexto en el que me muevo y la idiosincrasia del club.

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Su presentación a los medios en Algeciras.

--Antes del Algeciras has dirigido otros equipos más modestos, ¿es este el escalón que de alguna manera “te tocaba” para seguir avanzando en tu carrera?
--Es indudable que pase lo que pase, será una experiencia que ayudará en mi crecimiento como técnico. Trabajo para estar a la altura de lo que se pretende. Entiendo que entrenar está complicado porque somos muchos y es una oportunidad única de luchar por conseguir un ascenso. Si eso ocurre, tendré muy presente el mérito que les corresponde a esos equipos que apostaron por mí. Puerto Real C.F, Racing Club Portuense y Conil C.F.

--Cocinero antes que fraile, sufriste una grave lesión que te apartó de seguir pisando el césped cuando aún te quedaba biografía para continuar. ¿Cuánto le debe esa lesión a tu vocación como entrenador?
--Es difícil medir eso, pero tanto dolor posiblemente nos hace más fuertes ante la adversidad. De todas formas, de mi etapa de jugador, prevalecen los momentos de felicidad sobre los menos agradables. La carrera de jugador es algo maravilloso… y no hace falta jugar en Primera para alcanzar esa felicidad. Ahora como entrenador es diferente. Conservo mis vivencias como futbolista y éstas me ayudan a entender mejor qué piensa el jugador en cada momento.

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Un joven Mera en el terreno de juego.

--¿Y muchas ganas contenidas de saltar al terreno de juego desde el banquillo a sentir otra vez el bisbiseo del césped bajo los tacos y los golpes de cuero del balón en campos importantes de nuestra geografía futbolística.
--Lo vivido, vivido está. Yo, además, no vivo de lo que fui y creo modestamente que no pasé de ser un jugador de perfil bajo que desarrolló su carrera por campos de Segunda división B y Tercera. Aunque también disfruté de momentos de mayor relumbre, sobre todo porque pertenecer al Cádiz  C.F. y jugar en el Carranza, es una sensación especial como deportista.

--El Ramón de Carranza de aquel Cádiz de la Primera División de los ochenta con el que se seguro que soñaría el niño que empezó en los equipos de fútbol base del Puerto.  ¿Cómo ve el adulto de ahora aquellos tiempos de ilusión y aprendizaje.

--Esos recuerdos son los mejores que jamás tendré respecto al fútbol. Fui un niño tremendamente feliz en un ambiente totalmente distinto al de un niño de ahora. Soy de la Barriada la Palma y crecí rodeado de pinos y campos de fútbol. Íbamos al colegio y por la tarde, bajábamos a la calle con el bocadillo en la mano y nos caía la noche encima pegando patadas a un balón. Esa es la mejor escuela de fútbol para el niño, pero por desgracia eso se perdió. Luego, con el sueño de ser futbolista, comencé en San Marcos y de ahí al Cádiz con 16 años. Una lástima para los críos de ahora, el no conocer lo que son las calles vacías de coches y dos piedras haciendo de porterías.

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Los tiempos de jugador sobre el terreno de juego del Ramón de Carranza.

--¿Qué sientes, por cierto, como jugador y entrenador del Racing Portuense que fuiste, ante la desaparición del que durante décadas fue el club grande de esta ciudad.
--Es una gran pérdida para la ciudad. El Racing era algo que estaba en el ADN del Puerto y su desaparición es todavía más triste para aquellos que vieron y vivieron épocas anteriores y gloriosas del club. Al primer estadio que acudí como espectador fue al Cuvillo a  comienzos de los ochenta,  cuando el equipo jugaba en una Segunda B potente de sólo dos grupos. Yo era un chiquillo y me impresionaba ver la preferencia llena y un ambiente precioso y añejo de fútbol.

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La última alineación del R.C. Portuense.

--Te vas a Algeciras con Miguel Chamorro, tu segundo de a bordo, alguien que tiene, más o menos, la edad que tú tenías cuando empezaste a dirigir equipos. ¿Qué valor le das al equipo de profesionales que trabajan junto a ti?
--Le doy muchísima importancia. Miguel Chamorro, es un chaval joven aún, pero con la capacitación máxima para estar en la élite. No tardará mucho en llegarle esa oportunidad y cuando le llegue no saldrá de ahí. Los que dirigimos grupos vivimos de nuestra anticipación y determinación en lo que hacemos. Lo tengo conmigo porque tiene estas cualidades además de una gran preparación académica y práctica.

--En declaraciones en las que defines tus claves como entrenador aparecen términos como “alegría”, “dinamismo” y “riesgo”, pero también “orden” y “exigencia”. ¿Cuál es tu forma de entender el papel que tiene que asumir el líder –tú en este caso- de un equipo de deportistas?
--Intento dirigir siendo fiel a mi forma de ser, a mi personalidad. Con todo lo bueno y lo malo que conlleva eso. Me gusta conocer al jugador persona porque pienso que lo primero es llegar al corazón del ser humano: Guardiola lo llama “dar en la tecla”. Si consigues esto, ya puedes hablar de fútbol lo que quieras, pero lo primero es llegar a la persona. Además de esto, hace tiempo que aprendí que a los conflictos (que por cierto son inevitables)  que surgen con los futbolistas y el entorno hay que atacarlos de frente. Cuando toca ser tajante, hay que serlo, porque si no todo lo anterior se te vuelve en tu contra. Futbolísticamente, me identifico con un equipo que actué de forma inteligente sobre el campo. Hacemos mucho hincapié en que el jugador comprenda la esencia del juego y que se implique con intensidad máxima en el trabajo sin balón.

0001120451_x440_jpg000--¿Y cuál es tu próximo “ascenso” después del más que seguro ascenso del Algeciras?
--Esas son casi dos preguntas una sola. Lo mejor es trabajar para el logro de los objetivos y no pensar en lo que vendrá después. Si se consigue aquello que se planificó, y por lo que se luchó sin descanso, sólo podrán llegar buenas noticias para mi club y para mi aun corta trayectoria como entrenador.

