
Juan Antonio Barcia Caraballo nació en la calle Melero, 2, el 14 de diciembre de 1917. Es decir hace 91 años. Está casado con Josefa Bernal Márquez, de 83 años, que nació en el número 2 de la calle San Sebastián. La boda fue el dos de febrero de 1948, por lo que en 1998 cumplió las Bodas de Oro. Con ocho años, en 1926, ayudó como monaguillo en el bautizo de la que sería su futura mujer, ocho años menor que él (Y aquí saca Juan Antonio su prodigiosa memoria: «--El Vicario era Francisco Núñez Galván, y los curas Antonio Ochoa y Rodrigo Sánchez Laínez y sus compañeros monaguillos, José Manuel Enrique Gutiérrez “el Malena” y José Villalba Bernabeu»). Ha tenido múltiples y variados trabajos a lo largo de su vida laboral, bastante tiempo en el sector de las bodegas, pero ya lleva 31 años jubilosamente jubilado: desde sus sesenta, gracias al Convenio de la Vid, en 1978. Ha viajado todo lo que ha podido y más en los viajes organizados para pensionistas.

En esta fotografía, tomada en Cádiz el 18 de Julio de 1.937, los que aparecen en la misma iban al Centro de Reclutamiento, según Juan Antonio. A la izquierda Juan Antonio Barcia Caraballo, su primo José Gutierrez Caraballo, Antonio Flor Castillo, trabajador de telefónica y Antonio Femenía Máiquez, que trabajaba en el ayuntamiento y con el tiempo sería corresponsal de Diario de Cádiz a principios del último cuarto del siglo pasado.
Juan Antonio inicia su vida laboral muy pronto, con 14 años, como aprendiz y chico para los recados en la Bodega de F. Javier Jiménez González en la calle de la Rosa, ganando cinco reales diarios, afiliándose en la Casa del Pueblo, a la UGT. Mas tarde llevaba etiquetas a Gráficas Andaluzas, siendo capataz Ramón Fernández Ponce, quien vivía junto en la calle Alquiladores.
Luego se queda parado y encuentra trabajo en el almacén de la calle San Juan esquina y vuelta con Cruces llamado “El Almacén Quemado”, el que luego sería de Leveque y que hoy permanece semi en ruinas. Era propiedad de Fidencio Martínez Ferreira. Ya metido en el gremio de la alimentación, cambia de trabajo y presta sus servicios en Ultramarinos la Diana, con nótula propia en Gente del Puerto, siendo propiedad de Antonio Camacho Caballero. Luego entrará en el Economato Portuense, en la calle Larga -donde hoy está Confecciones Sollero frente a la desaparecida Casa Lucas, hoy Copistería HIVA-, propiedad de Paco Suarez. Allí se preparaban los costos para los barcos de los primeros alicantinos que llegaron a El Puerto de forma estable, llevando con Antonio “el de Panseco” en un carrito de mano la mercancía a los barcos: pan sin sal, arroz, garbanzos (chidrón), lentejas (lentillas), bacalao, garrafas de Valdepeñas, ... Los barcos surtidos eran de los armadores Roselló, Perles, ... y solían bajar al Moro. (En la fotografia, de izquierda a derecha, Juan Antonio Barcia, Juan Flor del Castillo que trabajaba en telefónica, tío de Juan Flor el ATS y Emilio Flor, profesor de Instituto. El que esta de pie a la derecha es Manuel Ojeda Leiva, cuyos hijos fundarian la Cadena de Confiterías y Pastelerías La Perla. El que esta sentado es Antonio Poullet Álvarez, tenia una barbería en la calle ganado).
Un nuevo cambio se va a producir en la vida laboral, e incluso de gremio. Como Juan Antonio vive cerca de la calle Ganado, entra a trabajar en la Panadería de Antonio Ojeda sustituyendo en los descansos los turnos de los panaderos. Simultáneamente vuelve al mundo de las bodegas y entra como eventual en Bodegas Terry donde, a las órdenes de Lobato como capataz, ponía etiquetas, lavaba botellas y hacía lo que fuera menester. De Terry pasa a Bodegas Caballero, con Joselete Rosso Camacho como Capataz donde está un tiempo hasta que Federico Pico lo recluta para un nuevo proyecto.