--Y ya por último -y como en el los créditos del final de las películas- esta historia sería imposible sin…
--…Sin mi familia, por supuesto, que es la que me lo permite todo y todo lo soporta por mí. A veces pienso que vivir conmigo tiene que ser una tortura, porque desgraciadamente esta es una dedicación que se presta poco a la desconexión. Afortunadamente, repito, tengo una familia maravillosa que me ayuda muchísimo. Mis padres, mis suegros y, desde luego, mi mujer son los damnificados de todo esto. Ellos son quienes más merecen mis ratos de felicidad, además, claro, de mis dos hijos. /Texto: Angel Mendoza.

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A 5.172 metros de altura mana la primera fuente del río Amazonas, el río más largo del mundo, con una cuenca principal que se prolonga durante 7.062 kilómetros, en un caudal que reúne la quinta parte del agua dulce de todo el planeta.

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Francisco Andrés Gallardo, delante del monolito erigido en las Fuentes del Amazonas, en una instantánea tomada a las cuatro de la tarde del pasado 1 de julio. Se ha convertido así, en el primer vecino de El Puerto que llega a este rincón de Sudamérica.

Y el Gran Río nace silencioso, bajo tierra, en una corriente de hielo, permafrost, desde el Nevado Quehuisha, en un remoto enclave peruano en el valle del Colca, al sur de Perú. Un pico hasta donde llegaron el pasado día los expedicionarios de la Ruta BBVA (ex Ruta Quetzal), dirigida por el veterano reportero Miguel De la Quadra-Salcedo y que reúne a jóvenes y periodistas de 23 países.

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Miguel de la Quadra Salcedo explicando el pasado diciembre a Francisco Andrés Gallardo la Ruta BBVA (ex Ruta Quetzal), de este año 2014.

Entre quienes formaron la ruta de este año, que precisamente concluye en la mañana de hoy en Madrid (tras la recepción ayer lunes de los Reyes, don Felipe y doña Letizia), se encuentra el periodista portuense Francisco Andrés Gallardo, jefe de sección de los periódicos del Grupo Joly, que ascendió junto a un centenar de ruteros hasta el Quehuisha el pasado 1 de julio.

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El mal de altura no pudo con nuestro protagonista, que estuvo entrenándose durante varios meses para poder hacer la expedición en óptimas condiciones físicas, subiendo a caballo desde Lari hasta lacia del Quehuisha.

Francis alcanzó el monolito que emplaza el nacimiento del Amazonas, un lugar que no había sido certificado hasta hace sólo 18 años, en una expedición internacional, convirtiéndose en el primer vecino de El Puerto que llega hasta este rincón de Sudamérica. Gallardo formaba parte del equipo a caballo que por una ruta más escarpada desde la pequeña localidad de Lari portaba las mulas que en la cima iban a socorrer a quienes lo necesitaran (hubo que trasladar a varios chicos) del resto de la expedición que llegaba a pie hasta el Quehuisha.  “--A cinco mil metros de altura las condiciones son mucho más exigentes de lo que uno se pueda imaginar. Cualquier esfuerzo se multiplica por diez, mientras se reduce el oxígeno:  andar sólo cien metros es como andar un kilómetro”, resume gráficamente el porteño sobre las condiciones vividas en aquella etapa.

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Francisco Andrés Gallardo, junto a otros dos de los otros tres expedicionarios andaluces, portando una bandera andaluza en el nacimiento del Amazonas.

Además de Francis otros cuatro andaluces subieron hasta las fuentes del Amazonas con la Ruta BBVA. La estudiante Paula Iglesias Sigler, de San Fernando, portadora de la enseña andaluza en la expedición; Guillermo González Morales, de Cádiz; José Manuel Mesa, de Jaén; y el cordobés Fernando Valle, técnico de Hispasat. Varias plazas de los ruteros se eligieron por sorteo por lo que otros jóvenes andaluces tuvieron que aguardar en el campamento, ubicado en la población de Chivay.

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El grueso del grupo expedicionario de la Ruta.

La expedición a caballo llegó al Quehuisha con bastante antelación a los ruteros que iban a pie debido a la dificultad del camino para los vehículos que los transportaban en las faldas del Quehuisha. El posado en el monolito se producía sobre las cuatro de la tarde, regresando todos a partir de esa hora, con un atardecer muy temprano y con un descenso considerable de las temperaturas (es invierno en el Hemisferio Sur). El guía de la expedición a pie se descoordinó con los vehículos y la expedición tuvo que aguardar en una cabaña de pastores hasta pasada la medianoche, cuando tras un segundo camino llegaron hasta los todoterrenos que por fin les aguardaban. La subida al Quehuisha ha sido la etapa más dura de los treinta años de la Ruta BBVA dirigida por De la Quadra-Salcedo.

 

luiscaballerojuradoEn la imagen de la izquierda, Luis Caballero posa en las instalaciones de la Ciudad Deportiva, en El Puerto de Santa María.

Más de mil trofeos, 600 medallas y 25.000 kilómetros de competición contemplan a este atleta de 64 años "Correré hasta que el cuerpo aguante, con la misma ilusión", asegura.

El domingo 23 de febrero Luis Caballero Jurado (El Hoyo de Bélmez, Córdoba, 1949) añadió un éxito más a su dilatada trayectoria atlética: culminar, por 30ª ocasión, el Maratón Ciudad de Sevilla, lo que supone haber cruzado la meta en todas las ediciones disputadas. Sólo cuatro personas más pueden esgrimir dicho mérito. Residente en El Puerto de Santa María desde 1980, este atleta de 64 años, que dice correr "desde siempre", calcula haber emprendido con sus zapatillas 100.000 kilómetros de entrenamiento y 25.000 de competición. Más de 1.000 trofeos y un número superior a las 600 medallas le contemplan.

-Un día especial por el número redondo y, sobre todo, por el reciente fallecimiento de su madre.
-Fue todo muy emotivo. Mi madre me había dejado el lunes, seis días antes de la prueba. La carrera se la dedico a ella, desde luego. Junto con mi padre, en su día me acompañaron a muchas.

-¿Cómo se desarrolló la competición?
-Personalmente, por lo que respecta a las fuerzas, me sentí bien. Firmé 3 horas y 54 minutos, igual que en 2013. Los 9.000 atletas han batido el récord de participación. Por otra parte, es cierto que el hecho de que la organización se haya privatizado redundó en algunos recortes. Baste decir que no nos han permitido usar las duchas al término del evento. Si uno tiende una mirada retrospectiva, la sensación que tiene es la satisfacción de no haber padecido en tantos años alguna desgracia que impidiera participar o culminar la competición. Esa supone la parte alegre, no puede obviarse el lamento por compañeros a los que las lesiones les han impedido acudir. Los corredores de fondo podemos acabar sufriendo problemas de desgaste en la rodilla.

-¿Cuáles han sido sus mejores marcas en la cita sevillana?
-Bajé de las tres horas en tres ocasiones, oscilando entre las 2h57 y las 2h59. Eso implica correr cada kilómetro en 4 minutos y 15 segundos, y hacerlo así durante 42 kilómetros y 195 metros. Con los años transformas tus objetivos. Ahora el principal es el de concluir la prueba y hacerlo sin lesionarme, propósito para el que se requiere un entrenamiento adecuado y seguridad en uno mismo. Ya no miro el cronómetro, aproximarse a las tres horas de antaño se ha tornado imposible. Cuando hablamos de un maratón hay que partir del hecho de que sólo finalizarlo ya es un triunfo.

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XXX Edición del Maratón de Sevilla 2014

-Una experiencia tan dilatada suscita anécdotas, recuerdos especiales.
-Había una señora anciana, a la que llamábamos la abuela del botijo. Todos los años estaba allí para darnos agua. Los primeros años la prueba empezaba en el Parque de María Luisa y concluía en la Plaza de España. Ahora se inicia y concluye en el estadio Olímpico de la Cartuja. No debo olvidar que cuando cumplí 25 maratones me regalaron una placa y recibí el aplauso del público en el estadio. Este año, a quienes íbamos a culminar las treinta ediciones, nos ubicaron en la salida al lado de los keniatas. Por lo demás, el recorrido del maratón sevillano es de los más llanos del calendario. La cita resulta muy atractiva, pues cruzas la ciudad rodeado del ánimo del público. Las personas que observan las competiciones atléticas se han ido educando: en épocas pasadas te animaban a retirarte mientras te ofrecían alguna bebida cuando restaban diez kilómetros para la meta, ahora te animan a rebasarla. Me he enfrentado a climatologías de todo tipo y condición, Sevilla tiene esos extremos. Dejando a un lado dicha prueba tengo que referirme a la subida al Veleta, un reto durísimo. Imagínese tras diez kilómetros de falsa cuesta tener que enfrentarse a 40 de ascenso continuado. Sufres falta de oxígeno y de fuerzas, se hace más arduo que 100 kilómetros en llano. La mente es muy importante para un fondista, saber mentalizarte de que tienes que terminar.

-Con ser muy importante, su currículo va mucho más allá de los 30 maratones sevillanos. Da vértigo. Selecciono 10 maratones en Jerez, nueve ediciones de la subida Veleta-Granada (50 kilómetros, primero en su categoría en cinco ocasiones), cinco de la 101 kilómetros de la legión de Ronda (vencedor en su categoría en dos citas), cuatro de los 100 kilómetros de Santander (en 1992 tercero por equipos en el Campeonato Intercontinental y en 2002 subcampeón de España en su categoría), 220 medias maratones, 15 triatlones, 100 ediciones de millas urbanas, 1.320 carreras populares, 65 de campo a través...
-Empecé a tomarme en serio el atletismo a los 30 años. Recuerdo que cuando llegué a El Puerto, destinado por Telefónica, solo corríamos Pedro Rizo, Juan Beuzón y yo. Después se fueron sumando más personas, hasta que fundamos el Club Alcanatif, del que fui primer presidente. Al principio solo saltábamos a las pistas los varones. Ahora se respeta igual a una corredora que a un corredor.

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V Carrera Popular ‘Puerto Menesteo’. 28 de noviembre de 1999.

-La sociedad ha cambiado su forma de ver el atletismo.
-En los años ochenta no había costumbre de competir en maratones en España. Hasta los médicos te desaconsejaban hacerlo. Cualquier deportista sabe ya que durante la prueba se tiene que hidratar, pero antes lo desconocíamos. Correr es salud. Es un deporte barato, que se presta a cualquier hora y clima. Normalmente, los que guardamos un compromiso con el deporte vamos poco al médico. Yo no hago dieta, como sin problemas y peso 70 kilos.

-¿Hasta cuándo por esos caminos de Dios?
-Hasta que el cuerpo aguante, con la misma ilusión de siempre. Entre lunes y viernes cumplo cada día con unos 10 kilómetros, pensando en las citas del fin de semana. El maratón de Sevilla acabará siendo un recuerdo, pero el isleño Antonio Espiau corría los 100 kilómetros de Santander con 65 años. /Texto: Francisco Lambea

Más información en la nótula 980 de GdP:
ALCANATIF. Club de Atletismo.

 

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Patrick Mata y Alberto Orte, de izquierda a derecha, en la viña.