EL CACAO PICO
Federico Pico había regresado de América y cuenta con él como encargado para la Fábrica de Licores Pico que ya existía en Pozos Dulces y que se haría famosa por el Cacao Pico; recuerda Juan Antonio que el alambique estaba por la calle La Victoria. Miguel Ferrer, el camarero de tantos años en la Cervecería Puerto que vivía en la calle San Juan, estuvo allí de aprendiz.
La fórmula del Cacao era conocida solo en parte, ya que la proporción de vainilla exacta solo la conocía el propietario que la volcaba en solitario y en secreto, para no descubrir lo que hacía singular su destilado. Alcohol, agua, cacao de América del Sur que era tratado en infusión; a continuación era tostado con arena de playa puesta en un perol a la candela; luego se zarandeaba en un saco y se dejaba en una barrica cerrada sudando. Al finalizar el proceso se machacaba y se enviaba al alambique, destilándose en una proporción de 65%, o lo que es lo mismo obteniéndose un alcohol de Holandas.
Pero con la crisis de la escasez de materia prima la Destilería tiene que cerrar a principios de la década de 1940: «--Juan Antonio, aquí hay que achicar» recuerda perfectamente. La panadería de Ojeda y la eventualidad en Terry fue aliviando la maltrecha economía de Juan Antonio, como obrero, en la posguerra. Incluso llega a colocarse en La Otra Banda, en la Aserradora de Barcas, preparando tablillas para las cajas de pescado, o en la Aserradora de Pastor en la calle Misericordia. No podía pararse, no podía quedarse parado.
En 1948 se casa coincidiendo con su entrada en Destilerías Morphy. En 1950 entra a formar parte de la plantilla eventual de Bodegas Cuvillo, donde estará nueve años entrando y saliendo en función de las necesidades de la faena bodeguera. Una equivocación del sindicato vertical hace que, en 1959, Juan Antonio y otros 20 compañeros alcancen el ansiado puesto fijo en dicha Bodega, disfrutando por primera vez, tras casi 30 años de vida laboral, de la tranquilidad de una continuidad, sin los sobresaltos del paro intermitente y la búsqueda del pluriempleo. Se jubila, gracias al Convenio de la Vid, con 60 años, en 1978. El cierre de Cuvillo por quiebra en 1985, sin embargo le jugaría una mala pasada ya que dejaron de pagarle, además, la parte proporcional del Montepío de San Ginés -que acabaría desapareciendo- y las aportaciones extraordinaria pactadas en convenio, correspondiente a la propia bodega.
Una vida azarosa, de lucha por un puesto de trabajo, en la que la fortaleza de Juan Antonio ha sido puesta a prueba con asiduidad. Pero nuestro protagonista es hoy un hombre feliz, con su mujer, con sus hijos y nietos provechosa y venturosamente situados en el mercado laboral e incluso alguno ya jubilado por enfermedad, como es el caso de su hijo Julio Barcia, tantos años de camarero en El Cafetín. (Juan Antonio y su mujer Josefa, por el Parque Calderón en los años 40 del siglo pasado).

NOTICIA DE PRENSA.
En el desaparecido diario “El Puerto Información” aparece la siguiente noticia -que ha llegado a nosotros sin fechar- firmada por S.D. en la que se puede leer: «UN PORTUENSE RECONOCE A SU PADRE EN UNA DE LAS ESTAMPAS DE EL PUERTO. Un portuense, que ya ha pasado la barrera de los ochenta años, Juan Antonio Barcia Caraballo, reconoció a su padre en una de las fotografías que este periódico edita en colaboración con Pryca El Paseo bajo el título “Estampas de El Puerto”, correspondientes a imágenes de primeros de siglo.

La fotografía original que apareció en el periódico esquina de Luna y Larga, donde aparece el padre de Juan Antonio con el carro de los suministros.