El artífice de estos vinos, Alberto Orte Espejo, de 39 años de edad, aunque madrileño de nacimiento, vive en El Puerto de Santa María ( Cádiz ) con su familia. En 1999, con la edad de 24 años, se asoció con su amigo Patrick Mata, natural de Málaga, y crearon en USA la empresa OLE IMPORTS LLC., con sede en Nueva York, que hoy en día es una de las principales importadoras de vinos de calidad españoles en ese país. Alberga en su portafolio más de 100 referencias de distintas denominaciones de origen españolas y comercializa más de 100.000 cajas de vino de la Península al año. Alberto se ocupa de la selección del vino y de la parte enológica en España y Patrick de la parte comercial y de márketing en EEUU, de tal forma que ambos forman un perfecto tándem empresarial.

En el año 2003, Patrick y Alberto decidieron fundar otra compañía que se dedicara directamente a la producción de vino en distintas zonas de España, por lo que crearon Compañía de Vinos del Atlántico, cuya misión fundamental es descubrir nuevas zonas de producción, suelos singulares y recuperar variedades autóctonas. Uno de sus proyectos es recuperar la Tintilla a través de estos dos grandes vinos: Atlántida y Vara y Pulgar. Compañía de Vinos del Atlántico vende sus vinos en más de 10 países, siendo sus principales mercados: Estados Unidos, Alemania, Suiza y Canadá.

Este joven enólogo es Titulado en Enología y Viticultura por la Universidad Politécnica y Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense, ambas de Madrid y ha adquirido una gran experiencia en sus numerosos viajes por España trabajando estrechamente con las distintas Bodegas que representa en Estados Unidos.

atlantida_varaypulgar_2012_puertosantamariaUnas de esas Bodegas son las de la familia Osborne - Osborne que conforman el grupo de COMPAÑÍA DE VIÑEDOS IBERIAN, cuya sede principal también está en El Puerto de Santa María. Por esta relación de amistad y confianza es Iberian la que se encarga de distribuir a nivel nacional sus vinos de la Tierra de Cádiz.

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Ya han salido al mercado la segunda añada del vino tinto seco de Cádiz ATLANTIDA 2012 y ve la luz por primera vez su hermano VARA Y PULGAR 2012, ambos elaborados con tintilla 100% y producidos por la Compañía de Vinos del Atlántico, cuya sede se encuentra en El Puerto de Santa María.

La primera añada de este vino ATLANTIDA 2011 contó con tan solo 66 botellas para el mercado español, y unas 600 botellas para el exclusivo mercado de EEUU, principalmente, Nueva York, donde obtuvo excelentes críticas, como la de Josh Reynolds, de la revista profesional de vinos International WineCeller (IWC), quien le dio en su primera edición una alta puntuación. En esta añada, y después del éxito obtenido, se han elaborado 2.500 botellas de Atlántida 2012 y 14.500 de Vara y Pulgar 2012, y se destinarán al mercado español 480 y 1.800 botellas, respectivamente.

Entrebares, un establecimiento de tapas que ya sacó también una colección de salmorejos, presenta un surtido de cinco minihamburguesas con panes de diferentes colores y sabores elaborados por la pastelería Momentos (ver nótula de Jesús María Fernández Ruiz, núm. 1.724 en GdP), también de El Puerto.

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Jesús Matilla con sus hamburguesas de colores.

Las hay verdes, negras, colorás, amarillas y…hasta color pan. Se han utilizado colorantes alimentarios y diversos condimentos para darle un color diferente a cada pan. Luego en el interior, cada hamburguesa es de un sabor diferente y lleva guarniciones distints. Es el último arranque creativo del cocinero Jesús Matilla (ver nótula núm. 1.721 en GdP), el propietario de Entrebares que ya sorprendió a la clientela cuando abrió su establecimiento en el centro comercial de Vistahermosa con una colección de salmorejos diferentes que ha ido ampliando y de los que tiene permanentemente 20 en carta de un total de 50 sabores que tiene su recetario y que va variando todas las semanas.

Lo de las hamburguesas se le ocurrió viendo el interés que hay ahora en el público por estos productos. Así que diseñó cinco tipos de hamburguesas diferentes, fijó para cada una de ellas su guarnición y luego se fue a ver a su amigo el maestro pastelero Jesús María Fernández de la pastelería Momentos para que le diera el toque final que han logrado con una serie de panes de colores.

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Las minihamburguesas de colores de Entrebares

La que está teniendo más éxito es una hamburguesa de carrillada ibérica que va condimentada con pimentón de la Vera para darle un llamativo color rojo. Por encima una capa de cebolla caramelizada y para cubrilo todo un pequeño pan aromatizado con tomate. Todos los panecillos llevan por encima un poco de sésamo. La más clásica de las hamburguesas, la de carne de buey, también tiene muchos adeptos, según relata Matilla. Esta lleva un pan normal, sin ningún sabor especial y dentro un poco de cebolla y pimiento a la plancha.

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Jesús María Fernández Ruiz, de Pastelería Momentos.

Todos los panes son realizados por la pastelería Momentos. El más llamativo es uno de color verde. Lleva albahaca en su composición, una hierba muy aromática típica de la cocina italiana. Dentro acoge una hamburguesa hecha con atún, además cebolla pochada en salsa de soja y una mayonesa de wasabi, un condimento japonés con un toque picante. No le va a la zaga en exotismo la de cordero que lleva como condimento un curry de inspiración india, unas finas láminas de puerro frito y un pan también aderezado con curry. La colección la completa una hamburguesa de chocos con cebolla confitada y alioli que va con pan hecho con tinta de calamar.

No son hamburguesas para bañarlas de kepchup y mostaza ya que llevan sus propios condimentos. Matilla señala que “hemos escogido el formato mini con la idea de que se puedan probar más de una o incluso compartir las cinco”. Todas se venden a un precio de tres euros.

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Chicharrones de Atún que hizo famosos en El Puerto el desaparecido Bar El Rempujo.

La carta de Entrebares, un bar que se inauguró en el año 2013 tiene también otras sorpresas como un gallo frito cuya harina de fritura se mezcla con un polvo de algas de Suralgae, la empresa gaditana que se dedica a la recolección de este producto, o unos chicharrones de atún, una tapa que en El Puerto de Santa María hizo famosa el bar El Rempujo (ver nótula núm. 1.610 en GdP). De todos modos la estrella de la casa son los salmorejos que se sirven en copa de cocteles y con sabores muy llamativos. Así, además del típico cordobés, sin vinagre, aclara Jesús, que es natural de allí, une sabores éxoticos como el de tinta de chocos o algunos que se complementan con frutas. /Texto y Fotos: Pepe Monforte.

 

Manda la actualidad. La de las excavaciones arqueológicas que la semana pasada se han retomado en Pozos Dulces como trabajos previos a la construcción del discutido aparcamiento subterráneo.

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Detrás del tablero del puente colgante de San Alejandro (1846-1877) el espacio que ocupó la ermita de Consolación. A la derecha, una bodega y el convento del Espíritu Santo. / Fotografía de Jean Laurent, 1867. Biblioteca Nacional de España

Por supuesto, nada diré de los vestigios que se han exhumado al realizarse las catas arqueológicas que ahora, dado su interés histórico, se amplían. Al frente de la intervención están dos profesionales  –María Ángeles Navarro y Juan Miguel Pajuelo- de constatada solvencia y serán ellos, tras los estudios pertinentes y en su tiempo y forma, quienes informen a la ciudadanía de los hallazgos descubiertos y por descubrir.

Lo que yo quiero contarles son los antecedentes históricos que conozco del espacio de Pozos Dulces inmediato al antiguo puente de San Alejandro, en el que –de momento- no se ha intervenido. Y ya puesto, también haré memoria de algunas otras historias de tan destacado enclave urbano a orilla del Guadalete.  

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A la derecha, junto al desaparecido estribo del puente, la casa de Francisco Ciria. / Foto, colección de Miguel Sánchez Lobato.

BAJO LA CASA DE CIRIA

Recordará el lector la casa-bodega que existió junto al puente de San Alejandro, la que se derribó hará una década y que habitó Francisco Ciria y Vergara de la Concha, el padre de quien fuera alcalde de la ciudad (1948-1952) Eduardo C. Pérez (ver  nótulas 330 y 1313 en Gente del Puerto). Un ascendiente suyo, el presbítero José Pedro de la Concha, la mandó construir en 1828. En el memorial que para ello presentó al Ayuntamiento decía: “Que deseando adquirir un sitio donde poder construir una casa y bodega, he fijado la atención en el terreno de Consolación, próximo al puente de San Alejandro, donde antiguamente estuvo fabricada la ermita de aquel nombre. El terreno de que se trata está ocupado hoy según es notorio, por un montón de escombros y basura, por llevarlo allí los carros destinados para la limpieza, y fuera de lo perjudicial que es esto a la salud por el mal olor que exhala aquel sitio, es evidente lo deformado que en aquel paraje está el aspecto público, mucho más cuando por aquel lado hay un tránsito de personas muy frecuente.” El terreno donde se construyó el inmueble -en donde, reiteraba el solicitante, “en lo antiguo hubo en él construida una ermita, arruinada esta  y demolida hasta sus cimientos”- tenía 1.144 varas cuadradas (44 varas de longitud por 26 v de ancho = 36 x 21 metros), fijándose su venta en 1.152 reales de vellón.  

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La flecha roja marca la ubicación de la casa de Ciria en una imagen tomada hacia 1962 (el actual puente, entonces en construcción, se inauguró en 1963). / Foto, colección de Miguel Sánchez Lobato.

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El entorno de Pozos Dulces en 2012, con el espacio aproximado (en rojo) que ocuparía la ermita y escuela de Consolación. / Foto, Google.     

ERMITA Y ESCUELA DE NIÑOS POBRES

La de Nuestra Señora de Consolación fue una de las cinco capillas o ermitas que durante la Edad Moderna se levantaron a orilla de la ribera del Guadalete, con estas advocaciones: Santa María de Guía, Santa María del Socorro (posterior de San Antón), Santa Ana, la Virgen de la Concepción en la capilla de las Galeras y la que nos ocupa, frente a las calles Caldivilla (sic) y Ángel Urzáiz (en tiempos de la ermita, calles de Ginés de la Fruta –un célebre pescador porteño del siglo XVI- y de la Plata).

Poca información tengo de esta ermita, cuya advocación está vinculada al ‘consuelo’ que para los cristianos encierra el advenimiento del Apocalipsis. Sobre su origen,  se conoce que ya estaba edificada en 1738, no siendo probable que se remontara a muchos años atrás. El 19 de abril de aquel año se presentó en el Ayuntamiento un memorial de su Hermandad titular solicitando que se le permitiera ampliar la ermita con el fin de establecer una escuela que cubriese la instrucción de los niños pobres de la zona, de antiguo, el barrio de los pescadores, “por haber enardecido la devoción de bienhechores que se dedican a edificar escuelas competentes para enseñar primeras letras y doctrina cristiana a niños pobres de solemnidad, hallándose la hermandad con distintas cantidades depositadas con condición de que no se entreguen si no es para el dispendio y distribución de dicha obra”.

pozosdulces5_puertosantamariaA los pocos días, los munícipes concedieron lo solicitado, en estos términos: “...que arreglándose en la obra que pretende a seguir en línea recta por la parte del río y de tierra en la escuela que ha de ejecutar [...] acordó el conceder como desde luego concede a dicha capilla de Consolación y a sus hermanos en su nombre, licencia en forma para que ejecuten la obra que pretenden”.

Con toda seguridad, en 1807 la escuela ya no existía, según apuntó Hipólito Sancho, y acaso tampoco la ermita, suerte que corrieron las restantes emplazadas en la ribera. La de Consolación fue una de las tres cofradías de carácter docente que se establecieron en El Puerto durante el siglo XVIII, junto a la de Nuestra Señora del Rosario de la Aurora (desde 1706) y la de Jesús, María y José.  /En la imagen de la izquierda, Convento del Espíritu Santo. A la derecha, el cuadro de la Virgen de la Consolación que presidió la ermita de su nombre. / Foto, Alberto Díaz (web El Hachón Cofrade).