El octogenario portuense comentó que el repartidor de gaseosa que apareció en la estampa número 4 se trata de Julio Barcia Nieto, quien trabajaba para la confitería La Campana de los herederos Pérez-Leiva, que se encontraba situada en plena calle Luna. La gaseosa se repartía entonces en las botellas de sifón.
La única foto. Julio Barcia falleció a los 51 años de edad, el 1 de noviembre de 1939. Su hijo carecía de fotos de éste debido a que su madre, antes de fallecer, solicitó a una de sus hijas que todas las fotografías del matrimonio «se las metiera en la caja [ataud], mira que cosas, y me quedé sin ninguna foto”, dijo Juan Antonio Barcia. No obstante, éste cuenta con una imagen igual a la publicada por este periódico, bastante deteriorada por el paso del tiempo y, probablemente, por todas las veces que ha sido cogida para mirarla.
Barcia recordó, con la estampa en la que aparecía su progenitor, algunas anécdotas familiares como el hecho de que “por la noche llegaba a casa cargado de ducles de la confitería y me contaba que cuando se levantaba por la mañana se encontraba toda mi cuna llena de mijitas de pasteles porque yo me levantaba por la noche y me los comía en la misma cuna». (El matrimonio Barcia Caraballo-Bernal Márquez, en una imagen retrospectiva).
Muestro agradecimiento a Miguel Sánchez Lobato que ha restaurado tres fotografías de Barcia Caraballo.


Nació el 20 de octubre de 1958 junto a la casa-palacio del Marqués de la Candia, sede actual del Museo Municipal y de la Academia de Bellas Artes, en la calle Pagador, 3. Su abuela materna fue ama de llaves de la familia Cólogan Osborne, propietaria de la casa, donde nació y vivió hasta el primer año y medio nuestro protagonista. Hijo de Felipe Gómez Moreno, miembro del benemérito Instituto de la Guardia Civil y de María Antonia Castallo Mancera, abandonó pronto El Puerto como consecuencia del cambio de destino de su padre, pero no ha dejado de venir por su Ciudad natal, todos los veranos y siempre que puede, desde
entonces. Recuerda José Domingo que la familia portuense se trasladó a vivir a otra casa palacio, la de la Casa de las Cadenas, donde vivieran los veranos de 1729 y 1730 los reyes de España, Don Felipe IV y Doña Isabel de Farnesio. Allí pasaba los veranos de pequeño y ya de mas grande, ayudando a sus tíos, Manuel Pérez y María del Carmen Castallo en los Ultramarinos “Las Cadenas” que hoy regenta su prima. Es primo también de Enrique Pérez Castallo, de la Fundación Rafael Alberti, quien todavía tiene su residencia en la Casa de las Cadenas. Con los años, quien lo iba a decir viviría, profesionalmente en otro palacio: el de las Cortes, por su condición de Diputado. En José Domingo se puede acuñar el dicho “de Palacio a Palacio”. José Domingo tiene casa propia en El Puerto desde hace ya bastantes años, adonde regresa con la familia que ha creado: su mujer y dos hijos. (Cuadro primero: óleo de Juan Lara que representa la Casa
del Marqués de la Candia desde la Plaza de la Iglesia. Cuadro segundo: óleo de Angel Pantoja, que represeneta la Casa de las Cadenas).
SECRETARIO GENERAL DE LA FEMP
diciembre de 1985. (En la fotografía, José Domingo en su etapa como Secretario General de la FEMP).

de los últimos cargos en ser relevados por el gobierno de Aznar, y prisa tenía pues había recibido ofertas para trabajar, desde hacía tiempo en su en una empresa de autocontrol de la publicidad, cargo que no era compatible con su responsabilidad de gobierno, por lo que hubo de esperar a su relevo tardío. Vamos, que tuvo que pedir el cese pues permaneció mes y algo después de los distintos relevos en el aparato del gobierno de la nación. (En la fotografía, José Domingo con el presidente del Gobierno de la época, Felipe González, reunido en el Palacio de la Moncloa).
OTRAS RESPONSABILIDADES Y REPRESENTACIONES.
Francisco Lobo Segura es un portuense nacido en la calle Santo Domingo en el año de 1960. Pertenece a una saga de carpinteros de la que él es la tercera generación en el mismo espacio físico: en la Calle Sierpes -ese pequeño callejón detrás del mercado, donde el tiempo parece haberse parado-. Paco es hijo y nieto de carpinteros o, por mejor decir, ebanistas y restauradores. Que de de eso se ha hecho y se hace en esta fábrica de oficio artesano, siendo especialistas en la restauración de muebles de caoba. Cruzando su umbral parece que entramos en otra época, otro siglo. Es nieto de Frasquito Lobo Montefalco e hijo de Francisco Lobo González, quienes, con sus tíos Rafael y Antonio fundaron una sociedad empresarial allá por 1950, año en el que la carpintería se trasladaba desde la calle Nevería, pegada al Freidor que había en la esquina con la calle Ganado, a su actual emplazamiento, justo donde estaba con anterioridad el Bar Canuto. La sociedad se llamaría luego Herederos de Francisco Lobo Montefalco y, desde 1984 en la que los distintos familiares se fueron desvinculando definitivamente de la misma, es
una sociedad unipersonal a nombre de la tercera generación de Lobo en la calle Sierpes, de Francisco, orgulloso del trabajo de restauración del mueble de un gramófono de la marca “La Voz de Su Amo”.
LA CALLE SIERPES
alegre y bullidora, como su hermana mayor, la de Sevilla, el de intransitable”.
Panadería Pública o Tahona, perteneciendo a la misma finca, posiblemente el callejón estuviera cerrado con rejas, desde las cuales se realizase el reparto del pan. Estas informaciones -a excepción de la continuidad de la calle Santa María- nos ha sido proporcionada por el historiador Miguel Ángel Caballero, del Centro de Patrimonio Histórico.

junto con el Bar Vicente ya que su actual propietario, Vicente Sordo, se hizo cargo de Los Pepes, igualmente, en 1950, hace 59 años. Un buen mano a mano, casi de punta a punta, para esta pequeña, bulliciosa, concurrida y hostelera calle Sierpes.


algunos interesantes productos que se salen de esa clase, como vamos a ver. Pero al Refino, se le ha quedado para los restos como 'el de los muertos'. (Fotografía: Enrique Rodríguez García).
telas que cubren los sofás). Cinta de algodón, al biés, de raso, de nylon, de falla, organdí, de saco, de piquillo, de galón dorado, de galón de marinero, de galón de lana. Cintas de cortinas: de fruncir, de velcro, de ojete, de riel. Cintas de lazo. Broches, corchetes, hebillas.
labores. Costureros. Espejos. Paraguas. Tijeras. Dedales de muchas calidades y materiales. Bastidores para bordados. Petit Point en Láminas. Revistas de Costura. Libros para labores: punto de cruz, ganchillo, bordado, de bebé. Tiras de Velcro. Cañamazo y esterillas para labores. Lanzaderas de Frivolité. Borlas, espumillas, abrazaderas, cordones, galones, llaveros y flecos...
EL VENERABLE FRAY LEOPOLDO DE ALPANDEIRE.

-jugador del Rácing- dejó dispuesto antes de su fallecimiento que cada hermano se haría cargo de uno de los negocios instalado en los bajos de lo que fue, primero, el edificio de la Real Fábrica de Aguardientes y Licores, y luego Casa de la Aduana. Manolín no supo continuar con el Bar La Lucha y ahí está el espacio vacío y desaparecido su interior (dos intentos de manos extrañas no han conseguido reflotarlo como negocio de hostelería). En la fotografía, Carmen Barrera Tejada.




Pero con el mismo sabor añejo permanece en la calle Pintor Veneroni (Pescadería, Plaza del Carmen) número 2, en el marco de la casa de la Aduana, el bar “La Lucha.