El maremoto del 1 de noviembre de 1755 afectó a la ermita de este modo, según vio y contó José Miguel Bernal: “…vimos salir el río de madre e inundarse todas las casas de la ribera desde Guía [Bodegas Gutiérrez Colosía] al Matadero [ex sede del Imucona], en donde vararon muchas embarcaciones y se inundó todo aquel sitio y Pozos Dulces, librándose solamente el convento del Espíritu Santo, adonde no llegó el agua. La ermita de Consolación se anegó y subió hasta fin del altar el agua y, asimismo, todas las casas de enfrente.

Por el padrón vecinal de 1782 se conoce que la ermita era un edificio exento, con dos puertas, “una para el uso de la ermita y otra a la parte de la iglesia que está en alberca, sin habitar persona alguna”. A la altura de 1797 asistía en ella el capellán José Santaella, un clérigo de menores órdenes, de 40 años de edad.  

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La ribera del Guadalete hacia 1962. / Foto, colección de Miguel Sánchez Lobato

LA CALLEJUELA DE CONSOLACIÓN Y EL MOLINO DE ACEITE  

El padrón de este año de 1797 también menciona la existencia en linde con la ermita de la callejuela de la Consolación, con seguridad alineada con la calle de la Plata (Ángel Urzáiz desde 1916 y de antiguo también nombrada Sarmiento, Curtidores y de la Fuente Chica); tramo viario –frontero al espacio que ocupó el varadero de Pastrana- que perduró hasta que en nuestros días se derribó el frente de las bodegas de Pozos Dulces.

Al otro lado de la callejuela en 1782 se levantó un molino de aceite, propio de Antonio de Vicuña y Juan Felipe Oyarzábal, sobre el terreno que once años antes -1771- habían heredado de un tío del primero, Jacinto José de Barrios San Juan, quien fuera uno de los más importantes comerciantes y cargadores a Indias portuenses. Probablemente tuviera la traza, como era propio de la época, de una torreta cuadrangular  similar a la del molino que se descubrió en 1994 en el solar que ocupó el huerto del convento de San Antonio de Padua.

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Frente al Ayuntamiento, Nevería y la plaza Peral, el molino de aceite del convento de San Antonio, ya semiderruido. Su hallazgo y demolición fue un visto y no visto.

Aparentemente, según se aprecia en la tercera foto de está nótula más arriba (señalado con la flecha verde), el molino de Vicuña y Oyarzábal se conservó completo en su alzado –integrado en el inmueble anejo- hasta que fue derribado hace unos años. Su ubicación coincide plenamente con la que se marca en viejos planos de la ciudad. Esta hipótesis que planteo se confirmará –o no- durante la intervención arqueológica.

Molinos aceiteros del último tercio del siglo XVIII –con sus trojes, la viga, el husillo, las molinetas, el alfanje- como los que tuvieron los Winthuissen  y José Miguel de Huerta en la Ribera del Río, Luis Lorenzo Rodríguez Cortés en la plaza de la Pescadería, el marqués de Villapanés junto a la Casa de las Cadenas o Juan José Reinoso en la calle Santa María.

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A la derecha, en una vieja imagen, la casa de Agustín J. de Vergara y la puerta de la vieja taberna, la Tienda de Consolación. / Foto, colección de Gaspar Veneroso.

LA TIENDA DE CONSOLACIÓN 8

El nombre de la ermita también la llevó una taberna, la Tienda de Consolación, en 1826 propia de Fernando Mendoza, que antes fue, ya en 1782, una tienda de montañés de Bernardo García, quien la mantenía abierta en 1804. Se encontraba esquina a Caldivilla, frente por frente a la ermita, en la casa que en el siglo XVIII levantó el regidor y mayordomo de la ciudad Agustín José de Vergara, cuyos portales –los que están decorados en sus pilares con bonitos motivos geométricos- se construyeron en 1782 (al tiempo que el molino) para ampliar la casa y, según leo en su solicitud, “para la comodidad de aquel desamparado sitio y a beneficio del tránsito público, a cuyo fin están constituidos los demás portales de aquel sitio por la hostilidad de los temporales.” La vieja tienda de Consolación nunca perdió, hasta el día de hoy, su actividad como establecimiento hostelero. Aún recordarán muchos portuenses en su solar, mediado el pasado siglo, el Bar Puente, de Manuel Muñoz Jaén.

LOS POZOS DULCES

Yo no sé qué ocurrirá cuando la tuneladora horade –hasta 8 metros de profundidad- el terreno de Pozos Dulces. Seguro que brotará en abundancia el nivel freático del río, tal como se ha constatado en todas las obras y excavaciones arqueológicas que se han practicado a lo largo de la ribera y sus inmediaciones. Y no sé si también manará el agua dulce de los pozos que dan nombre a la calle.

Pozos dulces de la ribera del Guadalete en los que en 1736 ocurrió, tras una pertinaz temporada de lluvias, lo que también contó José Miguel Bernal, ahora testigo de este otro fenómeno: “Este año ha sido tan copioso de aguas que desde San Andrés [6 de noviembre] del año antecedente hasta abril no ha cesado de llover con grande abundancia, y ha sido tan copiosa la lluvia que en esta ciudad por la ribera, desde la calle de la Chanca hasta las monjas del Espíritu Santo y Pozos Dulces, han reventado muchos manantiales de agua, que corrían hasta el río, cosa bien particular y que los más antiguos no la han visto ni oído decir a sus pasados.

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Pozos Dulces inundado a comienzos de los 70. / Foto, Rafa. Archivo Municipal.

De estos pozos, el ilustrado portuense Juan Luis Roche dejó escritas en 1771 estas interesantes apreciaciones: “…mientras más inmediatos al agua salada, son más dulces, y cuanto más desviados más salobres y profundos; porque en aquellos apenas se necesita soga para sacar el agua, y en estos últimos es necesaria una de muchas varas. Algunos Pozos crecen y menguan con las mareas, y debajo del agua salada en las menguantes se ha visto fluir agua dulce.