Una desnuda bombilla sigue iluminando la cocina que, aunque hace décadas que no sirve tapas, siempre estuvo presta para freír el pescado que algunos traían para compartir con los amigos. En sus tiempos, se ofrecían suculentos guisos.
Las partidas de cartas siguen celebrándose desde muy temparao, al mus, la brisca o la ronda. Abarquilladas barajas de don Heraclio, con propaganda de Osborne, que pueden contar mil veladas ociosas de jubilados o marineros a la espera de zarpar.
Pocas mujeres han entrado, y mucho menos tomarse un vino. Forma parte del estilo masculino y machista que dominaba la hostelería en un tiempo. Perder este carácter sería deshacer el aire original. Todavía hoy, algunas esposas llaman desde la puerta o entran tímidadmente, franqueando una “sala prohibida”.
En Calpe, nuestros hermanos de la mar lo llaman “contar”. Es de cualquiera de las maneras, el Régimen Económico por el que se rigen o Sistema a la Parte en los demás puertos, incluidos los de EE.UU, Canadá y los de América del Sur. En los puertos según las modalidades de pesca, sean de arrastre, cerco o palangre existen algunas diferencias en el sistema de reparto de las tripulaciones. Esas diferencias estriban en el pago de las partes técnicas que incluyen las partes del redero de tierra, de los motoristas y de los patrones, tanto de pesca como de costa. En algunos puertos, las partes técnicas salen de la mitad del armador, es decir de su parte de beneficio, en otros de la tripulación y en otros del monte mayor. Todo de acuerdo con los usos y costumbres de cada puerto.
Pero vayamos un poco atrás en el tiempo. Juan Carlos es hijo de Francisco Javier de Terry y del Cuvillo y de María del Carmen Muñoz Ávila. La Bodega familiar “Carlos y Javier de Terry, 501” se había vendido y Juan Carlos quería empezar de nuevo y llevar a su familia a un país que mantuviera ideas conservadoras, ideas que empiezan a desdibujarse en la España del triunfo socialista de 1982. Ese año, Juan Carlos fue contratado como Director General de “Bobadilla 103” para México. Y en ese país permaneció durante 17 años. Fue la cabeza y el enólogo de la compañía vinatera jerezana en México hasta que, en 1987 funda su propia compañía de importación y distribución de vinos y alimentos, hasta que en 1999 decide irse a la tierra de su mujer: Filipinas. Una historia de amor entre nuestro paisano y una asiática descendiente de europeos, que da como resultado la presencia de estos porteños en la en otros tiempos colonia española. Juan Carlos conoce a su mujer -filipina- en la Feria de Sevilla y se enamoró perdidamente de ella. Su nombre es Mari García y es descendiente de suizos, italianos y españoles. Se casaron en El Puerto en una boda con estética Filipina fusionada con elementos españoles tradicionales. ¿O quizás habría que escribir “pilipina”?, y es que en aquel país no se pronuncia la letra F. (Ilustración: Etiqueta de Vino. Colección J.M.M.)

En México, tras su paso por Bodegas Bobadilla 103, Juan Carlos creó una empresa FRUTERRY, con una gama muy extensa de productos en conserva, tanto españoles como mejicanos, de alta selección. Además crea muchas marcas de vinos con objeto de crear una distribución muy segmentada: Viña Andina, en Chile, Blue Rhin y Golden Rhin (vinos alemanes). Pero la situación económica en Méjico fue tal que las mafias se dedicaron al secuestro y la extorsión, teniendo como objetivos a las familias españolas que estaban en el mundo del vino. Dos amigos de Juan Carlos fueron secuestrados y a sus familias les mandaban partes de su cuerpo parra meterles miedo. Una oreja era lo mas frecuente. Al hijo de Juan Carlos, Luis lo atracaron en dos ocasiones y sufrió un mini-secuestro en taxi, el método más común: el cliente se montaba en el taxi y en el primer semáforo en rojo se subían los atracadores. Su madre padeció igualmente dos atracos a punta de pistola. Juan Carlos ante la situación, decide dejar Mexico D.F. tras 17 años de vida empresarial y se traslada al país de su mujer: Filipinas, en 1999.