EL BALNEARIO DE SAN JOSÉ  

Detrás del terreno que ocupó la ermita y la casa de Ciria, junto a la orilla del río que en 1954 ocuparía el varadero de los hermanos Pastrana (ver nótula 713 en Gente del Puerto), entre 1881 y 1923 Felipe Losada y su hijo José mantuvieron abierto un pequeño establecimiento de baños que llamaron  Balneario de San José.  En su origen, una caseta de madera cubierta a dos aguas y compuesta de un departamento para vestuario (3 metros  x 2’40 de ancho) y un espacio para las inmersiones acotado con listones de madera hasta la línea de bajamar, sólo aprovechable durante una hora antes y otra después de la pleamar en las pequeñas mareas y tres horas durante los aguajes.

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Plano de la reforma de 1906 de los baños San José. / Archivo Municipal.

En 1906 José Losada reformó y amplió las instalaciones. La caseta, pintada de blanco, pasó a tener 7’75 m de frente, 6 de lado y 2’50 de altura, mientras que el cerco de los baños se amplió hasta 20 metros, formándose con estacas de pinos (4’50-5 m), tablazón y riostras con regatones de hierro colocadas de estaca a estaca. Con ello, Losada pretendía que los baños se tomaran entre las cuatro horas de las mareas muertas y las seis de los aguajes,  “dando más tiempo –decía en su solicitud- para que la clase pobre, que es precisamente la que los utiliza, pueda aprovechar y disfrutar los beneficios de los baños de mar, que tanto se recomiendan”. En 1916 el uso de la instalación costaba 10 céntimos a los adultos y 5 a los menores de diez años.

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El varadero de Pastrana, cerrado en los años 80, en el lugar que ocupó los baños San José. 

La costumbre de tomar baños en la ría del Guadalete, que comenzó en 1816, cuando se instalaron los primeros baños flotantes junto al puente de barcas de San Alejandro (1779-1839), fue desapareciendo con los trabajos de canalización y dragado del río que se verificaron durante el primer tercio del siglo XX y ante el progresivo deterioro de la salubridad de sus aguas (en lo que no poco influyó la construcción en 1897 por la Azucarera Jerezana de una corta junto al Portal). Sólo permanecieron en el río, como una reliquia, los baños de San José.

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El corro de bolos de Pozos Dulces, el 'Corribolo' hacia donde hoy está la glorieta de acceso a la ciudad. Lanzando, el montañés Manuel Gil de Reboleño. / Foto, Antonio Gil Insúa.

LOS CORROS DE BOLOS  

Felipe Losada, en 1868, trece años antes de abrir los baños, estableció en Pozos Dulces, a la espalda de la destilería de aguardientes de Ramón Jiménez, frente a la iglesia del Espíritu Santo, un ‘corro de bolos’ público formado con un malecón de madera. Aquí lo mantuvo hasta 1891, cuando lo trasladó junto al puente de hierro de San Alejandro (1883-1977), donde permaneció hasta que a los cuatro años, en 1895, tuvo que desalojar el lugar al crearse el Parque Calderón. Y de nuevo volvió a instalarse en su primer lugar, donde continuó, en manos de su hijo José, hasta fecha incierta. Pero la tradición del lugar como bolera perduró hasta mediado el siglo XX. Hoy, la peña carnavalesca El Corribolo, ubicada frente a la bolera del puente, recuerda en su nombre su pasada existencia. / Texto: Enrique Pérez Fernández.

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La UCD que lideraba en El Puerto Víctor Unzueta ganó las elecciones pero no llegó a gobernar Conocidos portuenses formaron parte de aquel proyecto político. El reciente fallecimiento del ex-presidente del Gobierno Adolfo Suárez es una buena excusa para echar la vista atrás y rememorar aquellos años de la Transición en los que el partido creado por el político abulense, la Unión de Centro Democrático (UCD) sirvió de revulsivo para que muchos ciudadanos de a pie se interesasen por la política activa en un ambiente de grandes cambios y sobre todo de mucha ilusión por el futuro.

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Un retrato de Suárez presidía la sede local del CDS. En la foto están Antonio Morillo presidente provincial del partido, diputado a Cortes y alcalde de Vejer, Gerardo Harguindey, Francisco Moreno, Enrique Bartolomé y Manolo García Campos.

En El Puerto, la cara visible de UCD en aquellas primeras elecciones democráticas de 1979 era Víctor Unzueta Gabiola, conocido abogado que encabezó una lista integrada por portuenses muy conocidos pertenecientes a todos los ámbitos. En esa lista estaban, entre otros, Antonio Nogués Ropero, Manuel Pacheco Albalate, Victorina Arrobas Vila, Antonio Ariza Albaiceta, Carlos Campoy López, Ramón Bayo Valdés o Enrique Miranda García...

El programa electoral con el que UCD concurrió a aquellas municipales puede ser calificado de progresista. Bajo el lema 'Un programa real para un Puerto actual', contemplaba entre otras propuestas la recuperación medioambiental del río Guadalete -una lucha que después harían suya los ecologistas-.

Algunas de las propuestas recogidas en aquel programa resultan hoy tremendamente actuales, como la necesidad de mejorar la asistencia sanitaria y acercar los servicios de la Seguridad Social a la ciudad para evitar a los portuenses los desplazamientos a otras poblaciones; la mejora del servicio de transportes; la promoción del asociacionismo; la mejora de los centros de enseñanza o el fomento de las inversiones en la ciudad apostando por la creación de empresas y coorperativas, así como el desarrollo del sector turístico, entre otras medidas.

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El abogado Victor Unzueta lideró la formación centrista en El Puerto.

Aunque en las elecciones de abril de 1979 la lista de UCD resultó ser la más votada, obteniendo ocho concejales (4.902 votos) los juegos malabares de la política hicieron que finalmente ese primer gobierno municipal de la recuperada Democracia estuviera presidido por un alcalde comunista, Antonio Álvarez, tras el pacto suscrito entre las fuerzas de izquierdas con la suma de los concejales del PCE, el PSOE y el PSA.

No sabemos qué hubiera pasado si en aquel momento hubiera gobernado la lista más votada, quizás mediante un pacto con el PSA que no llegó a cuajar.

Enrique Bartolomé, ex-militante primero de UCD y después del Centro Democrático y Social (CDS), recuerda que aquella primera lista con la que él colaboró en principio como un jóven simpatizante que ayudaba a pegar carteles, con apenas 20 años, era una candidatura "de personas que estaban por encima de las ideologías. Creo que Víctor Unzueta podía haber sido un buen alcalde", afirma, y lamenta que a pesar de aquel pacto "el PCE, el PSOE y el PSA no tenían nada en común y el único motivo para pactar fue quitarle la Alcaldía a UCD".

Tras aquel primer contacto con la política, Enrique Bartolomé profundizaría más adelante su relación con UCD y llegó a ser, algunos años después, vocal del comité ejecutivo nacional de las Juventudes Centristas, un cargo que le permitió conocer de cerca al entonces presidente del Gobierno Adolfo Suárez, con quien llegó a estar incluso una vez en el Palacio de la Moncloa, junto a otros 13 jóvenes que formaban parte de aquel comité.

Tras la caída en desgracia de Suaréz y su dimisión como presidente del Gobierno, Bartolomé pasó luego a integrarse en el CDS, la nueva formación creada por Suárez, y llegó a ser número 4 en la lista al Congreso por esta formación en las elecciones generales de 1986.

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Candidatura UCD elecciones municipales 1979 (1)

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Candidatura UCD elecciones municipales 1979 (2)

En aquella campaña electoral fue, además, uno de los responsables de prensa del CDS, por lo que realizó varios viajes en autobús con el presidente del partido, del que recuerda que era "una persona encantadora. Vino cuatro veces a la provincia de Cádiz y recuerdo de él la prodigiosa memoria que tenía. Cuando íbamos a visitar una ciudad pedía un par de folios con datos de algunos de los personajes más conocidos de la localidad. Quería estar al día también de los asuntos de actualidad en cada momento y del contexto histórico de cada población. El resultado era que cuando hablaba con la gente lo hacía tan bien que parecía que conocía perfectamente ese lugar... Era una persona muy cercana y a la que sobre todo le interesaba el consenso. Una de sus máximas era decir que él no quería vencer, sino convencer". También recuerda Enrique Bartolomé cómo le gustaba a Suárez viajar charlando con los periodistas en el autobús de dos plantas en el que realizaban los desplazamientos de campaña, a pesar de que sus asistentes le reñían recordándole que tenía que descansar. "No comía nada, se alimentaba de tortillas francesas y era un fumador empedernido", recuerda.  Lo que no consiguió Bartolomé, que también fue concejal del CDS en El Puerto entre 1987 y 1991, fue que Suárez llegara a visitar la ciudad. Una 'espinita' que no se le ha olvidado. /Texto: Teresa Almendros.

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CARLOSLOPEZSEGOVIA1_PUERTOSANTAMARIAEl párroco de El Carmen y San Marcos, Carlos López Segovia, ha sido nombrado vicesecretario para asuntos generales de la Conferencia Episcopal, uno de los puestos de mayor relevancia dentro del organigrama de la Iglesia en España. Este jiennense de 37 años ocupa también desde 2011 la Vicaría Judicial de la Diócesis. Además, es uno de los vicepresidentes de los tribunales interdiocesanos de primera instancia de Sevilla, y profesor del Instituto Superior de Ciencias Religiosas Asidones y del Seminario de San Juan de Ávila.
Su nombramiento ha sido uno de los acuerdos alcanzados en la reunión de la comisión permanente de la Conferencia Episcopal que se ha desarrollado en Madrid. López Segovia sustituirá al valenciano José Gascó. Esta designación se circunscribe a la renovación de la estructura de la Conferencia que está acometiendo Ricardo Blázquez tras haber sido elegido presidente de la Conferencia Episcopal el pasado mes de marzo. La vicesecretaría para asuntos generales depende directamente de la secretaría general que está en manos de José María Gil Tamayo.

Entre 2004 y 2007 secretario del anterior obispo de Jerez y actual arzobispo castrense, Juan del Río, que, precisamente, forma parte de la comisión permanente de la Conferencia Episcopal. Fue ordenado sacerdote en 2002 y antes de recalar en El Puerto en 2007 fue capellán del Monasterio de la Cartuja y juez eclesiástico del Tribunal Eclesiástico y de los Tribunales Interdiocesanos de Sevilla. /Texto: Emilio Cañas.

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De pie, de izquierda a derecha, Juan Miguel Selma, Javier Cobos, Manolo Lechuga, Jesús Bejarano, desconocido, desconocido, Juan Luis Morillo y Juan Carlos Jiménez Lavi. Sentados, Vicente Vela, Juan Cebrián, Juan Alejo, Javier Bejarano y Juan Poquet. Abajo, Javier Dandy. La foto está tomada al final de la temporada del verano de 1979 u 80.

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Son los socorristas voluntarios de la Cruz Roja del Mar, que por aquel entonces cubrían la vigilancia en playas entre el 15 de junio y el 15 de septiembre. A diario, salían desde el Real Club Náutico, donde dormían las embarcaciones --lanchas neumáticas zodiak con motor fuera de borda-- y se dirigían a las playas para dar servicio entre las 11:00 y las 20:00 horas. En todas las playas con el servicio, existía como mínimo una lancha con patrón y socorrista y un vigía. En Valdelagrana, dada su extensión y número de asistentes, la dotación era doble.

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