En el año 2000 abre la primera tienda en Manila de productos de Gourmet: Terry Selections, que ya cuenta con tres sucursales, la última abierta en septiembre pasado. La intención era que tuviera solo lo mejor escogido por Juan Carlos, un poco como extender su despensa a nivel público. Se podría decir que una manera de abrir su casa a amigos cercanos y, después, a clientes. Unos años después y un poco por casualidad, se abre el restaurante. Los clientes que iban a la tienda pedían que les hicieran “sandwiches gourmet”. Al tener que dedicar al grueso del personal a preparar esos emparedados, tal era la demanda, decidió abrir un espacio en el segundo piso para tener mesas donde sentar al cliente, y de ahí el restaurante Terry’s.
Al restaurante “No traigo» --afirma-- «un producto que no se haya probado en su lugar de procedencia sin darle el pasaporte. Por ejemplo, Arte Oliva es el único aceite que está envasado como debe ser, en tetra pack, que protege de los rayos ultravioletas. El envase tiene cinco capas que mantiene el líquido a la temperatura adecuada. Dentro de 10 años será igual, tendrá las mismas propiedades”. Es muy interesante la fusión con los productos filipinos: “Tienen una especie de besugo al que llaman besugo, en español, y lenguados, pargos, galeras, chicas y grandes, impresionantes las de Palawan (una isla para perderse a conciencia …), y cangrejos de tierra que se alimentan de los cocos, los rompen y extraen su jugo”. Aparte de las mejores recetas españolas, Juan Carlos presume de superar el mejor Tocino de Cielo de la región; además se hacen las Poleás típicas de El Puerto. Han servido, también, Ajo Caliente y Salmorejo. Y toda la ristra de platos nacionales de primer nivel: Croquetas, Tortillas, Rabo de Toro, Fabada Asturiana, Cocido Madrileño, Menudo, Paella Negra de Mariscos... Es interesante recordar que Juan Carlos es hermano de la desaparecida María Auxiliadora Terry, gastrónoma local, experta en temas de Thermomix, autora de varios libros de la máquina, y directora que fue de la Escuela de Cocina 'El Anafe'. (Foto: J.L.B.)
Ayudado por su familia, trabajando en el próximo proyecto, ya en marcha, “el mejor restaurante español en el extranjero, en la Bahía de Hong Kong”, afirma convencido. En un próximo artículo hablaremos de sus hijos Luis y Elena, muy afincados en el Filipinas, --e incluso con parejas en aquel país-- pero que no olvidan El Puerto, sus rincones y amistades, al que regresan siempre que pueden.
Lati luce en su cabeza una gorra de la Fragata clase F-100 'Blas de Lezo' ilustre almirante que vivió durante dos etapas de su vida en nuestra Ciudad. Su memoria es honrada por la Armada Española, donde su nombre se recuerda con el mayor honor que puede rendirse a un marino español, siendo costumbre que exista un barco de la Armada bautizado con su nombre. El último, la 
Genaro, que ha hecho de todo en la vida, lleva cincuenta años en el negocio de la fruta (pero en medio ha sido, además, camarero, embotellador de Bodegas Terry, e incluso conductor de los autobuses urbanos; fue uno de los diez chóferes que inauguraron la primera flota de autobuses públicos de El Puerto). En la fotografía, Genaro González Sala, Mariano Ganaza y su hermana Milagros en el puesto que estuvo ubicado durante mucho tiempo junto a la frutería de Agustín Vela. En la actualidad, el puesto familiar se encuentra ubicado, desde 1980, en la calle Abastos, número 5.
Genaro tiene cinco hijos, José Manuel, Ramón, Antonio, Rosa que está con él en el negocio de la fruta, y Francisco Javier. La familia de Genaro es muy popular, no solo en el Mercado, sino también en la Feria. El año que viene cumplen 26 años instalando caseta en el Real de las Banderas, la conocida como “Genaro y Familia”, algo que salió por casualidad en una conversación informal en el Bar Rábago entre el padre de “el Lati” y Julio Barcia, prejubilado camarero de El Cafetín. Y a raíz de aquella conversación, llevan así veinticinco años dándonos de comer en la Feria. ¿Ustedes creen que en esa caseta faltarán los pimientos frito? En la fotografía, el puesto de El Lati, con la exposición de productos a la vista en plena calle Placilla o San Bartolomé. (Foto: Fernando Galán).
Alguien muy popular en la Plaza era el desaparecido recientemente Manuel González Sala, “el Listones”, tío de José Manuel. El sobrenombre, el “nickname” le viene por el abuelo de José Manuel. Resulta que su abuelo José jugaba al billar con unos listones de madera -nada de palos de billar- y ganaba siempre con lo que le acuñaron el mote de “el Listones” que luego heredaría su hijo Manuel. En la fotografía realizada durante un encuentro en el campo del Racing Portuense, podemos observar, a la izquierda a Manuel González “el Listones”, acompañado por Francisco Galán Sánchez, “Paquiqui”, frutero también, quien con 76 años sigue en activo y mantiene un puesto en la parte alta del Mercado de la Concepción. Como de sentido del humor van sobrados, estén atentos a los juegos de palabras y a la agilidad mental que se maneja entre tendero, clientes y amigos, en cualquier transacción o trato. Y no se le ocurra preguntar si las naranjas que venden son de zumo; pueden obtener como respuesta que «no, estas naranjas dan coca-cola».
Hoy en día, cuando la actividad marítima es escasa, ocurre otro tanto con las bodegas: mientras que asistimos expectantes al reflotamiento de pequeños negocios familiares vitivinícolas, a fuerza del tesón de sus emprendedores: Gutierrez Colosía, Grant, Obregón, que junto con Osborne, Caballero, Terry y 501 son lás únicas siete bodegas que quedan a principio del siglo XXI, frente a las mas de setenta empresas dedicadas a la vitinicultura, entre cosecheros, almacenistas y exportadores en el siglo XIX: Thuillier, Campbell, Harmony, Southard, Burdon, Duff Gordon, José de la Cuesta, Gaztelu, Grant, Lobo, F. Morillo, Jiménez, Marqués de Comillas, Osborne, Santarelli, Terry, Tosar, Pico, Piury, Quijano, Varela…
Francisco Galán Rodríguez, “Patesca”, nace en El Puerto en 1880. En ese año Alfonso XII decreta la abolición de la esclavitud en Cuba; en Panamá comienza la construcción del famoso Canal y, mientras se aprueba en Madrid el Reglamento de las corridas de toros, en El Puerto se inaugura el coso taurino. Menendez y Pelayo publica la “Historia de los Heterodoxos Españoles”. Un heterodoxo sería a lo largo de su centenaria vida nuestro Patesca, nacido en una Casa Palacio venida a menos, la de Aranibar, esquina frontera con el Castillo de San Marcos. Hijo de Antonio Galán natural de Cádiz, Marino Mercante, y de Josefa igualmente nacida en Cádiz. Desde muy joven se traslada a Sanlúcar de Barrameda --andando-- para ver a su novia. Allí se casa con Josefa Espinosa, y es allí donde comienzan a llamarle “Patesca” apodo heredado de su padre. (Fotografía: Patesca con su esposa, Josefa Espinosa, en 1946. Nótense la cantidad de anillos de oro que luce en sus manos. Colección Antonio Leveque).





La leyenda de la placa dice así: «La Comisión del Apostolado del Mar a Don Francisco Galán Rodríguez, marinero jubilado, en su centenario y como público testimonio de afecto y agasajo por su dilatada vida y méritos laborales. Puerto de Santa María, 8 de diciembre de 1983». De la celebración de este acto se cumplen mañana lunes veinticinco años. Murió en 1986, a los 106 años, en posesión de sus plenas facultades mentales.











